Elle, mi amante

Una sesión explosiva de sexo y de amor entre dos enamorados.

ELLE, ELLA

Por Cescatala

Elle está desnuda: piel caoba, pubis rasurado, pechos pequeños, pezones erguidos, caderas estrechas, culo redondo. La piel tiene un tono cobre que recuerda lo mismo a una india apache que a una filipina. El rostro es ovalado, con mentón fuerte y una nariz pequeña que respinga de vez en cuando. Los ojos grandes, un poco rasgados, sonríen lascivamente cuando está excitada. La huelo, la siento feliz a mi lado: acabamos de hacer el amor y está desnuda.

Si la vieras le calcularías, cuando mucho, 25 años: no es así; tiene más de treinta. Es una mujer feliz, sin inhibiciones, y una amante de primera.

Cada vez que la veo empezamos con una ronda de besos. De repente, la pausa: los dos, apresurados, mandamos al diablo parte de la ropa: zapatos, calcetines, camisa, pantalones. Va la segunda ronda de besos y nos tomamos las cosas con más calma: acaricio sus senos mientras ella se solaza con mi trasero. Ahora estoy acostado en la cama y ella se mueve a horcajadas sobre mí, tropical: sabe que mi pene se vuelve loco por ella, que atisba instintivamente su vagina todavía oculta por un tanga a veces blanco, a veces negro, que siempre realza su trasero perfecto. Me hace esperar, no quiere que me abalance sobre ella, le gusta tener el control.

Me incorporo, beso su sostén mientras lo desabrocho. Ella se deja acariciar, se sigue excitando. Por fin accedo a sus pezones: sé que son la puerta de entrada para el resto de su cuerpo; los lamo, se erizan de inmediato. Ya definitivamente lista, se separa de mí, me baja el calzoncillo y se solaza un rato lamiendo mis testículos, mi pene, rasgando suavemente la piel de mi trasero. Una nueva pausa: me pongo el condón mientras ella se baja el tanga. Su pubis rasurado aparece frente a mí, perfecto.

Se acuesta en la cama: "Quiero el misionero", murmura, impaciente, coqueta, la lascivia resbalándole por los ojos, saliéndole a través de su boca sonriente. Abre las piernas, la penetro: "Ahhh", gime suavemente. A veces voy rápido, a veces bajo deliberadamente la velocidad. Sudamos tanto, que nuestros torsos resbalan uno sobre otro, como si nos hubiéramos bañado en aceite lubricante. Nos besamos, lenguas enroscadas. "Putita, putita mía" le jadeo: sé que le encanta, sé que la excita más aún. Ahora me exige más velocidad, más fuerza en mi embestida: siento cómo se tensa, cómo se arquea. "¡Aaaaahhhhhh!": Elle ya no es mujer, es la personificación del orgasmo.

Cambiamos de posición: sabe que me encanta penetrarla por detrás, cogerla mientras le meto un dedo por el culo, mientras veo mi garrocha entrar y salir de su pubis depilado. Le doy algunas bofetadas en las nalgas: ella gime, gime. "Haz de mí lo que quieras, me encanta tu verga, cabrón" grita. "Eres una puta maravillosa" le respondo entre jadeos. "Sólo soy puta para ti, mi amor". Me muevo sobre ella, me retiro, a veces la embisto y le clavo el estoque hasta el fondo: ella me deja hacer, grita, se mueve, disfruta... se arquea otra vez, se cimbra con un segundo orgasmo. "Vente, vente, mi vida" me exige. Aumento la velocidad, más, más, más... exploto, me dejo ir en ella: "!Aaaaaarrrrgggghhhhh!"; mi semen se derrama. Le saco el dedo del culo al mismo tiempo que retiro mi verga de su coño inundado.

Me acuesto en la cama, abrazo a Elle: felices, enamorados, conversamos, nos seguimos gozando con la voz, con los ojos cerrados, mientras el sudor se seca poco a poco sobre nuestros cuerpos. Acabamos de hacer el amor... y seguimos desnudos.