Elsa nos calienta para esta noche

Elsa, una rubia explosiva, se pone provocativa para calentarme a mi y a mi novia, y lo consigue. Este relato es el primer capítulo de una historia que no sé cómo acaba, porque me gustaría que alguien a quien le guste el tono del relato la acabe por mi. Puesto que la historia es entre yo y dos chicas, me gustaría que alguna chica la acabe tomando el papel de mi novia o de Elsa, explicando cómo podría continuar el texto en el capítulo 2, o bien narrando esta misma escena desde su punto de vista en su imaginación.

Autor:  ermigue arroba Hotmail.com

Nick:    mentevisual

Título:  Elsa nos calienta para esta noche

Este relato es el primer capítulo de una historia que no sé cómo acaba, porque me gustaría que alguien a quien le guste el tono del relato la acabe por mi. Puesto que la historia es entre yo y dos chicas, me gustaría que alguna chica la acabe tomando el papel de mi novia o de Elsa, explicando cómo podría continuar el texto en el capítulo 2, o bien narrando esta misma escena desde su punto de vista en su imaginación.

El relato comienza así:

Cada vez que recuerdo aquellos días todavía se me eriza la piel y me viene un impulso irrefrenable de llamarte. Tú siempre has sido mi musa, mi debilidad, mi fantasía irresistible, y aquellos días alimentaste más que nunca esas fantasías, dejando en mi mente imágenes y sensaciones imborrables.

Mi recuerdo me lleva a un día soleado del verano, en aquella ciudad al lado del mar, que podría ser cualquier ciudad, pero que para mi adquiere notoriedad en la memoria a través del recuerdo de lo que me hiciste vivir... Ese día estábamos tomando un refresco en una terraza. Había sido un día caluroso y empezaba a refrescar por la brisa vespertina. Tú estabas morena del sol de la playa, espléndida con tus ojazos verdes del color del mar caribeño alumbrando allá donde mirabas. Camino de la terraza, yo me había entretenido en comprobar que todos los tíos que pasaban se te quedaban mirando a los ojos, y luego bajaban la mirada hacia el resto de tu cuerpo, que estaba deslumbrante. Aquel día tenías ese halo de provocadora inocente que a mi tanto me excitaba. Llevabas una blusa blanca, un poco transparente, que según el movimiento de tu cuerpo dejaba ver bastante tu maravilloso escote, y una faldita corta de playa que resaltaba tu tipazo. Al sentarte en la terraza la gente sólo podía ver la parte superior de tu cuerpo, pero aún asi atraías todas las miradas. Yo estaba orgulloso de tu compañía. Estábamos tomando algo con otra persona, pero su identidad se ha borrado en mi recuerdo, como si sólo existieras tú...

Entonces recuerdo que llegó ella; Elsa. Habíamos hablado alguna vez con ella en la playa, y siempre me pareció que congeniaba contigo. Era espectacular. Rubia, de pelo corto, estilizada, de tu altura, con un cuerpo impresionante de pechos abultados y firmes, cintura delgada y unas piernas de ensueño. Curiosamente, a pesar de su aspecto, era algo tímida, y eso le daba un punto de ternura que yo siempre había encontrado muy sexy. Además tenía una empatía especial contigo y conmigo, como si hubiera un grado de complicidad inexplicable entre nosotros tres por ser buena gente, entre aquel ambiente playero en el que ninguno de nosotros acabábamos de encajar del todo. Nunca te lo había dicho pero Elsa me excitaba secretamente. Me imaginaba su cara dulce y sexy en plena excitación, como si fuera algo mítico e inalcanzable, pero no me imaginaba nunca tomando ninguna iniciativa con ella, porque la veía más como una compañía agradable que como un ligue, quizás porque era más bien amiga tuya.

Elsa llegó y se paró junto a nuestra mesa. Empezó a charlar con nosotros y una corriente de simpatía invadió el ambiente. Estaba espectacular. Se paró de pié, apenas a unos centímetros de mi cara, y cuando la miré fugazmente me quedé impresionado al comprobar que llevaba unos pantalocitos cortos ceñidos que le marcaban su cuerpo impresionante. La vista era tremenda. Tenía unas piernas bronceadas, musculosas, bien contorneadas, y una entrepierna ancha, justo como mi me gusta, como la tuya, con un culo respingón que era una tentación sólo verlo. Normalmente iba vestida mucho más sencilla, pero aquel día se había puesto explosiva; sólo mirarla de reojo me excitó muchísimo, de una forma que jamás me había pasado. Durante unos minutos ella estuvo de pié, charlando, y no me atrevía a mirarle más a su cuerpo pensando que se me iba a notar. La miraba a sus ojos azules mientras hablaba y sonreía y no la escuchaba porque en el fondo mi mente estaba concentrada en su cuerpo, borroso porque mi vista enfocaba su cara. En un gesto fugaz, mientras tomaba un sorbo de mi vaso, disimulando, repasé sus pechos y comprobé cómo sus pezones resaltaban en su bikini, redondeando unas tetas que siempre me habían fascinado. Ya desde antes de que llegara Elsa, yo estaba excitado por tu presencia y la visión de tu cuerpo, así que en ese momento empecé a notar como se me endurecía más todavía mi miembro... Me concentré en mirarla a los ojos, pero casi no podía contenerme; me moría por contemplar la belleza de su cuerpo.

Entonces ella hizo algo inocente e inesperado. Rompiendo dulcemente una pausa en la conversación, comentó, como sin darle importancia, mientras bajaba la vista hacia su propio cuerpo: “¿Os gustan los shorts que me he comprado esta mañana? Estaban de rebajas...”. Yo aproveché inmediatamente para bajar la vista y mirarla de forma descarada. El corazón me latió más deprisa por unos segundos y la sangre se me agolpó en la sién. Me regocijé en la vista de su entrepierna, con el pantaloncito de algodón elástico ceñido marcándole todo, hasta los labios de su entrepierna. Estaba tan cerca de mi que por unos segundos pude ver hasta las fibras del tejido del pantaloncito escurriéndose entre aquellas piernas perfectas, insinuando una raja maravillosa, que para más deleite, se balanceaba dulcemente de un lado a otro, mientras ella jugaba a moverse de broma, como si se pavoneara de su adquisición. En teoría se estaba mostrando a ti, con complicidad femenina, pero mi excitación fue brutal cuando Elsa decidió darse un vuelta completa para acabar de lucirse, mostrándome por unos instante su culo maravilloso por detrás. Casi estallo de placer mental. No sé si era mi imaginación, pero creo que podía hasta oler su cuerpo de cerca que estaba. Lentamente, ya con un cierto descaro, aprovechando la ocasión que me había brindado, levanté la vista poco a poco, recorriendo su cuerpo sensual y musculoso, pasando por su vientre moreno y bien marcado, y luego por encima de sus tetas, mientras reforzaba lo que vosotros acabábais de decir: “Sí, te quedan de miedo, estás guapísima...”. Cuando mi vista llegó a la altura de la suya, sus ojos me estaban mirando y me pareció que ella sostenía la mirada un instante casi imperceptible, pero no sabría decir si era un gesto de reproche o de tímida provocación, porque en seguida la retiró sonrojada.

Elsa se sentó con nosotros y la conversación siguió por otros derroteros. Yo imploraba que no tuviera que levantarme para nada porque mi excitación era tal que estaba seguro de que se me notaba muchísimo a través del pantalón vaquero. Después de un rato, como el camarero no venía, Elsa decidió hacer ademán de levantarse para ir a pedir una cerveza. Al levantarse se quedó un instante, apenas cuatro segundos, parada, oteando el horizonte buscando con la vista al camarero, con su cuerpo majestuoso a la vista de todos, y entonces yo en un gesto intuitivo, no sé por qué, te miré a ti. Lo que vi casi me paralizó. Tú estabas mirando furtiva pero inequívocamente hacia Elsa, que en ese momento tenía su cadera a unos 10 centímetros de tu cara. Elsa era ajena a ello porque estaba mirando hacia el infinito, pero yo ví perfectamente como tú, con la sonrisa congelada, clavaste tu mirada en su entrepierna, que había quedado justo de frente a ti. Fueron un segundos maravillosos, porque para mi eran la comprobación de algo con lo que había fantaseado mucho tiempo; que tú sentías cierta admiración (si no atracción) por el cuerpo de Elsa, y eso me excitaba enormemente, aunque sólo fuera para alimentar todavía más mis fantasías contigo. La situación me excitaba casi tanto como nuestros propios juegos eróticos en la intimidad. Enseguida te diste cuenta de que yo te había pillado, y disimulaste instintivamente bebiendo de la pajita de tu refresco al tiempo que te ponías un poco roja. En ese momento Elsa se fue caminando hacia la barra, y yo no pude evitar mirar su culo de espaldas mientras caminaba, justo antes de que tú hicieras lo mismo, disfrutando de esa vista ya sin disimular. Luego me sonreíste, y una complicidad eléctrica se estableció entre nosotros.

Cuando Elsa regresó seguimos charlando. La persona que estaba con nosotros, que aún no recuerdo quien era, se despidió y se fue, y yo recuerdo el sentimiento entre felicidad inocente y excitación casi infantil que sentí en aquel momento al quedarme con vosotras dos a solas. La conversación derivó hacia temas sexuales, y acabamos jugando a “verdad o bebida” como tres adolescentes.

El juego consistía en que cada uno hacía una pregunta íntima por turnos, y los otros dos tenían que decir la verdad o beber un trago de cerveza. A la tercera ronda, tras algunos escarceos superficiales, yo me lancé y pregunté si alguna vez habíais fantaseado con hacerlo con otra chica, y la dos contestáis que sí; en tu turno en esa misma ronda tú preguntaste sí lo habíais hecho en realidad con alguna persona del mismossexo, y yo contesté que sí, y Elsa tras hacerse de rogar, y dudar durante un buen rato, balbuceó que sí, e inmediatamente se rió compulsivamente. Tú también te resiste, y yo disimulé el latigazo que sentí en los pantalones sonriendo mientras instaba a Elsa a que hiciera su pregunta. Elsa nos miró a los dos todavía riendo y preguntó si estábamos excitados en ese momento, y yo contesté que sí, y tu te pusiste muy roja, hiciste además de beber, y luego confesaste que sí.

Era mi turno, y entonces me lancé, y pregunté si habáis fantaseado con hacerlo con otra persona del mismo sexo ese mismo día. Elsa te miró un momento pero no se atrevió a aguantar la mirada y contestó que sí, poniéndose roja como yo no la había visto jamás. Tú dijiste “Paso”, y bebiste. Y después de beber, como si el trago de hubiera dado valor, te incorporaste, apoyaste los codos en la mesa, dejando ver tus tetas desde donde yo estaba, y nos preguntaste; “Oye..., ¿por qué no seguimos el juego esta noche en mi casa?”

Yo miré a Elsa y de nuevo casi se me paraliza el corazón. La pillé mirándote descaradamente las tetas a través del escote, muy roja, pero sin disimular. Dijo “Vale.”, en un tono que nunca había escuchado de ella, entre atemorizado y decidido. Te miré a ti; te estabas dando cuenta de que Elsa te miraba el escote porque la mirabas a ella a los ojos, pero lejos de incomodarte, te moviste tenuamente, de esa manera sutil que sólo tú haces, como si empezaras a desperezarte, primero agachándote un poquito más, casi impercetiblemente, pero lo suficiente para que se te vieran casi del todo tus tetas morenas por el sol, medio colgando dentro de la blusa, firmes, y luego lentamente echaste el pecho ligeramente hacia adelante, como estirando la espalda para incorporarte, permitiendo que se te maracaran totalmente los pezones erectos a través de tu blusa sin sujetador.

Yo no podía más de excitación. Al principio me imaginé a ti y a mi solos en la intimidad, susurrándonos al oído en plena excitación, rememorando la situación vivida, confesando nuestra atracción por Elsa, y fantaseando con Elsa, pero luego se me agolpó la sangre en el corazón al darme cuenta de que esa noche iba a estar la propia Elsa y que cualquier cosa podría ocurrir. Hasta ese momento yo no pensaba que Elsa estuviera interesada en ti, pensé que estaba sólo jugueteando, que en realidad no era bisexual, sino que el alcohol le empujado a jugar a ponerse picante y provocarnos un poco, pero el simple pensamiento de estar los tres a solas, hablando de cosas íntimas, confesando pensamientos eróticos y fantasías, bebiendo, y jugando, me puso a mil por hora, así que dije: “Yo me apunto, pero seguro que lo decís  ahora y luego os echáis atrás; la idea es quedarnos los tres solos, nadie más. ¿Os apuntáis en serio?”. Elsa respondió soprendentemente seria, mirándome a mi, y luego a ti, fijamente: “No me conocéis; nunca he hablado tan en serio. ¿Quedamos a las diez? ¿Quién pone las bebidas...?”

Esa misma noche, rememorando la conversación en la terraza, Elsa nos confesaría que había hecho a propósito la escena de quedarse de pié para provocarte. Venciendo su timidez, se decidió a explotar su tremendo atractvo físico para llamar tu atención, y para eso habia hecho primero el comentario sobre sus shorts, y luego se había levantado y se había quedado parada con su coño marcándose a través de los pantaloncitos a 10 centímetros de tu cara, para provocarte y que te fijaras en ella; si no lo hacías, la escena apenas la comprometía, porque lo había hecho de forma distraída, pero si llamaba tu atención, ella se daría cuenta, porque en realidad no estaba tan pendiente del camarero como parecía, sino que estaba vigilando tu reacción a través del reflejo de un cristal justo a nuestro lado. Más adelante, con un poco más de alcohol, incluso llegó a confesar que antes de levantarse, en un ataque de atrevimiento, se había ajustado un poco los pantalones para que se le marcara más la raja, y que le había excitado tanto la escena, al darse cuenta de que los dos la estábamos mirando descaradamente, que al regresar temía que se le notara que estaba mojada....

Aquella noche, en mi coche, con el techo abierto, escuchando música mientras conducía camino de tu casa, se me puso la polla enorme, durísima, simplemente pensando en lo excitante del juego en el que me iba a embarcar. Y eso que ya me había masturbado en casa, en la ducha, nada más regresar, para descargar la tremenda tensión cumulado. Me excité pensando en que iba a estar con Elsa, un icono sexual para mi en aquellos días, pero sobretodo pensando en que lo hacía contigo, mi musa, mi fantasía favorita, mi cómplice en juegos eróticos, mi eterna diosa, la única que siempre conseguirá estimularme, en cualquier situación. La niña de los ojos deslumbrantes.

CONTINUARÁ...

¿Quieres asumir el rol de una de las dos chicas y continuar tú el relato, o bien describir la escena de este capítulo desde tu punto de vista…? Si lo haces, y lo cuelgas en esta página, por favor, envíame un mensaje a mi para que lo pueda leer: ermigue arroba hotmail.com  . Anímate y gracias por leerme!