Embarazada por mi hijo
Una casa muy pequeña te puede obligar a convivir mas intimamente de lo normal y llevarte a hacer cosas que nunca imaginaste
Para empezar, este relato es real. Consecuencia creo yo, de vivir en una casa muy chica, con solo un dormitorio, donde apenas cabe una cama matrimonial, que debo compartir con mi hijo de 16 años, moreno claro, mide como 1.70 mts. Medio flaco, peso eso sí, músculos bien marcados por el ejercicio, ya que juega mucho al fuut bool, por mi parte tengo 32 años, no me considero muy atractiva, blanca y cabello castaño claro, chiquita y muy delgada, senos y pompas pequeñas. El caso es que en el mes de julio, llegamos ni niño y yo de una fiesta familiar, casi nunca tomo, y ni hijo igual, pero en esta ocasión me deje llevar por el ambiente y la insistencia de mis hermanos, una vez en la recamara, tan pasada de copas estaba, que poco me importo desvestirme con mi niño ahí. Claramente percibí su mirada fija en mi cuando me senté en la cama con solo una pantaletita por prenda. Y no sé porque, pero le pedí me sobara un poco la espalda pretextando algún dolorcillo, se hinco en la cama tras de mí, dándome un delicioso masajito, empezando por los hombros, paletas, en algún momento avanzo las manos entre mis axilas llegando al borde de los senos. Al principio me cayó en gracia el atrevimiento y lo deje seguir, pero poco después ya jugaba con ambas manos en mis senos. En algún momento trate de detenerlo, pero era tan agradable el masaje ahí que no pude evitarlo. De repente me pellizcó los pezones de tal forma que me estremecí hasta los huesos, en ese momento termine por perder la cabeza, olvidando que era mi hijo, lleve una mano asía atrás agarrando el grueso y caliente bulto en su calzón, el más seguro, aprovecho y fue bajando una mano por el vientre hasta el elástico de la panti. Metiendo la mano por dentro, instintivamente separe las piernas para dejarlo llegar, dejando escapar una serie de gemidos de placer al sentir sus dedos frotar y hurgar en la panocha. Llego el momento en que no pude mas, me saque la pantaleta y me acomode de perrito en la cama, un momento después sentí la cabeza de su miembro buscar la entrada en mi sexo, me la ensarto de un empujón arrancándome un fuerte gemido, entre dolor, sorpresa y placer.(no tenía un hombre desde que me abandono el padre de mi niño al darse cuenta del embarazo, y no esperaba tal embestida, aunque me moría por tenerla dentro) tomándome por las caderas inicio el mete y saca, primero con calma, aumentando poco a poco la velocidad y fuerza de los embates, me oía jadear y gemir como loca con cada ensartada, y así de repente me la dejo clavada hasta el fondo, un extraño pero agradable calorcillo en el fondo de mi vientre me hiso saber que el chico se venía. Por un momento me sentí decepcionada, pero comprendí era un niño sin experiencia, mas no tarde en darme cuenta que el chico seguía dentro de mi tan grande y duro como al principio, le tomo unos segundo reanudar la faena con más vigor, ensartándomela a veces con tal fuerza que parecía quererme partir en 2, arrancándome gritos de tanto placer, de pronto una oleada de sensaciones me inundo la mente, y luego poco a poco me fui relajando deliciosamente como si flotara en un sueño. Entre tanto mi hijo continúo bombeando unos minutos más antes de vaciar su tibio semen en lo más profundo de mi vientre mientras yo disfrutaba del primer e intenso orgasmo en mi vida
No recuerdo en qué momento mi hijo y yo perdimos el contacto, ni cuando me quede profundamente dormida. Pero desperté apenas amaneciendo. Por un momento pensé había tenido un delicioso pero prohibido sueño, pero al vernos tan cerca y desnudos, y la pegajosa humedad entre mis muslos, me golpeo dolorosamente la realidad, llorando corrí a darme un baño, como si así borrara el pecado.
Esa semana mi hijo y yo antes tan unidos y afectuosos, solo cruzábamos pocas palabras, en una tensa calma, que para el sábado mi niño no soporto, mas, ya listos a dormir, al apagar la luz, soltó el llanto, suplicándome lo perdonara. Lo abrase amorosa, diciéndole no había sido su culpa, el vino, mi soledad y su juventud nos jugaron una trampa. Se quedo más tranquilo, y luego de una larga pausa, le pregunte si pensaba que era bonita, sonrió y respondió que bonita y atractiva. Me confesó además que desde antes de nuestro encuentro, cada vez que podía se fijaba en mis senos y pompas, que le gustaban mucho, suspiro y apenas musitando como para que no lo escuchara, pregunto si podía tocarme, sin pensar, le respondí que solo un poco, pensé que lo haría sobre la blusa de mi pijama, pero desabrocho un par de botones metiendo la mano para agarrarme un seno, acariciándolo ligeramente. Pregunto entonces si me había lastimado, sonreí y respondí que no, y sin querer agregue que me había gustado mucho, se dibujo una sonrisa de pícaro, y dijo que había sido lo mejor que le había pasado en la vida, entre sus caricias en mis senos, la plática y el recuerdo, me fui calentando cada vez más, de pronto el chico me pellizcó un pezón de tal forma que me llevo a un estado de excitación que termine por perder la cordura. Termine de desabotonar la blusa, dejando al descubierto ambos senos, mi niño entonces aprovecho para comenzar a mamar uno de ellos mientras su mano continuaba jugando con el otro. Entre tanto mi mano busco y encontró su miembro duro y caliente bajo el pantalón, recorriéndolo una y otra vez a todo lo largo, poco después mi niño sin dejar de chupar del seno jugueteando con la lengua en el pezón, dándole a veces ligeros mordiscos, metió una mano bajo mi pantalón pijama, separe la piernas un poco dándole libertad, para masajear el clítoris metiendo de vez en vez los dedos en la concha, volviéndome loca de placer, finalmente no pude contenerme más, me saque el pantalón con todo y pantaletas, mi hijo al verme hiso lo mismo, para luego acomodarse sobre mi entre mis piernas que separe tanto como pude. Me lo fue metiendo despacio, te gusta así?, me pregunto, suspirando asentí, entonces inicio el mete y saca, deseperantemente lento, hasta que empecé a pedir mas y mas moviendo las caderas de arriba abajo tratando forzar más profundo las ensartadas. Pronto comprendió mi ansiedad, clavándome el falo con más fuerza, comencé a gemir y jadear como loca. Subiendo y bajando frenética la pelvis siguiéndolo para lograr estocadas más duras y profundas. Hasta que finalmente me llevo al clímax, todos mis músculos se tensaron, mi vagina se contraía en espasmos apretado el ariete, como si quisiera ordeñarlo. Segundos más tarde me fui relajando en un delicioso sopor. Mi niño aun continuo bombeando el fierro con fuerza un par de minutos más antes de dejármelo clavado hasta la raíz, dejándome sentir su leche tibia en lo profundo del vientre.
Por la mañana hable seriamente con mi hijo. Dejamos claro que el sexo entre madre e hijo era imposible, y acordamos que nunca más volvería a suceder. In embargo el siguiente sábado, fuimos a una fiesta de 15 años de una sobrina, no se imaginan los celos tan terribles que sentí cuando mi niño bailaba con las chicas. Inconscientemente fijaba la vista en el pantalon tratando de ver si alguna de ellas lo estimulaba. Cuando caí en cuenta de esta obsesión, me cambie de lugar para no verlo y me puse a platicar con otras personas mientras bebía algunas cubas tratando de olvidarme de mi niño. Ya para terminar la fiesta por fin se apareció el chico. Tomo 2 vasos de tequila con soda que dejo alguien dejo en la meso y se los bebió casi sin respirar, alegando tenía mucha sed de tanto bailar. De regreso a casa, iba muy seria con él. No pude evitar estar celosa y enojada. Total que ya en casa, me encamine a la recamara con mi niño tras de mí. Me detuve en la puerta un momento y me estire bostezando aflojerada. Mi niño aprovecho para abrazarme por la cintura amoroso, preguntando por que estaba enojada. Le respondí que por andar con las niñas se había olvidado de mí. Me brazo más fuerte y me acuso de estar celosa, fue entonces que sentí el bulto de su pantalón en mi espalda baja. Casi de inmediato sentí endurecerse los pechos, mojándose la vagina. Alegue que no estaba celosa al tiempo que sin pensarlo me pare en la punta de los pies para poder sentirlo en mis pompas. Entonces el subió las manos apoderándose de mis senos. Fue tan delicioso el apretoncito que les dio que no tuve fuerza para quitárselas de ahí. Solo le dije suspirando que era un aprovechado. Pase mi mano hacia atrás agarrándole el bulto. Fue entonces que mi niño me soltó, pero para bajar el cierre del vestido, deslizando los tirantes por mis hombros desnudando los senos, y volver a masajearlos a su antojo, excitándome cada vez mas. Entonces me dio semejante pellico en los pezones, que aunque me dolió un poco me calentó de tal manera, que ya sin ninguna conciencia, di unos pasos hasta la cama acomodándome de perrito, el por su parte, con toda calma, me subió el vestido hasta la espalda, bajando la tanguita casi a las rodillas. Ansiosa le pedía no me hiciera esperar más y me lo diera de una vez, por fin tomándome por las caderas me lo metió deliciosamente lento pero continuo hasta la raíz. Iniciando el mete y saca. Lo estaba gozando mucho, pero sentía que quería algo más. Así que me quite, indicándole se acostara de espalda. Le fue desabrochando botón por botón la camisa. Besando cada segmento de pie que se iba descubriendo, luego termine por sacarle el pantalón con todo y calzón. Que ya se había bajado hasta las caderas un poco antes, fue la primer vez que le vi su virilidad en ese estado. Me pareció tan grande y gordo, que pensé que con razón me había dolido la primer vez, lo agarre con ambas manos una seguida de la otra como midiéndolo, quedando aun parte del ronco y la cabeza fuera del puño. Jugué con el pedazote de carne un par de minutos, antes de llevada no sé por qué, a mamarlo con gran deseo, comiéndomelo hasta donde me era posible, casi a punto de vomitar. Y luego sacarlo de la boca con los labios aprisionándolo, luego comencé a recorrerlo con la punta de la lengua a todo lo largo terminando por jugar un poco con la cabezota, mi niño no dejaba de suspirar y gemir, y eso me excitaba tanto. Llego el momento en que me pidió que parara o se vaciaría, pensé en sentir su leche en mi boca, y eso me causo nauseas, así que me detuve de inmediato. Y sin perder tiempo me le monte ensartándome completo el fierro yo misma, para empezar a moverla pelvis de arriba, abajo y de adelante, atrás, cabalgándolo como si fuera en un caballo a todo galope, de modo que el miembro recorría cada esquina de mi vagina, haciéndome gozar lo inimaginable, solo que no aguante mucho así, llegando el orgasmo entre gemidos y suspiros entrecortados. Al mismo tiempo que pude sentir los espasmos del su miembro mientras se venía en los más profundo de mi cueva de amor, agotada me deje caer a un lado de mi niño, quedándome profundamente dormida.
No sé qué hora seria, pero me desperté al sentir una caricia en la nalga, acostada de lado, con mi hijo detrás, somnolienta pase una mano asía atrás. Tomándolo por la cadera lo jale asía mi, sintiendo inmediatamente su virilidad entre las nalgas. Di un suspiro en señal de aceptación y un momento después ya era poseída en la postura de “cucharita”, se movía lento sacando y metiéndolo despacio, así entre sueños, lo estaba gozando de una forma tan especial. Sublime diría yo, no se puede decir que lo alcance, pero aun así, la sensación de la leche calientita llenándome la matriz fue asombrosa. Me volví a quedar plácidamente dormida.
Apenas amanecía cuando desperté. Mi niño no estaba a mi lado, me sentí sola, iba a buscarlo cando entro a la recamara, aun desnudo. Así en penumbra fue como ver a un dios griego, le extendí los brazos y de un brinco estaba sobre mí. Me dio un beso en la boca, que por un momento se sorprendió, pero que inmediatamente correspondí, abriendo un poco los labios, su lengua entro en mi boca jugando con la mía, entretanto una de sus manos masajeaba mis senos, la experiencia fue candente, instintivamente separe las piernas. Buscando con la mano el ariete, guiándolo dentro de mí. Iniciando el meter y sacar. En parte con los movimientos de sus caderas, seguido por mi pelvis. En un principio lento. Aumentado rápidamente los empujones martillándome con fuerza entre apasionados besos y salvaje masaje en mis mamas perdí la cabeza, como demente empecé a repetir una y otra vez así, mas, entonces mi niño se incoo entre mis piernas, me tomo por los tobillos poniéndolos sobre los hombros y en esa postura se puso a cogerme, primero despacio aumentado la rapidez y la fuerza de deliciosa ensartada, minutos después me soltó los tobillos para tomarme de las caderas jalándome asía el, con quedando yo con las nalgas sobre sus muslos, apoyando los pies en la cama, para continuar con los duros embates, arrancándome una serie de quejido, gemidos y suspiros con cada ensartada como una loca. Llevándome al clímax tan intenso, que se contrajeron cada uno de mis músculos. Sobre todo los vaginales que se apretaban con fuerza al invasor, como para no dejarlo ir nunca, pero ni chico aun no estaba listo, continuo con el bombeo un como un minuto más y luego pude sentir el delicioso calorcito del semen en lo profundo del vientre.
Más tarde mientras me bañaba, razone sobre esta relación prohibida con mi hijo, buscándole una solución, pero me convencí de que de nada servía resistirme, nunca había gozado tanto en mi vida, y no tendría fuerza de voluntad para resistirme si ni niño me deseaba. También me sentía un poco diferente esta mañana, lo atribuí a la increíble noche pasada, pero mientras me enjabonaba. Instintivamente empecé a sobarme el vientre, entonces el presentimiento que paso por mi mente me hiso estremecer.
Al día siguiente una prueba de embarazo confirmo mi más profundo temor.