Ellos las prefieren muertas

Poema en prosa sobre una obsesión.

Me gustan muy delgadas.

Me gustan esqueléticas, desnutridas, histéricas y a punto de morir. Damas siempre al borde del desmayo; bidimensionales y secas, me atraen, ¡sí! muy estrechas, candidatas a cesárea, contrarias al orden de lo natural. Últimas de una línea de putas que debieron morir en el parto, fruto de una evolución doméstica hacia la absoluta inutilidad. Mujeres plegables que puedan caber en una maleta, mascotas malcriadas en las que prima la aberración genética, la más cara es la menos apta para sobrevivir.

Manejables, transportables, eso sí, hacia un psiquiátrico o la mierda. A donde usted lo desee.

Agónicas como niños de África, estas bellezas suicidas con hambruna voluntaria sonríen sólo merced a una ortodoncia; de un cerebro a donde no llega el azúcar, con sus alientos de cadáver por acción de la cetosis; sus bocas de sabor a tumba. Ni la menta podría quitar el hedor a muerte de sus labios.

Prefiero chicas-fósil, chicas-momia. Tallas-cero, bichos-palo, enseñando sus maltrechos huesos lo máximo posible a diario, su anatomía artrópoda expuesta impúdicamente ante el observador. Reinas nacidas para posar descarnadas en los museos, misses de un millón de años.

Sacan al paleontólogo en mí.

Oh, lo frágil de un amor que puede caerse a pedazos al primer golpe de viento, al primer abrazo; disolverse entre tus dedos, unido solo por el pegamento del maquillaje. Apenas sólidas bajo el peso tiránico de sus pinturas, sus extensiones, sus implantes; mujeres mutantes de ojos tan grandes como sus propias cabezas, brillantes ante la visión de un bolso nuevo.

Marchitas por dentro, como la cáscara de una humanidad que fue.

Es lo más cerca que puedo estar de amar a la Segadora, de tocar sus manos pálidas, estas chicas de marfil y agua, de besos, coños insípidos. De arrebatos, caprichos, gritos y esa insoportable voz de pito, última pista de un disco que se acaba. No hay nada de hermoso en el graznido de un cisne. Imposible no amarlas cuando reposan inmóviles, silentes en las fotografías, como siempre debieron estar.

De camino al más allá, con su índice de masa corporal tan parecido a un ectoplasma.

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A lo largo de estos días, mientras intento terminar una serie y continuar los primeros capítulos de otra, nacen estas cosas que no van a ningún sitio pero que me apetece dejar por aquí. Poemillas, micro-relatos que iré pegando poco a poco, a la espera de que llegue la inspiración para mis proyectos principales :D

Un saludito, y COMENTAD si os apetece.