empezando a putear
Desde que me case, siempre me he considerado una señora recta, con buenos principios y valores, al menos así me educaron en casa, me prepararon para llevar a cabo los deberes familiares como buena esposa, madre, y respetar fielmente a mi esposo.
Hola a todos. Mi nombre es Verónica, pero para mis amigos simplemente soy Vero.
Tengo 19 años de casada y 3 hijos, y a mis 36 años aun despierto el deseo sexual de muchos hombres. Soy de estatura media, de tez blanca, de cabello negro y ondulado por debajo de los hombros. Tengo buenas caderas, pero a decir de mis amigos lo mejor de mi cuerpo es mi trasero: redondo y duro, los senos son de tamaño normal, mis piernas son torneadas y blancas; y en general conservo una buena silueta. Soy una mujer que siempre va al gimnasio y cuida su alimentación, me gusta vestir con ropa de marca y siempre sexy sin caer en lo vulgar, y claro, estar a la moda, ya que mi situación económica siempre ha sido buena.
Tengo coche propio, me gusta oír música y comprarme muchos zapatos, salgo a comer y voy de shooping con mis amigas muy a menudo.
Me considero muy sociable y amiguera, siempre tratado de portarme bien, aunque el acoso y las insinuaciones de los hombres hacia mí siempre han existido desde que era muy joven y aun después de casada, y a decir verdad lo permito porque no me desagrada sentirme deseada, y en ocasiones me excita el cachondeo que hay con ellos, y eso me ha permitido tener muchos pretendientes y enamorados de todo tipo; hombres jóvenes, maduros, casados, solteros, divorciados, etc., y aunque mi esposo en un principio era muy celoso me tuvo siempre la confianza de tener amigos varones, al principio me contuve de no caer en las insinuaciones, por mas que deseaban tener una aventura conmigo y durante muchos años me mantuve como una señora fiel, pero nunca falta un hombre que te sepa llegar, te agrade, despierte tus fantasías y te haga mojar las pantaletas en el momento menos indicado.
Mi noviazgo comenzó con Andrés cuando cumplía los 17 años, para ese entonces era mi cuarto enamorado y en esa época, al igual que mis anteriores novios solo le permitía darme unos ricos agasajos, que siempre incluían unas sobadas de nalgas, manoseo y chupadas de pechos, siempre me contuve de no entregar mi virginidad antes del matrimonio con alguno de ellos, ya que siempre me calentaban al máximo con sus besos y caricias, y mas cuando me manoseaban en mi recamara o en la cocina de mi casa.
A los pocos meses de cumplir los 18 me case con Andrés, el tenia 32 y nadie de ambas familias opuso nada, fue un día maravilloso, pero fue en la noche de bodas cuando realmente solté a la hembra que llevaba dentro, por su experiencia hizo explotar mis entrañas, despertó una mujer deseosa de amar y desde ese entonces el sexo se convirtió en una necesidad para mi. Al principio todo era lujuria, me di cuenta que verdaderamente era una hembra caliente, me gustaba experimentar de todo, y el sexo oral se hizo algo que todos los días tenia que probar. Me encanta dar y recibir. Ambos nos cumplíamos todas nuestras fantasías, disfrutaba de tomarme fotos sensuales y atrevidas, y algunas veces nos filmábamos mientras teníamos relaciones, me gustaba acariciarle el falo en público hasta dejarlo a punto de explotar para después buscar un rincón y terminar dándole una buena mamada de verga.
Ese mismo año no tarde y me embarace por primera vez. Todo era felicidad y después de dar a luz a mi primera hija mi cuerpo tomo proporciones de mujer casada, embarnecí un poco y eso hizo resaltar mis atributos físicos, mis pechos se llenaron y mis caderas crecieron mas, y que decir de mi trasero, que se puso demasiado atractivo y apetitoso despertando con ello los deseos de todos los hombres.
Estando en plenitud de mujer casada y madre, y de estar probando los placeres del sexo cotidianamente me hice mas desinhibida, y en muchas ocasiones no podía disimular la lujuria que me invadía, la verdad es que coqueteo muy bien cuando me lo propongo, y como a veces me dice un buen amigo: "Hay Verónica, estas tan buena que siempre que te veo me dan ganas de comerte completita cabrona, pero solo me calientas y nunca me das nada". Y claro que escuchar todo esto me prendía y en más de una ocasión estuve tentada a entregarme en cuerpo y alma a otro hombre, convertirme en amante de algún pretendiente, conocer lo prohibido y dejarme hacer todo lo que ellos quisieran, pero por alguna razón no me atrevía, incluso algunas de las amigas con las que frecuentaba eran infieles, y siempre me inducían a tener algún desliz presentándome con algún tipo.
Así pensaba y era mi vida hasta que conocí a Joaquín, un abogado de 40 años, casado, alto, moreno claro y robusto, no es guapo pero si muy atractivo, y lo mejor de el era su mirada profunda y un total atrevimiento para hacer y decir las cosas.
Mi esposo lo contrato para que nos asesorara en un caso legal, y así empezó nuestra amistad; y con el tiempo se hizo amigo de todos hasta llegar a asistir a nuestras reuniones familiares, pero desde que nos vimos dejo muy en claro su gusto hacia mi, por cualquier motivo me hablaba todos los días a la casa o mi celular, y no perdía la oportunidad para chulearme e invitarme a salir, incluso de repente se aparecía por la casa sin avisar sólo para verme un rato, aún estando Andrés, y cada vez que nos veíamos me saludaba tomándome con una mano de las mejillas y jalando hacia él, me plantaba un beso en la mejilla muy cerca de mis labios y colocaba su otra mano en mis caderas para darles un apretón, y si la situación lo permitía me abrazaba por completo tomándome muy fuerte con sus dos manos rodeando mi cintura, incluso en ocasiones se atrevió a nalguearme muy sutilmente, claro que yo se lo permitía en complicidad por que en el fondo se me hacia un hombre atractivo y me gustaba llevarme así con el, me sorprendía su forma de ser, siempre decía las cosas con naturalidad y atrevidamente, pero lo que más me cautivaba era su mirada tan pesada y profunda, y que en mas de una ocasión me desnudaba con verme de pies a cabeza y prácticamente me hacia el amor sin reparo alguno, y cada que se podía descaradamente me devoraba el trasero aún estando presente mi esposo conmigo, haciendo muy excitantes esos momentos.
Y fue una mañana de tantas que llego a casa muy temprano, solo estaba mi mucama conmigo, mi esposo en el trabajo y mi hija en la escuela y como no esperaba a nadie andaba vestida muy cómoda; con el pelo recogido, un short de tela delgada color beige muy corto y ajustado, exhibiendo mis piernas torneadas y blancas, y de lo ajustado del short dejaba marcar muy bien mi entrepierna ya que no tenia puesto ropa interior, una blusa cortita ajustada al cuerpo en color rosa de tiras y sin bra, resaltando mis pezones. Pretextando cualquier cosa me pidió entrar y lo deje pasar, me saludo como acostumbra y le dije que iría a cambiarme de ropa, no lo permitió, dijo que me veía como una Diosa y tomándome de la mano hizo que me diera una vuelta para que me comiera con su mirada, le agradecí el cumplido muy apenada y acepté consentirlo quedándome vestida así para deleitarse con mi cuerpo, nos sentamos en la sala y nos tomamos algo mientras conversábamos y mas tarde empezó con sus insinuaciones:
-Vero; desde que te conocí no he dejado de pensar en ti, me gustas demasiado y quiero conocerte mas a fondo, no hago mas que desearte y muero por abrazarte y comerte a besos.
Yo le puse el alto, me resistí y le dejé en claro que entre nosotros solo podía haber una amistad, que no abusara de estar en mi casa, que recordara que era una mujer casada.
Un poco molesta e incomoda me levante del sillón y me dirigí hacia la cantina por una copa, al momento note su presencia detrás de mi, con tal descaro me tomó por la cintura y me abrazó fuerte pegándome hacia su cuerpo, dándome un beso en la mejilla. Mi asombro fue tal que no supe que hacer, y más aún después de sentir su bulto restregándome en las nalgas.
Me di media vuelta tratando de quitarme y solo quede de frente a su rostro, tan cerca que una sensación extraña de excitación recorrió mi cuerpo, alcance a separar sus manos que me abrazaban y con pasos rápidos me dirigí a la puerta de salida invitándolo a salir, llegó a mi y nuevamente me abrazo con fuerzas, solo que esta vez bajo las manos para darme un apretón de nalgas a placer, y diciéndome:
-Algún día me comeré estas nalgas Vero, es mi sueño de todas las noches.
Salió con toda la calma del mundo, cerré la puerta y me recargue en ella tratando de acomodar todas mis ideas, se me vino a la mente mi esposo, mi hija, mi hogar y Joaquín, y que tal vez estaría cosechando todos los coqueteos que me había hecho y que concientemente había aceptado, de cómo salir de este problema de tener un enamorado que era amigo de mi esposo, me sentí un poco sucia por permitir en mi propia casa sus abrazos y manoseo, y que no respondiera con una bofetada o de manera mas dura.
Corrí inmediatamente a la regadera a ducharme, me quede en la bañera varios minutos pensando en Joaquín, no podía quitármelo de la cabeza y en su total atrevimiento, de sus manos apretándome las nalgas y recorriendo mis caderas. Esa misma noche hice el amor con mi esposo para tratar de sacudirme la culpa y dejar de pensar en él, pero todo me salio al revés, solo conseguí meterme la idea de cómo seria hacer el amor con otro hombre, estaba envuelta en un mar de contradicciones y de morbosidad de querer conocer lo prohibido, de convertirme en una total zorra.
A los dos días recibí una llamada a mi móvil de Joaquín, pero no me atreví a contestar. Pero después de varias horas de estar llamando y no contestando me dejo un mensaje de voz diciéndome que quería verme y platicar las cosas, que estaba arrepentido de su proceder y no quería perder mi amistad, a lo cual no hice ninguna contestación.
Pero fue una semana después que al salir del gimnasio por la mañana note que me estaba esperando en el estacionamiento. No pude evitar hablar con él, y acordamos vernos por la tarde en un café para hablar del tema y ponerle punto final a lo sucedido. Tenía sentimientos encontrados, realmente deseaba continuar mi amistad con él, y en el fondo no quería dejar de ser pretendida por aquel hombre que llamaba poderosamente toda mi atención, y en toda la semana no deje de pensar en su persona. He tenido varios pretendientes y muchos me habían dicho sus intenciones hacia conmigo, y mas de uno me a tocado el trasero sin mi consentimiento, me han nalgueado en la calle y otros mas lo han sobado en algunas fiestas o reuniones, y todos han tenido su buena bofetada, pero aquella vez mi reacción fue diferente; durante varias horas me pase pensando si debía ir o no, no quería estar acorralada otra vez por sus encantos y sucumbir entregándolo todo, porque me sentía lujuriosa de pensar que lo vería a solas nuevamente. Finalmente decidí ir al a cita, me esmere en mi arreglo personal y estrene una tanga en color rosa, no quería ir muy provocativa, así que solo me puse unos vaqueros ajustados que solo hacían resaltar mas mi trasero, una blusa blanca de encajes pegada al cuerpo que transparentaba mi bra, zapatos altos y me solté el pelo.
Dije a mi esposo que estaría en casa de mi amiga Liz y que tal vez llegaría tarde. No tenia porque sospechar ya que por años había sido mi confidente y mejor amiga, y que también corneaba a su esposo desde hacia unos años. De camino al café le hable a Liz para prevenirle de mi escapada, por si mi esposo hablara para preguntar por mi, le dije que pasaría la tarde con Joaquín, de antemano sabia que al estar aceptando verme con mi pretendiente podría ocurrir cualquier cosa, somos adultos y entendemos el peligro de estarnos coqueteando. Haber mentido en mi casa para poder salir me ponía un poco inquieta, pero me emocionaba demasiado salir sin permiso de mi marido para verme con otro hombre al que sabia de su interés por mi.
Habiendo casi llegado al café recibí una llamada de Joaquín diciéndome que estaba esperando una llamada muy importante del extranjero y que me esperaba en su despacho, que no podía salir hasta atender el llamado. Por un momento me enoje y quise mandar todo al carajo, y di vuelta con rumbo a casa, pero ya había avanzado demasiado para retroceder el camino que yo misma había provocado, además que vernos en su despacho lo hacia mas emocionante y atrevido.
Llegue a su despacho y pregunte a su secretaria por él, en un rato mas me paso a su privado, nos saludamos con un abrazo muy fuerte y prolongado y no perdió la oportunidad de alagar lo bien que se veía mi trasero en esos jeans, se disculpo por cambiar el lugar de la cita, me dijo que tan solo recibiera la llamada podríamos ir a otro lugar. Nos sentamos relajadamente en la salita de estar mientras tomábamos un trago, al poco rato recibió y atendió su dichosa llamada, e inmediatamente entro su secretaria para avisar que ya se retiraba y que no quedaba nadie mas en el despacho.
Una vez que nos quedamos solos me sentí un poco incomoda, pero muy impaciente de lo que sucedería, muy en el fondo me excitaba encontrarme a solas con mi pretendiente, y yo misma le pedí que allí podríamos platicar de sus intenciones hacia mi y ponerlas en claro, mas tarde puso música de fondo. Me dijo con detalles todo lo que estaba sintiendo desde el día que me conoció, mientras me servia la tercera copa de brandy, lo escuche con interés y un tanto emocionada por despertar esas emociones en un hombre. Me sorprendí de su facilidad para explicar las cosas y me gusto tantos halagos que estaba recibiendo de él, su delicadez para hacerme interesar en su explicación. Le confesé que también me llamaba la atención, que me gustaba su forma de ser y las cosas que me decía, pero finalmente estábamos casados y eso bastaba para que no pudiera haber nada entre nosotros.
En eso estábamos cuando me pidió que bailáramos un pieza que se escuchaba de su toca discos, no lo pensé dos veces y me pare, me abrazo con fuerzas estrechándome a su pecho, su boca rozaba mi cuello y yo solo cerraba los ojos para entusiasmarme con ese momento, que dentro de todo lo estaba disfrutando. Así estuvimos por varios minutos, solo degustando de la música sin decirnos nada; oliendo nuestros aromas hasta que su boca toco mis oídos, después mi mejilla y por ultimo le entregue mis labios, nos fundimos en un beso largo y jugoso, experimentando todos los placeres que se puedan sentir. No opuse resistencia y deje que me metiera la lengua hasta la garganta, que jugara con ella haciendo círculos y succionando todo, que me comiera a besos hasta ponerme hinchada de los labios, por primera vez en muchos años otro hombre me abrazaba y devoraba a besos a placer y con pleno consentimiento.
La excitación fue apareciendo de manera natural y pronto empecé a sentir sus manos amasar mis nalgas, recorrerlas en forma de círculos y apretarlas con fuerzas. Las caricias se hicieron más intensas y sus manos recorrían todo mi cuerpo, subían y bajaban suavemente tocando todo lo que alcanzaban, y a ratos buscaban mi piel caliente por debajo de mi blusa, yo por mi parte hacia lo mismo, mis manos abrazaban su cuerpo y acariciaba toda su espalda. Para ese entonces su boca chupaba todo mi cuello y yo me retorcía de placer dejando escapar algunos quejidos de gozo.
Así permanecimos varios minutos en el agasaje total, hasta que me recostó en el sofá sin dejar de abrazarnos, la lujuria era mayor y su boca empezó lentamente a buscar mis pechos, pasando por mi cuello mientras que su mano acariciaba mi vagina por encima del pantalón, todo era tan excitante y en contraste recordé mi situación de casada y madre de una hija:
-Joaquín, detente por favor no cometamos una locura.
-No temas amor, solo disfruta este momento tan rico que estamos pasando.
-Todo esto esta mal no debemos hacer esto
Me levante inmediatamente acomodándome un poco la blusa y el cabello mientras que de re-ojo veía el bulto que de entre sus piernas se levantaba y crecía sin que nadie lo detuviera, era tan irresistible el espectáculo que mejor me apresure a arreglarme antes de sucumbir.
-Que pasa Verónica, pensé que lo estabas disfrutando.
-Es muy rico todo esto corazón, pero es demasiado pronto, no quiero que pienses que soy una golfa, además que necesito un poco mas de tiempo.
-Tiempo para que mi reina, me gustas demasiado y no quiero esperar mas para hacerte mía.
-Solo dame un poco mas de tiempo Joaquín, no te niego que me gustes, pero es la primera vez que hago esto y necesito aclarar mis ideas, compréndeme por favor.
Después de discutir un rato entendió que deberíamos llevar la situación con mucha cautela.
-Se harán las cosas como tú lo prefieras Vero, solo dame el placer de enamorarte y hacerte feliz en cada momento que tengamos para nosotros, haz realidad mi sueño de probar tu trasero y hacerlo mío.
-Eres demasiado directo en tus palabras, pero prefiero que seas así y no vaciles en decirme algo.
Nos bebimos el último trago placidamente y le dije que tenia ya que irme, fue entonces que me jaló hacia él y me abrazó por la cintura, y mirándome fijamente a los ojos me pidió oficialmente ser su amante.
Le sonreí silenciosamente y nos fundimos en un largo y lento beso, abrazándonos fuertemente, y fue así que me entregue y accedí a convertirme en su amante, en la golfa, en la fulana, en la "otra" y claro también: en su puta, no sabía por cuanto duraría, ni como seria esta nueva experiencia que en el fondo deseaba desde hace mucho tiempo y que ya necesitaba conocer:
-Prométeme que nadie se enterara de lo nuestro, me moriría si Andrés se llega a enterar.
-Puedes confiar que todo estará bien preciosa, seremos muy discretos y te cuidare mucho.
Me acompañó a la puerta para despedirme y allí me pidió que si le podía regalar unas fotos para recordarme hasta que nos viéramos, titubeé un poco pero finalmente le dije que con todo gusto, que como las quería, aun estaba muy excitada y no podía disimularlo.
Sacó de un cajón de su escritorio una cámara digital y empezó con las fotos, me tomo de rostro, cuerpo completo, parada y sentada en el sofá, sin querer todo eso me fue excitando cada vez más, y entre foto y foto nos fundíamos en unos ricos y jugosos besos, diciéndonos todo lo que nos gustábamos, no me lo tubo que pedir y fui haciendo unas poses muy sexys mostrándome cada vez mas atrevida, finalmente estaba acostumbrada a posar ante una camarita, por completo me quite la blusa quedando únicamente en bra, me agarró en todas las posiciones y se dio gusto retratando mi trasero en todos los ángulos. A decir verdad no me desagrada ser fotografiada por alguien, y solo mi primo Eduardo después de mi esposo me había tomado fotos atrevidas hasta ese entonces. No se cuantas fotos me tomo Joaquín y por las prisas que ya tenia quedamos de verlas juntos en una próxima ocasión, recalcándole que solo él las tuviera y no les diera mal uso, que cuidara mi posición de casada.
Ahora si finalmente me despidió en la puerta con otro beso y dándome en seco un par de nalgadas.
De camino a casa iba muy feliz y emocionada por lo que acababa de hacer, pero la angustia me invadía pensando en como reaccionaria cuando estuviera frente de Andrés, deseaba no evidenciarme mucho.
Cuando llegué todo parecía normal, me cambie de ropa y bajé a cenar con mi hija, poco después llegó mi esposo y no notó nada extraño en mí y como de costumbre se durmió rápidamente, cosa que yo no pude hacer en toda la noche pensando en Joaquín, mi cuerpo se torno caliente y estaba inquieta, intente despertar a Andrés discretamente para que me hiciera el amor, pero todo fue inútil, así que aproveche su sueño que era muy pesado y baje a la sala, me acosté en el sofá en la oscuridad y con mi móvil llame a mi nuevo amante, pero tampoco tuve suerte y no contestó, así que a falta de hombres decidí complacerme yo misma. Lentamente con mis manos recorrí y volví a reconocer mi cuerpo una y otra vez, me apreté los pechos y acaricie mis torneadas y blancas piernas que ya se abrían de par en par pensando en que eran las manos de Joaquín, mordía mis labios y mi cuerpo cada vez se convulsionaba con desesperación, seguramente habré dejado escapar algún gemido mientras vivía al máximo la experiencia, no pude contenerme mas y mis dedos buscaron afanosamente mi vagina, primero acariciándola sobre mis pocos vellos, después conociendo las entrañas de una vagina que ya estaba mojada y babosa, así permanecí unos minutos, que para mi fueron una eternidad: los dedos de una mano introduciéndose en mi vagina, entrando y saliendo siempre con un ritmo cachondo, y con mi otra mano apretando mis pezones que ya estaban duros a pedir de boca. No aguante mas y me vine a chorros, que yo misma quede sorprendida de mojar mi piel y una buena parte del sofá quedó empapada. Y pensé: que ironía, teniendo un esposo y un amante y yo saciando mis deseos con mis propias manos, pero no estaba arrepentida, ya que lo disfrute muchísimo.
Me levanté con calma disfrutando aun de la sensación, me lave en el baño de visitas y camine hacia mi habitación aun con las piernas temblando, me dispuse ahora por fin a dormir placidamente, pensando en como seria mi vida con un esposo y un amante, en mi nuevo papel de esposa, madre y puta, no sabia si podría soportarlo, si me desagradaría tener que mentir siempre para llevar mi relación y andar escondiéndome, o si me gustaría ser infiel y Joaquín tan solo seria el primero de otros amantes
Continuará.
Por favor, me gustaría saber sus comentarios, sean sinceros, escriban aquí o manden un privado a sra_vero@hotmail.com