Ella solo necesita placer Cap. 3
Sebastián recibirá noticias agridulces durante el transcurso del día, aunque serán mas noticias dulces que amargas.
Capítulo 3. Continuación del capítulo 1 cronológicamente.
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Me levanté por la mañana totalmente descansado, la maratónica jornada de sexo que había tenido el día anterior me había hecho dormir como un niño, miré la hora y eran las 6.45 am, el sol apenas lanzaba sus primeros destellos y yo tenía que prepararme para ir a trabajar, me dirigí a la ducha y recordé los momentos que había pasado con Vanessa…qué pedazo de hembra…lástima que no pudiera frecuentarla todo lo que quisiera, no podía llegar dónde mi vecina y tocar la puerta, que me abriera su novio y decirle “hey colega como va!, está tu novia, me la quiero follar”, no, no podía hacer eso.
Sin embargo creí que lo mejor era dejar de pensar en ella, no quería que un día de sexo con una mujer, por muy deliciosa que ésta fuera ocupase mis pensamientos más de lo debido, no…debía producir, y un soltero debe serlo en cuerpo y alma, sonreí para mí, la última vez que me sentí comprometido era hace 6 años cuando estaba con María Jesús, tenía nombres católicos, pero en la cama era el diablo, la relación no funcionó porque se fue de la región, conoció un tipo con mucho dinero y terminó casándose, ahora tiene dos hijos.
Seguí duchándome y sacudí la cabeza, no era el momento para nostalgias, ya era jueves y debía cumplir ciertas metas en el trabajo, terminé la ducha y me vestí, antes de salir de mi pieza vi los condones que no había usado con Vanessa el día anterior, por un acto reflejo los metí en mi bolso, “quién sabe cuándo los usaré” pensé y me dirigí al ascensor.
En el pasillo me encontré con Tomás mi vecino y novio de Vanessa, lo saludé conversamos temas banales, él ya sabía en lo que trabajaba yo y me preguntó cómo iban las metas, le respondí que bien, aunque tirando una broma le dije “en la universidad no me dijeron lo cabronazo que se pondría afuera con las crisis económicas, ya nadie contrata seguros”.
Tomás abrió los ojos asombrado y me pregunto:
-Sebastián… ¿estudiaste en la universidad?
-Sí Tomás, Ingeniería en Administración de Empresas, con mención en Marketing.
Tomás se mostró sorprendido, lo cual me molestó un poco, algo podía saber ya de la genialidad del tipo por todo lo que dedicaba al estudio, pero me cabreaba cuando te discriminaban porque sí, el nada sabía de mi vida privada. Cuando nos despedimos en las afueras del edificio atine a decir sin que me escuchara “los cuernos te los tienes ganados imbécil”.
Al llegar a mi trabajo mi jefe me llamó, yo era un ejecutivo en ventas en una empresa de seguros, si bien no era el mejor vendedor, sí era considerado el más esforzado por mis pares lo cual me gratificaba. Al llegar a la oficina de mi jefe me dijo:
-Sebastián García…Julio Echeverría se jubila y quiero que ocupes su puesto, ¿qué te parece?
Comencé a procesar la información, Julio Echeverría, encargado de recursos humanos en mi empresa se retiraba y me querían a mí en el puesto.
-Don Carlos, agradezco su gesto…pero con todo respeto yo sólo soy ingeniero en administración, mi mención es marketing, creo que hay varios que pueden rendir mejor en el puesto.
Don Carlos enarcó una ceja y me miró con frialdad, no era de los tipos que le gustase ser cuestionado.
-Te ofrezco un ascenso y cuestionas mi criterio para elegir, ¿es que acaso te volviste loco?
-Don Carlos, no lo tome a mal, sólo es que siempre he querido lo mejor para la empresa, y sinceramente no me veo tan apto para el puesto como los demás.
-A ver Sebastián…es precisamente por eso por lo que te quiero en el puesto, si bien no eres el genio de ventas como Marcos o Lorenza, los cuales te duplican en ventas, no puedo dejar de observar en ti las cualidades que se requieren para el puesto, ganarás cuatro veces más de lo que ganas ahora, y no tendrás que reventarte el culo chupándole los huevos a la gente para que te compre un seguro, tienes las aptitudes profesionales que se requieren para el puesto, y gozas de mi confianza, ¿está claro?, ¿qué me dices muchacho?
Por dentro no me podía sentir más halagado, nunca pensé en llegar a eso, si bien el puesto era impensado porque más probable que se lo dieran a alguien con algún título en esa área, no implicaba que yo tuviera que decirle que no, rápidamente ordené mis pensamientos y le dije:
-Acepto Don Carlos.
-Excelente, sé que no me defraudarás, ahora, empiezas hoy mismo porque el cabrón de Echeverría dijo que se iría la semana que viene pero prefiero que te empieces a hacer cargo ahora ya, así te impregnas de tu nuevo puesto lo más rápido posible, y nada mejor que partir haciendo entrevistas a unos universitarios que quieren hacer la práctica acá, nada de estúpidos por cierto, pues pagamos bien.
-A qué hora llegan los universitarios. Le pregunté.
-A las 15.00 horas Sebastián, así que…vuelve a tu casa y cámbiate la ropa, ahora ya no podrás andar con esos trajes tan…genéricos.
-Estaré acá a las 14.00 horas Don Carlos.
Dicho esto me retiré y por dentro no podía parar de sentir un júbilo por lo ocurrido momentos atrás. Pasé por alto la discriminación que hizo mi jefe puesto que siempre usaba trajes no tan costosos dado que muchas veces me la pasaba en ruta y no deseaba estropear mis mejores trajes. Me dirigí raudo a mi departamento, aún no eran las 11 de la mañana cuando entré a las puertas del edificio, en su interior estaba el conserje recibiendo a un muchacho bastante alto y de cuerpo muy trabajado, rubio y de ojos azules, el tipo parecía salido de una película.
Al acercarme al mesón del conserje pude escuchar que el tipo le decía:
-Vengo a ver a Vanessa Rodríguez, del piso quinto.
El conserje llamó por teléfono y luego de unos segundos este le indicó al muchacho que subiera por los ascensores. No quise seguirlo, sino que me quede haciendo tiempo con el conserje preguntándole por la correspondencia y hablando temas banales con él, el partido de fútbol del fin de semana pasado y del que se venía, las posibilidades de título para el equipo local y cosas por el estilo, me dieron unos quince minutos hablando con él cuando decidí subir, tenía una sensación extraña, no quería reconocerlo pero eran celos, celos de ese muchacho fornido que venía a visitar a la mujer que me había follado durante todo el día anterior.
En mi interior pensé “debe ser un compañero de clase”, ella estudia Pedagogía en Educación Física, quizás todos son curtidos físicamente, me tranquilicé y oprimí el botón del ascensor. Al llegar al quinto piso me dirigí a mi departamento que quedaba frente al de Vanessa, cuando llegué sentía risas alegres, joviales que brotaban desde la puerta del departamento de Vanessa, pensé en tocar, pero desistí dado que no quería pasar por un tipo controlador, no tenía relación alguna con ella, la conocía hace 3 semanas, no tenía derecho alguno.
Me introduje en mi departamento y busqué mi mejor traje para la ocasión, no había tantos candidatos, pero con mi nuevo sueldo ya tendría oportunidad de ampliar mi clóset.
Aproveche de comer algo dado que no había tomado un buen desayuno, y cuando lo hice me dirigí a mi pieza para ver un poco de televisión en mi cama, no eran todavía las 12 y debía estar en el trabajo a eso de las 14.00, todavía había tiempo.
Para cuando me recosté y antes de que pudiera encender la televisión comencé a sentir ruidos en mi pared, la cual daba a alguno de los cuartos del departamento de mis vecinos, ya había dicho antes que no se escuchaban las conversaciones, pero que si se emitían gritos, con un poco de dedicación estos podrían ser perfectamente legibles, me incorporé y puse más atención cerrando la ventana de mi pieza, para cuando lo hice los sonidos adquirieron forma:
-Siiiiii…oohhhhhhh, aaaahhhhgggg.
Definitivamente no era una conversación, al menos no una normal, mi corazón se aceleró y sentí unos mareos, no me lo esperaba, digo…me la follé brutalmente el día anterior y no había tenido oportunidad de intercambiar muchas palabras con ella, pero no me esperaba que al día siguiente la Vanessa estuviera follándose a otro tipo, al cual nunca había visto, pero vamos…tampoco es que yo esté en su puerta haciendo guardia.
Acerqué mi oreja como un niño curioso que descubre las fechorías de su hermana mayor con su novio y la pequé a la pared para escuchar con mayor claridad pero apenas distinguía algo más que gemidos de placer, la duda me corroía, el morbo me consumía como madera seca presa de un incendio.
Tomé un vaso delgado que tenía y lo acerqué a la pared, no pretendía escuchar con nitidez, pero algo debería mejorar…y algo mejoró.
-Siii Vane…siiii, ooohhhhh, como t aaahhhhh siiii ohhhh.
Se escucha una mierda dije, me sentía como una señora curiosa que no tiene nada más que hacer, pero los celos injustificados me comían por dentro. Guardando relativo silencio me dirigí a la puerta, con el vaso en la mano abrí la puerta y para mi sorpresa los sonidos en el pasillo eran más legibles que desde mi pared, al parecer estaban en el living que daba más cerca a la puerta…coloqué con cuidado el vaso en la puerta de madera y los sonidos se bastante nítidos:
-Siii Vane, como te mueves preciosa, siiii…aaahhh me encanta como mueves ese culo Vane, sigue…siiiii.
Mentiría si dijiera que no quería derribar la puerta ahí mismo y hacer un escándalo, no era mi novia, pero demonios, por alguna razón sentía que ella me pertenecía, y por segundo día consecutivo Vanessa era infiel con su novio…al carajo, quería seguir escuchando.
-Muévete así…más lento Vane, más lento, quiero sentirte toda. Decía el muchacho que la había venido a visitar.
Mis celos habían adquirido un tono recalcitrante…me estaba desconociendo completamente, mientras que el sonido ineludible de los testículos chocando con el culo de Vanessa eran cada vez más evidente. En un momento era innecesario usar el vaso puesto que los gritos de ambos se comían el ambiente:
-Aaaaaaahhhh, como me haces gozar Gael…que rica la tienes, métela toda, todaaaaaa. Gritaba ella, al parecer sin importarle que sus vecinos le escuchasen y mucho menos aquel vecino que se la había follado el día anterior, claro, ese vecino debía estar trabajando, solté una sonrisa irónica.
El griterío seguía, por una parte maldecía a la constructora que había edificado esos departamentos por la mala acústica que tenían, pero mi lado morboso lo agradecía, imaginaba el culo de Vanessa, el cual había tenido entre mis manos, entre mi lengua el día anterior, el tipo se veía muy trabajado físicamente… ¿la tendría más grande que yo?, ¿gozaría más con él que conmigo?, preguntas infantiles que recorrían mi mente, y que no hacían otra cosa que incrementar mi morbo.
-Te gusta que te parta el culo Vane, eres una golosa, toma, toma tomaaaa.
-Siiiii, párteme el culo, me pones como una perra en celo, la tienes muy ricaaaaa.
Me había hartado, volvía a entrar a mi departamento y cerré la puerta, sin fijarme la cerré con fuerza, emitiendo un estruendo que se debió sentir en todo el pasillo, tomé mis cosas y me dispuse a irme al trabajo aunque llegara antes de la hora acordada, al cabo de 5 minutos iba saliendo de mi hogar y al salir a la puerta pude notar que no habían ruidos.
“Quizás acabaron, o el portazo los asustó”. Pensé para mí mismo.
Al cerrar la puerta con llave sentí que la puerta de mi vecina se abrió levemente y rápidamente me giré a ver, Vanessa no alcanzó a cerrar la puerta y vi su silueta tras la línea que dejaba la puerta, ella me miró y en su cara vi dudas, así que tomé la iniciativa:
-Hola Vanessa, ¿cómo estás?
-Bien…no sabía que estabas acá… ¿estás hace mucho rato?
-No no…para nada, acabo de llegar, tuve que venir por unas cosas que me faltaron, pero ya me voy, ¿todo bien?
-Si si…debo seguir estudiando Sebastián, hablamos más tarde.
-Que te vaya bien en tu estudio Vanessa, nos vemos le dije, sin mirar atrás y volviendo mi mirada al pasillo camino al ascensor.
Al salir del edificio camino a mi trabajo cuando había caminado dos cuadras pude ver a Tomás que venía caminando hacia el edificio, por un momento sentí lástima por él, no se merecía que su novia lo corneara como lo hacía, cinismo de mi parte, hace un día me sentía como un héroe por ser el que ponía los cuernos mientras mi pene penetraba a Vanessa por su boca, su culo, su coño y ahora sentía compasión por el corneado…jajaja, no pude evitar reír irónicamente.
Tomás me saludó nuevamente y me dijo:
-¿De nuevo por acá?
-Vine a buscar unas cosas que me pidieron el trabajo…y tú Tomás, te hacía en la universidad.
-Se me quedó mi exposición en el departamento, debo exponer ante un curso en unas horas más y aproveché el almuerzo para venir a buscarla, llamé a la Vane para que me la mandara por correo electrónico, pero no me contesta el móvil, no sé si estará en casa.
Asentí y miré hacia el edificio, le desee buena suerte y me fui, mientras caminaba una parte de mi pensaba en la escena que se montaría cuando su novio llegara y encontrara a su novia follando con el tipo en su propio departamento –al menos tuve la decencia de follármela en mi departamento pensé- sería una escena que podría terminar mal.
A pesar de los celos que me generó escucharla follar con otro, tomé mi móvil y marqué a su número, deseando que por su propia integridad pudiera contestar rápido.
No tardó en contestarme una entrecortada voz, mientras decía:
-A…aa…¿aló?
-Vanessa, soy yo, Sebastián.
Rápidamente sentí como ella dejaba de hacer lo que estaba haciendo –lo cual era obvio- y se recomponía para hablarme.
-Hola Sebastián, tantos minutos sin hablarte. Dijo mientras soltaba una risita forzada.
-Jajaja sí, oye te llamaba porque me encontré con tu novio Tomás y ahora va camino al departamento, dijo que tenía que ir a buscar una exposición y que tú no le contestabas, pensé en llamarte por si acaso.
La voz al otro lado del teléfono se cortó en seco, después de tres segundos Vanessa me dijo:
-Muchas gracias por avisarme Sebastián, dejé el teléfono en la pieza y he estado en el living toda la mañana, discúlpame pero ahora debo cortar. Terminó de decir con una voz completamente alarmada.
Ojalá que con esos 5 minutos que le regalé le alcanzasen para poner todo en orden, ya no era problema mío si no lo hacía.
Seguí caminando y en un rato llegué a mi trabajo, al entrar me dirigí a la oficina de Don Carlos y éste me dijo que preparara las cosas para las entrevistas, me dijo que confiaba en mi criterio para elegir a los universitarios en práctica, haciendo énfasis sólo en que “no la cagaran”.
Me senté a ordenar y sin darme cuenta pasó el tiempo, después de media hora Carolina la secretaria –que estaba bastante buena- me dijo que ya estaban todos los candidatos a practicantes listos para ser entrevistados, me levanté y le dije que los hiciera pasar por uno a la vez en la sala de exposición que había en la empresa.
Eran en total 10 candidatos, casi todos de las carreras derivadas de ingeniería, 6 hombres y 4 mujeres. A cuatro de los hombres los descarté inmediatamente porque no se veían conformes con las condiciones de los horarios, los dos restantes mostraban un real interés por el trabajo, mientras que las mujeres una de ellas al conocer las condiciones se excusó diciendo que no podría compatibilizar todo con la crianza de un hijo que tenía, le dije que no había problema y se retiró.
Para 2 puestos tenía cinco candidatos y no sabía a quién elegir, miré sus fichas nuevamente y revisé sus antecedentes académicos, todos estaban empatados excepto dos, que destacaban sobre el resto, decidí decantarme por lo académico y les comuniqué por separado a ambos la decisión mediante una llamada, uno se llamaba Fernando y la mujer se llamaba Mónica, una rubia que había venido con un traje negro que resaltaba en el escote que dejaba ver sus pechos voluptuosos, aunque no groseramente y una falda bastante sexy que dejaba entrever sus piernas de contextura normal abrazadas por las medias negras que resaltaban su sensualidad. Tenía 22 años y estudiaba ingeniería con especialización en administración, empezarían el lunes, pero Mónica me insistió en querer empezar el mismo día, a lo que le dije que no era posible, que si tenía muchas ganas podía empezar al día siguiente, a lo que ella aceptó.
Me dirigí por última vez a mi jefe antes de que se retirara con la mayoría de la empresa a eso de las 18.00 para preguntarle por la asignación de los practicantes a lo que él me respondió:
-Déjate un practicante como tu asistente para que colabore con Carolina y contigo, al otro practicante mándalo al área de ventas.
Asentí y me fui a mi nueva oficina dispuesto a seguir adelantando trabajo y ordenando cosas, ya casi nadie quedaba, solamente Carolina la secretaria y Lorenza, una de las estrellas en ventas en la empresa, no pude evitar mirar con detenimiento a Lorenza, era un pedazo de hembra, que nunca había estado a mi alcance, era mejor que yo en varias cosas en la empresa, pero ahora yo era su jefe, ironías de la vida jajaja.
Lorenza después de terminar de ordenar los informes de venta se retiró y solamente quedamos Carolina y yo, Carolina dado que no quedaba prácticamente nadie se sacó la chaqueta negra que traía puesta y quedo más cómoda solamente con su blusa blanca y su falda y tacos de aguja.
La observé y no pude evitar calentarme al verla concentrada en sus labores mientras se llevaba el lápiz a su boca y lo mordía sin percatarse de que la observaba, sus piernas al igual que la mayoría de las mujeres de la empresa estaban cubiertas por unas medias negras sensuales que dejaban una visión exquisita para quien pudiera contemplarlas.
Carolina tenía sus labios pintados con labial rojo, era de tez blanca y pelo negro, su pelo con variados rulos se lo había tomado para estar más cómoda y seguía concentrada terminando sus informes, sus pechos normales asomaban por el escote que se dejaba ver ligeramente a través de la blusa.
Me volví a mi oficina personal y cuando me senté pude escuchar a Carolina casi gritar enfurecida:
-¡Por la mierda, justo ahora!
Me paré y la fui a ver, le pregunté que le sucedía y me dijo que se le había roto el taco de su zapato derecho. Comprendí su molestia, lo que menos quieres a esas horas siendo mujer es que se te rompa el taco de tus zapatos, sobre todo si son tacos de aguja.
Me acerqué a ella para ver si podía hacer algo para ayudarla, me arrodillé y examiné su zapato mientras ella estaba sentada, desde esa perspectiva tenía una vista de primera sobre sus piernas, una erección comenzó a desarrollarse debajo de la cremallera de mi pantalón la cual traté de disimular con mucha fuerza.
Ella desestimó la ayuda diciendo que no quedaba más que mandarlos a reparar o simplemente botarlos, se sacó el otro zapato y se paró, buscó su cartera y de ella cayó su teléfono. Antes de que pudiera reaccionar ella se agachó dándome la espalda y dejándome su culo frente a mis ojos, ella al reincorporarse no se dio cuenta y chocó contra mi poniendo su trasero sobre mi bulto que había fracasado en contener.
Ya había mencionado en otra historia que mi verga es de 18 cms, pero además es muy gruesa, bastante más de lo común según me decían algunas mujeres en mis encuentros con ellas, y por ello cuando Carolina se levantó y quedó de espaldas a mí con su trasero pegado inconscientemente a mí, fue inevitable que sintiera toda mi erección.
Carolina se dio vuelta y me miró con cara confusa, luego miro hacia mi bulto y abrió los ojos sin decir palabra alguna, yo tragué saliva y dejándome llevar por mi excitación tome su cara con una mano y le di un beso.
Ella entre sorprendida y aun confusa no reaccionó, sin prestar ni aprobación ni rechazo, por lo que incrementé mi osadía y con mi otra mano la abracé por la cintura, ésta vez ella reaccionó y me tomo por el cuello mientras yo la besaba buscando su lengua para deleitarme, Carolina me quitaba la chaqueta que traía y me manoseaba por sobre la camisa, comenzando a abrirla botón a botón de forma acelerada. En unos instantes mi camisa estaba sobre el escritorio paralelo al de Carolina y ella contemplaba mi abdomen trabajado, lo miraba con calentura y deseo, se arrodilló y lamió mi abdomen, subiendo por mis pectorales hasta llegar a mi cuello, me mordía los labios mientras me tocaba mi cuerpo descubierto.
Rápidamente sus manos se fueron a mi cremallera que estaba por estallar, para mi sorpresa no tardó nada en sacar mi verga y dejarla al aire libre, Carolina mostro una sonrisa de aprobación y tomó mi polla con una mano mientras comenzaba a pajearme lentamente primero y después con rapidez. Después de unos instantes realizándome una paja comenzó a introducirla en su boca, pasaba su lengua por la cabeza danzando sobre ella y luego engullía mi polla hasta la mitad, después se la sacaba y con su lengua lamía mi falo como si se tratara de un helado, desde arriba hasta abajo agarrándome de los huevo mientras lo hacía.
Yo la incorporé porque no quería acabar y ella comprendiendo el mensaje se bajó su falda, la senté en la mesa del escritorio en donde la abrí de piernas y haciendo a un lado su colaless comencé a lamerle el coño, primero con delicadeza y luego cuando mi lengua ya había recorrido su vagina comencé a acelerar, Carolina comenzó a jadear, emitía gemidos de placer mientras mordía sus labios para contener los gemidos que solamente nosotros escucharíamos. Seguí lamiendo desde arriba hasta abajo y ella se arqueaba, con sus piernas sensuales cubiertas por sus medias negras se abrazaba a mi dejándome pegado a su coño que cada vez emitía más jugos vaginales que mi lengua recibía gustosamente.
Ella comenzó a decirme entrecortadamente:
-Sebastián…fó…fóllame ya…
A lo que accedí sin poner reparos, me había olvidado de los malos eventos vividos ese día y me levanté bajándome el pantalón y los bóxer, dejando mi polla al descubierto, venosa y dura producto de la mamada y la excitación generada durante todo ese rato, le abrí las piernas mientras Carolina se apoyaba con los codos en la mesa de escritorio y poco a poco comencé a introducirle mi polla haciendo a un lado los colaless que aún portaba, a lo que ella empezó a soltar gemidos de placer más intensos a medida que la penetración también lo era.
Comencé un mete y saca lento e intenso, al comienzo con cuidado pero cuando mi polla ya estaba entrando completamente aceleraba hasta que llegaba al fondo y Carolina emitía gemidos de “¡ay!” a lo que volvía a un ritmo lento mientras se la sacaba, para volver a introducirla lentamente, pero cubierta mi polla más de la mitad por su vagina, nuevamente aceleraba dando una embestida potente y certera hasta el fondo de sus entrañas.
Ella estaba completamente sonrojada, se mordía los labios mientras su cabellera de rulos caía por su cuello, me miraba con deseo, con una calentura propia del momento, ella me dijo:
-Fóllame más fuerte Sebastián, quiero sentir tu polla, quiero que me llenes con tu verga exquisita.
La abracé y mientras la penetraba le manoseaba las tetas que aún estaban cubiertas por sus sostenes negros, no quería dejarla sin ropa, disfrutaba verla así, ella me besaba con fuerza, enredando su lengua con la mía, mientras sus brazos abrazaban mi cuello.
Tome sus colaless por un borde y con fuerza los tiré, los arranqué con facilidad y arrojé su prenda íntima a un basurero, ella no protestó, seguía presa del placer que le estaba dando con mis embestidas, las cuales ahora se habían incrementado grotescamente, con fuerza, mis huevos chocaban contra su trasero, generándome más excitación si cabe aún, mi pene era una piedra que se introducía entre las carnes de Carolina buscando saciarse, ella seguía gimiendo y comenzaba a contraerse mientras me gritaba al oído:
-Me corro Sebastián, me corro, dios que deliciaaaaaaaa.
Yo aceleré mis embestidas, sentía como un mar de fluidos abrazaba mi polla en el interior de su vagina, mi pene entraba y salía con total facilidad.
Carolina se desplomó en la mesa del escritorio y yo la miré con malicia, saqué mi verga la cual aún estaba como piedra dado que no había acabado y de su vagina salieron pequeños chorros de fluidos vaginales, me agaché y comencé a lamer su vagina, removiéndolos, bebiendo cada gota de ese elixir de lujuria que ella me regalaba, al cabo de unos minutos me reincorporé y mirándola con lascivia le introduje mi pene nuevamente. Esta vez ella se quedó recostada en la mesa con las piernas dobladas, mientras yo estando parado la penetraba, pero ahora con fuerza, con un frenesí que buscaba saciarme de lo que no había conseguido hace unos momentos atrás.
Ella comenzaba a jadear de nuevo mientras me decía:
-Diosssss que deliciaaaa, dios mío Sebastián, como me haces gozarrrrr.
Yo embestía con todas mis fuerzas, mi pene comenzaba a dolerme por el exceso de sangre que tenía en mis venas fluyendo a toda velocidad, el mete y saca era rápido, frenético, buscando mi premio, el cual comenzó a hacerse sentir mientras mis huevos chocaban con decisión el culo de Carolina. De un momento a otro sentía como sensaciones eléctricas recorrían mi cuerpo de arriba abajo estremeciéndome por completo, mientras que mi verga comenzaba a botar los primeros chorros en el interior del coño de Carolina.
Alcancé a sacarla durante la mitad y el resto de los chorros fueron a parar a la blusa y un par a las tetas, uno llego con insolencia hasta el cuello de ella, sus medias estaban manchadas y su blusa también, ella sólo sonreía agradecida de esa sesión de placer.
Yo aún recuperaba el aliento cuando ella comenzó a ordenar sus cosas, de pronto me di cuenta que no sabía mucho de ella ¿tendría hijos?, ¿novio?, ¿marido?, me daba lo mismo, la sesión de placer no me la quitaba nadie.
Carolina terminó de vestirse y me dijo que iría a comprarse unos zapatos baratos a una tienda que quedaba a una cuadra de la empresa, le dije que la acompañaría a lo que ella accedió.
Ya en la tienda, después de haber comprado unos zapatos bastante económicos salimos a la puerta y nos despedimos, Carolina me abrazó por el cuello y me dio un beso largo y tendido en la boca, luego tomo un taxi y mientras caminaba hacia él me miró y sonrío, en sus manos no vi anillo alguno de compromiso ni de matrimonio y ella era relativamente joven para estar en esas etapas, se subió al taxi y este se perdió entre el mar de autos que circulaban a esa hora.
El beso que me dio de despedida me tomó por sorpresa, no me lo esperaba, lo tomé como un gesto de agradecimiento por lo sucedido, más que por alguna muestra de afecto, me dirigí a mi casa caminando y meditando las cosas ocurridas, comencé a preguntarme como le habría ido a Vanessa con su novio Tomás y el chico que por lo que escuché se llamaba Gael.
Llegue al edificio y entré, el conserje me saludó y tome el ascensor, al llegar a mi piso caminé por el pasillo y me dirigí a mi puerta, no sin antes sentir una tremenda curiosidad, armado de valor, golpee la puerta de mis vecinos y no salió nadie, volví a golpear nuevamente y de pronto sentí sonidos que indicaban que alguien abría la puerta.
Una silueta se formó entre la línea de la puerta y vi la figura de Vanessa, se veía normal, por lo que fui al grano:
-Hola Vanessa, ¿todo bien?
-Hola Sebastián, si si, todo bien. Gracias por avisarme hoy, pensé que Tomás se enfadaría por no haberle contestado pero cuando me vio estudiando con Gael en el living le restó importancia, tengo una prueba teórica muy difícil el lunes que viene y ya me estoy preparando. Me dijo ella.
-Ah ok, me alegro Vanessa, quería preguntarte si mañana ibas al gimnasio conmigo, pero veo que estarás muy ocupada, lo dejo para otro día mejor.
Sin esperar respuesta me di la vuelta y entré a mi departamento, saqué una cerveza y me senté en el living, el mismo en donde me Vanessa me hizo una de las mejores mamadas hace ya más de un día, eran casi las nueve de la noche y estaba cansado, había sido ascendido y me había follado a mi secretaria, la cual me sorprendió gratamente.
Ahora quedaba solamente decidir cómo me comportaría con Vanessa y por otro lado debía decidir cuál de los dos universitarios sería mi asistente, si Fernando o Mónica…no tenía interés sexual en Mónica, y se veía que Fernando tenía muchas ganas en el puesto, pero por alguna extraña razón, esa noche saboreando la cerveza decidí tomar a Mónica, una rubia medianamente voluptuosa como mi asistente, mientras que Fernando sería enviado al área de ventas.
Sí, será lo mejor me decía, siempre preferí la compañía de mujeres antes que hombres, acomodé mi cabeza en los almohadones del sofá y sin intención me quedé dormido.
Continuará.