Ella y Él
Extraños ruidos en la noche...
Tan sólo el ruido de los ventiladores de la consola, rompian el silencio de la noche. Ella se había marchado a dormir hacía ya una hora, mientras él se había quedado, cómo de costumbre, jugando en el sofá con la consola. Andaba él matando zombies, cuando de repente le sobresaltó el ruido de las sábanas moviéndose en la habitación contigua. Paro el movimiento del mando y puso más atención al sonido que salía de su cuarto.
Al sonido de roce de sábanas, se le unieron correos gemidos ahogados de satisfacción. Quedó atónito con el descubrimiento, su chica se estaba dando placer sin contar con él. Al instante apagó la consola, quedando el salón en completo silencio, tan solo roto por los suspiros de placer que salían de la habitación de al lado.
Cuando se quiso dar cuenta, bajo el pantalón del pijama había un enorme bulto, tan duro como un Yunque. Sin apenas pensarlo sacó su duro rabo y prosiguió escuchando... Seguramente Ella, estaría follandose con dos dedos, quizás tres, su depilado coño mientras con su otra mano acariciaba su empapado clítoris. Los suspiros comenzaban a ser más intensos y empezaban a retumbar más fuerte en el silencio del salón.
Ella estaría ahora, pellizcando su pezón, con las piernas bien abiertas, mientras continuaba follandose a placer. Estaba volviéndose loco con aquella banda sonora de lujuria metida en la cabeza. Los Gemidos y el roce de las sábanas se mezclaban ahora con el sonido de los flujos de su chica al entrar y salir sus dedos de su inundado coño.
Flujos y lamentos ahogados de placer continuaron enloquecedores hasta terminar en un enorme, pero sordo gemido final, que le llevó, al igual que a su chica, a un más que satisfactorio Orgasmo, que los dejo a ambos jadeantes de placer, tan solo separados por un pequeño muro de ladrillos y una puerta abierta.
Tras varios minutos, él se dirigió a la habitación y al meterse en la cama, la encontró boca arriba con las piernas entreabiertas y vestida tan solo con un tanga verde, bajo las sábanas. Se metió en su boca un caramelo de eucalipto antes de acostarse y desapareciendo bajo las sábanas...