Empezando a vivir (3)

La puerta al paraíso la puedes encontrar en cualquier sitio. Necesariamente el camino a este también, aunque sea en otro lugar.

Bueno, aquí va la tercera parte del relato. Me gustaría que me comentarais así si os está gustando, que cosas mejoraríais, qué cosas están bien… no sé, cómo lo veis más o menos jaja

Espero que os guste.


Acabo de llegar del trabajo. Son las 20h. , y en 2 horas vuelve mi chico a casa. Estoy nervioso, en parte porque quiero estar con él, he tenido un día un poco difícil y quiero disfrutar junto a él. Por otro lado, no he podido quitarme de la cabeza la sorpresa que me tiene que dar. ¿Qué será? Por mucho que dé vueltas no se me ocurre nada: somos felices, estamos juntos, vivimos en la misma casa y nos va bien todo. No quiero pensar más en ello, prefiero esperar.

Me voy al salón a coger unos papeles que me dejé esta mañana. Miro con nostalgia el sofá. Lejos ha quedado ese tiempo en el que era mi única ‘afición’. He dejado atrás muchas cosas en mi vida: ese pueblo que tanto me impedía ser feliz, esas relaciones mortíferas con la gente de mi pueblo, los cuales imponían esa máscara que me hacía diferente, que me obligaba a ser diferente. Dejé atrás esa tristeza permanente, esos sentimientos de que no valía nada, de qué nadie me quería ni me iba a querer nunca. Siempre he estado solo, si en algún momento de mi vida podía decir que tenía amigos de verdad, pronto terminaba. Siempre se ha ido alejando de mí todo el mundo. Nunca supe porqué, quizás por mi forma de ser, quizás porque no tenían que estar conmigo, ¿qué más da? Gracias a él, a mi vida, aprendí a despojarme de todo eso, a eliminar de mi vida todo lo que me hacía daño, él me salvó de esa vida que me esperaba allí. Y así es como he conseguido llegar a estar como ahora. Una sonrisa invade mi cara. Ahora por fin soy feliz.

Me voy a la habitación para ponerme más cómodo. Mientras dejo mis cosas veo nuestra foto. Salemos los dos, uno frente al otro. Una sonrisa se dibuja en nuestros rostros  mientras nos estamos mirando fijamente. Estamos sentados en un banco, dónde nos conocimos hace tanto tiempo:



-          Os odio! Me voy de casa. Os arrepentiréis de esto, pero será tarde. – cojo mis cosas de casa: la ropa, los ahorros, los libros de la universidad (que ya estoy en 2), el portátil y poco más y lo pongo en la maleta. Está decidido, me voy de casa y no pienso volver. Esto no son padres ni es familia ni es nada.

Mientras cojo el tren hacia Valencia me toco la mejilla. Aún no me puedo creer que me hayan pegado mis propios padres sólo por decirles que me gustan los chicos. Imaginaba otra reacción, ¿pero esto? Esos gritos, esos insultos…

Se me cae una lágrima y empiezo a llorar. Intento aguantarme para que nadie me vea pero no puedo. Las últimas dos horas han sido un infierno. Empiezo a oír susurros de la gente del tren, levanto la vista y veo cómo me observan. ¿Qué pensarán? No me importa.

Por suerte tengo un piso allí en Valencia, cerca de mi facultad, por lo que el alojamiento no es ningún problema. Tendré que buscar trabajo para pagarlo todo.

Bajo de la estación y me dirijo a coger el metro. Solo son 3 paradas para bajar. Llego a mi piso y después de 20 minutos la maleta vuelve a estar vacía. Vuelvo al sofá. No puedo estar aquí, se me cae el piso encima. Me voy a ir al parque que está en la parada del metro para que me dé el aire.

Me pongo la sudadera (estamos en octubre y ya va haciendo un poco de frío) me coloco la capucha para que nadie me vea y me enciendo un cigarro. Me siento en el banco del parque y oigo los pasos de alguien que se acerca hacia dónde estoy. Abrazo mis piernas y apoyo mi cabeza en ellas. No quiero que nadie me vea, que no me hablen, quiero estar solo.

-          ¿Te encuentras bien? – oigo la voz de alguien. Curiosamente me gusta, tiene una voz bonita.

-          Sí, sí, estoy bien – me seco una lágrima con la manga implorando que se vaya. Pero no es así: se sienta a mi lado, noto como me coge de la mano, la cual no tardo en quitar, quizás de forma muy brusca.

-          Tranquilo. Solo quiero estar seguro de que estás bien. Me llamo Javi – de algún modo me inspiró confianza. Levanté la vista y me quedé asombrado. Era guapísimo. Tenía algo en su mirada que me cautivaba. – ¿quieres que hablemos? – no sé si hacía bien, pero ya me daba igual.

-          Tengo un piso aquí a dos calles, ¿quieres venir? – no sé por qué me atreví a decirle eso

-          Claro, vamos. – me cogió de la mano y me abrazó. Me sentí bien por un instante, pero de repente todo lo que había pasado en ese día volvió a mi cabeza y me derrumbé. La diferencia es que ahora tenía a alguien a mi lado que de algún modo me protegía.

-          Antes que nada, quiero decirte que soy gay, he tenido problemas con eso y no quiero tener más. Si quieres hablar vamos, pero si no vete. – no me apetecía otra de esas dosis de insultos, gritos y un que otro golpe. De eso ya había tenido bastante en el pueblo.

-          Tranquilo, yo también. Anda ven. – me abrazó como nadie me había abrazado nunca. Me levanto la cabeza para que lo mirara y me limpió con la mano algunas lágrimas que descendían por mi mejilla.

Me cogió del hombro y empezamos a andar hacia mi piso. Hablamos de algunas cosas mientras andábamos. Creo que preguntó por mi nombre. No se lo dije aún. Necesitaba algo más para abrirme del todo. Lo que no sabía era lo poco que tardaría.



Toco la foto con alegría, ese fue el momento en el que empecé a liberarme de mis demonios.

Oigo la puerta abrirse. ¡Ya está aquí! Corro hacia él, nos abrazamos fuertemente. Me coge de la cabeza y me besa. Su lengua invade mi boca y empezamos lo que parece ser un duelo.

-          Vámonos

Salimos a la calle y andamos hasta llegar a la parada del metro. Entonces me pone unas vendas en los ojos. No quiere que sepa dónde me lleva y los nervios empiezan a removerme por dentro. Llegamos a nuestra parada (no sé si han sido 5 o 6 paradas). Andamos un tramo cuando de repente siento que ha cambiado la textura del suelo. Parece que estamos en un parque. Mi pulso se acelera. Javi está detrás de mí, me coge de la cintura mientras me guía el camino.

-          ¿Preparado? – ya hemos parado, me abraza por detrás, me da un beso en el cuello y noto sus manos en la venda.

-          Contigo siempre – me quita la venda y no me creo lo que veo. Lágrimas de emoción empiezan a posarse en mis ojos.

Estamos delante del banco donde nos conocimos. Hay dos globos en cada posa-brazos. En el banco está escrito ‘TE QUIERO’ en rojo, y hay pétalos esparcidos por el banco.

-          Feliz aniversario tete – ya no me acordaba. Hoy hace 4 años que nos conocimos. En ese entonces tenía 19 años, ya llevaba dos meses de universidad, y estaba en 2º.

-          ¡¡Te quiero!! – me giro y empezamos un morreo de película.

Es tarde, por lo que por esta zona no hay nadie de gente, y los coches que puede haber no nos ven desde la carretera, por lo que empiezo lo que siempre he querido hacer.

Le cojo de la chaqueta y le voy acercando al banco. Le doy un empujoncito y se sienta, a lo que me subo encima enseguida. Mientras le voy desabrochando la chaqueta le voy besando ávidamente. Tengo ganas de probar su saliva, de tocar su piel.

Ya la tiene desabrochada, por lo que le apoyo en el respaldo y me inclino. Le empiezo a besar el cuello mientras le doy pellizquitos en el pezón. Le encanta, ya está dando pequeños gemidos. Paro de besarle el cuello y me incorporo para observarlo bien. Si es que de solo verlo me pone a mil.

Me inclino para chuparle el pezón. Doy circulitos con la lengua mientras que de vez en cuando le doy algún mordisquito. Al mismo tiempo le meto dos dedos en la boca. Me gusta que los chupe, y a él también. Noto como intenta absorberme los dedos, como recorre su lengua entre ellos. Paro en lo que estoy haciendo y subo a besarle mientras con las manos le empiezo a desabrochar el pantalón.

Me bajo de encima de él y me arrodillo en el suelo. Le bajo el pantalón y veo cómo se le marca la polla. Sitúo mi mano encima de ella y noto lo caliente que está a través de la tela. Empiezo a tocársela de arriba abajo y acerco mi boca para chupar. Recorro con mi lengua toda la tela donde está mi más preciado tesoro hasta que me  canso y la libero.

Salta ante mí aquel monstruo de carne dura y caliente. Recorro con la lengua desde el tronco al capullo y me lo meto en la boca recorriéndolo con la lengua mientras voy meneándosela con la mano. Me encanta el sabor que tiene. Sabe a limpio, y el líquido preseminal es fantástico.

Me la saco de la boca y la sujeto contra el vientre mientras bajo hasta llegar a los huevos, los cueles voy chupando para seguir con la polla. Me sujeta de la cabeza y me  va moviendo la cabeza como si me estuviera follando. Paso mi mano por debajo y le empiezo a tocar el culo, buscando la entrada. Una vez allí voy metiendo poco a poco el dedo intentando que toque el cielo. Y es que se lo merece todo.

-          Quiero que me penetres ya. Quiero sentirte dentro de mí

Me coge de la cara y me eleva hasta que nos besamos apasionadamente mientras me pajea la polla, que la tengo ya a reventar. Me subo al banco y le guio hasta ella para que me la chupe. Se la mete en la boca y empieza a hacer una mamada 100. Me encanta la sensación de sentirme dentro de su boca, esa calidez que siento en mi polla mientras me la repasa con la lengua.

Me salgo de él, y le sujeto la polla con la mano mientras empiezo a bajar. Ha llegado el momento. Noto que ya está en la entrada, empiezo a hacer presión hasta que poco a poco va entrando en mí. Ya está toda dentro, por lo que después de esperarnos un momento mientras nos besamos voy subiendo y bajando empezando a cabalgar.

Empiezo suave, poco a poco, para ir cogiendo ritmo cada vez más rápido. Se nos escapan gemidos de placer que no podemos parar ni cuando nos besamos. Me coge de la espalda y con la otra mano me está pajeando, rápido, apretando un poco, como a mí me gusta.

Cuando siento que falta poco para que se corra paro y me la saco. Le tumbo en el banco y le elevo una pierna, a la que doy besitos. Me cojo la polla y voy acercándola a su culo. Ya estoy en la entrada y voy haciendo presión para que entre. Está relajado, por lo que entra sin dificultad y empiezo un mete-saca con ritmo. Empezamos a gemir cada vez más fuerte. Le cojo su polla y empiezo a pajearla. Me inclino y nos besamos. Está siendo una follada inolvidable.

-          Ya estoy casi – me dice con voz entrecortada.

-          Yo también.

Me salgo de dentro de él y le ayudo a incorporarse. Estamos sentados de lado en el banco uno frente al otro y con una mano nos cogemos la cabeza el uno al otro y nos estamos besando sin parar, notando las respiraciones (más bien los suspiros de placer) del otro en la cara. Me pone a mil.

Cada uno esta pajeando al otro. Oigo como dice que ya se corre. Yo estoy igual. Por lo que no es extraño que nos corramos a la vez. Salen múltiples chorros de semen que se entremezclan entre ellos y van a parar entre nuestros respectivos vientres, pechos e incluso alguno llega a nuestra cara.

Nos abrazamos intensamente mientras nos damos un beso apasionado intercambiando saliva y puede que algo más. No me importa, lo único que me importa es él. Le quiero, y mucho.

Nos vestimos rápidamente y nos vamos de nuevo a casa. Vamos a la ducha donde volvemos a follar, esta vez de forma más apasionada. Cuando terminamos cenamos un poco y nos vamos a la cama.

Ha sido un día magnífico. Por supuesto, no será el único. Presiento que momentos sorprendentes están por llegar, y no puedo estar más contento porque los viviré junto a él.


-          Eh tío despierta. Te has dormido en la biblioteca – noto la voz de mi amiga mientras me zarandea del brazo.

Me he dormido en la biblioteca. No, si lo que no me pase a mí no le pasa a nadie. Los exámenes son la semana que viene y aún no he hecho casi nada. Si es que esta es una mala época para hacer los exámenes: entre navidad, fin de año, reyes y encima 4 días después mi cumple, no hay quién pueda estudiar. Empiezo a agobiarme un poco, por lo que decido salir.

-          Voy a ir fuera a fumar a ver si me despejo un poco, ¿te vienes?

-          No, acabo de venir ahora, no me apetece.

Me salgo fuera solo a fumar y me apoyo en la pared de enfrente de la biblioteca. Le estoy dando vueltas a todo lo que acabo de soñar. Parecía tan real, y era como la continuación de lo que había soñado el día anterior. Empiezo a notar cómo me estoy empalmando recordando las escenas de sexo, por lo que me lo quito de la mente. Ya me he dormido dentro, solo falta que me vean fuera empalmado.

Ya casi he terminado el piti. Se abre la puerta y ¡no me lo creo! Es él, el chico de ayer. Se dirige hacia dónde estoy. Mi pulso empieza a acelerarse. Está buenísimo. Va vestido de chándal (tengo debilidad por los que se visten así), ya no tiene las gafas y veo que tiene unos ojos preciosos. Tiene el pelo en cresta y es guapísimo.

-          Veo que te has dormido dentro ee jaja

-          Si jaja estoy un poco cansado – estoy nervioso. Me está hablando y no sé si estoy quedando como un tonto.

-          Ayer noté cómo me mirabas - ¡no!, espero que no siga una serie de insultos o algo parecido, no estoy preparado para ello. – tranquilo tío, yo también me fijé en ti.

¿Qué? Se me escapa una sonrisa aunque no me lo acabo de creer del todo. Esto es lo que siempre he soñado.

-          ¿Quieres que vayamos a algún sitio con un poco más de intimidad?

Me incorporo indicando mi consentimiento. Va andando delante de mí. Gira a la izquierda y se dirige a la puerta de la derecha, donde hay una serie de aulas, las máquinas de café y demás y los baños.

Me fijo en su culo. Me vuelve loco, el pantalón que lleva le marca un culo increíble. Se me levanta un poco la polla solo pensando en tocarlo.

Estamos llegando a la puerta y no me creo lo que estoy viviendo. En solo un día mi vida ha empezado a cambiar. Estoy como en un sueño, como el sueño que he tenido ya dos veces seguidas.

Entra él primero y me espero un poco para que los celdillas no sospechen nada. Veo como entra al baño y es entonces cuando me decido a entrar yo. Estoy a un paso de abrir la puerta. Los nervios me invaden. Pienso bien lo que voy a hacer: ¿y si nos pillan? ¿Y si me está engañando?

Sacudo la cabeza. Ya está. No puedo vivir siempre con esos miedos, así solo conseguiría quedarme solo y no quiero terminar así.

Abro la puerta y miro hacia los lados. Ya lo veo, está apoyado en el pasillo derecho donde están los cubículos individuales. Me dirijo hacia él.

Me está sonriendo. Tiene una sonrisa perfecta. Me gusta y creo que yo también a él. Me sitúo frente a él. Me coge de los hombros y me voltea suavemente colocándome contra la pared. Le pongo una mano en la cadera. Me coge del cuello mientras avanza lentamente hacia mí, por lo que pongo mi otra mano en su brazo mientras va acercándose poco a poco. Ya no queda mucho. Me besa.

Empezamos a besarnos tiernamente. Es entonces cuando me olvido de todo lo demás, solo estamos él y yo. Siento como si hubiera fuegos artificiales en nuestras bocas. Parece que estoy flotando, cómo si me estuviera elevando mientras siento que estoy encontrando el camino, el camino que me va a llevar al paraíso.