Ely

Cuando la vi bajar del taxi no me imaginaba lo que pasaría ese día

Aquella tarde llegaba al edificio de una amiga, yo tenía llaves del departamento, y le ayudaría con unas reparaciones mientras no estaba en la ciudad. Había estado trabajando todo el día y salí a comprar una cerveza para refrescarme. Al acercarme a la entrada pude ver a un chico delgado, cómo de 1.65, con una melenita un tanto femenina, vestía un short de mezclilla que se embarraba a unas nalgas que, aunque no eran tan grandes, tenían una forma antojable, además de una playerita azul pastel con algún estampado infantil, vi al chofer ayudarlo a bajar una maleta un tanto grande. Coincidimos en la entrada abrí y le cedí el paso, lo que me agradeció con una leve sonrisa. Nunca le había visto en el edificio, cosa común en esta gran ciudad. Enfiló a las escaleras pero le era difícil subir con esa maleta.

-¿Te ayudo?

Lo dudó por un momento pues no nos conocíamos y, tengo apariencia de lo que en México llamarían chacal, barba, piercings y tattoos. Terminó por darse cuenta de que le sería difícil subir solo.

-Gracias.

Llegamos a su departamento que quedaba un piso arriba.

-Eres muy amable, me llamo Elias,¿te ofrezco algo de tomar?

-Yo Raúl, mucho gusto. Agua fría está bien,

-No inventes, si ya vi que traes una cerveza, dejame acompañarte con otra.

Su voz delgada concordaba con sus facciones y con sus maneras al moverse. No me hice del rogar, verme en esa situación de hombre ayudando a una “indefensa damisela” empezaba a agradarme. Entramos y mientras ella llevaba ya la maleta con ruedas a su cuarto me dijo:

-En el refrigerador hay Skyy, destapame uno por favor y toma asiento, en un momento estoy contigo.

Al parecer vivía solo, y una leve capa de polvo delataba que no había estado por un tiempo en ese departamento. Regresó prendió el estereo y se sentó a mi lado en el sofa.

-Con este calor se antoja un poco de reggae, ¡salud!

-¡Salud! Me gusta el reggae y mejor con buena compañía.

Me contó parte de su vida, y cómo es que llegó hacía unos meses a vivir a la capital buscando salir de la levedad en que transcurría la vida en su tierra. Trabajaba en un salón de belleza y estudiaba Letras HIspánicas en sistema abierto; una persona realmente agradable. Se terminó la bebida.

-Dejame destaparte la siguiente.

-Me vas a emborrachar Elias y apenas nos conocemos.

-Es precisamente para irnos conociendo mejor. Dime Ely por favor.

Indudablemente el nombre iba mejor con su imagen. Al levantarse del sillón, la playerita que llevaba se subio un poco, lo suficiente para dejar ver unas tiras del mismo color azul que asomaban por debajo de su short. Regresó haciendo más notable ese contoneo.

Continuamos la plática cómo viejos amigos.

-Gracias por el break, llevo toda la mañana trabajando, ya me hacía falta.

.¿Sabes qué te vendría mejor? Un masaje. Soy buena en eso.

-Me da pena contigo, estuve sudando.

-No seas tímido, hueles a un hombre que ha estado trabajando, acomodate en esa silla

Me dijo mientras jalaba una silla de escritorio con ruedas, subió el nivel de la silla y me acomodó montándola.

-¿Cuándo has visto que un masaje se de con ropa puesta? Quitate la playera mientras voy por algo de aceite.

Subió un poco mas el volumen a la música. Era verdad, era muy bueno en ello o buena como ella misma lo decía. Era agradable sentir la suavidad de sus manos en mis hombros y nuca, me susurraba al oído que me relajara, con sonidos que iban pareciendo ricos gemidos. Después de un rato sus manos pasaron al frente masajeando mi pecho y antebrazos. Se sentó detrás de mi y lo que eran susurros, se convirtieron en mordidas en la oreja, luego besos en el cuello; podía oler su perfume volteé la cara para recibir esos besos en la boca, mientras una de sus manos bajó a mi entrepierna, sobándomela sobre el pantalón hasta ponerla tiesa. Se levantó.

-Sientate bien.

Me restregó ese lindo trasero que antes había admirado, me lo tallaba al ritmo de la música, se desabrochó el short y lo fue bajando lentamente, dejándome ver un culo redondito, lampiño cubierto por una tanguita que antes apenas asomaba. Al fin pude acariciarlo, lo besé, y cuando pensaba bajar esa tanguita se separó.

-Espera, todavía no me la quites.

Fue a su cuarto, se escuchó ruido en el baño y regresó sobre unos zapatos de tacón se había puesto una camisetita de tirantes de tela negra, brillante y suave; traía un butt plug en una mano y un tubo de lubricante en la otra.

-Fui a lavarme, quiero sentir tu lengua en mi culito.

Volví a besar, y lamer ese trasero, hice a un lado la tanga y lamía al rededor del ano mientras abría las nalgas con las manos, Ely tomaba mi cabeza empujándola contra ella. Empecé a pasar el juguete con lubricante por su ano mientras besaba sus nalgas, empujé poco a poco hasta que lo tuvo todo dentro, entonces volteo y me besó en la boca.

-Dejame devolverte el favor.

Acto seguido bajó mi pantalón y mis botas, se hincó frente a mi. Cariñosamente besó mi pene, se lo pegó a la cara, lo lamío desde la base y al llegar a la punta se lo metió a la boca, era delicioso sentir sus labios rodeando mi miembro, sentirlos bajar hasta llegar a la base, yo pasaba los dedos por su cabello guiandole la cabeza, sólo lo sacaba de su boca para lamer los huevos.

-Ahora quiero sentirte dentro de mi.

Me pasó un condón, mientras ella se sacaba le juguete del culo, me dio la espalda, se hizo a un lado la tanga , me pusó lubricante y se fue sentando en mi, no tengo un miembro monstruoso pero no paró hast desaparecer mis 18cms, por un momento se detuvo al tiempo que apretaba mis piernas en las que había apoyado sus manos, volteó a verme con una mezcla de placer y algo de dolor en su cara. Me mandó un beso al aire.

No tardó mucho en empezar a retorcerse al ritmo de a música, en círculos y de arriba a abajo; de su boca escuchaba entre gemidos partes de la canción que sonaba. La tomaba por si diminuta cintura para ayudarla en sus movimientos mientras ella revolvía su cabello. Se dejó caer hacía atrás volteó la cara y volví a saborear su boca.

-Hace tanto que no hago esto que ya me cansé.

-Parate.

Estaba de pié frente a mi con el cabello alborotado, unas leves gotitas de sudor, se veía tan delicada, , la tomé por la cintura y nos fundimos en un apasionado beso, ella sobaba mi erección mientras yo apretaba sus nalguitas tersas, busqué su rico culito y metí un dedo.

-Mejor entra tú.

La guié al sofa, se hincó y apoyó sus manos en el respaldo parando la colita y moviendola sensualmente, hice a un lado su tanga, la tomé por la cintura y volví a entrar, esta vez de un sólo tirón, no se lo esperaba, un leve gemido me lo hizo notar. Era excitante ver su espalda arqueada, esa breve cintura y su culito lampiño. Así estuvimos un rato, ya no iba a poder aguantar más sin explotar.

-Ven quiero tenerte arriba otra vez.

Me senté ahora yo en el sillón, ella se me montó, era un sueño sentir sus suaves labios besándonos mientras subía y bajaba, la oía gemir y eso sólo me prendía más.

-Ya no aguanto nena, voy a terminar.

-Quedate así, no me quiero separar.

Siguió con sus movimientos pero apretando más el culo, no pudé más, la apreté contra mi, dando una pequeña mordida en el hombro. Quedamos rendidos, ella se dejó caer acomodando la cabeza en mi hombro.

-Qué rico estuvo.

No dije nada, sólo besé su hombro y me relajé como ella.

-Estoy cansada del viaje, vamos a dormir un rato a mi cama.

Nos levantamos, bajó el volúmen de la música, me tomó de la mano para llevarme a su cuarto, la jalé y la llevé en brazos hasta su cama, quedamos dormidos abrazándola por atrás.

Así estuvimos 2 horas quizá, sentí que se levantaba, escuché que hablaba por teléfono, regresó al cuarto y pensó que seguía dormido y se acercó a la cama. De pronto, sentí que acariciaba mi pene -yo fingía seguir dormido-, de su mano pasó a su lengua, después su boca mientras iba reaccionando, me encantaba su forma de mamar, lo hacía con delicadeza y metiéndosela completa, empecé a pasar mis dedos por su cabello y voteó a verme.

-Buenas noches, espero que no te moleste el que te haya despertado.

-Para nada, me encanta tu boca.

Seguimos así por un tiempo.

-Creo que voy a terminar.

Volteó sus ojos a verme, pero no paró sus movimientos hasta sentir que terminaba dentro de su boca. Saco la lengua mostrándome mi semen, luego se lo tragó y me sonrió.

-Levantate, pedí pizza para cenar, espero me acompañes.

-¿Cómo negarme a tanta atención?

El trabajo se me olvidó, cenamos, vimos unas películas y nos platicamos nuestras vidas, ella recién comenzaba su tratamiento hormonal. Nos bañamos y dormimos juntos como viejos amantes. Por la mañana tuve que salir temprano pero, las sesiones se repitieron por un conforme nuestros tiempos se acoplaban. Lamentablemente, por la falta de oportunidades y la discriminación en este país tuvo que emigrar. Es sólo ya, un lindo recuerdo.

Espero les haya gustado mi relato, comentarios a este correo:

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