Embarazada y tentada por un adolescente – Parte 10

Tras una larga preparación, mi culo fue entregado como regalo de cumpleaños al novio de mi hija. Después, ellos se fueron a dormir a mi habitación y yo, humillada, me quede dormida en el piso. En menos de una semana mi marido volverá de España, y entonces no sé qué sucederá con este triángulo...

16 de Junio de 2020 (veintiséis semanas de embarazo)

Cuando abrí los ojos ya era de día. Tardé en darme cuenta de que estaba en la cama de mi hija, alguien me había tapado y había limpiado el desastre del piso de la habitación. Lentamente empecé a recuperar en mi memoria escenas de lo que había sucedido la noche anterior: mis brazos y piernas atados, Lucas detrás mío intentando penetrarme analmente mientras mi hija lo alentaba, su pija dura explorándome hasta el fondo, el dolor que luego dio lugar al placer, y por último su orgasmo, una catarata de calor que todavía llevaba dentro mío. Me pasé la mano por el culo para ver si había empezado a cerrarse, pero seguía igual de dilatado, o tal vez era una sensación. Se abrió la puerta de la habitación y Gigi me dio los buenos días, tenía puesto un camisón mio.

-Buen dia mami, ¿Pudiste dormir?

-Creo que me desmayé.

-Me alegro, nosotros nos fuimos a dormir a tu pieza, espero que no te haya molestado… Luqui todavía está en la cama.

-¿Qué hora es?

-Las nueve y diez. Creo que deberías darte una ducha, o por lo menos lavarte la cara jiji – Me pasó una mano por la nariz y me sacó una costra de semen seco.

- Sí, pero necesito que liberen mi habitación para poder usar el baño…

-Lucas duerme, si entrás y te metés en el baño ni te va a ver. Además, a esta altura, ¿Qué problema hay si te ve?

-Estoy hecha un espanto hija…

-Estás hermosa mami. Yo ya puse a lavar tu minifalda y el portaligas y limpié el piso mientras dormías. Dale, andá a darte una ducha caliente y yo te alcanzo un toallón y un vestido.

Gigi bajó a la cocina para preparar el desayuno, me levanté y fui desnuda hasta mi habitación, entré con timidez esperando ver a Lucas despierto, pero dormía boca arriba sobre mi cama. Las sábanas estaban tiradas en el piso y él también estaba completamente desnudo. Su pene descansando en toda su longitud y grosor sobre su vientre parecía un animal dormido. Me quedé observándolo mientras pensaba que con todo eso me había penetrado por atrás y me llevé una mano entre las piernas, estaba empezando a excitarme. Durante la salvajada de la noche anterior no había podido tener un solo orgasmo y mi cuerpo no se olvidaba de eso. Entré al baño y me metí en la ducha con la idea de masturbarme pero no pasó un minuto y Gigi entró para decirme que me dejaba un toallón limpio, después se fue y dejó la puerta abierta. Escuché que le decía algo a Lucas, que al parecer se había despertado. Cerré la ducha, me sequé con el toallón y busqué el vestido, pero no me había lo había traído. Intenté como pude taparme con el toallón, pero era demasiado corto, me tapaba las tetas pero la panza lo levantaba tanto que ni si quiera me llegaba a la cintura. De todas formas salí del baño con la idea de meterme rápido en el vestidor, pero lo que vi me detuvo en seco. Lucas seguía en la misma posición, boca arriba sobre mi cama, pero ahora tenía la pija parada, mi hija estaba acostada con la cabeza entre sus piernas y le lamía los huevos con dedicación.

-Buen día Laura – Lucas me saludó como si nada.

-¿Qué tal estuvo la ducha ma? – Sin darse vuelta, Gigi apenas había despegado la lengua de los huevos de su novio para hablarme.

-B-bien… ya los dejo solos – Abrí la puerta del vestidor.

-No. Esperá. Lucas te quiere preguntar algo. Dale, preguntale.

-No importa, no hace falta amor…

-Bueno entonces se lo digo yo. Ma, Lucas no paró de preocuparse porque no tuviste un orgasmo anoche.

-No sé qué decir chicos… - La pregunta ya hubiera sido incómoda sin que mi hija le estuviera haciendo sexo oral a su novio delante mio pero a esa altura ya nada era cómodo, así que me solté y hablé – Creo que lo de anoche fue una locura, pero ya está, espero que al menos Lucas lo haya disfrutado. Fue todo tan raro que en verdad no sé qué decir.

- Lucas lo disfrutó un montón, creeme. Pero mi novio es tan caballero que se preocupó por vos, y yo sé que se muere de ganas de compensarte.

-No hace falta, ya con…

-Claro que hace falta – Gigi se levantó de un salto dejando la pija de Lucas rebotando hacia arriba y hacia abajo y me guió hasta la cabecera de la cama mientras seguía hablando – Subí a la cama y arrodíllate.

-No tengás miedo Laura, hoy te vamos a tratar bien – Ahora Lucas me miraba con ternura y ojos encendidos de deseo.

Gigi me sacó la toalla dejándome desnuda frente a su novio. Los chicos me ayudaron a acomodarme hasta que quedé arrodillada, entre mis piernas la cabeza de Lucas, que me tomó por las manos y me bajó hasta que su lengua hizo contacto con mi vagina. Gigi volvió a su posición de antes y esta vez se metió la pija entera en la boca. Cerré los ojos y me olvide de lo que estaba haciendo mi hija para concentrarme en lo que pasaba entre mis piernas: Lucas me estaba comiendo la concha como si se tratara del plato más exquisito del mundo, con tanta desesperación, que por momentos se olvidaba de respirar, y tenía que apartar la cabeza para tomar una bocanada de aire y seguir. Cuando pensé que iba a llegar al orgasmo, acomodó su cabeza un poco más atrás, y con sus manos pasadas por debajo de mis piernas me abrió las nalgas y empezó a lamerme el culo. Yo estaba en las nubes. Mi esfínter abierto y dolorido por la penetración de la noche anterior ahora parecía mágicamente sanar con las caricias tibias de su lengua, que me masajeaba por dentro y por fuera. Después de unos instantes Lucas volvió a concentrarse en mi concha. Miré hacia abajo, me hubiera gustado poder ver su cabeza hundida entre mis labios vaginales, pero todo lo que podía ver era mi panza gigante y redonda que se interponía en el camino. Tuve un orgasmo que valió por los que no había podido tener la noche anterior, y Lucas no detuvo su lengua hasta que no terminé con el último espasmo. Abrí los ojos y ahora mi hija, que seguía en la misma posición, recorría la pija de Lucas con la lengua. Me sentí tan reconfortada por el orgasmo y por el placer que él me había dado que quise retribuírselo y, a gatas, me acerqué hasta su pija para besarla, creyendo ingenuamente que Gigi iba a hacerse a un lado.

Mi hija dejó de lamer y me dedicó una sonrisa burlona sin moverse del lugar. Agarré la base de la pija y la acerqué a mi cara para besarla, pero Gigi me apartó y se metió el glande en la boca, como yo no me podía acostar boca abajo como ella me costaba acercarme, y parece que Lucas se dio cuenta de eso porque enseguida se incorporó y se puso de pie sobre la cama. Mi cara y la de mi hija siguieron instintivamente el recorrido de su pija como si fueran imanes, y terminamos las dos arrodilladas frente a él, una a cada lado. Lamí la base de su tronco tímidamente y Gigi hizo lo propio de su lado, los besos de ambas fueron subiendo en intensidad y empezamos a recorrerlo de arriba abajo y de abajo arriba. Por momentos mi lengua se tocaba con la de mi hija, y entonces jugábamos a mantenerlas juntas, deslizándolas por la piel tersa y estirada, arrancándole a Lucas gemidos cada vez más fuertes. Nos detuvimos en su glande y peleamos durante unos segundos para ver quien de las dos se quedaba con el agujero de la uretra. Finalmente Gigi agarró con una mano la verga empapada de su novio y la apuntó a mi cara. Entendí enseguida lo que me estaba ofreciendo y abrí bien grande la boca. Nos turnamos varias veces para comérnosla mientras la otra se ponía debajo para lamerle los huevos. Me imaginé el morbo que el pobre chico sentiría por tener así a madre e hija, y no pude entender como todavía no había acabado en nuestras caras, entonces Gigi se sacó la verga de la boca y la apuntó hacia mi justo a tiempo para que el primer chorro de semen me cayera entre las tetas.

Mi hija soltó el pene de su novio y clavó su mirada en mí. Por un momento creí que no iba a hacer lo que parecía que iba a hacer, y a medida que acercaba su cara yo intentaba escaparme sin éxito. Cerré los ojos mientras empezó a pasarme la lengua por los pechos cubiertos de semen, pero después de unos segundos no pude evitar abrirlos: ahí estaba mi nena, limpiando de mis tetas la acabada de su novio, gota por gota, posando su lengua con cuidado y moviéndola despacio alrededor de mis pezones. Lucas apenas había terminado su orgasmo, y ahora se había bajado de la cama para mirar incrédulo el show con su pija blanda en la mano. Gigi lamía como si estuviera frente a un helado, y cada vez que acumulaba suficiente esperma en su boca, nos miraba con carita de puta y cerraba la boca para tragárselo. Cuando mis tetas terminaron de quedar limpias, sus labios se cerraron alrededor de mi pezón derecho y empezaron a succionarlo. Estaba amamantando a mi hija.

-Mhhh, vení amor, quiero que pruebes la leche de mi mama – Gigi soltó mi pezón, le caia una gotita de leche por la comisura de los labios.

- Jeje, ya la probé… - Lucas se acercó y agarró mi pecho izquierdo.

- ¿Entonces era cierto que estuviste jugando con las tetas de mi mami cuando yo no estaba? Ustedes dos son terribles… No los puedo dejar solos.

-Ya te dije que soy fanatico de las tetas de tu mamá, ¿No?

-Bueno, un poco te entiendo. Con semejantes tetotas…

Lucas y Gigi prendieron sus bocas a cada uno de mis pezones y estuvieron durante un rato succionándolos mientras yo les envolvía las cabezas con mis brazos y los sostenía. Al placer que sentía por tener dos bocas chupándome las tetas se sumaban los dedos de Lucas, que tímidamente empezaron a explorarme. Cuando por fin me soltaron los pezones, quedaron goteando sobre mi barriga, y los dos se dieron un beso que los mantuvo un largo instante entretenidos, con sus lenguas entrelazadas. La calentura por la situación mezclada con los tres dedos de Lucas, que entraban y salían de mi concha como una excavadora mecánica, me hicieron una vez más soltar todas las inhibiciones. Yo ya no era yo y Gigi ya no era mi hija. Éramos dos putas ansiosas que tenían que hacer todo lo posible para volver a poner dura esa verga que tanto nos desesperaba.

- Ay chicos… Por favor… Necesito que me cojan. No aguanto más – Miré a Lucas a los ojos mientras lo dije, pero en realidad sabía que Gigi sería quien tomaría la decisión.

- Amor… ¿Te querés coger a mi mamá?

-Me muero de ganas, quiero verla tener otro orgasmo.

-Bueno está bien, pero con una condición…

-¿Cuál? – Su tono una vez más me asustaba.

- Ya van a ver, no hagan nada hasta que yo vuelva – Gigi se bajó de la cama y salió de la habitación.

- Luqui dame un beso – Nos quedamos solos, y sin sacar su mano de entre mis piernas Lucas posó sus labios contra los míos y empezó a comerme la boca con ganas.

- Mhhhh, cuanto amor. No, sigan, sigan, me encanta verlos así – Gigi había vuelto a entrar, llevaba algo en la mano pero no pude verlo bien hasta que lo puso frente a mi - ¿Te acordás de este ma?, Quiero que lo pruebes – Era el plug anal con cola de zorro.

- No hija por favor…. Todavía me duele de ayer.

-No seas llorona, solo quiero ver cómo te queda, te prometo que tu colita hoy la dejamos descansar – Mientras Lucas seguía besándome, ella se puso detrás de mi y me apoyó la punta del plug fría por el lubricante. Resignada, saqué la cola hacia afuera y me abrí las nalgas con las dos manos.

- AYYYYY, despacio… - Mi esfínter se abrió enseguida y sentí de golpe la bola ancha del plug ocupando mi recto una vez más. La cola de zorro me hacía cosquillas en las piernas.

-Mirá amor, le queda hermoso. Si la penetrás con esto puesto la vas a sentir mucho más estrecha, ¿querés probar?

Me puse en cuatro con Lucas atrás. Estaba tan mojada que apenas tuvo que hacer fuerza para meterme la puntita de la pija pero, a medida que iba entrando, algo se sentía diferente: el plug enorme ocupaba tanto lugar que me volvía la vagina más apretada. Cuando por fin terminó de metérmela entera, tenía que hacer fuerza para moverse, y parecía que también a él le daba más placer sentirme tan estrecha, porque empezó a embestirme con ganas mientras se agarraba de mis nalgas y con un dedo empujaba al plug hacía adentro de mi ano. Era lo más cerca que yo jamás había estado de una doble penetración, me sentía llena por todos lados, y volver a sentir a Lucas estirarme la concha con su verga desproporcionada me tenía al borde del orgasmo desde el momento en que me la había metido. Me había olvidado de mi hija por un instante, y la había perdido de vista, hasta que sentí que algo rozaba mi pierna. Gigi estaba acostada boca arriba entre las rodillas de su novio para lamerle los huevos mientras me cogía, y ahora subía su lengua por la base de la pija y me rozaba con su nariz, algo que parecía no importarle. Lucas se quedó quieto para que Gigi pudiera acomodarse, y entonces sentí algo húmedo y blando que me hacía cosquillas en la parte de afuera de la concha. Mi hija estaba recorriendo la pija de su novio mientras todavía estaba dentro de mi, y no tenía ningún pudor en pasar su lengua por mis labios vaginales. Yo estaba tan extasiada y ansiosa porque Lucas comenzara a bombear otra vez que no me importó, y finalmente terminó cogiéndome con la cara de Gigi pegada a nosotros, lamiendo y besando indistintamente la pija de su novio y mi vagina.

Ya conocía la sensación de calor interna de cuando Lucas me acababa adentro, y ya sabía que era una fórmula para un orgasmo inevitable, pero esta vez, cuando todavía no había terminado de llenarme con su semen, sacó rápido su verga y la metió completa en la boca de Gigi para terminar de descargarse en su garganta. Yo quedé temblando y al borde del orgasmo, y tuve que sentarme en la cama para meterme los dedos mientras miraba como mi hija se babeaba y atragantaba con el pedazo de carne gigante que acababa de salir de mi vagina. A pesar de que Lucas la había sacado antes de lo que me hubiera gustado, tuve un orgasmo viendo aquella escena. Después de eso, los tres bajamos a desayunar como si nada hubiera sucedido.

19 de Junio de 2020

Faltaban tres días para la llegada de Sebas y yo estaba bastante nerviosa, todavía tenía el culo abierto por la cogida que me había dado Lucas y estaba paranoica con que de alguna forma u otra mi marido se daría cuenta de todo. Para colmo, el tatuaje de “Putita anal de Lucas” en mi nalga estaba tan nítido como el primer día, y cada vez que le exigía a Gigi que lo borrara, ella se reía y me decía que lo iba a hacer después. Aunque habíamos cumplido con eso de continuar la relación de madre e hija normalmente, yo me sentía un poco incómoda, no podía borrar el recuerdo de la boca de Gigi chupándome las tetas o la textura de su lengua bordeando mi vagina. Parecía que ella percibía algo de esa incomodidad, porque después de una cena con un silencio tenso tomó cartas en el asunto, a su manera.

-Ma, ¿Alguna vez estuviste con una chica?

-N…No, nunca. ¿A qué viene esa pregunta?

-Solo se me ocurrió, quería saber.

-¿Acaso vos sí estuviste con una chica?

-Mhhh, ¿De verdad querés saber?

-Si querés contarme… - En realidad no quería saber, pero la curiosidad siempre es más fuerte que yo.

-Jeje… bueno, pero Lucas no sabe nada, así que es un secreto. ¿Te acordás de mi amiga Ludmila?

-¿La que venía a veces a casa?

-Si, esa. A veces nos toqueteábamos jugando, o prácticabamos besándonos entre nosotras, hasta que un día… pasó lo que pasó.

-¿Y que pasó?

-Me da un poquito de vergüenza contarte má, pero después de todo lo que te vi hacer con Lucas creo que te puedo decir. Un día estábamos en su habitación y nos calentamos mucho, terminamos las dos desnudas y le chupé la concha. Después de eso lo hicimos un par de veces más, pero yo me puse de novia con Lucas, y creo que se puso celosa porque no me habló más.

-Hija… no se que decir, si te gustan las chicas no es un problema – Para hablar me había puesto el cassette de madre comprensiva y relajada, pero por dentro algo me hacía sentir extremadamente incómoda, quizás tenía relación con esas imágenes de Gigi que no podía sacarme de la cabeza – Pero, ¿Por qué me contás esto ahora?

-Es que, te sentí muy tensa el otro día cuando yo te…

-¿Cómo no voy a estar tensa? Sos mi hija, se supone que no tenemos que compartir esa clase de… cosas.

-Ya lo sé... pero lo hicimos por Lucas, ¿No?

Me quedé en silencio y dimos por terminada la conversación. No entendía por qué mi hija sacaba estos temas. Esa tarde vino Lucas y se encerró con ella en su habitación. Yo cené sola y me fui a acostar. Por un lado pensaba que no verlos había sido lo mejor, había que enfriar un poco las cosas, pero en el fondo todavía estaba excitada por lo que había sucedido en el cumpleaños de Lucas, y tenía el deseo secreto de que volviera a pasar. Me recosté y abrí el cajón de mi mesita de luz para sacar mi consolador, no lo había tocado en muchísimo tiempo y había olvidado lo grande que era. Lo lamí hasta dejarlo bien mojado y me lo metí despacio. El pene de silicona me llegaba hasta la entrada del útero y me abría las paredes de la vagina al máximo, pero el embarazo me tenía tan hinchada y dilatada que sentí que era poco, necesitaba algo más real. Entonces, como sucede en las películas, llamaron a la puerta de mi habitación.

-¿Quién es?

-Soy Lucas

-¿Estás con Gigi? – Pregunté cualquier cosa para ganar tiempo, pero por algún motivo, en lugar de esconder el consolador como lo había hecho alguna vez, decidí dejármelo puesto.

-No, estoy solo.

-Pasá – Me cubrí con las sábanas y Lucas abrió la puerta - ¿Otra vez se pelearon?

-No, para nada – Tenía puestos solo sus boxers y, como siempre, parecía que la tela iba a explotar en cualquier momento para dejar libre ese bulto gigantesco.

-¿Entonces ? – Disimuladamente metí una mano por debajo de las sabanas y giré el consolador para empujarlo más adentro, tuve que morderme los labios para no gemir.

-Gigi está muy cansada y mañana se tiene que levantar temprano para estudiar, yo no me podía dormir y me pidió que venga a dormir con vos.

-Mhhh, mi hijita siempre pensando en mis necesidades, que tierna, pero si estabas pensando en acostarte conmigo te tengo una mala noticia – Después de todo lo que había pasado, ya no me importaba nada, y ahora decidí que iba a ser yo la que tomara la iniciativa . Quité las sábanas por completo y le mostré mis piernas abiertas con los huevos de silicona sobresaliendo de mi concha – Tuve que empezar solita…

-Ufff, bueno, veo que ese agujero ya está ocupado, así que voy a tener que usar el otro, ¿Todavía tenés ese tatuaje que dice que sos de mi propiedad?

No podía negar que el pendejo era rápido. Me reí con la ocurrencia y me puse en cuatro sobre la cama con las piernas lo más abiertas que pude para mostrarle que el tatuaje seguía sobre mi nalga. Lucas se acercó por atrás y apenas con un par de lamidas como preámbulo enterró toda su lengua en mi ano. Durante varios minutos estuvo llenándome de saliva mientras me metía y sacaba el consolador de la concha, y cuando me quise dar cuenta ya me estaba metiendo dos y tres dedos en el culo, no había vuelta atrás. Al principio pensé en frenarlo, pero estaba demasiado caliente, y en el fondo sabía que si ya me había entrado una vez podía volver a entrarme de nuevo. Le cubrí la pija con lubricante, me saqué el consolador de la concha para liberar espacio y lo dejé hacer. A partir de ahí perdí la cuenta del tiempo que estuvo culeándome, yo intentaba volver a meterme el consolador por adelante pero era imposible, salía disparado cada vez que Lucas me penetraba por atrás. Cuando por fin sentí el semen caliente llenarme las entrañas, tuve un último orgasmo y los dos nos derrumbamos de costado sobre la cama. Me quedé dormida con la verga todavía latiendo y ablandándose dentro de mi recto.

20 de Junio de 2020

Me desperté con la cabeza de Lucas acurrucada entre mis tetas. Eran más de las once de la mañana. Me llamó la atención que Gigi, que se había levantado temprano para estudiar, ni siquiera había golpeado la puerta de mi habitación. Desperté a Lucas y los dos nos vestimos y bajamos al mismo tiempo al comedor. Mi hija estaba sentada en el sillón con sus libros.

-Hola mami, hola Luqui. ¿Pudieron descansar?

-Si amor, ¿Y vos? – Lucas se sentó al lado de Gigi y le dio un beso en la boca a modo de saludo.

- Bueno, con los gritos de mi mamá me costó un poco dormirme…

-Perdon hija… - Me puse un poco colorada

-No importa, espero que al menos la hayan pasado bien. ¿Volviste a romperle el culito a mi mami? – Gigi agarró por las mejillas a su novio y este asintió con la cabeza, me sentí un poco incomoda y intenté escaparme hacia la cocina – Espera ma, no te vayas, quiero mostrarles algo que estuve preparando.

Gigi dejó los libros a un costado y se puso de pie, nos dio la espalda a Lucas y a mí, se inclinó hacia adelante, se bajó los pantalones y la bombacha y se separó las nalgas con las dos manos para dejarnos ver el corazoncito rojo del plug que brillaba junto a un tatuaje de henna que decía “Putita anal de Lucas II”.

FIN DE LA DECIMA PARTE