Embarazada y tentada por un adolescente – Parte 6

Mi marido sigue varado en España y mi hija se dio cuenta de que estoy desesperada por sexo. Para prevenir complicaciones en el embarazo el ginecólogo me prohibió tener relaciones. Después de que Gigi me trajo a su novio a mi habitación y me dejó sola con él, las cosas se volvieron un poco incómodas.

Embarazada y tentada por un adolescente – Parte 6

20 de Mayo de 2020 (veintidós semanas de embarazo)

Me levanté tan tarde que los chicos me estaban esperando con el desayuno. Nadie hizo ningún comentario sobre la visita de Lucas a mi habitación de la noche anterior pero a mí me dio la sensación de que Gigi me miraba fijo y se reía. A la hora del almuerzo Lucas volvió a su casa y yo me senté en la mesa de la cocina a hacerle compañía a mi hija mientras cocinaba, pero no me animé a decir nada, y ella se limitaba a guardar un silencio que me ponía un poco nerviosa. Esa tarde las dos juntas hicimos una videoconferencia con Sebas, que a esa altura ya era como un marido a distancia. Gigi le contó que mi panza crecía todos los días y que ya había podido escuchar como pateaba la beba. Como no puede estar mucho tiempo sin desubicarse, se paró detrás de mí y me levantó las tetas para mostrarle a Sebas todo lo que habían crecido. Después mi marido se puso serio y empezó a despotricar contra el gobierno, el consulado y las líneas aéreas. Muchos de los varados ya estaban regresando y había varios vuelos en los próximos días, pero él no había podido conseguir ningún lugar porque según le decían cuando llamaba la prioridad la tenían personas en situación de riesgo. Por el momento el escenario seguía siendo el mismo y no sabía cuándo regresaría.

21 de Mayo de 2020

A pesar de que me sentía hinchada y pesada, no había vuelto a tener esas contracciones dolorosas. De todas formas obedecí a mi ginecólogo y volví a visitarlo para ver que estuviera todo bien. Como siempre, Gigi me acompañó y entró conmigo a la consulta. Después de las revisaciones de rutina el doctor dijo que todo estaba normal y que el embarazo no corría ningún riesgo. Cuando nos estábamos despidiendo Gigi puso cara de preocupación y vergüenza y mientras miraba fijo al doctor levantando las cejas comentó que era posible que mi marido llegara de Madrid en cualquier momento. El hombre entendió la indirecta al instante y me dijo que ya podía tener relaciones sexuales normalmente, y que solo las suspendiera si regresaban las contracciones fuertes. En el taxi de regreso le recriminé a Gigi que haya mentido con respecto al regreso de Sebas y le pedí que no se volviera a meter en mis asuntos íntimos. Sin embargo ella parecía divertida con toda la situación.

31 de Mayo de 2020 (veinticuatro semanas de embarazo)

Cerca del famoso sexto mes de embarazo, yo sentía que mi cuerpo era un tanque de guerra: pesado, enorme y lento de maniobrar. Gigi se había ido a la casa del padre hacía varios días y ni me había llamado por teléfono. Yo por mi parte seguía con mi rutina de porno y consolador todas las noches para sacarme la calentura, pero desde aquella noche en que mi hija me había traído a Lucas a mi habitación no había vuelto a hablar con él. No me animaba a mandarle más mensajes al celular y por su parte él tampoco lo hacía. Con o sin intención, Gigi había logrado inhibirnos a los dos. A eso de las cinco de la tarde recibí un mensaje de Gigi: “Hola ma, Lucas va a pasar por casa hoy a las ocho para buscar unos libros que se olvidó el otro día en mi habitación, se buena y invitalo a comer algo”, e inmediatamente después me mandó otro que decía: “Atendé a mi novio como corresponde…” seguido de un emoticon que guiñaba el ojo. Yo estaba tan confundida que lo único que respondí fue “Ok”.

A las ocho y diez sonó el timbre. Yo estaba preparando unas empanadas de carne y me lavé las manos para ir a abrir la puerta. Lucas llevaba puesto un pantalón de jean y un par de zapatillas nuevas. Una remera manga larga pegada al cuerpo lo hacía ver aún más musculoso de lo que era. Me pareció que se había afeitado los pocos pelos que le crecían en la barba. Nunca lo había visto tan elegante.

-Hola Lau, ¿Puedo pasar? – Era la primera vez que me decía Lau y no Laura.

-Si Lucas pasá, me dijo Gigi que venías a buscar unos libros de su habitación – Cuando dije lo de los libros pareció bastante sorprendido.

-Ella tiene unos libros que necesito, le dije que yo podía esperar, pero insistió en que venga porque necesita urgente que le busque unos papeles, el problema es que no me dijo qué papeles son ni dónde están.

-¿Eso te dijo? Que raro, podría habérmelo pedido a mí… - Nuestra primera reacción fue agarrar nuestros teléfonos y llamar a Gigi, pero a los dos nos atendió el contestador.

-No contesta, me parece que tiene el teléfono apagado o está hablando con alguien, le voy a mandar un mensaje…

-Bueno, pasá y sentate, yo ahora vengo, que tengo el horno prendido, si querés después te podés quedar a comer, estoy haciendo unas empanadas – Mi hija nos había engañado y ninguno sabía bien qué hacer. Entonces me decidí a llevar las cosas hasta las últimas consecuencias, después de todo lo que había pasado entre Lucas y yo, hubiera sido muy hipócrita de mi parte hacerme la distraída.

-Nada, no me responde… - Volví al living y Lucas seguía con los ojos en su teléfono.

-Bueno relájate, no pasa nada. Te propongo algo... Quedate a cenar empanadas conmigo así me decís que tal me salieron, y de paso charlamos un ratito que hace mucho que no nos vemos.

-Me encantaría… pero en casa dije que volvía enseguida y…

-Deciles que al final te encontraste con Gigi y te quedas un rato con ella. Dale, que te quiero contar algo mientras cenamos – Yo trataba de poner voz cada vez más seductora, pero no hacía falta, a esa altura Lucas estaba totalmente entregado.

-Está bien, pero ¿Qué me querés contar?

-Vas a tener que tener paciencia. Ahora yo voy a subir a mi habitación a cambiarme, porque no es justo que vos estés tan elegante y yo tenga puesto este camisón viejo y estirado. ¿Te animás a revisar el horno cada tanto para que no se quemen las empanadas?

Subí a mi habitación y lo dejé solo en la cocina. Habré demorado más de veinte minutos para elegir lo que me iba a poner. Hacía mucho tiempo que no tenía una cita, y en los últimos meses ni siquiera había tenido oportunidad de producirme para salir de mi casa. Me puse una bombacha roja de encaje y unas medias bucaneras negras con un portaligas que jamás me había atrevido a usar para salir con Sebas. Logré que una de mis minifaldas me cerrara por debajo de la barriga, y luego de varios intentos descarté la posibilidad de zapatos con taco aguja porque no podía mantener el equilibrio con tanto peso, así que me puse unas sandalias que me había comprado para salir y todavía no había estrenado. Estaba espléndida de la cintura para abajo, pero entonces me di cuenta que no iba a poder encontrar algo decente para ponerme arriba. Cualquier sostén estaba descartado porque mis pechos habían crecido ya varios talles, y todas las prendas elegantes tampoco me entraban. Por la cuarentena no había podido comprarme ropa de futura mamá, y durante todo este tiempo me había arreglado con camisones y vestidos de entrecasa. Me acordé de que Sebas, para hacer deporte, me había regalado un top de lycra negro sin mangas, muy elástico, me lo probé y me miré al espejo, tenía la panza completamente al aire porque toda la prenda apenas alcanzaba para cubrirme las tetas, y la tela estirada transparentaba el contorno de mis pezones oscuros. Me maquillé un poco y me peiné como pude. No terminaba de decidir si me veía elegante o si parecía una prostituta, pero así y todo salí de mi habitación y bajé las escaleras.

Cuando entré en la cocina Lucas ya había puesto la mesa y estaba sacando las empanadas del horno. Me quedé parada junto a la puerta con las manos en la cintura y sacando el culo hacia afuera hasta que levantó la cabeza y me vió.

-WOW, estas… increíble.

-¿Te gusta cómo me queda la minifalda? ¿Viste que las embarazadas también podemos vestirnos sexy?

-Estás muy sexy Laura, con solo verte así me dan ganas de…

-Shhh, no digas más, primero vamos a cenar y después veremos. Si abro un vino tinto, ¿Vas a tomar conmigo?

-Pero… ¿Y tu embarazo?

-Mhhh… la última vez que tomé fue con Sebas hace tres meses, y hoy prometo que va a ser la última por mucho tiempo, ¿Me vas a acompañar con una copa?

-Bueno, en realidad no estoy acostumbrado a tomar vino, pero un poco puedo probar – Abrí la mejor botella de vino que tenía, y llené dos copas que saqué de la alacena.

-Vos sentate, ahora yo me ocupo del resto – A veces cuando estábamos solos con Sebas nos daba por hacer una cena a la luz de las velas. Saqué una vela de un cajón, la encendí sobre la mesa y apagué todas las luces de la casa.

-¿Vamos a tener una cena romántica?

-Llamalo como quieras Luqui, pero quiero que nos olvidemos de todo y disfrutemos – Me senté a la mesa frente a él y brindamos con nuestras copas. Cada tanto tenía que acomodarme el top porque sentía que las tetas se me escapaban por abajo.

Comimos y entre los dos terminamos por vaciar la botella. Ya habíamos charlado sobre todo y nos reíamos de cualquier cosa. Con los últimos tragos de vino servidos en cada copa nos fuimos a sentar al sillón grande del comedor, pero yo antes necesitaba ir al baño. Estaba algo mareada y me costó bastante desabrocharme el portaligas para sacarme la bombacha, y cuando terminé de hacer pis me lo volví a abrochar y me di cuenta de que había olvidado subirme la bombacha de vuelta. Sin dudarlo demasiado, me la saqué y la guardé en un cajón del baño, me acomodé la minifalda y volví al comedor. Lucas ya estaba sentado y había puesto las copas en la mesita ratona frente al sillón, yo me paré de espaldas delante de él, me agaché para buscar la mía y le puse la cola bien cerca de la cara.

-Lau, esa minifalda te queda increíble.

-Gracias bebé, me la puse para vos – Se quedó callado unos segundos buscando qué decir. Me senté en el sillón casi pegada a él.

-Quizás no te acordás, pero dijiste que me ibas a contar algo en la cena.

-Tenés razón me había olvidado. Es una buena noticia. Hace unos días fui al ginecólogo, y como se fueron las contracciones me revisó y dijo que estaba todo bien…

-¡Que bueno! Es un alivio eso, me alegró mucho por vos – Quizás no fui muy directa en lo que quería decirle, pero sin dudas su ternura me conmovía.

-Sí, es un alivio de verdad. Pero, también me dijo otra cosa: ya puedo tener sexo sin que eso sea un riesgo.

Durante algunos segundos nos quedamos los dos en silencio, mirándonos con ojos que echaban llamas. Sentada de costado en el sillón, mi cuerpo apuntaba completamente hacia el de él, y una de sus manos se apoyó con suavidad sobre mi pierna derecha. Hubiera sido imposible decir quién de los dos tomó la iniciativa, porque inmediatamente nuestros cuerpos se trenzaron y empezamos a besarnos como dos adolescentes. Aunque nos habíamos hecho sexo oral mutuamente esta era la primera vez que nos besábamos, labio contra labio, lengua contra lengua, y la tibieza de su boca tratando de meterse en la mía me estaba incendiando por dentro. Entre el remolino de brazos, piernas y manos, sentí que mis tetas se salían afuera del top y se apoyaban contra el pecho de Lucas, luché para sacarle la remera y sentir su piel contra la mía, y cuando me quise dar cuenta él había pasado una mano por debajo de la minifalda y me metía dos dedos en la concha mientras yo gemía y suspiraba su nombre.

-Luqui no aguanto más, quiero que me cojas, quiero que me cojas ahora – Él no respondía pero aumentaba la velocidad de sus dedos y los metía y los sacaba volviéndome loca – Necesito sentir tu pija adentro, por favor, no puedo dejar de pensar en eso, cogeme ya.

-Es que… no tengo preservativos – La frase fue como una ráfaga de hielo, y no podía culparlo por ser responsable y querer cuidarse, pero la realidad era que en la casa de una pareja que busca un hijo no hay motivos para que hubiese preservativos. Yo ni siquiera había pensado en eso, y además, dudaba de que un preservativo de tamaño común le hubiera entrado.

-¿Y ahora? ¿Gigi no tiene en su habitación?

-No, jeje, es que… Gigi toma pastillas – Además de que ya lo sabía, esa revelación en ese momento me tenía sin cuidado. Mientras hablábamos los dedos de Lucas seguían dando vueltas alrededor de mi concha.

-Luqui mirá. La decisión está en vos, yo por mi parte ya estoy embarazada, y hace años que sólo tengo sexo con mi marido y él conmigo. Si es cierto que vos estás con mi hija y con nadie más y ella también con vos entonces no habría de que preocuparnos.

-Bueno… me parece bien – Aunque dudó un poco, mi respuesta pareció aliviarlo. Pero lo del preservativo me había cortado el envión.

-Acostate boca arriba en la alfombra, te voy la voy a chupar un rato – Lucas obedeció y se acostó entre la mesa ratona y el sillón, yo con esfuerzo me arrodillé entre sus piernas, me incliné hacia adelante y empecé a darle besos mojados en el glande.

-Mhhhh, no sabés todo lo que pensé en tu pija, me moría de ganas de besártela así – Le di algunas lamidas con la idea de metérmela entera en la boca, pero enseguida la excitación me puso ansiosa, me llevé un dedo a la vagina y estaba toda mojada – Ay dios, no aguanto más, sostenela derechita que me voy a sentar arriba, te quiero sentir adentro mío ya.

-Uff, es toda para vos – Me puse en cuclillas sobre él mientras se sostenía la base del pene apuntándolo hacía mí. Puse una mano sobre la mesita ratona y otra sobre el sillón para controlar mi peso y bajar bien despacio hasta que sentí su verga contra mis labios.

- Ahh, mirá lo mojada que me ponés. Ahora necesito que tengas paciencia porque es muy grande y quiero que me entre muy despacito para no lastimarme, ¿Sí?

-Claro, no tenemos ningún apuro.

Mientras hablaba iba liberando la fuerza de mis brazos para hacer bajar mis caderas. No me había sacado la minifalda ni el portaligas, y mis tetas colgaban intimidantes sobre su pecho. Aflojé los brazos un poco más y flexioné las piernas para sentir como la cabeza penetraba por completo en mi vagina por primera vez. Solté un gemido mezcla de placer y alegría y empecé a moverme en círculos para lubricarlo mejor, a cada vuelta que daba bajaba un poquito y me metía una fracción de su verga mientras él empezaba a respirar agitado. Estaba disfrutando cada milímetro, feliz de poder sentir su carne contra la mía sin necesidad de un preservativo. Después de un rato así pensé que ya tenía una parte importante dentro de mí, las paredes de mi vagina estaban estiradas al máximo, pero entonces me di cuenta que solo me había metido la mitad de esa pija interminable y monstruosa. Tuve miedo de que mis brazos se vencieran y me hicieran caer de golpe con todo mi peso encima de él, y como el plan no era morir empalada por la verga sobredimensionada de un adolescente, me levanté y me arrodillé en la alfombra para descansar.

Era lo más profundo que un miembro de carne y hueso me había penetrado en años, y recién me había metido la mitad. Lucas se miraba la pija cubierta por mis fluidos y en verdad parecía no tener apuro, algo que a mí me ponía todavía más ansiosa. Sentía que la concha me ardía por dentro en todos los lugares a donde él había llegado.  Me acosté boca arriba en la alfombra con las piernas abiertas y le pedí que se pusiera encima con mucho cuidado de no aplastarme la panza. Cuando volví a sentir su pija abrirme de a poco me tembló todo el cuerpo y se me arqueó la columna vertebral. Pensé que iba a tener que poner mi mano para controlar que no entrara de golpe, pero Lucas se movía con una suavidad y una exquisitez que me ayudaron a relajarme y olvidarme de que estaba siendo penetrada por el pene más grande (por muy lejos) que me había metido en mi vida. Avanzaba un poco para luego volverlo a sacar, y después avanzar un poquito más que antes. Cuando me quise dar cuenta había entrado por completo. Estaba llena, ocupada, atiborrada, y sentía palpitaciones que me recorrían por dentro, pero no entendía si eran mías, de él o de los dos.

-Ahhhh, me la metiste entera, no puedo creer que me entró todo eso – Lucas se había quedado quieto y yo sentía como su verga me atravesaba hasta el fondo. Se me ocurrió que de no ser por la dilatación del embarazo jamás hubiera podido metérmela así, pero enseguida me acordé de que mi hija había podido también sin estar embarazada ni nada.

-Laura sos increíble, no puedo creer que estés cogiendo conmigo.

-¿Cómo no voy a querer coger con vos? Es la primera vez en mi vida que siento algo así.

-¿De verdad? ¿Así como?

-Tu pija me llena por completo, siento que me abrís toda, llegas a lugares donde ningún hombre había llegado antes.

-Ufff, me decís eso y me dan ganas de metértela todavía más adentro…

-¿Más? Es imposible más, llegaste hasta el fondo, más adentro esta mi útero… y está ocupado jeje. Creo que podés empezar a moverte despacito.

-Es que… estoy tan excitado que…

-No me importa si acabás rápido, podemos volver a empezar, tenemos tiempo, ¿No? – Se había empezado a mover con movimientos muy cortitos que de a poco iban acelerándose.

-Tenemos toda la noche, le dije a mi mama que dormía con Gigi acá.

-Mhhh, que bien, entonces hoy sos todo para mí. Dale, cógeme más rápido, quiero que me acabes adentro, lléname toda de leche, por favor Luqui… - El movimiento ahora se había vuelto más amplio y su pija casi que salía por completo para después volver a penetrarme hasta el final – Siiiii, Siiiiii, cógeme así, mostrame como usas ese pedazo de verga, abrime bien la conchita, ahhhhhhh – Yo trataba de calentarlo más para hacerlo acabar, sentía que su tamaño me estaba empezando a molestar un poquito.

-Ahhh… Siiiiii, no puedo más… Ahhh… Como me excitás… Voy a… Ahhhh.

\Entre gemidos y gritos volvió metérmela entera y se deshizo en un orgasmo que duró una eternidad. Me estremeció una oleada de calor y entendí que todo el semén que había descargado sobre mis tetas aquella vez ahora lo estaba soltando en mi interior. Sentir todo ese líquido caliente por dentro me excitó muchísimo y me di cuenta de que estaba muy cerca de llegar al orgasmo yo también. Lucas se había quedado quieto mientras liberaba las últimas oleadas, así que intenté mover un poco las caderas para ver si podía alcanzarlo, pero por la posición en la que estaba me resultaba imposible. Finalmente la verga se ablandó un poco y Lucas la sacó y se acostó en la alfombra junto a mí.

-¿Te gustó Luqui?

-Demasiado, me volviste loco… Y vos, ¿No pudiste llegar a...?

-No, todavía no, pero no te preocupes por eso.

-Bueno, si querés te puedo ayudar… con la lengua, como el otro día en tu habitación.

-Sos un amor, pero estoy demasiado caliente. Quiero que me cojas de nuevo.

-Me encantaría, pero creo que necesito unos minutos para recuperarme.

-Tomate todo el tiempo que quieras, yo no voy a ningún lado – Me senté en la alfombra y sentí que algo me hacía cosquillas por dentro. Tenía la vagina completamente dilatada, mis labios abiertos goteaban semen sobre la alfombra.

- ¿Sabés lo que me excitaría rápido?

-¿Qué?

-¿Que me dejes jugar con tus tetas?

-¿Tanto te gustan mis tetas?

-Ya te dije que soy fan, no me las puedo sacar de la cabeza. Me masturbo todos los días pensando en eso.

-Uff, amo que por lo menos alguien me diga esas cosas.

-¿Tu marido no te las dice?

-Bueno el quizás está acostumbrado a vermelas todo el tiempo, pero no, no me lo dice, no les presta demasiada atención.

-Que tonto. Si yo las tuviera para mi estaría todo el día ahí metido.

-Bueno, ahora las tenés todas para vos, ¿No?

Me agarre las tetas por abajo y las levanté mientras Lucas acercaba su cara. Apoyé la espalda contra la base del sillón y cerré los ojos mientras él me rodeaba con la lengua los pezones y me acariciaba la panza y las piernas. El juego de a poco se fue volviendo más pasional y enseguida pude sentir como sus manos me apretaban y me pellizcaban los pechos. En uno de esos movimientos, me agarró una teta con las dos manos y hizo un movimiento como de ordeñe, me miró sorprendido al ver que del agujero de mi pezón salió una gotita espesa y amarilla.

-Uy, ya tenés leche.

-Leche leche todavía no es, pero durante el embarazo es normal que salgan estas gotitas.

-Mhh, ¿Puedo sacar otra?

-¿Acaso me querés ordeñar?

-¿Te gustaría?

-Bueno, cuando tenga leche de verdad sí. En el embarazo de Gigi tenía tanta que me dolía, y me acuerdo que mi exmarido me ayudaba a sacarla.

-Con estas tetas gigantes no me extraña que tengas tanta – Mientras decía eso me agarró la otra teta con las dos manos y volvió a ordeñarla, después de un par de intentos apareció otra gotita y entonces Lucas prendió su boca a mi pezón y empezó a succionar como un bebé.

-Ahhh me encanta que hagas eso… Tengo los pechos muy sensibles, y tus labios… mhhhh.

-Tiene un gusto como salado – Verlo jugar así con mis tetas me había excitado tanto que ahora solo podía pensar en tenerlo de nuevo adentro.

-Me parece que te voy a dar un premio, andá a sentarte en ese sillón – Lucas se sentó en el sillón de Sebas con su pija colgando en medio de sus piernas abiertas, yo fui gateando hasta quedar arrodillada frente a él, levanté el miembro con las dos manos y me lo puse entre las tetas, estaba tan lubricado con restos de fluidos y semen que no hizo falta saliva para que resbalara a toda velocidad.

-Ahhh… me parece que si seguís así me voy a poner duro de vuelta enseguida.

-Esa es la idea, no veo la hora de que me cojas otra vez – A medida que subía y bajaba mis pechos sobre su verga le daba lengüetazos y le besaba el glande, de a poco sentía contra mi piel como iba creciendo y se le iba poniendo cada vez más dura.

-Uff, cuando quieras, si fuera por mi no te la sacaría nunca.

-Me parece que ya estás listo – Me eché hacia atrás y se la agarré con las dos manos – La tenés más dura que antes.

-¿Cómo querés que hagamos?

-Esta vez para que no me duela lo voy a controlar yo. Vos quédate ahí sentadito como estas – Me puse de espaldas a él y poco a poco fui bajando. Mi vagina estaba dilatada y lubricada con un montón de semen que todavía me resbalaba por dentro, y eso hizo que pudiera enterrarme toda su pija en un solo movimiento.

- Mhh, entró toda de una vez – Pasó sus brazos por delante mío y me empujó hacia abajo reteniéndome con mucha suavidad.

-Es que estoy muy caliente. ¿Te gusta tenerme así empalada? – Mientras subía sus manos por mi barriga la mesa ratona que estaba delante nuestro empezó a vibrar y el ringtone del celular de Lucas fue sonando cada vez más fuerte.

- Ufff, ¿Quién es? – Me incliné hacia adelante sin despegar mi cola de la pelvis de Lucas y, con su pija enterrada todavía hasta el fondo, estiré los brazos para alcanzar el celular, pero me faltaban unos centímetros. Nuestros dos cuerpos pegados se inclinaron hacia adelante hasta que mis rodillas y mis manos tocaron el suelo, cuando me quise dar cuenta estaba en cuatro sobre la alfombra y Lucas seguía encastrado detrás mío. La mesita con el celular había quedado frente a mi cara y en la pantalla encendida del aparatito decía ‘Gigi’.

- Es Gigi… Llamala en un rato.

-Mhhh, me parece que voy a atender, después de todo vos la otra vez me hiciste lo mismo.

-¡Lucas no! Esta vez es diferen…

No hubo caso, Lucas estiró un brazo por encima de mí, agarró su teléfono y se llevó un dedo a los labios haciéndome gesto de que hiciera silencio. El mocoso atrevido había perdido conmigo toda la timidez y ahora sonreía satisfecho, preparándose para vengarse por aquella vez en que lo hice callar y se la chupé mientras hablaba por teléfono con mi marido. Acomodó su pija bien adentro de mi vagina arrancándome un gemido, apoyó su celular sobre mi espalda como si fuera una mesa, y atendió. La voz de mi hija salía por el altavoz a todo volumen.

-¡Hola amor! Perdón que no te contesté antes, se me había quedado el teléfono sin batería y estaba cenando con mi papa.

-No hay problema linda.

-¿Al final fuiste a lo de mi mama?

-Sí, estoy acá ahora, justo subí a tu habitación para buscar mis libros y los papeles que me pediste – Lucas mentía con un tono de voz relajado mientras hacía círculos con sus caderas y me revolvía por dentro con su pija.

-Ah, que tarde se hizo. Olvidate de los papeles, al final los tenía aca conmigo, ¿Y mi mamá está ahí con vos?

-No, está abajo levantando la mesa, es que estaba haciendo empanadas y me quedé a cenar – Se echó hacia atrás y salió casi por completo dejando apenas la punta de su glande abriéndome los labios.

-¿Cenaste con mi mama?

-Si, me invitó.

-Seguro le miraste las tetas durante toda la cena como haces siempre.

-Jeje bueno - Se inclinó hacia adelante penetrándome otra vez, estiró los brazos y me apretó las tetas – Es que las tetas de tu mama son irresistibles, no puedo dejar de mirárselas.

-Si te gustan tanto, ¿Por qué no le pedís que te las muestre? Quizas tenés suerte y hasta te deja que se las chupes un poco.

-¿Vos crees? – Lucas me ordeñaba las tetas cada vez con más fuerza regando gotitas de leche por toda la alfombra, y yo ya no podía más por la excitación de sentirme tan llena con su pija. Tuve que reprimir el impulso de empezar a mover las caderas.

-Amor, mi mamá está desesperada. Hace meses que no se la cogen. Estoy segura que si ella viera lo que tenés entre las piernas dejaría que le hagas cualquier cosa – Lo que estaba escuchando ya era demasiado. Una parte de mí se sentía terriblemente avergonzada por las barbaridades que decía mi hija y hubiera querido responderle a los gritos por ser tan insolente, pero otra parte me recordaba que estaba desnuda y en cuatro patas sobre la alfombra con el pene gigante de su novio abriéndome la concha, y eso me dejaba como única opción bajar la cabeza, morderme los labios, reprimir los gemidos y aguantar que ahora Lucas empezara a embestirme con un ritmo que me hacía temblar las piernas.

-¿Y vos qué harías si yo me cojo a tu mamá?

-Mhhh, me pondría un poco celosa jeje, pero te perdonaría a cambio de que me cuentes todos los detalles – Parecía que la situación lo estaba excitando porque ahora lo sentía todavía más duro. Me cogía muy rápido pero con mucho cuidado de no hacer ruido al chocar su pelvis contra mi cola – Además quien te dice, si te cogés a mi mamá quizás algún día puedas cogernos a las dos juntas y cumplir con la fantasía del trio, ¿Te gustaría? - Después de escuchar a Gigi decir eso no podía sacarme de la mente la imagen de las dos teniendo sexo con Lucas. Era todo lo que estaba mal en el mundo, pero algo debía estar mal en mí, porque mientras pensaba en eso mi cuerpo entró en cortocircuito y apenas pude estirar el brazo para agarrar un almohadón y morderlo antes de retorcerme en un orgasmo silencioso.

-No creo que Laura fuera a engancharse en una cosa así – A Lucas no parecía importarle mi orgasmo ni mi cuerpo transpirado temblando, y seguía la conversación con Gigi mientras me penetraba con un ritmo regular con sus manos apoyadas en mis caderas.

-Mhh, Laura, ahora le decís Laura, me encanta. No te creas, después de todo Laura seguro es tan putita como yo, es más, quién te dice, quizás a ella sí podrías convencerla de que te entregue la cola para cumplir tu fantasía. ¿Le romperías el culito a mi mami?

-Ufff, basta amor, sos terrible, es tu mamá, no me des esas ideas que después no puedo sacármelas de la cabeza.

Ya no podía seguir escuchando, iba a sacarle el celular que todavía estaba sobre mi espalda y cortar la comunicación, pero entonces sentí una cosquilla y algo mojado y tibio que me acariciaba el ano. Me quedé paralizada. Sin dejar de cogerme, Lucas había puesto saliva en su dedo índice para metérmelo en el culo, y lo empujó de a poco hasta que mi esfínter fue cediendo. Yo no recordaba cuando había sido la última vez que me había metido algo por ahí, y lo hubiera insultado en todos los idiomas de no haber sido porque mi hija estaba escuchando. No tenía más opción que quedarme quieta y recibir su dedo grueso que, cuando entró entero, me recordó esa sensación ardiente del sexo anal, mezcla de dolor y placer, que ya había olvidado. Nunca me hubiera imaginado que ese adolescente tímido con el que salía mi hija iba a tenerme subyugada de esa manera.

Cuando pensé que esa llamada con Gigi no daba para más los chicos se pusieron a hablar sobre el último capítulo de una serie que estaban viendo, y durante algunos minutos pude sentir como el dedo de Lucas giraba y me exploraba el culo casi tocando su verga a través de mí. Ahora me cogía con tanta fuerza que no entendía como Gigi no se daba cuenta de lo que pasaba. A pesar de que había tenido un orgasmo muy fuerte, hundí mi cara en el almohadón y tuve otro que me pareció como si hubieran sido dos o tres juntos. Cuando Lucas se despidió de mi hija y por fin cortó la comunicación, pude escucharlo gemir y sentí su semen caliente inundarme. Terminó de vaciarse en mi interior, sacó de mi concha su pija blanda y su dedo índice de mi culo, y yo caí de costado sobre la alfombra casi desmayada. Pensé en las palabras más severas para hacerle saber mi enojo por lo que había hecho, pero apenas pude moverme para, con su ayuda, llegar hasta mi cama.

FIN DE LA SEXTA PARTE