Emociones eróticas en la oficina

Una mujer, insatisfecha con su relación, comienza un juego en su trabajo, que va desde la masturbación hasta caer rendida con una visita...

Silvia conducía al trabajo, un lunes por la mañana después del fin de semana y ya estaba para da en la caravana, que le conducía a la empresa donde trabajaba, como ocurría desde hace tiempo.

Intento buscar una emisora que le diera alguna información sobre el posible problema, o alguna que ofreciera un programa entretenido, pero no encontró nada interesante

Además de la frustración de esperar cada vez mas tiempo, en la carretera, rodeada de coches, con gente mal encarada, había otro tipo de preocupaciones, que le hacían sentir insatisfecha, había pasado otro fin de semana, que como todos últimamente se le estaba haciendo muy aburrido.

Raúl, su marido, trabajaba fuera, y cuando llegaba los viernes por la tarde, se encontraba muy cansado ( o al menos eso decía el), y no tenia humor para nada. Los sábados por la mañana los reservaba Raúl, para irse con sus amigos a montar en bicicleta, y cuando volvía, decía que solo quería comer y echarse una siesta. Por la noche, solían quedar con los amigos a cenar, y los chicos, siempre terminaban igual, borrachos, muy divertidos, decían ellos, pero cuando llegaban a casa, Raúl caía redondo en la cama, y no había quien lo "levantara", y el domingo por la mañana, siempre se levantaba con resaca (si es que no había cualquier carrerita de coches o motos por la TV) y conectaba con la tarde, con ese espíritu de fatalismo, que tienen los domingos por la tarde, y así se pasaban los fines de semana.

Además, le daba cierta rabia, que los sábados por la noche los chicos, después de cenar, cuando estaban empezando a tomar copas en los bares a los que iban, solían empezar con sus corrillos semisecretos, y a mirar y a babear a las camareras, o a cualquier grupito de chicas ( cada vez mas jovencitas por cierto) que hubiera por los bares, mientras que ellas, las chicas, no necesitaban ni beber, para pasárselo tan bien, ni estar satireando a cualquier grupo de hombres que hubiera por allí, cuando eso si, cualquiera empazaba a parecerle mas atractivo que Raúl.

Mientras el coche avanzaba lentamente, recordó una situación semejante que le había ocurrido al principio de su relación con Raúl, hacia seis años, antes de casarse, y antes de que las caravanas se hicieran tan frecuentes, se habían encontrado con una caravana de vuelta a casa, y Raúl, comenzó a acariciarla, de forma romántica y casta al principio, sus manos, sus brazos, para luego ir siendo cada vez mas pícaro, y subir hasta sus pechos y sus pezones ( eso si, solo por fuera, en aquella época, Raúl era mas conservador, y no hubiera permitido que nadie le viera sus tetas). Pero, aquellos recuerdos, aquellas caricias inocentes, aquel sentir la mano de Raúl, aunque fuera a través de la camiseta y del sujetador, durante la hora y pico que tardaron en llegar a casa, la habían puesto muy excitada, y al llegar a casa, echaron uno de los mejores polvos que recordaba.

Como habían cambiado las cosas, se dijo a si misma, ahora, Raúl, no aguantaría mas de 10 minutos de caricias previas, y ya querría llegar a la penetración, ya no le interesaban esos juegos previos, que tanto le excitaban a ella, que la ponían tan caliente…,

El coche de atrás pito, y Silvia se llevo un pequeño sobresalto, no solo por el sonido del claxon, sino por el de sus propios pensamientos, usar esas palabras en sus pensamientos ( caliente ), no era una cosa muy normal en ella, pero después de otro fin de semana sin hacer el amor, esa no era solo una idea en su cerebro, sino también una sensación en su entrepierna, por mas que le pesara a ella, que se consideraba a si misma una mujer fría y con un férreo control de si misma.

Cuando Silvia llego a su trabajo, tarde como todos los lunes por la caravana, se encontró un par de asuntos urgentes en su mesa. Silvia trabajaba como consultora/formadora en una multinacional americana de informática. Su trabajo, consistía en preparar e impartir una serie de cursos sobre nuevas aplicaciones informáticas, que luego había que vender a los clientes, así que asistían a sus cursos, no solo trabajadores y comerciales de esta multinacional, sino también clientes de toda Europa y el Norte de África, a cuyas empresas habían sido vendidas las aplicaciones informáticas, y que eran mandados por sus jefes, para instruirse en el conocimiento de las mismas. A sus 34 años, Silvia se consideraba una mujer de su tiempo, con un trabajo que superaba a de cualquiera de sus amigas, que le permitía conocer a gente de casi todo el mundo, y viajar regularmente. Por lo menos, se decía Silvia a si misma, en el trabajo, si que estoy satisfecha conmigo misma.

Aquella misma tarde, Silvia comenzaba con un nuevo curso, especialmente complicado, que llevaba semanas preparando, y en el que quería terminar un par de detalles.

Mientras consultaba un par de datos, buscando en un servidor de Internet, sobre un programa que estaba preparando, le apareció sin querer una de esas paginas sexuales, y aunque rápidamente la cerro, Silvia, fría como siempre, no hubiera podido soportar que cualquiera de sus compañeros o compañeras la hubieran visto ocupadas con ese tipo de paginas, además del código tan estricto que imperaba en la multinacional sobre la prohibición de su uso, no pudo evitar que se le vinieran a la memoria los pensamientos que había tenido esa mañana en el coche y por segunda vez en ese día se sintió un excitada, cosa que le resulto muy extraño, porque normalmente, ella era una mujer bastante fría.

En ese momento, pensó en una de las fantasías, o de las ideas que tenia últimamente Raúl. La idea que mas excitaba a su maridol últimamente, ocasiones que no eran muy frecuentes por cierto, y que servían para iniciar sus cada vez mas cortos juegos sexuales, era que Silvia le contara, como y donde se masturbaba durante la semana, cuando el estaba fuera, mientras mas exótica era la situación que le contaba, mas se excitaba el sinvergüenza, y últimamente Raúl le había pedido que se masturbara en el trabajo, en los servicios o donde fuera, pensando en el, para poder excitarse mejor.

Naturalmente, ella no había hecho eso nunca. De hecho, ella no se masturbaba apenas, tenia una idea romántica de las relaciones sexuales, y muy rara vez se tocaba, sola, pero, a los 34 años, después de 6 de relación empezaba a darse cuenta que con ese romanticismo no iba a llegar muy lejos. De todas formas, las pocas veces que Raúl le preguntaba, ella se inventaba la historía de que si, que en su trabajo, se metía en el servicio, y se tocaba pensando en el, y mientras le contaba eso, Raúl se excitaba y hacían el amor, aunque eso si, de una manera ya previsible y monótona para ella.

Como había cambiado Raúl, ese chico, que hace 5 años no quería quitarle el sujetador y meterle mano directamente en el coche, por vergüenza a que lo vieran los demás, le pedía ahora, que se masturbara en el trabajo, y le insinuaba, que se dejara incluso ver, cuando lo estaba haciendo.

Pero, aquella mañana, Silvia pensó que el bueno de Raúl, se merecía que se hicieran realidad por fin sus fantasías, y de paso, ella misma se desahogaría, que al fin y al cabo también tenia derecho, así que observo a todos sus compañeros, y cuando vio que todos estaban en relativa calma, se fue para los servicios, un poco azorada, pero intentando aparentar tranquilidad.

Cuando iba hacia los servicios, y paso por delante de una puerta de cristal, se asusto al ver como sus pezones se notaban sobre la camisa que llevaba, a pesar del sujetador, y pensó que si alguien la veía así, se iba a dar cuenta de lo excitada que andaba, así que aligero el paso, y al pasar por la puerta del servicio de caballeros, vio un cartel que ponía" averiado, usar el servicio de damas", Silvia se estremeció un poco, y pensó si no sería mejor, olvidar la idea. Al cuerno, pensó, una vez que me apetece, no voy a dejarlo por una tontería.

De todas maneras, tanto los servicios de chicas, como los de chicos, eran, bastante amplios y espaciosos. Como la multinacional solía recibir alumnos para impartir sus formaciones, disponían de amplios servicios, con 4 pequeñas W.C´s que se cerraban con pestillo, y que limpiaban un par de veces al día.

Al entrar a los aseos, se miro al espejo, y vio con más claridad, no solo sus pezones erectos, sino que además un raro color rojo en sus mejillas, que desde luego no era por su maquillaje, y un brillo especial en sus ojos, como no había visto nunca anteriormente.

Que estoy haciendo, Dios mió, se dijo a si misma, y se enjuago con agua fría, intentando bajar su excitación, pero inmediatamente pensó, que ya que había llegado allí, no iba a dar la vuelta, y que además solo estaba siguiendo los deseos de su pareja. Se fue al aseo mas alejado, y después de echar el pestillo, y desabrocharse la camisa, rozándose los pezones por encima del sujetador, como había hecho Raúl, hacia tanto tiempo ya, su temperatura seguía sabiendo, a la vez que se bajaba sus braguitas, hasta los tobillos, y empezaba a tocarse en el interior , primero su pubis recortadito, para bajar después hacia los labios buscándose su botoncito..

Silvia no se masturbaba apenas, y las pocas veces que lo hacia, pensaba en momentos románticos con Raúl, pero, en aquel momento, empezó a dejar de pensar en el, y en principio, solo pensaba en el acto tan sucio, tan obsceno, tan increíble para su manera de ser, que estaba realizando, y la vez que iba bajando sus manos hacia el centro de su sexo, imágenes en las que nunca había pensado en esa situación , pasaban por su cabeza, que pensarían sus amigas si el próximo sábado les contara, esto, o en un camarero, bien jovencito, que había visto en el bar al que fueron a tomar las copas el sábado después de cenar, y a medida que iba pensando en esas imágenes, un calor iba subiendo por todo su cuerpo, como hacia tiempo, que ya no sentía, y a la vez, otros imágenes iban apareciendo en su cabeza, como el joven monitor, que tenia en al gimnasio, nunca había pensado en el, pero ahora, no se lo podía quitar de la cabeza, mientras con una de sus manos seguía tocándose su entrepierna, y con la otra, tocaba sus pezones, ya directamente sin la protección del sujetador, que se había bajado, sus deditos tocaban sus clítoris.

La imagen del joven monitor, ayudándola a hacer cualquier tipo de ejercicio, rondaba por su cabeza, a la vez que sus pulsaciones iban en aumento, y aunque intentaba desechar esa imagen, y traer a Raúl a su cabeza, este intento resultaba inútil, pues notaba que su ritmo de excitación y de acariciamiento, no acompañaban a esa imagen.

Silvia, gimiendo levemente, sentía como su rajita, estaba totalmente húmeda, y sus pezones, estaban tan duros como nunca, hubiera querido tener mas manos, para poder acariciarse mas intensamente, hubiera querido tener las manos, y no solo eso, del joven monitor, para que le ayudaran en este estado, hubiera querido estar en una cama con el, o en otro aseo, pero no allí en su oficina, sino en el aseo del gimnasio, donde quizás, la falta de espacio hubiera hecho que el monitor y ella, hubieran tenido que juntar sus cuerpos, sin dejar espacios al aire libre,

La combinación de estos pensamientos, y los movimientos de sus deditos tocando y dando vueltas cada vez mas firmemente alrededor de su puntito caliente ya a punto de estallar, hicieron que llegara el orgasmo, dando unos grititos ahogados, justo cuando escucho, el ruido de la puerta.

Silvia, intento controlar sus grititos y sus gemidos, aunque no le resultara fácil hacerlo, ya que había alcanzado uno de los mejores orgasmos, que había tenido últimamente, mucho mejor en cualquier caso que los que sentía con Raúl. Completamente empapada, e intentando que su respiración acelerada no se escuchase, espero a ver si podía averiguar que venia a hacer esa persona al servicio, mientras con su mirada, se aseguraba, que el pestillo estaba efectivamente cerrado.

Sentada en el aseo, escucho el gorgoteo típico de la meada de un hombre, sobre el agua del water, y respiro aliviada, cuando escucho tirar de la cisterna, y el ruido de la puerta otra vez, que le indicaba, que el tipo ya había salido.

Cuando empezó a vestirse, Silvia noto que en la vorágine de su masturbación, sus braguitas habían caído al suelo, y que ahora estaban bastante mojadas, y muy contrariada, empezó a maldecir a los hombres en general, que se meaban fuera del water, y a Raúl en particular que también solía hacerlo en casa. Ahora se encontraba con la situación que sus braguitas estaban sucias, y que tenia que estar el resto del día sin bragas en el trabajo, lo cual a una mujer con su personalidad, no le hacia nada de gracia.

Salio del servicio, no sin antes coger un poco de papel y envolver y disimular sus bragas en la papelera, y se refresco y se adecento un poco, antes de volver a su mesa de trabajo.

A pesar de que las mesas de trabajo de la oficina eran del tipo con mampara por delante de las piernas, Silvia no dejo de sentirse inquieta durante el resto de la mañana, no solo por esta sensación de ir sin bragas, sino también por la inquietud que le provocaba pensar si el tipo que había entrado a los aseos, cuando ella estaba alcanzando su delicioso orgasmo, le habría escuchado, o no, y en cualquier caso, si ,sin que ella hubiera podido observarlo, la espiara a la salida, para comprobar quien era la dueña de esos gemidos. Aquella sensación, que al principio casi le aterraba, poco a poco, fue cambiando de perspectiva, hasta llegar a excitarla, cosa que a Silvia le causaba cierta desazón, no solo por el hecho subjetivo de que se apartaba de su manera de ser, de chica fría y calculadora, sino por la situación constatable, que estaba sintiendo que su entrepierna se estaba humedeciendo, y esa situación, sin la protección de unas braguitas podía volverse peligrosa, puesto que esa humedad podía manchar su faldita, y poner la en evidencia delante de sus compañeros.

A la hora de la comida, como siempre, algunos compañeros se acercaron a su mesa para recogerla. La empresa, por la multitud de visitantes y clientes que tenia, disponía de cantina propia, pero ante el temor de tener que sentarse en las mesas, y los posibles movimientos y miradas que pudieran descubrir su falta de protección interior, Silvia decidió ir con un grupo de compañeros que salían a comer a un bar, situado en el polígono industrial, junto a las oficinas donde estaba ubicada la empresa, con la esperanza de comer algo rápido y si era posibleni tener que sentarse siquiera. Al grupo de formadores, se unían ocasionalmente, clientes y visitantes de la oficina y en algunas ocasiones, estudiantes de informática, que realizaban algún tipo de práctica, como complemento a sus estudios.

Ese día , junto a dos de sus compañeros, venia un chico bastante joven, de apariencia árabe, al que sus compañeros presentaron como Abdel, que resulto ser un argelino que estaba realizando estudios de informática, y que por medio de un conocido, iba a asistir a un seminario sobre herramientas de SAP, que se iba a realizar en la empresa.

Mientras se dirigían al bar, Abdel se mostró muy amable y muy solícito con Silvia, cosa que no era de extrañar, ya que Silvia, no solamente era una de las tres chicas de la empresa, entre una plantilla de 17 formadores, sino que para su edad, se conservaba estupendamente, cosa que le costaba sus buenas sesiones de gimnasio, y de la que ella se encontraba muy orgullosa.

Silvia, intentaba ser amable con Abdul, aunque la verdad es que a ella, los árabes no le resultaban muy simpáticos. Aunque no le gustaba reconocerlo públicamente, a ella los "moros", no le caían muy bien, y todavía recordaba una de las últimas discusiones con Raúl, cuando en sus últimas vacaciones a Marruecos, en la piscina del hotel, su marido le había pedido que se quedara en top-less, porque a el le excitaba que los moritos que había en la piscina, le pudieran ver sus tetas, cosa que por supuesto ella no hizo, y que origino que estuvieran un día de esas vacaciones sin hablarse. Desde luego, este Raúl ya no tiene nada de aquel chico romántico que conocí hace 6 años, y cada vez se esta haciendo mas pervertido, pensó ella.

Al llegar al bar donde pensaban comer, se encontraron que estaba cerrado, y decidieron ir a uno que estaba al lado, que la verdad, no tenia buena fama, pero ante la urgencia de comer algo rápido, se presentaba como la única opción.

Realmente, el bar, estaba lleno, y no precisamente muy limpio. A ese bar solían ir trabajadores dedicados a actividades manuales, al entrar, se notaba, que debían de trabajar muy duro. Además, había bastantes moscas, ya que el bar estaba al lado de un huerto al que acababan de abonar.

Vaya, pensó maliciosamente Silvia, aquí Abdul debe sentirse como en casa, se dijo recordando el estado de los bares y restaurantes, si es que podía llamárseles así, de sus vacaciones en Marruecos (así era Silvia…). Tuvieron que sentarse en una pequeña mesa rectangular, donde apenas cabían los cuatro, y pidieron unos bocadillos, para terminar lo antes posible.

Mientras charlaban de cosas intranscendentes, Silvia sintió el roce casual, de las rodillas de Abdul, que se había sentado enfrente suya. Para ella, esa no fue una sensación muy agradable, pues entre el ruido que hacia la gente, el olor a sudor que hacia, y las moscas que revoloteaban por todos lados y ese mismo roze, se estaba empezando a sentir un poco incomoda. De repente sintió un cosquilleo exterior muy leve en sus nalgas que le erizaron la piel. No puede ser Abdul, se dijo a si misma, es demasiado superfluo, para que sean unas manos, pensó, y cuando se movió y sacudió para aliviarse, vio que un par de moscas, salían de su entrepierna.

Aquella situación, la desquicio, y al igual que lo que había sentido por la mañana tras salir del servicio, lo que empezó siendo un malestar, paso a ser una excitación, que empezando por su sexo, la recorría de arriba abajo. Silvia se maldijo a si misma, no puede ser joder, que me este excitando, aquí, en un bar de obreros, enfrente de este moro, y con las moscas, encendidas por el olor de su corrida y del liquido que fluia de su sexo, revoloteándole por el coño.

Como el sofoco le estaba subiendo por el cuerpo, hasta que le llego a la cara, y sintió una tensión en sus mofletes, que supuso, que seria la misma que ella misma se había visto en el espejo, antes de masturbarse. Abdul, al verla tan colorada, le pregunto si se encontraba bien y ella respondió que solo estaba un poco sofocada por el calor. Abdul, se ofreció amablemente a pedir que les envolvieran sus bocadillos y a acompañarla a la oficina, y aunque Silvia al principio se negó, ante la insistencia de Abdul, y de sus propios compañeros, que no querían que se fuera sola, pero que preferían agotar su pausa de la comida, acabo aceptando, y dejándose acompañar.

Cuando salieron, decidieron andar hasta el edificio de la empresa, ya que sus compañeros, se quedaron con las llaves del coche. Durante el breve paseo, Silvia se sintió un poco azorada, por una parte se sentía un poco incomoda, de ir "desbragada", con la solo compañía de un moro, hacia el edificio ( seguramente al cerdo de Raúl, eso le excitaría mucho), por otra parte, Abdul era un chico muy simpático y abierto, y porque no decirlo, bastante atractivo. Era el típico morito muy moreno, fibroso y con unos ojos muy negros y bonitos y un pelo muy negro y ensortijado

Entre esas dos sensaciones, la calentura de Silvia no acababa de bajar, y las atenciones que le prestaba Abdul, y los comentarios divertidos y simpáticos que hacia, contribuían mucho a ello.

Al llegar al edificio, donde en ese momento no se veía a mucha gente, Abdul, le pregunto si no quería refrescarse un poco en el servio, que el la acompañaría y le ayudaría a hacerlo. Silvia le comento que no era necesario, que podía hacerlo sola, pero Abdul, insistió, apelando a su cortesía árabe.

Cuando iban al servicio, las contradicciones de Silvia se volvieron a poner de manifiesto, casi se sentía obligada a dejarse acompañar por ese niñato, que no le había dejado otra opción, pues negarse hubiera resultado un poco violento, aunque al mismo tiempo, pensar que iba a entrar en el mismo servicio, donde esta mañana se había masturbado ( pajeado fue la primera palabra que pensó), acompañado por un morito, y sin bragas debajo de la falda le hacia ponerse cada vez mas caliente, y cuando entraron al servicio, al ver como sus pezones se marcaban en el espejo, por encima de su camisa, la hizo sentir de nuevo ese sofocón, mezcla de calentura y de ridículo que le hacia sentir estar tan excitada en esa situación.

Como consecuencia de ese sofoco, Silvia empezó a sudar, acalorándose, y sintiéndose un poco indispuesta y mareado.

Abdul, al verla así, le pregunto si se encontraba bien, y temiendo que fuera a caerse, le hecho la mano por la cintura, para atraerla hasta el lavabo.

No es nada, dijo, Silvia, pero el hecho de sentirse tan cerca de Abdul, de olerlo, de sentir el contacto de la piel de su brazo, con el suyo propio, la estaba haciendo perder el control.

Vamos, dijo Abdul, te ayudare a refrescarte con un poco de agua, pero será mejor que te quites la camisa, porque, si no se te va a quedar empapada.

Vaya, pensó Silvia, este Abdul quiere aprovecharse de la situación, y no voy a permitirlo tan fácilmente;

No, no es necesario, le contesto

Vamos dijo Abdul; crees que no he visto nunca a una chica en sujetador, es que en Europa no vais a la playa o que?, anda quítate la camisa, que un poco de agua te ayudara a mejorarte

Silvia no supo negarse, y casi sin saber como, se estaba desabrochando la camisa, para que Abdul la ayudara a refrescarse.

Muchos pensamientos le venían a la cabeza en ese momento, que pasaría si algún compañero entrara en el servicio en ese momento, aunque se tranquilizaba pensando que a esa hora todos estaban en la cantina, que tenia sus propios aseos, que pensaría Raúl si la viera en ese momento, en un aseo, sofocada, o en ese momento ya mas bien convendría decir excitada, desabrochándose la camisa delante de un morito, pero el principal pensamiento era Abdul, que por momentos, le iba pareciendo cada vez mas atractivo, mas sensual, mas apetecible, esperando que ella se quitara la camisa para ayudarla a refrescarse.

Por suerte, Silvia se había puesto ese día un sujetador blanco de encaje, que le resaltaban sus pechos, justos de tamaño, y todavía sin haber cedido demasiado al paso del tiempo.

Cuando se quito la camisa, Abdul le dijo: Vamos, acércate y apóyate aquí en el lavadero, que pueda echarte un poco de agua en el cuello,

Cuando se acerco al lavadero, Silvia se asusto un poco al ver, tanto sus ojos brillante, llenos de deseo, como no se había visto nunca, como sus mofletes encendidos, pero sobre todo, sus pezones, que estaban disparados hacia delante, y que contrastaban en su oscuridad con el blanco del sujetador, aunque ese susto le hacia comprender que estaba llegando a un punto donde no había retorno.

Apoyando los codos en el lavadero, se flexiono hacia abajo, mientras Abdul ya había abierto el grifo, y con la mano, empezó a echarle un poco de agua, mientras le preguntaba si se encontraba mejor

Si, si, contesto, ya empiezo a sentirme bien, muchas gracias Abdul…( era la primera vez que decía su nombre y le gusto mucho como sonaba, Abdul, Abdul, se repitió en sus pensamientos…)

Si me permites frotarte un poco la nuca, le dijo Abdul, seguro que te encontraras mucho mejor, le contesto, y al mismo tiempo, sin darle oportunidad de contestar, empezó a frotarle la nuca, a la vez que seguía echándole agua.

Como Abdul era bastante mas alto que ella, esto le permitía, que desde su costado, en un lado del lavabo, le estaba haciendo un masaje en el cuello, que desde luego, estaba acabando con todas sus defensas

Silvia se veía a si misma, como si se pudiera ver en desde la esquina del cuarto de baño, reculada sobre el lavabo, solo con el sujetador y su falda, sin nada debajo de esta, y siendo masajeada por un morito, que físicamente cada vez le parecía mas atractivo, y que estaba dándole un pequeño masaje, cosa que a ella le gustaba tanto, y que Raúl nunca le hacía, y se estaba poniendo cada vez mas excitada.

Para consolarse ella misma, ante lo que preveía que se le veía encima, pensaba en su marido, y que seguro que esta situación le gustaría mucho, incluso se pregunto a si misma si debía contársela

Entonces, Abdul, se movió hacia atrás de ella, y cuando Silvia se volvió para preguntarle que hacia, Abdul le dijo; No te preocupes Silvia, déjame ponerme atrás tuya, para poder darte mejor el masaje.

Era la primera vez que Abdul, la llamaba por su nombre, y a Silvia le pareció que estaba escuchando música divina…Además, Abdul se encajo en su parte posterior, y aunque en principio se mostró respetuoso, los nuevos movimientos de mano que le permitían esa postura en su masaje en el cuello, hacían sentir a Silvia cada vez mas excitada, mas cachonda.

A la vez que movía las manos para el masaje, Silvia empezó a notar un movimiento de cintura de Abdul, el cual se encontraba prácticamente encajado en su trasero en pompa y desbragado. En ese momento, un último sensación de resistencia apareció en la cabeza de Silvia, que esta haciendo este moro, pensó, pero un deslizamiento de los pulgares de Abdul, hacia la espalda de Silvia, desarmo sus últimas defensas, y apenas imperceptiblemente, ella empezó también a mover la cintura, al ritmo de Abdul, cosa que este noto en seguida, y acercándose al oído, le pregunto, ¿ como te sientes ahora, Silvia?

Silvia se volvió, sin poder aguantar mas, y se encontró de frente, casi pegado a ella, a Abdul, que ahora, en vez de un moro, le parecía un adonis, un galán, una escultura de mármol oscuro, que se presentaba a su alcance, y cuando Abdul se acerco a su, boca, ella, lejos de oponer resistencia, bebió de su lengua, se metió en su boca, como si aquello fuera capaz de apagar toda la calentura en que se había convertido su sofoco. Fue un beso apasionado, como los primeros besos que se dan en la adolescencia, en los que se pretende descubrir al otro, por los movimientos de la lengua, por la forma de la boca, por los intercambios de saliva, y a Silvia, a la que le encantaban los besos, que por otra parte ya no tenia con Raúl, aquel beso, la dejo rendida, abandonada, a la merced de Abdul, que aprovechándose de la situación, ya estaba desabrochándole el sujetador.

A pesar de todo, Silvia tenía miedo que alguien pudiera entrar al aseo, y por eso, paro a Abdul, y le dijo que entraran en uno de los retretes.

Como quieras le contesto Abdul, y entraron ambos en una de los minúsculas habitaciones donde se encontraba el retrete.

Allí, Silvia, sin poder esperar, empezó a besar otra vez a Abdul, y este, ya consciente de su situación de dominio, se quitaba, su camiseta, y se bajaba, los pantalones y los calzoncillos, y, señalándole su pene a Silvia, le dijo que se la chupara.

A Silvia no le gusto mucho esta prisa y esa sensación de mando, que estaba imponiendo Abdul, pero, consciente de su situación, y caliente como una perra como se justifico a si misma mentalmente que estaba, no le costo ningún trabajo, bajar su cabeza, y pasar de besar y comer la lengua de Abdul, a sentarse sobre la tapa del water, y empezar a tragarse su poya..

Cuando se la metió en la boca, se dio realmente cuenta de su tamaño, mucho mas larga y algo mas gorda que la de Raúl, y aunque a Raúl apenas se la había comido dos o tres veces, ya que a ella no le gustaba mucho esa práctica, y solo lo hacían alguna vez que Raúl la pillaba "alegre", se concentro en disfrutar de esa mamada, que aunque cuando se la metía completamente en la boca, le daban unos principios de arcadas, cuando salía, y con la lengua recorría del glande hasta los huevos de Abdul, le daba la sensación de que era una polla helada, que le refrescaba su calentura, y le calmaba su malestar, y aunque cada vez se sentía mas caliente, mas le gustaba y mas disfrutaba de esa polla helada.

¿Cómo te sientes ahora, Silvia?, oyó que le decía otra vez Abdul, y que le acariciaba la cabeza de arriba a abajo, marcándole el ritmo el ritmo de la mamada.

Silvia levanto la cabeza y lo miro, con una postura un tanto forzada, flexionando el cuello hacia arriba, en una situación de sumisión que ya aceptaba como buena, sin dejar de mamarle la verga a Abdul, y contestándole que muy bien con la mirada, sin dejar de refrescarse con esa poya mora que tanto gusto le estaba dando.

No te parece que ya es hora de probar tu cuevecita Silvia?

Ella, que cada vez que escuchaba su nombre de de la boca de Abdul, se excitaba un poca mas si cabía aún, le contesto:

Claro que si cariño, le contesto, extrañándose a si misma de llamar a Abdul de esa manera.

Cuando Silvia se estaba levantando, se dio cuenta, que la tapa del water, sobre la que estaba sentaba, estaba totalmente encharcada de sus propios jugos. Como estaba sentada a horcajadas sobre el water, con su culito y su coñito en contacto directo con la superficie de la tapa, durante todo el tiempo que había estado haciéndole la mamada, su sexo había estado generando liquido, y el hecho de que no llevara bragas, había propiciado aún mas si cabe, el hecho de que se había llenado todo de liquido.

Además, aunque estaba muy excitada, la situación de no llevar bragas, y de la reacción que pudiera tener Abdul, la retraía un poco, pero, a la vez la llenaba de una vergüenza muy morbosa.

Como no había mucho espacio dentro de la habitación del W.C., Abdul la levanto, y después de morrearla durante unos segundos, le pidió que se diera la vuelta, y que se pusiera mirando a la pared, con las piernas abiertas sobre la taza del water.

Silvia, se había convertido en una muñeca, que se dejaba hacer, y se ponía como Abdul la dijese.

Cuando Abdul le subió la falda, se llevo una sorpresa, y le pregunto:

Silvia, y tus bragas?

Ella, mas caliente y nerviosa aún, no sabia que contestar

No veras, es que

Me llevo fijando todos los días del curso en ti, y jamás pensé que una mujer como tu, viniera al trabajo sin bragas, ya veras cuando lo sepan los demás alumnos, tus clases van a empezar a tener mucho éxito…, le dijo Abdul, a la vez que su verga empezaba a rozar la entrepierna de Silvia, que, muy asustada ante la posibilidad de que Abdul le contase a todo el mundo no solo su aventura, su polvazo, sino el hecho vergonzoso de que viniese a trabajar sin bragas, no encontraba palabras para defenderse ni para argumentar algún motivo que explicara la falta de esta prenda, porque el roze de la verga de Abdul la estaba volviendo loca,

Si quieres sentir mi poya, le dijo Abdul muy seguro de si mismo, me tienes que prometer, que mañana, además de no traer bragas, tampoco traerás sujetador

Silvia, no sabia que contestar, Abdul, le estaba proponiendo entrar en un juego al que jamás había pensado que iba a jugar, pero con su poya rozando su sexo, no tenia muchas opciones, así que cuando Abdul, le aparto la poya, ella desquiciada, le dijo:

Claro que si, cariño, como tú quieras, pero métemela por favor, que ya no aguanto más

Muy bien, putita, así me gusta, que seas obediente, y que seas abierta a los juegos…, y mientras decía eso, frotaba la punta de su capullo, al clítoris de Silvia, que sentía, como estaba chorreando jugo de su sexo, debido al grado de excitación que tenía.

Entonces como vas a venir mañana Silvia, dímelo que quiero escucharlo de tu boca

Sin bragas ni sujetador, Abdul, como tú digas, solo con falda y camisa, o con lo que tú me pidas

Al responder esto, Silvia sintió como la verga de Abdul, entraba por su coño, y tuvo que morderse la lengua para no gritar de placer, porque la poya de Abdul, le estaba rozando sus paredes vaginales, y con todo el liquido vaginal que estaba generando, ese rozamiento, le proporcionaba un placer superior

Muy bien Abdul, follas mejor que mi marido…, me estas llenando de placer

No sabia que estuvieras casada, le dijo Abdul, todos nos lo preguntamos en clase, pero nadie lo sabia.., así que tienes marido, no te da vergüenza Silvia, estas hecha una gatita muy mala, vienes sin bragas, engañas a tu hombre, que otra sorpresa me vas a dar

Silvia, se maldijo a si misma por haber hecho ese comentario, pero esa maldición no duro mas de un momento, porque a pesar de que no le hacia gracia que Abdul supiera que tenia marido, el sentir la poya de Abdul dentro de su sexo, estaba dejando a Raúl en el segundo plano muy, muy lejano, y se sentía a si misma envilecerse, emputecerse, sentirse muy, muy guarra

Te daré todas las sorpresas que tu quieras, pero no pares de follarme Abdul…, le dijo, con un poco de miedo de que Addul se corriese y la dejase a las puertas de la gloria, como solía hacer Raúl.

No te preocupes Silvia, voy a estar bombeándote hasta que no puedas mas, hasta que me digas que pare, hasta que te quedes sin fuerza, y mientras decía esto, aumentaba el ritmo de sus embestidas, mientras la levantaba el culo, para hacerla sentir la poya por toda su cavidad, mientras que con la mano, le empezó a masajear el clítoris, que se había hinchado como una avellana y que estaba muy sensible.

Silvia, sintió que su orgasmo estaba llegando, y para disfrutarlo mas, se puso a pensar en todas descontroles que estaba cometiendo…, follando en el cuarto de baño, después de haberse masturbado en ese mismo cuarto de baño, engañando a su marido, Raúl, precisamente como el se lo había insinuado haciéndoselo con un morito, un chaval al menos 10 años mas joven que ella, pero que le parecía una especie de dios de ébano, y que encima, estaba empezando a tener una actitud dominante, de ordeno y mando sobre ella, de decirle lo que tenia que hacer, y como tenia que vestir, o mejor dicho no vestir

Todos estos pensamientos, multiplicaban el efecto devastados de la poya y de las manos de Abdul, y Silvia empezó a estremecer, sintiendo un calor, preludio de orgasmo, que llegaba con una intensidad que jamás en su vida había sentido.

Ahora que estaba segura que la poya que tenia entre las piernas aguantaría con creces la llegada de su orgasmo, empezó con un movimiento circular de su sexo, sobre la poya de Abdul, como si quisiera sacársela a la manera de un sacacorchos, sintiendo que el bombazo que iba a sentir, la iba a dejar exhausta, cuando una especie de ola de calor recorrió su cuerpo, y le dio el mejor orgasmo que había tenido nunca….que termino como un taponazo de placer, después de que ella hubiera desenroscado todo el gusto que Abdul podía darle

Silvia, se sentía como un guiñapo, ensartada por el rabo de Abdul, apoyada en las paredes del water, y sin apenas ya fuerzas para nada, pero sintiendo aún la poya de Abdul bombeándole dentro de su cuerpo, entonces, Abdul le dijo

Te sientes bien, no Silvia, pues ahora necesito que me ayudes a sentirme a mi también bien, porque tu coño esta tan lubricado, que mi poya no siente mucho, así que ve preparando tu culo para que sea penetrado

Silvia se estremeció al oír esto, ella aún era virgen por esa parte de su cuerpo, Raúl siempre quiso metérsela por hay, y aunque ella siempre se había negado, un par de veces que la había pillado en condiciones especiales, y no había sido capaz de negarse, al final el nunca tuvo la firmeza necesaria para metérsela, por lo que en ese sentido, consideraba ese agujero a salvo. Además, Silvia por su estricta moralidad, no consideraba esa práctica, como un posible disfrute sexual, sino como una humillación, por la que tenían que pasar las mujeres, para saciar el ego sexual del hombre.

Paro ahora la situación era distinta, se encontraba ensartada en la poya de Abdul, en el reducido espacio del cuarto de baño, totalmente a merced del morito, y totalmente guarreada y muerta de gusto…. Aún así, Silvia intento una tímida defensa:

No Abdul, no por favor, no me gusta esa práctica, y además me dolería mucho, no me hagas eso por favor

No te preocupes, Silvia, te voy a lubricar bien ese culo tan hermoso que tienes, y veras como termina gustándote… le contesto Abdul, mientras ella sentía como acto seguido el la escupía el culo, y le restregaba la baba por el limite del ano, sin dejar de seguir bombeándola,..

La sensación de ser escupida y masajeada exterioramente por el ano, a la par que estaba siendo follada, le estaba resultando una mezcla, que por momentos pasaba de ser degradante, a excitante, pero aún así ella continuo defendiéndose

No, no , no sigas con eso Abdul, déjalo por favor, le dijo, aunque sin dejar de llevar el movimiento de acompañamiento de la penetración que el moro le estaba haciendo

Es que no lo has hecho nunca por hay, le pregunto Abdul, a la vez que le metía ya el primer dedo empapado de saliva por el ano

Siii, noo, es quee…Silvia ya no sabia que decir, porque la verdad es que la sensación de la entrada de ese dedo no había sido tan desagradable, no sabia si la circunstancias en las que estaba, bajaban sus defensas, o es que Raúl, nunca le había hecho una cosa, así, y quizás no estaba tan mal..

Responde, dijo, Abdul, respóndeme y prueba esto, afirmó mientras le metería en la boca el primer dedo con el que había horadado su culito

Para no tener que responder, Silvia se metió el dedo en la boca, y lo deglutió, como si fuera el manjar mas exquisito que pudiera probar, y lo degusto con un ansia, con la que estaba dando por buena la voluntad de Abdul,

Muy bien, le dijo, este, así, me gusta, como una niña buena Silvia, y retirándole la mano de la boca, se la inserto de nuevo en el ano, que cada vez estaba siendo mas flexible, lo que aprovecho para introducir el segundo dedo, y decirle, enseguida vas a saber lo que siente una perra,

Silvia, empezó a tener una sensación nueva, y ese segundo dedo, a la vez que la molestaba un poco, también le proporciona un atisbo de bienestar, una sensación leve de placer que la animo a empezar a acariciarse su sexo, para hacer mas llevadera su ultima perdida de virginidad,

Ya veo que te estas preparando para disfrutar, le dijo Abdul, a la vez que escupía sobre sus dedos, para lubricar aún mas el ano de Silvia, que al escuchar como le escupía Abdul, empezó a sentirse realmente como una perra, y empezaba a concentrarse en buscar su segundo orgasmo, cosa que no le ocurría hacia ya mucho tiempo

Abdul, viendo como Silvia se concentraba en si misma, saco sus dedos del culo, y aproximo la punta de su pene, al ano , el cual al sentir el contacto con el glande, muy diferente al contacto de los dedos, se estremeció de nuevo

Ten mucho cuidado, Abdul, por favor, le dijo Silvia

No te preocupes, perrita, vas a sentir el mejor gustito, de tu vida, simplemente obedece sin rechistar, y no pongas resistencia, le dijo, a la vez que le introducía el glande, en el ano, previamente dilatado por sus dedos

Un suspiro ahogado, escapo de los labios de Silvia, a la vez que una lagrima se escapaba de sus ojos, pero no era una lagrima de dolor, o no por lo menos en el sentido estricto que se entiendo por dolor, sino una lagrima refleja, consecuencia de la aceptación de estar entregando su último tesoro, a aquel morito, que la estaba humillando, aunque a la vez la estaba colmando de placer en un water como a una perra cualquiera.

Te gusta putita, le pregunto Abdul

Siiiii,le contesto Silvia, extrañándose de si misma, aguantando aún la percepción de dolor que le producía la presión de la poya de Abdul en el ano, pero al igual que anteriormente en el lavabo, empezando a sincronizar con un movimiento de cadera las embestidas que le daba Abdul

Muy bien, perrita, así me gusta, que me lo pongas fácil, le dijo Abdul, a la vez que la penetraba ya totalmente, aunque a un ritmo aún bastante acompasado, y no dejes de tocarte, las perritas paJilleras me gustan mucho mas

Silvia, maldijo en su interior a Abdul, el muy cabrón además de encularla, la estaba llamando pajillera, si en alguna otra circunstancia alguien le hubiera dicho eso, se hubiera enfadado mucho, y aunque el muy cerdo tenia razón, y ya era la segunda vez que se estaba tocando su botoncito aquel día, pero en esta ocasión, este tipo de insulto, la estaba calentando terriblemente, y además del placer físico que le daba la situación sexual en sí, se unía, tanto el morbo de poder ser descubierta, la degradación moral a la que la estaba sometiendo Abdul, y siempre, el recuerdo de Raúl, siempre presente en su cabeza, sometido a una constante comparación con su amante, y perdiendo continuamente en este juego

Abdul, que estaba arqueado sobre Silvia, cubriéndola totalmente, empezó a acelerar, el ritmo, y con una mano, doblo la cabeza de Silvia, que se encontraba bajo la suya, y empezó a restregarle la lengua por la cara, y cuando al hacer esto, sin dejar de culear a Silvia, esta le aparto un poco la cara, le dijo:

Que pasa perrita, es que no te gusta ser montada por tu dueño, saca tu lengua, perra¡¡¡

Aunque esa, precisamente era una de las cosas que odiaba de Raúl, como la babeaba cuando se acostaban juntos, Silvia, aceptando su condición de sumisa total, saco su lengua totalmente, y cuando Abdul la contacto con la suya, el intercambio, o mas bien la caída de saliva que recibió, la animo a pensar, que esa era la misma saliva que le estaba lubricando su culo, por lo que empezó a mover su lengua, sobre la boca de Abdul, como una perrita que bebe agua en un platillo

Abdul, que aún no se había corrido ninguna vez, se sintió muy excitado, sintiendo la lengua de Silvia, beber de su boca, y viendo próximo el momento de su eyaculación, empezó a jadear a Silvia, a la vez que incrementaba su ritmo de bombeo

Muy bien, perrita, lo estas haciendo muy bien, y para que disfrutes del momento, me voy a correr en tus entrañas, y te voy a inundar de semen, te vas a sentir muy, muy llena y muy satisfecha, como una perrita en celo una vez bien cubierta

Silvia, estaba ya totalmente descontrolada, el embolo que sentía en su culo, cada vez le gustaba mas, y le dolía menos, le daba mas placer físico, que se acompañaba con la masturbación que se estaba haciendo con su propia mano, y se sentía moralmente mas humillada, lo que , paradójicamente, acentuaba, el placer, que sentía, tanto por delante, como por detrás, y la aceleración en el ritmo, que estaba sintiendo en Abdul, le hizo sentir como aumentaba la sensación de calor, una mezcla de calor que le venia tanto por la fricción que se estaba produciendo en su ano, y en su botoncito, como por una sensación de placer , que subía y bajaba por todas partes de su cuerpo, en dirección a su sexo, de una manera que gradualmente se intensificaba, y que parecía estar dirigida por el movimiento de la verga de Abdul en su culo, y de su dedito en su clítoris, una sensación de calor que se hacia mas intensa y mas intensa, y que estallo en una oleada de placer, cuando sintió y oyó a Abdul eyacular en su culo, y una sensación de calor global estallo en todo su cuerpo, haciéndola sentir el mejor orgasmo que nunca había tenido..

En aquel cenit de sensaciones, Silvia sintió que un chorro de líquido escapaba por su coño, y sorprendida sintió que estaba, orinando, que su pipi se estaba escapando, la perdida de control que había sufrido por su orgasmo, había hecho que perdiera el dominio sobre su vejiga, y se estaba meando sobre la tapa del water.

Silvia, se sintió muy liberada a la vez que sorprendida con aquella meada, fue una especie de catarsis, que la hizo aceptarse, y dar por bueno todo aquello que había hecho..

Muy bien mi perrita, escucho que le decía Abdul, así me gusta, que te mees como una puta perra que eres…, ya has marcado tu territorio de perrita, y a partir de ahora, este será el sitio donde te montemos, yo y mis amigos…, y todos los que vengan después de mi…, en el aseo que tu has marcado como tu territorio…, si a partir de ahora alguien te pregunta donde están los aseos mixtos, ya sabes donde tienes que traerlo, y lo que tienes que hacerle, has entendido

Silvia, que estaba exhausta, sentada sobre la taza cerrada del W.C, y apoyada en el deposito de la cisterna del water, se reincorporo, miro a Abdul, y sin decir nada, asintió con la cabeza…flotando como aún se encontraba, des pues de la sucesión de orgasmos que había tenido

Mas tarde, de regreso a casa, otra vez se encontró con una retención de coches…, pero esta vez, aprovecho la parada, para darse un masajito en su conchita, recordando todo lo que había hecho aquel lunes…. , cuando un BMW con dos ejecutivos muy elegantes, que se había parado al lado, la miraban sonrientes al ver lacara que ponía Silvia mientras se pajeaba, ella les pregunto, insinuante ¿conocéis alguna cafetería por aquí cerca, donde se pueda tomar algo…?