Ellos en el casino y nosotras... (5 experiencia)

mi esposo y Andres jugaban a la ruleta mientras Laura se dejaba seducir y me arrastraba a ser infiel una vez mas.

Cuando miré el reloj me quise morir, estaba atrasada casi una hora, Laura y Andrés vendrían a comer a casa y seguramente Gregorio estará furioso, como es su costumbre empezará a interrogarme para saber por que me atrasé, las últimas quince cuadras las hice corriendo y me felicité a mi misma por estar tan bien entrenada.

Ellos estaban en las parrillas, no vieron cuando llegué, fui recibida con la sonrisa cómplice de Laura que sin siquiera saludarme me dijo

¡hija de puta!, ¿con quien estuviste? -.

¿por qué debería estar con alguien? – le contesté tratando de recuperar el aire y disimular el nerviosismo que empezaba a disiparse.

¡si te vieras los labios!, ¡los tenés todos paspados o lo besaste mucho o se la estuviste chupando por un buen rato – me dijo mirándome fijamente a los ojos, esperando que le de la respuesta correcta.

¡bueno si!, estuve con un tipo que conocí la semana pasada -, le dije ansiosa con ganas de seguir contando mi nueva andanza.

¿te lo cogiste? -, preguntó Laura mas ansiosa por saber que yo por contar.

no, no hicimos a tiempo, hoy salimos por primera vez – le conté disculpándome por no darle la respuesta que la muy calentona esperaba.

¿y entonces? – volvió a preguntarme desahuciada.

entonces se la mamé un rato, cuando vi la hora que era, solamente atiné a hacerlo acabar -.

¿en la boca te acabo?, ¿te la tragaste?- me preguntó inocentemente,

¡decime boluda!, ¿vos que haces?, ¿la escupís?, no me hagas preguntas boludas – le conteste un poco harta,

¿la tenía grande?, me preguntó nuevamente con esa sonrisa que volvía a hacerla mi cómplice.

bien gruesa y sabrosa – le dije señalando uno de los chorizos que estaban en la bandeja esperando para ser llevados a la parrilla.

La entrada de mi esposo, hizo que la charla con mi amiga finalizara en ese momento, sin reprenderme por la tardanza me besó en los labios, me pidió que abriera una botella de vino y tomando la bandeja fue nuevamente hacia la parrilla, Laura me miraba sonriente y me dijo casi a las carcajadas.

¿ves?, tu marido también acaba de besarle la pija a tu amigo –

Aguantando para no lanzarme a reir como ella, salimos de la cocina para llevar el vino a nuestros hombres que nos esperaban con una grata sorpresa.

Andrés con una sonrisa de oreja a oreja no dio la novedad, incluso la misma Laura no estaba al tanto de la noticia, el había adquirido una casona en Mar del Plata, éramos los primeros y únicos en saberlo y que además quería que fuéramos los cuatro a pasar tres días del fin de semana siguiente; no hizo falta que lo diga dos veces, Mar del Plata me encanta y a mi marido también, de manera que ya estaba arreglado.

La semana pasó rapidísimo y con Laura hacíamos todo tipo de planes para esos tres días y cosa rara en nosotras no pensamos en tener alguna salidita extra nosotras solas, realmente queríamos disfrutar a nuestros esposos y pasar un fin de semana en familia.

Llegamos el viernes por la mañana y luego de instalarnos nos propusimos en ir a la playa a refrescarnos un poco, con Laura estábamos desesperadas por tomar un poco de sol y sobretodo yo quería poder sacarme la blancura que me caracteriza.

Me puse una tanga negra, comprada especialmente para la ocasión y con Gregorio casi desertamos cuando vio ese diminuto triangulo que apenas cubría mis vellos vaginales, me hizo girar y dando una exclamación acarició mis glúteos desnudos, pues la fina tirita de la parte trasera había desaparecido entre mis nalgas.

Mi marido estaba verdaderamente excitado, apoyaba su cuerpo contra el mío haciéndome sentir su erección, pensé en sacármelo de encima y no hacer esperar a nuestros amigos, pero al fin y al cabo estábamos todos en una segunda luna de miel, el horario no me importaba, giré sobre mi misma y abrace a mi esposo por el cuello, luego de besarlo apasionadamente, me agaché y sacando su verga dura, la chupe hasta hacerlo acabar, después de tragarme hasta la última gotita de semen me paré e hice que me prometiera que al regresar de la playa me daría mi merecido, me dio su respuesta afirmativa mirándome confundido, sin poder entender lo que le acaba de hacer.

Debí suponer que no sucedería eso, volvimos bastante tarde, claro, no era culpa de nadie, pero había una verdad y era que yo estaba caliente desde la mañana y me moría por tener sexo, nunca había deseado tanto a mi marido como ese día, pero al parecer debería esperar hasta altas horas de la madrugada, pues Andrés estaba planeando que fuéramos los cuatro al casino, Gregorio estaba apoyando la moción antes que nuestro amigo terminara de proponerla.

Bueno, no era una salida mas, nos llevarían a cenar y luego iríamos a jugar una fichas, Laura andaba con cara de traste, no le gustaba el juego y estaba tan o mas caliente que yo, se había hecho la idea de tener tres días de sexo y todavía su esposo no le había tocado un pelo.

Me puse un vestido blanco muy cortito, la idea era dejar mis muslos desnudos, mis piernas son lo mejor que tengo y me gusta mostrarlas, en la parte de atrás un escote sumamente pronunciado dejaba expuesta mi espalda hasta un poco mas debajo de mi cintura, la parte de adelante se pegaba caprichosamente contra mi cuerpo marcando a la perfección cada curva y haciendo resaltar notoriamente mis pezones, Gregorio no dejaba de sorprenderse conmigo y sus manos no desaprovechaban la oportunidad de toquetearme cada vez que pasaba cerca.

Lo provocaba a cada instante, me había maquillado y pintado mis ojos de tal manera que me daba cuenta que no me miraba como su esposa, sentía su mirada lasciva posarse sobre cada centímetro de mi cuerpo y eso me gustaba, me excitaba sentirme su puta y que sufriera con el deseo de poseerme y no poder lograrlo.

Dentro del casino, la cosa cambió, los dos tontos se enfrascaron en sus fichas, en lo que ganaban, lo que perdían, lo que recuperaban, como era su costumbre no dejaban de beber whisky sin prestarnos la menor intención; con Laura decidimos ir a caminar por el salón y no detuvimos en el bar a tomar un trago, ella pidió un cogñac y yo como siempre una copa de vino.

De repente un codazo de Laura me hizo derramar media copa, la miré ofuscada por su brusquedad, pero ella miraba hacia el final de la barra donde había dos tipos que bebían cerveza, entre mi amiga y uno de ellos había empezado un juego de coqueteo que me hacía pensar que estaba verdaderamente loca, pues nuestros maridos estaban en el mismo lugar y podría traer problemas; pero me di cuenta que sería en vano tratar de sacar a Laura de esa situación, las sonrisas entre ellos iban y venían descaradamente.

El barman colocó frente a nosotras otra copa de cogñac y una mas de vino, no me cabían dudas que eran ellos los que nos enviaban otra vuelta, levanté mis ojos y reparé que el otro había empezado a mirarme, la situación era bastante incomoda pero sería difícil zafar, pues mi amiga no estaba dispuesta a una retirada, por el contrario parecía dispuesta a seguir con el juego de seducción llevándome a mi a correr el mismo peligro que ella.

Me tomó de la mano y me dijo que la siguiera, yo no entendía nada y quise frenarla diciéndole que nuestros maridos nos buscarían pronto, me miró como sobrándome y con una sonrisa irónica me dijo que ellos no nos darían la menor bola hasta que nosotras los llamemos, desconcertada le seguí el juego, Laura me sacó a la calle y me pidió que caminara a su lado sin mirar atrás.

No habíamos llegado a la esquina que los dos tipos estaban a nuestro lado y comenzaron a hablarnos, no sabía como actuar, nunca había estado en una situación semejante, me volvía a sentir una adolescente que es seducida en la calle; Laura no perdía el tiempo y ya hablaba sin problemas con el tipo, yo, aunque sabía que tenía la obligación de acompañar a mi amiga en este affaire, trate de poner resistencia a entregarme tan fácil a la conversación, igualmente sería mi amiga la que minutos mas tarde iba a manejar la situación.

Laura y su amigo nos pidieron que esperáramos, ellos irían a buscar el auto del tipo que estaba estacionado en frente, yo me quedé charlando de cosas vanas con el compañero que me había tocado, el tipo era alto, de hombros anchos, tendría entre los cuarenta y siete y cincuenta años, cabello canoso, manos grandes, barriga prominente, no era precisamente el tipo de hombre que me atraía para tener una aventura y menos para correr el riesgo que corría por la simple calentura de mi amiga, pero había entrado en el baile y tendría que bailar.

El amigo de Laura se bajó del auto y le indicó al otro que manejara, ellos se pasaron atrás y dejaron los asientos delanteros para nosotros, miré sonriendo a mi compinche, adivinando que ya había arreglado todo, al menos ella tenía en claro que no perdería nada de tiempo en tranzar con el hombre.

Mi nuevo amigo puso un CD de Alejandro Lerner y comenzamos a hablar de música, de reojo veía movimientos poco convencionales en el asiento trasero pero no me animaba a girar la cabeza para no incomodarlos, mi compañero en cambio no cesaba de observar por el espejo retrovisor todo y cada detalle de lo que allá atrás sucedía, instintivamente y casi sin darme cuenta bajé mi mirada a su entrepierna y noté que estaba sumamente abultada, algo estaba sucediendo a nuestras espaldas para que el tipo se pusiera así, no aguanté la curiosidad y giré mi cabeza.

Sus bocas abiertas se estaban devorando una a otra, sus lenguas se retorcían y las manos del tipo se habían metido debajo de la falda de Laura, sus dedos habían corrido el triangulo de su tanguita y se habían deslizado hacia el interior de su hueco mojado, ella sostenía en su mano el falo totalmente parado, lo masturbaba con suavidad pero aferrando el tronco con fuerza.

Un escalofrío recorrió mi columna de punta a punta, sentí que empezaba a mojarme sin poder controlarlo, quería darme vueltas y no mirar mas, era lógico que los dejara hacer tranquilos sus cosas, pero me era imposible, la escena era tan excitante y maravillosa que no pude evitar una exclamación cuando vi a Laura zambullirse entre las piernas de su amante y deglutir su miembro casi por completo.

Ella le propinaba chupadas ruidosas, casi con desesperación, mi amiga estaba al extremo de la calentura y su respiración se hacía cada vez mas agitada, el tipo había tirado su cabeza hacia atrás apoyándola en la luneta, gemía de placer, los labios de ella se apretaban al alrededor de su pene soltando y tragando en forma sucesiva.

No reparé que el auto se había detenido, estábamos estacionados sobre la tierra con el auto apuntando hacia el mar, afuera la oscuridad era total, mi compañero me tocó el hombro y abriendo su puerta me dijo que los dejáramos tranquilos, asentí con la cabeza y me bajé sin poder dejar de mirar como adentro del auto los dos desesperados se empezaban a desnudar.

El tipo estaba apoyado en el baúl del auto y no hacía nada por disimular su erección, no podía negar que aunque no era con quien me gustaría pasar una noche, estaba casi dispuesta a agarrar viaje, hacía días que andaba necesitando una buena sesión de sexo y no la podía tener, como pasa siempre en estos casos, las palabras están de mas, el tipo apoyó sus manos sobre mis hombros y me atrajo hacia el, mi cuerpo blando choco contra el suyo y fue inevitable sentir ese bulto duro apretarse contra mi vientre.

No opuse la menor resistencia, simplemente dejé que el hiciera lo que le de la gana y me dedique a disfrutar cuando sus manos fuertes y rústicas empezaron a recorrer mi cuerpo, sentí como sus dedos acariciaban mi espalda desnuda, bajaban por mi columna vertebral y deslizándose por dentro de mi vestido aferraban mis nalgas con fuerza, era un hombre bruto, primitivo caliente, me gustaba eso y sentía como me iba empapando toda.

Al ver mi pasividad, me tomó la mano derecha e hizo que la apoyara sobre su protuberancia, mirándolo a los ojos aferré con fuerza ese tronco duro y recibí con mis labios abiertos su boca hambrienta, su lengua entró casi hasta mi garganta, me apretaba con fuerza contra su cuerpo y por momentos sentí que me faltaba la respiración, pero a medida que pasaban los minutos me parecía el macho mas hermoso de la tierra.

Decidí entrar en acción y mis dedos buscaron el cierre de su bragueta, lo bajé e introduje mi mano en su interior buscando ansiosa su instrumento, por fin pude agarrarlo y lo saque, el me había levantado la falda y sus dedos ásperos jugaban entre los labios de mi concha, se detenían sobre mi clítoris erecto y lo frotaban con fuerza haciendo que delirara de calentura.

La puerta del auto se abrió y el tipo que estaba con Laura salió con su pija en la mano, estaba totalmente desnudo y su verga totalmente al palo, mi amiga salió atrás de el y dándose vueltas se puso en posición de perrito apoyando sus manos sobre el asiento, de un solo intento el tipo se la enterró, ella lanzó un pequeño grito de placer y sonriendo empezó a moverse mientras gustosa recibía las envestidas de su amante.

No pude aguantar y me arrodillé, me metí toda entera su verga en la boca, no era larga, pero su grosor era ideal para disfrutarla a pleno, mi cabeza se movía de atrás para adelante con rapidez, estaba hambrienta de verga y deseaba fervientemente hacerlo acabar, usando mi lengua lamí alrededor de su glande, el me miraba y respiraba agitadamente, me decía que le gustaba como lo miraba a los ojos mientras se la mamaba.

Me tomó de los cabellos inmovilizando mis cabeza, metió su poronga hasta el fondo de mi garganta y empezó a bombearme en la boca mientras gemía y gritaba, sus movimientos eran cada vez con mas energía, me daba cuenta que en segundos su leche sabrosa y caliente inundaría mi boca; fue una acabada monumental, no terminaba nunca de acabar, su verga gorda latía y en cada latido un chorro de leche caía sobre mi lengua para deslizarse por mi garganta, seguí chupeteando su glande hasta dejarlo sin una gota de esperma, era maravilloso sentir como se dormía dentro de mi boca.

Me levanté y lo besé en los labios, me chupó la lengua disfrutando del gusto de sus propios jugos, cerca nuestro Laura gritaba y pedía mas y mas, estaba totalmente desnuda, con su culo redondo y regordete apuntando al cielo, podía ver perfectamente como la verga de su amante entraba y salía de su orificio anal totalmente dilatado, como deseaba estar haciendo lo mismo, mi mano acariciaba el pito muerto de mi compañero intentando que se le parara de nuevo, quería eso, estaba desesperada por tener una pija adentro, la quería en mi vagina y después en mi culo, lo masturbaba ansiosa pero no lograba que se le pare y empecé a sentir una especia de desesperación imaginando que sería otra noche de fracaso.

Mi compañero ya no quería más disimuladamente metió su verga dormida dentro del pantalón y se subió el cierre, se alejó caminando unos pasos y encendió un cigarrillo, yo me quedé apoyada en el guardabarros trasero mirando como mi amiga acababa por cuarta vez y el tipo seguía bombeando en su culo, ella ya ni se movía, trataba de acomodar sus piernas de otra manera por que no aguantaba las embestidas, el me miró y nuestras miradas se cruzaron, debe haber visto en mis ojos el deseo de sexo frenético, quitó de golpe su pija del culo de mi amiga y se paró frente a mi, levantó mi pollera y arranco mi tanga, yo lo miraba jadeante esperando excitada lo que estaba apunto de hacer, con sus piernas entre las mías hizo que yo las abriera y de un solo envión me la enterró hasta el fondo.

Apoyando mis manso sobre el baúl del auto levanté una de mis piernas para recibirlo mejor, creo que debe haber bombeado cinco veces y acabé, pero aún así no dejé de moverme, quería mas y se lo pedí, Laura se había sentado en el asiento trasero con las piernas afuera y se reía con ganas al ver como me estaba cojiendo.

El tipo acabó dentro mío, fue hermoso sentir como derramaba su semen dentro de mi vagina y que se chorreaba por mis piernas, cuando hubo terminado de tirárme la ultima gota de esperma se alejó de mi y fue en busca de sus pantalones, yo me quedé jadeante, excitada, pasándome la mano por mi vagina, tratando de acabar al menos una vez mas, mis dedos se llenaban de su líquido pegajoso que no dejaba de salirse de mi.

Había terminado otra noche caliente, Laura fumaba sin hablar, una sonrisa de satisfacción estaba dibujada en su rostro, pero yo seguía igual que antes, quizá peor, mi calentura iba en aumento cada vez mas, de los cuatro que estábamos en el auto, tres habían gozado, menos yo, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para que esto no termine así.

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