Eloy y Marisa - 8
Marisa decide tomar el toro por los cuernos e ir a ver a Eloy para enfrentarlo y tratar de explicarse ante él, algo que no le sale precisamente como ella esperaba
Eloy y Marisa - 8
El domingo por la mañana Marisa tomó la decisión de ir a ver a Eloy al apartamento del centro, de hecho no quiso advertirle para evitar que pudiese darla esquinazo. Se presentó allí por sorpresa un poco antes de la hora habitual en que a este le gustaba comer, entró al portal con su llave, sin embargo al llegar a la puerta de la casa, pudo comprobar que efectivamente tal y como le dijo, había cambiado las cerraduras, por lo que no le quedó otra opción que llamar al timbre. Eloy no pudo evitar el gesto de sorpresa cuando al abrir la puerta de la casa se encontró frente a su hasta el momento esposa… Marisa le miró desafiante, preguntándole a la vez si podía pasar, Eloy se hizo a un lado para facilitarle la entrada…
- ¿Qué haces aquí Marisa? –preguntó con tono calmo.
- He venido para que hablemos, tengo la esperanza de que me permitas que lo hagamos mientras comemos… Esto no va nada bien Eloy, no podemos seguir así, tenemos que hablar…
- Sinceramente, no creo que sea necesario… -Marisa le interrumpió con un gesto.
- Sí, sí que lo es, quiero explicarme por lo que hice. No tranquilo –hizo un gesto negativo al ver su intención de hablar-, no pienso justificarme por algo que no la tiene… sé que lo que hice no tiene nombre… bueno, sí, si lo tiene… y no es nada bonito para mí. Quiero que me dejes darte una explicación… pese a que ya te adelanto ahora que me considero como la única responsable de todo lo sucedido.
- Está bien –fue su sorprendente respuesta, ya que Marisa se esperaba más resistencia o incluso que incluso la atacase con la estupidez que le dijo de acostarse con cualquiera antes de que se marchase de casa-, así lo haremos, ya tengo casi preparada la comida, espero que te guste, sino pedimos alguna cosa…
- No, lo que sea estará bien… no tengo mucho hambre… no tengo el estómago para muchas alegrías culinarias…
- Si, lo mismo me pasa a mi cada vez que estamos en esta situación… -admitió Eloy.
En silencio estuvieron preparando algo de comer entre ambos, a los pimientos asados con ventresca que se había preparado Eloy, le añadieron una rápida ensalada para acompañar… Estuvieron comiendo en silencio, cuando repentinamente este fue roto por Marisa…
- Mis hermanas lo saben todo. Estuvimos de compras en el centro el viernes y nos encontramos con Jorge y Bárbara, digamos que no es que ahora mismo me aprecien mucho, especialmente ella, y tanto Blanca como Carol se dieron cuenta de todo. Me interrogaron al llegar a casa y no lo pude evitar, terminé por decirles todo… la verdad… Ahora mismo no es que estén especialmente alegres conmigo ninguna de las dos, sus palabras por lo que hice fueron especialmente duras… Te quieren las dos mucho… -terminó, mirándole fijamente, espiando cualquier gesto.
- Lo sé, y yo a ellas, pase lo que pase, si ellas me lo permiten, seguirán siendo dos de mis mejores amigas, aunque a ti no quiera verte cerca… -Marisa hizo un gesto de dolor desviando los ojos.
- ¿Qué pasa Marisa, que eso era algo que no te esperabas?
- Si, si lo esperaba, pero no es lo mismo que escucharlo de tu boca…
- Me has hecho mucho daño. Mira, soy consciente de que este divorcio tampoco será nada sencillo para ti, y difícilmente cerraran las heridas si nos vemos… Por mi parte desde luego, no tengo la menor intención de sufrir ni un segundo más de lo necesario… creo que ya lo he pasado lo suficientemente mal…
- Lo entiendo, sé que tienes razón, pero no por ello será menos duro. Supongo que en este tiempo, desde que averiguaste lo que estaba haciendo te habrás preguntado “porque”, ¿verdad?
- Obviamente, aunque lo cierto es que eso fue al principio, después… bueno, luego ya me dio igual, una vez me resulto evidente lo que debía de hacer…
- Te lo voy a contar, solo la verdad, la realidad, sin esconderte nada.
- Si quieres… pero por mi no te preocupes, no es necesario, como digo, ya no es algo que me interese…
- Puede ser, pero quiero hacerlo de todos modos. Veras, todo fue de la forma más estúpida, tú estabas como siempre, ocupado con tus viajes, esos malditos viajes de trabajo que haces para conseguir todo el dinero posible para las facturas del tratamiento de mi madre, para ayudarnos a todas… Viajes a los que sé que no tenías opción, ni ninguna de nosotras te dimos alternativas a ellos…
- Bueno al menos eso lo reconoces… -suspiró.
- Claro que lo hago, no soy hipócrita. Pero lo cierto es que te necesitaba, necesitaba a mi marido, quería sus caricias, su cariño, su comprensión… especialmente cuando estaba un poco de bajón… Hacíamos el amor poco, muy poco, una, algunos meses dos veces. Sé que así estuvimos también poco antes que de le detectasen nuevamente el cáncer a mi madre, pero al menos en esa época teníamos esos momentos tan salvajes de sexo en tu oficina, luego ni esos siquiera. Desde que mi madre volvió a recaer el sexo se redujo drásticamente hasta quedar reducido a polvos poco menos que testimoniales, esa fue la tónica durante estos meses… y yo necesitaba más… te necesitaba a ti. Pero aun así te aseguro que nunca pensé en engañarte con nadie… no era algo que pasase por mi cabeza siquiera… veía lo machacado que estabas…
- Sigue, continua… -dijo Eloy cuando Marisa se detuvo unos segundos.
- Mi compañero me empezó a galantear, a decirme cosas bonitas, a hacerme volver a sentir atractiva para alguien, deseada, mimada en cierto modo… Debí de cortarlo ya que encima conocía de que pie cojeaba con las mujeres, pero no lo hice, le permití continuar porque me sentía bien, y al final… la cagué. Tan solo fue un mal momento en un mal lugar el que me llevó a terminar con él en la cama de un hotel esa primera vez, un error de lo más estúpido por mi parte, no sabes cómo me arrepentí y lo que sufrí esos días, por fortuna estabas de viaje y logré serenarme… Pensé mil cosas, entre ellas como poder decirte algo como eso cuando volvieses, y no veía como sin hacerte daño…
- Y te callaste… -replicó Eloy con tono completamente neutro.
- Sí, me callé, pero tuve claro que aquello no podía volver a repetirse. Quedé con él tres días después para explicarle que solo fue un error y que por favor no dijese nada de lo ocurrido a nadie, que no quería complicaciones… pero nuevamente volvió a pasar… Luego de eso, me metí en un círculo vicioso que no supe o no quise parar… porque al final me sentía bien con ello… Para acallar mi conciencia me decía a mí misma que era lo que necesitaba y sobre todo, que tú no sufrías, que seguías como siempre, en tu trabajo, conmigo en casa como siempre… Si no lo hubieses descubierto es muy posible que eso aun continuase, te lo confieso, dudo que hubiera podido pararlo como lo he hecho en cuanto me diste aquellos papeles y me di cuenta de que te perdía de verdad para siempre, soy consciente de que modo la he jodido, créeme que si… Y créeme si te digo que si no te tengo a ti nada más tiene importancia…
- Desde luego si pensabas que con esto me lo pensaría, debo de decirte que no ha sido nada eficaz por tu parte, e incluso te diría más, te diría que esta… “explicación” te es contraproducente –respondió Eloy curioso, sabiendo que ella ya era consciente de ello incluso antes de empezar a contárselo, pero dudando de si sabía realmente hasta qué punto iba en su contra todo lo que había contado-.
- Te dije que te diría la verdad, sin cortapisas y tapujos, sé que en estas circunstancias lo último que puedo hacer seria mentirte… Sé que no tengo perdón alguno, y que si quiero eso tendré que ganármelo, que me costara incluso sangre, todo eso lo sé. Cuando descubrí el otro día que te habías acostado con otra… el dolor que sentí fue inmenso… te odie, te maldecí, te… -apretó los puños- quise incluso matar… Pero ahora si se en carne propia todo lo que has pasado, todo lo que sentiste, y no es ni comparación a lo que pensaba que seria, es todo peor, mucho más terrible ese dolor de lo que creía.
- ¿A dónde quieres llegar? –pregunto Eloy, temiéndose alguna locura por respuesta.
- Quiero que me des otra oportunidad, quiero que me permitas demostrarte que eres el único para mí, que nada más que tu tiene importancia, que todo lo demás me sobra –respiró hondo-. Si me aceptas de nuevo dejare mi trabajo en el acto, mañana mismo presentaré mi renuncia, seré únicamente ama de casa, no volveré a salir más a ningún lado si tu no vienes conmigo, hare lo que sea para que veas que te quiero de verdad y lo eres todo para mí. Si quieres te lo jurare incluso ante Dios, lo jurare donde y ante quien tú quieras… Estoy incluso dispuesta a lo que sea, por mucho que me haga sufrir, para equilibrar mi delito contigo… Tírate a cuantas o quienes quieras, hazlo hasta que consideres que estas satisfecho y que estamos igualados… si quieres incluso tratare de ponerte en bandeja a la esposa de Alejandro para que te la puedas follar. Y si con eso no te vale, estoy incluso dispuesta a estar presente cuando lo hagáis, aunque por lo celos me quite años de vida el veros… -Eloy meneaba la cabeza incrédulo ante lo que escuchaba, pues era peor de lo que ya se temía viendo lo desesperada que parecía estar.
- Es una locura Marisa, no creo que tengas ni idea de nada de lo que me ocurre, ni sabes por donde pisas. Lo primero, ¿de verdad crees que el arruinarte profesionalmente y que estés en casa mano sobre mano me sirve de algo?… No seas ingenua por favor, si quisieses podrías liarte con el cartero, con el del gas, o con cualquier otro, cuando se quiere engañar, siempre se encuentra el modo. El arruinarte la vida alejándote de tu carrera de doctora tampoco es una opción, si te doy una oportunidad no es para verte sufrir, y con todo lo que has luchado, renunciar a ella te destruiría y de rebote terminaría con lo poco que aun hubiese de nuestra “relación” –alzó una mano-, no… no hables, déjame acabar.
- Después esta ese juramento que me propones, ya anteriormente te dije que ese mismo lo hiciste una vez, fue ante Dios, ante nuestros amigos y familiares, ese día tu ibas completamente vestida de blanco, fue en la iglesia… Lo hiciste cuando nos casamos, ¿lo recuerdas? ¿recuerdas lo que dijiste aquel día empeñando tu palabra en ello?, porque yo sí que recuerdo cada palabra, cada parada que hiciste al decirlo, tu voz, la entonación, lo recuerdo todo perfectamente y no he visto que sirviese para mucho que dijéramos pese a que en estos años de matrimonio te di todo lo que siempre he podido hasta el límite de mis fuerzas…
- Yo… -Eloy levantó una mano nuevamente, cortándola, impidiéndola hablar.
- No, suficiente. Sobre lo otro, lo de las mujeres, lo de la esposa del Alejandro ese, de tu amante… No sabes lo que dices… ¿y si aceptase el follármela contigo mirándonos? ¿Y si también dijese si a las otras? Y a quienes decidiese follarme fuese a tus dos hermanas como “compensación” durante varios meses y obligarte a mirar como lo hacemos, puede que incluso en nuestra propia cama, dime, ¿qué harías entonces, di? –Marisa apretó los labios mezcla de rabia y de celos al escucharle.
- Sabes que Carol se marchó porque estaba enamorada de ti, ¿es eso, no? ¡¡por eso dices que serían ellas las elegidas!!, ¿verdad? –le acusó
Marisa se sobresaltó un tanto al ver la cara de genuina sorpresa de Eloy al escucharla, lo cual solo la hizo sentirse peor, al darse cuenta que él realmente no sabía nada de todo aquello y acababa de descubrir a su hermana ante él. Otra traición más por su parte... una nueva metedura de pata…
- No, no lo sabía –replico Eloy, que se repuso de la sorpresa con un considerable esfuerzo, aunque desechando aquello casi al instante, tomándolo como algo únicamente en la mente de Marisa-, pero creo que te confundes, y que los celos te hacen ver fantasmas en cualquier lado. No dudo que Carol se sentíase atraída, pero no era por mi específicamente como parece que quieres insinuar, sino por los dos, por nuestra “perfecta” relación de pareja, esa que ella no conseguía. No te hagas líos en la cabeza con tus hermanas a estas alturas, y tenlo muy claro Marisa, si hay dos personas que siempre has sido más que conscientes de que estando tu a mi lado, ninguna otra mujer tendría la menor opción conmigo, esas eran tus hermanas, las dos, y tú misma madre. De todos modos creo que te estas confundiendo con todo esto, no vas bien encaminada sobre mis motivos para pedirte el divorcio de un modo tan tajante...
- No entiendo… ¿a qué te refieres?…
- Dime una cosa, piensas qué mi decisión de divorciarnos está basada únicamente en el hecho de que te follases a tu compañero de trabajo, que eso ha sido lo definitivo, ¿no?
- Sí, claro, es por eso… -respondió con cara de estar desconcertada por la pregunta.
- Pues no, eso es lo que menos ha influido en mi decisión, me costó más de veinte días darme cuenta de lo que verdaderamente me ocurría, de lo que de verdad me estaba destrozando por dentro, de lo que tenía que hacer cuando te enfrentase, de lo que realmente me estaba pasando con todo esto… Fue una tortura, todo ese tiempo que estuve verificando una y otra vez que toda esta pesadilla fuese verdad, que no era tan solo un terrible error por mi parte o algo que solo hubiese en mi imaginación. Todos esos días fueron casi como morir en vida segundo a segundo, descubriendo cada vez más cosas, y todas ellas condenatorias. Después, cuando regresaba a casa destrozado por lo que iba averiguando te veía alegre, veía como eras feliz engañándome con otro, pensaba en todos esos besos de judas que me diste en esos meses que estuviste con él, todos eso te quiero o palabras de amor hacia mí, todas las caricias de mujer “enamorada” y “fiel” que me hacías… ¿Quieres saber porque me divorciare de ti en cuanto me sea posible, cual es la principal razón de ello?
- Sí, quiero saberlo –dijo con firmeza.
- Pues es muy simple, porque ya no confió en ti, ni en presente, ni en futuro, pero sobre todo, porque ya no me fio de ti “en pasado”.
- No entiendo… ¿en pasado?
- Si, en pasado. ¿Recuerdas por ejemplo tu segundo año del M.I.R., como llegabas a casa y lo que allí ocurria?
- Si claro, llegaba medio moribunda, incluso más de una vez me quede dormida comiendo y me tuviste que acostar tu llevándome en brazos porque mi cuerpo no podía más… Incluso me diste más de un masaje porque estaba deshecha…, aunque tú no estabas algunos de esos días mucho mejor que yo… -sonrió con nostalgia de aquello, cuando pese a todo los dos eran felices.
- Ya… tú siempre has sido mi pilar, ¿recuerdas nuestra boda, mis votos, recuerdas mis palabras? Dije muy claro que tu serias siempre mi faro en la vida, que todo lo que hiciese en ella, que todo lo que fuese, siempre seria contigo como mi único centro, como mi corazón, como mi pilar y sostén… Después de descubrir lo que hiciste y lo contenta que estabas con ello, como me mentías y traicionabas sin mover ni un musculo, como me besabas o me hacías caricias de esposa comprometida, destruiste todo mi mundo Marisa, aniquilaste todo en lo que creía… me aniquilaste a mi… y a mi confianza en ti…
- No… no entiendo…-dijo poniéndose pálida, temerosa, con miedo de escuchar lo que venía ahora.
- Cuando destrozaste mi confianza empecé a cuestionarme como hombre, incluso recordé cuando hablamos de tener hijos y tú nunca considerabas llegado el momento oportuno, siempre era inconveniente por alguna razón. Aunque nunca lo hice antes pues daba por valido lo que me decías, en estos días sí que me lo he llegado a plantear muy en serio, me he hecho muchas preguntas sobre ello. ¿Tu negativa a tener hijos conmigo eran verdaderamente por el momento, por las circunstancias inoportunas, o porque en realidad yo no era el hombre que tu querías para padre de tus hijos, porque no era lo suficiente bueno para ellos?
- No Eloy, no puedes pensar así, yo… -se puso pálida como una muerta al entender de pronto todo lo que pretendía decir con aquello de “en pasado”.
- ¡¡¡Cállate y escucha!!! –la cortó con voz helada-. También recordé ese año del M.I.R., tu segundo año, lo mucho y bien que hablaste de varios de tus compañeros de ese entonces, incluido alguno concreto de intercambio de Inglaterra o Francia, muy guapos ambos según tus propias palabras en esos días. Pero dime, ¿cuánto follamos ese año?, ¿cuatro, cinco veces en todo ese periodo?. ¿Sabes?, ahora me pregunto si ese cansancio era por el trabajo, o porque volvías tan follada, tan destrozada por otro o por otros que no podías ni con tu alma, y por eso ya no querías hacerlo conmigo… También súmale esos fines de semana que yo no estaba, que me encontraba fuera “trabajando como un esclavo” y tú salías con tus amigas para quienes entonces sí que tenías “fuerzas”. O los que si estaba pero no salía por el cansancio acumulado con todo lo tuyo, masajitos, etc,, que no sexo… y lo mío, mi maldito trabajo atrasado –hizo una pausa, para luego continuar con voz amarga.
- Pensé en esos fines de semana con tus amigas en que yo me quedaba en casa a descansar porque estaba muerto por el avión, las horas de trabajo intensivo para poder estar contigo unos minutos aunque fuese, esos en que regresabas de madrugada, sin explicaciones, con cara de feliz alegría, satisfecha de haberte divertido, exactamente la misma con la que volvías en estos meses de verte y follar con tu amante… Todo eso que yo entonces considere como que lo habías pensado bien inicuamente, tan solo por confiar ciegamente en ti, y ahora me pregunto ¿en cuántos de esos regresaste tan “contenta” porque volvías bien “atendida”…? ¿Con cuantos te acostaste mientras el cornudo se mataba a trabajar para salvarle la vida a tu madre, para que tu hicieses tu especialidad, para que tus hermanas pudiesen acabar sus carreras en el mejor sitio posible?… ¿Cuántos tíos pasaron por entre tus piernas en estos años Marisa, cuantos? Eso es lo que me pregunto yo ahora…
- ¡¡¡HIJO DE PUTA!!!, ¡¡no puedes pensar eso de mí…!! –las lágrimas recorrían sus mejillas mientras que su mano derecha se movió veloz.
El guantazo fue seco, rápido y duro, las lágrimas saltaron como una cascada de los ojos de Marisa. Eloy se quedó estático, mirándola con odio, con un odio profundo, al extremo que llego a asustarla, Marisa tuvo miedo de lo que veía en aquellos ojos, en esos mismos ojos que antaño la mirasen con adoración y amor… Sus sollozos y lágrimas se intensificaron, llevándose las manos a la cara…
- ¿Y por qué no voy a poder hacerlo, dime, porque? Me has estado traicionando durante meses con una preciosa sonrisa en tu boca, y mientras, cuando llegaba a casa agotado me besabas y me decías que me amabas, que yo lo era todo para ti, que era tu mundo… ¿Por qué he de creerme ahora que nunca antes me engañaste, dime? No has hecho en estos meses nada que no hicieses antes, ni te has comportado de forma diferente a como lo hiciste en aquel entonces. Por ello explícame, ¿por qué no he de creer que antes no lo hicieses también “todo”?
- Porque me conoces, sabes que yo jamás te traic… -se calló en seco al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir.
- ¡¡¡Me traicionarías…!!! ¿eso ibas a decirme?, pues ahora mismo no es una razón muy válida que dijésemos como defensa, ¿no crees? Te he dicho que nunca antes se me pasó algo semejante por la cabeza, nunca en todos estos años he dudado ni por un instante de ti, hasta ahora… Ya no confió en ti, ni en futuro, ni en presente, ni en pasado. Hemos estado mucho, muchísimo peor que ahora, y si por ello me has engañado en esta situación, que no habrás hecho antes, en esos momentos en que todo era mucho más duro… Ese es el modo en que ahora pienso de ti, en el que tú me has obligado a pensar… Y eso no es culpa mía, eso te lo debes a ti misma, a tus acciones… si buscas un culpable de mi actual modo de considerarte, mírate a un espejo, en el veras reflejada a la culpable… Creo que será mejor que te marches… Aquí ya no tienes nada que hacer…
- Entiendo… -se levantó de la mesa completamente hundida.
- Si tus hermanas ya lo saben, no tiene sentido que siga en aquella casa más tiempo, tu madre desgraciadamente ya no está como para ir a ningún lado, y por su estado actual, con la morfina que toma, ya no se enterara de nada. En cuanto pueda pasare por allí para recoger todo lo que haya mío, y dejarte mis llaves… Por lo de tu trabajo no te preocupes, si sigues queriendo que te acompañe, iré contigo al evento, no pretendo hacerte daño gratuitamente o perjudicarte en tu trabajo…, tan solo avísame tu decisión sobre ello un par de días antes…
- De acuerdo… y por favor, créeme, no sabes cómo lo siento y lo que me arrepiento de mi debilidad, de hacerte tanto daño…
- Marisa eso no lo he dudado ni por un instante, pero desgraciadamente, es algo que ahora ya no soluciona nada… Quiero el divorcio, pero no porque follases con él, sino porque ya no confió en ti, ni de lo que pasé en el futuro, ni de lo que creí que ocurriese contigo en el pasado, me has hecho dudar de todo, incluso de mí como hombre y marido… De cualquier modo, lo mejor para mí, para mi salud, para mi mente, para no enloquecer, es alejarte de mi vida tanto como pueda…
Marisa salió llorando del apartamento, dejando en el a Eloy sentado a la mesa, cuando la puerta se cerró, de sus ojos también brotaron lágrimas, y de su garganta escaparon nuevamente algunos sollozos. Era consciente de que quería a esa mujer con toda su alma, pero que como le dijo, ya no confiaba en ella, ni para su futuro, ni en el pasado que ambos compartían y sobre el que ahora se hacía muchas preguntas que estaban destrozándole por dentro presa de los celos… Algo por lo que desde luego no quería ni estaba dispuesto a pasar. Cuando se recuperó, decidió que dedicaría todo su tiempo a cerrar esa etapa de su vida, a dejar a Marisa en el pasado…
Lo cierto es que eso fue más fácil de decidir que de hacer, esa misma tarde, pasadas las siete, esta vez fueron Blanca y Carol quienes aparecieron por allí. La conversación resulto prácticamente en los mismos términos que con Marisa aunque no entrando en según qué detalles como si hizo con aquella, pensó que tampoco era cuestión de humillar a la que hasta el momento había sido su esposa, y menos ante sus hermanas. A ninguna de ambas hermanas le hizo gracia ver tanta desconfianza contra su hermana, aunque tras el hecho de haber estado engañando a Eloy más de tres meses poniéndole la mejor de sus caras, les resulto hasta cierto punto comprensible. Si algo les quedo a las dos claro, fue que el matrimonio de esos dos, estaba completamente muerto, que no había nada lo arreglase excepto que se presentase la mismísima virgen para hacer el milagro. Entendieron que su hermana había destrozado definitivamente la vida de ambos por estúpida, que en este caso y por mucho incluso que le doliese a Eloy mismo, no habría segundas oportunidades.
La semana no es que fuese mucho mejor, la siguiente menos aún, de hecho lo cierto es que empeoro exponencialmente según fue avanzando. El Lunes por la noche Doña Carmen, empeoro repentinamente, al extremo de que la llevaron a urgencias, el martes la subieron a planta, concretamente a la de terminales, donde el medico informo a las hermanas que avisasen a todo familiar que quisiese verla viva, porque no duraría posiblemente ni 72 horas, de hecho, falleció el Jueves de madrugada. Marisa no quiso decirle nada a Eloy hasta que no fuese el momento fatídico, pero tal no fue la opinión de su hermana Blanca quien por su cuenta y riesgo le aviso de inmediato el mismo martes. Eloy pudo despedirse de ella el miércoles por la noche, cuando se marchó, no volvió a ver a su suegra nunca más con vida.
En el tanatorio y durante el entierro, estuvieron los cuatro juntos recibiendo los pésame y sentimientos de la gente. Por allí desfilo gran parte de los amigos, familiares y compañeros de trabajo de los cuatro, incluido Jorge con Bárbara, como amigos de la infancia de Eloy, Bárbara esta vez sí, se abrazó con gran cariño a Marisa, quien además de llorar con ella, también le susurro un perdona en relación a lo de Eloy… Otro que estuvo también, fue “Alejandro” con su esposa, quien tuvo además de la desfachatez de plantarse allí, aunque eso sí, con mucho, muchísimo cuidado de no cruzarse por delante de Eloy, y que por su puesto, su esposa tampoco lo hiciese, de hecho su visita fue vista y no vista… Visita que por cierto, no agradeció ninguna de las hermanas, y en especial la propia Marisa, que si bien beso a la mujer, a él le negó incluso el saludo con la mano, siendo de lo más escueta en palabras, únicamente empleo monosílabos… Por la noche, en el velatorio, ya de madrugada, Blanca y Carol se acercaron para hablar con Eloy sobre lo que pensaba hacer con lo del divorcio, pues en esos instantes, toda su preocupación ya se centraba únicamente en su hermana, que estaba devastada por todo lo que le había caído encima de golpe…
- Pues sinceramente no lo sé, originalmente pensaba pedirle a Jorge que empezase con los trámites al día siguiente del entierro de vuestra madre… pero ahora viendo a vuestra hermana… no sé si será una buena idea tal y como esta. La verdad… aunque esto ya no tenga solución, quiero hacerle el menor daño posible… y no sé si ahora mismo sería bueno… -meneo la cabeza.
- Cuanto antes mejor Eloy –repuso Blanca-, ahora está casi, casi insensible por completo con lo de nuestra madre sumado a lo vuestro, apenas si notara el efecto de la petición. Cuando se recupere y comprenda lo que significa… bueno… ya habrán pasado unos días y será cosa hecha…
- Si, puede que sea lo mejor para ella… si tiene que recibir más palos que sea ahora que ya está totalmente hundida… y no después, que sería volver a recibirlos cuando ya por fin empiece a levantar cabeza -admitió Carol.
- ¿Entonces lo hago así?, sabéis que no me importa esperar lo que haga falta… no tengo problema… -ofreció.
- No, eso precisamente es por lo que no creemos que sea conveniente, Marisa lo vería como una puerta para salir del pozo donde está metida por lo que hizo, si ve que no sigues con tu decisión adelante como habías previsto sería volver a darle esperanzas, está desesperada y no razona bien, es muy capaz de pensar que te lo estas replanteando, seria mucho peor, sabes que es así… Es mejor que todos los palos que vaya a recibir, lo reciba ahora, no creo que sienta ya mucho más… le costara, pero se rehará… es muy fuerte -dijo Carol.
- Está bien… supongo que con vosotras tampoco hablare mucho más ya, ¿no?
- Eloy, en estos días si, dejaremos de hablar tan seguido, las dos nos centraremos en nuestra hermana para no dejarla sola, pero no olvides una cosa, antes que tus cuñadas, nosotras dos, somos tus amigas… Puede que no tengas noticias nuestras en un tiempo, o mejor dicho, casi ninguna, nos repartiremos entre las dos el estar con Marisa, pero si quieres algo de nosotras, lo que sea, no dudes en contactarnos. Eloy… recuerda, jamás vamos a darte de lado, es solo que ahora… -Blanca hizo un gesto en dirección hacia donde estaba Marisa.
- Lo comprendo… -luego de eso se les unió más gente y no tuvieron nuevas oportunidades de hablar a solas.
Si para las hermanas todo esto fue un trago muy amargo y duro, lo fue especialmente para Marisa al unirse a ello su divorcio, para Eloy desde luego, no lo fue menos. Doña Carmen fue la persona que le sacó del pozo cuando murió su propia familia, la que se convirtió casi, casi de facto en una segunda madre. Si bien las tres hermanas se tuvieron entre ellas para pasar el trago, Eloy no tuvo a nadie, se vio obligado a apechugar solo con todo… Aunque al final, en los días posteriores al entierro, recordó algo que alguien le dijo, y fue a ver a esa persona, Cristina fue la encargada de consolarlo como buena amiga que era... Eloy era un gran amigo para ella, pero además, esto era algo que le debía, pues cuando rompió con su último novio, o cuando se quedó embarazada de alguien que, “según ella”, ni conocía, él fue en realidad su mayor apoyo y nunca le dio la espalda, solo por debajo de su hermana pequeña, que también cerró filas a su lado sin importarle lo que los demás pensasen.
Marisa indicó a Eloy que ya no hacía falta que la acompañase a acto alguno, pues para entonces la noticia de su divorcio seria de sobras conocida por todos los allegados y compañeros de trabajo de ambos, por lo que muchos de los “habituales” de esos saraos y que hablaban con gente del hospital bastante por teléfono, también estarían enterados por radio rumor. Esa fue la última conversación que ambos esperaban tener antes de encontrarse para rubricar de forma definitiva el divorcio tan solo un par de meses después. Marisa no lo estaba pasando nada bien, lo de su madre, como doctora era algo que tenía ya plenamente asumido desde hacía mucho, casi desde el principio, obviamente le dolía como un demonio, pero lo peor fue el hecho de que fue a juntase todo esto con su divorcio de Eloy, al que de verdad amaba con toda su alma.
Una cosa que resultó curiosa y para ella ciertamente dolorosa pese al tiempo transcurrido para entonces, más de mes y medio, desde el entierro de su madre y la última vez que vio a Eloy, le ocurrió precisamente durante el evento, que al ser en la ciudad, acudieron muchos más de su hospital que los simplemente “nominados”. Fue un acto realmente sangrante por proceder de quien procedía… Estaba tranquilamente tomando una copa, había despachado ya a su sexto o séptimo moscón, que en principio se acercó para darle el pésame a la vez que lamentar lo de su divorcio, y después, casi, casi, para ofrecerse directamente a consolarla en su habitación por la noche… De quien desde luego no podía suponer tal desfachatez, era de Alejandro, que fue a saludarla, dándola nuevamente con esa cara que ahora a ella le parecía de hiena, sus condolencias y sus sentimientos por su divorcio… Pero tuvo mala suerte, porque cuando estaba lamentándose de tan desgraciado suceso y de la poca sensibilidad de su marido para ello cuando estaba tan reciente el deceso de su madre, se acercó su esposa a ambos… Marisa le hizo a la mujer un gesto de saludo con la cabeza, y miró luego a su compañero Alejandro con ojos fríos, más que fríos, glaciares, y con un tono de voz aún más helado… se lo soltó, por su boca salió todo lo que llevaba acumulado contra él por el destrozó que había llevado a su vida…
- Eres un maldito hipócrita, un cerdo que aún tiene la desfachatez de hablar mal de mi marido y de lo que ha hecho… ¿Por qué no le cuentas a tu mujer, a todos esos que tanta lastima me tienen y están escuchándonos tan atentamente ahora mismo, que el motivo de que nos estemos divorciando es porque tú y yo hemos estado acostándonos durante más de tres meses?
- No… no sé de qué hablas –se puso pálido como un muerto mientras miraba espantado a su esposa-, estas dolida y no te he caído nunca bien… pobrecita, si esto te hace sentirte mejor… -sonrió nervioso.
- Tome, es de mi marido –le tendió una tarjeta a la esposa de Alejandro-, en esa tarjeta está el teléfono del trabajo y el móvil personal de mi esposo, aunque ya por poco tiempo… Llame y pregúntele, pídale todas las pruebas que tiene de mis encuentros con su marido… Desde ya se las confirmo yo todas y cada una de ellas… son reales y la pura verdad, incluso a usted misma le será muy fácil constatarlas… Y no se crea, que yo no he sido la única que ha caído con este mierda, pero si soy la que ha tenido la mala suerte de que su pareja la descubriese… y ahora la estupidez que hice dejándome engañar por esta… basura… me está costando lo mejor que me había pasado en toda mi vida, a mi marido.
Desde luego una cosa fue completamente cierta, el evento se recordó durante mucho tiempo, pero por el numerito que se dio, pues la esposa de Alejandro le puso una ponchera por sombrero, por lo visto no le extrañó en absoluto, de hecho dejo claro que ya tenía sus sospechas de que se los ponía a modo en la época en que Marisa le detalló, solo que no había podido encontrar prueba ninguna. Finalmente ella hizo lo que Marisa le dijese, habló con Eloy, y si, este le facilito todos los datos que pudo reunir sobre ambos infieles, hotel, habitaciones, tarjetas, fechas de los pagos, días en que abonaba la habitación uno u otro…
Un mes después, el doctor Alejandro recibía una demanda de divorcio de su esposa… Intentó cargarse a Marisa en el hospital, miró por todos los medios de que la expulsasen. Pero tuvo un fuerte hándicap con el que no contó y que para él resultó ser como una losa, como Marisa había dicho, no había sido la única en caer en sus garras, pero si la única en salir perjudicada de sus manos. Pero con ella se demostró a todas las que cayeron en sus juegos, que el riesgo de que el “doctorcito” intentase hundir a cualquiera, a quien fuese, para salvar su culo, era muy real. Ninguna mujer del hospital, después de eso, quiso o tan solo permitió, que se le pudiese relacionar con la “bolsa de infieles” de Marisa, pues tras aquella sonada “bronca” en el evento, había corrido la voz y más de una de las mujeres del hospital tenía a su pareja en casa con la mosca tras la oreja. Al buen doctor Alejandro, donde antes le reían las gracias con sus picardías y toqueteos “inocentes”, ahora directamente le metían partes escritos por acoso en cuanto hubiese el menor testigo presente que pudiese ir “hablando” después, con el riesgo manifiesto de que corriese la voz o se malinterpretase.
Había bastante gente en el hospital con mucho que perder, muchos culos que cubrir que tenían claro que la propia Marisa podría descubrir, si le pasaba algo, pues como la conocían bien y ella misma dijo lo que ya sabían, ya no podía perder más de lo que ya había perdido, pues su marido era lo más importante que le quedaba en su vida. Por todo ello, lo que finalmente ocurrió, fue que el doctor Alejandro resultó ser quien fue expedientado por varias, aparentemente, “actitudes inapropiadas”, pues nadie le pasaba una. Además, por su clara persecución contra Marisa, también fue expedientado, posteriormente resultaría expulsado por una importante acumulación de expedientes negativos, junto con un buen número de quejas por parte de varios sindicatos sobre su comportamiento con las mujeres de los colectivos a los que representaban…
Tras todo esto, Eloy no sabía muy bien que hacer, el trabajar del modo en que lo hizo durante ese mes y medio tras la muerte de doña Carmen y habiendo pedido el divorcio de su esposa ya no tenía el menor sentido. Ahora no le era necesario ganar tal cantidad de dinero, un dinero del que encima, para más escarnio, no podría disfrutar precisamente por el trabajo, pero tenía unos compromisos adquiridos con la empresa que tampoco podía dejar de atender, ahora se veía encorsetado sin serle necesario y por algo que ya no tenía el menor sentido. Fue entonces cuando Cristina, tras considerar que era tiempo de que estuviese solo para superarlo un poco, le llamó para interesarse por su situación de nuevo, cuando Eloy le dijo que pensaba tomarse unos días libres en cuanto entregase el informe de este último trabajo, esta le pidió si podía hablar con él sobre un favor que quería pedirle que le hiciese… para ello le invitó a comer para ese mismo Domingo. Evidentemente, Eloy aceptó en el acto, encantado de la vida de poder comer con ella… y así tomar un poco de distancia de sus problemas actuales, que por cierto, eran unos cuantos.
Uno de sus problemas, era que tras conocerse en el trabajo sobre su “repentino” divorcio de su esposa, y comprobar como el anillo de casado desapareció de su dedo de un día para otro, varias de las “compañeras” empezaron a afilar los cuchillos. Yaiza por su parte, empezó de repente a entender lo que vio en Barcelona, y el porqué de aquello que no le cuadraba con lo que le habían contado sobre él o su matrimonio de ensueño, que por lo que ahora se rumoreaba, en ese entonces ya estaba sentenciado y por la situación de su hacia poco fallecida suegra, solo era apariencia. Para muchas de las mujeres que trabajaban allí y le conocían de tiempo, Eloy era poco menos que el último “mirlo blanco” que quedaba, y que ahora estaba repentinamente libre, pero más importante aún, que estaba a su alcance.
Con tan repentina sorpresa, y observando cómo se iba caldeando el ambiente en la oficina con el asunto de Eloy, Yaiza se tuvo que pensar muy mucho que hacer con su plan original, con el cocimiento de la rana. Ahora que sabía que Eloy estaba completamente libre para ser conquistado, le tocaba decidir si seguir adelante con su plan original, o bien ir como veía que empezaba a hacer al resto de mujeres, de un modo más directo para no perder terreno… Pero esta última opción, por el trato que había tenido ya con Eloy en el viaje y durante todo este tiempo que llevaba como su secretaria personal, por lo que había observado en él referente al trabajo y el personal que trabajase a su lado, eso de ir de forma directa a por él, no lo tenía nada claro…
Sabía por propia experiencia que no se cortaba ni un pelo, que si tenía que decirle algo a alguien o cantarle la gallina lo hacía sin el menor problema… Tenía además un recuerdo muy vivido de su “primera” entrevista con él y lo que ocurrió, de como la “despachó” sin cortarse ni medio pelo al hablarla. Lo deseaba para ella, y sabía que si quería finalmente salirse con la suya, no podía permitirse el menor patinazo, especialmente si como se decía era verdad que el divorcio había sido por causa y culpa de su mujer, pues entonces no estaría muy receptivo que se dijese, por lo que los traspiés con él en ese sentido serian “nefastos” para las “oportunidades”… Yaiza por su parte, tras sus reflexiones, también había empezado a afilar su cuchillo, solo que había pensado en usar “otras armas” diferentes a las de las otras mujeres de la empresa… al fin y al cabo, ahora ella era su secretaria de confianza, lo que la situaba más cerca que nadie…
CONTINUARA