Eloy y Marisa - 12

Cristina tiene las cosas muy claras con respecto a Eloy, pero todo se complica repentinamente, a la vez que este se entera de la marcha de Marisa a Londres.

Eloy y Marisa - 12

Durante la siguiente semana, Eloy estuvo trabajando con la familia en el salón de la casa, cuando terminaban por la tarde, dedicaba su tiempo bien a tener a la niña en brazos, bien a quedarse pensativo mirándola casi sin pestañear, como hipnotizado por ella. Era algo que si bien en principio a Cristina le gustó, poco a poco empezó a ponerle nerviosa, ya que no sabía en que era en lo que Eloy estaba pensando cuando miraba de ese modo a su hija, y sentía un cierto temor de ello, pese a que todo el mundo decía que la niña se parecía mucho a ella. El sábado por la tarde, a Eloy le llamó su cuñada Blanca para explicarle que Marisa había aceptado un puesto en un hospital en Londres y que ya se había mudado a la capital del Reino Unido, quedándose este un poco “descolocado” con ello. Todo esto evidentemente también preocupaba seriamente a Cristina por el posible impacto que pudiese haber tenido en él, pero aun más que la llamada, peor era para ella la fijación aparente de Eloy por la niña y el modo en que se la quedaba mirando…

Aun antes de su ruptura con su novio, Cristina ya se sentía fuertemente atraída e impresionada con Eloy. Es más, al dejar su relación, y debía de reconocerse a sí misma que en ello tuvo mucha culpa esa atracción, solo hizo que dejase de luchar en su contra y se quedase definitivamente colgada por completo de él. El único motivo por el que no trató de llevárselo por la fuerza en cuanto Sergio salió de su vida, luchando contra quien se pusiese por delante, fue porque conoció a su esposa, y porque en ese instante vio cómo se miraban ambos, como se trataban, su complicidad. En sucesivas charlas con Eloy a lo largo del tiempo, mientras este incluso trataba de consolarla por su ruptura, entendió que lo suyo era un caso totalmente perdido. Cristina, ya desde pequeña fue siempre una persona muy decidida y con las cosas muy claras sobre lo que quería o no. Fue muy consciente en todo momento de que el matrimonio de Eloy era imposible de destruir desde fuera, y tuvo muy claro al verles juntos que desde luego, visto lo visto, desde dentro jamás lo seria, por ello se decidió por al menos tener algo suyo que la perteneciese exclusivamente a ella, un hijo, bueno, en realidad, al final fue una hija.

Una vez que tuvo claro que deseaba a Eloy para ella pero que jamás lo tendría, que estaba enamorada de él hasta la medula y que estaba decidida a tener cuanto menos parte de él, se decidió a actuar, consciente también que debía de hacerlo en secreto, pues él nunca se avendría voluntariamente a algo semejante. La idea le llegó como un flash una de las primeras veces que ambos lo hicieron en el despacho, fue en ese instante, al descubrirlos, cuando se le ocurrió. Luego estuvo verificando la posibilidad de llevar su plan a término, algo que consiguió al observar ciertas cosas, como por ejemplo un medio oculto y para alguien que buscase pistas de que había ocurrido allí, nada discreto preservativo en la papelera, esto por fin sucedió en el séptimo u octavo encuentro de la pareja, sin duda en un descuido de Eloy, pues antes nunca había encontrado “rastros”. Luego de formarse un plan y tenerlo todo planificado, se aprovechó de un susto que ella misma “forzó” como un mes más tarde de lo anterior al “sorprenderles” para avisarle de la “visita” de un directivo. Aprovechó la ocasión para dejarle caer más tarde a Eloy, el riesgo que corrían haciéndolo en su despacho a unas horas tan tempranas. Gracias al susto que le dio, consiguió que este entendiese que les fue de muy poco sino llega a ser por ella, que no tuvo más remedio que hacérselo notar de aquel modo, e incluso que tuvo el suficiente ingenio como para hacerlo de modo que ella no se enterase de su presencia en la puerta cuando la abrió para “advertir” a Eloy, pues lo último que quería era “espantarlos” del todo.

Más tarde, al día siguiente concretamente, hablaron los dos de lo ocurrido, ambos, aunque ella por sus propios motivos personales, acordaron que les cubriría, haciéndole con ello “un enorme favor” dado lo poco que el matrimonio se veía, y a quienes Cristina sabía que esto revitalizaba, viniéndoles de perlas para mantener la “chispa”… lo que no es que la hiciese muy feliz, por cierto. En realidad, si lo hizo fue porque eso era quizá la parte más importante de su loca idea, el que él mismo colaborara y fuese consciente de que ella lo sabía todo, era algo necesario que le venía como anillo al dedo para sus planes, para que no se “preocupase” tanto por los detalles o los “residuos” para no ser “descubierto”. Tras eso, como aproximadamente una semana después, la rutina cambio, Marisa empezó a pasar a recogerle algunos días por las tardes a la hora de salir, justo cuando el personal prácticamente había abandonado ya la oficina. No tardó mucho en empezar a “controlar” el escenario que quedaba tras esos polvos en la oficina de Eloy, ya que quería verificar si lo que pretendía sería posible.

Cuando verifico que sí, que su idea podía ser plausible pues en alguna ocasión quedaba en la papelera la “prueba del delito”. De una amiga de la infancia que trabajaba para unos laboratorios, consiguió un pequeño recipiente que tenían en periodo de pruebas para la recepción de donantes de esperma, en realidad era un método de transporte acondicionado para poder “donar” desde su propia casa, ya que según le comentaron, algunos hombres eso de “llenarlo” en una clínica aséptica usando su mano y una revista, no lo llevaban muy bien, e incluso para otros menesteres muy diferentes, esos recipientes podían tener un buen mercado.

Ni fue un chollo, ni le salió todo tan bien como se las prometía cuando su amiga le “vendió” el producto de su compañía al pasarle bajo cuerda unos pocos recipientes, pues por un lado no funcionaron tan bien como creían, y por otro, no siempre fue capaz de hacerse con su objetivo en un estado aceptable para lo que quería. Pero pese a todas estas contrariedades, consiguió al menos un par de muestras válidas para poder hacer algunos intentos de inseminación. Por suerte para ella, en el segundo funcionó, dando paso a la vida de su hija Cristina, y lo que ahora mismo era su principal temor, que Eloy lo descubriese todo. Era por eso el nerviosismo que le estaba empezando a carcomer cada vez que le veía quedarse pensativo mirando fijamente a la pequeña.

Ni siquiera el hecho de que le hubiesen comunicado el traslado de su “esposa”, con lo que eso podía significar para ella con respecto a conquistarlo o como se quedó él al escuchar la noticia, ya que sabía que aún la amaba, le preocupo lo suficiente como para dejar de lado o cuanto menos, mitigar en algo sus temores con lo de la niña. Era plenamente consciente de que había conseguido que se volcase con ella tras su ruptura, y que de descubrirla en estos momentos, nunca le perdonaría el haber hecho algo semejante a sus espaldas, sería una nueva traición por alguien en quien confiaba, y una además, que se vería alimentada aun por el rescoldo de la otra, de la de su esposa, dándole la puntilla también a ella. Quizá algún día, en el futuro cuando le hubiese podido demostrar con hechos todo lo que le quería, podría llegar a contárselo y esperar que perdonase lo que había hecho, pero tenía muy claro que eso, en este mismo momento, no solo no sucedería, sino que sería su condena.

En realidad, lo que Eloy pensaba cuando se perdía en su mundo mirando a la niña, era algo muy diferente de lo que Cristina se temía. Por un lado sentía envidia de que algo tan bonito, tan “divino”, no fuese suyo, que Marisa y él no hubiese tenido ningún hijo. No podía tampoco evitar pensar al mirarla, que quizá con algo así en sus vidas, aquello que ocurrió con su esposa, jamás habría sucedido…, e incluso que quizá de existir, por ella, por una criatura como esa, hubiese podido ser capaz de replantearse seriamente el darle a la madre una oportunidad, por mucho que eso le costase. Sin embargo, él no tenía nada por lo que poder luchar o a lo que poder aferrarse para tratar de salvar lo insalvable en esas circunstancias… Pensaba también en lo estúpido que era el padre de esa cosita, primero por no haberse querido hacer cargo de ella, y después, por dejar escapar a una mujer como Cristina.

Eloy estaba seguro que conociéndola como la conocía, que la pequeña Cristina no había sido producto de un polvo de una noche loca, que su madre tenía que conocer bien al padre, y que posiblemente este, no hubiese querido aceptar su responsabilidad… Incluso ya estaba empezado a pensar como ella, en que si el padre no quiso saber nada en su momento, ya no pintaba nada en la vida de esa niña, que sus derechos los perdió cuando dijo “no”…

También pensó, que afortunadamente la niña había salido a su madre, y no a semejante “cabrón”, al que aun sin conocerle, también comenzaba cogerle cierta tirria.

El Lunes fue cuando el padre de Cristina, tras el regreso de su “escapada” con su esposa, puso en marcha las medidas sugeridas por Eloy, la sorpresa en la empresa fue monumental, especialmente cuando llegaron los despidos. Aunque también es cierto que en el caso de algunos esta fue aún mayor, pues con los despidos llego la Guardia Civil llevándoselos detenidos por varios desfalcos descubiertos en las cuentas, especialmente en el caso del “hombre de confianza” de Carlos, que se había embolsado de forma irregular mediante facturas falsas la nada despreciable cantidad de 718.000€. Después de poner a toda la gentuza a buen recaudo, empezaron con la reestructuración de la plantilla, reorganizándolo todo en profundidad tras los huecos creados al retirar “lo inútil”. Aun se tardarían en ver los resultados, pero desde la primera semana, al padre de Cristina le empezaron a llegar las buenas vibraciones…

El miércoles Eloy regresó en solitario a Madrid, ya que Cristina dijo que se quedaría unos cuantos días más con sus padres. En realidad no es que le hiciese mucha gracia hacerlo así, pero Eloy en toda esa semana no había querido intimidad, o más bien, no había estado nada receptivo a acostarse con ella, únicamente pareció tener tiempo para la niña, y lo de la llamada de teléfono por el traslado de su aun “esposa”, no es que ayudase precisamente. Prefirió quedarse unos días con sus padres pese a la oposición de su madre y hermana para darle tiempo a asumir la situación actual de su matrimonio, lo último que quería hacer ahora era agobiarle o lo que veía aún más peligroso para ella, que continuase con su fijación con la niña. Había conseguido acostarse con él, que su relación se acrecentase en muchos enteros, que aceptase plenamente a su hija y que aumentase su mutua confianza. Pero era consciente de que si no le daba el espacio necesario en la actual situación, si lo asfixiaba, podría hacerle perder toda su ventaja y convertir esta en justo lo contrario.

El jueves por la tarde en el Apartamento de Eloy se presentaron Blanca y Carol, como era habitual en ellos, aceptaron la inmediata invitación de quedarse a cenar. Estuvo todo de lo más distendido, hasta que empezaron a tantear una vez más a Eloy con su hermana. En realidad, más que hacerlo con verdaderas esperanzas de que algo hubiese cambiado, lo hacían únicamente por un “por si acaso ahora que se ha marchado” se lo replanteaba. Aunque en esta ocasión él entendió a la perfección de lo que se trataba y decidió ser muy claro con ambas, desagradablemente claro incluso en algunos aspectos…

  • Mirad, ambas sabéis como he querido a vuestra hermana… -Blanca le interrumpió.
  • Eso que quiere decir, ¿qué ya no la quieres?, pues pronto se te ha pasado, ¿no? –replicó un poco dolida.
  • No Blanca, no, no se me ha pasado. ¡Ojalá, de verdad, que ojalá!, y siento si no os gusta escucharlo, pero no ha sido así, me guste o no, aun la quiero, pese al daño que me está haciendo eso. De todos modos, debo de empezar a acostumbrarme a hablar de esto en pasado como primer paso para poder cerrar esta página que no me está haciendo ningún bien tener aún abierta.
  • Sí, eso creo que ambas lo entendemos Eloy, pero queríamos preguntarte si te habías replanteado la situación, si tras este tiempo de estar separados sin veros…. De verdad, creo que sabes cómo te quiere mi hermana, y que eso no es mentira… -dijo Carol haciendo un gesto a Blanca para que se callase.
  • Si Carol, claro que lo sé, pero también que pese a tanto quererme, me traicionó… Vuestra hermana me ha hecho muchísimo daño, más incluso del que vosotras podáis creeros o llegar a imaginar, todo esto ya lo hablé con ella y le expliqué mis motivos para no darla otra oportunidad, alguno de los cuales, también os dije a vosotras, pero muchos más que ni mencione para no crear conflictos entre nosotros. Y os aseguro que si no le doy una oportunidad no es porque no quiera hacerlo, sino porque ni puedo, ni debo… Sería un tormento diario para mí de seguir con ella, cada vez que no la viese, que no estuviese ante mí, no podría evitarlo, sospecharía de todo, igual que sabéis que su traición me ha hecho replantearme muchas de las cosas pasadas entre ambos y a las que antes jamás había dado importancia… Quizá ahora todo esto sea culpa mía por confiar tan ciegamente en ella desde que nos conocimos, quizá de no haberlo hecho de ese modo, de haber tratado de saber qué hacía o no, de haber ejercido algo más de “control” sobre su vida diaria, ahora no me ocurría esto…
  • Eloy, te aseguro que quiero… queremos a nuestra hermana –corrigió Blanca mirando a Carol que le hizo un gesto afirmativo-, pero sabemos que no sería nada justo echarte a ti la culpa de nada, así como tampoco lo es que te hagas tantas cruces, lo que siempre más nos ha gustado de ti era precisamente eso, ver como confiabas tan claramente en Marisa, créenos si te decimos que era algo que envidiábamos las dos. Perdóname también por lo de antes, sé que no ha sido justo lo que te he dicho.
  • No te preocupes, sé que es porque quieres ayudar, y de verdad que lo siento en el alma, pero no… no podría volver. Y eso sí que sé que es culpa mía, soy consciente de que por ella estaríamos juntos de nuevo desde el principio, pero es superior a mí, ya no le tengo ninguna confianza.
  • No, no te culpes, no digas eso, tampoco es justo para ti que te responsabilices de algo que no hiciste. Esto que está pasando es algo que ella solita se ha buscado a pulso, lo injusto es que seas tú quien sufra por ello, no el que ella lo haga, pues para eso se la jugó cuando te engañó. Sabe Dios lo que nos está costando a ambas apoyarla y no machacarla por todo lo que te ha hecho y el modo que ha destrozado vuestro matrimonio, pero es nuestra hermana, tenemos que apoyarla, del mismo modo que debíamos de intentarlo por última vez contigo y ver si quizá ahora que no está a tu lado...
  • Mirad, de verdad, creedme que me gustaría… pero como ya os he dicho, no, es imposible, solo nos destrozaríamos y sería peor…
  • Tranquilo Eloy, entendemos de sobra las dos que no haya vuelta atrás por tu parte, comprendemos también el por qué y los motivos. Ambas te queremos mucho, y seguiremos siendo tus amigas pese a todo, le guste a nuestra hermana o no, y conste que no ha dicho nada al respecto ni una sola vez –obviando el hecho de que Marisa era consciente de que no le serviría tampoco de nada-. De verdad que ojala encontréis ambos a alguien pronto, para que todo esto se os haga lo más llevadero posible y podáis pasar la página cuanto antes.

Tras esto se cambió de tema y no se volvió a sacar, aunque a su marcha Eloy no pudo evitar pensar en Cristina, en la niña y sobre todo, en como lo había pasado con ella en estos días. Los primeros fueron de sexo desatado, luego, por algún motivo no estuvo seguro de que fuese lo correcto, no quería que ella se llevase a engaño. Para su sorpresa, no le hizo falta explicarle nada, simplemente acepto sus reticencias y se mantuvo “a distancia”, dándole todo el espacio que necesitaba. Puede parecer una tontería, y sin duda posiblemente lo fuese, pero para él en esos momentos, con el lio que tenía en la cabeza, fue muy importante, habló mucho y muy bien en favor de ella.

Cuando Eloy regresó al trabajo el lunes de la siguiente semana, Yaiza retomó el acoso del jefe, al segundo día su ropa “encogió” misteriosamente, y no, tampoco fue en la única que ocurrió algo semejante. A Eloy por su parte esto no dejo de hacerle cierta gracia, ya que parecía una epidemia de bacterias come tejido. Muchas de las mujeres de las oficinas pasaron de lucir faldas o pantalones, a las minifaldas, con medias que les estilizaban las piernas y blusas que dejaban ver jugosos escotes. Para el cuarto día, ya era capaz de definir quiénes eran en concreto las que iban más en serio y ponían más “carne” en el asador, como se suele decir, y una de las que más, sin duda era su propia secretaria, Yaiza, aunque esta, era lo suficientemente lista como para no hacer nada “malo” o cambiar en absoluto su propia rutina.

El lunes siguiente por la mañana aparecieron Blanca y Carol para invitarle a comer. Estuvieron unos quince minutos esperándole a que terminase con lo que estaba haciendo, minutos que les permitieron a ambas hacerse una idea general de cómo estaba por allí el ambiente, especialmente por las miradas de hostilidad mal disimuladas que muchas de las mujeres presentes les dirigían, y entendieron perfectamente, que no era precisamente por ser las hermanas de su futura ex. Lo cierto es que aunque ambas no perdieron la sonrisa ni por un instante, lo que es gracia, no les hizo ni la más mínima a ninguna de ambas. Las dos recordaron lo que su hermana les dijo sobre Eloy, y acababan de comprobar que era totalmente cierto, aún no habían firmado los papeles del divorcio y ya había un número muy elevado de buitres sobre él. Cuando se marcharon, y una vez sentados los tres a la mesa…

  • Vaya panorama que tienes en la oficina, ¿no?, como te descuides alguna te come vivo… -dijo Blanca muy seria.
  • ¿Os habéis dado cuenta?
  • Como para no hacerlo, con las miradas tan agradables que nos han estado echando esas mujeres cuando nos han oído preguntar por ti… y son bastantes las que por lo que vimos te tienen en el punto de mira –terminó Carol.
  • Si, ya lo sé, y no tenéis idea de lo incomodo que me siento con ello…
  • Pues haz algo, cantales la gallina, sanciónalas o ponlas en la calle, así no puedes seguir, tienes que cortar eso de raíz –replicó Carol enfadada.
  • Imposible, ninguna hace nada reprochable, y sus ropas cumplen con las estipulaciones mínimas de corrección establecidas por la empresa, tampoco se sobrepasan con sus comentarios o conversaciones cuando hablan conmigo. Literalmente hablando, ninguna de ellas cruza en ningún momento la línea, se mantienen pegadas a ella y la manipulan a su antojo, eso es cierto, pero no hay por donde poder entrar, actúan de un modo impecable.
  • Pero algo podrás hacer, digo yo, ¿no?, porque eso de allí dentro raya casi en el acoso –dijo Carol.
  • Por eso mismo, solo raya, ellas no hacen el menor intento de interactuar conmigo si no es con un buen y lógico motivo. Ten en cuenta que para acercarse deben de pasar siempre antes por mi secretaria…
  • Otra que tal baila, joder como va vestida, aparte que se te come con los ojos cada vez que te ve… menuda también esa… sigo diciendo que deberías de ponerlas en su sitio –remacho Carol.
  • No puedo, como te digo, ninguna hace nada “malo”, pero quizá sea mejor que te lo explique tu hermana –señaló a Blanca que aun con el ceño fruncido asentía ante la explicación de Eloy.
  • Es como él dice –afirmó esta-, mientras no pasen de la línea y cuando se dirijan a él lo hagan por motivos laborales perfectamente explicables y justificables, con la debida corrección y respeto…  no hay por dónde cogerlas, incluida su secretaria, quien se te come con los ojos como dice Carol –hizo un gesto a su hermana impidiéndola hablar-. Además, el cómo vayan vestidas, mientras no se salgan tampoco de las normas de la empresa tampoco hay nada que hacer. La situación que tienes en tu oficina es un poco la de si no quieres ver, entonces no mires… Legalmente te doy la razón, no hay por dónde meter mano…
  • Pues que bien… -gruñó Carol.
  • Dímelo a mí, que no puedo evitar no mirar… -replicó Eloy guiñándolas un ojo.

Con esa última salida ambas se estuvieron riendo durante otro buen rato al entender que Eloy lo había dicho de broma. Terminaron de comer en buena armonía, y justo cuando se despedían apareció Cristina con la niña, ambas hermanas se detuvieron para saludarla. A ninguna de las dos les paso tampoco desapercibida el modo en que esta miraba a Eloy o la “familiaridad” de trato entre ambos, mayor aun de la que recordaban que hubiese anteriormente entre los dos. El que él se pusiese a jugar con la niña no les extraño en lo más mínimo, eran más que consciente de cómo había querido este tenerlos y de qué modo había discutido con su hermana “Marisa” sobre ello, pues era ella quien no deseaba hijos por el momento… Solo con verle con la niña, ambas fueron conscientes del arma tan poderosa que Cristina tenía en sus manos para atraerle hacia ella, independientemente de quien fuese el padre. Sabían que a Eloy eso no podía importarle menos en este caso, ya que de “gustarle” la madre, conocería perfectamente la situación y lo que llevaría aparejado para él. Además, adoraba a los niños y ambas sabían que sería todo un padrazo cuando los tuviese, no podían dejar de ver como esa mujer estaba claramente colgada con su ex cuñado y el modo en que parecía estar usando a la niña para “acercarlo”.

Del mismo modo en que Blanca y Carol notaron la situación que tenía Eloy en la oficina, también Cristina fue consciente de ella a los pocos minutos de entrar, pese a que la niña en este caso, fue quien atrajo toda la atención y durante esos minutos que estuvo allí, él paso a un segundo plano para todo el mundo. Incluso varios de los jefes salieron a saludarla y como no, a hacerle carantoñas a su hija. Ella en teoría no suponía ningún peligro para los “halcones”, quienes no pasaron desapercibidas para ella ni por un solo instante. Y aunque Cristina si tenía una idea muy clara de quienes podían estar en esos momentos tratando de conquistar a Eloy, se llevó dos desagradables sorpresas.

La primera fue que había subestimado el número de ellas, había más de las que pensó inicialmente. La segunda, que además para ella era la más grave, era que Yaiza contra lo que pensara inicialmente de que tratase de engatusarlo despacito, en realidad observo que también iba a degüello a por él y no parecía dispuesta a estar perdiendo mucho el tiempo, estaba claro que había dejado las sutilezas a un lado. Como su secretaria estaba colocada en la posición perfecta para cerrarles el paso a las demás, y para tener por su parte las mejores opciones, sin mencionar que era quien le acompañaría en los viajes a solas con él. No es que fuese algo que no supiese, incluso ya le había advertido a Eloy sobre ella, el problema es que no se esperaba que fuese tan descarada o tan a cuchillo. Creía que por lo que vio ella misma cuando estuvieron trabajando juntas o por lo que le dijo Eloy sobre ella, que trataría de ser más discreta que lo que estaba observando. Era consciente de que Yaiza tenía el físico perfecto como para poder volver loco a cualquier hombre por ella, solo esperaba que lo usase contra él sin cabeza, porque en ese caso el patinazo, se convertiría en una gran desventaja para ella. De hecho, metafóricamente hablando, aprovecho la visita para dejar caer como de pasada un par de “cascaras de plátano” ante los pies de Yaiza.

La primera cascara que le plantó bajo los pies a la canaria, fue fácil de conseguir, lograr que Eloy la llevase a casa con la niña, y para agradecérselo le dio un piquito de “amiga” en los labios, pero de modo que Yaiza lo viese y no le pareciese algo tan inocente, que viese en ello “peligro”. La segunda cascara fue soltar como el que no quiere la cosa, que se estaba planteando regresar como secretaria de Eloy, aunque con una pequeña reducción de horas, y cuando tuviesen que viajar, dejar la niña con su madre, que estaba según ella, encantada con la idea. Básicamente lo que hizo fue ponerle a Yaiza en los morros, que si quería algo con Eloy, se le estaba terminando el tiempo… porque si Cristina regresaba como su secretaria, ella únicamente sería una más, y quien mejor posición tendría, seria precisamente quien ya estaba más cerca de él, además de contar con la ayuda de la niña, que por otro lado dejo muy claro también ante Yaiza, que le tenía como hechizado.

Eloy la dejó en su casa, no quiso subir con ella, le agradeció la invitación, pero le dijo que no, pues al día siguiente también tenía que madrugar. Cristina directamente y mirándole a los ojos le invito a quedarse por la noche a dormir …

  • ¿Solo a dormir, seguro? –preguntó divertido.
  • No, primero por supuesto a cenar con las dos, no pensaras que te voy a dejar con hambre… -le sonrió con dulzura.
  • Bueno, eso ya está mejor, si me invitas también a cenar, quizá me lo piense…
  • Lo que no te aseguro es lo que quiera de postre después de cenar… -insinuó Cristina sonriéndole maliciosa.
  • ¿Debo de preocuparme?
  • Si me dejas satisfecha no, pero si no me das la talla… bueno… me pensaría que hacer contigo…
  • Jajajajajajaja, que jodía que eres, muy graciosa… jajajajajaja –se estuvo riendo hasta que vio la cara seria de Cristina.
  • ¿De verdad crees que estoy de broma?
  • Empiezo a pensar que no… -replico serio.
  • Pues tendrías razón, no estoy de broma para nada, quiero que te quedes conmigo esta noche, que me hagas el amor y mañana te vayas a trabajar desde aquí…
  • Mira Cris, de verdad que me halagas, pero… -le hizo callar con un gesto.
  • No, no te estoy halagando, te estoy diciendo la verdad, estoy enamorada de ti, te guste o no, y tengo claro que cuando pase el periodo de mi baja, pienso regresar a tu lado si me aceptas… Ten claro que luchare por ti contra quien sea, estas libre, y ten muy claro que se te van a tirar encima como lobas… no tienes más que mirar en el trabajo como están casi todas las que están sin compromiso… y alguna que no…
  • Eso no me preocupa, Yaiza es un buen escudo…
  • No me vaciles, ¿quieres?, sé que te has tenido que dar cuenta de que ella es una loba más, y de las agresivas, créeme que tendrás problemas como no la cortes pronto…
  • Exageras Cris, no niego que le interese, pero ella a mí no, y pese a que tienes razón en que esta tras de mí, te aseguro que no “corro peligro”.
  • Eso ya me lo dirás, dale tiempo al tiempo… Entiendo que ahora mismo no estés predispuesto a tomar ninguna decisión sobre tu futuro sentimental, pues ni siquiera has firmado todavía tu divorcio, no te presionare con esto.
  • No te entiendo Cris, y entonces, si es como dices, ¿esto a que ha venido?
  • Pues únicamente a ponerte las cosas claras y mis cartas sobre la mesa una vez más. No tengo ni ganas ni tiempo para jugar contigo al te conquisto, no te conquisto y desojar la margarita con ello. Tengo una hija que es mi máxima prioridad en estos instantes… Te quiero Eloy, eso tenlo muy claro, pero no a costa de ceder tiempo con mi hija para tratar de ligar contigo… Eso es algo que las demás podrán hacer, pero yo lamentablemente no… mi mejor arma contigo es este, serte sincera, aunque me perjudique por ser tan clara… -lo que no le dijo, es que también sabía que esa sinceridad descarnada, era uno de los puntos más fuertes para conquistarle y que ya emplease Marisa anteriormente, como el mismo le había “confesado” entrelineas en una de sus charlas sobre su “increíble” esposa.
  • Si, lo entiendo… Cris, lo siento, pero no me puedo quedar, como dije, mañana trabajo, sino créeme que no me importaría en absoluto, y no, no te perjudica en absoluto, es algo que sabes perfectamente.
  • Bien, entonces perfecto, te espero el viernes para cenar…
  • Cris…
  • Nada de Cris, el sábado no trabajas, quiero que vengas a cenar, te prometo que si después te quieres marchar, te dejare irte…
  • Seguro, ¿no me intentaras convencer de quedarme a dormir?
  • No, para nada, si te tengo que convencer de algo, es de que te quedes por la noche conmigo para follar, el dormir… bueno, como al día siguiente es sábado, es algo accesorio… -replico maliciosa.
  • No se… -se la quedó mirando fijamente.
  • Ten claro lo que te he dicho, si te quedas, tratare de que me folles bien follada, como en la casa de invitados de mis padres… No pienses que se me han olvidado esas noches… aun me excito al recordarlas…
  • Está bien –accedió-, el viernes vendré a cenar, y luego ya veremos que más ocurre…
  • Que me vas a follar… eso va a ocurrir… te lo garantizo… -le guiño un ojo.
  • Veremos si lo consigues… -la desafío.
  • Lo veras cariño, créeme que lo veras… -sonrió de forma lasciva.

Cristina se quedó mirando con una sonrisa en los labios como Eloy se alejaba en su coche. Era más que consciente por conocerle bien, que el tratar de que se quedara esa noche con las probables consecuencias entre ellos de hacerlo, teniendo que trabajar al día siguiente, era una batalla perdida de antemano. Pero de eso mismo se trataba, le conocía bien, la niña le encantaba, ella le gustaba y sabía que en cierto modo a forma de compensación por la negativa, si era posible conseguir que aceptase hacerlo el fin de semana. Al final se había salido con la suya, puesto que como preveía aceptó cenar con ella el viernes, y ya se encargaría cuando llegase el momento de que la visita a su casa se extendiese hasta el domingo, además, confiaba plenamente en Yaiza para que le echase una mano con Eloy en estos días que aún quedaban para el fin de semana. Sin embargo, al día siguiente, todos los planes de Cristina se fueron al traste cuando la empresa mandó a Eloy a ver a un cliente al sur, y con el peligro evidente de que Yaiza seria quien le acompañase como secretaria suya que era…

Además resulto ser peor de lo que inicialmente pensara. Cuando supo por su propia madre a donde iba a ir Eloy, pues él no se lo especifico, estuvo a punto de liarse a romper todo lo que se encontraba a su alcance presa de la rabia que la invadía. El motivo de este “viaje” tenía tela, aunque dentro de lo malo que era esto para sus “perfectos planes”, sí que hubo algo bueno…, y fue que su hermana Laura podría estar al quite de la que le acababa de liar, aunque inadvertidamente, su propio padre por ir hablando de más… Este trabajo tan inoportuno había colocado a Eloy al alcance de Yaiza, ya que estarían “solos” durante varios días, y por lo que este la dijo cuándo se despidió de ella, no tenía claro aún por la pinta de lo que le habían informado sobre el trabajo cuantos serian…

CONTINUARA