Emerger de la soledad. (4)

Secuela de Pensamientos Pecaminosos. La hora de la verdad llegò a la vida de este triangulo amoroso.

“Los que están muy apegados al amor y al deseo mundano, no pueden escapar al sufrimiento y la pena…” (Del sutra del Loto negro)

Ambas mujeres caminaban elegantemente hacia la puerta de la oficina junto al clérigo, pero un instante antes de pararse delante de ella. Otro sacerdote los interrumpió al momento de tomar el picaporte.

.- Tomás, ¿que cree que esta haciendo?

.- Discúlpeme, intentaba llevar a estas señoras a una cita con el padre Nicolás.

.- ¿Pues usted consulto con Nicolás sobre la visita?

.- Eh no… yo…

.- Me lo imaginaba, disculpen tan grosera manera de irrumpirlas, pero el padre Nicolás se encuentra en una importante reunión y pidió no ser molestado. Sabrán comprender. Yo mismo reprogramaré la cita para otro momento.

.- Perdone nuestra falta de decoro. ,- respondió la señora Keller.

.- Las acompaño hasta la salida.

.- Gracias.

.- Por aquí señoras, después hablaré con usted Padre Tomás.

El sacerdote avergonzado, se rascaba el mentón, en respuesta a la reprimenda.

Momentos antes, una vez que ingresaron y apenas se cerró la puerta tras de ellos. Nicolás empezó a tambalearse, chocando con el escritorio ubicado delante de él, tomando ambos laterales con sus manos hundió el rostro sobre su pecho. Reincorporándose inmediatamente, sus miradas se cruzaron en un total mutismo. David se acercó lentamente, su rostro pálido era opacado por el rubor rozagante de sus mejillas. Bajando sus parpados, ya que era un hombre profundamente afectado y triste, el que estaba parado ante él.

.- ¿Qué te sucede, Nicolás?

.- Es solo un gran agotamiento. Esta situación esta acabando con mi cuerpo.- Respondió entre dientes.-

.-Has estado solo demasiado tiempo y es mi culpa.

Nicolás respiró profundamente y concentró su mirada fija en David. De forma arrogante le respondió fríamente.

.- ¿De que hablas? ¿Piensas que soy un viejo solitario que no tiene remedio?

.- ¡Pero que estupideces estas diciendo! –dijo el joven notoriamente molesto.

.- No quiero tu lástima David, ¡vete!. Cuida a tu familia, ya no te necesito.

.- En verdad no me necesitas. ¡Entonces, dímelo! Grita que no quieres nada conmigo y no te molestaré más. Pero dime algo, ¡¡maldita sea!!

.- Deja de maldecir, esta es la casa de dios. ¡¡Eres un desvergonzado!!

.- ¿Desvergonzado? Ajajá… ¿y tú que eres? Un simple sacerdote demasiado amoroso.

El sarcasmo siempre fue la principal cualidad en David, ni el tiempo pudo borrar la elocuencia que siempre lo había caracterizado durante su juventud. Aquella que tanto molestaba y atraía a Nicolás.

.- ¡Cállate!-gritó el sacerdote mientras intentaba  propinarle un golpe.

David lo detuvo y con la mano, apretó fuertemente su antebrazo.

.- Ya no soy el niño que castigabas, no juegues conmigo Nicolás.

.- ¡Suéltame David!.- respondió con gran altanería, mientras intentaba abrir la puerta de la oficina.

.- Siempre es lo mismo, cuando no puedes con algo, solo huyes asustado. ¿Hasta cuando huirás de mi Nicolás?

.- Me retiro.

.- De aquí no te mueves, suelta el picaporte.

.- ¡Déjame pasar!

Llegando cerca de la entrada principal y junto al coche, se escucho una queja.

.- ¡Pero que tonta soy!- dijo la señora Keller. La mujer que la acompañaba la miró asombrada, ya que esta, rara vez manifestaba algún insulto.

.- ¿Que sucedió?

.- He olvidado mi pañuelo. Seguramente cayó al suelo cuando nos encontrábamos cerca de la oficina. Iré por él.

.- Aguarde señora,  lo buscaré enseguida.

.- No te preocupes, por favor. Sube al auto, te ves fatigada. Además quiero ver por última vez los arreglos florales, solo tomará un momento.

La señora Keller ingresó nuevamente dentro de la capilla y se dirigió nuevamente al corredor derecho. Conociendo el camino, no podía molestar a nadie. Junto al ingreso a la oficina, vio su pañuelo en el suelo.

.- ¡Allí estas!- exclamó entusiasmada.

Se agachó agraciadamente y lo recogió del suelo. Al levantar la mirada observó como la puerta de la oficina se abría lentamente. Confió que la reunión estaba concluyendo y que pronto el sacerdote saldría de la habitación. Dio un paso y esbozó una sonrisa.

.- Pa..d...- intentó pronunciar mientras su voz  desaparecía hasta perderse en el aire.

Sus ojos y pupilas se agrandaron. Su corazón se aceleró velozmente y una incierta sensación de ahogo se apoderó de ella. La imagen casi incompleta de dos rostros asomándose, de labios acercándose y el crucé de dos miradas perdidas en si,  la sorprendieron.

Ella conocía esos labios carmesí. Los observaba a diario, los deseaba y mezquinaba. La escena era más que retorcida, pero se desvaneció abruptamente al cerrarse la puerta. Asustada y consternada, prácticamente huyo del lugar.

Al llegar a la salida, la esperaba Mariel. No había ingresado dentro del coche, ya que consideraba una falta de respeto el sobrepasar a su patrona. Al mirarla se dio cuenta del cambio en ella, entonces pidió al chofer  abrir la puerta y la señora se escabullo dentro del mismo.

.- ¡Llévame a la casa,  por favor!-

.- ¿Qué sucedió?

.- Quiero ir a casa, Mariel.- repetía constantemente.

El coche arrancó  y se perdió en la multitud.

Una vez llegadas a la casa, la señora Keller subió las escaleras, por detrás la Nodriza  la seguía.

.- ¿Espere señora, que le sucede?

La joven se refugio en su habitación y corrió al lavabo. En el momento en que sintió una espantosa y fuerte punzada de dolor en la parte baja de su pecho. Sudando, abrazó su cuerpo.

.- ¡No, no por favor!

El dolor era sutil pero constante y sentía como intentaba deslizarse hacia su vientre.

.- ¡Dios por favor ayúdame!

Mariel, la vio encogerse de dolor y se apresuró en ayudarla. Juntas llegaron a la cama y con mucha dificultad intentaba mantenerse erguida.

.- Llama al medico, Mariel.

La Nodriza, gritó pidiendo ayuda.

En ese mismo momento, Nicolás empujó al joven. Se inclinó sobre su cuerpo y avanzó. Un fuerte ruido hizo eco en la habitación. Sus ojos brillaban de rabia.

.- ¡Estas desquiciado! Que crees que haces y si alguien nos hubiera visto.

.- Nadie nos vio, Nicolás.

.- Por favor, tan solo vete.

Soltándolo, se dirigió al otro lado de la habitación. Se acercó a la biblioteca y acomodó unos libros que sobresalían desordenados. Tiraba de su túnica y  frotaba su cabello, incomodo por dicha situación.

Cerca del escritorio una antigua biblioteca de algarrobo era utilizada para dividir el enorme espacio. A un lado de esta, se encontraba la vieja puerta de un cuarto de limpieza ya no utilizado, que escondía una pila enorme de cajas con papeles. Las dimensiones del  mismo también permitían que se colocara una silla y otro mueble con estantes. David sintió crecer su rabia, pero no admitiría que también se sentía apenado. Cerró la puerta con el pasador, a pesar de que nadie osaría ingresar sin antes, pedir permiso al sacerdote. Caminó por detrás de Nicolás y observó el cuarto de limpieza adyacente, al tocar el picaporte, esta se abrió. Mirándolo de reojo David  sonrió y dijo.

.- Me preguntaba si en verdad ¿me extrañas tanto como pienso?

Tomando del brazo al sacerdote de un solo impulso y casi arrastrándolo, lo empujó dentro del pequeño cuarto, arrimando la puerta.

.- ¡¿Que estas haciendo?!-.

Al sentir que  el cuerpo de David lo aprisionaba sobre un rincón y sus manos, comenzaban a surcar entre sus piernas, sintió la estimulación. Afrontado una vergüenza incluso mayor. Muy dentro de él, su corazón comenzó a palpitar.

.- ¡Déjame! .-respondió mientras desviaba su rostro.

Reaccionando a sus palabras, el joven vio la mirada de placer reflejada en los ojos del sacerdote. No pudo aguantar y lo beso, mordiendo sus labios.

.- ¡¡Mmm...David, te dije que me sueltes!! .- Al escuchar su nombre, la mirada fija de David no vaciló.

Lo rodeó con sus brazos. Con su mano tocó su mejilla y luego su cuello por detrás.

Todo el cuerpo del sacerdote tembló. David lo abrazó fuerte y lo besó lentamente. Los ojos de ambos se entrecerraron.

.- ¡¡Noo… detentee…!!.- el sacerdote luchaba por librarse pero la determinación del joven lo superaba.

David agarró la túnica de Nicolás por la cintura, subiéndola. El miembro duro del sacerdote se asomaba por debajo de su vestidura. Tomándolo bruscamente el joven se agachó y lo estimuló con la punta de la lengua. Nicolás sintió la humedad recorrer sus piernas. Su respiración se volvió eufórica.

.- ¡¡Esperaaa… aquí noo…aquí noo!!

Levantó su mentón y dejó escapar un gemido de placer con sus ojos cerrados. David humedeció sus labios con el líquido que se asomaba por la pequeña abertura en el  miembro del sacerdote.

.-  ¡¡ahhh.. nooo…ahhh!!

Nicolás intentaba reprimir los gemidos desesperadamente, con una mano se cubría la boca, su pene duro presionaba la garganta del joven. Temblando, apretaba muy fuerte el hombro de David.

.- ¡¡Nmm…!!.-con la mirada perdida lo miró. Su semblante había mutado por completo. Una nueva entidad se apoderaba de sus actos, como todas las veces al estar en sus brazos, no lo podía explicar de otra manera, solo que en su doctrina la llamaban: “lujuria.”

David levantó su rostro y lo besó insaciablemente.

Desabrochándose el pantalón, el joven colocó la mano del sacerdote dentro de su ropa interior. Por este movimiento, los pantalones cayeron hasta sus muslos. Dando un giro, empujo a Nicolás obligándolo a sentarse en la silla que se encontraba a un lado, que a su vez, tiró de David para que se sentara sobre él. Comenzó a acariciar su pecho y este empezó a jadear. Su cuerpo se estremeció por la cantidad de besos que Nicolás le daba en su cuello, mientras lo masturbaba hacia arriba y hacia abajo.

..- ¡¡Mmmm…Nicoo…!! Giraba su rostro transpirado y lo observaba con ojos seductores. Sus labios se encontraban rojos como la sangre y húmedos por la saliva que caía desde sus comisuras. El cabello despeinado y alborotado se sacudía de un lado a otro en cada espasmo.

Nicolás, se llevó un dedo a la boca, lo lamió y lo adentró en el interior de David. Este levantó sus caderas y el placer se arremetió dentro de él como una ola. Sacó su dedo y en su lugar, empujó con su miembro cálido. David relajó sus piernas para permitir que Nicolás llegara más profundo. Este soportaba el peso de David mientras ponía sus manos sobre las pantorrillas y elevaba su cuerpo.

.- ¡¡Mmmm…aahhh…ahhh!!

Sus cuerpos se vinculaban. Su respiración se aceleraba.

Hacían ruidos obscenos, mientras Nicolás se movía hacia dentro y hacia fuera. Estaba extasiado con la sensación del miembro empujando tan fuerte, tan profundo.

Liberando más gemidos. Sudaban por todas partes.

Nicolás penetró completamente hasta la base de su órgano.

.- ¡Mmm, ahhh, ahhh! Nunca te… dejaré.- juró David.

Los movimientos bruscos aumentaron de velocidad. Presos de una lujuria insaciable.

.- David… te amooo… Daviddd….¡ahhhh!

Esta era la pasión que sentía por el joven, quien era mucho menor que él. Lo amaba tanto que no podía soportar dejarlo ir.

.- Nuncaa tee….- repetía David.

Durante el acto, el joven era muy avasallante, pero su rostro excitado y ruborizado lucía muy infantil.

Ya no podían controlar la escena que se estaba llevando a cabo en esa habitación. Si alguien interrumpía en ese momento, les seria totalmente en vano atender a su llamada.

Todo el cuerpo de Nicolás se tensó mientras dejaba salir un gemido erótico.

Sostuvo a David  en sus brazos y elevó nuevamente su cuerpo.

.- ¡Me cor…! ¡Ahhh,! ¡aaa, aaa, ahhh ahhh!

.- ¡Ahhh, ahhh, ahh!-David cerró sus ojos.

Llegaron al clímax totalmente exhaustos. David se desplomó y  Nicolás sujeto su cuerpo acercándolo a él. Su respiración se calmó y volvió a la normalidad. Sostuvo a David en sus brazos, abrazándolo fuertemente. Girando su cabeza, él apoyo su rostro sobre el cuello de Nicolás y  ambos quedaron mirándose frente a frente.

“Por un momento contemplaron la luz de sus sentimientos, como la luz de la mañana que se filtra por la contraventana abierta, pero esta siempre era invadida por la sombra oscura de la realidad. Una sombra extendida. Aquella que nunca se liberaría de sus vidas…”

Continuarà…