Empresaria de profesión, puta por vocación - 10

La historia de patricia, una madura empresaria, con unas fantasías sexuales desmedidas

CAPITULO X

MI CITA CON EL EJECUTIVO

La experiencia del monte, si había resultado al final vejatoria, humillante. El tener que llegar en cueros donde estaban las parejas, el ofrecerme y ser rechazada, y luego el haber masturbado a Rosa, que, por cierto, me dio su número de móvil, diciéndome que cuando quisiera la encantaría repetir, y con la mirada lasciva de las otras parejas, y el chico follándome mientras se lo comía a la novia...

También me causó cierta sensación rara que Simón no me tocara, en aquellas orgias de tíos follándome, uno más casi hubiera pasado desapercibido.

Tenía varias llamadas pérdidas de Víctor.

Me sorprendía que, al contrario de lo que me pasó en la luna de miel en la fiesta de los windsurfistas, ahora no tuviera ningún tipo de remordimiento, que empezara a contemplar aquella situación como totalmente normal.

Decidí no llamar a Víctor, para no delimitar el tiempo. Luego ya le diría cualquier cosa.

Ya en mi coche, y después de una despedida de lo más tierna y romántica con Simón,

"Adiós señora, ya me pondré en contacto con usted"

"Adiós"

Me dirigí a casa. Afortunadamente no tenía esta vez marcas que ocultar, ni signos externos de mi aventura campestre.

Al llegar a casa me metí en la ducha después de saludarla los chicos y a la chica.

Nos les di ni un beso, tenía que oler a sudor, a polla, a semen, a coño, en fin, una mezcla indescriptible. Y por los chicos no me daba cosa, pero seguro que la espabilada de la chica se daba cuenta de algo, y esbozaba una de sus irónicas sonrisas.

El agua de la ducha, me relajó un poco. Gracias a que frecuentaba el gimnasio, si no esté trajín hubiera sido insoportable.

Al salir me puse el albornoz, y ahora sí fui a darle un beso a los chicos. el pequeño, como siempre, me achuchaba a la hora de darme un beso conocedor sin duda de que debajo del albornoz no llevaba nada.

Tampoco me sentía mal ante ellos y pensar que menudo putón de mamá tenían.

Hablé también con Víctor, las típicas llamadas de control, cuando uno está fuera de casa, pero aproveché para decirle que había quedado con varias de las amigas comunes de Victoria y mías, para comer todas juntas el domingo. Así tenía ya la excusa para la cita del domingo con el ejecutivo.

El viernes llamé a Victoria. No había tenido noticias de ella desde el lunes, y no sabía si el tema seguía en pie, y además me faltaban aun detalles.

“Hola, guapa, que no sé nada de ti, y bueno estamos a viernes. Quiero saber si todo sigue en pie, y los detalles que faltaban”, la dije.

“Si, perdona, patricia, pero he tenido una semana muy complicada. Espera que me voy a algún rincón donde pueda hablar sin antenas cerca, y te cuento.

“Bien aquí creo que estoy tranquila, me he salido a la calle como las que se fuman un piti. Tienes que estar el domingo 17 a las 15:00 horas en el Hotel……….. Haz como si fueras a la cafetería, y en cuanto que puedas ves a los ascensores, y sube a la habitación 318. Ves ya sin bragas, faldas, medias negras, tacones, blusa blanca y sujetador blanco. De peluquería y uñas pintadas de rojo fifth avenue de la marca essie. Esto último es nuevo. A mí no me había pedido nunca un color de uñas determinado, y menos de una marca concreta.

Llamas a la puerta tres veces suave. Esperas unos segundos y vuelves a llamar tres veces, él te responderá con un Si, o algo parecido desde dentro, y tu respondes “Servicio de Puta contratado” y el entonces te abrirá.”

“Pues empezamos bien. Buena presentación”, la dije.

“Sí, es parte del servicio. Solo te pagará al final. Ni esperes ni pidas el dinero antes. Recuerda, una lavativa por la mañana y otra al mediodía, tendrás que hacer todo lo que mande. Le gustan las mujeres no profesionales, putas amateurs, preferentemente casadas, con hijos, de cierta edad y por supuesto, muy obedientes. Nunca utiliza condón”

“Puff, me estoy poniendo cachonda solo de pensarlo. Este tío me va a dar caña a tope”, la dije.

“Eso no lo dudes. Le he insistido mucho en lo de las marcas. A nada que se descuida, se le va la mano y te deja un moratón difícil de justificar”, me dijo Victoria.

“Vale, espero que no sea el caso”, la dije yo.

“No le des motivos, sino lo hará”, me contestó ella como diciéndome te va a dar si o sí.

“Bueno, creo que esta todo, ¿no?, de todas formas, si tengo alguna duda, te llamaré.”

“Vale, Pues nada buena suerte, y ya me contaras, el seguramente también me llamará camino del aeropuerto y me dirá que tal te has portado. Besitos”, se despidió Victoria.

Bueno pues ahora sí que estaba sola ya frente al ejecutivo.

El sábado lo dedique a comprar los enemas y el esmalte de uñas. De enemas me compré dos envases de 250 ml. Supuse que con eso sería suficiente. Y el esmalte lo encontré no sin tener que dar varias vueltas, en unos grandes almacenes. El resto de la ropa no tenía problemas y lo tenía todo. Me entretuve también leyendo artículos en internet, del estilo “Diario de una prostituta”, “Como prostituirse y no morir en el intento”, “El decálogo de la puta”, bueno de todo conseguí sacar alguna idea, pero lo que sobretodo saqué en claro, es que el primer deber, es satisfacer al cliente al máximo.

Realmente, estaba atacada, por un lado, deseando que llegara ya el domingo a las 15 horas, y por otro lado acojonada de que llegara. Debía de estar como ausente, ya que Víctor me preguntó hasta en tres ocasiones que me pasaba, que parecía que no estaba allí.

Como es lógico por la noche quiso sexo, y lo tuvimos. No quise poner mucha carne en el asador, para no agotarme, sexualmente hablando, para el día siguiente.

Al final, había llegado el domingo.

Lo primero que hice fue meterme a ducharme y aprovechar para ponerme el primer enema. Nunca me habían gustado los enemas, no solo por lo incomodo de ponérselo una misma, sino también por tener que esperar para vaciarlo, y que luego siempre eran necesarias dos o tres veces para evacuar todo el líquido.

Después tuve que preparar la comida para Víctor y los chicos, al comer yo fuera de casa. Realmente no pensaba comer, no tenía el estómago para eso, pero a todos los efectos comía con las amigas. Cuando los chicos salieron, y Víctor se fue a montar en bici, aproveché para. Aproveché también para pintarme las uñas de los pies. No había dicho nada de ellas, pero el color era bonito.

Realmente yo ya estaba lista, ahora solo había que esperar que las horas pasaran.

Victoria me mandó un wasap,

“Animo amiga, ya verás como todo sale bien.”

“Gracias guapa, pero estoy de los nervios, jaja”, la conteste.

Borré los dos mensajes, era mejor no dejar pistas por si las moscas.

Bajé a casa de una vecina, que a las conocidas las peinaba en casa. La dije, que, pese a no haberla avisado, me había salido un compromiso a mediodía, y que tenía pelos de loca. Entendió que no era mucha la faena, y me peino. Solo hizo eso, pero parece mentira el arte que tienen para hacerlo. Parecía que llevaba el pelo de peluquería cien por cien.

A las 13:30 me puse la segunda lavativa. Yo misma controlaba lo que echaba y aquello era el líquido que me había metido, sin más componentes. Cuando ya me aseguré que no echaba nada más, me duché otra vez, con cuidado de no mojarme el pelo.

Aunque no habíamos hablado nada de maquillaje, decidí hacerme un maquillaje sobrio, sin estridencias, solo labios, sombra de ojos y un poco de colorete.

Me vestí, y a las 14:20, salí de casa. No tardaría más de 10 o 15 minutos en llegar al hotel, y tampoco pintaba nada allí media hora antes.

Me despedí de Víctor y los chicos, que me dijeron que iba muy guapa y que lo pasara bien con las amigas.

A las 25:50 estaba en el hotel. Eche una mirada a la cafetería y al ascensor, debía desviarme.

Vi que había garaje. Seguro que desde el garaje se accedía directamente a las plantas, o al menos el ascensor estaría muy cerca de los de subida a planta.

Bajé al garaje, y busqué el ascensor. Me metí dentro y subí a la planta 3

Una vez allí, busqué las escaleras de bajada, y me metí. Comprobé que no hubiera cámaras. Me quité las bragas y las guardé en el bolso. Eran las 14:58

Salí y busqué la habitación 18. Golpee 3 veces con los nudillos en la puerta. Esperé unos segundos y volví a hacerlo.

Me contestaron desde dentro,

“¿Quién?”

“Servicio de Puta contratado”, contesté.

“¿Cómo?, no oigo”, dijo desde dentro.

Era evidente que quería que lo dijera en alto, y así lo hice.

“Servicio de Puta contratado”, volví a decir casi gritando.

"Hola, ¿así que tú eres la puta nueva?", me dijo haciéndome pasar.

“Si señor”, le dije yo.

"A ver, puta, quédate solo con las medias y los tacones”, me dijo.

Empecé a quitarme la ropa, y a dejarla sobre una silla.

Se acercó me cogió de los pelos, y me dijo,

“Puta, el orden es primordial, Coloca tu puta ropa como si estuvieras en una tienda de cara al público”.

Muy explícito en sus órdenes. Coloqué la ropa sobre una de las sillas lo más doblada que pude.

“Ahora dame tus bragas”, me dijo.

Abrí el bolso. Las saqué y se las di. Había hecho bien en llevarlas, ya que en un principio pensé en no ponérmelas siquiera, ya que me quería sin ellas.

Las cogió, y se las metió en el bolsillo del pantalón. Me daba la impresión de que ya me había quedado sin unas bragas.

“Date la vuelta, separa las piernas e inclínate hacia delante. Ábrete el culo con las manos.”

Lo hice

“Tienes el culo muy abierto, ¿quién te da por el culo? ¿El cornudo?"

Me metió dos dedos, y estuvo jugando con ellos dentro de mi culo.

“El contraste de colores, queda muy bonito, puta. El marrón de tu ano, el color de tu piel, el rojo de tus uñas”, me dijo.

Sacó los dedos, y me dijo.

Bien, ponte a cuatro patas, apoyando la cabeza en el sillón ese y sigue abriéndote el culo con las manos. He pedido un sándwich al servicio de habitaciones y quiero que también puedan apreciar el contraste de colores de tu culo.

Y allí estaba yo. Con la cabeza apoyada en el asiento del sillón, la cara girada para que quien entrara no me la viera, y abriéndome el culo con las manos.

Al rato, oí llamar a la puerta,

“Servicio de habitaciones”, dijeron.

“Adelante”, dijo el hombre que estaba sentado al lado mío.

“Su pedido señor, donde se lo dejo?”, preguntó el camarero.

“Aquí”, dijo el, dándome unas palmadas en la espalda”

Note que extendía lo que podía ser un mantel pequeño sobre mi espalda, y luego colocaba un plato, cubiertos y una copa.

“Muy buenas vistas como siempre, D. José”, dijo el camarero.

“Espera”, le dijo él levantándose, y dándole lo que debía de ser una propina.

“Muchas gracias”, le dijo el camarero.

Volvió hacia donde estaba yo, y retiró las cosas de mi espalda, dejándolas en la mesa.

Se sentó en el sofá descansando sus piernas sobre mi espalda. Así sin mediar palabra, estuvo comiéndose el sándwich, el tiempo que quiso.

Cuando terminó me dijo,

Ahora quiero que bebas un poco de cava conmigo. Vi que, en un vaso normal, echaba cava, y lo ponía al lado de su copa.

“Bien puta, puedes beber todo el cava que quieras, pero eso sí, tendrás que cogerlo de mi polla, no del vaso”, me dijo.

Sabía que ahora tocaba sonreírle, y sacársela, y eso hice.

Tenía una erección, que solo podía ser fruto de la viagra que se hubiera podido tomar antes de llegar yo.

“No se te ocurra mancharme la ropa”, me dijo.

La única forma de no mancharle la ropa era quitándosela, así es que me dedique a eso.

Le quité los zapatos, los calcetines, los pantalones, los calzoncillos, colocándolo todo perfectamente doblado.

Luego empecé a desabrocharle los botones de la camisa uno a uno, sin dejar de mirarle a la cara y sonreírle. Debía de estar bastante ridícula, pero creo que era lo que tocaba.

Le quité la camisa y se la coloqué en el galán de noche que había en la habitación, junto con los pantalones.

Ahora ya estábamos los dos en cueros. Bueno yo aún conservaba las medias y los tacones.

Intuí que lo que debía hacer era mojarla la polla en el cava del vaso, y chupársela, así es que empecé a hacerlo.

CONTINUARA