Ella tiene una historia

La sexualidad perversa de una jovencita universitaria es la historia de su corrupción. Sexo con los amigos de su padre, de forma humillante para éste. Ella tiene una historia. Ella avanza en el universo de la depravación.

Pronto mi fama comenzó a crecer como la espuma. El paso de los chicos de mi edad prácticamente me lo salté. Yo iba por delante del resto de chicas de la misma. También tuve mi época de belieber y mi enamoramiento adolescente del ídolo de quinceañeras de la época, pero mientras mis amigas y compañeras llenaban las carpetas con sus fotos y soñaban con un beso del guapísimo canadiense, yo prefería fantasear en mi cama frotándome enérgicamente el clítoris mientras me imaginaba comiéndole la polla hasta conseguir derramar su esencia varonil en mi boca y tragarla golosa. Tras la aventura con los chicos del equipo de baloncesto, es fácil entender que los de mi quinta no podrían llenarme fácilmente. Me acosté con varios de ellos, claro. Varios de mi clase y casi todos los buenorros de los cursos superiores. No era gran cosa. Me follaban como una coneja. Metérmela, bombear un rato un ratito y correrse. No más de tres o cuatro minutos en la mayoría de casos. Evidentemente, yo necesitaba más que eso, así que pronto pase a otros más mayores.

Uno de ellos, uno de los miembros del equipo de baloncesto, era lo más parecido que tuve en esa primera época a una pareja. Él tenía novia, que además era la hermana de una de mis compañeras del de gimnasia rítmica, así que lo mantuvimos en secreto. En los mismos vestuarios algunas veces, en el castillo, al que íbamos en su moto, otras... Estuvo bien.

El siguiente escalón fueron los veinteañeros. Eso ya era algo de más entidad. Y además muy seductor para una adolescente. A todas les gustan los chicos mayores, y a esa edad ya no eran niños imberbes.

Con el tiempo fui escalando y adquiriendo más seguridad. El de los hombres ya propiamente dichos, vino como evolución lógica. Treintañeros, cuarentañeros... tenían el morbo de ser varones de la edad de mi padre y aun mayores, lo cual, llegado un momento, resultaba muy excitante. El de los hombres casados venía casi junto con éste y por motivos similares, aunque tenía su propio encanto aparte. Saberme capaz de seducir y llevarme a la cama al hombre de otra fémina me hacía sentir muy mujer, y eso afianzaba la confianza en mí misma. Pero claro, no llegó así como así. Había un abismo de edad y no fue hasta que se dio la conjunción de circunstancias adecuadas que lo crucé.

Un día, bastante tiempo transcurrido ya desde aquel episodio con el equipo de baloncesto, mi madre me envió a la oficina en que trabajaba mi padre a llevarle unos papeles. Me gustó cómo me miraban sus compañeros de trabajo. Era excitante. No todos, y algunos con más descaro que otros. Por lo general, en cuanto nuestras miradas se cruzaban, salvo que la de ellos fuera totalmente neutra inocente, apartaban la vista enseguida. Uno de ellos en cambio, todavía la mantenía un instante antes de hacerlo, y cuando llegaba lo hacía con naturalidad, no rehuyendo la mía. Me excitó. Les estoy hablando ya de varias visitas, no sólo de aquella primera. A partir de ésta, mi madre me envió más veces a llevarle cosas a mi padre.

El tío estaba muy bueno. Morenazo, treintañero largo... se notaba que se castigaba en el gym. Aun vestido con camisa y corbata, se veía que estaba cachas. Y además era muy guapo de cara.

Fui cogiendo confianza en la oficina, y hablando con las chicas supe que tenía fama de mujeriego, lo cual lo convertía en un cabronazo, pues estaba casado y tenía dos hijos. Lejos de sentirme ofendida en un sentimiento de empatía femenina con la cornuda, me cayó simpático por ello. Comentaban que incluso había salido con chicas no mucho más mayores que yo, y entre los tíos de la oficina era una especie de héroe.

Flirteó conmigo, aunque aparentemente sin pretender llegar a mayores. Me gustaba cuando me llamaba guapa, me decía lo buena que estaba...

Un día me hice la loca para indagar qué comentaba con otros compañeros de su círculo más cercano. Yo había notado que cuchicheaban algo a veces e intuía que en algunas de ésas hablaban de mí. Frecuentemente llegaba con los cascos del manos libres del smartphone colocados en mis oídos. Evidentemente, cuando así era no podía escuchar nada de lo que se comentaba allí. Un día me paseé del mismo modo, pero con el sonido cerrado en uno de los oídos, de forma que, poniendo atención, podía escuchar más o menos bien por éste. Pasé varias veces por delante de ellos, y en una de éstas, escuché que comentaban que no se me apreciaban líneas del tirante del sujetador del bikini en mi moreno, de lo cual dedujo uno de ellos acertadamente que debía tomar el sol en topless.

-Sería una gozada saber a qué playa va para poder verle las tetas.

-Buff… ¡tiene unas bufas tremendas! En top less tiene que ser una bomba.

Sentí humedecer mi intimidad de mujer con aquellas palabras. Desde entonces, no paré de estrujarme los sesos intentando deducir la forma de hacérselo saber al morenazo para que pudiera venir a verlas. Para aquel entonces, ya estaba en la fase que les comenté en mi primer relato, hormonándome para aumentar el tamaño de mis pechos, que ya de por sí era bastante generoso. Mis tetas llamaban mucho la atención de los hombres, claro. Pensé en buscar la forma de adquirir algún micrófono de espía para colocarlo en su mesa, o uno de esos aparatos que permiten escuchar a cierta distancia, enviar la solicitud de amistad con una cuenta falsa de Facebook para husmear en su muro... tonterías de adolescentes. La cosa llegó de forma mucho más sencilla y natural.

Un día, ya entrado el mes de julio, pasé por las oficinas de camino a la playa, vistiendo un short vaquero y bikini en la parte de arriba. Mi padre me llamó la atención, pero no se salía de lo habitual en época estival y chicas jóvenes, dado el calor que hacía y el lugar a que me dirigía.

Qué fresquita vas.

Sí- le contesté con una risita.

-¿Vas a la playa?

-Claro, ¿adónde iba a ir si no así?

Reímos ahora los dos.

-¿Tú no vas?

-Buff... Cuando puedo. Hasta que no nos den las vacaciones, sólo puedo ir los fines de semana, y no siempre.

-Vaya palo.

-Pues sí.

Hice un gesto de comprensión.

-¿A qué playa vas?

-A la de...

-Vaya, a la misma que yo. Nunca te he visto allí.

-Claro, es grande. Yo me suelo poner a la parte de... junto al ... (nombre del chiringuito).

-Pues yo no me pongo muy lejos de allí tampoco.

Mentía. Las chicas nos fijamos en los buenorros, sobre todo en la playa y si están cachas. Lo habría visto.

-La próxima vez que vaya, me fijaré.

-Yo también - le contesté en un tono jovial y sin aparente malicia.

Al siguiente fin de semana lo vi. Estaba con otro de los compañeros de la oficina. Yo por mi parte, andaba con un grupo de amigos. Casi todos chicos, salvo cuatro chicas, incluidas mi amiga Tessy y yo.

Al principio me hice la distraída, como que no les había visto. Me había liado con uno de los chavales y me dediqué a morrearme con él y dejarle meterme mano en las tetas a placer. Luego, cuando ya había pasado algún rato y estaba segura de que me habían visto magrearme y habrían comentado a gusto sobre ello, hice como que me daba cuenta y, sin mostrar rubor alguno, todo lo contrario, mostré alegría y corrí a saludarlos con Tessy. Cosas de chiquillas. Una mujer más adulta se hubiera acercado caminando. Insinuante sí quería poner toda la carne en el asador, con naturalidad si no deseaba dar a entender o solo buscaba flirtear. Nosotros fuimos corriendo, prácticamente como en un juego.

Tessy es muy guapa. Probablemente tan puta como yo, pero distinta. Perdió su virginidad incluso antes y habrá follado con tantos o más tíos que está que les escribe, pero no tiene mi perversión, ni comparte mi tendencia hacia lo directamente depravado.

Tessy (Tereza) es búlgara de nacimiento, pero vive en España desde que tenía tres años. Su madre es prostituta y tortillera. Ella no nos lo ha dicho, pero todos lo sabemos, aunque no comentamos sobre ello. Al principio, siendo más niños, no nos dábamos cuenta, pero a partir de una edad las cosas se revelan por sí mismas. La

progenitora de mi amiga vive con otra mujer, una rusa, y nunca hemos sabido nada de su padre. Yo creo que ni siquiera ellas saben quién es. Cuando alguna vez salía el tema de a qué se dedicaban, Tessy y su hermano respondían que eran azafatas, sin más. Al principio, siendo más jóvenes, nos valía. Luego, ya algo más mayores, comenzamos a imaginar qué clase de azafatas eran, pero, como digo, nadie decía nada.

Yo había comentado sobre el compañero de mi padre con ella, y la muy puta se apuntó enseguida a lo de conocerle. Le había dicho que estaba muy bueno y todo eso, así que le despertó el gusanillo.

Tessy, además, era de las pocas que se atrevía a hacer también topless, y la única, junto a mí, que lo hacía siempre. Era mi mejor amiga. Tenía otras, claro, pero ella era la única que no tenía problema en dejarse ver continuamente conmigo y que, con ello, le salpicará mi fama. No tenía razón para preocuparse por ello, pues ella también tenía una bien ganada la reputación de zorrón. Entre otras cosas, los rumores de que le comía la polla algunos porteros de discotecas para que la dejasen entrar y la invitasen alguna copa, eran vox populi .

-¡Hola!- les saludé muy contenta.

El otro se cortó un poco, pero él, el muy cabronazo, no tanto. Nos había mirado las tetas a las dos mientras llegábamos corriendo sin demasiado disimulo, aunque tampoco resultaba baboso. Bastante natural. La verdad es que lo contrario resulta ridículo. Sí una tía con unas tetas enormes como yo, y las de Tessy y tampoco son mucho más pequeñas, se acerca a la carrera a un tío, botándoles estás con energía, ¿qué va a hacer el pobre? Si no te las mira se nota que es por corte, y eso queda bastante patético.

Le di dos besos a cada uno.

-Ésta es mi amiga Tessy.

Nos ofrecieron sendos cigarrillos y fumamos con ellos mientras charlábamos un rato. Luego decidimos volver con nuestros amigos.

-Oye, de lo que veáis no le contéis nada a mi padre, ¿eh?

-Tranquila.

Había complicidad en su tono, combinada con condescendencia y comprensión. Todo el mundo ha sido adolescente. Yo por mi parte, iba un paso por delante. Estaba bien aleccionada por mi amiga. El ejemplo de su madre le había llevado a aprender sobre estas cosas, y sabía de ellas mucho más que el resto de chicas de nuestra edad, incluida yo.

-Si quieres hacer alguna locura, búscate un tío que también tenga motivos para mantenerlo en secreto. Lo ideal son los casados. Saben que si se van de la lengua, tú también puedes irte, así que mantienen la boca bastante cerrada, por lo que les conviene.

Vuelto al revés, la idea era que Toni, que así se llamaba el morenazo, se hiciera una idea así como: "ey, si hago algo con ella, no lo va a contar".

Acabé follando con mi chico del día, el de nuestra pandilla, dentro del agua. Para el resto de gente que había en la playa pasaríamos por una pareja joven haciéndose carantoñas. Para Toni y el otro compañero de mi padre sin embargo, estando al tanto de lo que se cocía, lo que realmente ocurría debió resultar evidente.

Coincidimos después de ése más días en la playa. Estoy segura de que Toni no había ido antes a ese sitio específico, pero desde entonces repitió. A la tercera ocasión, le pregunté si podía llevarnos a casa en su coche, y respondió que claro. Por el camino fuimos hablando de muchas cosas, entre ellas nuestra afición a tomar el sol con las tetas al aire.

-Me encanta- reconoció con toda naturalidad Tessy. -Si pudiera, andaría siempre desnuda por la playa. Lo he hecho con mi madre en playas nudistas y me encanta.

Resultó que Toni también era nudista, y comenzaron a hablar sobre su afición común, comentando la maravilla que era bañarse en el mar desnudo.

-Yo también quiero. ¿A qué playas vais?

Me hablaron sobre varias de la provincia.

-Jo, todas demasiado lejos para ir en moto. ¿Se puede ir en tren?

Me aclararon que no, pues todas quedaban lejos de su respectiva estación. Refunfuñé con fastidio. Luego, un brillo repentino debió iluminar mi mirada.

-¿Porque no nos llevas contigo un día?

Rió.

-No puede ser. Imagina qué pensarían vuestros padres.

-¡Que les den! No tienen porque enterarse.

Volvió a reír.

-Es imposible. Y menos sin saberlo tus padres. Imagina la que se montaría si nos viera algún conocido. Aunque...

Lo miré ilusionada.

-¿Qué...?

-Un amigo mío tiene un chalet en la zona de... Apenas va por allí y me deja usarlo. Allí podemos bañarnos desnudos sin problemas. Yo siempre lo hago. Si me prometéis que no se va a enterar nadie... Somos amigos.

Amigos. Claro. Como si no estuviera claro lo que buscaba de nosotras el muy cabrón. O lo que nosotras, las muy putas, de él. ¿Resultaría eso tan claro para él como lo suyo para nosotras?

Le dije a mis padres que pasaríamos el día en el chalet de una amiga de la madre de Tessy. Toni pasó a recogernos en el mismo portal de ésta. Le esperábamos dentro de él vestidas para matar. Ella con una camiseta de tirantes del Barça. Yo con una camisa de caballero blanca. Nada más.

Esta vez no se cortó en absoluto en quedarse mirando mis tetones bamboleándose a medida que me acercaba. Le sonreí mientras lo hacía. Ya dentro del coche, le dimos sendos piquitos a modo de saludo. Nada sexual. Tan solo un guiño de complicidad.

La noche anterior habíamos estado de botellón y Tessy bebió más de la cuenta. Al poco de iniciar el viaje, ya se había quedado roque en el asiento de atrás. Yo aproveché para, tras reclinar el asiento de delante en el que iba yo, recostarme sobre él para recrearme en la sensación del Sol bañando mi cuerpo a través del parabrisas. Desabroché los botones de la camisa dejando mi torso desnudo, para sentir es delicioso calorcito sobre él. Las gafas oscuras puestas, pasaría por una veinteañera para cualquiera que nos cruzará.

Toni alargó el brazo para pellizcarme un pezón.

¡Ay¡- me quejé con un gracioso gritito, al tiempo que le dirigía una amistosamente reprobadora mirada. Le di una palmada en el hombro a modo de reproche, mientras con el otro brazo cubría mis pechos. Sólo por un momento. Pronto volvían a estar al aire.

Seguía sin ser nada sexual. Tan solo una broma pícara.

Ya en el chalet, Toni preparo un refrigerio. Tras tomarlo nos dimos un baño, y luego nos echamos en las tumbonas del jardín a tomar el sol. Tessy no tardó en quedarse dormido de nuevo. Nosotros volvimos al agua al cabo de un rato. Jugamos allí desenfadadamente, aprovechando él para tocarme un poco las tetas y el culo un poco. Descuidadamente, como sin intención, pero con intención. Seguía sin ser nada sexual, pero dejaba claro por dónde iban los tiros.

Toni salió del agua para ir a por el tabaco y un mechero. Luego volvió y se sentó en el borde de la piscina, con los pies dentro de ésta, y se encendió uno. Yo me zambullí y me acerqué buceando hasta donde él estaba. Emergiendo entre sus piernas, coloqué mis brazos sobre sus rodillas, cruzando mis manos para apoyar sobre ellas la barbilla.

-Enciéndeme uno.

Fumamos el cigarro charlando sobre cosas varias. Que si el trabajo, los estudios...

-Tu amiga se ha quedado frita.

-Sí.

Una vez acabé el cigarro, descruce mis manos y cogí su polla con una de ellas, acercando la cabeza para comenzar a mamársela.

-Qué puta eres...

Reímos ambos, yo sin sacar su rabo de mi boca. Me gustó beber su semen. Luego él se levantó y me hizo un gesto para que saliera del agua. Abrazándonos, nos fundimos en un morreo.

-Vamos dentro.

Me llevó al dormitorio que había en la planta de arriba del chalet. Volvimos a besarnos allí. Después me arrojó de espaldas sobre la cama y se echó sobre mí para hacerme cosquillas. Yo comencé a patalear y reír como una loca, suplicándole que parase.

-Tchissssh... ¿Quieres despertar a tu amiga?

-Me da igual. Ésa es otra puta.

Reímos. Continuamos morreando nos. Ahora si era ya algo plenamente sexual. Él me sobaba con ansia las tetas y alguno de sus dedos se colaba juguetón en mi encharcado potorro, y yo comencé a restregarme bajo su cuerpo para, recolocándome, abrir mis piernas para cruzarlas sobre las suyas y, agarrando su verga, apuntarla directamente a la entrada de mi coño. Él me pidió un momento entonces para, estirándose, sacar un preservativo de la mesita de noche. Me sentí un poco defraudada, pero entendía que era necesario tomar precauciones.

Me pegó una follada tremenda, como nadie lo había hecho hasta entonces. Creo que no debió ser menos deuna hora la que estuvo bombeando sin parar. Luego nos fumamos otro cigarro para relajarnos abrazados en la cama. Yo a su lado, besándole de tanto en tanto el cuello e introduciendo la punta de mi lengua en su oído. Él jugueteando con mis pezones. Al cabo de unos minutos, retire el condón de su polla y lo coloque pendiendo ante mi cara para mirarlo. Después, levantándome, enrollé en uno de mis dedos la parte más próxima a la apertura, guardando el resto en mi mano.

-¿Qué vas a hacer con eso?- pregunto extrañado.

Yo le sonreí juguetona y salí de la habitación.

Ya en el jardín, me acerqué a la mesa grande para, tomando la jarra de refrigerio preparada por Toni, llenar dos vasos. Luego me acerque hasta las hamacas. Esforzando un poco la vista para ver a través de sus gafas oscuras, comprobé que Tessy seguía dormida. Dejé su vaso en la mesita junto a las hamacas y me tumbé en la que quedaba al lado suya.

-¿Os habéis divertido mucho?

-Puta.

Al fin y al cabo, no estaba tan dormida.

-Te he dejado un mojito en la mesita.

Ladeando la cabeza para buscarlo, lo tomó en su mano y dio un sorbo. Al cabo de unos diez o quince minutos, los vasos habían quedado vacíos de nuevo.

-Acabas de beberte la corrida de Toni.

Se incorporó como accionado por un resorte. Yo por mi parte, di un salto para echar a correr por el jardín, lanzándose ella inmediatamente en mi persecución para, una vez me hubo alcanzado, caer sobre mi espalda cual pantera enfurecida, dando con ambas en tierra y haciéndolo rodar por el suelo peleando como gatas. Nada serio. A Tessy le repugnaba el semen. De tanto en tanto decidía probarlo por morbo o para complacer a algún chico que especialmente la sedujera, pero no conseguía hacerse con ello y siempre le asqueaba, jurándose a sí misma que aquella había sido la última vez. Por supuesto.

Al oído de nuestras risas e insultos, salió Toni a indagar que ocurría.

-¿Qué está pasando aquí?

A modo de “castigo” al vernos así enzarzadas, la tomó a ella sobre su hombro y a mí con el otro brazo de la cintura, dejándome colgando junto a su cadera. Estaba tan fuerte que podía con las dos. Comenzamos a patalear graciosamente mientras le pedíamos que nos soltara, pero él, ni corto ni perezoso, se dirigió al borde de la piscina para, una vez allí, arrojarnos a ambas al agua. Primero a una, y luego a la otra. Luego él mismo se zambulló para emerger entre nosotras.

Tengo que hacer aquí una pausa para describirles a Tessy. Es muy guapa. Yo diría guapísima, y seguro nadie me quitaría la razón. Sus tetas no son tan grandes como las mías, ni mucho m menos, pero aun así son grandes. Su trasero en cambio, es bastante anodino, nada que ver con el impactante que luzco yo. Tampoco se podría decir que es un mal culo. Ni bueno, ni malo. Un culo, sin más. En conjunto tiene un buen cuerpo. Con lo que los tíos flipan, es con su cara. Es preciosa. Tiene la imagen típica de las vampiresas transilvanas de las películas.  Pelo negro, largo y muy lacio; ojos muy oscuros rasgados y piel blanca como la leche. Yo soy más vistosa, llamo más la atención y ligo más, pero en las distancias cortas Tessy se rehace y recupera la ventaja que le saco en las medias y largas, y la cosa queda entonces nivelada.

Nosotras, en represalia, nos lanzamos sobre él para “castigarle” por su osadía. Yo llevé la peor parte al principio de la batalla, consiguiendo Toni hacerse conmigo reduciéndome con un abrazo por detrás, agarrándome bien por las tetas el muy cabrón. Tessy por su parte, aprovechó para echarse sobre su espalda. Para liberarse de ella, me zambulló a mí en una ahogadilla al tiempo que él mismo inclinaba hacia adelante su torso enérgicamente para proyectarla a ella, que salió despedida así para caer al agua.

Continuamos el combate con nuevos bríos. Yo aproveché para, pasando bajo sus piernas, colocarme tras él de forma parecida a como estaba mi amiga antes, pero asegurada con mis brazos agarrados a su cuello y mis piernas cruzadas sobre su cintura. Tessy y por su parte, lo agarró de los huevos la muy zorra.

-Ey, ey... ¡eso no!

Soltó éstos para cogerle firmemente la polla.

-¡Au! - protestó él al tiempo que se lanzaba hacia atrás, haciéndonos caer a ambos sumergidos de espaldas en el agua. Evidentemente, yo no había podido ver lo que pasaba bajo ésta, pero la expresión perversa de Tessy y las reacciones de él hablaban elocuentemente.

-Jovencitas, aquí hay demasiada tensión. Esto no se resuelve en el agua. Acompáñame al dormitorio, por favor.

Todavía no hacía media hora que había bajado y ya estaba allí otra vez. Nos enzarzamos los tres en una batalla de morreos, lamidas, manoseos... Comenzó a follarme a mi primero. Estando en ésas, apareció Tessy de pie a un lado de la cama. Teléfono en mano, grabando la escena.

-Sonríe, puta.

Lo hice.

-Eh, eso no es buena idea. Sois menores de edad...

-No te preocupes, luego lo borramos. Es sólo para verlo cuando acabemos.

Le pareció bien. Y tan bién. Nos dio polla a base de bien a las dos hasta hartarnos.

Acabada la sesión de sexo, visualizamos el vídeo. Estaba súper. Unas veces grababa ella, otras yo, otras él mientras jugábamos entre nosotras... Muy excitante.

-Dame tu número - le pidió Tessí.

Él lo hizo y ella le envío por whatsapp el vídeo. Después lo borró en el suyo.

-No lo borres tú. Quédatelo de recuerdo. Así estarás seguro de que no vamos a divulgarlo por ahí nosotras. Además, ya ves que no te hemos grabado la cara. Aunque saliese de aquí, no te comprometería.

-Vaya... Veo que sois unas zorritas muy corridas. Sabéis latín.

Reímos.

-Y qué pasa si soy yo el que lo divulga?- quiso jugar con nosotras.

Tessy simplemente se encogió de hombros.

-Ya ves qué cosa. De la guarra ésta ya hay más vídeos por ahí de los que sabría contar.

Me reprendió Tessy amistosamente, pero con malicia, con una sonora bofetada en mi teta izquierda.

-Y de ésta, si no los hay, no van a tardar mucho en haberlos. Es más puta que la Charito. ¿No tienes a un grupo de WhatsApp de confianza?

La miró él sorprendido.

-Comparte el vídeo en él. Que vean todos cómo le dan polla a esta guarra.

Rió él divertido.

-Por mi... Que lo haga si quiere.

-¿Estáis locas? -se sintió un poco apabullado, aunque no a disgusto.

Tiene razón - argumenté en referencia a mi amiga-. Estos vídeos, de una manera u otra, siempre acaban en Internet. A mí ya me han dado grabado alguno también, así que ¿qué más da si me ven follada ahora o dentro de un año?

Le hizo gracia la cosa a Toni, qué río divertido la ocurrencia.

-¿No tenéis un grupo de los compañeros de la oficina? Sólo de los bordes, los que habláis de mis tetas. No uno en que estén mi padre o los que no convienen.

Me miró como graciosamente sorprendido.

-Oh, vamos... ¡Que os he escuchado muchas veces!

Mentía. Sólo fue una. Aquélla que les conté.

-Estáis locas - continuaba haciéndole gracias.

-¿Tenéis el grupo o no?- insistí yo.

Me miró fijamente.

-¿Te atreverías de verdad?

Ahora fui yo el que lo miró como con amistosamente despectiva sorpresa.

-Si tú confías en ellos y no tienes problema, por mí ya ves qué susto. Venga, compárteselo.

Abrió entonces la galería de vídeos en su smartphone y seleccionó el nuestro para compartir. Sólo quedaba darle a "enviar”. Jugaba a lo hago, no lo hago. Pensaba que nos íbamos a cortar.

-¡Dejaos ya de chorradas! - acabo con aquello sorpresivamente Tessy, llevando su mano hasta el dedo de él para, apretando, presionar el comando antes de que pudiera reaccionar.

Se le quedó en la cara un gesto de pasmo, y yo aproveché el momento para arrebatarle el aparato antes de que saliera de éste y pudiera detener el envío antes de que se hubiera contratado. Por si acaso. Estaba hecho.

Ni qué contar tiene el morbo del siguiente día que fui a la oficina. Los demás no sospechaban nada, pero aquellos cuatro cabrones lo sabían todo. Visto el vídeo, no habría tenido reparo Toni en darle todo tipo de detalles sobre nuestra aventura. A partir de entonces, fuimos haciendo más confianza y llegamos a ser muy amigos los cinco. De vez en cuando me daban alguna palmadita en el culo, pero ninguno pasó de ahí salvo Toni. Me llamaban putón, putita, zorrita... pero siempre de forma amistosa y con cariño. Era su putita, qué se le iba a hacer. Hablando en confianza y sabiendo de ellos de mi poco respeto y deferencia hacer mis progenitores, me enteré de qué a mi padre lo tenían allí por algo así como un pardillo. Un idiota, vamos. Era persona de no mucho carácter, y parece ser que resultaba fácil reírse a su costa. Nosotros también nos reímos en varias ocasiones burlándonos de él. A mí me parecía excitante.

Un día acudí allí especialmente erótica. Nada particular en cuanto a vestuario y demás. Simplemente, estaba en los días de mi periodo, y éste puede afectar a las mujeres de formas muy diversas. En ése en particular, andaba yo con las hormonas muy alteradas. Con una calentura a flor de piel, y eso se evidenciaba en mi físico. Los pechos más plenos, los pezones particularmente duros, un color de cara que me hacía verme muy guapa... Tan solo llevaba un short vaquero algo holgado y un polo polo blanco , pero mis grandes tetas se marcaban y movían con un balanceo que hacía las delicias de todos los varones con los que me había cruzado por el camino, y mis pezones amenazaban con taladrar la tela, además de transparentarse un poco, pues el tejido era fino, de verano . También llevaba bastantes botones desabrochados, con lo cual mis melones se veían bastante desnudos e incluso parecían amenazar con salirse del escote.

-Uff... Cómo vienes hoy, putita. ¿No te han violado por el camino?

Reí divertida e intercambiamos algunas bromas. Uno de ellos, que no era Toni, incluso se atrevió a tocarme una teta, y yo le reprendí amistosamente con una palmada en el hombro. Andamos así entre chanzas y chascarrillos unos minutos.

-A que no te atreves a entrar así a ver a tu padre.

Alguno se le tenía que ocurrir la gracia. La verdad es que no había pensado hacerlo. La idea era dejar el recado y seguir mi camino. Con bromas y simpatía, dándoles algún corte, intenté esquivar el asunto. Pero ellos no estaban por la labor, y así, bromeando y con algún toqueteo a mis melones, unido a mi estado alterado de esos días, consiguieron calentarme lo suficiente para entrar al trapo. Nos apostamos una fiesta con todos los gastos pagados para mí y Tessy con ellos, que andaban muy deseosos de conocerla también, por cierto.

Eso subió el nivel de la petición, claro. Me exigieron que entrara con el teléfono puesto en manos libres, un auricular conectado y el otro cerrado, para poder escuchar lo qué me decían y así poder darme alguna idea sobre la marcha. Y además tenía que vacilarle, para cachondeo y escarnio de ellos. Me gustó.

Así que entré. La idea, ya digo, había sido no hacerlo, y si no tenía más remedio, abrochándome algunos botones del polo. Dado el caso, no lo hice y entre tal cual.

Mi padre me lanzó una mirada que lo decía todo.

-Sabes que no me gusta que vistas así.

-Y a mí qué.

-A ti qué, no. No seas descarada. Bastante es que tu madre te consienta ir así por ahí, para que además vengas también aquí. Me dejas en evidencia delante de mis compañeros.

-¿De verdad? Pues a mí me parece que a ellos les gusta mucho mi indumentaria.

Ese corte le pilló desprevenido. Las risas de esos cabrones se escuchaban por el auricular y yo tenía que hacer esfuerzos para no reír también. Ya saben, la risa es contagiosa.

-Te estás ganando un bofetón, niña.

-Tócame y te denuncio.

Eso fue idea de ellos. Más risas. Mi padre esbozó un gesto cínico aceptando el desafío.

-Estás tú muy crecidita. Muy bien, no hace falta ponerte la mano encima. Esta noche va toda esa ropa a la basura.

-Mejor, así tendré que ir desnuda.

Más risas.

-Yo llegaré a casa antes que tú. A la basura irá primero toda la ropa que no me guste, y si tú tiras la otra después, a ver qué me pongo luego.

-Vas ganando puntos. Sigue así, y empezaremos a pensar en enviarte a un internado.

-Pshh… tampoco me importa. Me gustan los chicos y las chicas, y aquello estará lleno de tortilleras. Me pondría las botas.

Dio entonces mi padre un golpe con ambas manos en la mesa y acto seguido se puso en pie enérgico.

-¡Vete a casa ahora mismo! Ya hablar hemos cuando llegue.

-Me iré cuando me dé la gana. Ya no soy runa niña y tú no me vas a ser el que me dé órdenes.

Comenzó a subir entonces de tono la discusión. Se me estaba yendo de las manos. La situación se tornaba muy violenta. No había sido la idea. Mi padre llegó a espetarme que era una puta y que iba por ahí enseñando las tetas.

-¡Sí, soy una puta! ¡¡Y mi coño lo disfruta!! Y si quieres ver como enseño les tetas… mira. ¡Esto es enseñar más tetas! -terminé de estallar sacándome el polo por encima de la cabeza para quedarme denuda de cintura para arriba.

Supe que me había pasado en el acto al ver la mirada de mi padre, y casi llegué a arrepentirme. De momento, sentí auténtico miedo y supe que iba a llevarme el bofetón anunciado. Así que, anticipando su reacción, me di la vuelta y, abriendo la puerta, salí corriendo de allí con él lanzado detrás mía como un búfalo enfurecido.

Toni y los demás se alarmaron también. Aquello ciertamente se nos había ido de las manos. Poniéndose en pie en el acto, se abalanzaron sobre él para sujetarlo. Dado el volumen que había alcanzado nuestra voz durante la discusión, debieron enterarse de todo sin necesidad de atender al manos libres.

-¡Ramiro coño!... ¡que es una cría! Es cosa de chavales. Están todos alocados a su edad.

-¡¡SOY UNA PUTA SOY UNA PUTA...!! - le grité furiosa y casi llorando aprovechando que lo retenían-. ¡Me pongo las botas follando con quién me da la gana y cuando me da la gana, que te enteres. Y también de que he follado hasta con hombres de tu edad y mayores.

Eso no les gustó tanto a mis amigos. En su cara lo vi. Pero no tenían nada que temer. Aun perdiendo los papeles, sabía medir las palabras para esas cosas al menos. Prometí a Toni que no le iba a delatar, y no iba a hacerlo. También el resto de gente de la oficina estaba allí y se enteraron de todo. Un auténtico escándalo.

Mi padre comenzó a forcejear rabioso, y temí que no pudieran continuar sujetándole. Así que me di la vuelta y me largué de allí rauda.

Esa noche no volví a casa. Dormí en la de Tessy. Al día siguiente llamé por teléfono a la mía para decirles que no me esperasen, que de momento no iba a volver. No hacía falta que llamasen a la policía, porque no me habían secuestrado ni nada de eso. No volvía porque no me daba la gana. Mi madre se puso a llorar preocupadísima. Se escuchaba a mi padre gritar diciendo que iban a llamar a la policía de todas formas para que fuera a buscarme. Yo les dije que si lo hacían, se despidieran de mí definitivamente. A la mínima oportunidad, me escaparía de verdad y ya no volvería. Ella hizo de apaciguadora y, con los días, los ánimos se fueron calmando hasta que decidimos volver y tener una conversación de familia.

Había ganado. Mi padre estaba vencido. Mi chantaje había funcionado y, con tal de que no cumpliera mi amenaza, mi madre lo convenció y acabaron transigiendo. A partir de ese día, comencé a hacer de verdad lo que me dio la gana. En todos los sentidos, podía decirse que había domado mi padre.

Empecé a vestir provocativa de normal y de forma auténticamente escandalosa a veces. Sin mirar dónde ni cuándo. Ya nadie me ponía peros. A la oficina iba cuando me apetecía y vestida como un auténtico putón. Ahora ya les dejaba a los amigos de Toni tocarme las tetas, el culo y lo que quisieran. El potorro no llegaron a tocármelo, claro. Todavía.

Un día en que se habían quedado ellos solos allí por motivos de trabajo, me llamaron y celebramos una pequeña fiesta. El alcohol caldeó los ánimos, y pronto acabé quitándome el top, quedando sólo con la falda vaquera. Los chicos se habían empeñado en ver mis tetas. Decían que no era lo mismo en vídeo, que querían verlas al natural. Por supuesto. Por qué no.

-Qué bonitas - las admiraron manoseándolas. Era muy excitante sentir tantas manos sobre mis brevas desnudas. Me recordó la aventura con el equipo de baloncesto.

Una cosa llevo a la otra, y pronto estaba morreándose con todos ellos, la falda subida y continuamente dedos, que ya no podía decir de quién eran, entrando y saliendo de mi coño hecho un océano.

Me colocaron sobre la mesa del escritorio. Toni hizo los honores. Fue el primero en metérmela. La cabeza quedó colgando al extremo. Lo hice así a posta. Era una invitación. No sé si lo entendieron o pensaron por sí mismos, pero en un instante tenía la polla de otro de ellos metida en mi boca.

Me di cuenta en algún momento que estaban grabando la escena. No uno, sino dos de ellos. Sonreí mirando a una de las cámaras de los smartphones.

-Una dedicatoria, puta.

-Soy Lidia ……(apellidos), y soy una puta. Estoy follando en el lugar de trabajo de mi padre con cuatro desconocidos que me he traído aquí.

No sé exactamente por qué dije eso. Quería protegerlos. Por si acaso el vídeo trascendía. Aunque siendo ellos los que lo grababan, estaba claro que no iba a ser así.

Me follaron bien los cabrones. Quedé muy satisfecha.

Durante el lapso de tiempo que transcurrió todo eso que les he contado en este relato, pasaron también otras cosas. Morbos y situaciones distintas que iré relatándoles. A veces conectadas de alguna manera con todo esto, otras totalmente desconectadas.

Un día llego a mi cuenta de Facebook una solicitud de amistad de un desconocido. Una cuenta fake, se veía claramente. No había fotos de perfil ni ninguna de usuario. Solo paisajes y cosas así. Me envío también un privado de presentación en el que me decía que había visto el vídeo de la oficina y que le había gustado mucho. Yo me sonreí. Era evidente que se trataba de alguno de los chicos jugando.

Fue el primero. Esa misma tarde, me llegaron veintitrés solicitudes más. Me extrañó. Siempre he sido una chica muy popular en las redes sociales, en aquel entonces ya contaba con más de mil cuatrocientos agregados en ésa. Solían llegarme muchas solicitudes continuamente, pero no tantas de golpe.

Al día siguiente fueron treinta y dos. Al otro setenta y tres. Y después, durante algunas semanas, pasaron a llegarme por centenares diariamente. Se imaginan ya lo que había pasado, ¿verdad? De alguna manera, el vídeo de marras había acabado en Internet. Los chicos se enfadaron mucho, especialmente Toni, pero no pudieron averiguar quién había sido. Yo tengo mis sospechas, pero tampoco podría decirlo con seguridad. Y además, tampoco hace falta. No me molesto. Y a como a ellos no se les veía la cara, pues también acabó pasándoseles.

Yo aceptaba muchas de aquellas solicitudes. No todas. Las de los que me caigan simpáticos o decían cosas que me excitaban... Había otros que me escribían en muy malos términos (no me refiero a groserías esas me daban igual si eran morbosas), sino a chantajes y demás que pretendían obtener de mí otros vídeos o incluso algo más. A esas, directamente, no les contestaba ni aceptaba. Llegué a follar con varios de esos contactos, pero nunca por chantaje. Salvo que éste me pareciese excitante, claro.

Conocí por esa vía gente muy interesante que me aporto cosas nuevas que también les contaré. Mis padres por su parte, aún tardaron casi un año en enterarse del pastel. Él volvió a montar un cirio en casa, no había vuelto a plantarme ninguno desde aquel día en la oficina. Yo creo que, quizá, no se tragó lo de los desconocidos.

-¿Qué quieres, papá? Ya te lo dije. Yo soy así. Me gusta y no voy a cambiar.

Mi próximo relato será más duro. Un morbo más fuerte que removerá conciencias. Hasta entonces