Empresaria de profesión, puta por vocación - 11

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

CAPITULO XI

MI CITA CON EL EJECUTIVO(I)

No sé las veces que mojé la polla en el vaso, y luego la chupé. Al hombre le agradaba que lo hiciera y estaba relajado dejándome hacer.

La verdad es que ya casi no quedaba cava en el vaso. No sabía si debía rellenarlo o esperar.

Se levantó y me dijo,

“Ya está bien, puta, que te vas a emborrachar”

Se puso delante de mí, me sujeto la cabeza con las dos manos, y me dijo,

“Abre tu puta boca”.

Lo hice. La abrí.

Me metió la polla en ella.

“Veamos que tal tragas por la boca, zorra”, me dijo.

De golpe me metió toda la polla en la boca. Mi nariz estaba literalmente aplastada contra su pubis.

“Así, aguanta, puta, ya sé que eres nueva, pero debes aprender a comerte una polla en condiciones”

Evidentemente no podía respirar, al margen de que su polla pese a no ser excesivamente larga y gorda, y lo era lo suficiente como para estar tocando el fondo de mi paladar, y estar originándome unas arcadas de muerte.

Gracias a que tenía el estómago casi vacío después de no comer, y casi no haber desayunado, no les solté allí una vomitona de espanto, pero las arcadas, llegaron un momento en que pasaron de ser secas, a ser productivas, y empecé a echar una gran cantidad de babas, mocos, y yo no sé si jugos gástricos, también. Al tío le hacía mucha gracia aquello, y alcanzó el móvil, y empezó a grabarme como me ahogaba entre su polla y lo que iba echando.

Cada vez que echaba algo por la boca, retiraba un poco la polla para acto seguido volver a metérmela con más fuerza y restregarme la cara por todo lo que estaba echando. Debía de estar echa un auténtico asco, pero al le divertía verme así.

“Muy bien zorra, vas aprendiendo”, me dijo, “Les enseñare este video a mis colegas, seguro que alguno quiere jugar contigo cuando venga a hacer alguna gestión, aunque eso sí, te cobraré comisión por los clientes que te mande”

Puto banquero pensé, cobrando comisiones hasta por mandarme clientes para que me follen.

Siguió con aquel juego absurdo, un largo tiempo. Mis arcadas, volvieron otra vez a ser secas, yo creo que porque ya no me quedaba más líquido que echar.

Cuando ya se cansó, me dijo,

“Oh, estas asquerosa. Ves al baño y lávate bien la cara y todo lo que te has manchado, guarra”

Fui al baño y efectivamente, estaba asquerosa. Me lavé la cara, y lógicamente perdía casi todo el maquillaje que me había puesto, gracias a que, siendo previsora, me lo había traído en el bolso para poder recomponerme cuando aquello terminara, y no llegar a casa echa una pordiosera.

Volví donde el hombre, que me esperaba tumbado en la cama boca arriba.

“Cerda, cabálgame”, me dijo.

Me subí a la cama, sobre su polla y me la metí, y empecé a cabalgarle como me había pedido.

“Sigue, sigue, me encanta ver como botan tus tetas”, me decía.

El sin hacer nada, quieto y dejando que yo le follara.

“Vas a ser una buena puta, tienes cara de puta, cuerpo de puta, y ganas, que es lo importante, vamos cabalga”, me dijo cogiéndome de los pezones y acompañándome con ellos la cabalgada, pero en sentido inverso, para que a cada movimiento me estirase los pezones.

“Me gusta, me gusta, puerca, sigue”, me decía.

De vez en cuando paraba y me movía en círculos, restregando mi coño sobre él. Hasta yo me estaba poniendo cachonda con aquello, por lo que entendía que el también.

En un momento me cogió de los hombros, me echó sobre él, me buscó la boca, y empezó a morrearme, a la vez que también empezó a moverse él por lo que adivine que estaba a punto de correrse.

No me equivocaba, al momento, empezó a bufar como un toro saliendo de los corrales, y nota su chorro caliente en mi coño. Espero así unos segundos, y me dijo,

“Levanta y límpiamela”

Así lo hice limpiándole la polla con la boca. Cuando terminé me dijo,

“Bien, bien puta, tráeme ahora mi copa de cava, llena”

Me levanté fui a la mesita, rellene su copa de cava, y se la acerque a la cama.

“Tráeme también la botella”, me dijo.

“Es que me encanta ver tu cuerpo andando, como lo mueves, como una autentica puta de verdad. ¿Seguro que eres novata?

“Si señor”, le dije

“Sabes bailar?”, me preguntó.

“Me muevo señor”, le dije.

“Pues ponte enfrente mío y baila para mí. Contornéate bien mueve todo el cuerpo”, me dijo.

La verdad es que me sentía ridícula, siendo el juguete de aquel tipejo, y tener que ponerme a bailar, sin música ni nada. Pero lo hice.

Hace años había estado yendo a clases de baile de salón, por lo que no me sería muy difícil no haberme un poco y satisfacer al hombrecito.

Empecé tararear una de las salsas más conocidas no recuerdo el nombre, pero muy bailonga y a moverme al ritmo de ella.

Sobre todo, movía mucho las caderas e intentaban que también mis tetas se movieran al mismo ritmo.

De vez en cuando me daba la vuelta y ahora mi culo el que se movía ante el regocijo del cliente.

Estuve un rato así hasta que ya me dijo,

"Es hora de probar tu culo, ponte a cuatro patas en la cama"

No había perdido nada de erección simplemente había estado descansando físicamente del esfuerzo, que fue mínimo, realizado en el primer polvo. Se ve que la viagra funcionaba bien.

“Pero antes, vamos a ver que has aprendido”, me dijo girándome la cabeza y metiéndome de nuevo la polla en la boca.

Así, de sopetón, no pude evitar otra arcada grande, acompañada de mocos y líquidos.

“No sirves ni para mamar una polla, puta”, me dijo soltándome una bofetada, que me hizo caer sobre la cama.

Me cogió del pelo y me volvió a meter la polla en la boca.

“Vas a aprender a mamar una polla, aunque tenga que molerte a palos”, me dijo.

Volvió a follarme otra vez la boca. En esta ocasión ya aguanté más primero porque estaba preparada, y segundo porque la amenaza estaba ahí. Ahora conseguí colocarla en la posición adecuada y mantener más sus embestidas.

“Bueno está visto que, con una buena ostia, aprendéis deprisa”, dijo el hombre.

“Veamos ese culo”, dijo

Y ahora sí se colocó detrás mío y me penetró.  Este hombre, no entendía de lubricaciones ni cosas así, puso la punta de la polla en el ano, y empujó, sin más. Se ve que aquella posición con el culo tan a mano, les motivaba a todos para azotarlo. Este empleó la mano, daba con fuerza, pero seguramente menos de la que querría, ya que sonaba bastante y debería oírse en otras habitaciones.

Estuvo un buen rato fallándome el culo. Jugaba con sacarla, darme un azote, eso me hacía instintivamente contraer el ano, y la metía otra vez empujando a tope.

“Cerda, me gusta tu culo, vas a tener éxito como puta, pero hay que completar tu educación”, me dijo el banquero.

Se fue al armario, y cogió una percha de faldas, de esas que tienen dos pinzas. Me puso una pinza en cada pezón.

Dios, aquello dolía como nada. Era una presión. Mira que alguna vez Víctor me había puesto pinzas de la ropa, de madera, pero no tenía nada que ver. En gancho la hebilla de su pantalón al gancho de la percha.

“Baja al suelo, puta”, me dijo.

Baje a cuatro patas, como estaba. Se dedicó a tirar de la correa. Me fue paseando a cuatro patas, estirando de mis pezones por toda la habitación, que incluso se le quedó pequeña. Se puso un albornoz de los que había en el baño, y me sacó al pasillo.

Pese a no oponerme, sí que instintivamente hice una pequeña resistencia, cosa que aprovechó el para pegar tres tirones fueres de la correa, que casi me separan los pezones de las areolas. Era increíble cómo se habían clavado las pinzas en los pezones, que ni esos tirones, las arrancaba.

Le seguía como una perrita fiel a cuatro patas, el andando más rápido que yo, para que la correa estirara de mis pezones.

Yo estaba cagada de que se abriera alguna puerta, o saliera alguien del ascensor, o que nos estuvieran viendo por las cámaras de seguridad, que, aunque no se veían en el pasillo, seguramente las habría. Me hizo recorrer todo el pasillo arriba y abajo. Y luego entramos nuevamente en la habitación.

Ya en la habitación, me llevó hasta el baño. Allí libero mis pezones de las pinzas de la percha. Mis pezones redondos y gorditos de siempre, se habían quedado totalmente aplastados por la acción de las pinzas y los tirones. Instintivamente me lleve las dos manos a ellos para masajearlos y que recobraran su estado natural.

Otra ostia, me hizo dejar de hacerlo.

“Nadie te ha dicho que te toques, puta”, me dijo, ¿“Ves como necesitas mucha educación?”

Levantó la tapa de la taza del WC, me cogió de los pelos, y me metió la cabeza en la taza, bajando a continuación la tapa. SE aseguro que entrara la suficiente cabeza en la taza como para cuando la bajara mi cara quedara a escasos centímetros del agua del fondo del inodoro.

Accionó la cisterna diciendo,

“Vamos a limpiar bien la taza, que una señora como tú se merece una taza de wc limpia, PUTA”.

El agua alcanzó de lleno a mi cabeza, cara, pelo, todo quedo empapado por el agua.

Ahí perdí la visión de lo que hacía el banquero. Ahora solo podía sentir.

Y sentí como empezaba a jugar con su mano en mi coño.

“Sabes, ¿puta?”, me decía, esta es la razón fundamental por la que existís. A vosotras podemos haceros cosas, que, a nuestras mujeres, novias, etc, no podemos hacerles.

Seguía jugando metiéndome dedos en el coño, no taba como los metía y sacaba con fuerza rapidez y firmeza. Fui notando como mi coño se llenaba de dedos primero y de mano después, me estaba haciendo un fisting, en toda regla. Estuvo un buen rato follándome el coño con su mano. La verdad es que no dolía. Supongo que el haber echado por el dos niños, lo dejaba suficientemente abierto para acoger una mano.

Ahora sí que me aterroricé bastante. Los dedos cambiaban su destino. La mano salía del coño, y empezaban a jugar con mi ano. Por ahí no, por ahí no podía caber la mano. Empezó con un dedo, luego dos, se ve que, por la propia lubricación de mi flujo, entraban sin apenas resistencia. Al tercero ya le costó más, pero entro, notaba como una cuña dentro de mi culo. Así estuvo un rato jugando con ellos y abriéndolos dentro. Notaba perfectamente como hacía el movimiento de abrirlos y como mi ano, iba cediendo. Luego fue a por el cuarto. Supongo que dentro de los otros tres, apenas tuvo problemas para entrar. Pero aquello era una cosa los dedos podían tener un diámetro máximo de 4 o 5 cms. Mi Víctor, me había metido una vez jugando el culo de u n botellín de cerveza. Pero no era igual el botellín era liso, y redondo, los dedos y posteriormente la mano, no sería algo tan redondo y liso. El banquero se había empeñado en hacerme también un fisting en el culo. Empezó a echarme un líquido que no sabía lo que era, pero que facilitaba el desplazamiento de los dedos. Supuse que se trataba de algún tipo de lubricante,

Pronto sentí como sus cuatro dedos estaban dentro de mi culo. Los sentía moverse dentro, golpear las paredes de mi recto. Era una sensación rarísima. Seguía empujando, y aquello empezaba a doler de veras. La zona de los nudillos, la notaba intentando violentar mi ano. Note como si lo fuera metiendo uno a uno. Aprovechaba el agujero que ya tenía que ser impresionante en mi culo para ir metiendo el resto de la mano. Supongo que el último dedo en entrar fue el gordo, que acompañó a los nudillos en su camino dentro de mi recto. El ultimo empujón, que a la postre, fue el que facilitó la entrada entera de la mano en mi culo, dolió como si me hubieran rajado el ano con una cuchilla. No pude evitar lanzar un grito, que el banquero acallo apretando la tapa del wc, lo que hacía que mi cuello se aplastara contra el borde de la taza. Cuando la mano entró del todo, el dolor se alivió. Se ve que ahora era la muñeca la que abría mi ano, y era evidentemente menos gorda que la zona de los nudillos.

Ahora entendía porque tanto interés en las lavativas. Aquel juego sin una buena limpieza intestinal, podía resultar muy asqueroso. Las sensaciones al notar sus dedos dentro de mi recto, se habían multiplicado por mil. NO sabía describir la sensación. Era como si tuviera un monto de lombrices o mejor de gusanos por el tamaño, moviéndose dentro de mi culo.

Empezó a follarme el culo con la mano.

NO llegaba a sacarla del todo, solo hasta la zona de los nudillos, con lo que el dolor anterior, se reproducía por momentos, aunque he de reconocer que en menor intensidad.

“Buahhh, es flipante, puta, tenías que ver esto. Cuando tiro de la mano para sacártela, se te abre el culo casi 10 cms. parece que se te van a salir todas las tripas por ahí, jajaja.

Me sacó la mano, y me la metió en el coño. Entro como si nada

Volvió a sacarla del coño y volvió a metérmela en el ano

Le costó algo más, pero entro con mucha más facilidad que antes. Estuvo repitiendo ese juego un buen rato, fisteándome alternativamente, coño y culo.

Cuando se cansó, me sacó la mano y levantó la tapa del inodoro.

Me dijo,

“Quítate los zapatos, metete en la bañera, y pon el tapón”.

Lo hice.

“Ponte en cuclillas y mea”, me volvió a ordenar.

Joder pensé yo mientras me ponía en cuclillas, para esto no me había preparado Victoria. Estuve meando un buen rato, tenía ganas acumuladas. El banquero tenía casi los ojos metidos en mi coño. No quería perderse detalle.

Cuando terminé me dijo,

“Túmbate boca abajo, con la cabeza hacia el tapón”.

Pedazo guarro, pensé. ¿Que pretendía que buceara en mis meados?

Me puse como me dijo, lógicamente sin apoyar la cara en la bañera. La zona del tapón era donde había más volumen de pis.

“Quiero esa cara de puta, bien pegada al fondo de la bañera”, me dijo.

Joder, pensé, ¿se puede humillar más a alguien?

Me puse como me dijo.

En ese momento, empecé a notar un chorro caliente sobre mi espalda. Él también me estaba meando. Repartía el chorro por todo el cuerpo desde la cabeza hasta los pies.

Qué asco por dios. Estar sobre mi meada ya lo era, pero ahora también sobre los suyos superaba todas las expectativas.

Cuando terminó de mear, me dijo,

“Muy bien zorra, ahora quiero que cojas meado con la boca, y hagas unas gárgaras, y lo vuelvas a echar en la bañera”.

Puagg, pensé. Voy a vomitar seguro. Empecé a hacer lo que me mandó.

Lo hice unas cuantas veces.

“Bien ahora quiero que cojas cinco tragos y te los tragues”, me dijo.

Pensaba que no sería tan guarro de mandarme hacer eso. Pero sí. Decidí no darle más vueltas, y hacerlo rápido. El sabor era amargo, raro, diferente, bueno tampoco tenía la necesidad de saborearlo, pero pensé que por ejemplo Madonna decía que se la bebía como rutina de belleza. Pues eso me iba a quedar yo más guapa que nada.

Cuando terminé de hacerlo me dijo,

Estoy seguro que te gustaría seguir más tiempo jugando conmigo, pero se nos acaba el tiempo. En nada tengo que irme. Mientras me visto, date una ducha rápida, y espérame en la cama a cuatro patas con el culo bien en pompa.

Me levante, vacié la bañera, me quité las medias estaban arruinadas tanto de carreras por todos lados como del pis, así es que las tiraría.

Me di una rápida pasada con la ducha por todo el cuerpo. Entendía que él no tardaría mucho en vestirse y no debería hacerle esperar. Salí me sequé rápido y me fui a la cama. Cuando llegué ya estaba esperando. Tenía un condón en la mano. Pensé, ¿ahora que me ha follado todo lo que ha querido a pelo va a ponerse un condón?

Me puse como me había dicho sobre la cama. Al momento, le sentí otra vez hurgando en mi culo. Me metió algo, me dio dos palmadas en las nalgas, y me dijo,

“Ya está, puta, ya te he pagado. Llevas algo más porque realmente te has portado muy bien. Cuando vuelva te quiero otra vez, ahora vístete rapidito y fuera”

Mientras me vestía pensé, ¿pero que se supone que me ha metido el dinero por el culo? Claro, por eso el condón. Seguro que lo ha metido dentro y me lo ha metido. Que pedazo cabrón. Terminé de vestirme y me despedí.

“Que tenga usted buena tarde señor”, le dije.

“Espera puta, me dijo “Súbete la falda y separa las piernas bien”.

¿Y ahora que quería?, pensé. Hice lo que me había pedido.

“Siempre le dejo un recuerdo a mis putas. Y tú no vas a ser menos. Cuando más distraída estaba, me pegó una patada tremenda en el coño.

Nunca me habían hecho eso, a la primera caí redonda. Me dio seis y me las hizo contar. Las dos últimas me las dio tirada en el suelo, no me podía ni levantar. Terminó de vestirse, y se fue.

“Como ves, no te he dejado marcas. Al menos visibles, para que el cornudo de tu marido no sepa la puta que tiene en casa. Cierra la puerta al salir”, me dijo.

Como pude bajé hasta el coche. Notaba como me palpitaba, el coño, al margen de un fuerte ardor.

Había pensado ir a la empresa, para ducharme allí más a fondo, sacarme el dinero y maquillarme un poco para no parecer que volvía de ejercer de puta.

Y eso hice. No me hacía mucha gracia entrar en la nave sola, pero no había más remedio. Me subía a mi despacho, me metí en el baño, me desnudé entera, me senté en la taza del wc, e intente que saliera el condón con el dinero, haciendo fuerza. Tenía el ano como insensible. Me miré el coño, y estaban empezando a hincharse los labios.

Opte por la solución más rápida, meterme dos dedos en el culo y buscar el condón.

Pronto di con él, lo saqué. Salía algo manchado de sangre. Seguro que el cabrón este al meterme la mano en el culo me había producido algún corte. Saqué el dinero. Había 300 euros. Una ridiculez, pensé para todo lo que me había hecho. Sobre todo, lo del culo y las patadas finales, sin olvidar el juego de los meados.

En fin, me duche lo más a fondo que puede, me vestí me maquille y me volví a casa.

CONTINUARA