Embarazada y tentada por un adolescente – Parte 7

Con una excusa tonta mi hija me mandó a su novio cuando ella no estaba en casa. Cenamos juntos y concretamos lo que teníamos pendiente de las semanas anteriores. Él se dejó llevar un poco por algunos jueguitos, pero la culpa había sido mía por permitírselo. Finalmente nos dormimos los dos abrazados.

01 de Junio de 2020 (veinticuatro semanas de embarazo)

Una vez más me desperté con el calor de la pija de Lucas entre mis nalgas y su abrazo debajo de mi pecho. Él dormía profundamente, y durante algunos minutos tuve destellos de las sensaciones de la noche anterior, especialmente del primer momento en que su pene me llenó por dentro. Todavía podía sentir el cosquilleo de su leche caliente volcándose en mí. Sin embargo, el llamado de Gigi me había hecho perder el control de la situación, y por algún motivo terminé sometida y con un dedo en el culo mientras Lucas hablaba por teléfono plácidamente con mi hija. Yo creía estar enojada con él por todo eso, pero en realidad me di cuenta que mi enojo era conmigo misma: no podía dejar de reprocharme que una situación así me hubiera excitado tanto, al punto de tener que ahogar un orgasmo inmenso con mi cara enterrada en un almohadón. Lucas cambió la respiración y movió su brazo por encima de mi panza, se había despertado.

-Buen diiiia…

-Buen día Laura, creo que ayer nos desmayamos los dos.

-Y… No es para menos. ¿La pasaste bien?

-Demasiado. ¿Y vos?

-Si te digo que no te estaría mintiendo. Pero… - No quería generar una situación incómoda, pero en el fondo necesitaba poner unas cosas en su lugar - ¿Que fue todo eso que me hiciste mientras hablabas con Gigi?

-Jeje, bueno, tenía que devolverte lo de la otra vez mientras hablabas con tu marido, ¿No?

-Mhhh bueno, al principio estuvo bien, pero después me parece que se te escapó un dedo por algún lado que no correspondía – Puse un tono como de ofendida pero me di cuenta que hablar de eso me estaba excitando un poco.

-Perdón Laura, me dejé llevar, estaba muy caliente. ¿Te dolió?

-Un poco me dolió, pero no te preocupes – Ahora volvía a hablarle con voz tierna y suave – Es que no estoy acostumbrada a que me metan nada por ahí.

-Perdón, en serio, no sé por qué lo hice – Lucas parecía mortificado.

-Estás perdonado Luqui, igual… te voy a confesar que me excitó muchísimo sentirte adentro así, por los dos lados – Nos quedamos en silencio durante algunos segundos. Seguíamos en la misma posición en que nos habíamos despertado, y yo tenía la sensación de que muy lentamente, contra mi espalda, su verga se iba volviendo más grande – Te quiero hacer una pregunta… ¿Qué es eso que dijo Gigi sobre cumplir tu fantasía?

-Jeje, es que… hace mucho que le insisto porque quiero que probemos de tener sexo anal – Lucas sonaba como un nene confesando una travesura – Pero probamos varias veces y nunca pudimos… a ella le duele mucho y siempre me pide que pare.

-Es que… ¿En serio pensás que todo eso que tenés ahí le va a entrar en el culo a mi nena?, Creo que tuvimos una charla en la que te dije que ella era frágil, te pedí que la cuidaras... – Volví a hacerme la ofendida.

-Sí, ya lo sé, pero te juro que desde ese momento no volví a insistirle. Quizás por eso ayer dijo eso de que probara con vos.

-Claro, y entonces pensaste que mágicamente porque mi hija lo dice yo iba a pedirte que me arruines el culo con tu poronga desproporcionada – El cinismo de toda nuestra conversación residía en que, mientras mi tono era cada vez más elevado, no abandonábamos nuestra posición de cucharita y su pija se iba poniendo más y más dura contra mi cuerpo.

-No se… pensé que quizás vos habías probado y…

-Sí, alguna vez probé, pero fue hace muchos años y con hombres que tenían el pene de un tamaño normal.

-¿Me estás diciendo que soy anormal? – Lucas se rió y me di cuenta de que en ningún momento se había creído mi enojo.

-¿A vos te parece que no lo sos?

Me reí con él y puse una mano atrás para agarrarle la pija mientras levantaba un poco mi pierna izquierda en el aire. Lucas entendió el mensaje al instante, posicionó el glande en mi entrada que ya estaba húmeda y empezó a empujar despacito. Durante algunos minutos me castigó metiéndomela muy de a poco mientras acariciaba la redondez de mi barriga desde atrás.  Nos habíamos quedado en silencio y lo único que se escuchaba en la habitación eran mis gemidos y su respiración. Recién cuando me la pudo meter entera empezó a moverse un poco más rápido, y entonces nos dimos cuenta de que la posición era un poco incómoda, le pedí que esperara un poco y con bastante esfuerzo me puse de rodillas, con la espalda doblada hacia adelante y mi cara hundida de costado en la almohada.

-Cogeme así, como ayer, La sentí tan profunda que no sabés el esfuerzo que tuve que hacer para no gritar.

-Entonces te gustó lo de ayer… – En menos de un segundo Lucas ya estaba arrodillado atrás, con su verga abriéndome la concha.

-Ya te dije que sí… Ahhhh… Ahhhhh, siii, métemela toda – Era la tercera vez que me cogía pero mi vagina ya se había acostumbrado a recibirlo entero, y en pocos segundos me estaba penetrando con una furia que la noche anterior había tenido que reprimir por el temita del llamado telefónico.

-¿Así?, ¿Así te gusta?

-Siiiii, siii, no parés... – Probablemente mis gritos se escuchaban en todo el barrio, pero no me importaba. Pero como soy demasiado transparente, Lucas ya empezaba a conocer mis debilidades. Y cuando le dije que no parara, paró.

-Lau, me quedé pensando – Su voz sonaba burlona. Sacó la pija entera y la dejó quieta apoyada contra mis labios - ¿Entonces nunca tuviste sexo anal con tu marido?

-¿Estás loco?, ¿Paraste para hablarme de mi marido?

-Bueno, vos me dibujaste la pija de tu marido con marcador y yo no pude decirte nada… – Me avergoncé al recordar que había hecho eso y me di cuenta que sería hipócrita no responder.

-Está bien, no. Nunca quise dejarle la cola a mi marido, aunque algunas veces me la pidió.

-¿Tenías miedo de que te lastime porque la tiene demasiado grande? – Ahora se reía, me había vuelto a meter la punta de la verga y la movía en círculos entre mis labios completamente empapados.

- Ahh… sos un hijo de puta, mmmhhh. ¿Ahora te vas a burlar del tamaño de la pija de mi marido?

-Yo no fui el primero que se burló… – Otra vez me tuve que tragar mis palabras y darle el gusto de seguirle el juego. Mientras tanto había empezado a penetrarme más profundo y fuerte, y me decidí a decirle lo que quería escuchar.

-Ahhh… Ufff… Si en serio querés saber, no fue por el tamaño que no lo dejé… - Lucas se detuvo para escucharme – Fue porque para hacer una cosa así tengo que estar muy muy excitada, y él eso no siempre lo logra.

-¿Excitada como conmigo anoche?

-Luqui, ¿Vos te pensás que yo nací ayer? Ya sé adónde querés llegar, y ya te digo que es imposible. Por más que acepte que estaba excitadísima y que lo del dedo me gustó, nunca podría soportar todo esto por el culo, es físicamente imposible, ni siquiera puedo creer que me entre toda en la vagina. Ahora, ¿Me vas a seguir cogiendo?, ¿O qué?

Con lo que dije Lucas se quedó en silencio y empezó a bombear bestialmente mientras me daba chirlos en las nalgas. Yo gritaba y le pedía más, y cada tanto bajaba la cabeza para morder la almohada. Cuando estaba por llegar al orgasmo volví a sentir su dedo húmedo en mi esfínter, pero esta vez lo dejó ahí afuera, acariciando y recorriendo los pliegues de mi ano con sutileza. Parecía estar esperando una palabra de aprobación o de rechazo, pero yo no paraba de gemir y pedir más, lo que en cierta forma era una especie de autorización, y poco a poco me fue metiendo el dedo hasta el fondo del culo. Yo había dejado mi cabeza enterrada en la almohada, quizás inconscientemente era una forma de ausentarme, de escaparme de la situación y de decirle que podía hacer con mi cuerpo lo que quisiera. Tuve un orgasmo mientras sentía como un segundo dedo se abría paso por mi recto y casi inmediatamente tuve otro mientras Lucas volvía a acabar dentro de mí. Cuando pude incorporarme me tiré encima de él y lo besé con pasión, en un beso que, si hubiera sido un mensaje, hubiera dicho que todo lo que me había hecho estaba bien y que quería repetirlo lo antes posible. Después de eso los dos bajamos a desayunar y Lucas volvió a su casa.

04 de Junio de 2020

Me desperté tarde porque me había quedado viendo una película la noche anterior. Cuando bajé a la cocina escuché un ruido y me acordé que Gigi me había escrito para avisarme que volvía a casa. Estaba sentada a la mesa con un vaso de agua y su cara no adelantaba nada bueno.

-Hola hija, buen día.

-Hola.

-¿Pasa algo?

-Claro que pasa algo… ¿Querés ver lo que pasa? Esto pasa – Enojadísima, levantó su teléfono celular de la mesa y me mostró una foto. En la imagen se veía la mitad de la pija de Lucas enterrada en mi concha, y sus dos dedos metidos en mi culo. Mi cabeza estaba hundida en la almohada. Me quedé totalmente muda sin ningún indicio de qué hacer o qué decir - ¡Sos una puta! ¿De verdad pensaste que podías cogerte a mi novio? ¿Cómo podés estar tan enferma?

-Hija por favor, tranquila… - Se me pasó por la cabeza la idea de negar que esa era yo, pero eso era indiscutible. La cabecera de la cama y mi panzota de embarazada decían todo lo que había para decir. La situación me confundía mucho, me acordé de todo lo que Gigi le había dicho por teléfono a Lucas esa noche, junté coraje y fui con el único argumento que tenía, pero ella no me dejaba hablar – Yo pensé que vos…

-¿Que yo qué?, ¿Qué yo quería que te cojas a mi novio? – Gritaba cada vez más fuerte – ¿No te diste cuenta de que era un juego? ¿Creés que me gusta saber que mientras yo no estaba vos le chupabas la pija a Lucas y te hacías la putita? Me muero por saber lo que va a decir Sebas cuando vea esta foto y se entere de que su esposa es una puta – La mención de Sebas me hizo enojar a mí también y de a poco me di cuenta de que, aunque parecían poco creíbles, tenía argumentos para contestarle.

-Basta. ¡Basta! No vuelvas a llamarme así, todavía soy tu madre. ¿Te pensás que no sé que cogías con Lucas y le pedías que fantasee conmigo?, Que me usabas para hacerlo excitar a tu novio. ¿Y la cara de placer que pusiste el otro día mientras él me manoseaba delante tuyo? O cuando lo trajiste casi desnudo a mi habitación y te fuiste, ¿Qué fue eso? Ni hablemos de la otra noche, que me lo mandaste a casa con una excusa tonta, ¿Qué pretendías? Yo podré haberme equivocado, pero ustedes dos me están provocando hace rato – Me senté en una silla junto a ella y me largué a llorar.

-No mama, no es lo mismo, te dije que eso era un juego – Gigi había bajado bastante el tono y ahora parecía como si ella me estuviera dando explicaciones a mí – Además, nunca me imaginé que ustedes iban a hacer eso a mis espaldas – Se largó a llorar ella también y entonces caí en la cuenta de que lo que en realidad le dolía era no haberse enterado de lo que pasaba entre Lucas y yo.

-Perdón hija. Me avergüenzo de mi misma. No sé qué más decir. Solo prometerte que nunca más voy a hacer algo así si me perdonás.

-Ahora no me sirve que pidas perdón – Con eso, se levantó y subió la escalera entre llantos para encerrarse en su habitación.

Pasé el resto del día muy angustiada y Gigi no salió en ningún momento. No paré de insultarme a mí misma por ser tan tonta y dejarme llevar por ese juego de adolescentes. ¿Cómo no me había dado cuenta de que Lucas tarde o temprano le contaría todo? El muy delincuente hasta me había sacado esa foto sin mi permiso mientras yo me derretía de placer como una estúpida. Lo peor era que en el fondo yo sabía cómo eran las cosas, y sin embargo igual había caído en la trampa. Ahora me sentía totalmente inestable, de a ratos lloraba y de a ratos me enojaba, y por momentos tenía mucho miedo de que Gigi cumpliera con su amenaza de contarle a Sebas. A la hora de la cena bajó las escaleras, parecía bastante más relajada. Se sentó en el sillón del living y me dijo que quería hablar conmigo.

-Antes que nada quiero pedirte perdón por insultarte. Y para que te quedes tranquila te prometo que esto lo vamos a resolver entre nosotras. Lo de decirle a Sebas lo dije porque estaba enojada – Aunque sus palabras me trajeron alivio yo todavía estaba cabizbaja y no podía mirarla a los ojos.

- Gracias...

-Estuve pensando bastante en lo que pasó y me di cuenta que yo también tengo la culpa. Es cierto que te provoqué. Y por otro lado también entiendo la situación por la que estás pasando…

-No, la situación por la que estoy pasando no es una excusa. No sabés como me arrepiento de todo lo que hice. – Yo estaba a punto de llorar de nuevo, y Gigi se acercó y me dio un abrazo.

-Shhh, no importa ma. Vos me criaste con mente abierta y libre, y yo estoy dispuesta a aceptar lo que pasó y a perdonarte.

-Te quiero mucho hija…

-Pero para que te perdone me tenés que prometer algo…

-Sí, te prometo que no voy a volver a mirar a Lucas con otros ojos que no sean los que ven al novio de mi hija.

-No, no me refería a eso.

-¿Entonces?

-En estos días te voy a pedir un favor especial y quiero que lo hagas. Pero por ahora no te puedo decir nada más.

Me quedé en silencio y con un nudo en la garganta. Se me pasaron mil ideas por la cabeza pero las descarté a todas. ¿Era posible que después de todo lo que había pasado Gigi me fuera a pedir algo relacionado con su novio? Borré todos esos pensamientos de mi cabeza y me quedé con la idea de que seguramente querría que le compre algo o que la autorice a irse de viaje con Lucas al finalizar la cuarentena. Más tarde, cuando nos fuimos a dormir, di vueltas en la cama avergonzada por la situación que había generado con mi hija pero al mismo tiempo agradecida por no tener que pagar un costo demasiado alto. De cualquier forma, estaba totalmente convencida de que lo mío con Lucas se había terminado.

07 de Junio de 2020 (veinticinco semanas de embarazo)

Habían pasado pocos días desde que Gigi me mostró esa foto con Lucas cogiendome, pero parecía como si todo eso fuera muy lejano o directamente no hubiera pasado. Durante el fin de semana estuvimos las dos muy contentas y disfrutamos de nuestra buena relación de madre e hija, vimos películas, cocinamos, y hasta hicimos una videollamada con Sebas. A la tarde, mientras yo tomaba un té y miraba televisión en el comedor, Gigi se sentó en el sillón al lado mío y me preguntó si podíamos hablar.

-Ma, te tengo que pedir un consejo, pero me da un poco de vergüenza…

-Te escucho hija.

-Es algo de Lucas, yo sé que después de lo que pasó no debería hablarlo con vos, pero no tengo nadie más con quien hablar. Además… bueno, vos ya lo conoces bien, ¿No? – Gigi me miraba a los ojos casi con un guiño cómplice.

-Pensé que esa historia íbamos a dejarla de lado.

-No, no, no te preocupes, no es para reclamarte nada, es otra cosa. Lo que pasa es que Lucas hace mucho tiempo que quiere que hagamos algo, pero yo no sé si puedo, ¿Se entiende?

-No, no se entiende nada, decímelo sin rodeos.

-Bueno. Lucas quiere que tengamos sexo anal. Ya probamos varias veces pero fue imposible – No sabía qué responderle. Después de lo que había pasado no podía creer que íbamos a tener esa conversación. Decidí hacerme la tonta y contestar lo que hubiera contestado cualquier madre moderna en un contexto normal.

- Antes que nada, te pregunto lo más importante, ¿Vos también querés hacerlo?

-Como querer creo que quiero, me encantaría complacerlo con eso. El problema es que probamos varias veces y es imposible, me duele mucho, y tengo miedo de que me lastime.

-Hija, yo no debería estar diciendo esto, pero ya que hablamos directamente lo voy a decir. Lucas no es normal, no tiene ahí abajo lo que tiene cualquier chico. Tu miedo es natural, quizás deberías hablar con él y decirle que por ahora no lo podés hacer.

-¿Por ahora?, ¿Y cuándo voy a poder?

-Y… el sexo anal no es para cualquier mujer, es algo muy delicado y hay que tomárselo con mucha paciencia. Aunque también es cierto que el ano es un órgano muy flexible y existen métodos para estirarlo y adaptarlo a casi cualquier medida.

-¿Y vos?, ¿Alguna vez tuviste sexo anal?, ¿Te dolió?

-La verdad es que poco. Alguna vez con tu papa, y con algún novio que tuve. A veces duele un poco, pero también puede dar mucho placer. Con Sebas por ejemplo no lo hicimos nunca.

-Y si te gusta, ¿Por qué no lo haces con Sebas?, Después de todo por lo que me dijiste él no la tiene tan grande.

-Jaja, no sé. No se dio…

-Y con Lucas… ¿Lo harías? – Cuando dijo eso escupí todo el té.

- ¿Qué?, ¿Qué me querés decir hija?

-Nada… Si lo harías con alguien que la tiene grande como Lucas - Se puso un poco tímida y buscaba las palabras sin mirarme.

-Ah… y… como te dije, siempre es posible, pero hay que tener mucha paciencia.

-Entonces, ¿Lucas no te cogió por la cola? – Por fin entendí por dónde venía la conversación, mi hija había visto la foto con los dedos de su novio en mi culo y estaba convencida de que habíamos tenido sexo anal.

-¡No!, Claro que no. Lo que hicimos fue lo que viste en esa foto – Estaba segura de que ahora íbamos a volver al enojo y a las peleas, pero Gigi sonrió y me miró con complicidad.

-No sé, había pensado que quizás vos, con tu experiencia, lo habías dejado…

Por suerte para mí la conversación se agotó y nos quedamos las dos juntas mirando la tele. El problema era que durante todo el día la pija de Lucas se había vuelto a instalar en mi cabeza, y las palabras de Gigi me habían hecho fantasear con lo que hubiera sucedido de haber tenido sexo anal con él. De cualquier manera, estaba tranquila con la seguridad de que esas fantasías ya nunca pasarían al terreno de lo real.

09 de Junio de 2020

El martes a la mañana sonó el timbre mientras yo me bañaba y escuché que Gigi bajó corriendo a atender. Cuando salí de la ducha me asomé a la escalera para preguntar quién había tocado, y ella me respondió que le habían llegado unas cosas que compró por internet. Para el desayuno Gigi bajó con una cajita de cartón, la apoyó en una silla y se sentó muy seria frente a mí.

-Mamá. Estuve pensando mucho y tomé una decisión.

-A ver… - Algo en el tono y en la cara de mi hija me dio miedo y me corrió un escalofrío por la espalda.

-Cuando hablamos el otro día quedamos en que te iba a perdonar a cambio de un favor. Y ya decidí que favor quiero que me hagas. Quiero que Lucas tenga sexo anal con vos.

-¿Qué?, ¿Vos estás loca?

-No estoy loca. Lucas me dijo todo lo que disfrutaste con sus dedos, y además, si vos tuviste el descaro de cogerte a mi novio yo puedo tener el descaro de pedirte esto.

-Pero hija, es una demencia, pensé que habíamos quedado en dejar todo esto atrás…

-No ma, ya no se puede dejar nada atrás. Todo lo que pasó por algo pasó, y ahora te estoy pidiendo algo que nos va a dejar a mano, en paz. Yo no tengo la experiencia que vos tenés, y quiero que mi novio disfrute de su mayor fantasía. Además, si no lo hace conmigo yo sé que lo va a hacer con otra, y prefiero que esa otra seas vos…

-De ninguna manera, no puedo aceptar esto.

-Lo siento mamá, ya está decidido, no te estoy dando la opción de elegir. Esa opción la tendrías si no hubieras cogido con Lucas a mis espaldas.

-¿Y qué te hace pensar que a mí no me dolería o no me lastimaría? Yo no soy una estrella porno como para meterme eso. ¿Y el embarazo?, estás mal de la cabeza si pensás que en este punto del embarazo me dejaría meter una cosa así por el culo. De todas formas ese no es el punto. El punto es que no quiero que volvamos a empezar con todo esto – A Gigi no parecía importarle mi opinión, y la conversación me estaba empezando a resultar desesperante.

-Con respecto a lo del embarazo, estuve leyendo mucho por internet y no hay nada de qué preocuparse, no hay forma de que sea dañino para el bebé. Y también estuve leyendo sobre cómo hacerlo para que no sea doloroso, es muy interesante, y te compré algunas cositas.

-¿Qué significa que ME compraste algunas cositas?

-Mirá – Gigi abrió la caja que estaba sobre la silla junto a ella y la puso sobre la mesa, yo ya me había quedado sin palabras y miraba embobada la cajita– E stos son plugs anales, sirven para dilatar, compré tamaños diferentes, son de acero quirúrgico – Sacó de la caja tres plugs metálicos muy elegantes que en la parte de atrás tenían una joya roja en forma de corazón, el más pequeño tenía el tamaño de una uva grande, y el más grande era casi como una manzana chica. Los puso sobre la mesa.

-Pero… - Nada de lo que hubiera podido decir me habría servido para salir de aquella situación bizarra, así que la dejé seguir sacando cosas de la cajita.

- Esta es una crema lubricante para sexo anal, seguro que es mejor que usar manteca o vaselina, je. Y esto… bueno, es igual al otro pero vi la foto y me pareció divino, ¿No es súper tierno? – De la caja sacó otro plug igual al más grande del juego de tres, pero este tenía del lado de afuera una colita de zorro.

-¿N-no es demasiado grande? – Por un momento me olvidé de la situación y mi curiosidad disparó esa pregunta.

-Bueno, un poco sí, pero este se usa al final, después de haber probado todos los otros, y por último esto – Gigi puso la caja de costado y sacó un juego de bolas chinas. El artefacto consistía en seis bolas rojas de diferentes tamaños, ordenadas de menor a mayor, unidas por un hilo que en el extremo de la bola más grande tenía un anillo de plástico. Aunque la bola más pequeña parecía una canica, la escala subía rápidamente hasta que la última llegaba a ser casi como una pelotita de tenis.

-No puedo creer que gastaste plata en comprar todas estas ridiculeces, me voy a mi habitación, esto no da para más – Me levanté de la silla y Gigi me siguió hasta la escalera.

-Mamá, me debés una respuesta por todo lo que pasó. Y yo estoy dispuesta a olvidarme si hacés lo que te pido. Y si no hacés lo que te pido lo que voy a hacer es irme a lo de mi papa y a lo de Lucas por el resto de la cuarentena, y vos te vas a quedar sola como un perro. No pienso volver a pasar tiempo con vos. Pensalo. Después del mediodia quiero que me digas que vas a hacer.

Eran las once de la mañana, subí a mi habitación y me acosté con la idea de dormir un rato, pero mi cabeza era una montaña rusa. En ningún momento había tomado en serio el pedido de mi hija, pero después de ver todo ese desfile de artefactos que había comprado me di cuenta que era muy serio. Quizás de todas formas los habría comprado para ella, pero no podía dejar de pensar la autoridad con que me había dicho que no me daba la opción de elegir, o aquel “te compré algunas cositas”. Entonces caí en la cuenta que toda la charla sobre sexo anal que tuvimos dos días antes no había sido casual, y que mi hija había simulado ese tono inocente cuando en realidad estaba terminando de idear lo que quería pedirme. Yo siempre tan estúpida encima hasta le había dicho que existen métodos para adaptar el ano a cualquier medida. Me sentía una idiota. Por otro lado, la amenaza de Gigi de dejarme sola durante el resto de la cuarentena me mortificaba, el panorama de la soledad y de no tenerlos a los chicos en la casa no me gustaba. Me quedé dormida con esos pensamientos y una o dos horas después Gigi golpeó la puerta de mi habitación y entró, tenía su teléfono en la mano.

- Mamá, estoy arreglando con Lucas para vernos hoy y está esperando mi respuesta.

-Si hija, no hay problema, puede venir – Yo estaba medio dormida y no entendía porque me preguntaba algo para lo que sabía que ya no necesitaba mi autorización.

-No, no es eso. Quiero saber si viene él o me voy yo a su casa… Y depende de tu respuesta a lo que hablamos más temprano – Todos los pensamientos me volvieron a la cabeza en avalancha, me desperté de golpe y me quedé mirándola con los ojos como platos – Si no hacés lo que te pedí me voy a lo de Lucas hoy y después vengo a buscar mis cosas para mudarme a lo de papá.

-No… decile a Lucas que venga… - Bajé la cabeza antes de terminar de hablar porque no pude mirarla a los ojos.

- Me alegro – Gigi se metió en mi habitación, en la mano llevaba el plug anal más pequeño del juego de tres y el pomo de lubricante, los apoyó sobre mi mesita de luz – A eso de las ocho va a venir Lucas, vamos a cenar los tres juntos y vamos a ver una película, quiero que tengas esto puesto todo el tiempo. Y no hagas trampa porque me voy a enterar.

Sin darme tiempo a responder mi hija se fue y me dejó sola. Me quedé toda la tarde encerrada en mi habitación pensando y durmiendo de a intervalos, ni siquiera bajé para almorzar. Cerca de las ocho escuché el timbre y voces en la planta baja. Todavía pensaba qué hacer cuando Gigi me mandó un mensaje de texto al celular: “Ponete lo que te dí. Tenés diez minutos para bajar o te voy a buscar”. Me sentí tonta por permitir que mi hija me tratara así, pero casi sin pensarlo agarré el plug de mi mesita de luz y lo cubrí con lubricante, me puse en cuclillas al lado de la cama y lo apoyé en mi ano, el metal estaba frio y mojado. La bolita era chica y pude metérmela de un solo empujón, y lo que pensé que me resultaría doloroso fue bastante placentero, pero recién al ponerme de pie y caminar unos pasos tomé dimensión de lo que significaba andar por ahí con uno de esos puesto. Salí de mi habitación y bajé las escaleras con un poco de esfuerzo, el acero ya había tomado la temperatura de mi cuerpo, pero aun así a cada paso me recordaba su presencia.

Cuando llegué abajo los chicos estaban en la cocina preparando la cena, era la primera vez que veía a Lucas desde que habíamos tenido sexo, y también desde que me había delatado con Gigi, pero por algún motivo las cosas eran como si nada de eso hubiera sucedido. Yo no estaba segura de qué cosas él le habría contado a ella ni de qué cosas ella le habría contado a él, pero decidí que prefería no saber nada. De todas formas, no puedo negar que la idea de tener eso puesto delante de Lucas me excitaba. Los dos me saludaron con muy buen humor y me dijeron que estaban preparando un pastel de papas. Después de eso Lucas se fue al baño, mi hija me miró con cara muy seria y me pidió que me pusiera de espaldas y me levantara el vestido. Puse cara de frustración, me di vuelta, me incliné un poco hacia adelante y me levanté el vestido hasta la cintura dejando al descubierto mis nalgas, entre las que asomaba una piedra roja semitransparente en forma de corazón. Gigi no dijo nada, solo me dedicó una sonrisa de aprobación, y cuando volvió Lucas puso los platos sobre la mesa y sacó el pastel de papas del horno.

-Ma, vamos a comer, sentate – Los chicos se habían sentado uno al lado del otro y yo me había quedado paralizada al lado de mi silla porque acababa de darme cuenta de lo que pasaría si me sentaba.

- Es que… me molesta un poco la ciática, creo que voy a comer parada.

-Sentate – Gigi reforzó la orden con una mirada implacable y tuve miedo de lo que podía decir delante de Lucas si no obedecía.

-Está bien hija, no te enojes – Me senté muy despacio. Mi ano ya se había acostumbrado al plug y casi no lo sentía, pero cuando apoyé el peso de mi cuerpo en la silla pude sentir como el maldito se me clavaba hasta el fondo. La cara de placer de mi hija fue directamente proporcional a mi gesto de dolor.

-No se si sabías, pero el lunes que viene es el cumpleaños de Lucas… - Dijo.

-¿En serio?, que bueno, ¿Y cómo lo piensan festejar?

-No se, supongo que con el encierro no hay muchas opciones je – Lucas intervino por primera vez en la conversación.

-Te equivocás amor, te estoy preparando una sorpresa muy muy especial – Gigi me miró y me guiñó un ojo.

Se me cayó el alma al suelo. Si había entendido bien la insinuación, el regalo de cumpleaños para su novio iba a ser mi culo. Pasé toda la cena sin poder sacarme esa idea de la cabeza, y cuando los chicos se fueron al sillón del comedor para ver una película los seguí ya sin atreverme a decir que quería irme a mi habitación, porque sabía que Gigi no me dejaría. Ellos se habían acomodado en el sillón grande y yo me senté en el sillón de un cuerpo. Aunque la película parecía interesante yo solo podía pensar en el regalo de cumpleaños de Lucas, y poco a poco mi cabeza se fue hacia otros lugares, me acordé de cómo me había cogido delante de ese mismo sillón y de su pija tocando el fondo de mi vagina con su dedo metido en mi culo. Cuando quise darme cuenta estaba mojada y refregaba sutilmente las nalgas contra el sillón para mover plug. Tal vez hasta hubiera podido tener un orgasmo ahí mismo, pero me detuvo el pánico de que los chicos se dieran cuenta de lo que estaba pasando debajo de mi vestido. Cuando por fin terminó la película me retiré a mi habitación, y a los pocos segundos recibí un mensaje de texto de Gigi: “Podés sacártelo para dormir, pero mañana no bajes sin llevarlo puesto”. Antes de hacerle caso me acosté boca arriba en la cama y saqué el consolador de mi mesita de luz, estaba tan mojada que pensé que me iba a entrar enseguida, pero el plug adentro de mi ano ocupaba lugar y me hacía la vagina más estrecha. Tuve que hacer un poco de fuerza para metérmelo, pero el placer fue tan grande que tuve un orgasmo casi al instante. Me saqué el plug y me dispuse a dormir, entonces me di cuenta de que no podía dejar de pensar en lo que iba a pasar con Lucas y tuve que masturbarme otra vez.

FIN DE LA SÉPTIMA PARTE