Embarazada y puta 1
Quedé embarazada y los deseos me llevaron a acostarme con quién se me cruzara
Cuando tenía 27 años quedé embarazada por primera vez y la reacción que tuve estuvo lejos de la mujer que fui hasta ese momento.
Mi marido y yo tenemos muy buenas relaciones al punto de decir que supera al promedio o por lo menos a mis amigas, porque en los 3 años que llevábamos de casados no pasó un día sin que cogiéramos. Él es un tipo muy fogoso con una pija de muy buen tamaño.
En esa época yo era una mujer bastante atractiva y no lo digo para alabarme sino que los hombres me lo decían a diario y a mí me gustaba pero jamás avancé más allá de responder con una sonrisa. Además me gustaba que me digan cosas y me vestía de manera sugerente para eso. Lo mejor de mi cuerpo fueron las tetas, las tenía enormes y paradas, beneficios de la juventud.
Al quedar embarazada mi marido lamentablemente experimentó un rechazo a tener algún tipo de contacto sexual conmigo en tanto estuviese en este estado. Fue más fuerte que él, lo intentó en varias oportunidades pero no se le paraba (en esa época no existía el viagra). Al contrario las hormonas me jugaban una mala pasada y mis deseos se potenciaron. Me masturbaba en el baño pero no era suficiente.
Un día recordé una película en la que una chica se masturbaba con un pepino y ante la falta de juguetes sexuales recurrí al vegetal. La verdad que fue mi gran amigo durante los primeros 4 meses. Pero a medida que la gestación aumentaba también mis deseos.
Mis pezones y mi clítoris reaccionaban con tan sólo el contacto de la ropa interior, así que vestirme era un calvario.
Un día de verano con cuatro meses de embarazo y una panza bastante prominente salí a hacer unos trámites al centro de mi provincia. Me había puesto ropa muy liviana pero sin darme cuenta que con la transpiración mis tetas se empezaban a traslucir. Ví a varios hombres mirarme con mucho lívido y eso me calentó a más no poder. Fui a una galería y entré en una casa de lencería a comprarme un camisón. En la puerta había un guardia de seguridad que me saludó muy amablemente, demasiado diría y me encantó. Me dieron el camisón y entré al probador. Ni bien abrí la cortina pude ver por el espejo mis pezones negros totalmente transparentados en el vestido y al guardia de seguridad espiándome de reojo. Cerré la cortina pero dejé una luz lo suficiente para que el guardia me viera pero no el resto. Me empecé a desvestir y el guardia se acercó para tener una mejor visión. Apenas toqué mi concha y estallé en un orgasmo, los fluidos corrían por mis piernas pero esto no me calmó.
Salí del probador y el seguridad se me acercó y me dijo que si no me molestaba salía en 20 minutos y me llevaba donde quisiera. No tuve fuerzas para negarme y media hora después estábamos entrando en un telo.
Entramos a la habitación y nos empezamos a besar. Le pedí me desvistiera rápido. Apenas quedé desnuda su boca fue directo a mis pezones; no los chupaba, los devoraba. Sus dedos buscar mi concha y esta volvió a estallar. Le pedí me cogiera lo antes posible. Sacó un condón y le rogué que lo deje para otra vez, necesitaba sentir su pija en carne viva. Me acostó en la cama, puso mis piernas en sus hombros y la mandó hasta el fondo. Comenzó a cogerme despacio, dijo que por precaución por mi estado, pero le pedí que lo hiciera lo más fuerte posible, y así lo hizo. Mi próximo orgasmo tardó dos minutos y después otro y otro hasta que él acabó dentro mío. La sacó y se acostó a mi lado, tenía toda la pija con leche. Acerqué mi boca y se la empecé a limpiar con la lengua y a darle una flor de chupada, lo que hizo que en segundo volviera a estar al palo. Cuando estuvo a punto me puse en cuatro y me empezó a dar por atrás con fuerza. Mi clítoris se lo agradecía con varios orgasmos más. Mientras me cogía su dedo gordo se enterró en mi culo con suma facilidad aprovechando la lubricación de mis fluidos pero no dejé que me culeara, ese día no. Volvió a descargar todo dentro de mí y se desplomó en la cama. Lo dejé dos minutos y se la volví a chupar. Me dijo que estaba extenuado entonces cuando la tuvo bien parada me subí y lo cabalgué. Él aprovechó y me empezó a nalguear, al ver que me excitaba lo hacía con más fuerza cada vez. El dolor también era nuevo para mí.
Cuando acabó nos fuimos a bañar. Él ya no aguantaba otro polvo más por ese día.
Nos despedimos y quedamos en volver a encontrarnos. Se ofreció en acercarme pero preferí ir en taxi.
Iba camino a casa rememorando lo que acababa de pasar y la calentura me volvió, ya había acabado cómo siete veces y parecía que no había sido suficiente. Cerré mis ojos y una de mis manos fue directo a mi concha la cuál empecé a frotar por encima del vestido, la otra mano fue en busca de una teta y caí en cuenta donde estaba. Di un salto en el asiento y ví cómo el taxista me había estado observando a través del retrovisor. Miré a mis costados y por lo menos los vidrios eran polarizados. El taxi estaba parado, el tachero me preguntó si necesitaba ayuda y le dije que sí. Me pidió me sentara en el asiento del medio y abriera mis piernas, me empezó a masturbar tirando su brazo hacia atrás. Quiso llevarme a otro telo pero le dije que necesitaba volver a casa o mi marido se iba a preocupar (no eran épocas de celulares tampoco). Continuo con sus caricias hasta que me pidió me sacara la tanga, abrió su guantera y sacó un desodorante el cuál lo insertó casi en su totalidad. Cuando estábamos próximos a llegar se desvió hasta un lugar poco transitado, me pidió pasara al asiento de adelante, se sacó la pija y me pidió se la chupara. Cómo eran las dos de la tarde y si bien por el lugar no pasaba casi nadie tampoco quería correr el riesgo que justo pase alguien conocido así que negocié con él, le dije que lo iba a masturbar pero que me avisara cuando esté por acabar que le iba a dar un regalo. El tachero estaba al palo, nos empezamos masturbar ambos y cuando estuvo listo me agaché y metí en la boca su pija casi en su totalidad en el momento que empezó a largar su semen. Me tragué cada gota y la saboreé.
Me dejó en casa pero ahí no terminó…