Emocional cap 1, 2, 3 y 4
La vida de pablo y ana laura (inicio re editado y continuación del relato).
EMOCIONAL
LA VIDA DE PABLO Y ANA LAURA
CAPITULO I
PABLO
No sé lo que me pasaba por la cabeza. Desde que me había metido en esas malditas paginas pornográficas y de relatos eróticos, ya nada parecía ser lo mismo en mi cama y las pobre de Ana Laura, Mi Donna, era justamente la hoy, estaba pagando por ello.
Con Ana Laura nos conocimos en persona en una noche de bar. Y digo en persona, porque yo ya le venía echando el ojo desde la secundaria, sin poderme creerme lo hermosa que era, y notando como allí en el instituto al que íbamos, todos los que la rodeaban le iban rindiendo sus pleitesías y sin tampoco poderles sacar los ojos de encima, al ser Ana Laura una de las chicas más hermosas de todo instituto privado al que íbamos.
En ese tiempo Ana Laura ella solía andar con un chico mayor. Un tal Andres, que luego con el tiempo terminé descubriendo que efectivamente no solo había sido su novio, sino que además aquel había sido su primer amor.
Ana Laura se había separado de Andres después de haber salido de novios durante 3 años, justamente el mismo día en el que ella descubrió una de sus tantas infidelidades de aquel, pues siendo Andres un tipo de 25 años, contra los inocentes 19 años de aquella, a éste no le era difícil poder embaucarla y llenarla de cuentos para ir envolviendo en las redes de una relación tóxica, siempre repleta de malos tratos, desprecios, así como de engaños e infidelidades y que fue, gracias a dios, el motivo por el cual aquella había finiquitado ese noviazgo, para 3 meses después dejarle, según yo entendía, comenzar a salir conmigo.
Fue en esa noche de viernes, a mediados del invierno, cuando vi a Ana Laura llegando acompañada de un grupo de amigos y amigas a aquel bar repleto de gente. Ciertamente yendo está del brazo de Emanuel, que por cierto era mi mejor amigo, pareciendo que éste no quería perderle pisada dado lo hermosa que era Ana Laura.
Mi amigo Emanuel, en ese tiempo venía intentando terminar una relación, también por demás de tóxica y nociva, con la que era la loca histérica de su novia Milena. Que a pesar de ser también muy hermosa y con un cuerpo de escándalo obtenido a través de su esforzado trabajo como Profesora de Fitness y que de hecho, para placer de la vista de los hombres que la rodeaban, aquella si que lo sabía lucir a la perfección por las acostumbradas ropas ajustadas que siempre solía llevar.
Milena era por cierto una diosa morocha de pelo muy largo, el cual lucía siempre anudado en una larga cola de caballo, peinado de manera tenso y ajustado a su cabeza, lo cual le daba el aspecto de una tirana temible.
Pues tras ello, además de su imponente altura, su físico imponente y su cara de sería, tirando hacía la mala leche, la verdad es que aquella morena de infarto si que le imponía un respeto tal a los hombres y que lograba con pocos esfuerzos a que se le frunciera el culo a cualquier pretendiente que pensara en querer intentar abordarla como si tal cosa.
Y esto no era así solo por su aspecto imponente, pues aquella chica en realidad era muy respetuosa y educada con las personas que sabían tratarla con el respeto que se merecía a una belleza de su categoría.
Milena, de hecho, con la pasión que demostraba para sus cosas, si que no tenía miedo ni vergüenza en gritar a los cuatro vientos sobre lo enamorara y obsesionada que estaba por Emanuel, el cual en su momento, con su calidez, ternura y don de gente, habían logrado doblegarla por completo.
Emanuel era todo un caballero. Pero no solo eso, sino que era admirado por las mujeres como un excelente partido.
Bien sabía aquel aprovechar lo apuesto y varonil que era, dado lo musculoso que era su cuerpo y que, junto a su quijada cuadrada que le aportaban masculinidad a su delineado rostro, a una mirada profunda que cautivaba a las chicas y por supuesto como no, con esos impresionantes tatuajes que aquel llevaba impresos desde su pecho bien trabajado hasta abarcarles los mismos más de medio brazo derecho y que no lucían en él para nada desubicados, ya que Emmanuel justamente era un maestro del Tattoo, llevando adelante con mucho éxito unos de los estudio de tatuajes más reconocidos y famosos de la zona en la que vivíamos.
Con Emmanuel nos conocíamos desde hacía ya varios años. Él siendo un par de años mayor que yo, aquel siempre se jactaba de salvarme las papas a la hora de los típicos conflictos de riñas de la adolescencia y motivo por el cual, dado el respeto que aquel imponía, nunca había necesitado terminar de agarrarme a las piñas con nadie, al siempre haber caminar a su lado.
Claro que eso era algo de lo que aquel solo se jactaba a modo de chiste, pues yo nunca había demostrado para nada ser un hombre cobarde, ni mucho menos, sino más bien todo lo contrario, intentando siempre hacerme respetar en tanto también les ofrecía respeto a los demás.
Aprovechando lo apuesto que aparentemente yo era a esa joven edad, junto a esa vida de lujos que obtenía a través de mi adinerada familia y que por la cual, ya a temprana edad, conducía un coche importado último modelo que era la admiración y envidia de todos los demás jóvenes en el instituto.
Fue así a decir verdad, que había logrado hacerme un lugar entre los jóvenes más populares del instituto, en aquella exigente y rigurosa vida social.
En esos años y a pesar de contar con absolutamente todo lo que un joven puede desear, incluso también con un rotundo éxito con las mujeres más lindas y bellas de la cuidad, yo, no era lo que se pudiera llamar un muchacho que contaba con decenas o cientos de amoríos en mi haber, pues sacando los estereotipos que me habían impuesto los demás, yo era más bien un tipo introvertido, tímido y de carácter tranquilo, dejando muy oculto lo mucho que me costaba poder encararme a una chica bonita o de como llevar adelante la relación con aquella una vez que por fin ya la había conseguido, durando por esto mismo muy poco todas esas relaciones vacías que hasta el momento siempre había tenido hasta aquel entonces, hasta el punto de lamentar el hecho de que nunca había podido encontrar en ninguna de aquellas, nada por lo que realmente valiera la pena por lo que querer luchar.
Justamente eso fue exactamente lo que me llevó a hacer, aquella misma noche, algo tan incorrecto y que de entrada sabía perfectamente que estaba muy mal y que era lo de acercarme a Ana Laura, la mujer de mi amigo, lo cual sin poder negarlo, aproveché sin escrúpulos alguno desde el mismísimo instante en que Emanuel fue, ventajosamente para mis fines, interrumpido abruptamente por una más que histérica y violenta Milena que abordaba a mi amigo Emmanuel de manera enfurecida, llenándolo de reclamos a cerca de la sospechosa compañía de Ana Laura, luego de tan solo haber acordado entre ambos darse un poco de tiempo para replantearse las cosas en su larga relación de pareja.
En aquella noche, en la que Emanuel no pudo sacarse de encima a su ex durante más de 3 horas y en las que no pararon de discutir en ningún momento, fue en la que yo, su amigo del alma, comencé a salir con la que supuestamente era su próximo proyecto de chica.
Claro estuvo que al regresar Emanuel de la discusión con su ex, se encontró conmigo ya estaba sentado junto a la era su chica, siendo perfectamente notorio que yo estaba cautivado hasta tuétano por lo espectacular que ella era y al parecer, para mis objetivos poco éticos, a ella también le había apareciendo lo mismo de mí, recordando incluso hoy día en como me había enloquecido al escucharle decirme que tuviera cuidado con ella pues corría serios riesgos de quedar “AnaLaureado" por ella, cosa que sin duda ocurrió desde es primer instante en el que estuve sentado a su lado.
La imagen de los dos compartiendo miradas y una conversación intima, llevaron a Emanuel a irse de aquel bar de manera enfurecida, ante, no solo el fastidio que tenía encima por la discusión con ex novia Milena, sino además con la evidente traición sufrida de mi mano, o sea del que hasta ese preciso instante era uno de sus mejores amigos y también, porque no también decirlo, de parte de Ana Laura, que era justamente su acompañante de aquella noche.
Si bien me dio pena ante la noche de mierda que aquel pobre habría tenido, la descomunal atracción que sentía en esas horas por Ana Laura, no me dejaron plantearme siquiera, el deber moral de salir a su búsqueda, sobre todo, por el implacable terror que me daba perderla.
Dicen que por Amor una hace locuras?… Pues sí… Esa noche jodí a uno de mis mejores amigos por la que hoy, después de 6 años, aun seguía siendo el Amor de mi Vida. Y a pesar de no arrepentirme de lo que había hecho, si que me daba algo de vergüenza. Pero ya saben lo que de dice. En la vida más vale pedir perdón que permiso.
Pasando por alto éste pequeño incidente mal interpretado por Emanuel, yo había logrando dos cosas. Una, la primera, que lógicamente nuestra amistad con Emanuel se fuera a la mierda por los próximos 3 años siguientes. Al menos hasta que al final lo pudimos conversar para retomado desde ese momento nuestra amistad pero pasando lógicamente a solo tener cordial aunque frio y ya sin que fuera obviamente lo mismo que antes.
Y por supuesto, lo segundo, en cambio, fue que mi relación con Ana Laura, "Mi Donna”, como yo le decía, había sido siempre sencillamente perfecta desde el minuto cero en que nos conocimos.
Ella ciertamente y para mi tranquilidad, casi ni se había preocupado por la ausencia de Emanuel en cuanto éste la dejó sola para comenzar a discutir con una supuesta novia histérica del pasado de aquel, dejándolo pasar como si tal cosa no tuviera importancia y para centrarse exclusivamente en mí desde el primer momento en el que, tragando saliva y temblando de miedo, me había animado a invitarla a una copa a la espera de que Emanuel regresara.
En ese minuto inicial de charla, ella me dejó bien en claro, de que aquello que yo sospechaba como el inicio de una relación de pareja, para Ana Laura no era nada importante, dejándome en claro de que su salida con Emanuel no hubiera surgido sino a través de la caprichosa insistencia de su buena amiga Paula, la cual al parecer era también conocida de Emanuel a través de Lucas, el joven que era su novio, el cual de hecho se conocían con Emanuel por el gimnasio al que se había cambiado luego de dejar a Milena y con el cual por cierto había hecho buenas migas desde el principio a pesar de conocerlo desde hacía muy poco.
Justamente unas de esas salidas era esa noche de bar que estábamos viviendo y que la parecer había surgido con la idea no solo de compartir tragos y un grato momento junto a buenos amigos, sino que además con el objetivo de que Emanuel conociera a Ana Laura y que para mi bendición, terminé siendo yo el que concreto aquello con tan bella muchacha y para tan solo unos días después finalmente ponernos de novios de forma inmediata, dado la indudable química que existió entre nosotros.
Hoy, 6 años después, vivíamos en un piso bellísimo en el centro de la cuidad, gracias al buen pasar económicos de mis familiares la cual además me permitía la posibilidad de llevar una vida de lujo, trabajando sin ningún estrés, en una de las sucursales de la empresa de bienes raíces propiedad de mi familia.
En cuanto a Ana Laura, con respecto a sus ocupaciones, ella era mucho más relajada que yo. Andando de manera errática por la vida, ella había encarado mil cursos, luego de la secundaría, en tanto se abocaba también a intentar practicar decenas de deportes, tales como el tenis, el boxeo, Artes marciales, natación, Futbol femenino, Jockey, volley, etc. Pero sin quedarse nunca en ninguno, tal como tampoco solía terminar tampoco otras proyectos más académicos que iniciaba, tales como aprender ingles, decoración de interiores, Pintura artística y que sabe cuantas más que había encarado para terminar por abandonarlas por otras actividades que le surgían a mitad de camino.
Claro que todos aquellos fallos y caprichos Ana Laura se lo podía permitir gracias tanto a mi buen pasar económico como al inmenso amor que tenía por ella, pues a decir verdad, daba y doy aun mi vida por ella, intentando darle sin problemas todo lo que deseaba para poder hacerla feliz.
Ni que decir, que de todas esas experiencias “Fallidas”, Ana Laura no solo era una persona muy culta y enfocada en su pasión por la lectura, sino que además, producto de sus aventuras deportivas, ésta había cogido un cuerpo de infarto, que además de los suaves rasgos nórdicos de su cara, eran otras de las cosas, que como un extra al amor que sentía por ella, me impedían poder sacarles los ojos de encima.
Oh! Mi Donna!… Si que es una diosa!… Mi diosa!… Mi reina. Mi Mujer Maravilla!
Pues que me pasó entonces si todo estaba así de bien?… Pues mi estupides… Que otra cosa sino? Pues ya se sabe que quien lo tiene todo y quiere aun mucho más, corre el serio riesgo de perderlo todo y eso era justamente por lo que estoy sufriendo hoy en día y que es el precisamente el motivo de lo que les vengo a contar.
Ya lo dice aquel dicho… “Cuidado con lo que deseas, pues corres el inmenso peligro de poder encontrarlo”… Eso señor@s, es lo que hoy mismo he conseguido con mi estupides… Justamente lo que tanto estaba deseando… Eso que me enferma, me mata, me destroza y me hunde en la casi imposible agonía en la que se ha convertido mi vida.
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CAPITULO II
LA CRISIS
Que más decir? Que el sexo con Ana Laura era simplemente “Espectacular”?… Pues si! También!… Pero no solo el sexo era lo que nos importaba estando acostados en la cama y revolcándonos por ella como dos enfermos depravados, sino que también lo era el punto de que todo lo que siempre habíamos hecho, había sido acompañado por ese profundo sentimiento de amor que nos profesábamos a cada segundo, a cada instante de nuestra maravillosas vidas.
Ana Laura y yo nos entendíamos de muerte. Sabiendo yo como hacerla acabar y conociendo ella cuando era el momento exacto para hacerme sufrir y retrasar mis orgasmos de forma humillante, lo cual era una de las cosas que más me enloquecían en las practicas de nuestros encuentros carnales.
Yo dándolo todo para llevarla a miles de ellos y ella, por su lado, con una risa sarcástica, traviesa y maligna, retrasándolos hasta que me retorcía y le terminaba suplicando imperiosamente de manera agónica a que me lo permitiera. Lo cual, por cierto cuando aquellos sucedían, si bien no era nunca más de una vez por semana, aquellos eran simplemente, “Sublimes”. Fantásticos. Maravillosos. Tan desgarradores y demoledores como el Amor que sentía por ella y que nos permitían a ambos, enredarnos como animales en una explosión majestuosa de amor infernal, en donde al finalizar nuestros cuerpos siempre terminaban abrazados tan fuerte, tal como si quisiéramos meternos uno dentro del otro para ser uno solo.
Ella, bajo risas burlonas, me trataba de depravado asqueroso, en tanto yo le profería en cambio mi más absoluta devoción y adoración, tal como si ella fuera mi "Única Diosa", lo cual por cierto, no hacía más de derrumbarla de amor para luego demostrarme lo mucho que ella también me amaba, incluso dejándome en claro que era con más pasión y devoción que la que yo le demostraba y profesaba.
Que decir?… Se que agoto con tanta palabrería cursi y ridícula, pero eso era lo que siempre he sentido por ella. Aun hoy, o quizás más, al saber que estoy a poco de quizás perderla, si es que eso ya no ha sucedido.
Maldigo el momento, el instante, en el que dejándome llevar por el enfermizo morbo, del cual hoy ya sé que era adicto, comencé a visitar esas paginas de pornografía en busca de… de… de un no sé que en realidad, pero que justamente de allí, de ese malévolo mundo, fue que surgió aquella maldita idea que tuve.
Esa misma que, dejándome arrastrar por un centenar de películas, historias y relatos, me dieron a conocer el mundo del “Cuckold” y de la infidelidad consentida, que va… De los cuernos, de la humillación y así también de tantas otras prácticas enfermizas que me terminaron por cagar la perfecta vida que llevaba hasta esos días.
En esos días por cierto un convulsivo hecho, del cual desconocía en esos instantes sobre sus insospechadas y fatídicas consecuencias, me llevaban a hundirme en un pervertido mundo de ensueños, donde en el cual, Ana Laura se transformaba en una especie de desgraciada maniaca a la que ya no le importaba meterme los cuernos de manera inescrupulosa y desalmada delante de todo el mundo que nos rodeaba y que los mismos, riéndose de mí, comenzaban a reconocerme abiertamente como un pobre cornudo .
A pesar de lo enfermizo que les parezca el asunto, el producto del morbo derivado de aquella insoportable humillación con la que fantaseaba yo a diario, la verga me alcanzaba una dureza nunca antes experimentada y para brindarme un agónico goce a través de abruptas eyaculaciones violentas y monstruosas las cuales buscaba cada vez de forma más seguida hasta convertirla en una practica tan habitual como continua, las cuales por cierto me había obsesionado en lograr de forma tan repetitiva y constante como me fuera posible hasta conseguir que mi pene nunca estuviera ya en forma para poder hacerle el amor a mi adorada diosa.
Por supuesto que aquello no era algo de lo cual yo no me daba cuenta, sino que era justamente todo lo contrario y que era casualmente por ellos que lo venía haciendo de manera diaria, dado que ante el morboso hecho de pensar, de que por comenzar a dejar a "Mi Donna" con aquel deseo voraz enterrado en la mitad de sus piernas, era el mismísimo objetivo fantasioso por el cual podría yo por fin lograr, en mis pervertidos sueños y deseos más eróticos y enfermos, que aquella en su abstención y continencia deseara buscarse otro macho que la complaciera y así serme serme infiel y poder terminar de convertirme al fin en un humillado cornudo.
Locura?… Pues si! Ya lo sabéis… Es cierto que ha veces los hombre solo pensamos solo con la polla… Eso es aun hecho irrefutable, de que ninguno de los que lleve un pene colgando entre sus piernas me puede negar.
Así fue que las exquisitas prácticas sexuales que teníais hasta esos momentos con Mi Donna, en aquellos días comenzaron a ser infructuosas, incompletas, deficientes, en fin… Desastrosas.
Relaciones en las que ha veces mi pene no se llegaba ni a ponerse erecto. Otras, en la que las erecciones eran tan débiles que apenas si podía penetrarla a medias, dado lo flácida que tenía la polla y algunas otras, las que eran aun mucho más decepcionantes para Ana Laura, eran aquellas en las que a mitad del coito se me bajaba de golpe y desapareciendo abruptamente la erección, claramente producto del lógico agotamiento físico por las más de 3 pajas que me había hecho en el día.
Sinceramente. No sé que clase de enfermedad me arrastraba a hacer todo aquello, pero lo cierto es que terminó por fastidiar a "Mi Donna”, al punto tal que comenzó a creer que yo la estaba engañando con otra, motivo por el cual una tarde, con su cara cruzada por el pánico y la melancolía, me encaró en el sillón de nuestro living para plantearme esas terribles dudas que pesaban dentro de su cabeza, no pudiendo evitar en tanto lo hacía, en comenzar a llorar, producto del miedo y del pavor que le causaba el miedo a enterarse de que yo estaba ciertamente siéndole infiel y pudiendo perder toda aquella bendición que nos había regalado la vida.
No pudiendo ver así a Mi Donna, en esa tarde de lluvia, fue que no dudé una instante más en dejarle conocer lo que en realidad estaba yo haciendo con ella, confesándole bastante humillado y avergonzado en que, lejos de engañarla o de serle infiel con otra mujer, su querido novio se había convertido en un pobre pajero.
Aquello por supuesto que la sacó de quicio, como no podía ser de otra manera, no entendiendo la pobre de porque, su querido amor estaba haciéndolo aquello y comenzando así un batallón de preguntas a modo de interrogatorio, en el cual no tuve más opción ni remedio que la de terminar de confesarle mi pecado en tanto le empecé a mostrar todo aquel material con el que su novio se la jalaba todos los días, quedando Ana Laura shockeada al comprender de lo que justamente todos aquellos se trataban.
Esa noche y otras más, por primera vez en nuestra vida de pareja, pasé la noche durmiendo sin ella, lamentándome sobre las estúpidas acciones que me habían llevado a dormir esa noche en el sofá del living, en tanto escuchaba hasta media noche a como Ana Laura, Mi Amor, Mi Diosa, lloraba sola al interior de la que era nuestra habitación y nuestro nido de amor.
Los días fueron pasando, solo 3 de ellos gracias a dios, en el cual, al llegar una vez más de la empresa, mi mujer me estaba esperando una vez más sentada en aquel sillón del living de casa, que de por cierto últimamente se había convenido en mi cama.
Allí fue que me volví a reunir una vez más con ella, la cual ahora lucía como más calmada, no dudando un solo instante en invitarme de nuevo a sentarnos para que volviéramos a conversar en forma más apaciguada y de ese modo, así, poder superar finalmente esa pequeña crisis de pareja que nos torturaba las almas.
- Y bien… Que quieres que hagamos para?… Para?… Seguir adelante?… Quieres que me encame con otro entonces?… Eso es lo que tanto deseas?… - me dijo de pronto "Mi Donna", dejándome estupefacto.
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CAPITULO III
PLANTEO
Nunca en mi vida de novios junto a "Mí Donna" y sobretodo desde que aquellas fantasías rondaban por mi cabeza, me había puesto a pensar con la seriedad que se merecía ese asunto, en aquella posibilidad de infidelidad consentida realmente pudiera convertirse en una realidad. Pero ante el hecho de que Mi donna tan solo me lo planteara de esa manera tan cruda y directa, logró finalmente que todos los bellos del brazo y de la nuca se me erizaran por completo, al tiempo que un bombo me resonara feroz en ella mitad de mi pecho, agobiado y totalmente confundido por mis ambiguos sentimientos.
NO!… - Fue lo que le indiqué de manera rápida y contundente para rechazar no solo esa absurda cuestión y no solo ante Ana Laura, sino que más bien dentro de mi propia cabeza.
Pues mejor así!… Pues eso nunca va a suceder!… Lo comprendes verdad?… Nunca!… En toda la vida!… Ni se me ocurre pensar en la cuestión de acostarme con otro hombre que no seas tu y muchos menos aun, en ponerte miserablemente los cuernos!… Eso es una locura Pablo!… Una aberración!…. Algo que nunca!… Jamás!… Va a suceder… Solo espero que lo sepas… Que lo entiendas y lo comprendas… Y ahora que ya lo has entendido bien y te he sido muy clara… Pues dime… Que es lo que quieres que hagamos?… -
No solo esos dichos, sino ese "Dictamen" en que mi mujer me había dejado bien en claro en que no estaba dispuesta a concretar una infidelidad de su parte en contra mía, sino que además, por la forma estricta y bien determinada en la que me lo estaba diciendo, me otorgaron la calma que, de por cierto, habían perdido en esos días producto de los resquicios de mi mente enferma.
Fue una sensación de calma, de tranquilidad y de serenidad la que se me baño el alma de nuevo luego de escuchar la determinación de mi mujer y de su firme convencimiento, permitiéndome volver a ser yo mismo de nuevo. Es decir aquel hombre sosegado, calmo y pacifico, que de por cierto era al que Ana Laura reconocía sabiendo que era el amor de la vida.
Aquella diosa espectacular que yo consideraba efectivamente desde hacía 6 años como “Mi Mujer” y que era con quien sin dudas, deseaba pasar todo el resto de mi vida viviendo a su lado, fue la que me había devuelto la cordura y la calma, pero sin poder dejar de reconocer también, que una pizca de decepción y resignación también pesaron en esos momentos sobre mi enferma consciencia y hablándome detrás de la oreja como su fuera una pervertida molestia.
Pues… No sé… Nada… Perdóname Mi Amor… Fue una estupides de mi parte… Descuida… yo… - Le intenté expresar para llevarle algo de aquella tranquilidad que aquella me había sabido convidar hacía ella. Pero claro, Ana Laura no era para nada idiota y lógicamente que no lo dejó pasar.
Pues no!… No es una estupides… Si tienes esos deseos oscuros arraigados de manera tan profunda en tu mente como para lograr que, en cierta forma, me hayas decidido engañar… - Sentenció aquella dejándome estupefacto al oírselo mencionar.
Qué? No!… Yo… Yo… Yo no te he… -
Pues si que los has hecho Pablo… Fíjate que si, pues… Como bien sabes me lo has escondido durante todo éste tiempo… Ya sé que no me has sido infiel… Al menos no de hecho… Sino más bien de manera… Algo así como… Emocional… Pero eso no es para nada lo que más me preocupa ahora mismo… Eso es solo una estupides si me pongo a pensar en lo que temía que en realidad que estuviera pasando… Es Porno… Solo Porno… Y lo entiendo… Eres hombre… Piensas con la polla… Pero es justamente por eso que no quiero dejarlo así… A medias… Sabiendo que llevas eso dentro de tu cabeza… Y que… Y que algún día podría venir otra Zorra y te ofrezca lo que tanto estuvieras deseando y que ante ello… Tu… Y tu polla… Decidan sucumbir… Aceptar… A lo que ésta te ofrezca y de esa manera terminar por cometer una verdadera locura de la que nos podamos arrepentir de por vida… No… Snifff… No… Snifff… Eso no!… Eso nunca! -
No!… Mi Amor!!!!… NO!!! Te juro que yo Nunca!… Y escúchame bien NUNCA!!!!… Yo te sería infiel a ti… Mira!… Mira mis fantasías!… Las ves?… Míralas bien y piensa!… Eran todas exactamente al revés… Y te juro… TE JURO!… Que nunca en la vida se me habría pasado por la cabeza hacerte yo algo así a tí… Por más linda, perra, guarra o puta sea la mujer que se me ponga enfrente… Y escúchame bien!… Para mí solo estás tú!… TÚ!… Y SOLO TÚ!… Nadie más!… Nunca!… Jamás!… Lo oyes?… JAMÁS!!!!… - Le respondí al final con toda convicción y con las mismas palabras utilizadas por ella. Para que lo entienda. Para que pudiera comprender efectivamente lo que yo en verdad le estaba diciendo.
Al escuchar aquello Ana Laura se me echó encima de mí con una brusquedad digna de una bestia, para desde allí comenzar a llenarme de besos. Unos besos desesperados repletos de una ansiedad desmedida, en tanto iba notaban de como nuestras mejillas se mojaban mutuamente con nuestras lagrimas. Unas sinceras lagrimas que sin dudas profesaban el inmenso amor que nos teníamos mutuamente y que por ello no deseábamos perder por nada del mundo.
Ya por la noche, estando de nuevo en mi cama una vez más y luego de estar abrazados durante más de una hora sin separarnos en un solo momento, mi amor levantó levemente su rostro de niña bella y me miró a sus hermosos ojos azules para volver a iniciar la conversación interrumpida por su abrupta lluvia de besos.
- Bueno… A ver pervertido… Qué es lo que quieres hacer?… -
Qué?... Ya te lo dije… Nada… -
No!… Nada no!… Yo te quiero complacer en todo…. Quiero que nos tengamos confianza… Confianza total!… Una confianza basada en el hecho de que sepas que puedes contarme tus más oscuras fantasías y no en que me las tengas que estar escondiendo… Quiero saberlo todo de ti incluso todos tus lados más negros, oscuros y ocultos… -
Si pero… -
Sin peros Pablo!… Quieres saber tu una verdad de mí?… Pues eso… Que después de leer esos relatos y videos que me habías enseñado y dado los días que me habías dejado tirada… Yo… Yo… pues que me… Me… Me terminé también haciéndome una… Bueno… Ya sabes… Un dedo… Una paja… Y mientras los leía y veía esos videos tan morbosos, salvajes y guarros, la verdad es que también me terminé calentando… Lo ves?… Pues ahí lo tienes!… Mi lado oscuro… - Me confesó Ana Laura con toda sus mejillas completamente ruborizadas, a tal punto que su mirada parecía encendida y notando algo dubitativa.
Jajajaja!… Si?… Que guarra!… Jajajaja… -
- Guarro tú!… Después de todo eras tu quien también los veías y leías todas esas cosas mientras te hacías la paja… Pervertido! Jejeje!… -
Pues si Jaajajaja!… Me perdonas?… -
Solo si me lo haces lo misemos que aquellos maridos les hacían a sus esposas en esos videos… Así!… Tal cual… Igual a como se lo hacían a esas guarras de los videos… - Me comentó Mi Donna, en tanto comenzaba a sacarse lentamente la ropa.
Ni que decir que al verle de nuevo esas hermosas tetas hermosas colgándole libre por fuera, luego de una semana que apenas si se las había visto o tocado, me eché encima de aquellas como desesperado para comenzar a chupárselas como un bebe desesperado del hambre.
- Eso es!… Sigue así, Guarro!… Chúpamelas todas… Todas!… - Gemía Mi Amor, mientras que yo se las agarraba con las dos manos de manera brusca y violenta y me las refregaba por toda la cara.
Dios! La verga finalmente se me había parado de nuevo, luciendo ahora una inmensa erección como no la había tenido en mucho tiempo. En tanto, desesperado, le seguía chupando las carnosas, suaves, erguidas y blandas tetas de color pálido y coronadas ambas con aquellos exquisitos pezones amarronados.
En tanto un dejaba de chupetearles aquellas pálidas y blancas tetas, tal como lucía toda la piel de aquella diosa nórdica que era mi amada, mis manos ten simultáneo les fueron arrancándo sus bragas hasta dejárselas cruzadas en la mitad de sus rodillas y cuál fue mi mayúscula sorpresa, que en cuanto quise montarla como una bestia en celo, Mi Donna me sujetó de ambas mejillas con sus dos manos para, de manera implacable, invitarme a bajar a su vulva.
Shhh!… Ntchz, Ntchz, Ntchz… - Negó mi mujer con traviesa mirada de sádica - Nada de eso… Estás castigado… Los próximos días solo vas a poder comérmela… A chupármela toda como corresponde… Te has portado muy mal y por ende éste será tu castigo… Nada de tocártela. De jalártela. De meneártela como un pelele… Nada de todo eso amorcito… Desde ahora y hasta nuevo aviso y ante el hecho de que me debes decenas de orgasmos, es así que me los vas a dar todos juntos a diario para de esa manera, así, poder alcanzarte y que quedemos a mano. Si antes no te venías… Pues imagínate lo que se te viene encima… Mi Cornudito!… - Me dejó caer Mi Donna, como una pesada losa directo de su boca, mientras me miraba fijo a mis ojos con sus dos faroles azules repletos de burla, saña y un cierto toque de gracia y sadismo haciendo compañia, en tanto me iba presionando el rostro hacía abajo con mayor fuerza y ahínco hasta dejarlo apoyado directamente sobre los lampiños labios de su chocho mojado.
Mmmm!… Eso eso… Ahh!!!… Empieza!… UF!!!… Si!…. Así… Pésale bien la lengua!… Lámelo todo… Chúpalo… Es lo único que vas a poder hacer en estos próximos días AHH!!!… Si!… AHHH! -
Las ganas con las que yo se lo estaba chupando, eran algo fuera de lo habitual. Nunca le había dedicado tanta devoción, tanta prestancia , dedicación y entrega en chuparle la concha a Mi Diosa, sintiendo en como se me iban quedaban pegados en la lengua todas aquella mucosidad espesas que le arrancaba con la lengua, para segundos después volver a dejárselas depositadas sobre aquella abultada carnosidad que le sobresalía en el vértice superior de la concha y que no era otra cosa que su erguido clítoris.
AHH!!!! SI! DIOS!!! ASÍ!!! SI!! DALE!! DALE! DALE!!!… AH!!! AHHH!! AJJHHHH!! JJJMM!!!… - Gemía Ana, en tanto se aferraba desesperada con sus dos manos enredadas entre mis pelos, retorciéndose de ansiedad mientras que se estaba como prendiendo fuego.
Así! Chupa!… Chupa!… CHUPA!!!… ESO ES! ASÍ!… MÁS!… Eso así!….Trágatelo todo joder!… TOMA!!! AAHHH!!!!! AHHH!!!! - Me demandaba morbosamente Ana Laura, en tanto comenzó a eyacular con unos cortitos chorros de flujos, los cuales sin cesar aquella me refregaba por toda la cara con aquellos movimientos feroces y bruscos, dando unos espasmódicos sacudones con los que me pujaba y me incrustaba su concha en el medio del rostro.
Al cabo de 5 minutos "Mi Donna" volvió en sí para una vez más, quedando abrazada a mi pecho, notando contento a pesar de ser una tortura, a como aquella jugaba con la punta de sus dedos sobre mi polla de manera cariñosa. Una polla por demás de ansiosa, erizada y erguida, mirándome desde lo bajo con sus ojitos azules repletos de mimos, burla y algo de lastima, solo para indicarme lo que tenía pensado para mí, como castigo para los próximos días.
Ya el viernes me vas a decir lo que tienes pensado… De mientras, puedes tomarte estos días para pensar mejor lo que quieres que hagamos… Solo espero que esta vez reflexiones mejor lo que quieres para no tener que quedarte así con tu pollita totalmente dura durante más días de los necesarios… Verdad que si mi amor?… - Me decía Ana Laura sin dejar de torturarme la polla, jugando con su mano para solo, debes en cuando, írmela jalando hacía arriba y bajo en la que era una mínima y lenta masturbada mal hecha.
- Si ah!… mi… Amor Ah!… Lo haré… Ah!… Te lo prometo - Le respondía agónico e impávido, sintiendo que la mitad de mi cerebro estaba en esos momentos en mis huevos, en tanto, la otra mitad, permanecía atenta al leve movimiento de aquella pequeña y delicada mano que apenas me la movía en esa especie de insufrible paja.
Y al fin el Viernes a la mañana llegó, levantándome a mitad de la madrugada notando como la boca de mi sádica Donna me la chupaba con mucha sorna y saliva, en tanto ella jugaba con su lengua alrededor de mi tenso glande y apenas tocándomela con el interior de sus labios y su boca, quizás como un modo tortuoso de evitar de que me pudiera correr estando aun medio dormido.
- Holmmm… mi amommm… bumm dimm… AJH!… Que rica está tu pollita así de durita Mmm!… Ya sabes!… Ojito con lo que haces con esa cosita mientras yo me voy a bañar que se me hace tarde para las clases de música y cuando salga del baño más vale que todavía ésta hermosura esté así de durita… Hoy te quiero tempranito en casa para que hablemos de lo que quieres hacer y de hecho también, quiero que estés todo el día pensando en mi y atento al teléfono por si se me ocurre enviarte alguna cosita media malvada… - Me saludó Mi Donna, tan solo para indicarme aquel juego morboso de restricción y sometimiento aprovechando a que apenas yo estaba despierto.
Ana Laura saltó de ágilmente de la cama para desaparecer en el baño, para una vez dentro del mismo, comenzar a escucharse el ruido de la lluvia de la ducha golpeando en el suelo mientras que volvía a dejarme solo acostado en la cama.
Alto esfuerzo tuve que hacer para no jalarme la polla en esos momentos como un verraco desesperado, asumiendo el castigo que me había impuesto mi amada en su juego morboso, el cual se volvió aun más insoportable cuando aquella, para mi mayor martirio, salió por fin de la ducha, pero quedándome pasmado al ver como le rebotaban sus tetas al ir completamente desnuda y solo para comenzar a presenciar a como empezaba a vestirse lentamente, son saña, muy despacio y con movimientos sugestivos delante de mi, jugando conmigo y con mi mente posando su mirada en mí a través del espejo, en tanto se iba colocando, en completo silencio, unas prendas que iban a dejarme medio loco y desgarrado del morbo, así como por la desesperación de los celos que me daba al ver que iba a irse con aquellas prendas intimas, tan inadecuadas como eróticas, por debajo de su ropa.
Así fue que Ana Laura, mi amor, Mi Donna, iba eligiendo un brassier por demás de diminuto. Uno muy refinado de una marca importada de diseño de color beige completamente todo de encaje y con muchísimas transparencias en el mismo, en el que sus pezones para colmo quedaban totalmente por fuera, tomándose ella todo el tiempo del mundo en acomodárselos bien, para luego, incluso tener el tupé de pellizcarse sus carnosos pezones marrones, a modo de dejárselos por demás de sobresalidos, duros y erguidos asomados hacía adelante y por afuera de aquella morbosa prenda de refinado corte erótico.
Luego llegó el tiempo de sus bragas y para mi mayor sorpresa se las fue poniendo y sacando una tras otra, en tanto se las iba refregando por entre medio de sus labios vaginales, para luego írmelas tirando a mi que aun estaba acostado en la cama y desde donde yo, alucinado, la miraba desesperado como un lobo hambriento advirtiendo como me pulsaba la polla producto de la calentura con la que me había dejado y comprobando como al final no se decidía por una braga sino más bien por una tanga. Una tanga por demás de chiquita, la cual iba justamente a juego con ese erótico brassier y que, no solo se le metía profundamente dentro del culo, sino que de hecho, al ser tan pequeño y ceñido, aquella, por delante, también le estaba mordiendo sus labios vaginales hasta apartárselos hacía los lados de forma tal que se le marcaban completamente en la fina tela de encaje quedádseles adosados a la misma visualizándoseles como gajos, en tanto Mi Donna se iba pasando, sin cesar, dos dedos por aquellos, ahora por fuera, hasta dejar impregnada en la tela de la prenda intima, una notoria mancha oscura de flujo en el vértice inferior de la misma.
Todo ello mientras me miraba inquisitivamente, tal como si tuviera una duda.
Qué dices entonces?… Salgo con o sin ellas?… No estoy convencida del todo… Mira lo mojada que voy!… Quizás me las deje un rato y luego ya me las saque a lo largo del día para dejarlas tiradas por allí a donde vaya… Así que ya sabes cariño… No te tiene que extrañar ni preocupar mucho, si hoy tu mujercita regresa a cada sin su bombacha Jejeje… Tu estate atento si?… Quizás te llame o te mande un mensaje en el que te cuente durante el día para ver lo que he decidido… -
Ana… - Le recriminé de pronto como advirtiéndole de que se estaba pasando dos pueblos.
Shh!!! Recuerda Amor… Éstas castigado… -
OK… OK… - Le respondí aceptando enloquecido su juego morboso. Ese mismo en el que me había metido solito con comportarme como un depravado pajero.
La tortura no llegó a su fin, sino que fue aun más allá al comprobar como Mi Donna se ponía por encima, para cubrirse esa diminuta ropa interior que llevaba, la ropa que iba eligiendo.
La selección de aquella blusa de seda color blanca, en donde sus pezones marrones se le trasparentaban y marcaban terriblemente, fue la gota que estaba por rebalsar un vaso, que de hecho ya estaba repleto desde hacía una semana y que me dejó al borde del pánico, al ver la por demás de ajustada falda color azul que le iban a ser compañía.
Por cierto una antigua falda que no le quedaba en su talla y que le resaltaba por esto las nalgas de manera escandalosa y que, si no tenía cuidado cuando se sentara además, sin dudas que iba a mostrarle toda su tanga beige a los que la estuvieran mirando, dado lo pequeña y corta que era justamente la prenda.
Ana… (Que era la forma en la que la llamaba cuando realmente estaba enojado)… Por Dios… Ya esta bien… Ni pienses que vas a salir así vestida como una buscona… - Le recriminé al ver como aquella estaba realmente jugando con fuego, tal como en ese mismo relato que había leído en aquella pagina de relatos eróticos y que tan dura me la había dejado.
Jajaja… A no?… Pues mira!… - Me mencionó Ana Laura, para inmediatamente después, coger un piloto de lluvia para cubrirse por completo sus fachas de Zorra buscona - Y ya lo sabes… Si no estás atento a mi, o a mis mensajes, o a mis llamadas, éste piloto va a salir volando quedando como estoy vestida delante de los que me estén admirando… Que dices?… Les va a gustar lo que les estaré mostrando ?Jejeje… Chau mi amor!… Nos vemos cuándo regreses… Y ya sabes… Temprano!… -
Y diciendo aquello Mi Donna salió de la pieza, para un minuto después sentir el sonido de la puerta de calle abriéndose y cerrándose. Y allí me quede yo. Infartado. Con toda mi polla completamente dura como una roca y notando como el corazón me latía en el pecho desesperado queriéndoseme salir pr la boca.
El juego que nos llevaría a la perdición, allí mismo había empezado.
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CAPITULO IV
EL CASTIGO
Ese día viernes fue una completa tortura. El hecho de intentar cumplir con mis obligaciones en la empresa sin dejar ni un minuto de ver mi teléfono móvil, era algo a lo que no estaba acostumbrado.
Una verdadera sensación de locura me corroía la mente, esperando a cada minuto, el maldito segundo en el que me llegara un mensaje o un llamado o algo de parte de ella, algo que me demostrase que al final Ana Laura no había hecho alguna locura.
El deseo de llamarla ya no pudo conmigo y en más de una oportunidad estuve apunto de hacerlo. Solo aguantándome y muriéndome de ansiedad para no demostrarle a mi mujer que no había caído en la provocación de su juego.
Al no poderlo ya soportarlo más fue que finalmente, 10 minutos después y ya sin importarme ni mi orgullo, ni nada, había acabado por lanzarme a llámala a su móvil en casi más de 20 oportunidades y que, en cada una de las aquellas, Ana Laura no me había respondido ni una sola vez a ninguna de éstas.
Mi desesperación en esos instantes era sublime cuando al fin me llegó un mensaje en el cual Ana Laura me advertía a que en la próxima llamada que le hiciera sin su permiso, como castigo, iba a hacer volar por el aire aquel bendito piloto que la cubría, dejándome en ese instante, por un lado ansioso, histérico y contrariado, a la vez que hundido en una tortuosa calma, al comprender que “Aun”, al parecer, aquella aun no se lo había sacado pero que por el otro, reconociéndome de que estaba dispuesta a hacerlo sin importarla nada quedar media en pelotas delante de quien la viera, ante lo cual también me corroían la mente ante un maremoto de celos.
Claro que no tenía forma de poder comprobarlo realmente si lo que decía lo iba a hacer finalmente o que al final no y eso fue justamente lo que me llevó a abandonar por completo mi día de trabajo para ir en busca de aquella, dirigiéndome hacía donde sabía que tomaba la que era su clase de música y que no era otro lugar que la casa del Alejandro, el que era el hermano mayor de Paula, su amiga de toda la vida.
Mi desesperación llegó a su extremo al segundo de enterarme por boca de Alejandro a que justamente ese día mi novia no había concurrido a la clase, minutos en los cuales creí volverme loco al comprobar lo que por primera vez en mi vida al parecer era una mentira de parte de mi mujer. Todo encima delante de aquel tipo que ni conocía y tratando de que éste no notara los nervios y desesperación que me carcomían la cabeza.
Allí las llamadas volvieron a hacerse ya no una sola vez, sino que de forma repetitiva y continua y en las que, luego de una de esas oportunidades en las que ella no me atendía, llegarme al correo de mensajería de mi teléfono móvil de pronto una foto en la que aparecía Ana Laura en compañía de su amiga Paula, justamente luciendo aquella sin su piloto de lluvia y sentada en medio de un patio abierto de una cafetería que yo no conocía, no solo demostrándome a mi que había cumplido se amenaza, sino que además mostrándoles todo su cuerpo semi desnudo a todos aquellos clientes que estuvieran presentes y delante de aquellas, y al parecer sin tampoco importarle nada de nada, que a través de su blusa de seda se le notarán sus tetas y en la que de hecho hasta en las fotos que me había enviado se les dibujaban abiertamente las sombras oscuras de sus dos pezones marcados sobre la blusa.
Ana Laura para colmo lucía una enorme sonrisa posando en la foto en el patio de aquel café y estando precisamente allí junto a aquella amiga a la que yo tan poca gracia le hacía.
Allí mismo estaba mi novia, mostrándole a todo el mundo que tuviera delante, ese enorme e impresionantes par de tetas que se gastaba, lo cual al verificarlo a través de aquella foto que me había enviado lo mucho que se les notaban, me hizo retorcer las tripas ante los inmensos celos que me convulsionaron de furia.
- Ya mismo te pones eso de nuevo!… YA! - Le escribí repleto de furia a su teléfono en respuesta de aquella foto que me había enviado, pero una vez más sin obtener ni una sola respuesta de parte de aquella en esos momentos, pero si casi llegándome otra más como 10 minutos después, logrando que se me reventase la cabeza de los nervios que me atacaban.
Allí mismo, delante de mi propios ojos incrédulos e histéricos por los celos, veía la pequeña mano de Ana Laura llevando dentro de aquella, al parecer con éstas medias escondidas debajo de la mesa, la que sin dudas era la tanga con la que esa misma mañana había salido de casa.
Eso no quería decir otra cosa, que ahora mismo aquella, no solo iba marcado pezones y mostrándole las tetas a todo el mundo, sino que además en ese mismo instante, ésta estaba también sin calzones debajo de aquella diminuta falta, sentada en medio del patio público de una cafetería y desde donde entre medio de las patas de la mesa, alguien atento a aquella preciosidad que era Mi Donna, podría estar mirándola hasta las concha. Encima de todo, sucediendo todo esto delante de Paula, aquella zorra a la que yo tanto odiaba. Esa misma que tantas veces le había hablado pestes de mi cuando apenas nos estábamos conociendo y a la que yo consideraba una maldita arpía de mierda.
La cosa fue a peor cuando detrás de esa foto me llegó un mensaje de texto en el cual Ana Laura me advertía en que dejara de llamarla bajo la amenaza de subir ella la apuesta
- La tanga se fue por no haber confiado en mí y por haberme desobedecido yéndome a buscar a mi clase de música… Si lo haces de nuevo. Si me vuelvas a llamar otra vez… O si tan solo no haces todo lo que te ordeno en tu castigo, uno a uno de los botones de mi blusa se irán desabrochándose hasta quedar en tetas delante de todo el mundo - Me sentenció Ana Laura sin comprender como era que se había enterado de que yo estaba allí, para un segundo después descargar miles de insultos contra aquel alcahuete del hermano de su amiga Paula que sin dudas la había llamado.
Aquel mensaje me sobresaltó. Quien era esa mujer que yo desconocía? Acaso se estaba dejando arrastrar por los malos consejos de Paula a la que tan poca gracia le causaba?
Sin dudas aquella sería una buena oportunidad para correrme del medio y sacarme de encima, que justamente siempre yo había sospechado que era lo que había querido lograr, desde el instante en que nos habíamos conocido con Ana Laura y pasando ésta de su cita con mi amigo Emanuel.
No fueron uno solo los llamados que le arroje entonces tomando el guante de su desafió, sino que fueron más de 10. Uno tras otro hasta que al final el teléfono me dio apagado o fuera del área de cobertura, tal como lo indicaba aquel maldito contestador que me torturaba el oído.
Allí salí una vez más hacía mi trabajo. Pues estar parado en la mitad de la puerta de aquel salón de música con la pinta de loco que llevaba en el rostro no era lo que más me convenía. Y de hecho además era algo totalmente inútil al no tener ni idea de dónde era que estaba mi novia junto con aquella zorra de su maldita amiga.
Cuál fue mi sorpresa al cabo de un rato de estar sentado en mi lujosa oficina con las paredes viniéndoseme encima, que otra de las fotos provenientes del teléfono de Ana Laura me hicieron comprender que aquella estaba jugando enserio.
Justamente en aquella foto se veía una vez más a mi novia, pero esta vez de espaldas caminando por una vereda, al parecer sin público alrededor gracias a dios, caminando no solo con su diminuta falda algo más que subida y mostrando quizás hasta más de la mitad de sus nalgas por fuera, sino que mientras lo hacía, en otra foto tomada ahora de frente, se podía comprobar con claridad absoluta, de como todos los botones de su blusa de seda estaban por completo desprendidos y con sus solapas abiertas mostrando a la luz de la tarde todo aquel refinado brassier elevándole las tetas desnudas al cielo, entre lo que ya no era solo un atrevido escote, sino más bien una inmensa abertura por donde se le vislumbraba la carne de sus abultados pedazos de tetas por el que además se le asomaban uno de sus erguidos pezones marrones por fuera.
Aquel mensaje fue acompañado rápidamente por un largo mensaje en el cual Ana Laura me indicaba de forma entre amenazante, burlona y divertida a que dejara de desafiarla, al parecer creyendo que lo yo estaba haciendo justamente para empujarla justamente a hacer todo aquello que tanto odio me daba y que ésta estaba haciendo delante de todo el mundo y más que nada, incluso también delante de la que era su amiga, la cual sin duda me creería o un pervertido degenerado o un cornudo de mierda.
- Si me sigues desafiando y llamando vas a lograr que tu novia tenga que ir directamente en pelotas caminando por la calle… Tanto te gusta que todos me vean así?… No sabes las barbaridades que los hombres me están gritando en la calle, pues ya si con el sexto llamado me tuve que desprender la toda la blusa, ya con el séptimo me la tuve que sacar de la falda, con el Octavo me la abrí en medio del bar para que se me vean los pezones por fuera y ya con el noveno me levanté la falda para que me se vean las nalgas para finalizar con el décimo mostrándoles a algunos cuantos curiosos como voy depilada… Por dios… Que vergüenza que pasé… Así que te pido por favor que ya no lo hagas… Ya sé que estás disfrutando de todo esto, pero yo aun no estoy acostumbrada a que me vean desnudar en la calle pareciendo una guarra. Te quiero… Y recuerda… No llegues tarde. No sabes lo mojada que voy y las ganas que tengo de que me laves la concha. ;-)
Así las cosas fue que di por perdido aquel segundo Round, notando como el corazón se me salía del pecho, saliendo inmediatamente para mi casa al comprender que no quería que la gente que trabajaba conmigo me viera tal como estaba. Es decir, como un loco de atar con su mirada perdida, despeinado y con la corbata a medio anudar delante del pecho.
Cual fue la sorpresa al llegar a casa de encontrarme en ella a mi amada, la cual me sonrió con una inmensa sonrisa malvada, luciendo en la mitad de sofá con sus piernas abiertas y pasando un dedo por entre medio de los labios del chocho, aun vestida tal como la había visto en la última foto, limitándose a llamarme con los dedos de su mano libre a modo de gancho.
- Ven mi amor… No sabes lo agradecida que estoy de que me hayas hecho caso y que hayas venido temprano… De no ser así no se lo que hubiera hecho… Estoy tan caliente que me podría follar a cualquiera de los horribles vecinos que tenemos… No te imaginas como esos viejos verdes miraban a tu mujer cuando llegue media en bola como una cerda vertida así de la calle… Por favor no lo vuelvas a hacer, si?. Sé que eres aun guarro asqueroso, pero no sabes el susto que me lleve cuando por la calle unos chicos me tocaron el culo.
Cuando le oí contarme todo eso a Ana Laura, un hambre feroz, una rabia voraz y una inmenso deseos de reventarla, no hicieron más que hacerme caminar velozmente hacía ella para hincar mis rodillas delante de aquella para enterrar de forma violenta toda mi rostro entre medio de sus carnosos muslos abiertos, hundiendo mi boca en su concha terriblemente mojada y babosa, comenzándosela a lamer como un degenerado y chupándole completamente todo esos mucosos flujos, arrasando los labios mayores y menores con la lengua y mis labios sin parar de comérsela toda y así al final lograr que Ana Laura gritara repetidamente más de 4 orgasmos seguidos.
Nunca nos habíamos comportado de aquella manera tan animal. Nunca habíamos sido tan osados, ni tampoco nunca había tenido tanta necesidad de comérsela así, de chupársela de esa forma, tal como un perro que quería marcar desesperadamente que aquella carne eran mi territorio, que eran de mide su propiedad. Ni tampoco nunca, jamás, desde que estábamos juntos, "Mi Donna" había alcanzado ese tipo de orgasmos. Tan húmedos, tan jugosos, tan violentos, tan desgarradores, tan continuos y escandalosos, sacudiendo su concha con tanta fuerza que me lastimaba la boca, en tanto sus gritos, gemidos y jadeos deberían de estar preocupando a nuestros vecinos, pues parecía que la estaba matando de los alaridos que daba, más que estarle haciendo el amor con mi lengua hundida en su coño.
Aquello era solo una muestra de como estaban comenzando a cambiar nuestras vidas. Una vida tranquila que ahora estaba comenzando a ser cruzada por la cruda voracidad de la morbosidad, tal como un látigo lo hace en la carne de la víctima inocente que recibe el martirio.
Hacía allá íbamos. Hacía allá fuimos y hacía allá nos perdimos y ahora, hoy día, ya era muy tarde para poder arrepentirnos.
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