Emocionante experiencia

Es la historia de como conocí a una chica sorprendentemente hermosa, que tenía una sorpresa oculta, y de como cambió mi vida.

Emocionante experiencia. 1ª Parte

He decidido compartir una experiencia que me resultó sumamente emocionante, y creo que ha cambiado mi vida en forma definitiva. Si alguien me hubiese planteado una situación similar, lo hubiera tomado por loco, de otra forma lo hubiera golpeado.

Esto es más o menos lo que me tocó vivir, lo adecué un poco para que resultase más entretenido, pero es la pura verdad.

Hace un año heredé de mi tío una pequeña compañía de transporte de cargas, no es muy importante, pero tiene ingresos muy interesantes. Esto se suma a que tengo un buen empleo en un banco, en la sección de auditorias.

Tengo 27 años, soy rubio de ojos verdes, 1,90 de altura, mantengo un buen estado físico debido a que concurro diariamente a un gimnasio y practico varios deportes, como ser fútbol sala, tenis y jogging. Me gusta mantener un físico en óptimo estado, lo que me ha dado buenos beneficios con el sexo opuesto. Mis ingresos me permiten darme varios lujos, mantengo un lindo piso y tengo una camioneta Honda 4x4, almuerzo y ceno en buenos restaurantes, salgo con bellas mujeres, concurro a todos los clubes de moda, y viajo a diferentes lugares y países en mis vacaciones.

No mantengo relaciones estables, más bien trato de follarme todas las mujeres que puedo, manteniéndolas como amigas, siempre que se puede. Mis encantos me han permitido llegar lejos, no he tenido muchos miramientos, me he follado novias y hasta esposas de amigos y compañeros. De hecho, mi último ascenso vino gracias a que me follé la atractiva esposa de mi jefe, una rubia ninfómana de 42 años, aun la follo ocasionalmente.

Así andaba en la vida, disfrutando de todos los placeres, hasta que un viernes de noche, víspera del día nacional, tuve un desperfecto mecánico en mi camioneta. Tenía intenciones de levantar a mi última conquista, una rubia de grandes tetas que había conocido en el gimnasio. Cuando la llamé, la tía se puso tonta y la cancelé sin miramientos.

Sin programa, salía a caminar un poco por la avenida y al llegar a una esquina vi una morocha muy alta con un físico espectacular, ella me miró pero siguió su marcha, con un movimiento de caderas que me dejó prendado. La seguí como 15 minutos, caminaba muy rápido, cuando la alcancé ella entró en un club. Nunca había entrado al lugar, no pertenecía a mi circuito habitual.

Entré, luego de pagar una entrada. El lugar no era nada de otro mundo, mesas distribuidas en torno a una pista de baile, un escenario, una amplia barra, varias parejas, además de mujeres y hombres que buscaban la suya. Me arrimé a la barra, me senté en un banco y pedí un cuba libre.

Mientras bebía observé el ambiente con atención, no encontraba a la morocha. La música estaba muy alta, la luz no era muy buena, y empecé a evaluar retirarme luego del trago si no encontraba a la chica, sabía que podía ir a muchos lugares donde tenía garantida la noche. Encendí un cigarro, me gusta fumar de vez en cuando buenos cigarros, no esos habanos al estilo de Fidel, sino que los que son más finos y fabricados en Europa.

Detecté a la morocha dirigiéndose hacia donde yo estaba, venía de lo que supuse eran los baños, se sentó a la barra, lugar por medio de donde yo estaba. La observé de reojo, era muy bonita, pelo largo hasta la cintura, tez trigueña, ojos oscuros, facciones delicadas, labios grandes y delineados, nariz algo aguileña. Lucía un vestido negro sin mangas, de falda muy corta que mostraba unas piernas largas y torneadas, enfundadas en unas medias de lycra, que terminaban en unos zapatos de igual color con tacones muy altos. Tenía un busto generoso, que contrastaba con su delgada figura, el abdomen era completamente plano, parecía una pantera.

Ordenó algo, que no llegué a oír debido a la estridente música, sacó cigarrillos de su bolso y se puso uno en la boca, tenía estilo, sus movimientos eran sensuales y decididos, buscó en su bolso el mechero, sin duda lo tenía, pero fingió no encontrarlo, levantó la cabeza como buscando alguien que le encendiera el cigarrillo.

Allí estaba yo, mechero en mano, me miró fingiendo sorpresa y arrimó el cigarrillo a la llama. Me dio las gracias, yo me senté en el banco que nos separaba inicialmente. El barman arrimó mi copa y el cenicero.

"Me llamo Ernesto, espero que estés sola y no te importune. Me gustaría charlar un poco, es aburrido beber solo" dije esbozando mi mejor sonrisa. Ella me miró de reojo, aspiró fuerte su cigarrillo, y luego de expulsar el humo, me contestó "Espero a una amiga. No me molesta conversar contigo siempre que no te pongas tonto, como la mayoría de los hombres". Su voz era bastante ronca, me miró como si me estudiara.

"Supongo que debes tener un nombre, si es que no te molesta compartirlo conmigo" le dije. "En absoluto, me llamo Carla" respondió, mientras bebía lentamente. "¿Vienes con frecuencia a este club?" pregunté. "A veces. No me gusta mucho el ambiente, la música es muy estridente, los hombres muy tontos, y las bebidas dejan que desear" respondió. "Creo que entiendo lo que dices, conozco mejores lugares, y sería un placer si me acompañaras." Dije probando suerte. "Espero a una amiga, como ya te dije. Quizás en otra oportunidad" contestó.

Seguimos bebiendo y charlando. Se mostraba esquiva, pero seguía allí, eso indicaba que aun tenía chance. Una rubia muy atractiva, acompañada por un hombre maduro, se arrimó y la saludó. Carla me presentó a su amiga, y ésta a su acompañante. Ambas mujeres se fueron en dirección al baño, el hombre se quedó alejado de mí, sin ordenar nada. Al cabo de 5 minutos regresaron y luego de despedirse, la rubia y su pareja se marcharon del club.

"Creo que propuesta cobra nueva vigencia. ¿Qué opinas?" arriesgué. "Mi amiga me falló, creo que no tengo muchas más excusas. ¿A dónde me quieres llevar?" dijo. "A donde quieras" respondí sonriente. "Me gustaría algún lugar tranquilo, buena música, no estridente, que sea íntimo, y que tengan un buen vino" dijo, dejando entrever unos dientes blancos y perfectos en lo que fue su primera sonrisa. "Te ofrecería ir a mi piso, creo que reúne todas las condiciones, pero no quisiera que me mal interpretaras" dije a modo de lance. "Creo que quieres que te mal interprete. Aun que no se si tu sabes lo que quieres, no me conoces lo suficiente," respondió. "Las bellezas como tu son raras de encontrar, creo que el hecho de no conocerte lo suficiente no es más que un reto que sumo encantado." agregué.

"Te puedes llegar a arrepentir." dijo mientras sacaba otro cigarrillo, y se inclinaba sobre la llama de mi mechero, dejando entrever el nacimiento de su hermoso busto. "No me arrepentiría jamás de mi decisión, más aun teniendo en cuenta los encantadores tributos de tu anatomía" dije jugando mi resto. "Si me aseguras que vas a comportarte como un caballero y cumplir con tu palabra, no tengo problemas en conocer tu piso." contestó mientras sus ojos me miraban denotando una sensualidad que rayaba lo sexual.

Salimos del club y tomamos un taxi, me sorprendió su altura, medía lo mismo que yo, sin tacones superaba el 1,80 sin dudas, y tenía un cuerpo fabuloso, cintura estrecha, cadera redondeada sin ser muy ancha, nalgas firmes y perfectas, era fabuloso. Entramos al edificio y el ascensor nos puso en la puerta de mi piso.

Una vez adentro, le indiqué tomar asiento en uno de los sillones, dejé encendida solo una lámpara de pie que daba una luz indirecta, puse un disco MP3 con una selección de baladas suaves, y busqué entre mis vinos uno apto para la ocasión, seleccioné un cabernet sauvignon francés de excelente calidad, serví dos copas, y luego de entregarle una me senté a su lado. Brindamos y bebimos, me congratulé de mi selección, era un vino perfecto y lo bebía con una mujer perfecta.

Dejamos las copas y cubrí la distancia que nos separaba, la besé suavemente, su boca fresca sabía al vino que bebíamos, su lengua se entrelazó con la mía, no acariciamos sin apuro, tuve una erección inmediata, y su mano la evaluó a conciencia. Muy pronto mi cuerpo estuvo sobre el de ella, y exploré sus senos, eran firmes y cálidos, sus piernas eran perfectas. La temperatura del ambiente subía sin pausa.

Ella desprendió mi pantalón y liberó mi miembro de su cautiverio, sus manos eran suaves y sabían lo que hacían. Nos enderezamos en el sillón y desprendí el cierre de su vestido, no tenía sostén, me encontré acariciando unos senos firmes y redondos, con pezones alargados, que no dudé en introducir en mi boca. Ella gimió de placer.

La tomé por la mano y nos dirigimos al dormitorio. La ayudé a sacarse el vestido mientras ella hacía lo propio con mi camisa. Llevaba un liguero y medias 7/8, así como una tanguita bien cavada, todo en negro, lo que destacaba aun más la perfección de su cuerpo que abundaba en curvas excitantes. Su piel levemente oscura no tenía máculas, me terminé de desnudar, mis 18 cm. apuntaban hacia arriba, mientras ella se bajaba de sus tacones, yo la ayudé a recostarse en la cama.

Me tendía a su lado y empecé a acariciar aquel cuerpo suave, firme, cálido y tentador, mis demonios se amontonaban sin pausa, me la quería devorar. Sus manos recorrían mi cuerpo sin pausa, sabía lo que hacía, por lo que me excitaba locamente. Sus dientes mordisquearon mis pezones, mientras su lengua jugueteaba con ellos, luego bajo por mi abdomen, besándome y mordiéndome lentamente, hasta que su boca encontró mi tranca. La besó con suavidad, la punta de su lengua se ocupó del orificio donde ya se había juntado líquido pre seminal. Lamió la cabeza con avidez y recorrió el tallo en todo su largo: mientras su mano jugaba con el prepucio, su lengua daba cuenta de mis testículos. La introdujo en su boca y empezó a comerla, sus labios llegaron a la base de mi tranca, lo que me asombró, la cabeza estaba en su garganta.

Su boca subía y bajaba con gran ritmo, me iba a acabar si seguía así. Ella lo debió haber comprendido, pues dejó de chupármela para volver a besarme. Sentía su cuerpo contra el mío, sus senos presionaban sobre mi pecho. Sentir ese cuerpo cálido y firme contra el mío era la mar de excitante.

Mis manos se ocuparon de sus nalgas, eran suaves y firmas, su espalda era tersa. Le besé el cuello, la mordí y succioné, lo que la hizo gemir de excitación, seguí con sus hombros y bajé a sus senos, me entretuve en sus pezones, sus manos me acariciaban la cabeza en aprobación, bajé lentamente por su abdomen, llegué hasta su pubis, mordisqueé su monte de Venus, pero ella me trajo nuevamente hacia arriba.

Cambiamos posiciones y ella se ocupó de mi miembro, nuevamente la introdujo en su boca, era increíble sentir esa tibia humedad que se apoderaba de mi tallo. Su mano acariciaba mis testículos con celeridad, luego siguió avanzando y sentí sus dedos que exploraban detrás de mis testículos, brindándome un intenso placer, para experimentar a continuación un dedo húmedo que masajeaba suavemente mi ano. Mi cerebro quiso protestar pero mi cuerpo se lo impidió. El dedo fue haciendo cuna en mi ano, mientras su boca me follaba con ganas.

Sentí como la falange de su índice vencía con suavidad la resistencia de mi puerta trasera, era un placer inmenso, en ocasiones lo había experimentado con otras chicas, pero de ahí no había pasado. El dedo empezó a entrar y salir sin apuro, y luego de cada salida ampliaba su exploración de mi recto introduciéndose más adentro. Estaba en un limbo de placer por lo que no me importó cuando ella introdujo un segundo dedo, mi próstata sintió un estímulo desconocido hasta el momento. Mi cuerpo, instintivamente, se acomodaba para facilitarle las maniobras que tanto placer me daba. Se me escaparon algunos gemidos en forma espontánea.

Al cabo de un par de minutos me corrí en su boca, el orgasmo que experimenté fue intenso como pocos, me asaltaron unas terribles contracciones, mi verga y mi culo vibraban al unísono, era algo desconocido y embriagante. Me retorcí en medio de los espasmos y unos gemidos roncos se escaparon de mi boca. Todo mi semen fue a parar a su boca, ni una gota se derramó. Cuando hubo terminado, se acercó a mí y me besó con suavidad. Su boca sabía extraño, supuse que eran restos de semen, no me importó.

Mis manos buscaron el liguero, empecé a soltar las medias, luego se las retiré parsimoniosamente, ella me miraba y acompañaba con su cuerpo facilitándome la tarea. Cuando le retiré las medias me quedé con uno de sus pies en mi mano, lo apreté con suavidad, eran grandes y suaves, tenían una linda forma, sus uñas estaban cortadas prolijamente y pintadas con un color rojo muy oscuro, aprecié sus dedos regulares, bien formados, los acaricié con delicadeza, los apreté con mi índice y pulgar.

Presa de mi tentación arrimé mi boca lentamente y besé sus dedos apenas, luego besé el pie, mi lengua lo lamió suavemente. Me introduje su dedo gordo en la boca, los pies hermosos y prolijos siempre habían sido una debilidad. Succioné sus dedos, ella me miraba, sus ojos me inducían a seguir, sin duda lo disfrutaba.

Mi visión de esa hermosa mujer, la perspectiva de ese terso y perfecto cuerpo visto desde su pie me resultaba excitante, me embriagaba con la visión, y mi miembro empezaba a reaccionar perezosamente. Succioné todos y cada uno de sus dedos, lamí el espacio que quedaba entre ellos, le lamí la planta del pie. Ávido, tomé su otro pie y los junté, mi boca iba de uno a otro, recorría sus dedos, lamiendo y succionando, lento pero apasionadamente, sabía lo que hacía, la suma de lo que veía, más lo que degustaba en tacto y sabor me sobre excitaba. Me concentré en un pie, lo tomé con ambas manos y lo seguí lamiendo y chupando con creciente desesperación. Su otro pie se dirigió a mi entre pierna y empezó a acariciar mi miembro y testículos.

Mi boca empezó a recorrer su pierna, pude sentir la firmeza de sus tonificados músculos, la tersura y suavidad de su piel, cerré los ojos para concentrarme en los sentidos del tacto y el del gusto. Bajé lentamente por la cara interna de su muslo, sentí como su cuerpo se contraía a expensas de los estímulos que mi boca le brindaba.

Percibí como separaba aun más sus piernas para recibirme, esquivé su entre pierna para hacerla desear, me dirigí a su monte de Venus y lo mordisqueé por encima de la tanguita, mientras sentía como sus manos acariciaban mi cabello y nuca alentándome en mi acción. Lamí delicadamente su ingle, mientras empezaba a bajarle la tanga.

Abrí los ojos, en medio de la sorpresa de mi vida, cuando sentí que algo duro empujaba contra el costado de mi cuello. No salí de mi asombro cuando vi que un enorme pene en plena erección permanecía inmóvil a escasos centímetros de mi cara. Todo ocurrió muy rápido, creo que quedé paralizado por la sorpresa, algo andaba mal pensé, y antes de que pudiera reaccionar sentí como sus manos me tomaban firmemente por la nuca y me acercaban a ese miembro, que no atinaba a entender como era que estaba allí.

"Chúpalo, vamos, chúpalo, te va a gustar" me alentó ella casi en un susurro, presionando mi nuca que se resistía a moverse. Más que pensar sentí que mi verga ardía de tensión, no se cómo ni porqué, pero mi boca entró en contacto con aquel pedazo de carne enhiesto. Mi mejilla sintió la suavidad y la calidez del mismo, luego arrimé tímidamente mis labios, era muy suave su contacto.

Lo exploré con lentitud, lo besé suavemente, una vez, dos. Mi lengua lo lamió, lo mordisqueé con suavidad. "Eso es, sigue, me encanta lo que me haces" dijo Carla alentándome una vez más. Tomé su cabeza entre los labios y lo introduje en mi boca, era una sensación nueva, extraña, pero excitante. Me encantó la tibieza, la suavidad, me pareció fantástico, me encantó. Lo introduje en mi boca, entre a succionarlo, nunca antes lo había hecho pero me parecía saber lo que estaba haciendo.

Mi boca se movió una y otra vez, lo introducía y lo sacaba con placer, deleitándome con esa carne tibia que llenaba mi boca. Ahora creí comprender por que las mujeres gustaban tanto de esta práctica. Mi mano subía y bajaba el prepucio mientras mi boca engullía golosamente, mi otra mano exploraba el entorno, estaba depilada completamente, lo que hacía su piel suave al tacto, me encontré agarrando sus testículos, también depilados, me encantó la sensación, eran grandes y parecían delicados, jugué como cualquier niño con un juguete nuevo.

Me embriagaba el placer, mi boca succionaba y lamía, besaba y mordía con suavidad, mis manos acariciaban y estrujaban su pene y sus testículos, mi excitación era desbordante. Carla apretaba sus piernas en torno a mi cabeza presa del placer que le dispensaba con mi boca y mis manos, gemía de a ratos.

No se cuanto duró el acto, mi fascinación era tal que perdí la noción del tiempo, calculé que me estaba chupando una verga que podía ser más grande que la mía, no la sentía tan dura como estaba en esos momentos la mía, pero sentí que hacía muy bien mi trabajo, lo que me alentó a seguir y seguir. Conseguí tragármela casi toda, pero mi garganta no se acostumbraba, sentí como ella empujaba tratando de acompañar mis movimientos.

Tan ensimismado estaba, que me sorprendió el primer disparo de semen, fue directo a mi garganta, quise separarme, pero ella me jaló de la nuca con fuerza, entrelazando los dedos, de forma que no pude liberarme, más semen inundaba mi boca, parte iba directo a mi garganta. Creí que me iba a ahogar, pero me di maña y tragué como pude. No terminaba más de acabar, nunca pensé que fuera tanto.

Sentí como su cuerpo se relajaba y su verga dejaba de bombear semen, seguí chupando, hasta que limpié todo rastro de semen, su verga volvía a saber igual que antes, aun que sentía como su erección se distendía lentamente. Sin soltar presa la miré, ella sonreía feliz. "Quiero que me folles, tráeme el bolso" ordenó. Solté su verga a regañadientes, sentí un poco de vergüenza, pero mi excitación superaba cualquier sentimiento en ese sentido.

La observé tendida con las piernas separadas, la visión era todo un espectáculo, Un hermoso cuerpo de mujer tendido en mi cama, unas piernas perfectas, un busto perfecto, una piel inmaculada, una hermosa cara que me miraba con dulzura, y un enorme pene, ya flácido, que yacía entre sus piernas. Me hubiera quedado horas mirándola, pero ella me sacó de mi letargo. "Anda, se buenito, tráeme el bolso, quiero que me folles. ¿O acaso no vinimos para eso? Anda amor, no me hagas esperar." me dijo.

Le traje el bolso, mi erección casi dolía, con movimientos ágiles se enderezó y sacó de su bolso un frasco de aceite de bebe. Me sonrió y me dijo. "Venga esa tranca que te la voy a preparar, ubícate aquí y usa tus dedos para ponerme estos en mi culito. No quiero que tu hermosa tranca se lastime ni que me dejes el culo ardiendo" Mientras ella me untaba la verga con aceite, yo hacía otro tanto con su hermoso ano. Ella gemía mientras yo introducía alternadamente uno y hasta dos dedos, su culo se veía apetitoso.

"Vamos machote, ven súbete encima, métemela, no aguanto más" dijo mientras recostada en su espalda separaba y levantaba sus piernas. Yo tomé posición y me coloqué sus tobillos sobre mis hombros, ella se agarró las piernas con las manos para que no me molestasen mientras yo dirigía la cabeza de mi verga a su ano rosadito y entre abierto. Apoyé la punta en su puerta y empujé suavemente, parecía querer oponer resistencia, pero se dilató suavemente y se engulló la cabeza de mi verga, esperé un instante y se la terminé de meter, ella gimió de placer, y yo comencé a moverme lentamente.

Ya me había comido varios culos, todos de dama, nunca había tenido sexo con otro hombre. La única experiencia diferente, fue cuando en la secundaria, en el baño e hombres, yo había acudido a mear, tenía la verga semi erecta, y un alumno de dos clases arriba de la mía me la había agarrado por unos instantes. Yo me había paralizado y él me la había besado. Yo atiné a golpearlo y salí corriendo, mientras me arreglaba para guardarla en el pantalón. No se lo había contado a nadie, luego siempre lo eludí en los años siguientes. Pero había pensado en ello por más de dos meses, luego el cúmulo de mujeres me lo había hecho olvidar por completo.

Esto era algo diferente, me dije mientras empujaba prolijamente mi verga en el ano de Carla. Me fascinaba ver ese hermoso cuerpo y su verga entre medio nuestro. Mi excitación iba en aumento, ella se fue amoldando hasta que sus piernas quedaron a los costados de su torso, me sorprendió su elasticidad. Dejé que mi cuerpo descansara un poco sobre ella. Ella gemía y sus uñas se clavaban en mi espalda.

Se movía más de lo que hubiera imaginado, mientras mi verga iba y venía dentro de sus entrañas. Nos besamos, mientras sentía como su verga se ponía más dura, fue una sensación placentera y excitante. Ella mordisqueaba mis labios, tironeando de ellos, sus uñas desgarraban mi espalda, me hacía daño pero era más el placer que sentía. Su culo era exquisito, apretaba mi verga como si fuera una mano, la lubricación era perfecta, entraba y salía a gran velocidad, mis ingles golpeaban secamente contra sus nalgas, nuestros parecían fundirse en un abrazo mientras que la penetraba como una bestia enloquecida.

Sus mordidas eran cada vez más agresivas, instintivamente la correspondí haciendo otro tanto, se nos escapaban sonidos guturales, entreverados con gemidos, que no parecían humanos. Mis brazos trataban de cerrarse entorno a sus piernas y su cuerpo, parecía un número contorsionista el que Carla desarrollaba.

Unos aullidos sordos, más una tibia humedad que sentí en mi vientre me indicaron que se había despachado con otro orgasmo. El mío no se hizo esperar, le descargué mi semen hirviente con desesperación, mis embestidas eran tremendas, sus gemidos lo certificaban. Sentí como se me iba la vida en cada espasmo, sentí que sus dientes me mordía la cara con fuerza, no sentí dolor, el placer era tan intenso que parecía anular lo demás. Fui perdiendo ritmo, a medida que las contracciones se espaciaron y mi semen fue dejando de fluir.

Finalmente me quedé muy quieto y descansé todo el peso de mi cuerpo sobre ella. Me abrazó con ternura y acarició mi espalda, mientras me besaba dulcemente. "Me encanto. Me cogiste como nadie" me susurró al oído sin dejar de acariciarme y besarme. "Nunca había experimentado algo igual, eres lo máximo. Me enloqueces." Le dije. Luego de unos instantes desarmamos la figura, me retiré de su ano, y nos abrazamos con amor.

Me desperté sobresaltado, ella también despertó. Nos miramos y nos besamos. Cuando giró boca arriba entre mis brazos no pude dejar de observar su inmenso capullo dormido, aun así era muy grande. Se sonrió al comprobar mi interés. "Parece que te gustó" comento riendo. "Más de lo que te imaginas" contesté. "Hay. Hay. Hay. No quiero imaginarme cuanto. Me parece que te gusta tanto como a mí me gusta esa tranca vigorosa que tienes" dijo sonriente. La besé, para ocultar mi vergüenza, no sabía a donde me podía llevar todo esto.

Eran las 5 de la mañana, le pregunté si tenía hambre, a lo que respondió que sí. Me levanté y fui a al cocina a preparar algo, no quería pensar, ninguna de mis ideas me hacía sentir seguro, me había acostado con una tía, que en el fondo era un tío, pero yo quería verla como una tía. No solo la había follado con ganas, también me había chupado su tranca y me había tragado su semen, lo peor es que haría todo de nuevo si pudiera, y creo que hacia ahí me encaminaba.

Mientras preparaba un desayuno para ambos, meditaba si la cortaba ahí mismo o si le daba rienda suelta a mi instinto, y me dejaba llevar por todo lo que prometía aquel cuerpo bello y fascinante.

Continuará.

Emocionante experiencia. 2ª Parte

Luego de experimentar una fabulosa noche de sexo con la hermosa Carla, donde la sorpresa fue la clave de todo lo vivido, ese nuevo día me reservaba más sorpresas que cambiarían mi vida dramáticamente. Pero vayamos por parte y permítanme que les cuente como sigue mi historia.

Mientras preparaba los huevos revueltos, y el café despedía su olor característico, Carla apareció en la cocina, se había puesto una bata mía, se había arreglado un poco, y llevaba el pelo recogido en una coleta. Lucía hermosa.

"Tienes un piso muy lindo, la decoración es de muy buen gusto" dijo, mientras se sentaba en una silla al costado de la mesa. "Me gusta mantenerlo ordenado, la verdad es que no lo disfruto mucho, tengo una vida un tanto ocupada, a veces me gustaría pasar más tiempo en casa." Respondí mientras servía el café y los huevos. Saqué el jugo de naranja del refrigerador. Ella me agradeció y bebió un poco de café, nos miramos en silencio, ella me dedicó una sonrisa.

Me sentía turbado y excitado al mismo tiempo, la naturalidad de sus movimientos me fascinaba, era tan femenina que nadie sospecharía sobre el secreto que escondía entre sus piernas.

"Te he arruinado la cara, mira como te he dejado" dijo. Me toqué mi mejilla derecha, efectivamente me ardía un poco, recordaba un mordisco que me había dado durante la sesión desenfrenada de sexo que habíamos tenido. Me tocó la cara por encima de la mesa, el contacto de sus largos dedos me produjo una especie de electricidad, yo estaba completamente desnudo y sentí que mi verga se endurecía un tanto.

"¿Cómo te sientes? Estas un poco taciturno, demasiado callado, para la elocuencia demostrada cuando me conociste" "Me siento muy bien, es que recién me despierto" mentí. "¿Será que estás arrepentido? Es que la pasamos tan bien." Dijo en medio de un suspiro. "Para nada" reaccioné como despertando de un letargo "Para nada. Fue algo... ¿Cómo expresarlo?... maravilloso, eso es, maravilloso." Agregué sonriendo mientras comía. "Espero que no tengas nada que hacer el día de hoy, es el día nacional, nadie trabaja en esta fecha." Dije para no perder la inercia de la conversación. "Creo que me vestiré con mis mejores galas y tomando mi bandera iré a los festejos en el centro de la ciudad." Bromeó. "Me gustaría saber si tienes algo para proponerme." Agregó apoyando sus codo sobre la mesa e inclinándose hacia delante, hasta que su cara quedó a unos 10 centímetros de la mía.

Sin dejar de mirarme sus dedos tomaron un trozo de huevo revuelto y me lo acercó a la boca. Sin pensar bien en lo que hacía abrí la boca y dejé que ella me lo introdujera, pero no retiró los dedos, por lo que yo tragué la comida y seguí succionando sus dedos. Carla me miraba pícaramente, sus ojos tenían un brillo especial, sus dedos se movían en mi boca, mientras yo los chupaba y lamía.

Sin sacarme los dedos de la boca, dio la vuelta alrededor de la mesa y se recostó sobre la misma, levantó una pierna, apoyándola sobre mi muslo, y la bata se abrió dejando a la vista su miembro semi erecto. No le tuve que decir nada, lo busqué con mi boca, mientras ella se sentaba en la mesa, ocupando el lugar donde instantes atrás estaba mi desayuno, pensé que este sí era mi desayuno.

Me dediqué a hacerle una buena mamada. "Lo haces de maravilla, sigue así" me decía mientras bebía su café. "Bien, muy bien, así me gusta. Eres un encanto." Me alentaba, mientras terminaba su café. Me encantaba chupar ese miembro grande y flexible, sentía como llenaba mi boca, percibía sus reacciones, como se endurecía de a poco en mi boca, como sus caderas acompañaban despacio.

Era un doble placer, por un lado sentía como mi verga quería reventar de dura que estaba, y por otro lado esa carne tibia y suave que llenaba mi cavidad bucal. Sus manos se posaron una vez más en mi nuca y me presionaban hacia su tranca, sus caderas se movían más rápido, me estaba follando la boca. Agradecí tener una boca grande, de otra forma estaría sufriendo con ese tamaño de polla. Lo presentí y me preparé, está vez no me sorprendió cuando empezó a llenarme la boca de leche, sentí el golpe de su semen caliente en mi paladar, y empecé a tragar como podía. En un momento dado pensé que iba a perder algo, pero lo hice bien y nada se derramó.

Disfruté como loco, era un tanto amargo, pero me parecía un néctar, mi excitación me hacía ver solo lo que yo quería. "Dime si ya habías chupado una polla" preguntó "Jamás es mi primera, y espero que única" respondí mientras mi lengua continuaba limpiando su hermoso miembro. "Pues tienes unas condiciones envidiables, la chupas como los dioses. ¿Y por qué la única?" Preguntó "Pues es ésta la única que me gusta y que me podría llegar a gustar" respondí deleitándome con sus bolas. "Es el mejor halago que me han dicho en muchos años. Eres un dulce. Ven que te doy tu recompensa"

Liberándose de mí, se bajó de la mesa, giró apoyándose en ésta y separando las piernas me ofreció su culo. Tenía una nalgas firmes y perfectas, y unas piernas fabulosas, me miraba divertida. "Usa un poco de manteca, entre lo caliente de mi culo y de tu verga sin duda la freímos" bromeó.

Así lo hice, busqué la manteca, y me unté la verga y luego su culo. La penetré con suavidad, entró sin dificultades. La tomé por las caderas y empecé a follarla firmemente. Mi verga corría con facilidad en su culo, entraba y salía, Carla empujaba cuando yo entraba, por lo que hacía más intenso el placer para ambos. Me excitaba como loco con aquel culo que parecía querer devorarse mi polla.

Mi mano buscó su tranca, allí estaba, cobrando fuerzas, comencé a masturbarla. Ella gimió de placer. "Así, mi amor, así" dijo con su voz ronca. La coordinación era buena, nos mantuvimos en silencio, su tranca estaba bien dura, la mía se deleitaba en su cálido interior. Sentía como su ano presionaba mi polla, y como esta abría las paredes de sus intestinos a su paso. No resistí más y me corrí como un búfalo, en medio de bufidos y espasmos, casi al terminar sentí como mi mano se mojaba con su cálido y pegajoso semen, apuré mi mano y me dio toda su leche.

Me mantuve en su interior, mientras le arrimaba mi mano a su boca, ella lamió mis dedos con devoción. Me retiré, mi verga salió casi blanda y de su ano empezó a brotar un hilillo de mi semen. "Límpialo" dijo "¿El qué? Pregunté sin entender. "Con tu lengua, límpiame el culo con tu lengua. Anda no seas desprolijo."

Dudé un instante, pero me armé de valor y acerqué mi boca a su culo, con mis manos separé sus nalgas y acerqué mi lengua tímidamente. Mi semen sabía igual al de ella, pronto me animé más y le di unos buenos lengüetazos. Me gustó, mi lengua iba y venía, ella gemía y me alentaba, introduje mi lengua en su ano, se lo revolví, así estuve chupándole el culo por espacio de más de 5 minutos.

"Está bien, amor. Detente que me vas a hacer acabar." Así lo hice, nos abrazamos y besamos apasionadamente. "¿Tienes una tina?" preguntó "Un jacuzzi" respondí "¿Me invitas" "Será un placer" contesté.

Fuimos al dormitorio y tomé dos toallas, nos dirigimos al baño. Ella se sentó en el bidet, luego de regular la lluvia, lo abrió a toda intensidad. "debo limpiarme bien, dejaste un desastre allí adentro. Luego sentí como despedía de su culo el agua que había entrado con la gran presión. Lo hizo como tres o cuatro veces, se daba enemas.

"Es divertido, y te da placer. ¿Por qué no pruebas? Anda, es tu turno" me propuso "No creo necesitarlo" dije dudando. "Vamos, debes tener alguna caquita guardada, verás que es lindo y agradable" Me senté en el bidet, ella abrió la ducha alegremente. "Vamos a ver" dijo aumentando la presión "Haz como si fueras a cagar y deja que el agua entre, cuando no aguantes más deja que fluya, igual que cuando cagas."

Así lo hice, y ella abrió la lluvia al máximo, sentí como el agua entraba en mi culo rápidamente, no aguanté y sin esfuerzo la dejé salir, salió bastante mierda, sentí un poco de vergüenza. "Vamos, no te asustes, hasta el presidente hace caca. Apróntate, ahí vamos de nuevo" Me lo hizo repetir como 10 veces, era muy placentero, nunca lo hubiese imaginado, mi verga estaba dura como una estaca.

"Vaya si lo disfrutaste, mira como tienes la polla. Así que te gustó el jueguito" Quedé colorado, ella empezó a llenar el jacuzzi.

Salió y volvió con dos cigarrillos encendidos. Fumamos, ella sentada en el WC y yo en el bidet, estábamos completamente desnudos y distendidos, puso sus piernas en posición de buda y su polla majestuosa descansó sobre sus tobillos. La miré con cierta fascinación. Ella lo advirtió "Te gusta mi tranca, verdad que sí" dijo dándole una profunda pitada al cigarrillo. "Sí" contesté "No te prives de nada, anda, agárrala, tócala, juega con ella, haz lo que quieras, para eso está." Me alentó sonriente.

La tomé con mi mano, estaba flácida, la oprimí y cedió a la presión de mis dedos. Me encantaba esa verga, muchas veces me había meneado la mía, pero una ajena era algo diferente, era estimulante. Además era muy grande y flexible, era como un amansa locos, debía superar los 20 cm. cuando erecta. Era hermosa la sensación de sentirla cobrar vida en mi mano, de cómo se despertaba, como se endurecía de a poco, no podía soltarla, además sentía una necesidad desconocida de ponerla en mi boca, temía perder la línea y perderme más allá de los límites racionales.

Ella tomó la mía y jugamos con nuestros penes hasta que el agua estuvo lista, a esa altura teníamos sendas erecciones. Entramos en el agua, activé la bomba, y dejamos que el agua nos diera su líquido masaje. Nos acariciamos sin inhibiciones, nos besamos locamente, nuestros cuerpos se entrelazaron. Luego nos enjabonamos sensualmente, disfrutaba a mares. Nunca hubiera imaginado que iba a terminar enloquecido con una chica que tuviera una polla más larga y grande que la mía. Nos excitamos mucho, y el jacuzzi ya estaba de más.

Salimos y nos secamos, corrimos a la cama y nos fundimos en un abrazo mientras nos besábamos con desesperación. Nos fregábamos las vergas, una contra otra, nos besábamos y acariciábamos. Ella se separó y me ofreció uno de sus pies "Anda, lindo, hazme de vuelta lo que ayer, me enloqueces."

No tuvo que repetirlo, me dediqué en cuerpo y alma a sus pies. Los besé, los besé y los succione, por más de 10 minutos, luego seguí hacia su verga, me esperó ansiosa, luego giró e hicimos el clásico 69. Ella quedó arriba, me hizo levantar las piernas y se dedicó a alternar entre mi verga, bolas y ano.

Debo reconocer que era una experta, me arrancaba placer al paso de su boca, y su tranca se removía inquieta en mi boca. Sentí su húmeda y cálida lengua jugar con mi ano, me parecía increíble lo que me hacía, se movía con una rapidez y habilidad impresionante.

Pronto sentí como se introducía en mi ano, follándome literalmente con su lengua. El placer que sentía era indescriptible, me estaba derritiendo, me tenía a su merced, estaba entregado a lo que me hiciera, mientras continuara ese placer. Sus dedos complementaron a su lengua, y sentí como alternaban entrando en mi recto, su lengua, su índice, su dedo mayor, todo entraba y salía.

Yo tenía que concentrarme para poder mantenerme haciendo con mi boca algo por su verga. Sentí que hacía más movimientos, y pronto descubrí que lo que había hecho era tomar el frasco de aceite de la mesa de noche. Sus dedos se aventuraban en mis profundidades ayudados por el aceite, me follaba alternativamente con uno y con otro, a veces era su lengua la que me estimulaba.

Pronto fueron dos de sus dedos los que exploraban mis intestinos, el trabajo paciente alcanzaba su objetivo, sus dos dedos entraban y salían con facilidad, yo deliraba de placer, me corrí sin hacer movimiento alguno y sin que me tocara la verga. Sus dedos masajeaban mi próstata y me mantenían la polla erecta, nunca lo hubiera imaginado.

Su verga permanecía quieta dentro de mi boca, y yo ya no me preocupaba de ella. A los dos dedos se les sumó un tercero, mi ano opuso una resistencia inicial, pero luego, lentamente fue cediendo. Me moría de placer, casi no podía razonar, mi culo y mi próstata era lo único que parecía funcionar en mi organismo.

Una vez más perdí la noción del tiempo, me corrí una vez más, mi verga parecía un surtidor, jamás había experimentado algo así. Estaba casi catatónico de placer. Me sacó los dedos del culo, y vi como se retiraba de arriba mío, para ubicarse entra mis piernas, intuí con claridad lo que venía a continuación, esperé con tranquilidad. Me colocó las piernas sobre sus hombros, con una mano me separó una nalga, mientras que con la otra apuntaba su verga a mi ano. Más que temor sentí ansiedad.

"Relájate, te prometo que no te va a doler ni un poquito. No te resistas, recuerda como lo hiciste con el bidet, va ser casi igual" me aconsejó. No contesté, sentí la punta de su polla que se apoyaba en su ano, era una sensación placentera, me moría por tenerla adentro, pero mi orgullo no quería admitirlo.

Me quedé quieto, tratando de relajarme. Cuando la sentí empujar, hice lo que pude para no resistir. Sentí como mi ano se dilataba lentamente, al igual que ella pujaba con su ariete de carne. La dilatación no parecía corresponder al diámetro de la cabeza de su polla, pero Carla con mucha paciencia, jugueteó con su verga, dando pequeños pujos, cada vez un poquito más firme. Sentí que mi culo cedía de a poco, luego sentí un dolor intenso cuando la cabeza de su tranca expandió mi culo al máximo.

Me mordí para no gritar, y luego sentí un alivio cuando hubo pasado, y mi ano se adecuaba al diámetro del tronco de su enorme polla. Me dio un minuto de respiro, luego comenzó a moverse en corto, muy lentamente avanzaba un poquito y retrocedía otro tanto.

Aun dolía bastante, pero tendía a pasar. Mi culo se acostumbró a ese pedazo de carne que lo penetraba y de a poco fue dejándole más libertad de movimiento. En un momento sentí como sus bolas golpeaban las mías, tenía más de 20 cm. de una gruesa verga incrustada en mis intestinos, no me dolía y quería que se moviera, que me follara. Los movimientos se hicieron largos y firmes, mi próstata era arrasada por el placer a cada pistonazo, inundándome de placer, mis caderas instintivamente acompañaban el movimiento.

"Así es, amor. Anda, ya veo como gozas, siente como mi verga te libera de tus tensiones. Siente como mi carne revuelve tu interior. Vamos, muévete tú también, disfruta el verdadero placer. O acaso te crees que solo las mujeres gozan ensartadas en una tranca. Ahora eres uno más de los que conocen el secreto del amor total." Me decía mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas. "Solo alguien como yo puede entender lo que un hombre necesita. Ambos gozamos de la misma forma. Tenemos más ventajas que esas pobres que solo tienen un coño resfriado. Yo soy lo mejor de los dos mundos, reúno lo que un hombre necesita. Se cuales son tus zonas erógenas, se como estimularte, se como arrancarle placer a cada centímetro cuadrado de tu cuerpo. Conmigo estás experimentando lo máximo, mientras te follo te vas correr como loco."

En efecto así era, sus palabras reafirmaban el placer que su verga me brindaba, me corrí de nuevo, oí como mi voz le pedía más. Sentí como el peso de su cuerpo se descansaba sobre el mío, me besó, me mordisqueó a oreja, su lengua la invadió excitándome más.

Su verga entraba y salía en toda su extensión, eran unos movimientos largos y rápidos, solo una verga así podía hacerlo sin temor a que se saliera. Era fantástico el placer que experimentaba. "Te voy a follar horas, te vas a enloquecer de placer, te vas a enamorar de mi verga." Me decía al oído, mientras me follaba sin piedad. "Dime cuanto te gusta. Dime cuanto quieres mi verga en tu culo. Dime que quieres mi leche." Decía sin detenerse.

"Quiero que me folles. Quiero tu verga bien adentro. Quiero tu leche. Quiero que me folles más fuerte. Por favor" supliqué. "Eso es, así te quería oír. Ahora tú me perteneces. Tu culo es mío, es de mi polla." Me repetía. Me volví a correr, era un éxtasis total, sentí como su semen ardiente se descargaba en mis profundidades, las embestidas eran tremendas, por un momento creí que me partiría al medio.

Bajó el ritmo pero no dejó de follarme, no entendí como, pero mi culo se lo agradeció. Pareció perder un poco de dureza pero al cabo de una par de minutos la tenía dura como un poste de nuevo. Me corrí por enésima vez. Su polla me taladraba sin piedad, sentía como rellenaba mi interior para e retirarse, una y otra vez.

Sin sacarme su polla, me hizo girar y me colocó una almohada debajo del vientre. Me movió las piernas hasta dejarme en una posición similar a una rana. Luego volvió a martillar mi ano con ganas, sus dientes se ocupaban de mi nuca, sus manos me apretaban con fuerza por los hombros, empujándome contra el colchón. No entendía como podía seguir follándome de esa manera, sentía su respiración en mi nuca, estaba muy agitada, yo gemía víctima de sus embates.

Me corrí una vez más, fueron unos estertores más que un orgasmo, igual lo disfruté. Su ariete de carne apuró el ritmo, sentí el ruido de los golpes de sus ingles contra mis nalgas, era tan excitante. Sus gemidos me indicaron que se aproximaba a su segundo orgasmo, empujé con mi culo para brindarnos más placer, nuevamente sentí el calor de su semen en mis entrañas, me encantó, mi ano y próstata estaba hipersensibles, cualquier movimiento de su tranca me arrancaba un placer intenso.

Se movía muy lentamente, captó lo que me ocurría, por lo que jugueteó, entrando y saliendo lenta o rápidamente, yo me revolvía de placer. "Estás en el umbral del placer. Disfrútalo, raras veces ocurre. Lo mínimo que sientas te arranca placer"

Así era, nunca lo había experimentado, era magnífico, el placer no venía de nada en especial, ella se movía en mi interior, por poco que fuera y yo sentía como me arrasaban oleadas de un placer intensísimo. Así estuvimos varios minutos hasta que fue cesando, al igual que su verga se fue desinflando.

Sentí como su tranca se retiraba perezosa de mi ano, el vacío me invadía. Me la terminó de sacar y permaneció sobre mí. Me acariciaba y me besaba el cuello y la espalda, sentí como mi culo liberaba algo del semen que ella había depositado en mi interior. Me sentí embargado por una felicidad extraña.

Ella se colocó a mi lado y me abrazó, yo acurruque mi espalda contra ella. Era un momento especial, cargado de afecto y sensualidad. Sentía sus senos firmes contra mi espalda, y su verga flácida contra mis nalgas, también sentía el semen drenando de mi culo. Con mi mano busqué su verga y se la oprimí con afecto, ella hizo lo mismo con la mía y me besó en el cuello.

"Fue maravilloso, nunca había sentido tanto placer, no se ni como describírtelo, creo que me enamoré de ti." Le dije. "Yo se lo que tu sientes, solo alguien como yo puede entender lo que tu experimentaste y lo que sientes en este momento tan especial. A mi también me pasa lo mismo, creo que tenemos un feeling especial. Hay fuego entre nosotros, y no creo que se pueda extinguir con unas folladas" respondió mientras jugaba con mi pelo.

"Quiero que te mudes conmigo. Quiero que vivamos juntos. Quiero amarte a cada instante. ¿Qué dices? Pregunté ilusionado.

"Eres un hombre muy atractivo, muy sensual, y muy sexual, me gustas más de lo que te imaginas. Pero tal vez te apuras mucho, tú no me conoces, no sabes quien soy" dijo con un dejo de tristeza.

"Pues yo no lo veo así."dije. Le comenté de mi pequeña empresa y sus buenos dividendos, así como de mi buen empleo. Le aseguré que no necesitaría trabajar, que yo le podría dar una buena vida, que nada le faltaría. Ella me miraba pero no decía nada. Insistí en los beneficios que le podría brindar, que pasaríamos juntos mucho tiempo, que viajaríamos, que compartiríamos un sinfín de actividades. Ella me preguntó si estaba seguro, le aseguré que no tenía ninguna, que nunca había estado más seguro.

"Es interesante tu oferta, muy tentadora viniendo de un hombre tan guapo y con tantas virtudes en la cama. Claro que debo saber si estás dispuesto a olvidarte de esos coños húmedos, flácidos y frígidos, a follarme a diario y luego entregarme ese culito apretadito que tienes" me dijo risueñamente. "Claro que sí, mi amor. Quiero follarte a toda ora, y luego sentir como tu hermosa tranca me revuelve las entrañas y me llena de leche." Respondí alegre.

Nos besamos apasionadamente. Cuando nos decidimos a dormir, eran las 2 AM del domingo, me había follado dos veces y yo otras tantas. Antes de cerrar mis ojos la observé mientras dormía, me fascinaba ese cuerpo perfecto que respiraba suavemente, estaba totalmente relajada, sus facciones eran hermosas y la serenidad de su rostro me llenó de ternura.

No pude dejar de observar su polla dormida, larga y gruesa, que colgaba desenfadadamente sobre su muslo. Me ubiqué a sus espaldas y la abracé con ternura.

Mi último pensamiento fue lo feliz que me sentía, como esa persona extraña había completado mi vida. Como había encontrado a una mujer perfecta, que me podía brindar todas las alternativas sexuales, que me había abierto las puertas nuevos placeres. Una mujer con polla, eso era lo que era, lo mejor de los dos sexos.

Tomé su polla con mi mano y me dormí así.