Emocional cap 5 y 6
La tortura de Pablo. Los juegos de Ana Laura... Como terminará todo esto?
CAPITULO V
ILUSIÓN O REALIDAD
Ya estando en la cama no podía dormir de como me torturaba la polla. Toda aquella leche acumulada a lo largo de la semana me causaba tal ansiedad que no me dejaba descansar en paz, ni tampoco poder alcanzar el sueño.
Miles de imágenes se me cruzaban por la cabeza en las que Ana Laura era silbada, piropeada e insultada obscenamente en la calle por cientos de palabras soeces de unos viejos guarros, groseros y por demás de ordinarios. Incluso algunos de ellos era los viejos verdes del vecindario.
Esos hombres que parecían inofensivos y que se la pasaban jugando a las cartas en la plaza, ahora eran se habían convertido de golpe en unos viejos verdes y que eran los que la miraban con lascivia, hambre y deseo, al tiempo que le veían las tetas, traslúcidas desde el interior de su blusa, o de pronto también, como se le iba asomando el culo por debajo de la falda, mientras que ella caminaba sola en la mitad de la nada.
Así con el correr de los minutos aquellas imágenes y fantasías que me abordaban, me fueron llevando a imaginar a que Mi Donna era de pronto manoseada a voluntad por decenas de manos que no dudaban, sobretodo, en manosearle su culo y sus tetas a total voluntad de mi amada, tal como si ésta, en esa nueva faceta fantástica fuera de una fulana, sin ningún resquicio de moralidad o dignidad de su parte para poder o querer siquiera evitarlo, detenerlo o al menos fingir que no le gustaba.
Las imágenes se sucedían en una secuencia muy rápida dentro de mi cabeza y de pronto aquellas se fueron convirtiendo en otras mucho más crudas, más vivas, en donde aquellas manos ya abarcaban sus tetas enormes colgadas por fuera de su blusa de seda, e incluso, ya sin siquiera llevar Ana Laura puesto su brassier, el cual ahora de hecho, estaba en poder de aquellos viejos verdes hijos de putas que se lo estaban pasando entre si como un trofeo, oliendo la prenda perteneciente a mi mujer con una desesperante voracidad y lascivia.
Ahora, de pronto y como saliendo de la nada, eran muchos más viejos los que la estaban rodeando y manoseando, en tanto, otros más, ya para entonces se disputaban también la que era su tanga, la cual no dejaban, no solo de oler, sino de hasta incluso pasarles de manera inmunda toda la lengua por la parte interior de toda aquella prenda, pero con mucho más saña y dedicación en la parte de la almohadilla que era en la que habría estado apoyada la vulva de mi mujer todo el día, haciéndole ver a una Ana Laura apocada, perdida, sumisa y como entregada a esas vejaciones, luciendo avergonzada y apenada pero también sometida, a como todos aquellos asquerosos le iban limpiando su tanga con sus lenguas mientras se mofaban de ella jugando con la falsa intención de devolvérsela totalmente babeada, tratando Ana Laura de recuperarla con sus dos manos en todo momento, dejando por ese motivo ya de cubrirse sus partes intimas, cuestión que era aprovechada por esos viejos verdes sinvergüenzas para meterle mano a destajo en simultáneo a como otros seguían humillándola pasándose sus prendas intimas hasta al fin devolvérselas, pero solo después de habérselas estado pasando por las bolas de todos ellos, las cuales entraba y salía de dentro de los pantalones de decenas de esos hombres viejos que la iban increpando, diciéndole a que ahora ella se las debería de poner devuelta para regresar así a su casa con el olor a decena de machos impregnadas en aquella.
Todo esto era dicho mientras, en esos instantes, un par de dedos toscos, rudos y hasta violentos, se le iban colando debajo de su cortísima falda, dando claras señales de que le estaban tocando la concha aprovechando a que no llevaba nada puesto debajo de aquella e imaginando angustiado a como Ana Laura no dejaba de caminar como podía, siendo llevada a los tumbos durante todo aquel trayecto sufriendo y padeciendo de aquel terrible abordaje y manoseo que le estaban pegando mientras era arriada hasta llegar a nuestra casa.
En todo momento mi mujer marchaba humillada seguida por decenas y decenas de machos, pareciendo que en lugar de una persona Mi Donna no fuera sino más que una perra alzada, observando en mi fantasía como los vecinos, sobretodo aquellos que nos conocían, no paraban de mirarle de manera desagradable y enjuiciado como recriminándole por lo puta que era, al permitirles a todos aquellos viejos a que le metieran mano a voluntad y destajo, en tanto todos estos, lejos de salir a ayudarla o socorrerla, no hacían más prejuzgarla como si fuera una cerda, gritándole que era un puta ninfómana a la que le encantaba convertirme en un miserable cornudo.
El máximo de excitación de aquella violenta fantasía, llegó cuando de pronto en un cambio de escenario, sin comprender como había llegado hasta allí, Ana Laura se metía la verga de todos ellos en la boca y haciendo un humillante alarde, a través de groseros sonidos guturales, de como se la estaba chupando a todos en fila, en tanto en el ambiente se escuchaba a la perfección al asqueroso ruido que ésta hacía con el succionar de su boca.
Casi me volví loco cuando comencé a notar que aquellos asquerosos tipos, sin ningún rostro especifico, le estaban por llenar las boca de leche a mi mujer, tal como de hecho, ella nunca me había permitido a mi hacerle, dado que justamente, según siempre me decía, eso era una asquerosa guarrada de pervertidas, lo cual empeoraba, aun más, el sufrimiento que me causaba, por entender de que todos aquellos viejos de mierda iban a disfrutar de obtener algo de mujer, que de permitírsele a alguien, lógicamente me correspondía a mi por derecho y no a aquellos viejos verdes inmundos a los que se los estaba chupando poniéndole mucha dedicación, esmero y empeño.
Ya con los espasmos de todos estos a flor de piel, un inmenso dolor me punzo de pronto la polla, haciéndome el mismo despertar de golpe para darme cuenta de que, sin saber desde cuanto hacía al parecer me había dormido, para despertarme de aquella manera abrupta y violenta, con la imagen, ahora real, de Ana Laura recostada sobre mis piernas con mi polla híper erecta metida de a ratos en su boca y jugando con ella, por otro, entre sus manos, mostrándome además cuando se la iba sacando de adentro, toda su boca llena de los jugos pre seminales que me chupaba del glande junto a una copiosa saliva que quedaba colgando desde mi polla, como un puente, hasta su barbilla.
Allí estaba yo, con mi cara hecha un poema, dándose cuenta Mi Donna, de que no comprendía bien lo que estaba pasando.
Si bien era verdad que en ese instante no sabía diferenciar ya entre fantasía, sueño y realidad, también lo era que al parecer tampoco en esas circunstancias tuviera intención de ponérmelo a analizar, sino más bien de disfrutar de todo lo que estaba viviendo y abandonándome a lo que estaba sintiendo mientras que me deleitaba el no saber con exactitud desde cuando ella lo estaba haciendo, pero dándome cuenta, entre jadeos, de que Ana Laura me había estado chupando la polla mientras que yo estaba soñando a que me hacía cornudo con una manada de viejos degenerados.
Buen día vaquero!… No sé con que estabas soñando pero no sabes lo dura que la tenías… Cuéntame a ver?… A quien se estaba follando ahora tu noviecita?… O es que me estaban follando a mí?… Vamos… cuéntame degenerado… Confiésalo!… Porque si me entero de que tu estabas soñando con otra, éstas hermosas bolas que tienes se van a quedar en mis manos - Me amenazó Ana Laura en tanto, con una de sus manos comenzaba a apretarme rudamente la pija, mientras que la otra me retorcía las bolas con una crudeza tal, que hasta lograron que en un solo segundo se me fuera por completo la erección.
Bueno, ya está!… Ahora me voy a bañar… Y ya sabes… Ojito con tocarte esa polla que es mía… Recuerda que hasta el lunes estás castigado, pero que si insistes en desobedecerme y en no acatar el castigo que te impongo, tal como lo hiciste ayer, ese castigo puede durar alguna que otra semanita más… Lo comprendió mi amorcito? - Me indicó jocosamente Ana Laura, para una vez más, como el día anterior o tantas otras veces en nuestra vida, aquella me dejaba con la polla en ascuas y a medio camino de eyacular, lo cual por cierto, era algo que Mi Donna sabía perfectamente que me enloquecía, aunque en ésta oportunidad era sin dudas algo que maldecía.
Y de nuevo el ruido de la lluvia de la ducha y de nuevo verla salir desnuda del baño para cambiarse delante de mí como si tal cosa. En ésta ocasión, vistiéndose con un conjunto deportivo de antaño por demás de ceñido, el cual, no solo le remarcaba las nalgas hasta quedarle aquella malla como si estuviera pintada, sino que además, también aquel sujetador perteneciente a ese viejo conjunto, le estaba haciendo reventar las tetas por encima de esa escueta prenda, mientras las intentaba contener tal como si esta fuera una represa.
Gracias a dios que Ana Laura se anudó un buzo viejo alrededor de sus nalgas para colocarse a continuación por encima de aquel sujetador un buzo de capucha que se lo cubría por completo, aunque no sin después dejarme perfectamente en claro que, posiblemente cuando ya entrase en calor o en calentura (Tal como me lo indicó a modo de burla), iba a tener que sacárselos, sabiendo Ana Laura a la perfección, de que me torturaría pensando en aquello mientras estuviera corriendo quedándome yo solo en la casa, burlándose de mi, con cariño y sorna de manera traviesa, al jactarse de invitarme a seguirle si quería ver lo que hacía, ironizando sarcásticamente con esto por el hecho de saber de que, como yo nunca corría, si la quería seguir como ayer, de seguro que no iba a poder seguirle el ritmo, ni mucho menos el paso, indicándome y remarcando además, que no me hiciera problemas por ello, dado que sin duda por el camino iba a encontrar a algún chico buen mozo que lo pudiera conseguir para hacerle aquel compañía.
Ana Laura salió una vez más por la puerta de calle, no sin antes verificar si mi polla estaba todavía en condiciones de ponérseme dura, tal como si quisiera comprobar de que no me la había estado jalando como un pajero. Hecho que insinuó que volvería hacer luego de volver de correr, como una forma de dejarme en claro de que iba a verificar para ratificar de que no me hubiera descargado los huevos sin su debido permiso.
Y dicho aquello Mi Donna desapareció así por la puerta de calle, dejándome a mí de cama y "De Cama" por como estaba padeciendo aquel martirio de no poder acabar y descargar así mis bolas y agotado también en mi mente, por como mi cerebro no me daba un solo respiro, sin siquiera tan solo poder dormir en paz ni un minuto, sin que aquel nuevo agobio que me estaba atormentando, pudiera írseme de la cabeza.
Ya por la tarde después de almorzar, y ya habiendo pasado la verificación del celibato forzado, Ana Laura se fue otra vez a casa a su amiga Paula, aprovechando, según me explicó, a que su novio Lucas tenía que trabajar a destajo durante todo el día para poder evitar no ser despedido, dado que al parecer estaban cerrando el trimestre en la empresa que trabajaba y que necesitaba mejorar mucho los números de su gestión, en el miserable trabajo de mala muerte que aquel pobre tipo parecía poder mantener apenas si a duras penas.
Yo por mi parte, sin nada mejor que hacer, me fui a tomar una cerveza con Mariano, aquel nuevo amigo que me había hecho desde que Emanuel pasaba de mí por completo desde su bronca por lo de Ana Laura y que a pesar de haberlo arreglado en su momento, ya estando él saliendo de nuevo en ese tiempo con aquella loca de Milena, nada había vuelto a ser lo mismo.
En cambio con Mariano, que era un tipo sencillo, apacible, conversador, al cual conocía desde hacía solo unos años, a través de aquella exitosa operación inmobiliaria que había tramitado en mi empresa para su padre, todo era más simple y fácil de llevar.
Mariano, al parecer, un poco obnubilado por mi estilo de vida rodeado de lujos, siendo un exitoso empresario a mi joven edad y con un auto importado de último modelo en mi haber, del cual, según aquel, más de una mujer me lo admiraría, aunque yo sinceramente pasara literalmente de todo esos asuntos, tanto también como de aquellas mujeres de las que Mariano se refería, por solo tener ojos para la diosa de mi mujer.
El pobre de mi amigo, de poco o nulo éxito con el genero del sexo apuesto, no paraba de hablar de la tremenda suerte que yo tenía de tener todo lo que tenía, sobretodo sin perder oportunidad de decirme siempre de lo bella que era mi novia Ana Laura, a quien si apenas Mariano si había visto alguna que otra oportunidad en la que habíamos salido junto con nuestro grupo de amigos y en donde, desde hacía poco tiempo, yo había terminado de sumarlo a aquel pobre.
En nuestras charlas de amigos, éste aprovechaba la más mínima oportunidad que tenía para machacarse a si mismo y destacar que aquel nunca iba a tener esa suerte, cuestión a la que dedicábamos toda la tarde para conversar, y en la que yo le repetía sin cesar como un loro, a que eso para nada era así tan negro como aquel lo veía, mientras me pasaba la otra mitad de nuestro encuentro tratándole de darle consejos sobre como vestirse, sobre como actuar o como desenvolverse en la vida, para lograr obtener un poco más de éxito con aquellas mujeres que a éste le podrían interesar, dado que Mariano era la mar de tímido y retraído, tal como lo era yo en mi adolescencia, al menos hasta conocer a mi bella Donna, habiendo aprendido en todo aquel tiempo, a que las mujeres despreciaban a tipos tan tímidos como él, pues lo tachaban y prejuzgan, a mi parecer, de hombres de poco valor, descartándolos de inmediato, sin tan siquiera darle la mínima oportunidad de conocerlos mejor.
Siempre intentando tratar de no sonar engreído ni mucho menos, pero sin poder evitar a que me doliera la cabeza ante los nulos avances y malos resultados que siempre obtenía de aquellas inútiles charlas con él.
Aun ante todo aquello, con Mariano lograba pasar la tarde con mi cabeza en otro lado, lo cual de hecho, era algo que me servía como un cable a tierra para desconectarme del estrés de mi vida.
Al regresar a casa, ya por la tarde, me encontré a "Mi Donna" en nuestra habitación, al parecer obsesionada con la ropa de su vestidor, sacando decenas de prendas de allí dentro, a modo de querer, al parecer, encontrar el tesoro del conjunto perfecto.
Al cuestionarla sobre lo que hacía, Ana Laura, con su rostro totalmente sacado de quicio, me consultó de forma seca, tajante y notándosela fastidiada y ofuscada, cargando en su mirada contra mí un cierto dejo de enojo y resentimiento.
- Adonde estabas? Digo… Si se puede saber… -
Qué?… Con Mariano… Tomando una cerveza… Y tu?… -
Yo?… Pues luego de estar llamándote durante toda la tarde y de mandarte más de 20 mensajes sin saber nada de ti, pues me la estoy arreglando yo sola… Como siempre… - Me arrojó en la cara quedándome estupefacto.
No pasó ni un segundo en que fui a chequear mi teléfono, el cual al parecer y teniéndole que reconocer ese hecho a mi mujer, estando misteriosamente aquel en modo silencioso y por éste hecho, no habiéndole oido nunca, entrando rápidamente en el chat de Mi Donna (Tal como la tenía registrada) solo para encontrarme con más de 20 avisos de mensajes borrados y otras decenas de llamadas perdidas tanto de ella como de su amiga Paula.
Maldito Mariano y sus charlas obsesivas, me maldije de inmediato, pasando a intentar obtener el perdón de mi chica al no haber notado nunca aquellos mensajes ni llamadas de su parte o de su amiga y que al parecer me había perdido de uno de sus calientes y morbosos juegos.
Discúlpame, si?… No sé como no las noté… Ya sabes… Mariano y su obsesión con la mala suerte que tiene y la pena que me da y pues me colgué a conversar con él y en verdad no sé como es que tenía el teléfono en modo silencioso y pues… - Me estaba excusando sin sentir realmente una necesidad imperiosa de tener que hacerlo dado que, después de todo, uno había hecho nada malo, cuando de pronto Ana Laura me dejó caer, una vez más, una noticia que me dejaría helado.
Pues te jodes!… No sabes lo que te perdiste… Ahora el de la mala suerte serás tu. Quédate ahora con tu amigo Mariano que yo voy a salir con Paula, Lucas y unos grupo de amigos de ellos - Me informó Ana Laura realmente viéndola más que enojada y decepcionada.
Qué?... Pero que dices?… Vamos Ana, mi amor!… No te pongas así!… Perdóname…. Dale… Dime a donde vamos… -
- Tu?… Tu a ningún lado… Ya me voy yo con Paula, Lucas y sus amigos… Quien sabe… Quizás hoy si que te dé el gusto… -
Pero que dices Amor?… -
Amor era hoy a la tarde cuando te necesité… Ahora ya es tarde… Ahora te quedas aquí solito a esperar a que regrese de mi noche de juerga o puedes hacer tú lo que quieras que me da igual… Llámalo a Mariano que parece que es más interesante que yo después de todo - Me insistió Ana Laura haciéndome notar lo enojada y decepcionada que estaba conmigo por no haberle prestado atención en toda la tarde.
Pues no era para menos, pues al parecer según lo creía entender, había echado por tierra todo el juego que aquella habría preparado para nosotros, sin darle ni una pizca de atención a todo lo que me había mandado, y que posiblemente había planeado durante aquella mañana.
Si que sentía que la había cagado y tal como bien había aprendido en todo ese tiempo de convivencia con Ana Laura, intentar convencer a una mujer en estado de enojo, solo lograba enfurecerla aun más y eso fue lo que hice, sentarme allí en la cama para ver lo que hacía y sin decir ni una sola palabra, rogando al final por que se le pasara el enojo y que me invitara finalmente a poder ir con ellos, que era al parecer era lo que habían estado planeado durante esa tarde de chicas.
Allí sentado, fue testigo de como "Mi Donna" se convertía una vez más en Mi Mujer Maravilla, dedicándole un tiempo importante al alisado de su cabello rebelde y ondulado, tanto así como a su maquillaje, en donde aquellos carnosos labios rojos pintados por el labial y destacados por un tentador brillo humectado, no hacían más que desear mordérselos y besaremos como desesperado, en tanto quedaba obnubilado por la belleza de sus ojos azules coronados por sus largas pestañas perfeccionadas con una mascara, por sus cejas perfectamente peinadas y hasta por la forma en que su mirada me cautivaba a través de esa expresión felina lograda a través de aquel osado delineado y acompañado todo el conjunto por aquellas sombras que le daban un aire misterioso, impactante y de ensueño. En tanto el rubor en sus mejillas le daban un aspecto vivo y candente el cual me sacaba de quicio.
Si todo eso, hasta allí, me mantenían como un pordiosero pegado a la vidriera de una pollería, el ver aquel juego de lencería que ella seleccionaba de roperito salvaje, en donde una más de sus diminutas tangas, ésta vez una negra de encaje, fueron acompañadas con un sujetador de aros sin ningún otro rasgo de tela en aquel, dejándole sus bellas y enormes tetas levantadas, agrupadas al frente y con sus pezones apuntando hacía arriba, en tanto en sus piernas se referían, Ana Laura, las fue cubriendo con un par de delicadas medias largas de algodón de color negro, sujetas y afirmadas a sus piernas hasta 3/4 de la altura aquellos por la elasticidad de las mismas.
Casi todas aquellas prendas fueron cubiertas por un morboso vestido de estilo “Marinero"en donde sus pechos quedaban abultados al frente por el escote en “V" del mismo, destacándose por aquella tela blanca que lo decoraba a modo de pañuelito. Ya por debajo, no solo el vuelo de la falda me dejó perplejo y estupefacto, sino que además el hecho de que aquel era bastante corto y que dejaba un morboso y caliente trazo de piel a la vista entre las que eran el final de sus lisas medias negras y las parte baja de la falda de su vestido enterizo.
(Guau!… Mi Donna estaba hecha una Diosa!…) - Eso era lo que pensara mientras, con mis manos frotándose entre si de los nervios, observaba como se colocaba aquel perfume importado que yo le había regalado y que era justamente el que más me gustaba de todos los que tenía.
Ya la sangre se me alboroto hasta el techo, cuando, admirando como se colocaba aquel par de zapatos negros de tacón alto al estilo de “Guillermas”, noté a la perfección aquella tanga negra por debajo del vuelo de su falda cubriéndole la vagina.
No quería pensar que una postura así, tan guarra, tan indecente y descarada, Ana Laura la pudiera realizar delante de otros espectadores que no fuera yo, su novio del alma, quedándome con esa imagen en mi cabeza, al tiempo en que ella se colocaba en su hombro aquella pequeña cartera negra a juego con su vestimenta.
- Bueno… Me voy… Solo espero que no me llames ni me molestes en toda la noche… Ya te iré escribiendo yo cuando tenga ganas… Si es que las tengo… Chau… Nos vemos cuando regreso… Si es que lo hago… - Me sentenció Ana Laura y dejándome estupefacto sin poder decirle una sola palabra ante el agobio que me causaba la forma fría en la que me trataba.
Así, de aquella forma, como un idiota pelele, observé como aquella se marchaba de joda y sin mí, no pudiendo ni darme cuenta sobre lo temprano que era, dado que si apenas eran las 21:00 horas.
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CAPITULO VI
LA PESADILLA
Eran las 23:00 horas y no sabía absolutamente nada de Ana Laura. Apenas si había podido comer algo dado lo cerrado que tenía el estomago ante los nervios que me causaba el hecho de que mi mujer, por primera vez desde que estábamos juntos, había salido de noche sin mí, para irse a una juerga con sus amigas.
Sé que debería de confiar en ella y en cierta forma si que lo hacía. Solo que los nervios que me causaron aquellas palabras tan crudas sobre lo de no molestarla y de tener que esperar hasta que regresara, no eran peores a la amenaza arrojada de que hasta quizás ni volviera.
Esa sensación de perderla. De saber o de sospechar, acerca de la posibilidad remota de que no volviera a pasar la noche conmigo, luego de verla salir con ese look de “Soltera" era algo que me carcomía la mente y que no me permitía ni respirar tranquilo.
De momentos una fuerte angustia me atacaba. Por otros una necesidad de tranquilizarme sabiendo a la perfección de que Ana Laura no era una cualquiera, tratando de darme a mi mismo esa calma que aquella me había ofrecido al recordar lo que me había dicho sobre su fidelidad hacía mí y asegurado de que ella nunca me engañaría con otros. Pero claro, en esos momentos, estando solo en la soledad de mi casa, aquello era algo que me era imposible de conseguir.
Me fue entonces inevitable ponerme a fantasear otra vez sobre Mi Donna abierta de piernas mostrándoles a todo el mundo su tanga negra de encaje enterrada entre la humedad carnosidad de su vulva lampiña. Incluso la imaginé también siendo devorada con la mirada por decenas de hombres morboseándose con aquellas medias que le cubrían la mayor parte del muslo y concentrándose seguramente en las partes de los muslos que les quedaban desnudas, invitándoles a todos a imaginarse el morboso camino que deberían seguir por aquellos hacían debajo de una falda corta y tableada con algo de vuelo para al fin poder encontrase con aquel prohibido y oscuro tesoro escondido.
Dios! Como me la ponía pensar en como todos aquellos degenerados perdidos se la estaban comiendo con la mirada. Como unos guaros. Como unos lobos hambrientos. Sobre todo al verla tan sola e indefensa yendo por allí sin ser llevada de la mano de su supuesto novio ahora convenientemente ausente. Es decir sin mí. Sin estar yo a su lado para espantarlos a todos como demonios y así poder protegerla del mal, de su lujuriosa maldad y lascivia. Dios!… Si!… Como me la ponía y me torturaban esos malditos pensamientos a su vez, en simultáneo, tan morbosos y lividinosos como destructivos y retorcidos.
Pasé una media hora pensando en aquello hasta que de pronto recibí un mensaje de Ana Laura a las 23:35 horas:
Ya terminamos de comer… No paran de preguntarme por ti… Que les digo? Que hoy es mi noche de soltera?… Quien sabe?… Quizás si les digo esto se me vengan encima… Y más por como me están comiendo con las mirada… No sabes la cantidad de chicos que nos rodean… Parecen todos unos babosos mirándole a tu querida novia las tetas… Dios… No recordaba lo que era ser soltera… Voy la mar de mojada y caliente… Solo espero que me esperes despierto para comérmela… -
OK… Cuídate… Y recuérdalo bien… No eres “Soltera”… Me tienes a mi… Aquí… Solo en casa esperando a que llegues… Para lo que quieras… - Le mencioné a modo de que se apiade de mi… Y que ya regresara a su casa… A mi casa… A nuestra casa.
Pues haberlo pensado mejor a la tarde… Y quien sabe… Voy tan caliente que quizás regrese temprano para que me atiendas como corresponde -
Pues como te lo digo… Aquí te espero mi amor… Te Amo… - Respondí con una inmensa sonrisa en mi cara y dándome cuenta de lo mucho que amaba a aquella mujer.
Pues espera nomás… Pensándolo bien… Aun falta mucho para que regrese… O quizás no… Quien sabe?… Todo depende de como se vaya dando la noche… Tengo una ganas terrible de ir a bailar y justamente me están invitando a ir después de que vayamos a tomarnos unos tragos al bar al que ahora estamos yendo luego de ya haber terminado la cena… -
OK… Cuídate… No tomes mucho… Sabes que no se te da bien el alcohol… - Le recordé, ya deseando que regresara, pero sin dejar de fantasear en que no lo hacía para, hasta quizás, irse a pasar la noche con otro macho a su casa. Pero claro, eso era algo que mantuve en silencio dado las pocas ganas de fomentar aquel juego estando ella sola y sabiéndola algo cabreada conmigo.
Pies en verdad es que ya voy algo mareada luego de las copas de vino que no me pararon de servirme en la cena esos chicos. Al parecer quieren emborrachar a tu chica… Quien sabe… Quizás lo consigan Jejeje… -
Ana… Con quien estás?… - Le consulte algo ofuscado, nervioso y celoso.
Pues con quien más… Con Paula, con Lucas su novio, con Alejandro su hermano y con otros más a los que no conozco pero que al parecer son amigos del hermano de Paula.
Pues más vale que te cuides de ellos… Ya no quiero pensar en lo que te quieren hacer si es que te están queriendo poner en pedo… Y más como vas vestida… Cuídate si?… Y no hagas locuras!… - Sentencié, sabiendo que estaba reconociéndole que me estaba poniendo nervioso.
Jejeje… - Me escribió acompañado de un emoticón con un beso en forma de corazón junto a otro con dos corazones en los que eran dos ojos - Te Amo… Lo sabes bien… Y no sabes lo que me gusta que te pongas celoso… MUA! - Terminó de esa forma el mensaje para dejar de escribirme, ni responder a las consultas de hacía sobre adonde se dirigían para tomar esos tragos.
Dos horas después habían pasado y seguía yo allí. Ahora más que nervioso diría que estaba histérico tratando de pensar adonde estaría mi novia mientras pensaba en escribirle de nuevo pero no atreviéndome a hacerlo para no obligarla a que pensara en comenzar a hacer algunas locuras. Más que nada, si es que me había reconocido de que iba algo mareada y pensando o sospechando de que a esa hora podría ser aun peor su mareo si es que se había tomado otros tragos.
E otro mensaje me llegó dos horas después, cerca de la 01:30 horas de la madrugada, notando, quizás por las palabras que mi mujer había elegido, que de hecho si que ya estaba algo borracha:
Mi amor… Al final si que seguí la noche yéndome a bailar con ellos a ésta discoteca nueva que abrieron hace unos semanas… Ups… Perdón… mejor no te digo adonde estoy así no te vienes corriendo a ver como estos chicos no paran de querer levantarme… -
Ana… Dale… Ya dejémonos de pavadas… Ya te pedí perdón unas mil veces… Ya quiero que regreses a casa… Ya está bien… Si quieres te voy a buscar… -
- Si?… Pues míralo al señorito… Qué pasa? Ya no te pone cachondo saber que otros me quieren follar? Jejeje… -
- Ana!… Ya! Si?… Dime adonde estás y ya deja de seguir tomando!… -
- Si Jefe!… Pues que sepas, que como estabas castigado, ahora me voy a bailar con algunos de ellos… Descuida… Ellos me van a cuidar si es que alguno otro se quiere propasar con tu mujercita… -
- Dale!… Esta bien!… Hace lo que quieras!… -
- Mmmm!… Estás enojado? Jejeje… Yo en cambio estoy mojada como una guarra debajo de mi bombacha jajaja… Quieres que me la saque, así no la ensucio? O mejor me la dejo puesta así me la limpias toda cuando regreso? -
Al leer esos mensajes y aun sabiendo que estaba jugando conmigo, un conjunto de sentimientos, entre los cuales estaba la desesperación, comenzaron a cubrirme todo el cuerpo. Por una lado, me di cuenta de pronto que no quería que mi mujer estuviera con otro hombre que no sea yo, pero por el otro, el saber que no pasaría nada de todo aquello, el saber que Mi Donna pudiera ser el blanco de algunos de esos idiotas, a los que de seguro terminaría parándole los pies al no ser Ana Laura una zorra, me daban ganas de se quedara un rato más por allí, haciéndolos volver locos a todos, quizás pensando con la esperanza instalada en sus cuerpos en que posiblemente podían hacer algo con ella.
Con esa idea en mi mente me fue inevitable comenzar a jugar con mi enferma cabeza en una dolorosa y angustiante correlación de imágenes fantásticas, en donde Ana Laura era abordada y confundida por las Malas Artes de algunos de ellos. O mejor aun, por todos estos. En donde uno tras otros iban probando su suerte, obteniendo quizás, unos más que otros, algún avance en su juego de seducción contra mi mujer.
Quizás alguno se conformase en rozarse con ella mientras bailaban, quizás otros pegasen su boca a su cuello bajo la excusa de oler su rico perfume para, de aquella forma vil y engañosa, respirarle en su cuello, el cual yo sabía que eran unos de sus puntos erógenos. Otros, podría ser que intentaran ser más directos e intentando besarla mientras la rodeaban bruscamente con sus brazos en la cintura o hasta tal vez meterle un poco de mano a su culo mientras disimulaban. Ese mismo culo que tanto a mí me gustaba dado lo carnoso y voluptuoso que eran aquellas dos bien formadas nalgas, la cuales en esa ocasión estaban siendo partidas y divididas por una profunda raya en el medio cruzada en toda su extensión por aquella tela del tanga, la misma que desaparecía entre sus piernas para ajustarse por delante a una vulva abultada, la que no podía dejar de pensar, ante los dichos de ella, en como podría estar mojando la pequeña tela que se la atrapaba, mordía y masticaba con cada uno de los movimientos que hiciera.
En todo aquello me puse a pensar hasta que, no pudiendo más de caliente, me paré de pronto para servirme un Whisky con hielo para evitar tener que comenzar a hacerme una paja. Eran tanto los nervios que me torturaban que hasta incluso ya notaba que estaba empezando a sudar.
Ya eran cerca de las 02:15 cuando del teléfono de mi mujer me llegaron otra decena de fotos.
En ellas se observaba como Mi Donna estaba bailando con el hermano de Paula, el cual si que la mantenía rodeada con sus dos manos por las cintura, bastante por debajo en realidad, mientras que ella le rodeaba a él por el cuello mirándolo con su cara, delante de la suya, con una mirada más que prohibida, tal como si estuvieran a punto de empezar a besarse.
En otra de ellas, ya Alejandro le estaba apoyando sus manos en su culo con total descaro, en tanto ella tenía su cabeza apoyada en el hombro con su rostro apuntando a su cuello y estando ambos con sus cuerpos bien unidos y pegados ,en donde se advertía como lo único que los separaban eran las inmensas tetas de Ana Laura apoyadas en los pectorales de aquel desgraciado que de seguro debería tener la verga bien dura al sentir aquellas montañas de carne sobre su pecho.
Ya las próximas fotos si que me sacaron de quicio. Ver a mi mujer sentada en un amplio sillón con su culo apoyado sobre las piernas de aquel mal nacido era algo que sin dudas no era correcto, sabiendo todos allí que no era una chica soltera. Sin dudas para todos los demás yo comenzaba a ser el idiota cornudo que estaba esperando en casa mientras a mi mujer le estaban dando el lote y eso si que ya no me gustó una mierda.
De hecho, ya nada de todo eso me gustaba un carajo y comprendía de que para nada deseaba ser un cornudo, ni nada de eso. No al menos así. No al menos de la manera en la que podría llegar a ser como lo que estaba allí sucediendo y así fue que pasé a informárselo, con claridad y contundencia, al responder a su mensaje y con toda la intención de que Ana Laura lo comprendiera a la perfección.
Así fue como rápidamente le lance más de 3 largos mensajes en los que le dejaba en claro de que dejara de comportarse de aquella manera tan inapropiada, pues si que no me gustaba una mierda lo que estaba haciendo y así, ofuscado y violento, seguí escribiéndole hasta que de pronto un nuevo mensaje de mi mujer llegó a mi teléfono.
- Disculpa Pablo. Soy Paula. Anita (Como ella le decía) está ahora bailando con Emma. Como recién llegó y al verla bailar con mi hermano, le pidió que ahora ella lo hiciera con él -
Joder! Qué hija de Puta!… Finalmente me estaba revelando ahora su plan, quizás celebrando y sonriendo de felicidad sabiendo de que se habría salido ya con la suya, metiéndola a Ana Laura en una encerrona y yo, como un boludo gigantesco, se lo había puesto en bandeja.
No tardé ni un segundo en mandarle un mensaje de audio diciéndole que la llamara inmediatamente que debía de hablar con ella y al enviarlo, rápidamente me llegó otro de aquellos mensajes, siempre del teléfono de mi mujer.
- Con la música tan alta no se escucha nada… Mejor escríbeme -
- Pues que las llames ahora mismo! ESO! - Escribí en mayusculas eso último para darle a entender sobre mi enfado.
- Pues si… Ya le llevo el teléfono - Me indicó la zorra, seguramente cagándose de miedo al ver lo que yo le había escrito y ya sonriendo por como le había cagado sus planes.
Pasaron 5 minutos y no sabía nada de nada. La puta madre!… Zorra de mierda! De seguro que no le había llevado nada el teléfono y hasta quizás ya lo había apagado para seguir adelante con sus maquiavélicos planes. No tarde nada en llamarla al móvil debido justamente a esas sospechas, la cuales me dejaron en claro que no eran así, al ver como si que les entraban las llamadas a pesar de que nadie me respondían.
Al cabo de un rato recibí un par de otras fotografías, aunque esta vez desde el teléfono de Paula seguida a continuación por un mensaje de aquella.
En aquellas fotos se veía a Ana Laura con su movil en la mano sacándose una foto junto a Emanuel y Paula, estando los tres en la pista. En la otra se la veía a mi mujer bailando ahora en las mitad de otra pista y en ésta ocasión en las mismísimas manos de Emanuel, el cual se lo veía absorto de caliente con una de sus manos apoyadas en el culo de mi mujer, en tanto la otra la rodeaba por la espalda con todo su musculoso brazo tatuado y metiendo su mano entre los cabellos de ella, viendo como Mi Donna mantenía apoyada su cabeza en los fornidos hombros de éste mientras que aquel hijo de ra mil putas metía la suya en el cuello de aquella.
- Ya le llevé el teléfono… Me dijo que ahora te llama… Sigue bailando con Emma - Me señaló la Zorra de Paula, mostrándome, seguramente como una burla, a como aquel hijo de puta que antes era mi amigo y que debería ser de seguro el candidato preferido de aquella para que saliera con Ana Laura, no hacía más que darse en lote con mi mujer.
No lo pude soportar más y con mis dedos temblando comencé a escribirle todo lo rápido que podía.
DND STAN? DMELO YA Q QUIERO Y BOY A IR ABUSCARLA - Le indique, Ésta vez con todas las letras mayusculas para que no se le ocurriese hacerse la tonta.
Tranquilo Pablo. No te pongas así. Estamos en Astra! Una Disco nueva "Ochentosa" que abrieron hace poquito cerca de tu casa. No intérpretes mal lo que vez. Están desde hoy y de a ratos poniendo una serie de temas lentos re bonitos de los 80’s que a Anita y a mí nos encantan y es por eso que están abrazados - Me respondió la puta de mierda de las amiga de mi mujer quizás jactándose de como me estaban dejando como un idiota delante de los demás mientras a mi mujer le daban de apretones y refregones en la mitad de unas pistas de baile y en medio de todo el mundo.
PUES DILE AANAQU SE QUEDE ALLÍ MISMO Q YA MISMO VOT A NUSCARLA - Le ratifiqué desesperado para leer lleno de furia lo que aquella me respondía desde su teléfono con una sorna terrible.
Pues allí mismo se quedará. Bailando así de pegadizos con Emma. Si que Anita tenía razón después de todo Je! - Y con ese mensaje repleto de burla, saña y una poca vedada intención de llamarme Cornudo, Paula me ratificaba de que mi mujer le habría contado la intimidad de lo que era nuestra cama.
No sé si me molestó más eso o la dos fotografía que recibí de parte de aquella unos minutos después, en la cual en la primera, se veía ahora, de mucho más cerca, a como Emanuel con todos sus dedos de su mano derecha apretados muy fuertes contra la nalga derecha de mi mujer, la levantaba a ésta del piso, en tanto la estrujaba con la otra por la espalda, claramente con la intención de hacer que las grandes tetas de aquella se le apretaran aun más contra su pecho, mientras que en la segunda, se veía a como, de manera cruda e impactante, mi mujer, Mi Donna, Mi Reina, enroscaba sus impresionantes muslos enfundados en sus medias negras de algodón en las caderas de aquel mientras que ahora Emanuel apoyaba sus dos manos en cada una de aquellas nalgas que quedaban un poco a la vista debajo de su vestido, en tanto seguían estando abrazados, quedando aquella colgando en el aire con medio culo al aire atravesado por esa tanga negra que se le enterraba ferozmente en su culo mientras observaba estupefacto a como estaban ambos mirándose fijamente a los ojos con sus narices apoyadas entre si con una mirada complice e intima que me dejó tan helado como abstraído, sintiendo que el corazón se me iba a salir por la boca. No sabiendo si me iba a morir del sufrimiento o si la verga, que tenía dura como una roca, se me iba a reventar en un infarto de leche.
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