Eloy y Marisa - 3
La situación entre ambos continua avanzando, y desde luego, aparentemente sigue sin tener ningún viso de que vaya a arreglarse , aunque Marisa no tenga por ello la menor intención de cejar en su empeño de recuperar a su marido
Eloy y Marisa - 3
El sábado por la noche había regresado a su casa, para su sorpresa encontró a Marisa como si nada hubiese ocurrido. En silencio puso cena para ambos, que de nuevo él no tocó pues ya lo había hecho en un bar antes de llegar a la casa. Con un seco buenas noches se despidió de ella marchándose a dormir, por respuesta recibió el correspondiente y más cariñoso de lo normal, “buenas noches” por parte de ella. Estando en la cama, Eloy no pudo dejar de pensar en que sería lo que debía de estar tramando, pues no era normal que estuviese de ese modo… tan “normal”, solo esperaba que no le diese por hacer ninguna tontería.
Durante todo el día Marisa había estado dándole vueltas a lo acontecido hasta la fecha, empezando por el ser sorprendida en su infidelidad. Estaba claro que Eloy le había pillado con todo el equipo al completo traicionándole de la peor forma posible. El cómo se pudo enterar era todo un misterio para ella, ya que estaba muy segura de no haber dejado evidencia alguna, lo había repasado todo mentalmente una y otra vez sin encontrar nada que pudiese haber hecho mal. También había descartado que fuese porque su marido le hubiese estado rebuscando en sus cosas, su bolso, su teléfono, etc., y no, eso siendo Eloy era del todo imposible. De eso también estaba segura, Eloy no era así, además sabia de sobra de la confianza ciega que le había tenido hasta aquel aciago día en que la descubriese, fuese cuando fuese ese momento, pues tampoco tenía idea de cuando sucedió exactamente.
Empezaba también a asumir que probablemente nunca lo sabría tampoco, porque desde luego, lo que sí que no pensaba hacer de ninguna de las maneras era cometer la estupidez supina de preguntárselo, aunque por las pistas que iba recordando sobre sus cambios en el comportamiento, más o menos ya lo medio intuía. Ahora ya no le quedaba otra que aceptar los hechos consumados, las consecuencias de su estupidez, debía de asumir todo el daño que le habría hecho a su marido al descubrirla, toda la cólera que debía de sentir contra ella, incluso todo el más que probable odio en esos momentos…
Otra cosa le había quedado muy claro en esos días pese a las apariencias, Eloy aun la quería, le gustase o no, quisiese o no, estaba claro para ella por lo que había visto, por lo que había sentido, que aún seguía muy enamorado, por lo que el dolor sin duda debía de ser muchísimo y tenía que estar todavía supurando cada vez que le veía ante él, lo que por un lado era bueno, y por otro malísimo. Fue muy consciente también de que cuando perdió los papeles pidiéndole perdón, suplicándole, humillándose y arrastrándose de aquel modo ante él, únicamente lo había lo empeorado todo, ahora sabia, tras pensarlo fríamente poniéndose en su lugar, que solo había conseguido hacerle más daño aún con todo aquello. También era consciente, que si quería de verdad que todo volviese a ser lo más parecido a como era antes, no podía seguir dando un patinazo tras otro, tendría que empezar a apretar los dientes y contenerse.
Lo único que se le ocurría para tratar de arreglarlo todo, era de momento poner siempre buena cara, y paradójicamente, no hacer absolutamente nada de nada. Tenía que tratarlo con el mismo cariño de antes, demostrarle con hechos que seguía tan enamorada de él como el primer día, que por todo aquello que le había causado, solo sentía desprecio por sí misma y sobre todo, que era muy consciente del daño que le había infringido. Debía demostrarle que estaba dispuesta a cualquier cosa por él, a hacer lo que fuese necesario y que lo quería como ninguna otra, no solo mujer, sino persona, lo querría nunca. Pero sabía que esto llevaría tiempo y que en ese tiempo, debía de tragar con todo lo que él hiciese, con lo que fuese necesario, además de concederle todo el espacio que requiriese para poder superar todo lo que ahora debía de sentir contra ella, pero sin meterse por medio, tan solo estar ahí a la espera. ¿El punto débil del plan?, su propia madre. En realidad era muy consciente de que tenia de tiempo lo que su madre tardase en fallecer, era triste, pero no dejaba de ser la dura realidad. Sabía de sobra que eso era lo que Eloy tardaría en plantearle el divorcio.
El Domingo pasó sin pena ni gloria, con la única excepción de la visita de Blanca, lo que tampoco era en si una sorpresa, ya que no era ni sería el primer domingo que se presentaba así, de repente para comer con ellos o estar un rato con su cuñado “favorito”, como ella lo llamaba, pese a ser el único legal, ya que Carol, su hermana mayor, parecía cambiar de novios más que de zapatos, aunque también era verdad que este último había batido records. Blanca estuvo casi toda la mañana y buena parte de la tarde con Eloy en la habitación pequeña, en tanto que este estaba trabajando con su portátil, tumbada sobre la cama, mientras hablaba con él, algo por otro lado también bastante habitual entre ellos. Para Blanca aquel domingo estuvo de lo más normal, más o menos como solía ser habitual, incluso a la hora de comer, con ellas dos comiendo tranquilamente hablando de sus historias, mientras Eloy, parecía como siempre, aprovechar para perderse en su propio mundo y terminaba comiendo rápidamente para poder seguir con el trabajo cuando iba atrasado con este.
Pero pese a todo, aun con tanta normalidad aparente entre ellos ese domingo, Blanca seguía teniendo en su cabeza una especie de Run Run de que allí, entre esos dos, algo no iba todo lo bien que debería de haber ido, aunque no lograba dar con “la tecla”. Quizá solo fuese por los papeles que le enseño su hermana y que ya le hubiese mostrado a Eloy, que por eso estuviesen raros, pero tenía una especie de mal pálpito con todo aquello… Esperaba poder haber averiguado algo cuando se presentó de improviso, pero nada, todo parecía normal en apariencia. Esa semana sabía que Eloy no tendría que salir por trabajo, por lo que el sábado todos ellos comerían en casa de su madre, incluso Carol había avisado de que vendría también, pero otra vez sin novio, pues por lo que le dijo riéndose cuando hablaron por teléfono, se lo había quitado de encima por pesado. Según le contó, este le había propuesto formalizar la relación “más aun”, y como contestación, Carol le había puesto de patitas en la calle para que se buscas a otra con la que “formalizar”…
Lo que para Blanca, traducido desde el lenguaje de su hermana, quería decir que su novio le había estado presionando más de la cuenta con alguna cosa hasta que se cansó, y como era habitual en ella, tomo una de sus decisiones rápidas y secas, rompiendo la relación, además sabía que ya no daría marcha atrás ni por casualidad. Carol era así, una chica de prontos, de reacciones muy drásticas, pero muy seria también, aunque no lo pareciese por lo alocada que a veces parecía. Que Blanca supiese, la única persona que conocía capaz de pasearse por medio de ese torbellino de reacciones instantáneas sin ser alcanzado por la tormenta, era Eloy, que desde siempre la manejaba como le daba la gana.
Por su parte Eloy estuvo repasando todo lo que le envió Cristina a su correo de la empresa, en especial los curriculum de los candidatos que iba a entrevistar. Tal y como ella sabía que a Eloy le gustaba, había filtrado multitud de datos que este no deseaba conocer, como el nombre para no saber su sexo, edad, apariencia e incluso la procedencia o lugar de residencia. En cada uno de los expedientes tan solo figuraban sus estudios y logros laborales, además de una discreta valoración inicial de la propia Cristina, que había sido a petición de el quien se encargó de contactar con ellos por teléfono y hacerles “una previa” para ir iniciando la valoración…
Por lo que vio en los apuntes sobre los candidatos de acuerdo a la conversación telefónica que tuvo con Cristina, y además estuvo completamente de acuerdo con ella, la persona que más prometía de las diez seleccionadas, era un o una tal, Fuentes Ruiz, a quien entrevistaría el Martes a las once y media de la mañana. Vio que Cristina los había organizado de modo que entre el lunes y el viernes, entrevistaría a diario a dos candidatos, y se las había arreglado para hacerlo de modo que siempre fuese de once y media a doce y media… Eloy se dijo que echaría muchísimo de menos a Cristina en cuanto se pusiese de parto y se cogiese la baja por su maternidad…
El lunes fue de lo más normal, entrevisto a los dos primeros aspirantes, un hombre y una mujer, pero ninguno de ambos es que le llamase la atención precisamente, fueron quizá incluso un poco decepcionantes. El resto del día fue solo más de lo habitual, nada que se saliese de la rutina, el regreso a casa fue otro asunto, al igual que antes siempre estaba deseando llegar para poder ver y estar el mayor tiempo posible con Marisa, ahora era justo todo lo contrario, lo odiaba precisamente por eso, porque la iba a tener que ver. Se paró en una cafetería para tomarse unos pinchos y de ese modo cenar, porque no tenía las menores ganas tampoco de hacer nada con ella, si se la cruzaba al entrar y le daba las buenas noches, ya sería un exceso en su opinión. Así ocurrió más o menos, un buenas noches por parte de ambos, y Eloy se encerró en el cuarto pequeño… Fue consciente en todo momento del gesto de impotencia y dolor que hacia Marisa pese a tratar de ocultarlo, pero también era cierto, que no le dolía menos a él tener que verla…
El martes empezó como de costumbre, con tranquilidad y de lo más normal hasta que a las once y media recibió el aviso de Cristina, de que la persona que debía de entrevistar, ya estaba esperando a que pudiese atenderla. Cuando le dijo que si y colgó, se quedó pensativo unos segundos, ya que la voz de Cristina le había parecido “divertida”… Eso fue algo que comprendió al instante en cuando Cristina abrió, dando paso a la persona candidata a quien presento en ese instante con nombre y apellidos. Esta persona saludo con toda educación, él correspondió dicho saludo, e indicó que por favor, se sentase en una de las dos sillas que se encontraban frente a su mesa… Puso sus manos cruzadas bajo su barbilla observando a la mujer que había entrado con paso firme y decidido en su despacho. En la puerta, Cristina le miro medio partiéndose de la risa antes de cerrar al ver su cara de “póker” y sabiendo más que posiblemente lo que estaría pensando en esos instantes de su “entrevistada”.
Estuvo de ese modo, con sus manos cruzadas bajo su barbilla, durante tres largos minutos, mirando fijamente a su interlocutora a la cara, directamente a los ojos, sin desviarse ni medio milímetro de ellos, poniéndola cada vez más nerviosa. En ese tiempo, la mujer cruzó y descruzó las piernas no menos de tres veces, cambiado el sentido al hacerlo, empezando a mostrar síntomas de nerviosismo pese a su forma tan decidida de entrar en el despacho. Cuando por fin Eloy pareció salir de su ensimismamiento, descolgó el teléfono, pulso el comunicador con Cristina y simplemente le pregunto si tenía para el día siguiente o el otro un hueco de media hora, ante una respuesta afirmativa indicándole el día junto con el tramo horario, colgó dándole las gracias. Entonces, por primera vez, se dirigió a la persona que tenía ante él.
- Señorita… ehhhh, Cómo prefiere usted que la llame, ¿Señorita Yaiza o Señorita Fuentes?
- Yaiza, Yaiza estará bien –dijo ya visiblemente nerviosa.
- Bien, señorita Yaiza. Tendrá su entrevista de trabajo conmigo mañana a la una menos cuarto, las doce cuarenta y cinco, si lo prefiere, ¿y sabe porque?
- Supongo que hoy está ocupado… -dijo forzando una sonrisa, aunque se veía que no le agradaba para nada el cambio de día.
- No, es porque usted se ha sentido indispuesta y se tiene que marchar, por lo que yo comprensivamente, mañana le he buscado otro hueco para que pueda usted hacerla.
- Pero yo estoy bien…
- No señorita Yaiza, usted no está nada bien, porque de estarlo, ahora mismo le diría directamente que no necesitamos de sus servicios, que muchas gracias por venir, y adiós. Vera señorita, en los tres minutos transcurridos desde que usted entró hasta que yo llamé a mi secretaria para pedirle su nueva entrevista, lo único que creo no haberle visto, son las amígdalas. Usted está aquí para ser contratada como secretaria de un cierto nivel, y no para Gogo de plataforma en una discoteca… ¿Me explico con claridad sobre el motivo real por el cual usted hoy se encuentra indispuesta?
- Si, perfectamente –respondió roja como un tomate.
- Bien, entonces no la entretengo más, pero si le sugiero que le pregunte a mi secretaria por el baño, concretamente por el que está al final de esta misma planta, y mientras se dirige usted allí, observe como va vestida la gente, con especial énfasis en quienes lleven puestas “minifaldas”… ¿de acuerdo?
- Sí, claro, eso haré…
- Pues entonces todo perfecto, Señorita Yaiza, por favor, recupérese para mañana… -le tendió la mano como gesto de despedida, aunque sin levantarse.
Cuando la mujer salió del despacho, Eloy resopló y por fin se pudo relajar, lo cierto es que, si no se levantó para saludarla es porque tenía un empalme más que considerable con la “candidata”, le había puesto la polla como de palmo y medio más grande de lo normal. Cogió el expediente de su curriculum, lo abrió y lo leyó nuevamente, luego pensando para sí, se dijo que no le hubiese venido nada mal un pequeño añadido de última hora al margen… “de una belleza salvaje, con un cuerpo hecho para el pecado y con el encefalograma completamente plano”…, porque si bien la señorita Yaiza transmitía sexualidad por cada uno de los poros de su cuerpo, el hecho de presentarse con esa ropa para una entrevista de trabajo de ese nivel, no hablaba muy bien de su inteligencia… A los cinco minutos entró Cristina con cara de estar divirtiéndose…
- ¿Ya se fue? –indagó Eloy.
- Si, ya se marchó, aunque antes fue al baño del fondo de la planta, que supongo que fue indicación tuya, porque no llegó ni a entrar, según estuvo ante la puerta se dio media vuelta…
- Si, le dije que lo hiciese y comprobase lo que se entendía por minifalda…
- Y abras sido capaz de ello... –dijo riéndose.
- No con esas palabras exactas, pero ni lo dudes… Por cierto, que ya podías haberme avisado, casi me da un infarto cuando la he visto…
- ¿Tanto te ha gustado? –dijo con malicia…
- Cristina…, “cuando la he visto” –dijo haciendo énfasis y gestos en el “cuando la he visto”-.
- ¿Hasta las amígdalas? –pregunto Cristina sin poder contener ya la risa…
- Pues mira, esas precisamente no, pero de todo lo demás, no creo que me falte mucho ya por ver… ¡¡Pero cómo se puede ir así a una entrevista seria!! –dijo meneando la cabeza.
- Eloy, te aseguro que si va así con más de uno de tus compañeros, esa chica consigue el puesto en el acto –dijo repentinamente muy seria-. Si me ha hecho gracia como venía y me he reído por ello, es porque eras tú quien le hacia la entrevista, conociéndote sabía que iba a pinchar en hueso además de llevarse una sorpresa un tanto desagradable… No pienses mal de ella, solo trataba de usar sus mejores armas para conseguir el trabajo…
- Está bien, tranquila, mañana a entrevistare con total objetividad, ni me acordare de su talla de pecho, de como de durito aparecía su culito o de como de sabrosón parecía ser su… -Cristina le cortó.
- Vale, entendido, déjalo ya pervertido, que lo conseguiste, ya me pusiste colorada… no seas cabrón “jefe”… -se retiró riendo, pero cierto, que también un poco sonrojada entre las risas de Eloy.
Cuando se quedó solo en su despacho, recordó a la señorita Yaiza, y esto a su vez, le trajo unos cuantos amargos recuerdos, que hicieron que el resto de erección que aún mantenía, se le bajase al segundo. Le hizo recordar todas las veces en que se había follado en ese mismo despacho a su esposa, a Marisa, eso sí, siempre con condón porque “ella” no quería errores tontos y quedarse embarazada a destiempo. Pero también en todas las indirectas o totalmente directas que había tenido que soportar de Cristina a costa de ello, ya que más de una vez si no les habían pillado era porque ella estaba al quite, incluso fue ella quien le dejó caer que esas cosas mejor a última hora que no había casi nadie y el riesgo era muchísimo menor… Recordó que no volvieron hacerlo más en el despacho porque la última vez que estuvieron, Cristina se ausento un instante y casi, casi les sorprendió del director de la empresa en persona en plena faena, suerte que alguien le llamó justo cuando iba a entrar, Cristina quien si no, y se dio media vuelta para contestar la llamada alejándose unos pasos en lugar de entrar… Tras eso, no volvieron más a jugar allí, Eloy no quiso arriesgarse más, ya que eso pondría en peligro su trabajo y el dinero que tan necesario les iba a ser para lo de su suegra. Eso fue unos ocho meses antes, puede que algo menos, justo poco después de detectar a Doña Carmen nuevamente su cáncer y tener otra vez que conseguir hacer frente a los más que previsibles gastos que se les avecinaban... Después de ello, aumento nuevamente su horario y ritmo de trabajo con lo que prácticamente dejaron de follar.
El echar un polvo allí, con Cristina fuera, con el riesgo de ser sorprendidos, todo esto le daba un enorme morbo a Marisa, la ponía como las motos, de hecho, la situación hacia que no durasen apenas nada, la vez que más aguantaron, fueron apenas poco más de cinco minutos, ambos alcanzaban el orgasmo casi enseguida, y eran unos orgasmos… increíbles debido al morbo y el riesgo. Eloy se preguntó si Marisa habría llegado a sospechar en alguna ocasión, que Cristina sí que les pilló una vez… y por eso, sabía lo que ocurria cuando ella iba de visita…, que con todo eso trataba de compensar el poco tiempo que le podía dedicar sexualmente por culpa del trabajo, porque había que pagar facturas, créditos y… ya daba igual. Sonrió con tristeza y rabia al recordar cómo le había traicionado esa en quien confió ciegamente...
Durante toda la semana no le ocurrió nada apreciable, excepto de nuevo con la Srta. Yaiza, que cuando tras la entrevista le dijo eso tan socorrido de…
- Ya le avisaremos con lo que decidamos al respecto… -dijo mientras la acompañaba hasta la puerta, igual que hizo con todos los anteriores candidatos.
- Entiendo… no se preocupe –respondió con una sonrisa triste y algo crispada.
- Señorita –la detuvo un instante haciendo que le mirase-, no se confunda por favor, aún quedan candidatos por entrevistar, y le digo lo que a todos los demás que ya han pasado por aquí, sea cual sea la decisión, yo mismo seré quien les llame a todos ustedes, uno por uno, para comunicársela, ya sea a favor, o en contra y darles las explicaciones oportunas.
- Bien –trago saliva-, esperare su llamada…
- Muy bien, no se preocupe, de un modo u otro, ya hablaremos.
- Cuando… ¿Cuándo sabremos algo?
- Si me es posible, este mismo viernes por la tarde, sino el sábado por la mañana a lo más tardar tendrán noticias mias, porque la persona elegida quiero que se incorpore a su puesto este mismo lunes que viene a primera hora.
- Bien, por mi parte sepa que no hay problemas con ello… -dijo Yaiza.
- Créame que eso es algo que ya tengo en cuenta, al igual que en los otros nueve entrevistados…
Al final, obviamente dado que pasé por alto al resto de candidatos, fue la Srta. Yaiza la elegida, sus teóricos conocimientos sobre el papel y el ámbito de estos, la situaban muy por encima de todos los demás que acudieron. Obviamente, el visto bueno final sería la propia Cristina quien lo diese, ya que ella la tendría que poner al día e instruir de cómo gustaba de hacer las cosas, si era capaz de compaginarse con ello, bien, sino, bueno, lamentablemente habría que pasar al siguiente candidato en la clasificación… Como ya se dijo en su momento, Eloy tenía el presentimiento de que iba a echar muchísimo de menos a Cristina cuando se pusiese de parto, en su fuero interno, incluso rezaba porque no quisiese luego ese nuevo puesto que le había ofrecido de corazón, ya que le era extremadamente valiosa como para permitirse el lujo de perderla…
En otras circunstancias, esa misma noche hubiese comentado todo esto con su esposa nada más llegar a casa, pero en las actuales, no es que no solo no tuviese la menor intención de ello, sino que ni se le paso por la cabeza el hacerlo. De hecho, varios de sus compañeros habían quedado para cenar después del trabajo y se apuntó, mando un mensaje a Marisa para decirla que esa noche no iría a dormir, y punto, sin más explicaciones, ni ganas o intención de darlas. Cierto es también de que recibió al menos tres llamadas suyas tras ello que por supuesto, no hizo ni intención de contestar. En vista de ello, Marisa le mando luego un mensaje indicándole que esa noche su hermana Blanca iría a cenar. Lo que francamente, y pese a querer mucho a su cuñada, opto por pasar de ir a casa, pues no tenía ganas de enfrentarse a su esposa.
Esa noche estuvieron cenando, echándose unas risas, por cierto que todos ellos le intentaron tirar de la lengua sobre la elección, porque por lo visto se había corrido la voz de la primera vez que Yaiza fue a la entrevista, y como estaba la chica. Por eso, todos ellos querían saber si la había escogido a ella o no, obviamente, las intenciones de todos los presentes estaban mucho más que claras. No pudo evitar pensar, que por suerte para ella, iba a estar viajando con él y no quedándose en la oficina como la pobre Cristina, aunque a esta desde luego, nadie osaría decirla ni la más mínima gracia de ese tipo, y no por su actual embarazo, que desde antes ya imponía un respeto como nunca había visto por allí. Sin exagerar, a Cristina le bastaba con fruncir el ceño dirigiéndose a alguien, para obtener en el acto todo tipo de disculpas para cualquier cosa que ella creyese que había hecho, incluso si esa persona era el propio director general… Creo que debía de poner una cara que a todos les debía de parecer la de su propia esposa cabreada o algo así, era “divertido” de ver… siempre que no te tocase a ti ser el “protagonista”, claro.
Esa noche, tras la cena todos se empeñaron en acercase a un club del centro donde más de uno y de dos de los presentes, solían llevar a algunos de sus clientes. Por parte de Eloy y debido a su especial labor, no había tenido que verse nunca en esa tesitura de tener que agradar de ese modo a los suyos, ya que no tenía que captarlos. Si en otra ocasión ni se le hubiese ocurrido ir con ellos, en esta no dijo lo mas mínimo, causando un cierto asombro generalizado pues todos estaban esperando que se disculpase para irse a casa con su esposa, sin embargo, no dijo ni media palabra. De hecho, más de uno tuvo que preguntar para asegurarse que sí, que iba, que no es que estuviese equivocado con respecto al sitio al que iban a ir y lo hubiese mal interpretado.
Esa noche no creo que sea una sorpresa para nadie, varios de sus compañeros se subieron con alguna de las muchas chicas del local, por su parte, Eloy se limitó a invitar a una mulata muy divertida de conversación, y con la que no quería más que eso, y por supuesto, de haberse querido acostar con alguna, nunca lo hubiese hecho delante de semejante troupe, porque al día siguiente, o mejor dicho, el mismo Lunes, ya lo sabría media oficina, porque entre ellos, había más de un “bocazas”. Una cosa es que ya no “considerase” a Marisa como su esposa real, y otra muy diferente que pensando en su suegra, fuese a jugarse que todo el montaje se descubriese por un desliz en ese estilo… Si, lo sé, suena estúpido e incluso ridículo, pero es lo que Eloy sentía en esos instantes.
Por su parte Marisa, tuvo una semana de lo más relajada y tranquila, en el hospital todo era una balsa de aceite, con no más de los habituales problemas de las enfermedades de los pacientes, o las malas noticias a los familiares cuando alguno fallecía. Para el jueves casi a última hora, se produjo la primera novedad significativa de la semana, Alejandro, tras este tiempo huyéndola como si tuviese la peste, nuevamente parecía que quisiese “tratarla”, aunque no era estúpida, y sabía que en realidad, lo que hacía en esos momentos era tantearla. No es que tuviese claro solo con unos pocos holas y adioses, o el entrar en conversaciones que mantenía con otra gente lo que en realidad quería, no podría definir aun que era lo que realmente perseguía con ello.
El viernes, Alejandro seguía con el mismo plan, evitando cuidadosamente eso sí, quedarse a solas con ella en cualquier lugar, siempre que se acercaba era porque había otras personas delante. Una de las conversaciones, la hizo recordar que en algo menos de tres meses iba a darse una convención a la que varios médicos estaban directamente invitados por la dirección con sus parejas, que ella y Alejandro, eran de los que tenían papeletas para entrar en dicha lista. Para ella sería un marrón de cuidado si así sucedía, ya que con la situación con Eloy… era algo peliagudo, pero ahora le empezaban a quedar claro los motivos de Alejandro, si ambos eran invitados, sus respectivos cónyuges estarían presentes, y temía lo que Eloy pudiese hacer… La convención seria en la ciudad, pero el estar invitado aseguraba tanto un lugar en todas las charlas, alguna concreta sin este requisito era imposible asistir, así como habitación de lujo en el mismo hotel y conocer a gente “importante” tanto de su especialidad como de los principales “laboratorios farmacéuticos”.
Todo esto le dio una idea a Marisa, una de esas que parecen sacadas del manual del infiel sorprendido, concretamente de la sección, “como hacerse perdonar o como intentar compensar los cuernos”. La brillante idea fue la obvia, si la mujer de Alejandro iba a estar allí, podría intentar hacer, conseguir, lograr o como fuese aquello, que ella y Eloy se acostasen aunque media vida se le fuese con ello por los celos que era consciente que iba a sentir, pensó que eso al menos compensaría en parte su traición y les acercaría “posiciones”. Lo gracioso es que siempre que anteriormente algo semejante había salido en una revista, una película, o cualquier conversación, ella era de las que pensaban que hacer algo semejante resultaba de un patetismo tal, que daba hasta lastima pensar en quien pudo ocurrírsele semejante disparate. La diferencia de aquel pensamiento con su razonamiento actual, es que ahora ella estaba desesperada y se aferraba a lo que fuese, por mucha locura que supusiese. Si con ello conseguía que Eloy le diese una nueva oportunidad… tragaría con lo que él quisiese hacer para ser compensado por sus acciones, por ello se agarraría al primer clavo ardiendo que se encontrase, y mira tú por donde, este había aparecido en forma de esposa de su amante.
El viernes por la tarde se presentó Blanca a cenar, no es que fuese una novedad, era algo que solía hacer, hasta la fecha nunca le había molestado, sin embargo, en esta ocasión, ese morro que le echaba al presentarse en su casa cuando le daba la gana, le empezaba a crispar los nervios. Según llegó de trabajar, a los cinco minutos llamaron al portero y entró Blanca, estuvo esperándola mientras se duchaba para refrescarse, luego ambas hermanas estuvieron hablando de todo un poco, incluyendo de los “amigos” de Blanca. Marisa algo más animada gracias a su “brillante” idea, la pico diciéndola que haber si se decidía ya y se conseguía un novio fijo, como respuesta su hermana le dijo que en cuanto consiguiese encontrar a uno como el que ella consiguió cazar, lo haría en al acto para que no se le escapase. Lo que broma o no broma por parte de Blanca, le corto a Marisa su “alegría” en el acto, incluso le dejo un regusto amargo en la boca al recordar nuevamente su situación con Eloy. A la hora de cenar, fue cuando Blanca con todo el morro del mundo le dijo que se quedaba con ellos esa noche… de momento a cenar, y a dormir, que se lo pensaría durante la cena. A Marisa no le hizo la menor gracia…
Curiosamente, y para colmo de males, esa actitud de Blanca, ese morro que le echaba, era únicamente culpa suya, pues Eloy en su momento le pegó un serio toque de atención a Blanca sobre esa costumbre. Eloy la llamó al orden un día que hizo precisamente eso mismo de ahora, alegando que ellos tenían vida privada y no podía ir de ese modo, presuponiendo que siempre estarían disponibles para ella, que antes de presentarse, debía de llamar y preguntar si podía ir o no, además de aclarar en ese instante si se quedaría o se marcharía, porque no podía estar decidiendo esas cosas en el último momento. Llamar discusión a lo que le siguió, seria quedarse corto, más bien podría decirse que surgió una pequeña crisis entre los dos por culpa de eso, al final Eloy cedido, como casi siempre pasaba al tratarse de cualquiera de ellas.
Ahora, era ella quien sufría las consecuencia de aquello, especialmente porque Eloy le acababa de mandar un mensaje de que no iría a cenar, le llamó en varias ocasiones pero no le cogió ni una, luego le mando un mensaje que supo que vio, pero tampoco dio más señales de vida... Por lo que se vio obligada a sacarse una excusa sobre la ausencia de Eloy ante su hermana... Pero aun peor que todo eso, es que esa misma madrugada llegaba Carol, y ese mismo sábado tenían que ir todos a comer donde su madre… Ahora, tras esto de Eloy, estaba un poco asustada de lo que pudiese acontecer…
Como ya se ha dicho, Blanca desde luego no era ninguna estúpida, por mucho morro que le echase con ellos, y en esta ocasión al hablar con su hermana, desde por la tarde le había quedado muy claro que esperaba cenar con Eloy. En realidad, ese fue el principal motivo de querer quedarse esa noche en lugar de ir a por su hermana mayor al aeropuerto, ya que seguía con la misma sensación de que algo no estaba entre ellos como debía pese a ver en principio a su hermana más “normal”, y quería hablarlo seriamente con él. Pero esto de esa noche, de que no pudiese venir a cenar tampoco con la excusa tan peregrina que le dio su hermana sobre su ausencia, todo esto lo único que hizo, fue el servir de confirmación para sus sospechas…
Entre esos dos, desde luego que pasaba algo, pero dudaba del porqué, ya que quizá fuese por culpa de lo que su hermana le dio para que revisase y a esas alturas ya debería de haber visto Eloy. Era posible que todo esto fuese a consecuencia de presentárselo, pero de lo que sí que ya no tenía duda, es que la pelea entre ambos tenía que haber sido bastante seria por todas las aparentes señales que veía… y no podía evitar sentirse preocupada…
CONTINUARA