Embarazada y zoo (3)
Continuando con mis experiencias zoo
EMBARAZADA Y ZOO (3)
En primer lugar agradezco a todos aquellos que me han enviado felicitaciones y comentarios sobe mis relatos. Nunca creí que tendría esa enorme cantidad de lectores, por consiguiente ha sido un estimulo para seguir contando algún otro acontecimiento importante, si bien reitero experiencias anteriores.
Mi beba contaba unos seis meses, así que mi relación con Bobby se hacía muy poco frecuente, casi ocasionalmente, no era que me desesperaba no tenerla, sino el hecho de ir perdiendo la privacidad como consecuencia del crecimiento de mi hija, situación a la que me fui adaptando, el hecho de que mi madre contaba con una llave de mi casa, era otro impedimento, su llegada podría ser en cualquier momento.
En esa época comencé a llevar a la plaza a mi pequeña y a Bobby, si bien no iba todos los días, cada vez que concurría veía a una mujer con su perro. No sé si todos tienen ese mismo pensamiento, pero pasó por mi mente si ella, no tendría relación con su mascota. El caso es, que de tanto vernos, terminamos conversando sobre mi niña y por supuesto, nuestras mascotas. Como consecuencia de vernos tan frecuentemente entablamos una amistad. Su nombre es Lourdes, de unos 32 años, soltera, lindo rasgos, morocha de una altura media. Poco a poco se fue acrecentando nuestro aprecio. El tema sobre el sexo y o nuestras relaciones no se tocaba en profundidad.
En una oportunidad me preguntó si podría cuidar a su perro Rocco, por un par de días a lo sumo, que yo era la persona indicada, ya que me conocía y había una buena onda entre ambos. Solamente tenía que pasar una o dos veces por día para darle agua y su comida. Le comente que no tenía ningún inconveniente en ir a su casa.
Llego el día en que se fue de viaje, así que concurrí a su casa para dar de comer a su perro, aprovechando que estaba el día lindo, llevé a mi niña en el cochecito. Entre a la casa y en el patio estaba Rocco, comenzó a saltarme como loco, contento de verme posiblemente, hasta el momento no tenia en mi mente nada extraño y menos estando mi hija, en un momento se me acercó para olfatear entre mis piernas, me quedé quieta, no por temor a pesar de que era un perro grande, me quedé inmóvil mientras su húmedo hocico hurgaba el interior de mi amplia pollera, quedé paralizada, mientras un fuerte escalofrió violentaba mi cuerpo.
Fueron segundos, pero lo suficiente para incitarme y transportarme a otros momentos.
Al día siguiente regrese, pero esta vez deje a mi niña al cuidado de una vecina, diciéndole que en 1 hora a más tardar regresaba. Rocco me recibió como el día anterior, nuevamente su hocico busco entre mis piernas, mi corazón palpitaba fuertemente como si fuese la primera vez. Después de comer se volvió a repetir la misma situación, pero esta vez lo dejé que me oliese, me levante la falda, toqué mi vagina y noté que estaba húmeda, era evidente que su desarrollado olfato percibía mis perfumes sensuales. El hecho de pensar que buscaba mi sexo para olerme, me produzco una incuestionable exaltación.
Deliberadamente decidí llevarlo al interior de la casa, lo llamé, me siguió, fui al baño, me quité la tanga y orine, sin limpiarme regresé al estar me tiré sobre el sofá, me levanté la falda, comenzando a tocarme para producir más flujo, y llamar mejor su atención. Abrí mis piernas ofreciéndosela, se acerco rápidamente y su frio hocico tocó mis labios vaginales, fue una sensación extraña, me sentía nerviosa pero dispuesta a ver qué sucedía.
Cuando su áspera lengua comenzó a lamer mi sexo de una manera jamás esperada, abrí mis piernas para sentirlo en su totalidad, comencé a gemir, al apreciar cómo se desplazaba por los bordes de mis labios inferiores, levanté mis piernas abriéndolas totalmente, para disfrutar de sus lamidas, que se deslizaban desde mi raja hasta mi orificio anal.
Si bien Bobby me lo había hecho en distintas oportunidades, esto parecía distinto, posiblemente por la necesidad de practicarlo nuevamente, mi excitación era terrible, apretujaba mis senos, mientras continuaba lamiendo la totalidad de mis aberturas. No tardé en venirme con todo ante semejante asedio, creo que después de semejante enajenamiento, volví a la realidad, pensando que había hecho algo ilícito en casa de mi amiga, pero no podía negar que fue muy placentero. Habría tenido contacto con el animal, pero Lourdes podría llegar en cualquier momento, y sería un bochorno total.
Esa tarde regreso mi amiga, antes de lo establecido, al día siguiente me llamó agradecida por el encargo que me había pedido, y yo pensaba para mis adentros el placer que su perro me había brindado.
Con el tiempo traté de contenerme de ese desenfreno por infinidad de motivos, aunque de vez en cuando aparecía a mi mente los momentos pasados con mi mascota. Después de unos meses volví a quedar embarazada, para alegría de toda la familia.
A medida que mi embarazo crecía, mi deseo sexual se acrecentaba. Un día hice algo, podríamos decir aberrante, al estar lactando a mi beba, un conmoción me invadía, toqué mi sexo y estaba muy húmedo, inconscientemente comencé a tocarme, hasta empezar a masturbarme mientras la alimentaba, fue una deliciosa experiencia, mi cuerpo se llenaba de convulsiones mientras mi bebe chupaba de mi teta.
Comencé a hacerlo sin prendas interiores, como para estar más libre, y poder tocarme, acción que repetía de vez en cuando. Un día me había colocado una camisola como única prenda, Bobby estaba merodeando por el lugar, mi esposo vendría tarde y mi madre acababa de irse, a medida que sentía las succiones de mi hija, mi pezón parecía erguirse.
Me quite la camisola que la tenia levantada hasta la altura de mis pechos, y llamé a Bobby a unirse, abrí mis piernas y por supuesto su áspera lengua comenzó a deleitarse con mis flujos, era algo delirante e indescriptible. Mis convulsiones eran cada vez más fuertes, mientras trataba de contenerme y terminar de amamantar a mi hija. Apenas finalizó de alimentarse, la acosté, mis pensamientos lascivos me dominaban, con mis pechos aun emanando leche, me acerqué a Bobby, me volqué boca arriba entregándole mi piel a su lengua, comenzó a olfatear mis zonas empapadas para iniciar su ritual, de una manera vertiginosa lamia mis tetas, para continuar con mi vagina.
Mi cuerpo se arqueaba ante esa impetuosa y delirante lengua. Era como que me estaba preparando para un final consabido. Mis gemidos inundaban la habitación, estaba verdaderamente sobre estimulada. Veía como su verga comenzaba a asomar de su funda, comencé a tocársela para acelerar su excitación, había comenzado a salirse, cuando el reclamo de mi hija, hizo que desistiese de lo planeado.
En el 4to o 5to mes de embarazo me encuentro con Lourdes, que hacia muchísimo que no sabía nada de ella, me conto que se había mudado a una cuadra de mi departamento. Se alegro por mi nuevo estado y quedamos en vernos a la brevedad..
El día que fui a su casa, Rocco repitió su olfateada entre mis piernas, me hice la espantada, diciendo “Parece que le gusto”, y no es la primera vez que me lo hace” comenté. Lourdes con una sonrisa, diría picaresca, me dice “Puede ser que le atraigas por algo o sienta algo por ti ”, nos reímos de la ocurrencia, y me imaginé que me estaba dando pie para algo más.
La cosa quedó ahí, aunque tenía el presentimiento en que mi amiga tenía relaciones con Rocco. Por supuesto que preguntárselo no era lo adecuado, además por experiencia sé que es difícil comentarlo con alguien, es un tabú, aunque hay miles de mujeres que lo practican.
Una tarde la llamé para decirle que mi esposo se iba de viaje, y mi madre se quedaría con la niña, si estaba disponible podíamos hacer algún programa. Le pareció buena la idea, y ese sábado salimos de acuerdo a lo planeado. Si bien íbamos a salir por la noche, el frio reinante en ese momento nos hizo modificar los planes.
Así que a eso de las 19 horas, encendió el hogar, preparó algo para comer y charlamos de mil temas. La velada estaba entretenida, y estábamos muy a gusto, el ambiente se había calentado bastante, así que opté por sacarme mi suéter. Dejando al descubierto parte de mi vientre de casi 6 meses. Lourdes, asombrada me dice “Que grande que esta”, mientras su mano comenzó a acariciar panza. De manera inconsciente o no, me levante la blusa, y aflojé la atadura del pantalón, para dejarla al descubierto, y permitirle tocarla en su totalidad.
En ese instante sentí una mezcla de excitación y a su vez placer, dejé que continuase, cerrando los ojos y disfrutando de su contacto. Lourdes comenzó a desabrochar el resto de mi blusa, a lo que no hice ningún tipo de objeción cuando su voz comenta sobre lo grande de mis senos.” Puedo tocarlos” me dice, “Si es tu deseo, hazlo” le contesto.
Al abrir mi blusa, compruebo que mi sostén tenía un aureola producto de mi leche “Disculpa, al no darle de mamar a mi beba comenzaron a gotearme ” comenté
“Pero ten cuidado que todavía tienen más” se rio de mi contestación y comenzó a desabrocharlos, mientras me decía “Quisiera comprobarlo ”, sin decir nada me acomodé para que lo hiciese. En escasos segundos mis pechos estaban al descubierto. Sentí una tensión producto del nerviosismo, mientras mis medianos pechos se estremecían rápidamente.
Su mano los acaricio con mucha ternura, hasta que oprimió con sus dedos mis tensos pezones, apretó mis tetas hasta que logro sacar leche, para colocar su boca y comenzar a mamarme. Mi respiración se aceleraba al ritmo de sentir sus succiones llenas de erotismo, prendidas a mis pechos, mientras su mano se desplazaba por el volumen de mi abdomen hasta el monte de Venus en búsqueda de mi sexo.
Nuestras bocas se acoplaron, y sus dedos rozaban el picacho de mi clítoris, era algo nuevo que estaba experimentando, estaba dispuesta a disfrutarlo, siendo esta mi primera vez con otra mujer. Notaba que sabía como tocarme y donde, eso me provocaba como descargas eléctricas en todo mi cuerpo.
Retiro mi blusa y mi sostén, quitó mis zapatos y bajo mis pantalones en pocos minutos, mi única prenda era mi tanga. Sentía algo de retraimiento, pero sus besos y succiones en mis pechos, fueron elevando mis hormonas, no quitó mis bragas, sino que continuo excitándome, como esperando que yo lo hiciese, en prueba de consentimiento.
No lo hice, solo le dije” Quítame la braga, y haz lo que te plazca”.
Suavemente la fue desplazando, hasta quedar totalmente desnuda en su presencia..
Sus dedos separaron mis labios vaginales, mi almejita abierta quedo a su destreza, me beso suavemente recorriendo todo mi mojado sexo, hasta que su indagadora lengua inicio una búsqueda en mi interior, rozando mi clítoris excitado. Mi cuerpo se arqueaba ante ese inquisidor acecho, gemía y la deseaba dentro de mí. Mis dejos de pasión anegaban la habitación, al introducir su lar y delgado dedo en mi recto, fue el acabose, comenzó a moverlo suavemente, hasta introducirlo en su totalidad, entrándolo y sacándolo, hasta dilatar mi esfínter, para dar cabida a su segundo dedo, asi los mantuvo, mientras su boca degustaba de mi sexo.
No dejó un minuto sin asediarme, hasta que obtuvo de mi, una serie de fogosos y convulsionados orgasmos. Cuando todo finalizó mis mejillas sonrojadas delataron mi retraimiento por lo sucedido, pero sus besos y caricias fueron aplacando mi inhibición.
A partir de ese momento los sucesos se fueron incrementando
Continuara……….