Emparedada por mi suegro y su hijo.. mi esposo

Mi suegro cumplió su viejo sueño de poseerme en unión de su hijo, y yo me aproveche de semejantes sementales

Había llegado unos días a nuestra ciudad mi suegro para jugar la final de un torneo de tenis de la tercera edad, pues es fans de este deporte, les digo que es viudo y tiene 74 años aunque no los aparenta pues siempre se cuidó mucho, parece más bien el hermano mayor de mi marido, ya que solo se llevan 19 años, les cuento igualmente que fue siempre un mujeriego que mantuvo su matrimonio de puro milagro ya que mi suegra que falleció hace unos años, aguanto cuernos por su ignorancia y forma antigua de pensar.

Paco con el que mantiene una gran confianza al ser su primer hijo, le dijo al enterarse que llegaba, que se quedaría  en casa con nosotros, lo que el agradeció, pues siempre en broma y de forma picarona no dejo de tirarme los tejos, diciendo en numerosas ocasiones que yo era mucha hembra para su hijo, y que si me hubiera conocido años atrás no me hubiera escapado de caer en su cama.

De esto no se escondía ni delante de su hijo, que como digo mantienen una fuerte relación, hasta el punto que él sabe de nuestras peripecias en el campo del sexo, manifestando en numeras ocasiones envidia  por no haber tenido una mujer fuese más moderna y comprensiva en este tema.

Les cuento igualmente que se llama Alfredo, es más alto y corpulento que su hijo, con un cuerpo medio atlético por el deporte que siempre practico y avanzando de lo que más abajo cuento, les diré que ciertas partes tampoco por desgracia no las heredo Paco, de su padre, aunque ya saben que no me puedo quejar.

Para no liarles les diré que tras la final, “que por cierto gano”, bajamos a recogerlo al vestuario tras la larga parafernalia de recogida de trofeo y despedida de los rivales, demorándose la tarde tanto que nos quedamos casi solos en el club y ya no quedaba nadie en las duchas  por lo que Paco dijo… pasa que ya salieron todo y estamos solos los tres.

Entre no sin un poco de temor por si regresaba alguien a ducharse y me veía ahí, al ser el vestuario masculino, pero realmente estábamos solos, mi suegro comenzó a desvestirse con la euforia de la victoria y no parando de hacer bromas con su hijo de cómo había sido el partido, sin darle importancia a mi presencia, pues como digo siempre fue muy liberal.

Se quitó la camiseta mostrando su fuerte torso algo castigado por los años pero en buen estado, sorprendiéndome sus anchas espaldas, seguidamente y sin darle importancia se quitó el pantalón de tenis mostrando su ajustado slip que para mí deleite marcaba un paquetón de lujo.

Acto seguido se bajó esto como si yo no estuviera presente,  y en ese momento pude ver que realmente Paco no había heredado la genética de su padre, pues colgaba de aquel corpulento cuerpo, un péndulo con un grosor y longitud que hacia estremecer al más frio de los chochitos que lo catasen, aunque su estado ahora era relajado, su grandeza se intuía que sería mucha al crecer y tomar forma.

Tenía afeitado gran parte de su sexo, con un bigote en la parte superior que lo hacía más sexy y atractivo, demostrando que ese hombre estaba a la última en moda y estética sexual, tomo una toalla y como si nada se fue a la ducha.

Paco me miro  viendo mi cara de sorpresa y me dijo,.. “ Si yo llego a  heredar ese paquete te pones las botas ehhh..” , riéndose  picaronamente al ver mi rostro aun, un poco sorprendida… yo le respondí que si diciendo además que era una pena no tuviera semejante armamento, riéndonos los dos seguidamente por la picara conversación.

Salió de la ducha  liado en la pequeña toalla que rápidamente se quitó para comenzar a vestirse, y con una mirada lujuriosa y morbosa me dijo:  Nuera, perdona por la confianza pero  ya a tu edad y además sabiendo vuestros aventuras y que sois modernos en  este campo, no creo que te escandalices al verme así..

Yo adaptándome al momento le dije que no se preocupara y que además era de buen gusto y de buen ver para recrearse un rato con la mirada, pues me había sorprendido que su edad mantuviera semejante aparato tan bien cuidado.

El agradeció con un ummmmmm que lujo, que la mujer de mi hijo me tire los tejos, con las ganas que yo siempre demostré por tu belleza y buen cuerpo, y además ya sabes que eres mi debilidad, y aunque este  mi hijo delante al que admiro y respeto, te diré que tienes un polvazo y que siempre desee tenerte.

Paco en su línea se rio jocosamente aceptando aquel comentario, y añadiendo que si habíamos admitido extraños en nuestras relaciones no sé porque no podíamos invitar a su padre,  aunque sonara rara por ser familia.

Yo rápidamente lo mire un poco sorprendida, diciéndole ¡Paco que es tu padre, y mi suegro ¡ .

La cosa quedo ahí y ya nos diríamos a casa en el coche, cuando mi suegro dijo, me apetece una cena de marisco para celebrar esta triunfo con un buen cava, porque no vamos a un buen restaurante a cenar.

Yo le dije que yo les hacia una buena comida en casa que se dejaran de restaurantes, seguidamente Alfredo en su línea picara, me miro y dijo acepto esa comida buena que seguro haces bien y que yo  necesito como agua de mayo, y tomándome su mi mano, pues iba sentada detrás con él, la llevo a su paquete sin darme tiempo a retírala, diciéndome, mira como esta solo de pensarlo.

Fui a mirar a Paco que conducía y escuchaba la conversación, pero mi suegro me dijo, no busques escusa con tu marido que él no pone problemas y además, ¿no te conto el cómo se desvirgo con la primera mujer?,  ¿no te dijo que fue una invitación mía con una amiga mía cuando el cumplió 18 años?, y que nos la follamos los dos a la vez, ¿o es que eso no te lo conto?.

Paco miro por el espejo riendo, y dijo, es cierto pero solo le conté un poco a ella.

Mi suegro retomando el tema me dijo, además hacemos buen complemento y garantizamos placer seguro, riéndose morbosamente mientras mi mano seguía aprisionada con la suya en su paquete.

La otra la dirigió previo pedir permiso a mis muslos, deslizándose a través de mi falda hacia mi conejo que andaba mojado y bien mojado por aquella situación.

Yo no dije que no sorprendentemente a su petición por lo que él, continuo llegando a mi afeitada almeja que manaba ya algo de agua, pues la excitación me estaba desbordando, al tocarla volvió a resoplar, y dirigiéndose a su hijo, le dijo; menudo almejon tienes aquí hijo, que suerte la tuya.

Soltó su mano de la mía para desabrochar su bragueta, sacando ya semiduro su enorme aguijón, invitándome a comerlo allí en el coche.

Yo como sumisa a aquella situación y con la complicidad de la noche en el interior del coche, baje la cabeza para comenzar a lamer su enorme glande brillante y descapullado que asomaba con parte su rabo por aquella cremallera abierta, respondiendo con un suspiro de alivio el ante mi primer chupón, al igual que su mano y uno de sus dedos ya entraba en mi mojado mejillón.

Paco bajo el espejo retrovisor para no perder detalle de la situación, diciendo no se me enciendan que nada más llegar a casa yo participo como el primero.

Ahora tome mi mano para soltar todo el pantalón y bajarlo, mostrando sus afeitados huevos que rápidamente tome para degustar junto a su enorme polla que ya estaba en buena forma, gesto que agradecía el con suspiros y gemidos.

Como estábamos llegando a casa hicimos un inciso en el calentón, para entrar al garaje y subir a casa, ya casi sin decir nada ninguno de los tres, deseando este tiempo se  acortara para  comenzar con la fiesta que se presumía lujuriosa y placentera.

Fue entrar y cerrar la puerta, y en segundos nuestra ropa fue cayendo al suelo camino del dormitorio.

La estampa era de lujo, yo tumbada en la cama desnuda, con mi sexo pidiendo carne, y delante de mi padre e hijo con sendos mástiles, uno por su gran tamaño era el de la vela principal y otro duro como una roca el de refuerzo.

Alfredo se me acerco ahora con mirada lasciva y tras acariciar mis muslos suavemente, inicio una comida con su sabia lengua en mi sexo que me hizo levantar la cadera con tal fuerza que su nariz se clavaba en mi abierto y mojado conejito, suplicando fuese despacio pues estaba ardiendo.

Mientras sus manos sobaban mis duros pezones que pellizcaban y compartían con la boca de mi esposo que ya andaba sobre uno de ellos.

Viendo que yo no aguantaría mucho ya para mi primer orgasmo, mi suegro paro y poniéndose de rodillas con mi Paco, me ofrecieron sus dos rabos para que chupara a la vez, cosa que yo agradecí aunque ciertamente le dedique más tiempo al de mi viejo suegro, pues esto no lo tenida testado y con aquella cabeza descapullada y gorda, era muy placentero chupar, además sus enormes y colgantes bolsas al estar afeitadas, pedían ser  acariciadas con la mano, aunque también se llevaban algún chupetón que el agradecía con fuertes gemidos de placer.

Paco ahora bajo a mi pilón y se puse a comer donde antes su padre había estado devorando, y esta vez sí que no pude resistir y le di mi primer orgasmo en su boca, que fue celebrado por mi suegro como si él lo hubiera conseguido, y ciertamente parte de culpa la tenía, pues estar comiendo aquel aguijón que ahora brillaba y estaba terso como el de un jovenzuelo, me había hecho explotar en unión a la experta comida de su hijo.

Yo parecía una hembra en celo sobre la cama ahora esperando a ver quién de los dos me montaba primero, no dejando de tocar el rabo de mi suegro al que no perdía ojo, pues me tenía anonadada aquel viejo mástil y más el morbo de pensar que era parte de mi familia.

Este sabiamente miro a su hijo y dijo, “ponte como antaño “. Yo mire a Paco algo sorprendida y este tumbándose sobre la cama me llamo para que me sentar de espaldas sobre su rabo, el cual sabiamente dirigió a mi puerta trasera, y con sumo cuidado fue penetrando ante el deleite de mi suegro que miraba la penetración como si él fuese el que la hacía, viendo además que el rabo de su hijo entraba  con relativa facilidad, intuyendo con su mirada también que  yo ya había sufrido más de una embestida por ese agujero antes.

Me tumbe sobre la espalda de mi esposo esperando la acometida de mi suegro, pero este sabiamente la demoro un poco, pues arrodillándose sobre mi abierto conejo comenzó otra vez a comer,  esta vez se ayudó con algún dedo que con experta maestría iba metiendo y dilatando más, mi almejita mojada, a la vez sobo algo los huevos de  Paco, pues  este lo agradeció con unos gemidos largos y un “gracias viejo, es un placer volver a recordar tiempos pasados”.

En esta posición me llego mi segundo orgasmos, siendo esta vez la boca de mi suegro la agraciada.

Tras este pequeño mana, él se incorporó rápidamente y tras tomar con su mano su enorme morcilla ahora convertida en un torpedo, la acerco a mi hambriento chochito, que suplicaba ya su embestida,  y tras unos sabios restregones de su cabeza para tomar jugos y lubrificarse, me la clavo toda hasta el fondo de una estacada, dejándose caer sobre mi cuerpo con el peso del suyo, sintiéndome empanada por aquellos dos sementales que con ritmos armoniosos estaban dando cuenta de mis dos agujero.

Me sentía presa y prisionera de ese padre e hijo que me estaban follando con maestría y sabiduría, pues no tarde ni cinco minutos en comenzar con mis sesiones multiorgasmicas, producidas eso si por aquel sabio y viejo pollon que perforaba mi conejo como si fuese la primera vez que era desflorado, aunque tengo que reconocer también que las embestidas de Paco por detrás me estaban dando hoy un tremendo placer, haciéndome a veces contraer mi cochito y aprisionando aquel viejo arpón que andaba pescando en aguas familiares.

Después de unas largas acometidas en esta postura y antes de que se corriera mi esposo, su padre le pidió cambiar de postura, siendo el ahora el que se acostó sobre la cama tomándome y montándome a mi sobre su rabo, para tenerme sobre él, su mano fue ahora a mis posaderas  buscando  mi ano y tras meter un dedo en el  para evitar este se contrajera, llamo a su hijo, y le dijo, “ clávala ahora que se corra en esta postura que la vamos a trasladar fuera de la vía láctea”.

Y como fiel escudero a su padre y jefe de esa noche, Paco comenzó una serie de fuertes embestidas que hacían que mi cuerpo cayera más sobre el de mi  suegro, clavándome más adentro su rabo que sorprendentemente lucia duro como una piedra, haciéndome pensar que seguramente se ayudaba de algún producto para poder mantener aquella dureza, pero a mí me daba igual, yo lo que quería era poder disfrutar de ella en toda su plenitud, y ciertamente lo estaba haciendo.

Pasaron unos minutos de gloria, lujuria, y un placer demoledor, en esa postura cuando mi esposo acelero el ritmo  avisando de su inminente evacuación de nata en mi trasero, que agradecí con suspiros y gemidos  que eran silenciados por los labios de mi querido suegro, mientras este con sus manos seguía palpando mis pechos a los que sus dedos pellizcaban con una clase que me tenía derretida de placer.

Me sentida  esa noche como dije antes como el relleno de un emparedado, del que padre e hijo estaban dando cuenta con exquisito gusto.

Cuando finalizo y soltó mi esposo todos sus líquidos, retiro su morcillón rabo de mi trasero, momento en el que mi suegro me giro tumbándome sobre la cama, quedándose el sobre mí, todo este movimiento sin sacar su estaca de mi agujero, ahora siendo el, el único que me tenía poseída.

Comenzó  a bombear con una fuerza y ritmo, a la vez que su cadera se movía como si bailara una lambda, dando tanto placer que sufrí perdidas de conciencia y de lucidez, pues balbuceaba y gemía sin sentido, ante aquel experto acoso de su rabo.

Yo como podía miraba a Paco que a la vez  miraba de pies como su padre estaba follando a su mujer con tanta fuerza y goce que  lo tenía extasiado, este no dejaba de menear su apagado rabo como deseando ponerlo pronto en función para volver a atacarme.

De pronto note que aflojo un poco el ritmo, comenzado  a tensar y arquear un poco la espalda, dándome seguidamente un aluvión de leche dentro de mi destrozado pero agradecido conejo, con tanta fuerza y cantidad que este por las fisuras que dejaba su enorme rabo, desaguaba parte de esta.

Yo ya no era persona, ni era  capaz de mantener el aliento ni un musculo de mi cuerpo en tensión, era como un amasijo de carne muerta que se había quedado inerte sobre la cama.

La cantidad de mini orgasmos que había tenido seguidos es lo de menos y el número difícil de contar, pues a mí me pareció uno solo y de larga duración, como si todos se hubiesen comprimido en diez o quince minutos y durante ese tiempo estuviera en la cúspide del placer.

Saco después de recobrar el aliento su ya flácido pero grande aguijón, tumbándose a mi lado para volver a su ritmo de respiración normal, ya que también se le notaba jadeante y agitado.

Hablaron entre ellos como recordando viejos tiempos, diciendo que este había sido mejor que aquel primero, aunque yo seguía casi sin conciencia y apenas escuchaba sus palabras.

Viendo mi lamentable estado, mi suegro me arropo y me dio un beso, dejándome dormir un rato sobre la cama mientras él se duchaba, pues le escuche decir que estaba empapado en sudor de aquel magnifico y ansiado polvo.

Paco se puso a preparar la cena, mientras yo me recuperaba.

Fue una velada maravillosa la de esa noche, que acabo con unas largas charlas entre los tres comentando aquel momento, recreándonos en lo placentero de la situación sin buscarle más prejuicios que los que algunos les quieran poner.

Les tengo que contar que el tema se repitió varios días durante la estancia de mi suegro en casa, y si ustedes quieren y me lo piden les contare alguna de estas peripecias que en diferentes escenarios fueron acaparando los siguientes días.