Emabarazada por mi hijo conclucion

Hace tiempo publique mi historia, algunos de los que amablemente la leyeron y comentaron me pidieron saber como termino todo, ahora se los hago saber

2 parte.

Pensé que con el embarazo, se me aplacarían las hormonas, pero sucedió al contrario, los primeros 6 meses me mantenía con ganas, esperando con ansia el momento de encontrarme con mi hijo y llevarlo a la cama,  aunque mi chico en ocasiones se resistía por temor a lastimar a su hermanito, como le decía, nunca pensó en él bebe como su hijo, ya para el séptimo mes, la calentura fue pasando, además que con lo abultado del vientre resultaba incomodo casi en cualquier postura.

Con ayuda de mis hermanos, mande a construir otra recamara para mi muchacho, que quedo lista poco antes de que naciera mi bebe, la primer noche que ya no durmió conmigo, juramos volver a tener una relación normal de mama e hijo y nunca más hacer el amor otra vez.

Mi retoño nació sin problemas a principios de julio, llenado por completo mi vida los primeros  meses, después, me empecé a sentir inquieta y  problemas para conciliar el sueño,  para principios de abril. Mi mal humor era constante y con frecuencia lo desquitaba con mi hijo, hasta que una noche, llegando a casa del trabajo, explote al ver que aún no limpiaba la cocina y su hermano seguía despierto, le grite y dije no sé cuántas groserías, me metí a bañar para calmarme un poco, cuando Salí del baño, ya la cocina estaba limpia y ordenada, y el niño dormidito en su cuna al lado de mi cama, me sentí tan miserable, para empezar el chico me ayudaba con la casa y cuidando a su hermanito mucho más de lo que pudiera ser obligación para un muchacho de su edad, fui a su cuarto a con la intensión de disculparme, encontré la puerta cerrada, pensando tal vez dormía, sin ruido, la abrí un poco para asomarme, la luz estaba apagada, tenía  a un lado su lap, cuya iluminación alumbraba el cuarto, lo vi con el bóxer a media cadera, con una mano en la computadora y la otra sobándose el miembro. Me quede como hipnotizada, con la mirada fija en el pedazo de carne,  reviviendo aquellos momentos en que tanto placer me hiso sentir,  los pechos se me endurecieron hasta casi dolerme, la tela del camisón me molestaba en los pezones, y abajo, la vulva palpitar al ritmo del corazón,  mojándose en sus jugos.  Volví a cerrar la puerta, sentía que se me salía el corazón y faltaba el aire,  iba a regresar a regresar a mi cuarto a reponerme, pero antes de pensarlo ya había tocado a su puerta,  dese adentro, apurado contesto esperara un momento, y luego me pidió que pasara.  Me senté en la orilla de la cama a su lado, acariciándole la cabellera, le pedí me disculpara por mi mal humor y los constante regaños, luego seguimos platicando de otras cosas, casi sin darme cuenta, empecé a acariciarle el pecho, por más que intente, no podía quitarme de  la cabeza la imagen de su miembro erecto que había visto momentos antes, puso una mano en mi muslo apretándolo ligeramente, que la sentí como tuviera una conexión directa a mi vulva encendiéndola, trate de ignorar esa sensación y continuar con nuestra platica, cuando me percaté de que mi mano ahora estaba empuñando su virilidad, dura y caliente, me quede muda, mirándolo fijamente a los ojos, sumamente excitada, si saber cómo reaccionar. Entonces sorpresivamente,  avanzo la mano por mi muslo hasta el final, haciendo de lado el puente de las pantaletas, metió dos dedos en la lubrica cueva, al sentirlo, arquee la espalda soltando un gemido de placer, aferrándome al ariete,  antes de reponerme de la impresión, me tomo por la cintura, pasándome sobre el al tiempo que giro de tal forma que quedo sobre mí,  desesperado,  se puso a chuparme los pechos mientras dos dedos frotaban deliciosamente el clítoris, jadeando de placer, con voz entrecortada, le recordé la promesa que teníamos, su  voz me pareció angustiada al responder que me deseaba mucho, que ya no aguantaba las ganas de tenerme, si aún me quedaba algo de cordura, oírlo así me derrumbo por completo, lo abrace fuerte, pidiéndole me cogiera, se soltó de mis brazos, como temiendo me arrepintiera, de un tirón me saco las pantaletas, se bajó un poco más el bóxer, acomodándose sobre mí, que lo recibí abierta de piernas, dejando escapar un sonoro gemido al sentirme penetrada hasta lo más  profundo, lo abrece con todas mis fuerzas, al tiempo que le clave los talones en las nalgas, subiendo mi pelvis, ensartándome  lo más posible, de ahí siguió el meter y sacar, frenético, tanto me hacía gozar que no logre controlar mis jadeos y gemidos de loca a cada embestida de mi macho, pidiéndole siempre más y más, llevándome al clímax, de una intensidad que me hiso estremecer en espasmos, desde la vagina hasta el último musculo de mi ser.

Los días siguientes, me comporte como si nada hubiera pasado, el hiso lo mismo, pero constantemente pensaba en que no podría resistir mucho sin tenerlo otra vez,  poco después comencé a salir con un hombre algo mayor que yo y que conocí en el trabajo, tratando de no caer de nuevo en el pecado, cuando finalmente acepte a ir a un motel, fue todo un desastre, sus besos me parecían insípidos, sus caricias frías, y cuándo me penetro, no sé si  por el condón, pero más que placer, resulto incomodo tenerlo dentro de mí,  cuando termino, incluso se molestó tachándome de frígida.  Tiempo después lo intente de nuevo, ahora con un alguien de unos 25 años,  al principio fue tierno, pero ya en la cama, se volvió un salvaje, con besos más que apasionados, me ahogaban, apretándome los pechos hasta lastimarme,  clavándome el miembro con todas sus fuerzas, solo para complacerse el mismo, y para colmo, mucho menor al tamaño y grosor del de mi muchacho,  afortunadamente se vino en un par de minutos, dejándome terriblemente decepcionada.

Pasó casi un mes desde mi última desventura, era viernes y me acosté agotada después de un arduo día de trabajo, sin embargo, me sentía inquieta y no podía dormir, asi que fui a la cocina por un vaso de leche tibia, la estaba calentando cuando oí detrás de mí la voz de mi hijo preguntarme si me pasaba algo, poniendo las manos sobre mis hombros, fue como si me tocaran unas brasas ardientes, transmitiendo su ardor por todo mi cuerpo, luego apenas rosando la piel,  recorrió despacio los brazos, para finalmente abrazarme tierno por la cintura, intensificando aún más el fuego para explotar en lo profundo del vientre, gire sobre los talones, lo abrace con fuerza besándole el pecho, diciéndole que lo necesitaba, lo encamine al sillón para sentarlo, frente a él me deje caer de rodillas al piso, tome el miembro jugando unos segundo con el antes de metérmelo en la boca tanto como me fue posible, recorriéndolo aprisionado con los labios hasta la cabezota lamiéndola con la lengua, repitiendo lo mismo como por un minuto, mientras mi hijo no dejaba de suspirar, pero no se quedó quieto, metiendo las manos en el escote de mi camisón, se dedicó a masajearme los senos a su antojo,  pellizcándome los pezones de vez en cuando de esa forma que me hacía temblar hasta los huesos,  llego el momento en que no pude aguantar más, la vagina me dolía de tanto deseo, empapada en sus jugos, me monte sobre él, empalándome yo misma, pidiéndole me cogiera, no se hiso esperar, tomándome por las caderas, inicio el delicioso bombeo, clavándome hasta el fondo,  guiando los movimientos de mi pelvis en sincronía con sus embates, poco a poco, fui agarrando mi propio ritmo,  cabalgándolo de arriba, abajo, atrás y adelante como si galopara a toda velocidad sobre un pura sangre,  el muchacho dejo mis caderas para jugar con los senos, expresando lo mucho que le gustaban,  me saque el camisón por sobre la cabeza, ofreciéndoselos desnudos, le dije que ahora eran todos suyos,  se los apropio, masajeándolos chupándolos y mordisqueando los pezones a su antojo, de tal manera que entre esto y su tremendo tolete restregándose contra cada pliegue vaginal, provocaba tal cantidad se sensaciones que no podía dejar de gemir, jadear y suspirar, cada vez más ruidosa, a la vez que se incrementaban la intensidad de placeres,  hasta que finalmente al sentir su tibio semen vaciándose en lo profundo de mi vientre,  me llevo a estallar en un orgasmo tan intenso que tuve que morder a mi chico en el hombro para no gritarlo, estremeciéndome completa como gelatina, y ni que decir que como sentía las paredes vaginales, entre espasmos aferrarse al miembro como para ordeñarle hasta la última gota de leche.

Agotados, nos quedamos inmóviles, no sé por cuanto tiempo, abrazados, sin perder el contacto, fue curioso sentir como su virilidad iba perdiendo poco a poco el poderío, a reposar después de la increíble faena,  una vez que me repuse un poco, le di un besito en la mejilla, susurrándole al oído que era inútil luchar contra el deseo,  solo el sabría cuando y como lo quería, solo el podía convertir el pecado más grande en el mayor paraíso,  entonces me dijo que tenía temor de volverme a embarazar,  lo tranquilice al confesarle que cuando nació su hermano me habían aceptado me pusieran el aparato,  tal vez, porque muy en el fondo, sabía que no podría resistirme al placer que me hacía sentir, me miro sonriendo pícaro,  diciéndome que me amaba como un hijo a su madre, pero que cuando nos estregábamos era la mujer más maravillosa y lo hacia el hombre más feliz del mundo y no podía vivir sin eso,  en ese momento sentí en la vagina a su hombría retomar su tamaño, dureza y fortaleza,  despertando de nuevo la llama en mi vientre, lo mire excitada pidiéndole me cogiera otra vez.