Empezó por sexo y me enamoré

Fué algo que surgió de una pasión física y terminó en una relación de pareja

Tendría unos 24 años por entonces. Iba con cierta frecuencia a casa de mi hermana a ver a mi sobrinito, que era todavía un bebé. Algunos días solía coincidir en la visita con Fran, que era amigo y compañero de trabajo de mi cuñado Alberto.

Fran era un hombre de unos 44 años, es decir, bastante mayor que yo, era separado y tenía 3 hijos, que vivían con su exmujer. Aunque nunca lo miré como candidato a novio, tanto por la edad como porque no sabía su opinión sobre las mujeres transexuales, teníamos muchas afinidades.

Observaba, cómo a veces me miraba a hurtadillas, pero nunca le di importancia, pues había muchos hombres que también lo hacían, tal vez por cierta curiosidad. Siempre nos saludábamos con un par de besos.

A mí siempre me gustaron los hombres maduros, tal vez porque se mostraban mas galantes, cariñosos… y en el sexo procuraban dejarme saciada.

Un día mi hermana me dijo que yo le gustaba a Fran, que él se lo había dicho en secreto a Alberto y este por último a ella. Aunque no le puse mucho interés, me gustó saber que él sentía algo por mí, aunque sólo fuera atracción sexual.

Un día que coincidimos visitando a mi sobrino, Fran se ofreció a llevarme en su coche de vuelta a casa, ya que era un día lluvioso y yo no tenía paraguas.

Al llegar a casa, aparcó en un hueco cercano y empezamos a despedirnos. Dándole las gracias, me acerqué a besarle en la cara. Pero Fran buscó mi boca con sus labios, quedándome al principio algo confundida, pero enseguida sentí el cosquilleo en mi estómago de sentir unos labios grandes y carnosos, que me impulsó a entregarme yo también a aquél beso interminable.

Fran, me puso la mano sobre mi muslo, acariciándolo por encima de mi media de lycra y abriéndose paso por debajo de mi falda, que se encontraba algo remangada hacia arriba. Entre sus labios y su lengua penetrando mi boca, mientras me hacía la caricia en mi entrepierna con su mano, llegó un momento que casi tengo un orgasmo. Pero fui yo la que metiendo mi mano en su bragueta, conseguí aferrarme con fuerza a su miembro erecto y duro, haciéndole una paja mientras él me besaba  con pasión.

Saqué mi mano manchada de su semen caliente y me lo llevé a los labios para saborearlo. Después él me besó, probando el sabor de su propia virilidad.

Quedamos al día siguiente con la intención de liberar nuestras pasiones al máximo. Los dos teníamos ganas de follar y la atracción era mutua.

Fuimos a su casa. Fran, vivía en un pisito pequeño, que sólo compartía con sus hijos el fin de semana que le tocaba estar con ellos. Tomamos una copa mientras me enseñó algunas fotos de cuando era más joven y estaba en el ejercito. Le dije que aún estaba bien fisicamente, que conservaba un cuerpo atlético y musculoso. Esto le hizo sentirse bien y me rodeó con los brazos haciéndome sentir una pluma contra su cuerpo.

- Tu si que tienes un cuerpo de escándalo preciosa, estás para comerte enterita.

Nos fuimos al dormitorio de Fran. Había una gran cama de matrimonio con un edredón azul que la embellecía. Empecé a desabrocharle la camisa mientras él me bajaba la cremallera del vestido. Terminé abrazada a su torso desnudo sólo con el sujetador y la braguita puesta. Luego me tumbé en la cama mientras él se quitaba el pantalón y el bóxer. Mientras le observaba desnudo notaba como mi excitación iba en aumento.

  • Vaya rabo que tienes!! Gastas buen calibre!!!- le dije jocosamente a verle.

  • Pues ahora la vas a tener para ti solita nena!!- me susurró al echarse sobre mí.

Me besó de nuevo en la boca, bajando por mi cuello mientras yo empezaba a gemir de placer. Al llegar a mis pechos me los succionaba como un poseso, mientras mis gemidos eran descontrolados. Me recorrió con su boca todo el cuerpo, sín dejar centímetro sin besar. Luego me coloqué encima de él recorriéndole desde la boca hasta los pies, para terminar en su miembro descomunal, que parecía un gran mástil en un buque. Lo chupé suavemente, intoduciéndome su cabeza y poco a poco llegar hasta la mitad. Me ayudé con la mano para cubrir toda su longitud. Mientras su la chupaba él me acariciaba el pelo y me dirigía el ritmo.

Sin poder aguantar más aquello, me coloqué a horcajadas sobre su miembro y después de echarle abundante lubricante en su cabeza, me apliqué yo en mi ano, que en ese momento estaba entreabierto esperando ser copulado. Me la metí toda entera, hasta que noté sus testículos blandos pegados contra las nalgas. Empecé a moverme arriba y abajo, inclinándome hacia atrás y botar encima, mientras él me daba cachetes sobre las nalgas. Fran tenía la cara desencajada y gemía al ritmo que yo le marcaba, mis pechos saltaban como dos pelotas botando. Después de follarle durante más de 15 minutos, noté que su cuerpo se tensaba y se iba a correr. Me apoyé sobre sus hombros y le cabalgué con ímpetu hasta que el orgasmo me hizo gritar y  él se corrió con bruscas sacudidas que me bañaron de semen mi interior.

Caí rendida sobre él, que me abrazó y sobó mis nalgas calientes. Dormitamos un buen rato, abrazados y sólo escuchando nuestro latido y nuestra respiración.

Poco después empecé a tener ganas de acariciarle. Me gustaba sentir su cuerpo viril, grande y fuerte. Mi mano acabó en su miembro, que en breve comenzó a mostrar su dureza y rigidez. Volvimos a acariciarnos y besarnos hasta que la excitación hizo que nos pusiéramos en posición de 69. Estando arrodillada sobre su cabeza, me lamía mi ano mientras yo le hacía una felación profunda. Noté como metía su lengua en el interior. No tardé en gemir y tener que sacarme de la boca su miembro para poder respirar.

Me puse a cuatro patas y él se aferró a mis caderas con fuerza, clavándomela hasta el fondo otra vez y sin mostrar delicadeza. Empezamos un ritmo conjunto que hizo que enseguida buscara apoyo en la almohada para ahogar mis gritos. Noté de nuevo como Fran se corría dentro de mí y yo tuve que morder con fuerza la almohada para soportar la descarga eléctrica que partiendo de mi ano se extendió a todo mi cuerpo.

Después de esta experiencia, Fran y yo salimos durante un tiempo. Nadie de mi familia ni de la suya lo supo. Únicamente mi hermana supo que me lo follé, pero no que llegó a ser mi novio.

Salimos durante unos seis meses, durante los cuales no me importó que a veces la gente nos mirara como una pareja desproporcionada por la edad. Por el contrario me sentía orgullosa de ir abrazada a un hombre maduro, me sentía segura y poderosa.