Ella tuvo que pagar
Mi esposa y Yo salimos a divertirnos y ella termina pagando mucho mas que solo la cuenta...
Un sábado cualquiera de invierno, mí esposa Judith y yo no teníamos planes para salir. Después de estar toda la tarde decidiendo que es lo que íbamos hacer, se nos ocurrió ir a cenar a un restaurante Argentino que había por el centro y cuyos dueños eran conocidos míos a través de un compañero de trabajo. Llamamos por teléfono antes de ir, porque allí normalmente esta siempre lleno, que fue lo que ocurrió, pero al tratarse de nosotros, nos hicieron un hueco y nos dijeron que para las diez y media de la noche teníamos la mesa.
Salimos con tiempo y nos metimos en el metro, (por aquella zona es imposible aparcar y los parking están siempre ocupados, y además, al volver a casa cogíamos un taxi y así podríamos tomarnos alguna copa sin el peligro del coche)
Al llegar nos atendió Julio, el meitre del restaurante, y nos sentó en un pequeño hueco al final del restaurante. Estaba lleno pero enseguida nos pusieron la cena. Al terminar nos tomamos allí mismo un par de copas cada uno, y que al levantarnos de la mesa se dejaron notar, pero al salir a la calle y con el frío que hacía, pronto nos despejamos un poco. Después de caminar e ir sin rumbo fijo por una de las calles estrechas por la que paseábamos, vimos como de una pequeña puerta entraba la gente. Como no sabíamos donde ir, decidimos entrar aquel lugar.
Para lo pequeña que era la puerta el local era bastante grande. Según se entraba había un ropero y más adelante y pasado otra puerta estaban la pista de baile y las barras, una a cada lado .El resto del local estaba lleno de mesas bajas y sofás de esos que parecen que son camas. Nos fuimos a una barra para pedirnos las copas y encontramos un hueco en una mesa que había libre. Después de estar un rato sentado, Judith me "obligo" a salir a bailar, porque a mi no me gusta mucho. Dentro de la pista hacía bastante calor y la copa nos duro muy poco. Fui a la barra por dos copas más, y cuando llegue a la pista encontré a Judith bailando con unas cuantas personas.
- ¿quiénes son?, pregunte yo extrañado.
- Son Cristina y sus amigos. -Ah! Me dejas igual que estaba
- Mientras estabas pidiendo la copa se ha acercado ella a pedirme fuego y después me ha ofrecido un poco de su copa y como tenia tanta sed he bebido. Luego me ha presentado a sus amigos .Espera, que la voy a llamar para que la conozcas.
Me presento a todos y todas, pero no me quede con el nombre de ninguno. Eran seis chicas y cinco chicos que estaban todos juntos bailando y riendo mezclados todos. Me dio la impresión que no había parejas entre ellos, o al menos eso me pareció a mi en un primer momento. Yo veía a Judith muy contenta divirtiéndose mucho con los nuevos amigos bailando con ellos y yo también de decir que a pesar de que a mi no me gustaba nada bailar, en aquel momento en el que había tan buen rollo y ganas de divertirse que me uní a ellos dando botes, saltos y piruetas como si de un bailarín profesional se tratase. Con tanto movimiento me volví a cercar a la barra por dos copas Mire donde estaba Judith para preguntarla si quería pero no la vi. Me acerque y mientras estaba pidiendo me agarraron por la cintura.
- ¿me invitas a una copa? Era Cristina. Al notar su mano pensé que era Judith porque me agarro con mucha confianza.
- Por supuesto, conteste yo.
Me quede mudo y después de que nos dieran la copa volvimos a la pista. Allí estaba Judith bailando con todos. La verdad es que yo también me lo estaba pasando genial. Me acerque al baño y allí estaban tres chicos del grupo. Después de hablar de cosas intranscendentes me invitaron a pasar a uno de los baños para estar más tranquilos. Uno de ellos saco un pequeño sobre y partió la cocaína. Yo cuando estoy con Judith no suelo meterme nada, pero aquella ocasión era propicia para ello. En seguida me puse a tono y la confianza con mis nuevos amigos aumento, al igual que la complicidad. Así estuvimos hasta cerca de la cuatro, que cerraban el local. Yo llevaba un colocon de cuidado, y las ganas de fiesta habían aumentado. Al salir de allí vi a Judith hablando con Cristina, me acerque para irnos para casa.
- Bueno Cris, ha sido un placer, nos lo hemos pasado genial
- Esto todavía no a terminado. Mario vive a la vuelta de la esquina y vamos a ir todos para su casa. Dijo Cristina
- Por mi me quedaba un poco más, además hoy no tienes que coger el coche y si quieres te puedes tomar alguna copa mas, replico Judith.
Ante tal situación y sin que insistieran mucho(a mi me apetecía más que a nadie seguir) nos fuimos a casa de Mario. Vivía en un ático. Nos quedamos los cuatro para subir en la última tanda. Subiendo en el ascensor nos volvimos a meter una raya.
- Me tienés que decir lo que les tengo que pagar, porque llevo toda la noche metiéndome y no he pagado ni tan siquiera una copa.
- Tu no te preocupes y diviértete todo lo que puedas, que si tu y tu esposa se lo pasán bien, es suficiente precio para nosotros, dijo uno de mis complices.
Cuando entramos ya estaban todos allí. La casa era verdaderamente grande y la gente se repartía por toda ella. Mire para ver donde estaba Judith y no lograba verla.
-Judith se esta divirtiendo. Ven, te enseñare donde esta, me dijo Cristina.
Me llevo a una de las habitaciones y abriendo la puerta un poco, se podía ver a Judith y una pareja que se estaban poniendo una raya cada uno.
- No te asombres, lleva toda la noche metiéndose cosas. Al principio no querría pero luego ha empezado y no para. Abre la boca.
Si que me quede asombrado, porque Judith odia todo ese tipo de cosas, és más, siempre había dicho que jamás probaría nada de nada. No me sentó mal, todo lo contrario, así podríamos hacerlo los dos en más ocasiones. Yo abrí aboca y me metió una pastilla y me dio de beber de una botella
- ¿qué es esto? Pregunte yo.
- Confía en mi. Con esto te vas a divertir mucho. Déjate llevar y diviértete.
En esos momentos la pastilla y el líquido de la botella empezaron hacer en mi unos efectos que jamás antes había sentido con ninguna droga. Se apoderaba de mi una sensación de relax mezclada con un raro e intensísimo cosquilleo de mi sexo. La respiración se aceleraba y el entusiasmo desbordaba mi capacidad de entender las cosas. Hacía lo que me dijo Cristina" déjate llevar".Salimos hacia el comedor y todos estaban bebiendo de aquel líquido y tomando pastillas. Volví a beber pero esta vez trague bastante más que la primera ocasión. La música no estaba muy alta, estaba de fondo. Nos movíamos por impulsos, nos abrazábamos unos a otros, nos besábamos, nos acariciamos...hasta que llego cristina.
Acompáñame, dijo en un tono muy sensual. Me agarro de la mano y tiraba de mi hacia ella. Yo no me acordaba de Judith, hasta que Cristina volvió abrir la puerta de aquella habitación y mi asombro fue mayor que la primera vez.
-Judith se lo esta pasando muy bien. Ven, bebe y disfruta, que luego iras tú, dijo Cristina. Cogí la botella y casi me la bebo de un trago. Judith estaba de pie, en medio de la habitación, desnuda de cintura para arriba y rodeada de dos chicos y una chica. Uno de los chicos era Mario, el que me había estado invitando toda la noche a la cocaína y los demás no los conocía.
- Siéntate y disfruta. Y agarrándome del pantalón me tiro para un sofá que había en un rincón.
- Ves como siempre hay un modo de pagar, salvo que con este el que esta pagando se lo pasa también bien. Las palabras de Mario me daban vueltas a la cabeza. Quise levantarme y poner fin a esa historia, pero mi estado me lo impedia. Mi estado y la excitación que tenia.
Mario estaba por detrás de Judith apretándola hacia atrás para que ésta pudiera sentir su verga. Mientras el otro chico no dejaba de comerle las tetas, que por cierto las tenia preciosas, no eran muy grandes pero las tenia bien redonditas y con un pezón casi perfecto, y la chica la besaba por el cuello y en la boca. Judith se dejaba hacer, tenía los brazos relajados y su cuerpo giraba allí donde sus tres amantes querían. Mario le desabrocho la falda y la dejo caer al suelo. Se quedo solo con la tanga, pero por muy poco tiempo, porque el otro chico se puso de rodillas y desde esa posición se le fue quitando a la vez que la besaba hasta las rodillas.
Quedo completamente desnuda. Mario se separo y se quito toda la ropa. Tenia una verga considerable. La chica también se desnudo. Sus tetas eran grandes, de piel oscura y con los pezones apuntando al techo. Como era más alta que Judith aprovecho para meterle uno de sus pechos en la boca. Judith chupaba y mordía mientras su amiga soltaba algún que otro gemido. El otro chico con una extraordinaria habilidad se fue desnudando sin dejar de comerla el coño. Judith tenía para ella sola seis manos acariciando cada rincón de su cuerpo y tres bocas que no dejaban de besar y chupar. Con los cuatro desnudos Mario, que era quien tenia el mando, tumbo primero a la otra chica boca arriba y luego a Judith boca abajo quedándose haciendo un 69.Pero la soledad de ellas duro muy poco, porque cada uno de los chicos se coloco detrás para ayudar en el 69 comiéndolas el culo.
Mi excitación era máxima. Estaba tan concentrado en el espectáculo que me estaban ofreciendo que apenas si me entero de que Cristina que estaba a mi lado me había bajado la cremallera y me estaba sacando mi verga y se disponía a tragársela. Me dio de beber de la botella y comenzó a chuparmela. Muy despacio, recorriendo desde el capullo hasta los huevos con su lengua, haciendo círculos en mi glande, pequeños besos con sus labios, hasta que no pude más y la agarre por el cuello y aprovechando que me iba a dar un beso, empuje hacia abajo para que se la tragara entera.
En el centro el espectáculo seguía. Ambas chicas se pusieron a cuatro patas, una al lado de la otra pero en sentido contrario. Judith chupaba la verga a su nuevo amigo y mientras, Mario le metía los dedos por el coño y por el culo. A mi Judith no me dejaba acercarme a su culo, siempre que había intentado algo, no me dejaba. De repente Mario se coloco detrás de Judith.
- ¡No! ¡Por ahí no!.Dijo Judith, pero su voz no era de desaprobación, no gritaba, ni estaba enfadada, más bien excitadísima y no podía contenerse las ganas de ser penetrada Como era obvio, Mario no la hizo caso y fue introduciéndola su largo y grueso pene por el culo. Muy despacio. A cada embestida, Judith lanzaba un gemido de medio dolor placer mientras se retorcía. El otro chico se tumbo en el suelo y con la posición que tenía Judith la agarro de la cabeza y se la llevo hacia verga. La chica siguió acariciándola los pechos e introduciéndole algún dedo por el coño mientras le estimulaba el clítoris.Así estuvieron un rato y Judith llego a tener varios orgasmos.
Entre tanto yo, me vine dos veces gracias a la habilidad de Cristina, pero ella con su empeño me volvía a poner en su sitio mi verga. Ella y aquel líquido, que a cada trago era una inyección de estimulante y excitación que rozaban el grado de locura. Llego una chica nueva a la habitación, y al ver que el otro grupo estaba "completo" se quedo mirando con nosotros el espectáculo en un primer momento para después ayudar a Cristina a que yo alcanzase mi tercera venida. Se pasaban mi verga de una boca a otra, a veces las dos lenguas recorrían todo mi miembro, y entre ellas se masturbaban mutuamente, se acariciaban. En el centro seguían a lo suyo, pero lo mas fuerte estaba por llegar.
Mario se canso de penetrarla por detrás y se tumbo en el suelo boca arriba. Entonces Judith se monto encima de él y comenzó a cabalgarle de una forma bestial, a un ritmo frenético, se engullía todo el miembro de Mario de una sola vez, y luego subía para seguir cogiendoselo. Al ver aquello yo me volví a venir. El otro chico que estaba cogiendose a la chica se puso de pie y se coloco detrás de Judith. La inclino levemente hacia delante, lo justo para que él pudiera flexionar para meterle la verga por el culo. Judith se dio la vuelta para mostrar su desaprobación, pero no le sirvió de nada, porque el chico ya tenia la cabeza dentro y el culo estaba dilatado por las embestidas que le había dado Mario anteriormente. Los dos al unísono, uno por el coño y el otro por el culo. Judith gritaba de placer, y en todo este tiempo no se había dado cuenta de mi presencia en la habitación.
Tanto Mario como su amigo no dejaban de ceder en su empeño, Judith se estremecía hasta que los dos chicos se pusieron de pie y dejaron a Judith de rodillas a la altura de sus vergas. Se tragaba una mientras a la otra la hacia una puñeta y se iba turnando hasta que ambos explotaron a la vez. Judith intento tragarse todo pero aquello parecía una fuente y no daba abasto. Tenia toda la cara manchada de semen y el resto del cuerpo por las salpicaduras de los chorros. Cuando terminaron, cojieron la ropa y se fueron de la habitación.
- Tu esposa es genial. Hacia tiempo que no encontrábamos a alguien que se divirtiera tanto como ella. Dijo Mario.
Y ambos se fueron al salon. Cristina y su amiga dejaron mi verga a un lado y se fueron por Judith. Estaba tumbada en el suelo jadeando todavía y cansada. No se podía mover. Las tres chicas recorrían con sus lenguas el cuerpo de Judith en busca de algún rastro de semen para llevárselo a la boca. Judith respiraba muy rápido intentando reponerse de aquel esfuerzo brutal.
Entre tanto yo me vestí y salí hacia el comedor donde estaban el resto de invitados. Me quede de pie esperando que Judith volviera para irnos para casa. Después de esperar más de media hora y al ver que no salía, entre de nuevo en la habitación para ver lo que allí ocurria. Judith estaba sentada en uno de los sofás hablando con las chicas tan tranquilamente. Al verme se despidió de ellas y se acerco a la puerta.
- ¿ Donde te has metido ¿ No te he visto en toda la noche.
- Ya ves, contesté yo. He estado aquí, en el comedor toda la noche tomando unas copas y charlando.
Ella se quedo parada y al momento reacciono. Pues lo mismo que yo, aquí hablando con ellas y poco más. A la vuelta a casa apenas si nos dirigimos la palabra y jamás hablamos del tema. Ambos sabíamos lo que había sucedido pero no queríamos estropear aquella historia dándole vueltas a la cabeza, si bien es cierto que a partir de aquello nuestra relación sexual fue bastante más entretenida.