Empezando a vivir (2)

Continuación del relato anterior. un sueño, inicio de una ilusión y una serie de aspiraciones.

Primero que nada quiero agradecer a los que me han comentado el anterior relato, así como a los que lo han leído. Me ha gustado mucho lo que me habéis dicho y me lo he tomado con mucha ilusión la verdad.

Bueno aquí va una continuación. La verdad no se me da muy bien eso de poner un resumen jaja. Espero que os guste.

Abro los ojos. Estoy en la cama. La habitación está a oscuras. Debo de haberme dormido ya que tengo la ventana abierta y no se ve luz. A pesar de eso, no percibo luz de las farolas, por lo que debe estar bien nublado.

Miro la hora en el móvil. Perfecto, te has dormido. Empiezo bien el día. Me levanto y me dirijo rápidamente al baño, tengo que arreglarme, desayunar y prepararme la mochila que me voy a la biblioteca a estudiar, que los exámenes son en 2 semanas y veo que me va a pillar el toro.

Mientras me tomo el desayuno (un vaso de leche con galletas) recuerdo con cierta melancolía el sueño que he tenido hace apenas 5 minutos.


En él yo era más mayor, tendría sobre 23 años y trabajaba de lo que actualmente estoy estudiando, y a juzgar por lo que estaba viviendo me gustaba lo que hacía.

Vivía en la capital, dejando lejos el pueblo en el que nací y en el que me llegué a sentir atrapado, como si estuviera prisionero. Prisionero de la gente, de sus comentarios, de la ausencia total de intimidad, de privacidad. Todo ello debido a que mis padres eran muy conocidos debido a sus trabajos, por lo que tristemente para mí yo también lo era.

No quedó ahí el sueño. Vivía en un piso (como siempre he querido), y lo que de verdad me gustaba del sueño es que no vivía solo. Tenía pareja, un chico de mi edad. Tenía los ojos marrones, una barba de dos días y junto con su peinado hacía que toda persona se girara al verlo voltear por la calle. Más o menos tenía mi estatura, aunque puede que un poco más alto, y qué voy a decir de su aspecto físico: estaba buenísimo. Era delgado, fibrado sin llegar a ser muy musculoso, tenía unos brazos fuertes, unas manos duras aunque delicadas al tacto. Se le veía un culo perfecto, duro y bonito, y como no un paquete que dejaba vagar la imaginación respecto a su más que preciado contenido.

-          Bueno, me voy a ir a trabajar – me dijo mientras se ponía la camisa y cogía la corbata y INTENTAVA hacer un buen nudo

-          Anda ven. A ver cuando aprendes a hacerlo bien.

Me levanto de la cama en la que aún estoy medio dormido y me dirijo ante él. Estoy de rodillas en la cama, me elevo hasta ponerme a su altura y aunque cojo la corbata no dudo en besarle. Siento que le quería, que él me quería a mí también. Deja su chaqueta y me abraza sin dejar de besarme. Noto como baja su mano hasta llegar a mi culo y me lo aprieta. Hago lo mismo, le empiezo a desabrochar la camisa y se la quito. Me deleito con si pecho. Y me pregunto cómo puede ser que un hombre como él pueda estar con alguien como yo, pero me encanta, así que no voy a fastidiar el momento.

Voy bajando hasta situarme a la altura del pantalón y se lo desabrocho. Le debe de gustar porque ya se marca un bulto más que prominente detrás del calzoncillo, el que parece ser la jaula de la bestia.

Se lo bajo sin dudar y ante mí aparece esa fabulosa polla. Aproximadamente 18 centímetros de carne dura y caliente encuentro delante de mí, por lo que no espero más: me lanzo a por ella. Empiezo a dar unos besitos en el capullo, algunos lametones hasta que me  la meto en la boca. Elevo mi mirada mientras prosigo con la mamada y veo la cara de él: tiene los ojos cerrados, da pequeños suspiros de placer y de vez en cuando se muerde el labio inferior, indicando que le gusta lo que hago.

Noto que me sujeta de los brazos y hace presión para que suba, por lo que no dudo en complacerle. Nos besamos un buen rato sin parar, me besa el cuello y vuelve a mi boca. Me encanta.

-          Te quiero, lo sabes ¿no? – me dice mientras da un respiro entre beso y beso.

-          Claro que lo sé, y tú sabes que te quiero más que a nadie

Sé que tiene que ir a trabajar, que no tiene mucho tiempo para estar aquí, pero no quiero despedirme de él, me gustaría pasar el día a su lado, pero no puede ser.

-          Anda vete que llegas tarde al trabajo, cuando vuelvas te estaré esperando – mientras nos despedimos, entre beso y beso le voy poniendo la ropa de nuevo. Me da un beso en la mejilla y se va a la entrada, se mira en el espejo y se arregla el pelo. Qué hombre tengo conmigo…

Ya ha cerrado la puerta. No puedo dormir ahora, tengo un calentón enorme. Me levanto para ir al baño para despejarme un poco, me quito mi pijama, abro el grifo y entro.

Llaman al timbre. Salgo de la ducha, me pongo el albornoz y me dirijo a la puerta a ver quien ha llamado. Abro la puerta y es él, mi chico. Pienso que se habrá dejado algo junto con las llaves.

-          No me podía ir así. Quiero estar a tu lado – me sorprende mucho lo que me dice. No evito sonreír por lo que me ha dicho.

-          Te quiero tanto.

Le beso sin más. Oigo como ha cerrado la puerta y me alegra que se quede más rato. Me coge de la pierna y me subo a horcajadas encima de él mientras no paramos de besarnos. Besa muy bien.

Me empotra a la pared y aprovecho para levantar la cabeza mientras me empieza a besar el cuello. Pone todo su empeño en ello, creo que me va a dejar marca, pero lejos de disgustarme me gusta aún más.

Me bajo de él y mientras nos besamos nos dirigimos a la cama, dónde lo empezamos hace si quiera 5 minutos. Me quita el albornoz y yo hago lo mismo con su ropa. Estamos desnudos los dos. Me tumba en la cama y él se tumba encima de mí.

¡Qué sensación! Noto el calor de su piel y me encanta. Rodamos un poco besándonos sin parar y noto que me detiene con su mano en mi pecho. Empieza a bajar mientras recorre con su lengua mi cuerpo y llega hasta mi polla, la cual no tarda en llevarse a la boca.

Empiezo a gemir. Sabe lo que hace y lo que me gusta, y se nota. Con una mano sujeta mi polla mientras que noto como la otra va llegando a mi culo.

Siento su dedo en mi  esfínter, y como va dando circulitos.

-          Métemela ya, no puedo más

Me eleva las piernas mientras empieza a meterme la lengua para ensalivar. Estoy muy caliente. Bajo mi mano y empiezo a pajearme. Me aparta la mano y es entonces dónde siento la punta en el ano que empieza a hacer presión.

Empieza a metérmela. Me duele un poco y creo que lo nota porque es entonces cuando me besa y para. Va metiendo poco a poco hasta que siento que ya está dentro, y empieza un mete-saca despacito, mientras veo como me coge la polla y empieza a pajearme.

-          Házmelo más fuerte – necesito más, QUIERO más.

Empieza a moverse mucho más rápido. Le oigo jadear mientras le empiezo a estrujar la nalga. Nos volvemos a besar sin parar hasta que siento como crece un poco su polla dentro de mí, síntoma de que se va a correr pronto.

Empiezo a masturbarme yo. Quiero que nos corramos a la vez.

-          Me voy ya

Noto como me inunda con su esperma. Siento lo caliente que esta y no puedo evitar correrme también, por lo que entre jadeos nos besamos mientras varias descargas salen disparadas hacia mi pecho.

Ha sido magnífico. Lentamente vamos recuperando la normalidad. El pulso vuelve a ralentizarle y nos levantamos para ir a darnos un baño.

Ya estamos vestidos de nuevo y nos encontramos en la puerta. Ya se va a ir al trabajo, y yo no tardaré mucho en ir también.

-          Cuando vuelva a la noche estate preparado que tengo una sorpresa para ti. Te quiero.

Nos damos el beso de despedida y se marcha. Minutos más tarde mientras me tomo el desayuno no paro de darle vueltas a la sorpresa que me tiene preparada. Y es que moriría si algo le pasara.


Regresa a la realidad me digo a mí mismo, no debo pensar más en ello, no me ayuda a sentirme mejor, pero en el fondo sé que no voy a dejar de pensar en ello. Me gusta tener esos sueños, supongo porque es ir a un mundo en el que todo está bien, en el que estoy contento y feliz, muy diferente de esta triste realidad.

Ding dong Oh No, ya está aquí.

-          ¡Ya voy!

Me visto rápidamente, me pongo mi sudadera marrón, unos vaqueros y mis combers negras. Voy al baño y me lavo los dientes, me arreglo el pelo y me pongo colonia. Corro a por la mochila y cojo las llaves del coche.

-          Ya estoy aquí. ¿Vamos?

-          Joder que guapo te has puesto – me dice mientras vamos al coche

-          Claro, claro, si tú lo dices… - no me acabo de creer cuando me dicen esas cosas, no pienso que sea cierto y aunque a veces me ayuda a sentirme mejor, en la mayoría me deprime más.

-          ¿A qué vas a la biblioteca a ligar o a estudiar? Jajaja

-          No seas tonta anda – no puedo evitar darle un empujoncito al oír eso. Aunque digo eso en mi interior deseo encontrar a alguien especial, alguien como en mi sueño, aunque sé que no va a ser así.

Arranco el coche y conduzco hasta la biblioteca de la universidad. Llegamos y aparco, bajamos y nos dirigimos a la biblioteca. Es una sala más o menos grande, con cristales como paredes (por lo que podemos ver el exterior) y entramos a dejar las cosas para volver a salir y tomar un café y cómo no, fumar un cigarrillo antes de echarnos a estudiar hasta la hora de comer.

Pasan 2 horas y ya estoy cansado de resumir el temario de esa asignatura, por lo que empiezo a observar a la gente que hay estudiando.

Hay un par de chicas en el fondo con el ordenador, veo como otro grupo están mirando por la ventana, una señora mayor está copiando algo de un libro que tiene al lado y centro mi atención en un chico que está en fondo de la sala, directamente frente a mi posición.

Es un chico joven, de mi edad supongo. Tiene el pelo castaño claro, lleva gafas de leer (que le dan una especie de atractivo). Lleva una sudadera roja y se le ve un cuerpo atractivo.

No puedo evitar recordar el sueño que he tenido y pensar qué pasaría si fuera él. Lo descarto de lleno, siempre estoy con mis ilusiones que derivan en un estado de ánimo triste. En ese momento levanta la vista y nuestras miradas se cruzan. La verdad es que es guapo, y aunque no quiero, empiezo a imaginar cómo sería si estuviéramos juntos.


En ese momento estaríamos solo los dos en la sala, no habría nadie más. De pronto se levantaría y vendría a donde estoy yo.

-          Hola, eh perdona tienes un folio – me dice mientras noto que pone la mano en mi brazo. Me gusta el tacto que me provoca y mientras busco entre mi mochila cierro los ojos y se me escapa una sonrisilla.

-          Toma, aquí tienes.

-          Gracias.

Deja el folio en otro mesas y vuelve hacia a mí, me pregunto qué es lo que quiere. Ya ha llegado a donde estoy y veo que empieza a inclinarse, me coge de la nuca y se aproxima lentamente a mi cara, donde siento sus labios tocar los míos.

Abro más los ojos por la sorpresa, aunque los cierro para disfrutar más el momento, entonces abro la boca y dejo que entre su lengua. Nos empezamos a besar de forma apasionada, me coge de una mano de la cabeza y de la otra de la espalda y me atrae más a él como si fuéramos a ser uno.

Introduce su mano dentro de mi sudadera y empieza a tocar mi piel, toca mi espalda, me aprieta mientras me coge de la cadera y va bajando hasta situarse en el pantalón e introduce la mano en él tocándome el culo, el cual acaricia y da pequeños estrujones.

Yo no voy a ser menos, por lo que me dispongo a hacer lo mismo. Me gusta la sensación de calor al tocar su piel, al apretar su nalga derecha (dura y firme), de estar besándonos, de cómo me muerde el labio. Cierro los ojos. Esto es lo que siempre he querido y quiero disfrutarlo.


-          Eh, ¿vamos fuera a fumar?, ¿en qué piensas? – me dice con cara de preocupación mi amiga.

-          Sisi, vamos

Antes de salir dirijo mi mirada hacia ese chico, volvemos a cruzar la mirada y de repente él la quita, aunque puedo ver que se dibuja una sonrisa en su cara, lo que provoca otra en mí mientras salgo al exterior.

-          ¿A qué esperas para distanciar esa especie de oscuridad que te rodea y empiezas a ser feliz? Puede que así encuentres una novieta – me dice mi amiga.

¿Una novia? Jaja. Pienso qué sucedería si supiera que no me gustan las chicas. ¿Cuál sería su relación conmigo después de que se lo confesara? No quiero pensar en ello, por lo que escucho lo que me quiere decir.

Odio hablar de mí (lleva un rato así y no sé cómo cambiar el tema de conversación) más que nada porque no puedo hablar de nada. Nadie sabe cómo me siento respecto a muchas cosas, no saben si estoy triste o contento (ya que cuando salgo a la calle siempre me ven con una sonrisa), creo que no me van a entender si les digo como soy de verdad.

-          ¿Pero qué dices ahora tú de oscuridad?, no estás muy bien eee jaja. – le contesto un poco seco, aunque en el fondo sé que tiene razón. No es la primera vez que me lo dicen. Muchas veces quien está conmigo ve que hay algo que no anda bien: no me acabo de relacionar del todo, nunca me han conocido ninguna pareja ni ningún rollo (a excepción de lo que todo el pueblo sabe), muchas veces me ven distraído, con la mirada perdida…en fin triste.

-          Anda volvamos dentro a recoger y vámonos a casa, mañana volveremos. –no quiero que siga con su sermón. No me ayuda, me siento mal después, por lo que siempre intento evitar esas situaciones.

Me pongo la chaqueta y nos disponemos a salir. No sé porque me detengo y giro la cabeza ¿buscando qué? O ¿a quién? Sí, ahí está el mismo chico que antes, mirándome también. Mientras ando hacia la puerta le miro a los ojos, y en el fondo creo que los dos nos estamos despidiendo hasta la mañana siguiente, en la que puede que nos volvamos a encontrar.

Los dos sonreímos y giramos la vista. Él se centra en el libro que tiene en la mesa y yo abro la puerta y salgo a la calle. Me deleito al ver el cielo: el sol ha salido, casi no hay nubes y las pocas que hay parecen que estuvieran pintadas.

-          ¿De qué te ríes? –me pregunta extrañada mi amiga

-          De nada, de nada. ¿Mañana volveremos, no?

-          Claro, aún tenemos bastante que estudiar

En mi interior espero ansioso que llegue el día de mañana ya que, quizás, vuelva a verlo y ¿quién sabe?

Mientras subimos al coche de vuelta a casa pienso que tal vez esté cerca de encontrar ese faro que elimine mi oscuridad.