Eloy y Marisa - 1

Todos los infieles piensan que nunca le sorprenderán, pero la realidad es que existe un alto porcentaje de ellos que son descubiertos. Después, cuando todo se hunde a su alrededor vienen los arrepentimientos, los lloros y las lamentaciones

Eloy y Marisa - 1

Se encontraba tumbada sobre la cama, bocabajo, con su culito en popa, con una pequeña almohada bajo sus caderas para mejorar la penetración y el hombre sobre ella, con su polla en el interior de su coño, martilleándola como si fuese un pistón, de forma rítmica, profunda, rápida y constante, llevándola tan pronto al cielo como al infierno del placer. Se aferraba con sus manos al borde del colchón mientras soportaba gimiendo el gozo que le proporcionaban las embestidas de su amante, este se aferraba a la parte superior del cabecero de la cama, ayudándose de ese modo para intensificar sus movimientos, para aumentar la potencia de sus embestidas.

Al final, tras casi diez minutos por fin sintió como el cuerpo que se encontraba sobre ella se tensaba, y como desde su propio sexo empezaba a subir a su cerebro un latigazo, como su propio cuerpo pareció estallar en multitud de sensaciones placenteras, todas a la vez, mientras el hombre estallaba en su interior. Sintió perfectamente los espasmódicos movimientos del miembro del hombre dentro de ella al correrse en el preservativo, quedando ambos deshechos y jadeantes uno sobre el otro, a los pocos segundos el hombre rodó de costado para liberar a la mujer de su peso.

Solo diez minutos después Marisa se encontraba en la ducha, pensando en esa noche que acababa de vivir, se le había hecho más tarde de lo normal, pero no le importó, ya que Eloy, su marido, estaba de viaje y en esos instantes, debía de estar metido en un avión con rumbo a Barcelona, o incluso quizá, aun en el propio aeropuerto esperando para despegar, según si el avión llevase o no retraso. Cuando ella salió entró Alejandro en el servicio, se fue vistiendo mientras pensaba en lo bien que al final había terminado la tarde visto lo mal que empezó, y todo como de costumbre, por culpa de los estúpidos jueguecitos de su amante, a quien no le parecía terminar de entrar en la cabeza que la única regla que le impuso cuando empezaron a acostarse no era negociable, ni admitía estupideces al respecto.

Se estaba terminando de vestir cuando recordó el origen del problema que habían tenido, Alejandro se encontraba tras ella, que estaba sobre la cama a cuatro patas, lista para que se la follase, con ganas de recibir la polla de su amante, cuando el muy gilipollas mientras se la empezaba a meter le mostro ante su cara su propio teléfono móvil, y lo que vio en la pantalla la dejo fría al instante. En ella aparecía el contacto de su marido en la agenda del teléfono, y lo que era aún peor, vio que su número estaba siendo marcado, el móvil estaba realizando la llamada. Alejandro entonces le dijo al oído que quería que su "puta" le hablase al cornudo mientras se la follaba hasta sacársela por la boca... En ese mismo instante casi se termina todo entre ambos.

Como pudo cortó la llamada de inmediato quitándose a su amante de encima de muy malos modos, golpeándole incluso con fuerza, pero por suerte el teléfono de Eloy pareció comunicar o estar fuera de cobertura, supuso que era porque ya estaría la zona de embarque con el apagado, o incluso quizá en el avión a la espera de poder despegar. Incluso quizá ya en vuelo, puesto que había dos según le dijo, y no sabía cuál cogería exactamente. Se volvió como una fiera contra Alejandro, aclarándole de nuevo la situación, con su marido tonterías ni la más mínima, le dejo muy claro que una nueva estupidez refiriéndose a él, y aquello se terminaría en ese mismo instante.

Le puede parecer hipócrita a cualquiera, pero Marisa quería a Eloy por encima de todas las cosas, incluso engañándole como estaba haciéndolo. Tenían problemas, si, pero aun con ellos y todo, sabía que era el hombre de su vida, aunque también era cierto que la tenía totalmente desatendida en el terreno sexual, que no en el afectivo, y lo peor de todo es que esa falta de atención no era precisamente por algo por lo que pudiese culpársele a él o de la que en cierto modo, pudiese hacérsele responsable.

Por eso precisamente se mostraba así, ya se sentía ella bastante mal cuando le miraba o este le hacia algún gesto cariñoso por estar poniéndole los cuernos, follando con otro como si fuese una furcia barata, como para permitir a nadie que tratase de humillarlo ante ella por eso. Cuando Alejandro termino de ducharse y vestirse, ambos abandonaron el hotel, Marisa le llevo hasta un par de calles de distancia de su casa para evitar que su mujer le viese llegar en tan buena compañía y a esas horas de la noche. Marisa antes de arrancar, no pudo evitar volver a decírselo una vez más...

  • Alejandro
  • Si tesoro...
  • Recuerda lo que te he dicho, una más de tus gracias con mi marido, y esto se terminara en el mismo momento en que la escuche, no habrá mas avisos que este.
  • Está bien, pero sinceramente, no te entiendo... estas engañándole conmigo y... -le cortó tajante.
  • Eso no es asunto tuyo, tú limítate a disfrutar follando conmigo, mi vida y mis asuntos personales solo me incumben a mí, ¿está claro? –preguntó muy, pero que muy seria.
  • Si, del todo... –asintió mirándola.
  • Bien, eso espero…
  • Chao... -se despidió Alejandro, Marisa arrancó sin responderle.

Tan solo unas horas antes de todo esto narrado arriba, Eloy entraba en un elegante despacho del centro de la capital, donde al llegar a la mesa de la secretaria preguntó...

  • Esta el Sr. del Valle. ¿Por favor?
  • Si, ¿me puede decir su nombre por favor?
  • Por supuesto, dígale que quiere verle Eloy Cisneros -la secretaria descolgó, marcho y tras unos segundos de charla...
  • Pase por favor, el Sr. del Valle le recibiría ahora mismo.

Cuando entró en el despacho la secretaria cerró la puerta tras él, el abogado, Jorge del Valle se levantó raudo y se abrazó a su amigo Eloy, palmeándose ambos hombros, pues tanto ellos dos, como Bárbara la mujer de Jorge, eran amigos desde la infancia. Los dos se sentaron y estuvieron hablando durante un buen rato de cosas comunes y el pasado, no fue hasta una media hora después cuando entraron en materia...

  • Bueno, dime Jorge, hiciste lo que te pedí...
  • Si, lo hice, pero la verdad... no pensé que estuvieseis tan mal... –dijo Jorge meneando la cabeza.
  • Ya, el matrimonio perfecto, sí, yo también lo pensaba... antes, once años a la basura –sonrió con tristeza-. Entonces tienes lo que quiero, ¿no? –su gesto se transformó en uno de resolución.
  • Si aquí esta -saco de un cajón de su mesa tres carpetas-, la primera es la demanda de divorcio tal y como me has pedido que este redactada. Las otras dos son los acuerdos de separación de bienes que me pediste que te hiciese, en la contraportada de cada carpeta se especifica cuál de ellos es cada una. Repito que lo siento mucho, si Bárbara o yo podemos hacer algo, cualquier cosa...
  • No, os lo agradezco a ambos, pero no, esto tengo que afrontarlo yo solo... bueno, en realidad los dos...
  • Está bien, como quieras, si nos necesitas, ya sabes dónde estamos, y tranquilo, nadie sabrá nada por mí, ni siquiera Bárbara si así lo deseas, aunque ya veremos que tal nos va a ambos cuando se entere finalmente por ocultárselo, prepárate...
  • Tranquilo –sonrió al recordar el mal genio de Bárbara para según que cosas-, si quieres díselo, no hay problema, se enterara de un modo u otro, siempre lo ha hecho, y prefiero casi que sea porque tú mismo se lo hayas dicho sin escondérselo, así al menos podrás "apagar el incendio". Pero por favor, que no salga de vosotros, ¿vale? Y nada de nada, ya sabes la situación, el porqué de esto que voy a hacer…
  • De acuerdo, yo mismo se lo diré y le explicare todo... creo que sí que será lo mejor hacerlo de ese modo, si... Suerte...
  • Gracias, pero aquí ya no hay suerte que valga... como dijo Cesar… *Alea jacta est…

Tras esto Eloy metió las tres carpetas en su maletín, saludando y despidiéndose de su amigo. Esa tarde llego pronto a casa, tal y como ya presuponía, Marisa, su esposa, aún no había llegado. Eloy sabía de sobra el porqué, donde se encontraba en esos instantes y que era lo que estaba haciendo allí. Llevaba bastantes con todo esto, lo había sopesado y meditado mucho, sabia como debía de comportarse para evitar alterarse y que decir exactamente, seguramente incluso también tras tanto pensarlo tuviese una respuesta adecuada a cada posible pregunta o respuesta que ella le formulase. Desgraciadamente, no siempre los planes se cumplen como se preparan, pues Marisa se estaba retrasando en exceso. Esa tarde debería de estar volando desde primera hora, sin embargo por la mañana Jorge le llamó que ya estaban los documentos que le preparo listos, y ese desfase ahora lo notaba, ya que Marisa no sabía que estaría en casa esperándola, motivo por el que está ahora se demoraba más de la cuenta, cada vez quedaba menos tiempo, sabía que llegado una hora determinada, tendría que abortarlo todo hasta su regreso del viaje... y no quería dilatarlo ni un solo segundo más, pues todo aquello estaba minándolo poco a poco a nivel mental.

Cuando Marisa abrió la puerta de casa, entró, encendió la luz del salón sin mirar realmente y se asustó cuando giro la cabeza al ver una figura sentada en uno de los sofás, luego a los pocos segundos, tras recuperarse del "casi infarto" al no esperar que hubiese nadie en casa le reconoció. Fue entonces cuando respiro aliviada al ver que se trataba de su esposo, pero solo por un instante, por un par de segundos, ya que luego de ver quien era, comprendió que su marido en esos momentos debería de estar en un avión o en Barcelona. Ahora se encontraba con que en realidad estaba allí sentado, a oscuras, esperando claramente a que llegase, con la circunstancia además, de que no eran horas normales para eso, debería de haber estado en casa mucho tiempo antes y la cara de Eloy desde luego no era nada tranquilizadora, no porque pareciese preocupado, alterado, enfadado, enfurecido, o algo así, no, más bien era por todo lo contrario, porque su cara era... como de "póker", no mostraba emoción ninguna, nada de ningún tipo, solo quizá… frialdad.

Según esos pensamientos cruzaron por su mente se asustó, se puso algo pálida al pensar de donde venía en esos instantes y que él pudiese haber sospechado, que tan solo supiese realmente algo o que llevase quizá encima alguna prueba o viese algo en ella en esos momentos que la delatase ante él...

  • Que susto me has dado estando ahí sentado con la luz apagada, ¿qué haces aquí, no tenías vuelo esta tarde? -dijo visiblemente nerviosa y loca por salir de allí.
  • Pues creo que es obvio lo que hago, esperarte para hablar contigo, solo que pensaba que llegarías mucho antes… ya es muy tarde -su tono era completamente neutro, su rostro seguía también sin expresar emoción alguna excepto esa capa de frialdad de su mirada.
  • Si bueno, veras, es que hemos tenido una urgencia y... –respondió nerviosa hasta que Eloy la cortó seco.
  • Eso ahora no me interesa para nada. Por favor, siéntate en una silla y escúchame atentamente, porque esto solo lo diré una vez –Eloy habló con tono firme y neutro.
  • Si claro, pero dame unos minutos, voy a la habitación a refrescarme, ponerme cómoda y enseguida estoy contigo... –Marisa estaba loca por poder salir de allí, aunque solo fuese para poder pensar en que decir cuando le preguntase, en algo coherente y sobre todo cambiarse de ropa, como si por el hecho de tan solo llevarla ya quedase algún rastro de lo que había hecho con su amante en aquel hotel-.
  • No te hace falta, por tu pelo húmedo ya veo que te duchaste antes de venir, de modo, que siéntate ya, solo serán un par de minutos.
  • Vale, pero... -nuevamente Eloy le corto secó.
  • No quiero tener que volver a repetírtelo más veces, ¡siéntate!

Esta vez su voz fue fría, incluso glaciar, pero lo peor sus ojos, igual de fríos que su voz. Marisa no le había oído hablarle así nunca desde que estaban juntos, mucho menos esa mirada sobre ella, casi como un autómata se sentó, muy sorprendida y temerosa. Estaba muy asustada por la situación tan extraña, aterrada del posible motivo para algo así por parte de su esposo, recordando en todo momento de donde volvía realmente a casa, pensado a toda velocidad si habría cometido algún error o hecho algo que pudiese haberle hecho sospechar o incluso, lo más aterrador para ella, haberla descubierto...

  • Encima de la mesa tienes tres carpetas, a tu derecha hay dos de ellas, me son indiferentes una que otra, y a tu izquierda la otra, la última. En las dos de tu derecha hay sendos acuerdos matrimoniales de separación de bienes con fecha de hoy mismo, están redactados de modo que ambos salgamos de esto con el 50% de nuestras posesiones, con excepción hecha del apartamento del centro que yo tenía de soltero. Ese es mío y no hay discusión posible al respecto, ni entra en el reparto.
  • Pero que... -de nuevo la interrumpió.
  • Por favor, déjame terminar, porque el tiempo no me sobra precisamente, aún tengo que tomar un avión para Barcelona. Como te digo, en esas dos carpetas de la derecha hay sendos acuerdos, en uno esta casa es tuya, y en el otro es mía, la división en las cuentas y activos se ajustan en función de quien se queda con esta propiedad basándose en su valor económico de venta según su tasación a fecha de hoy, también tiene en cuenta el valor de los coches de cada uno por modelo y antigüedad de matriculación.
  • Pero… -Eloy no la dejó, siguió hablando él.
  • En la otra carpeta, en la de la izquierda, tienes una demanda de divorcio lista para ser ejecutada vendiéndolo todo y repartiendo en función de gastos e ingresos de cada uno, todo eso va perfectamente detallado y justificado. La demanda de divorcio solo está ya a falta de tu firma si aceptas, y entregarla en el juzgado, al ser de mutuo acuerdo sería muy rápida.
  • Pero que… -nuevamente Eloy la interrumpió al seguir hablando sin escucharla, por otra parte Marisa se sentía desbordada por todo esto. En esos instantes estaba bloqueada por lo que estaba diciéndole su esposo, “su Eloy”, era incapaz de pensar o procesar el significado real de todo lo que este estaba diciéndole.
  • Si no aceptas nada de esto que te ofrezco, planteare el divorcio por mi cuenta de todos modos mañana mismo. Pero en ese caso lo hare sin miramientos, en otras palabras, te pienso pelear de verdad cada céntimo con la intención de quedarme con todo, aunque ello suponga el tener que dejarte en la más absoluta miseria o tener que destrozar para ello tu reputación, tu carrera e incluso tu vida, porque ya te digo que no me pienso contener en absoluto contigo, si es necesario voy a ir a destrozarte.
  • Pero... pero... qué coño te crees que estás diciendo, como broma ya ha ido demasiado lejos... –Marisa se levantó de un salto enfurecida pero muy pálida, aterrada de la razón por la que Eloy le hubiese presentado todo aquello, aun sin ser capaz de admitirlo.
  • No hay peros que valgan y desde luego no es ninguna broma... Si eres inteligente firmaras la separación de bienes que más te convenga, seguiremos siendo un matrimonio perfecto de puertas para afuera, y tu madre no se enterara de nada de esto. Así podrá irse a la tumba viendo a todas sus hijas contentas y felices, siendo todas vosotras unas excelentes mujeres. Esto lo hago únicamente por ella, le debo mucho a nivel personal y como ya sabes, desgraciadamente su oncólogo no le dio más allá de un año y algo de vida, tiempo del que desgraciadamente ya no queda mucho.
  • Pero… -Eloy continuo, sin permitirle hablar.
  • Dada la situación, es un espacio corto de tiempo que creo que pueda soportar estar junto a ti. Si lo rechazas y no me aceptas ni siquiera ese acuerdo de divorcio tan favorable para lo que de verdad te mereces, presentaría la demanda por mi cuenta llevándola hasta el último extremo. Aunque por supuesto, si optas por el divorcio, en cualquiera de ambos casos hablare con ella para que conozca los motivos que me obligan a ello, lo que tienes que tener claro es que yo no quedare como el malo ante nadie de tu familia, les presentare todas las pruebas que poseo de tus encuentros con tu amante los Lunes y Jueves desde hace un tiempo, hecho más que evidente de que sostienes una relación paralela, hecho claro también de que este matrimonio para ti no significa nada... -la cara de Marisa se tornó lívida, incluso un cadáver hubiese tenido más color.
  • No sé de qué hablas, yo no... –la silencio en su negativa con un simple gesto mientras miraba la pantalla de su teléfono móvil.
  • Tú ahora mismo llegas tarde porque te has quedado más tiempo de la cuenta con tu amante. Habéis estado en la habitación 3 del hotel Villa* que por cierto hoy te tocaba pagar a ti... -movió el dedo sobre la pantalla del móvil-. Cogisteis la habitación a las tres y media de la tarde y la habéis dejado hace apenas unos cuarenta y cinco minutos, que dado la hora que es y el poco trafico existente, supongo que en parte el retraso en llegar hoy a casa no estando yo es porque habrás llevado a tu amante a su casa, ya que según mis datos tiene el coche en el taller... Como veras estoy informado de todo, de modo que no necesito nada de nada tuyo, y mucho menos excusas baratas... Ya tienes tus opciones, si eliges la separación de bienes viviremos juntos hasta que tu madre nos deje, ya te explicare las condiciones cuan... -Marisa le interrumpió con apenas un hilo de voz.
  • No, explícame ahora el que... -nuevamente fue interrumpida por Eloy.
  • Quiero que cuando el jueves que viene regrese de mi viaje tengas firmada una de esas carpetas, me da igual cual, si no hay ninguna daré orden de empezar los trámites de divorcio justificándolo como consecuencia de un adulterio y por supuesto en ese caso, haciéndolo público en nuestro circulo, para que quede bien claro el motivo... Ahora tengo que tomar un vuelo y el tiempo que disponía para hablar contigo lo agotaste con tu amante, es lo que hay, tómalo o déjalo, eso tu veras lo que te importa tu madre. Por cierto, que si quieres la casa, mientras viva aquí pagare la mitad de la letra como si estuviese en régimen de alquiler. Los documentos los ha hecho mi amigo Jorge, de modo que si no te fías, consulta al abogado que quieras sobre ello, paga su minuta y luego pásame a mí la factura, yo te daré el dinero, no quiero que te cueste ni un céntimo ya que ganas considerablemente menos que yo y ahora necesitaras hasta tu ultimo euro para poder vivir.

Tras decir esto cogiendo su maletín salió por la puerta dejando detrás de si a su, por el momento, aun esposa. Eloy se marchó pensando con tristeza y bastante resentimiento en todo lo ocurrido desde el último mes hasta la fecha. Realmente no había sospechado de ella ni por un solo segundo, todo lo descubrió del modo más estúpido que pueda uno imaginarse, por culpa de una tarjeta de débito y quizá de una cabezonería suya, de ser algo nostálgico con el inicio de su relación, fue como una especie de querer guardar algo de cuando empezaron los dos juntos, algo que paradójicamente también iba a ser la puntilla final de su matrimonio.

Por lo que más tarde averiguó una vez destapó lo que ocurria, las horas del hotel una vez las pagaba él, y otra Marisa, hacia cosa de algo más de un mes, en uno de los pagos de Marisa, esta uso la tarjeta equivocada. Puede que no se diese cuenta de cual uso para pagar por estar besándose con su amante, quizá las otras no le funcionaron o la confundió con otra muy similar en diseño que ambos también tenían, no se las llevó o lo que fuese, el motivo real no lo sabía y probablemente nunca lo haría. El caso es que sucediese lo que sucediese, fue una casualidad, algo realmente impensable el que para engañarle usase precisamente esa tarjeta, pero desafortunadamente para ella, esta se dio y clavó la tapa del ataúd de su matrimonio con ello.

Por algún motivo, algo, alguna situación extraña llevó a Marisa a usar aquella tarjeta, desafortunadamente para ella, esa tarjeta, aun siendo membretada a su nombre y parecer como si fuese una visa por su diseño muy parecido a otra que tenían ambos, en realidad, a la hora de pagar, era por defecto de débito y como tal se efectuó el pago. El patinazo final de Marisa fue no pensar o darse cuenta de que tarjeta usó, de que en la cuenta de respaldo de la misma, quien aparecía como titular era únicamente Eloy, ella solo era autorizada por lo que los datos de esta le iban siempre directos a él, ya que era la primera cuenta que tuvo aun antes de conocer a Marisa y con la que ambos empezaron a operar conjuntamente cuando se mudaron a vivir juntos. Por ello es que todos los movimientos iban directamente a manos de Eloy, contra el resto de sus tarjetas, cuyos recibos iban todos a ella.

En su momento se las apañaron con el banco para que les concediesen una tarjeta para cada uno pese a solo ser titular Eloy, y dado que las tarjetas de débito que tenían de esta no costaban dinero, por la cabezonería e incluso quizá, algo de romanticismo por parte de Eloy, ambos habían mantenido las suyas, aunque de adorno o como último recurso, ya que ninguno de los dos las usaba casi incluso desde antes de casarse, ocho años atrás. Actualmente, Eloy esa cuenta la tenía para meter en ella el dinero que iba ahorrando para sus pequeños caprichos o para comprarle alguno a Marisa, por lo que dicha factura le llegó a este junto con el resto de los movimientos del mes de la cuenta, que tenía más que controlados.

La triste ironía final para Eloy, es que en esa cuenta estaba ahorrando, privándose de bastantes cosas, para cuando su suegra falleciese, llevarse a su mujer a una especie de segunda luna de miel de ensueño, para ver de ayudarla a pasar el amargo trago. Una vez obtuvo una de las puntas del hilo de la madeja, no le costó mucho averiguarlo todo, cuando vio de que iba el asunto, unos cuantos cientos de euros bien distribuidos le sirvieron para conseguir todas las pruebas que necesitaba. Como dije, le resultaba amargamente irónico que parte de ese dinero que con tanto esfuerzo juntaba, hubiese servido para pagar el que otro se follase a su esposa y que además, en vez de para pagar un viaje de placer, fuese ahora a servir para finiquitar su matrimonio, pues de allí salió el dinero que uso para durante ese tiempo averiguar todo lo posible sobre lo que ocurria. Fue mucho tiempo, mucho rato en el que pudo pensar en su vida con Marisa y que solo logro empeorarlo todo aún muchísimo más en su mente al retroceder a hechos pasados de su esposa que nunca antes habían llamado su atención o le habían llevado a desconfiar de ella en absoluto dada la confianza que la tenía.

Marisa, en cuanto la puerta se cerró se sentó, dejándose caer en uno de los sofás mientras se llevaba las manos a la cara y se echaba a llorar amargamente. Por primera vez supó de firme, al instante de que este le dijese, de cómo le habló, el coste de su infidelidad, era consciente de que había perdido a Eloy para siempre, aun solo visto lo poco que le dijo, no tenía duda de que la había pillado y bien pillada. Llevaba más de tres meses acostándose con Alejandro, un compañero del trabajo, medico como ella, también casado y con dos hijos. Desde el principio sabía que no era una buena idea, que de hecho era pésima, pero no fue capaz de resistirse a los cantos de sirena de su compañero, a sus halagos, a sus mimos, a sus bromas y finalmente, a sus caricias…, a todo lo que Eloy no le daba en los últimos meses...

Pensó ingenuamente que era imposible que su marido se pudiese enterar, que no había forma de que eso sucediese, Eloy confiaba en ella ciegamente, la quería con locura y además no era su forma de ser de estar revisando las cosas de los demás, hasta para coger su móvil o su portátil siempre le pedía permiso antes, incluso si no estaba en casa la llamaba por teléfono al móvil para hacerlo... sabía que en ese sentido con su marido podía estar muy tranquila. Pero lo que ahora veía como el colmo de su estupidez, fue pensar que si por un milagro pasaba y lo averiguaba, que solo vería esa vez, que ocurriese lo que ocurriese conseguiría una oportunidad de él dado lo muchísimo que la amaba… Ahora, ya sabía lo que de verdad iba a pagar por ello y se maldecía incluso por su imbecilidad al haber podido pensar siquiera de aquel modo, conociendo a su esposo como le conocía, no entendía como podía haberse engañado así a si misma...

Marisa sabía que no tenía escapatoria ninguna de lo que había hecho. Podría argumentar que Eloy la tenía abandonada, y de hecho así era en verdad, un polvo cada quince, quizá veinte días o incluso más últimamente, ya que viajaba mucho también por su trabajo, especialmente los últimos ocho meses. Por ejemplo, curiosamente ya hacía más de un mes  y medio, quizá casi dos, que no la tocaba, cosa que hasta ese instante no le había importado puesto que tenía quien cubriese sus necesidades sexuales y estaba centrada en disfrutar de su aventura… Pero ahora, tras explotarle todo en la cara, no podía evitar preguntarse si ese mes de sequía no significaría que su marido lo sabía desde entonces y era incapaz de tocarla por eso. Incluso al tratar de hacer memoria, de conseguir sacar hasta lo más recóndito de esas fechas de su memoria, recordó como desaparecieron prácticamente hasta incluso poder asegurar de ser inexistentes, todas las pruebas de cariño de este hacia ella, además de no haber estado mucho tiempo juntos, ya que siempre tenía algo que hacer, siempre estaba fuera de casa con cualquier motivo…

Pero de eso solo se percataba ahora al pensar detenidamente y que entonces, enfocada en su amante, ni siquiera había notado. Pensó que muy posiblemente, en ese tiempo con ella, en ese mes, en realidad solo había estado evitándola como si tuviese la peste mientras estaba reuniendo pruebas en su contra, informándose de todo y que ese comportamiento que ahora detectaba, posiblemente viniese dado por sus "descubrimientos". No pudo evitar pensar como podía haber estado tan, tan ciega a las señales tan claras que Eloy mandaba. Conociéndolo, nunca pensó ni por un instante en que si la descubría fuese capaz de “tragar” hasta descubrir todo lo que había estado haciendo de verdad, pensó que nada más descubrirla explotaría en el acto permitiéndola de ese modo calmarlo, agarrarse a que solo era un error y conseguir que no la dejase pese a lo que tuviese que pagar por ello, pues era consciente de que pagar, tendría que pagar por haberlo hecho. Cada vez se sentía más estúpida por ese modo de pensar tan parco sobre su esposo, a cada momento se daba más cuenta, de que solo había visto lo que le convenía ver y no la realidad.

De todos modos, fuese como fuese, la excusa de que su marido había puesto su trabajo sobre ella y ya no le atendía le serviría con cualquiera menos con quienes de verdad importaban, con la familia y los amigos más cercanos, ellos sabían el motivo por el que Eloy trabajaba tanto como lo hacía… Esa escusa concreta, en lugar de justificarla, únicamente la hundiría aún más en toda la mierda en la que ya se sentía metida hasta el cuello. Por otra parte, ni siquiera ante ella le serviría, era cierto que de verdad la tenía abandonada por las circunstancias, pero todas ajenas a él, y para hacerlo más sangrante, todas eran por causa de ella o su familia.

El caso es que anteriormente, Eloy siempre había tratado de suplir esas pocas veces con la pasión, el morbo y la intensidad, habían follado más por ahí que en su propia casa, incluso el despacho de Eloy había sido testigo de innumerables polvos mientras este se suponía que estaba trabajando…, el propio parking del hospital en que trabajaba también había sido testigo mudo de muchos de esos encuentros…, él siempre encontraba un modo de sorprenderla y hacer que se excitase hasta el límite, de darle ese puntito de más que ella necesitaba…

Marisa no desconfiaba de las intenciones de Eloy con cualquiera de esos repartos, él era así, siempre muy generoso con su gente cercana incluso cuando no lo merecían, como ahora ella. Se fiaba de él, pero quería que alguien de confianza revisase esos papeles que le había dado para que firmara, no para comprobar si de verdad estaba todo dividido equitativamente, ella sabía de sobra que así seria, así como que también había dicho lo que pensaba hacer realmente con el divorcio de no acceder a ello por las buenas, y que sería despiadado del todo con ella si no aceptaba, entonces pagaría y no solo por su infidelidad. Eloy le repercutiría todo eso con enormes intereses, además de todo el dolor de su traición que hubiese sentido, mas todo el que le causase por ello a su propia madre... Lo que realmente pretendía, es que algún abogado de confianza lo revisase por si podía encontrar alguna falla que más adelante pudiese aprovechar, algo que les obligase a tratarse a los dos cara a cara sí o sí. La única persona de confianza que conocía, y además la más capacitada para encontrar lo que ella quería de existir, era su hermana pequeña, Blanca, una abogada que empezaba a despuntar en el mundillo y tenía fama de ser letal con sus adversarios.

Tan solo existía un problema con ello, la propia Blanca, Eloy era su cuñado favorito, el único cuñado oficial de hecho, pero era eso por muchos motivos de peso y le tenía casi, casi, en un Altar… No quería ni imaginarse lo que podría ocurrir si se llegase a enterar en esos momentos de lo que le había hecho, aunque sabía que antes o después, ya fuese ahora o cuando se muriese su madre, se enteraría de todos modos, pero pensaba que mejor luego que no en esos momentos en que lo último que necesitaba eran más frentes abiertos. De hecho, ese mismo problema que tenía con Blanca lo tenía también con su hermana mayor, Carolina, Carol como todos la conocían, un auténtico cerebrito, investigadora del Cern, y que por fortuna, en esos instantes se encontraba, Gracias a Dios, en Suiza trabajando, porque tenía un genio de mil diablos y era la última persona que le haría falta circulando ahora por allí. Y no dijéramos ya de su propia madre, que lo adoraba como si fuese uno más de sus hijos en lugar de su yerno… Era muy posible que de enterarse de todo en ese mismo instante, su propia familia fueran los primeros en ponerse en su contra… Lo peor es que realmente no podría culparlos, porque sabía que se merecía eso y mucho más…

Pero tras el primer bajón, tras el descalabro, en cuanto pudo reaccionar y volver poco a poco a meditar las cosas con calma, Marisa supo que pasase lo que pasase, no quería dejarle marchar, de ninguna de las maneras pensaba permitir que la dejase y que otra, antes o despues, se lo llevase de su lado… Por duro que pudiese sonar, era consciente que solo tendría hasta la muerte de su madre para intentar reconquistarle, cosa harto difícil, más que difícil, casi se podría decir que eso sería realizar una esfuerzo titánico con muy pocas posibilidades de retornar a lo que tenían… Desde luego era consciente y coherente con la situación, ya que lo primero que tenía claro es que en esos momentos, la mejor opción para ella por dolorosa que fuese era dejarle espacio y no acosarlo o agobiarlo pues solo iría contra ella por lo dolorido que debía de estar por su traición. Marisa era consciente de como esto debía de haberle destrozado por dentro a su marido, pese a lo que pudiese parecer por lo poco que exteriorizara.

Al día siguiente nada más llegar al trabajo, lo primero que hizo fue buscar a su amante con la intención de dejarlo, por cierto que eso de encontrarlo resulto ser una cosa nada difícil, puesto que también él fue a buscarla según llegó. Cuando se reunieron Marisa le condujo a una habitación almacén donde estar solos, a su amante le faltó tiempo para lanzarse sobre ella con ganas de besarla, parecía un pulpo, cerrar la puerta y ya tener una mano del hombre sobre un pecho, la otra sobre el culo y sus labios enterrados en su cuello. Marisa le cortó las ganas y hasta la respiración con tan solo cinco palabras...

  • Mi marido lo sabe todo... -tras ello se hizo el más absoluto silencio, deteniéndose Alejandro en seco y apartándose de ella al instante.
  • ¿Cómo que lo sabe todo? -pregunto pálido, sin enterarse para nada de la segunda parte, totalmente concentrado en las cinco primeras palabras.
  • Que sabe que tengo un amante...
  • Pero... -tragó saliva-, ¿sabe que soy yo?
  • ¿Seguro...? No, no lo sé seguro –dijo, luego en en tono ironico-, pero ya que tiene que llevar un tiempo vigilándome…, puesto que me ha dicho tanto el hotel como los días en los que vamos los dos…, y que también que conoce los que pagamos cada uno de nosotros…, dime Alejandro, ¿tú que crees, que lo sabe o que no?
  • Joder, joder, joder... -se llevó las manos al a cabeza-. Pero no vendrá aquí a montar ningún numerito, ¿verdad?, no le abras dado mis datos exactos si no los tenía... -se le veía asustado.
  • Ojala hubiese podido hacerlo, créeme que me habría encantado poder llegar a tener esa oportunidad, pero no ha querido hablar conmigo ni que le diese explicación ninguna, no me ha dejado abrir la boca…, de modo que como comprenderás no le he dado dato ninguno de nada, ni de nadie…
  • Si bueno, claro. Veras Marisa, espero sinceramente que lo arregles con él del mejor modo, pero dime, ¿te ha dicho algo de qué pruebas tenía? ¿son muy buenas? ¿no podriamos negarlas?

Por las preguntas que Alejandro le hizo, esas y otras varias muy numerosas sobre la reacción de Eloy, Marisa tuvo de lo más claro varias cosas, primero que su aventura estaba finiquitada sin necesidad siquiera de que ella dijese nada más al respecto. Después, que lo que de verdad le daba miedo a Alejandro, es que alguien, y ese alguien tenía un nombre muy específico aunque no lo nombrase, le fuese a contar algo a su mujer, de hecho, estuvo especialmente intenso con las preguntas sobre las pruebas que Eloy pudiese haber conseguido y como de comprometedoras podían ser. Él no va más para Marisa llegó cuando Alejandro le dijo que en las presentes circunstancias y para no agravar mas su situación, lo mejor desde ese momento sería tratar de evitarse los dos desde ya, siempre claro, "muy preocupado" por el bien de ella y de su matrimonio con el fin de no “comprometerla” mas, para así ayudarla a tratar de “salvarlo”.

Cuando le vio irse del almacenillo a toda velocidad, Marisa no pudo evitar sonreír con tristeza, aun mas de la que ya sentía, por eso, por liarse con ese gilipollas cobarde probablemente había perdido a su marido, y lo peor era saber que la culpa era únicamente suya por no decir "no" categóricamente la primera vez que se le arrimo dejando claras sus intenciones y lo que quería, más aun cuando le conocía de sobra de que pie cojeaba con las mujeres. Pero… en lugar de ello se dejó querer hasta que dio el paso de más acostándose con él, y después terminar de cavar su propia fosa aceptando convertirse en su amante, lo que ahora le había llevado hasta esa situación. Maldijo con lágrimas en los ojos el puñetero día en que lo hizo… el nefasto momento en que cedió a su propio placer sin pensar en nada mas…

Esa misma tarde, Marisa quedó con Blanca en casa de esta, le mostró únicamente las copias de las dos carpetas de la separación de bienes que le había dejado Eloy para que firmase. Luego le pidió que por favor las revisase y que le dijes cual creía que sería la más conveniente para ella de las dos. Cuando Blanca les echó un vistazo, aun únicamente viéndolas por encima, se sorprendió mucho ante lo que eran y obviamente, le preguntó...

  • ¿Y esto? Oye Marisa, esto son dos típicos acuerdos prenupciales de separación de bienes, solo que adaptados para que ya que estáis casados, sean válidos y de ese modo pasar de matrimonio de gananciales a una separación de bienes de facto y casi instantánea nada más firmarse por parte de ambos.
  • Si, lo sé, ya se lo que es, por eso quiero que me lo mires... quiero saber si está bien hecho o no y que me aconsejarías tu modificar -dijo dando a entender que era cosa suya.
  • Oye, que esto es muy serio, y no entiendo a qué viene, máxime entre vosotros dos, que si no lo sois aun, poco os faltara ya para ser la pareja perfecta, si dais hasta asco muchas veces de como os queréis... –dijo Blanca con algo de sorna, haciendo que Marisa se pusiese levemente pálida al recordar su “error”.
  • Si bueno, lo sé, solo quiero saber cuál de los dos es el que debería de presentarle a Eloy, es como una especie de regalo para él -dijo serena pese a todo-, me gustaría que lo tuvieses para el jueves, avísame para que pase a recogerlo.
  • De acuerdo, lo mirare luego en un momento, pero no entiendo porque haces esto, de verdad que no te comprendo a que viene esto. ¿Es que ha ocurrido algo?
  • No, no ha pasado nada –sonrió haciendo de tripas corazón-, es solo que quiero que el matrimonio no sea en gananciales, el gana mucho más que yo, nos ha ayudado muchísimo ya lo sabes, pero si el día de mañana ocurre algo, prefiero estar así, ya que no quiero aprovecharme...
  • Eso es una tontería, y ten por seguro que si le das eso a Eloy te va montar un cristo de cuidado... ¡¡¡Joder Marisa recapacita por favor, que se va a cabrear!!!
  • Lo sé, pero por eso no te preocupes, es cosa mía. Venga por favor, míralo y dime cual sería el que debería de presentar para que este lo más equilibrado posible.
  • Muy bien... -suspiro Blanca-, lo revisare y ya te diré algo al respecto, pero por favor, piénsatelo bien, que no le va a gustar nada, que va a montarte una de padre y muy señor mío como se lo presentes… ¡¡piénsalo joder…!! ¿vale?
  • Si, perfectamente, y no te preocupes hermanita... lo tendré en cuenta…
  • Si tú lo dices -dijo dubitativa.

Tras esto Marisa había capeado la primera tapa del temporal, el que su hermana revisase los documentos, para ello preparó unas copias “modificadas”, ya que los originales estaban firmados por Eloy y hubiese sido tanto como provocar que su hermana fuese de inmediato a hablar con él en cuanto viese su firma en ellos. Según lo que sabía de antemano, ya que Eloy el viaje lo tenía programado desde hacía más de una semana, el regreso lo tenía para el mismo jueves por la tarde. Pensó en ir a buscarlo al aeropuerto, pero desistió de ello, sabía que eso solo le perjudicaría ante él pues no lo había hecho nunca sin que él se lo pidiese, y conociéndolo solo seria peor.

El miércoles a última hora ya no sabía muy bien que hacer, ya que Eloy no había contestado a ninguno de sus mensajes, Whatssap, correos electrónicos o llamadas, cosa que nunca antes había ocurrido. De hecho, Eloy era de esos que avisaban al llegar al hotel, que siempre encontraba sus veinte minutos diarios para poder atenderla por muy liado que estuviese, incluso si por diferencia horaria estaba en esos momentos en una reunión, siempre se hacía un hueco para poder hablar con ella antes de que se acostase e interesarse por cómo le había ido… Desde que se marchó, el silencio era absoluto, de hecho estaba íntimamente convencida de que si sabía en qué ciudad y en que hotel estaba, el teléfono del mismo e incluso la misma habitación donde se alojaba, era porque ese viaje llevaba programado más de un mes y medio antes… Eloy siempre le aportaba todos los datos habidos y por haber para que pudiese localizarle donde y cuando fuese si ocurría algo…

Lo cierto y aunque alguien pueda pensar que no por lo sucedido, Marisa amaba profundamente a Eloy, de hecho siempre había estado segurísima de que era el hombre de su vida, y por eso fue como fue a por él tras conocerle, completamente de frente y a degüello, sorprendiendo a propios y extraños por ello. Sin embargo, como en tantos otros casos, solo ahora, fue cuando realmente se dio cuenta de hasta qué punto era valioso para ella, para su vida y de cómo le quería en realidad. Se maldijo a sí misma una y mil veces por su estupidez, pero su silencio dejaba muy claro como estaba la situación, hasta qué punto él consideraba acabada su relación. También es cierto que tenía miedo, miedo de que se supiese lo que ocurria, que aprovechando la coyuntura alguna se pudiese interponer entre los dos y alejarlo de ella para siempre. En las presentes circunstancias y durante unos días cuanto menos, quizá más, era consciente que cualquier acción por su parte sería contraproducente, no podría interferir con nada que sucediese a su alrededor para no perjudicarse… y conocía como se vería a un hombre como Eloy si podía quedar libre, sabía que necesitaba tiempo desesperadamente para poder tratar de recuperarle.

Blanca, el miércoles por la noche llamó a su hermana para darle los documentos, según la dijo ya los había estudiado y quería quedar con ella, para dárselos en persona... El jueves a medio día, Marisa salió antes de trabajar, recogió los papeles que le entregó Blanca y escuchó con calma las explicaciones que esta le daba sobre las ventajas del que había elegido para que presentase, aun así le pidió encarecidamente que no lo hiciese, porque iba a tener la bronca del siglo con Eloy si le iba con una tontería semejante. Marisa la tranquilizo, a los pocos minutos se despidió de su hermana con muchas prisas, salió de allí corriendo y por eso, no vio la cara que puso Blanca al darle la espalda, esta entrecerró los ojos y dejo claro con su gesto, que todo aquello le parecía muy raro, excesivamente raro como para que no pasase algo.

Marisa estuvo preparando cena, dispuso de los platos que más gustaban a Eloy, concretamente esos a los que ella siempre más pegas ponía para hacerlos, que él los hiciese cuando cocinaba y por supuesto comérselos por no ser muy de su agrado. Se vistió también de modo adecuado, quería estar guapa, resaltar, pero sin ponerse nada estridente o “ligero” que le pudiese recordar aun mas lo que ocurrió entre ella y su compañero. Era plenamente consciente de que por eso él no iba a aflojar, que por ponerse guapa para él, por hacerle sus platos preferidos y que comía en escasas ocasiones no iba a arreglar lo ocurrido, que tampoco era el momento de hablar con él o de pedirle una oportunidad. Pero como se suele decir, por algún sitio se ha de empezar a dar el primer paso e intentar recuperar cuanto menos, la comunicación entre ambos más allá de conversaciones de las llamadas "legales"... aunque solo fuese el poder hablar los dos del tiempo como se suele decir…

Por la tarde Marisa se mostró muy nerviosa, estaba vestida de punta en blanco para cuando apareciese, cosa que por cierto la superó por completo. Cuando Eloy la vio apenas reparó en ella, casi de podría decir que la ignoró olímpicamente... Cuando empezó a sacar la cena, Eloy con voz cortante le indico que no se molestase, que no pensaba quedarse ya que tenía otros planes. Tras eso le preguntó si ya tenía claro que opción quería tomar... Tras eso, rápidamente Marisa le tendió una carpeta a la que Eloy dio un rápido vistazo.

  • Bien, me encargare que sea tramitado, mañana mismo ingresare en tu cuenta personal la mitad de la hipoteca del mes que viene a modo de alquiler por vivir en tu casa... y daré orden de que todos nuestros bienes se repartan en función a esto.
  • No hace falta que lo hagas tan rápido. Aquí puedes estar todo el tiempo que quieras, por su puesto gratis, no te pienso cobrar nada... también es tu casa.
  • No te preocupes, ya está todo previsto, además, prefiero hacerlo de este modo, no quiero deberte nada de nada, y no, esta no es mi casa en absoluto, aquí ya no hay nada que me ate a ella. Y ahora si me disculpas, debo de marcharme.

Marisa aguanto el tipo hasta el momento en que Eloy desapareció por la puerta, sintió que el corazón se le iba a desgarrar, que moriría del dolor que sentía en esos instantes, nunca en su vida en común le había tratado Eloy de semejante manera, tan frio, tan distante y tan impersonal como en esas cortas palabras. Fue muy consciente de todo el largo camino que le quedaba por recorrer si de verdad le quería recobrar y que todo fuese como era antes de que cometiese la estupidez que les había llevado a esto.

Instantes después sonó el timbre, Marisa nerviosa porque todo iba mal, abrió la puerta para ir a encontrase de bruces con Blanca, que entró tras darle como de costumbre un besito en la mejilla... Cuando llegó hasta el salón, viendo lo que allí había preparado Marisa, se quedó paralizada por unos segundos. Cuando su hermana entró no pudo evitar preguntarla…

  • ¿Se puede saber qué pasa? –preguntó con un tono muy serio.
  • Nada, ¿qué va a pasar? –sonrió Marisa nerviosa, tratando desesperadamente de calmarse.
  • Pues mira, no lo sé, dímelo tú. Primero me presentas esos papeles para la separación de bienes entre vosotros dos, luego preparas esto para cenar con Eloy, quien por lo que he visto, se ha marchado dejándote aquí plantada con la comida. ¿Estamos hablando de Eloy, recuerdas? Sabes que no le haría algo así a alguien, no cuando se ve que han puesto tanto esfuerzo, y de lo que desde luego sí que estoy completamente segura al cien por cien, es que esto –señalo la mesa puesta-, desde luego, a ti, jamás.
  • No ocurre nada, de verdad, tan solo que se ha tenido que marchar porque le ha surgido un problema de ultimísima hora, solo ha pasado por aquí para recoger muda limpia y avisarme en persona, no ha podido evitarlo, se ha enterado en el taxi que le traía. Supongo que echaba de menos ver a su mujercita y por eso vino de todos modos aunque no hacía falta, Y tranquila, se ha disculpado, me ha pedido perdón y prometido que me resarciría de otro modo… más interesante… –soltó una risita que intento sonar a maliciosa, pero que a Blanca solo le sonó a forzada.
  • Está bien, lo que tú digas. Bueno hermanita, dime… ¿me invitas a cenar? –le pregunto mostrándole su mejor sonrisa aunque no creyéndola para nada.
  • Claro, ya está hecha, es para dos personas y yo tampoco he cenado… Venga, ayúdame a terminar de ponerlo todo.

Marisa en realidad no tenía las menores ganas de cenar, ni con Blanca, ni con nadie, pero conocía bien a su hermana pequeña, estaba claro que no había quedado nada convencida con sus explicaciones aunque aparentase habérselas creído. El negarse a cenar con ella, o simplemente no cenar cuando era obvio que no lo había hecho aún, que estaba esperando a Eloy y que este se había marchado según ella misma, “por motivos laborales urgentes”… Bueno, ella solita se había pillado las manos, si quería que nadie se enterase de nada, o por lo menos, que no lo hiciesen de momento y tener tiempo de poder reaccionar ante su marido, debía de comportarse como siempre, aparentando ante todos una tranquilidad y una normalidad que no sentía en absoluto.

CONTINUARA

Alea Jacta est: Es una alocución latina que significa “la suerte está echada”. Es una expresión atribuida, por Suetonio, a Julio César en el momento que este cruzara el río Rubicón, límite entre Italia y la Galia Cisalpina, provincia que le había asignado el Senado romano, pues tras dar ese paso ya solo tenía la opción de vencer o morir.