Empezando a conocer a una mujer (2)

Asi se va desarrollando la cosa, venciendo la curiosidad y la inesperiencia, al criterio racional.

Empezando a conocer a una mujer

(COMIENZO)

Estuve 25 años con Beatriz y me doy cuenta que apenas la conocía, a pesar de que con ella conocí el cielo y el infierno del sexo; y no he vuelto a gozar jamás igual con otra mujer.

No se por que pero continuamente me siento como, debió de haberse sentido, el Topo, después de haber cambiado los ojos por el rabo. Es un cuento, es un refrán, es un dicho que cada vez tengo mas presente; aunque mis preguntas continuas son: ¿Fue feliz el Topo después del cambio? ¿Fue feliz la Rana después del cambio? ¿Quién fue más feliz de los dos después del cambio? ¿Se arrepintió mas tarde el Topo por el cambio efectuado? ¿Se arrepintió la Rana del cambio realizado? ¿Si pudiese desharía el cambio el Topo? ¿La Rana si tuviera la oportunidad desharía el cambio?

Esta es la historia, que por increíble que parezca, es una historia que confirma, que la realidad supera con creces a la fantasía y que la ficción es lo que queremos que los otros vean y la realidad es lo que hacemos y sentimos día a día y no queremos que los demás sepan por mil y un motivos. La historia es la siguiente:

Jose no me convenció con lo que me contó sobre Beatriz, pero si sembró una duda, que se desarrollaría poco a poco hasta dar a luz a la verdad.

Beatriz y yo seguimos saliendo, ya menos con Jose y Esther, a ella la echaba de menos, y cuando bailaba con ella, me corría de gusto sintiendo su cuerpo entre mis brazos y tocándolo con mis manos, era muy dócil.

En la relación con Beatriz, había días muy buenos, más de un polvo, otros buenos, un polvo y otros malos sin polvo alguno. No había justificación aparente para follar o dejar de follar, todo dependía de ella, y de la fantasía que desplegara, eso si, su boca y su culo eran intocables. Salvo contadísimas excepciones.

Una de ellas, fue cuando pusieron en España "Historia de Ô", que la fuimos a ver y su comportamiento vario.

Beatriz no quería ver la película, ponía mil excusas para ello, pero yo insistía una y otra vez. Ella argumentaba que le daba vergüenza, que la podían ver, ya tenía casi 18 años, que le daba asco, y un largo etc. de disculpas.

Al final me salí con la mía, (eso creía, al menos en aquel instante, aunque pasado el tiempo me di cuenta de que no) y fuimos a ver la película, la toque y me di cuenta de que se estaba masturbando, estuvo masturbándose y tocándose durante toda la película, aunque al salir no se había corrido ni una sola vez y estaba súper caliente, de casi no ver, ni poder andar. Fuimos al coche y busque un lugar apartado para follar.

Mi sorpresa fue enorme, la penetre y estaba loca de placer, me pedía más y más y no había forma de hacerle alcanzar el orgasmo. Me corrí, por primera vez antes que ella y dentro de su coño, y ella quería mas, no me dejaba separar. A duras penas me separe, y me puse sobre ella a comerle el coño con clara intención de darle el orgasmo que tanto necesitaba. Fue en una postura 69, sin intención, pero ella al rato estaba chupando mi polla como una loca, tanto así que me corrí en su boca, ella siguió mamando hasta que me la puso dura por tercera vez; y yo sin conseguir arrancarle el primer orgasmo; a pesar de que lo intentaba con fiereza, con su vagina y su clítoris, que los comía literalmente, con sus tetas que las destrozaba con mis manos, en particular sus pezones arrancándole continuos gemidos de placer y alguno de dolor que remediaba con mi boca y mi lengua, hasta arrancarle de nuevo los mismos gemidos, pues no podía resistir la tentación de comer las fresas de sus pezones.

Sin poder aguantar mas, y con Beatriz sin alcanzar el orgasmo y casi ida por el placer. Intente de nuevo la posesión de su culo. Se resistió, hasta el punto que la penetración anal fue casi una violación. Pero a pesar de sus esfuerzos la penetre hasta el fondo, el anillo anal cedió con relativa facilidad, el ano estaba dilatado y era como otro coñito. Se volvió salvaje, pedía mas, lloraba como una magdalena, pero se dejaba hacer, la goce hasta la locura, me corrí en su culo y ella se corrió conmigo. Le agarre la cabeza, haciéndole abrir la boca de par en par, y sin perder un instante se la metí en la boca, la saboreo, la apuro a pesar de estar de mierda, su mierda, la saboreo, la limpio, la dejo brillante y se durmió como un crió de teta, satisfecha, pero sin dejar de llorar hipando, hasta que la desperté al cabo de dos horas.

La deje en casa como si nada, a pesar del forzamiento anal andaba con soltura y estaba contenta, aun que alguna lagrima seguía deslizándose por sus mejillas. No me beso, no se despidió, no dijo nada simplemente se fue.

Al día siguiente Jose me monto un pollo diciéndome que no me volviese a acercara a Beatriz, que si lo hacia me iba a arrepentir, que ella no me quería ni ver.

A las dos semanas, y sin tener una noticia de Beatriz, me encontré con Esther, muy simpática y sonriente; me pregunto a ver que tal me iba, y charlamos de varios temas; cuando mas tranquilo estaba, y extrañado también, por que esperaba un pollo como el que me había montado Jose; me sorprendió llamándome cabrón, y diciéndome que el culo y la boca de una mujer eran algo muy especial y solo se entregaban al verdadero señor, que dominaba y hacia sentir plenamente hembra a la mujer. Me dijo que no me acercara a su hermana, que si me acercaba, me arrepentiría para siempre.

Pasado justo un mes, me encontré con Beatriz en la calle, al fin y al cabo vivíamos en un pueblo pequeño, y eso tenia que darse antes o después. La salude, y ella reacciono, escapándose, y metiéndose en el primer comercio que había a su paso. La considere perdida y me di de cuenta como la echaba de menos y no precisamente, o al menos únicamente para echar un polvo.

El sábado siguiente, yendo en el coche y estando parado en el único semáforo del pueblo, apareció Beatriz, abrió la puerta del coche y se subió. Me dijo que me quería mucho, que me echaba de menos, pero que no podía seguir conmigo, a menos que le prometiera que no le volvería a hacer lo que le había hecho la última vez que habíamos tenido relaciones sexuales. Yo le dije que ella lo había disfrutado, y que nunca había gozado tanto, ni se había entregado de igual manera.

Beatriz, me respondió, que ese era el problema, que no tenia que entender nada, solo prometer que no volvería a suceder. Que no le volvería a follar ni la boca ni el ano; y tampoco llevarla a esos extremos de placer; que era muy peligroso y muy duro después; que me quería pero tenía que respetar lo que me decía y prometer que lo cumpliría. Y así podríamos follar todo lo que quisiera, menos los días que ella no pudiese.

Me quede asombrado y sorprendido con todo aquello, yo había seguido conduciendo camino de la ciudad. Desvié el coche y me fui por una pista forestal que ya habíamos usado más veces. Pare el coche, la bese, la toque, la puse a mil; solo sabia suplicar que lo prometiese, que lo prometiese. Le dije que le prometía no hacerle nada que ella no quisiese, ni acosarla cuando ella no pudiese hacer el amor. Junto con la promesa tuvo un orgasmo de locura. Mi reacción fue animal, le arranque las bragas, me eche encima de ella y la penetre, si se hubiera opuesto, la habría violado allí mismo. Pero no hizo falta, nada mas penetrarla se volvió a correr. Me pidió más, dame más, pero recuerda la promesa.

La estuve follando varias horas, había anochecido, y aunque era invierno y anochecía pronto, y eso era que habían pasado mas de tres horas, donde yo había descargado el hambre de cinco semanas, corriéndome tres veces, como se dice vulgarmente sin sacarla. Su coño parecía un bebedero de patos, todo lleno de leche, y dilatado y ardiente. Ella había tenido, que yo fuera capaz de contar, 13 orgasmos.

Nos vestimos, puse el coche en marcha, y le pregunte a donde íbamos, me pidió que a la discoteca. Allí fuimos.

En el camino, le pregunte por que si me quería, y me necesitaba tanto se había alejado de mi. Me respondió que no preguntara nada, que lo olvidara todo; y que procuraríamos seguir así sin que nadie dijera nada. Yo en un arranque de no se que, le pedí que se casara conmigo y así nadie podr4ia decirle, decirnos lo que teníamos que hacer, lo que podíamos o no podíamos hacer. Sonriente se hecho encima mío, acabábamos de aparcar en el parking de la discoteca, me comió a besos, me abrió el pantalón, me puso el pene derecho, me tumbo y se sentó encima de el. Yo no creía aquello posible, me follo, y nunca mejor dicho, me follo haciéndome perder la razón, llevándome a la locura. Quería correrme, necesitaba correrme, me dolían los huevos, sentía el pene duro como una estaca y tenia el convencimiento de que se rompería como un palo seco. No fue así, ella tuvo tres orgasmos y yo una corrida, que me pareció que se me iba el alma en ella. De nuevo había perdido la noción del tiempo, la gente salía de la discoteca.

La lleve a casa, y se despidió con un beso y recordándome que le había prometido no hacerle nada que no quisiera ella y respetarle en esos días en los que no podía hacer el amor conmigo; me volvió a pedir que se lo prometiese. Yo estaba extrañado, por que insistiera con eso, y me resultaba desconcertante la forma en que lo decía, percibía algo raro, malo, una sensación de engaño o desazón. Se lo volví a prometer y me sorprendió de nuevo diciéndome: aunque estemos casados, seguirás respetando esta promesa, yo de nuevo le dije que si.

En ese momento Beatriz a medio bajarse del coche, me dijo o ya no mantienes lo de casarnos. Yo le dije que si que me casaría con ella cuando me dijera, que hablaría con sus padres.

Beatriz de forma misteriosa, me dijo que ya me diría ella cuando lo tenía que decir, y que mientras ella debía de hablarlo con Esther y con su madre. Me insistió en que no se lo dijera a nadie, y en especial a Jose, ya que tenía que hablar ella primero con ellos. Me volvió a desconcertar con su planteamiento; pero le respondí que no se preocupase y que haría lo que ella me pedía.

Al llegar a la pensión, me encontré con Jose, que seguía sin hablarme; y sin hacer caso de lo que Beatriz me había dicho; le dije que ya podía comportarse normal que ya me había arreglado con Beatriz. El se rió y me dijo que el no sabia nada y que eso era imposible, que no iba a volver a estar con ella, que la dejase en paz, que no me daría mas que quebraderos de cabeza y además era una puta que no merecía la pena, que ahora estaría en casa llena de la leche de un amigo suyo. Yo me enfade y le dije que no diría sandeces. Jose se puso serio y me dijo, esta mañana ha estado follando con el. Yo le dije que era mentira, que había estado toda la tarde con ella, que la acababa de dejar en la puerta de su casa, y además que nos íbamos a casar.

Jose se echo a reír a carcajadas, y lo primero que dijo fue, la habrás encontrado calentita y mojadita, con la leche de mi amigo; seguro que la has vuelto a forzar. Yo le dije que eso era cosa pasada y que respetaría sus deseos y gustos. Jose riéndose de nuevo me dijo, yo te aconsejo lo mejor que puedo y en tu beneficio, pero si tu quieres otra cosa, allá tu. Puedes follarla hasta cansarte, mientras respetes sus agujeros reservados y los días de asueto; pero sin necesidad de casarte. Lo demás es cosa tuya, pero respeta sus agujeros reservados y los días de asueto, te cases o no con ella.

No volví a ver a Beatriz en una semana. El viernes, me encontré con Esther y me dijo que si iba a salir con Beatriz el sábado, le dije que si la veía si. Esther me dijo que iban a ir de compras a la capital y al cine; ya que venia su prima Mariate, y en eso había quedado Jose con ellas, que irían a ver probablemente "Historia de Ô", ya que Mariate tenia muchas ganas de verla; que me lo decía como yo ya la había visto dos veces igual prefería pasar de ello.

Yo creí que era una encerrona, de Esther, para apartarme de su hermana, consciente del efecto que a Beatriz le causaba la película. Le respondí que con Beatriz cualquier cosa era interesante, y que con ella mas. Me dijo pues si vamos estarás sentado entre las dos.

Había toda una serie de mensajes subliminales, que yo no entendía en aquella época, y que ahora mismo pienso que la mayor parte de todo es producto de mi mente enferma, y sueños alucinados y paranoicos desarrollados por mi mente. Pero yo en aquel entonces me movía en la puerta de un mundo extraño, que no conocía y que deseaba ante todo y sobre todo, y me arriesgaba a cosas imposibles y recibía respuestas satisfactorias.

Me fui a la pensión y me hice de nuevo una paja a cuenta de Esther, pensando en como la follaba junto con su hermana; pero sobre todo en lo que haría en el cine con la película y con Beatriz a un lado y Esther al otro; solo pensaba en cual estaría a la derecha y cual a la izquierda; como las tocaría y como se tocaría Esther y como se tocaría Beatriz, sobre todo después de las experiencias anteriores. Nunca antes había gozado tanto con una paja.

Después me puse a pensar que también estaría Jose y Mariate y no creía que se comportarían de esa forma.

Mariate era una prima, de Esther y Beatriz, que vivía en un pueblo vecino. Era morena, mas alta que ellas, con un buen cuerpo, sexy y aparente desinhibida para hablar y hacer, pero muy cerrada, al menos en apariencia para que le hicieran. Su discurso era opuesto a su comportamiento. Se llevaba muy bien con Esther y no también con Beatriz. Jose parecía tener mucha confianza con ella y lo mismo que a Beatriz la llevaba a todas partes, sin importarle el estorbo que pudiera suponer, o al menos eso pensaba yo en aquel instante.

El sábado cuando me encontré con ellos, Esther, Jose, Beatriz y Mariate, estaban muy sonrientes, me dijeron que iríamos en mi coche, que jose iría de sultán. Beatriz tenía mala cara y estaba ojerosa, en un momento, y sin que se dieran cuenta los otros, me dijo que era un cerdo, que como podía cambiar tan rápido mis promesas, que por que les había dicho nada.

Decidieron que Esther iría sentada a mi lado y jose iría detrás con Beatriz y Mariate. Todas estaban preciosas de falda y despechugadas a pesar del frío que hacia.

Esther se sentó a mi lado y su falda se recogió, hasta media pierna, ya no tuve ojos para nada más que para ella y para la carretera, a pesar de que por el retrovisor pude ver, que lo mismo o más se habían recogido las faldas de Beatriz y Mariate, y estaban más despechugadas. Aunque al ponerse el cinturón Esther, en vez de tapar pechuga, lo que hizo fue exhibirla mas.

Mi pantalón estaba a punto de reventar y mi mente ardiendo, se imaginaba cosas que eran imposibles. Pero no tenia mas ojos que para la carretera, bastante miedo llevaba y un par de despistes tuve, sin consecuencias pero que evitaron que mirara para atrás, a ver el origen de lo que me parecían gemidos de placer, cosa que además era imposible, pues Beatriz tenia cara de no follar ese día.