Ella y yo

Nunca vi escena más excitante que aquella, sus senos, que se asemejaban a una invitación, toda ella. Me deslicé lentamente hasta poder besar sus labios mientras mis dedos aún la penetraban, quería en ese momento quedarme en sus senos, fundirme en su piel, y ser una sola mujer. Ella y yo...

Hola amigos de TodoRelatos!!

Este texto es el primero que escribo, me gusta muchísimo esta página, los relatos eróticos me encantan, y siempre había tenido ganas de escribir algo pero no me animaba, hace dos días tuve relaciones con una mujer y me decidí a escibir, pero como es el primer texto erótico que escribo de ante mano pido una disculpa si la redacción no es TAN buena o no tan excitante como la mayoría de relatos que aquí se encuentran... Agradeceré sus comentarios para poder mejorar,,,, Un  besote

La besé, cuantas ganas tenía de besarla!, había cerrado los ojos por un momento y no resistí la tentación de probar su lengua, reímos, rió ella de nervios, ¡yo de excitación! ¡Sus labios habían sido por fin míos! La había besado y ahora quería más, más de ella, las dos acostadas en una cama, con poca ropa en la madrugada y sin una pizca de pudor.

Volví a besarla y ella también ya me besaba, podía sentir su piel caliente a la mía, su manos en mi nuca, ella temblaba, yo la tocaba, me maravillaba de su cuerpo, su hermosura, la imposibilidad de estar ahí con esa ninfa.

Seguimos besándonos y como en un sueño ella se encontraba sobre mí y yo quería despojarla de sus ropas, quería verla desnuda, quería saborearla y hacerla de mí. Deslicé mis manos bajo su blusa y sentí sus senos en mis manos, mi excitación crecía y yo me mojaba más y más.

De repente, ella paró. Me dijo que tenía miedo, que estaba asustada. Inexperta, yo también, ninguna sabía que hacer. Nos separamos, reímos y pedimos disculpas. nos quedamos otro momento acostadas, la una a lado de la otra, ya no nos besábamos, no hablábamos y pensé en por fin dormir, pero ella aún estaba vestida, no podía seguir viendo como aquellas prendas cubrían la belleza de tan maravilloso milagro.

Volví a besarla y fui yo entonces quien se posó sobre ella y quite su ropa con la desesperación que siente un hombre con sed en el desierto, ella quiso desvestirme pero estaba demasiado nerviosa, temblaba y no podía moverse, lo hice por ella, me despojé de mi playera negra y escotada que había escogido usar para que notara lo hermosa que soy. Me quite el sujetador que separaba mis pechos de los de ella, quería sentirlos con mi feminidad y mojarme más en ellos.

Metí la mano en sus braguetas y me sentí a punto de llegar al éxtasis cuando pude sentir lo mojada que estaba, quise saborearla, moría por tener sus fluidos en mí y que fuera de mí, tenerla en mí.  Comencé a juguetear con mis dedos en su clítoris, subía, bajaba, hacía círculos, más rápido, más lento, sentía como temblaba y como ella se seguía mojando a cada momento.

Dentro de su nerviosismo y su cautivadora inocencia, quiso conocerme y tocarme, yo aprisionaba sus senos con mi boca, los lamía, los mordisqueaba y no podía creer lo bien que se sentía tenerla bajo mi cuerpo. Ella me tocaba tratando de pensar en como se tocaba a sí misma tratando de darme todo el placer que ella recibía en ese instante.

Las dos aún con ropa interior seguíamos besándonos y acariciándonos, yo tocaba sus nalgas redondas y perfectas, las acariciaba y las jalaba hacia mi cuerpo, trataba de acercarlas, sentía que el espacio entre ella y yo aún era eterno. Le besaba los labios, la nariz, los ojos, jugaba con mi lengua en sus orejas, las mordía, besaba su cuello y acariciaba sus senos, sus pezones erectos, fui besando su vientre al tiempo en que abría sus piernas temblorosas y dejaba su sexo al descubierto, su sexo que se mojaba y se mojaba para mí.

Besaba sus muslos en lo que parecía una eternidad, me tomé mi tiempo, quería apreciarlo, apreciarla a ella, mi nariz quedó a la altura de su vagina y pude olerla, todo el elixir de mujer que de ella emanaba, como me estaba enamorando de ella, sólo por ese momento, sólo por lo que eso durara.

La lamí primero, y al probarla mis sentidos se quedaron locos, que delicia, que manjar aquella mujer excitada.  Jugueteaba con mi lengua y ella gemía, de placer, de culpa, de vergüenza, de excitación, la inundaba yo y su cuerpo me regalaba aquellos temblores exquisitos. Yo lamía y mordía su clítoris erecto y alzaba los ojos, ¡que espectáculo tan maravilloso!, aquella mujer tendida boca arriba, con las piernas abiertas, disfrutando, yo estaba pasmada, tenía frente a mí a la mujer más hermosa del mundo masturbándose y gritando de placer, quise seguir probando de ella, quería sentir que todo ese placer que sentía se metía en mí.

Yo lo provocaba, por fin, a petición de su cuerpo, metí primero un dedo…. Que delicioso! Que perfecta era ella en ese momento, dos dedos, sus gritos se pisaban unos a otros, gemía y me pedía más, una mano me jalaba el pelo hacia ella, quería que la penetrase, con mi lengua, con mis dedos, se mordía los labios y gritaba, gritaba y gritaba, hasta que de su boca no hubo ya sonido alguno, a éstos los remplazaron una serie de temblores que le deshacía el cuerpo, tenía un orgasmo en mi cara, en mi boca!

Nunca vi escena más excitante que aquella, sus senos, que se asemejaban a una invitación, toda ella. Me deslicé lentamente hasta poder besar sus labios mientras mis dedos aún la penetraban, quería en ese momento quedarme en sus senos, fundirme en su piel, y ser una sola mujer. Ella y yo.

Nos besamos segundos incontables, su nerviosismo por fin había desaparecido, me acariciaba también, masajeaba mis senos y le encantaban, me repetía una y otra vez cuanto le gustaban, yo ya no la escuchaba, estábamos ahora sentadas una frente a la otra, masturbándonos mutuamente, no podía dejar de besarla, no podía dejar de admirarla, cuanto la quería!

Tuve mi primer orgasmo cuando ella llegó a mi punto G con sus dedos, que placer! Tuve una eyaculación sobre ella, ahora ella estaba mojada de mí, tenía de mí lo que nadie, quiso también besarme en mí, así que me tendió sobre la cama y comenzó a chuparme, como nadie, como ningún otro hombre jamás lo había hecho. Sentía los espasmos en mi cuerpo, estaba a punto de terminar,,, tan cerca, ya casi, ya casi….

Fue una explosión! El orgasmo más largo de toda mi vida, que delicia, que hermosas éramos las dos en ese momento en que nos besábamos y nos quedábamos tendidas una a lado de la otra…

Como dos enamoradas que nunca van a volver a verse jamás.