Emergencia a media noche
Un bebe con fiebre solo es el preambulo de una noche de atenciones a él y a su joven madre...
Emergencia a media noche
Eran casi las doce de la noche y llaman a la puerta del apartamento. Para mi sorpresa era la vecina, una joven de solo 20 años que recién había dado a luz un bebe y su marido la había dejado a los seis meses de haber nacido el niño. Sorprendido y vestido solo con el pantalón del pijama abro la puerta al darme cuenta de la urgencia de su llamado. Me dice entre sollozos que la ayude que su bebe tiene mucha fiebre. Mi mujer dormía profundamente consecuencia de su eterno somnífero de todas las noches de manera que no tenía alternativa. Tomé las llaves y acompañe a Lily a su apartamento mientras la consolaba y le decía que siempre sucede eso con los niños. Con mis 52 años y la experiencia de haber criado tres hijos ya adultos e independientes sabía de alguna manera como actuar.
Me llevó directamente a su cuarto y tomé al bebe en los brazos. En efecto ardía en fiebre y procedí a actuar en consecuencia. Un baño en agua fría, un supositorio y el jarabe correspondiente. En todo momento la tenía a mi lado con la expectativa de la madre preocupada por el estado de su cachorro. Le dije que teníamos que esperar que la medicina hiciera efecto y que por la descripción de los síntomas el mal, parecía ser viral y así como se presentan también se desaparecen. Dejé el bebe en su cuna algo inquieto pero mucho más aliviado. Mientras esperaba sentado en una silla, ella me ofreció un café y al dirigirse a la cocina pude apreciar en el trasluz que solo llevaba puesto un hilo dental debajo de la ancha pero corta franela. Lily era pequeña pero voluptuosa. Sus senos llenos de leche materna sobresalían inmensos, sus caderas eran prietas y anchas, sus nalgas paraditas y duras, tenía una cintura muy estrecha y sobretodo su piel era muy blanca, contrastando con el negro de su cabello ondulado sujeto azarosamente por un gancho de pelo. Su cara era angelical, con unos labios carnosos y una mirada tierna e infantil. Luego de 8 meses de haber dado a luz su cuerpo aún reflejaba algo de sobrepeso, el cual a fuerza de mucho ejercicio había logrado distribuir en su cuerpo resaltando mucho más sus curvas y solo el seguir amamantando al bebe le mantenía sus enormes senos llenos de leche.
El pequeño brinco que dio mi verga me hizo recordar que solo llevaba puesto los pantalones de mi pijama y que debía controlar mi reacción, porque era muy difícil que pudiera esconder una erección. Al regresar no pude evitar mirarle los senos inmensos y apetitosos, los cuales se mecían libremente. La abertura de las axilas dejaban ver mucho de ellos y ella poco hacía por evitar que se exhibieran descaradamente. Se mantenía de pie al lado de la cuna y constantemente se inclinaba sobre el bebe dejando ver sus nalgas y la raja que las separa. Definitivamente que la preocupación no le permitía entender que hacía pero a mi me estaba provocando un estado de excitación muy particular. Había momentos que se sentaba en el piso con las piernas cruzadas frente a mi y hacía preguntas sobre el bebe, las cuales trataba de responder tranquilamente mientras observaba como la tanguita se desaparecía entre la raja de las nalgas y como sus vellos se desbordaban por el borde de las ligas. Su pubis era grueso y voluminoso y la pantaletica hacía esfuerzos supremos en contener su abundante vello negro y rizado. Por los nervios, tironeaba constantemente la corta franela hacia abajo descubriendo arriba las aureolas rosadas de sus pezones, los cuales se mantenían muy erectos.
Finalmente se levanta y se dirige a la cuna en donde el bebe ya duerme plácidamente, me llama a su lado para verificar que el bebe esta bien y no presenta señales de fiebre, le digo que aún debemos esperar unos minutos más para estar seguro. Me siento nuevamente en la silla y ella en un gesto infantil se me sienta encima de mis piernas y me abraza buscando el consuelo luego de la presión que había soportado por el bebe enfermo.
Sus brazos rodean mi cuello y su cara se apoya en mi pecho desnudo. Siento el calor de su respiración a través de los vellos mientras mis manos se apoyan en su cadera y espalda y comienzo a acariciársela suavemente con movimientos lentos desde el cuello hasta la orilla de su rajita donde puedo sentir como el hilo dental desaparece entre sus hermosas nalgas. Su respiración se hace un poco mas espesa y mi verga hace presión contra la piel de sus muslos. Mi otra mano se mueve en su muslo y abiertamente lo acaricio suavemente deleitándome con la suavidad de su piel. Huele a colonia, leche materna y sudor. Ha sido un largo día para ella.
Lentamente separa un poco las piernas y se acomoda mejor en mis brazos permitiendo que mi mano se pasee por el interior de sus muslos libremente y llegue hasta el mismo borde de sus pantaleticas. Continuo con las caricias las cuales son abiertamente sexuales, mi mano en su espalda llega abajo y agarro sus nalgas por encima de la tela de la franela y al subir mi dedo medio traza el contorno de su raja como queriendo ir un poco mas adentro, mi otra mano juguetea con la orilla de la liga de la pantaleta y se enreda en la abundancia de su vello púbico. Sin mediar palabra ella sube su rostro y busca mis labios y el beso surge espontáneo y muy húmedo. Me susurra al oído: cójeme mi viejo, me hace falta una buena revolcada, me gusta el calor de tu pecho y la sensación de tu verga contra mi piel . Sus palabras son dichas con tanta pasión que no puedo resistirme y por reflejo tomo la orilla de su franela y se la saco por encima de la cabeza.
Sus hermosos pechos quedan colgados frente a mi e inmediatamente comienzo a lamerlos y chuparlos. Primera vez en mi vida de adulto que pruebo la leche materna pero la sensación era entre curiosa y bizarra, sus pezones sensibilizados por las atenciones del bebe parecían diferenciar entre mis labios y los del bebe. Sus gemidos eran constantes cada vez que succionaba y algo de su leche se derramaba. Se separa un poco solo para ponerse ahorcajas encima de mi, separando sus piernas y sacando mi verga del pantalón de manera que con solo un pequeño empujoncito la podía penetrar. Percibía su aroma de mujer que emanaba de su entrepierna y mezclado con los olores típicos de los bebes creaban una atmósfera embriagadora. Ella misma sin apuro pero decidida tomo mi verga y se la metió en su vagína mojada y caliente. Coño viejo que cosa tan rica, métemelo hasta el fondo, déjame sentir tus bolas contra mi . Sus palabras parecían tener necesidad de salir sino la ahogaban, en un instante y luego de cabalgarme brevemente, siento como los músculos de su vagína se contraen y a pesar de haber dado a luz normalmente las paredes de su vagína muestran flexibilidad y buen dominio. Luego de su muy rápido pero intenso orgasmo, se deja caer un ratito sobre mi pecho y luego me dice que quiere mas de mi verga pero en la cama. Tomándome de la mano me lleva silenciosamente hacia ella en donde se arrodilla y me pide que la coja como una perrita.
Toda este palabrerío me tenía entre confundido y excitado. No acostumbraba verbalizar mis encuentros sexuales y mi mujer era de muy poco hablar, pero en este caso Lily parecía necesitar oírse. Posicionada en cuatro nuevamente llego a mi nariz el olor fuerte de sus humores y entendí que no se había duchado en al menos un día por el problema con el bebe. Su raja se veía peluda y necesitaba una depilación urgente. Sus jugos se adherían a los largos pelos y sumados a los míos propios ofrecían una visión de sexo crudo. Sus labios rosados e hinchados mostraban el deseo reprimido, no podía evitar deleitarme con la visión que apenas el hilo dental empujado a un lado trataba de cubrir. Lentamente le metí mi verga y nuevamente sentí el calor de sus paredes vaginales apretarme y ahogarme en una piscina de jugos y placeres. Ella mordía duro la almohada ahogando las groserías y palabrotas que le fluían con la misma intensidad que sus jugos en la cuquita. Mis manos agarraban a sus enormes caderas y usándolas de apoyo me facilitaba el proceso de empujar, meter y sacar.
Me incline y tome su cabellera como si fuese las riendas de una potra salvaje, indomable y violenta. Cójeme mi semental, métemelo todo, déjame sentir tus testículos contra mi culo . El torrente de palabras y expresiones dichas suavemente como para ella y para no molestar el bebe, continuó derramándose de sus labios. La imagen perversa de la mujer entregada, gozando a plenitud el sexo y el maltrato se reflejaba a medias en el espejo de la peinadora, excitándome más y acelerando mi clímax. En el instante que mis testículos explotaban de sensaciones y un chorro de semen se me escapaba con una fuerza que tenía tiempo que no experimentaba, un aullido reprimido por su propia mano que tapaba su boca se le escapaba de la garganta al experimentar ella a su vez un orgasmo superintenso. Sus piernas flaquearon y nos desplomamos en la cama, quedando encima de su suave cuerpo. Sentí un ligero sollozo y me acerque a su rostro y en efecto lloraba como consecuencia del carrusel de sensaciones que había experimentado. Me abrazo fuertemente y continuo llorando.
Al poco rato percibí su respiración tranquila y rítmica típica del sueño y me retire lentamente de la cama. Disfrute de la morbosidad de admirar su desnudo cuerpo apenas iluminado por la luz de la lámpara de cama hasta que decidí arroparla. Luego de asegurarme que el bebe estaba bien regrese a mi apartamento donde encontré todo como lo había dejado. Tomé una ducha breve y me acosté a dormir deleitándome con la experiencia vivida. Quizás luego les cuente mi visita de seguimiento del siguiente día