Elsita (1)

Alexandra me llama por teléfono y me dice: -Ya la tengo, a la carajita Así comienza nuestra historia de control de una carajita virgita

Alexandra me llamó en medio de una reunión de trabajo y me dijo:

  • Ya la tengo

  • A que te refieres? - le contesté, sin saber a que se refería - no puedo hablar ahora, estoy en una reunión de trabajo

  • Coño, la carajita, la hija de la vecina

  • Ahh, ahora entiendo. Espera un momento.

Esto llamó mi atención. Pedí salir de la reunión un momento. Y entonces le dije

  • Que quieres decir que la tienes?

  • Bueno, que me la cogí finalmente. Está rica.... Y tú no quieres?

Ya solo en mi oficina, cerré la puerta y le dije:

  • Por supuesto que si. No hemos hablado de esto muchas veces?

Me recordé de todas las veces que Alexandra me decía lo buena que estaba esa carajita. Que quería tenerla, cogerla y luego pasármela para que la raspara. Era un juego excitante, que jugábamos cuando la tenía ensartada. Le decía como le iba a comer la cuquita... Como le iba a meter el guevo por la cuquita... Como Alexandra se la iba a comer. Como me la iba a coger por el culito... Alejandra iba a dirigir mi guevo. Planificábamos violarla, darle algo para que no supiera, otras veces engañarla y amarrarla, taparle la boca y luego obligarla conscientemente. Bueno, todas esas fantasías nos excitaban y hacían nuestro sexo mas vivo, más morboso.

Yo le insistía que todo esto no era posible, porque no tendríamos oportunidad real, sin ser luego denunciados. Le insistí a Alexandra que lo mejor sería que ella la sedujera. Que aprovechara de su inexperiencia para lograr primero ella cogérsela. Y luego, ya controlada, entraba yo. La jugada igual tenía sus riesgos, pero era mas factible, sobre todo si teníamos un cuidado razonable y manejábamos la situación.

Elsita era una niña que apenas estudiaba tercero de bachillerato. Pero se había desarrollado completamente, su estatura pasaba del 1:70mts, con pechos paraditos (Alexandra le tomó una foto "accidentalmente" cuando se estaba probando unos bikinis en su casa) y un culo redondito, de infarto (Este lo vi en fotos cuando posaba en una especie de desfile privado con su mamá, Alexandra y Elsita). Tuve ocasión de verla una vez saliendo de clases, cuando Alexandra me la presentó, cuando "accidentalmente" nos encontramos a una cuadra de su casa. Venía con dos compañeras que no me llamaron mucho la atención. Realmente Elsita estaba buena, como para comérsela con las manos.

Elsita vivía con su madre y dos hermanos menores Lucía y Pedrito. Su madre trabajaba para sostener la familia, ya que el padre se había marchado a buscar mejores culos. Su situación económica no era muy buena, pero tampoco desesperada.

Alexandra comenzó su operación haciéndole pequeños regalos que la atraían. Perfumes, ropa interior sexy, pulseras. En general cosas que su madre no podía comprarle, dada su situación económica.

Como su madre trabajaba todo el día y Alexandra trabajaba de noche, la convenció a que pasara por su apartamento vecino en las tardes luego de clases y se ponían a escuchar música ó probarse ropa interior, ó simplemente a chismear sobre la cama de Alexandra.

Un día Alexandra le ofreció un trago de Vodka. Elsita no lo quería probar, pero el poder de convencimiento de Alexandra es grande y finalmente lo probó.

Otra vez hicieron la sesión de fotos, primero se probó los trajes de baño Alexandra, luego Elsita. Así estuvieron con muy poca ropa, casi desnudas y Elsita fue tomando confianza. Todos estos pequeños avances me los iba informando Alexandra cuando hacíamos el amor y fantaseábamos sobre Elsita. Yo la alentaba a que continuara... Pero en realidad no hacía falta, Alexandra tenía un propósito perverso propio. Verme cociéndome a esta carajita rica. Convertirla en nuestra "perrita". Tenerla comiendo en nuestra mano.

Este proceso tomó largas semanas. Poco a poco los regalos, el licor y el compartir sobre la cama de Alexandra fueron haciendo que Elsita cediera y se fuera abriendo. Ya era de rutina que se acostaran en la cama solo con la ropa interior. Alexandra le decía que tenía calor y se quitaba la parte superior. Luego Elsita también accedía. Y así, poco a poco, la situación iba avanzando.

El día que me refirió Alexandra, comenzó con las dos acostadas en la cama conversando tonterías. Alexandra le sirvió unos tragos de Vodka. En un momento, se acordó que le había comprado un regalo  Una tanga, auténtico hilo dental, color rojo. Alexandra le insistió que se lo pusiera allí, en el cuarto. Elsita, algo alegre por el Vodka, accedió finalmente.

Elsita se quitó su pantaleta y se colocó el tanga rojo que difícilmente le tapaba los labios y por detrás se introducía entre sus nalgas. Algunos de sus pelitos sobresalían. Alexandra le dijo que tenía que afeitarla, mientras le entregaba otro vaso de vodka. Elsita muy apenada, se dejó convencer y Alexandra le quitó el tanga y se la llevó al baño, donde procedió a afeitarla completa. La hizo sentarse en la poceta y se arrodillo en frente Le hizo subir las piernas sobre su hombros para llegar mas allá de su rajita hasta su asterisco del culo. Luego de ponerle crema, procedió a afeitarla, lenta pero eficazmente. Aprovechaba para pasar la mano por sus labios, por su botoncito, sobre su culito, para verificar que todos los pelitos estaban afeitados. Finalmente, con una toalla húmeda le limpio los restos de jabón y le puso una cremita para quitar la irritación. Aquí aprovechó nuevamente para pasarle la crema por toda su totona, deteniéndose especialmente en su botoncito.

Elsita se dejaba hacer y pronto Alexandra comenzó a notar que Elsita se mojaba. Le preguntó si le gustaba como la tocaba. Elsita no respondió, pero tampoco se opuso y mantenía sus piernas sobre los hombros de Alexandra.

Alexandra siguió tocando un rato a todo lo largo de su rajita, mientras Elsita se dejaba y solo suspiraba. Entonces Alexandra acercó su boca a la cuquita de Elsita y comenzó a comérsela. Se dio un banquete con su clítoris y con su rajita y con su culito. Para tenerla mas abierta, hizo que Elsita se sujetara las rodillas con las manos. Alexandra comenzó a meterle un dedo y luego dos en la cuquita mientras se le comía el botoncito. La otra mano de Alexandra bajó y comenzó a tocarse. De repente, la respiración de Elsita se aceleró, Alexandra presionó más y ocurrió una explosión. Elsita tuvo un fuerte y ruidoso orgasmo, que hizo que Alexandra también se viniera como en una reacción en cadena.

Quedaron agotadas sobre la poceta. La morbosidad de la situación hacia que Alexandra quisiera seguir y en efecto, luego de unos minutos, le dijo que la siguiera hasta la cama del cuarto. Allí continuaron largo rato tocándose y comiéndose. Alexandra se sentía en la gloria de haber coronado todo un trabajo paciente de seducción. También me contó que muchas veces pensaba en lo bueno que sería tenerme al lado para terminar de comerme ese virgo caliente.

Cuando se acababa la tarde, Alexandra le dijo a Elsita que se vistiera, que su mamá estaba por llegar. Elsita estaba como ida, luego de varios orgasmos y le confesó a Alexandra su amor. Alexandra le preguntó si estaba dispuesta a hacer lo que ella le indicara. Elsita le dijo que si, mientras que la amara. Alexandra le dijo firmemente que tendría que obedecer si quería más. Que no quería peros ni historias. Que tenía que ser su perrita como ella quería ó que se fuera sin volver. Y que no le contara a nadie lo que habían hecho. Elsita desesperadamente le dijo que haría cualquier cosa por Alexandra.

Alexandra no lo podía creer. Sus mejores fantasías estaban haciéndose realidad. Para tomar una muestra de la determinación de Elsita y para dominarla, la hizo que se pusiera de rodillas y le llevó la boca a su cuquita. Le dijo que empezara a demostrar su que estaba dispuesta a cumplir. Elsita le comía la cuquita con ansia de satisfacerla. Entonces, Alexandra se volteó y le dijo, cómeme el culito. Abrió las piernas y se abrió las nalgas indicándole donde debía meter la lengua y besarla. Elsita solo dudó un segundo, mientras entendió que era lo que quería Alexandra. Luego comenzó a besarle el culito a Alexandra y a meter la lengua hasta donde podía, mientras Alexandra la animaba, le decía lo perrita que era comiéndole el culo a su ama y llegaba rápidamente a un perverso orgasmo. En ese momento me contó luego, pensó que solo faltaba yo para completar el cuadro.

Alexandra luego despachó a la ansiosa Elsita. La instruyó que no dijera nada a nadie so pena de perderla y quedaron en verse al día siguiente en la tarde, como ya era costumbre.

Alexandra se acostó ya sola en la cama, tomó el teléfono inalámbrico para llamarme mientras su otra mano jugaba desesperadamente en su cuquita. Me contó todo. Yo la interrumpía solo para preguntarle detalles. Cuando terminó la historia, le dije que podía acabar, lo cual sentí por el ruidoso orgasmo que tuvo.

Esta historia continuará....

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