Ella, mi debilidad (parte 18)

Y así pasamos la mayoría de la noche, intercambiando miradas, besos, entre caricias, sellando esa noche como nuestra.

Claudia:

Estaba por abrir los ojos, pero antes sentí sus labios sobre los míos, aun no amanecía, pero yo veía un nuevo amanecer a mi lado, y era a ella, es que solo junto a ella puedo amanecer y que cada nuevo día lo encuentre diferente. Sus labios son la mejor sensación de la vida, sus manos tomando mi rostro son paz, tengo que admitir que estoy completamente enamorada de ella, que si no es con ella no podría ser con nadie más, con paula nos prometimos algo hace un tiempo, que el día cuando encontráramos a la persona que queríamos que este para el resto de nuestras vidas a nuestro lado lo sabríamos porque describíamos a esa persona como “ella”, y yo siento que es solamente “ella”, que no puede existir nadie más en el mundo que sea tan perfecta para mí, no puedo permitirme perderla, no lo soportaría una segunda vez.

Nuestros labios se juntaban una y otra vez, como si cada vez al separarse hubiera algo que los volviera a unir, y era el deseo, la necesidad, como imanes que se atraen cuando están demasiado cercas. Lo que nos separo fue la falta de oxígeno.

Yo: Creo que podría estar pegada cada minuto a tus labios-le dije con una sonrisa en la cara-.

Flor: y yo podría verte dormir cada mañana. - volviéndome a besar-.

Yo: soy lo más feo que puede existir por las mañanas. – poniéndome sobre ella-.

Flor: mis ojos no creen lo mismo señorita. -escabulléndose-.

Yo: ¿a dónde vas?  -pregunté- son las 6 de la mañana. – mirando el móvil-.

Flor: No querrás perderte la entrada triunfal.

¿Yo viendo un amanecer?, jamás me lo hubiera imaginado, pero a su lado no lo sé, me siento primeriza, como si todo esto fuera nuevo para mí, pero lo era.

Mis brazos se aferraron a su cintura, y mi cabeza a su cuello, inhale el dulce olor de su piel, ningún perfume se asemejaba a esa fragancia única que ella poseía en su cuerpo, podría estar así por horas, ella jugaba con mis manos mientras yo la abrazaba, notaba algo de nerviosismo en ella, como si quisiera decirme algo, su mirada era inquieta, aunque pude notar que no era algo malo, sino más bien algo que teníamos atragantado las dos, y al parecer estábamos en la misma posición, temíamos de lo que pasaría si lo dijéramos, pero no puedes acallar lo que sientes, menos cuando se trata de amor.

Yo: flor. -susurre en su oído-. Dímelo.

Flor: - se dio vuelta lentamente para llegar a mis labios, pero sin tocarlos-. Te amo, y cada momento que estoy a tu lado es mejor que el anterior, te amo como sé que no volvería a hacerlo jamás, porque esto que siento por ti es como un fuego que me quema cada vez que estoy a tu lado, sé que el fuego es peligroso, pero yo solo quiero permanecer a tu lado.

Yo: desde la primera vez que te vi, desee que fuera tu hermoso rostro el que viera cada mañana, ahora que te tengo aquí solo quiero no separarme de ti jamás, fuimos idiotas, pero nuestras acciones nos tienen aquí ahora, yo solo sé que cada vez que te veo se me acelera el corazón y se me paraliza a la vez, que tus besos son el mejor regalo que solo tú me puedes dar, flor, yo solo sé que te amo.

Y amaneció, el sol en todo su esplendor, y los sentimientos estaban todos a flor de piel, nos quedamos unos minutos más así, sintiéndonos, amándonos, dedicándonos palabras de amor, pero ya se nos hacía tarde y tuvimos que volver a la realidad, aunque fue casi obligado, estoy segura de que nos hubiéramos quedado así toda la vida de no ser porque teníamos obligaciones.

Bajamos y ella estaba ahí, pensábamos que seguiría durmiendo, pero por lo visto se había despertado mucho antes que nosotras, estaba en la sala ya con las maletas listas, lucia más nerviosa que nunca.

Yo: ¿Ya has comido?  -le pregunte-.

Paula: no tengo hambre.

Flor: pues tendrás que comer ya que nos quedan muchas horas de viaje. -mirándola intensamente-. Voy a hacer el desayuno.

Yo: no querrás meterte con ella- también mirándola-.

Paula: debería ser yo quien cuide de ella. – con la mirada perdida-.

Yo: tú también necesitas cuidados amiga, además tu hermana aparte de ti también me tiene a mí. -mirándola embobada-.

Paula: deberías comprarte un babero. -dijo en tono de burla-.

Yo: lo siento… es solo que no puedo evitarlo. -volviendo la mirada hacia flor-.

Paula: no te disculpes por estar enamorada, me encanta poder verlas así, verte así, hace mucho que no te veía sonreír como lo haces cada vez que miras a flor, el amor es inevitable…poder verlas feliz me hace feliz a mí también.

Yo: ¿y tú? ¿Estas preparada para esto?

Paula: nunca lo estaré, pero desde el momento en que hice mi maleta tuve que poner valor también en ella. -dijo dando un largo suspiro-.

Flor: ustedes déjense de charlas y vengan a desayunar. -en tono de mando-.

Yo: Ya la has oído. -levantándome-. amo su carácter de mierda. – le dije a paula en voz baja-.

Flor: te he oído cariño. -grito desde la cocina-.

Una hora y media fue lo que tuvimos que esperar en el aeropuerto antes de poder subirnos al avión con rumbo a España, siempre les he tenido miedo a los aviones, me atemoriza saber que estoy a cientos de kilómetros de la tierra que es donde me siento más segura, pero la mano de flor a mi lado me tenía mucho más tranquila.

Paula: ¿sabes cuantas posibilidades existen de que un avión pueda caer?

Yo: ¿se supone que eso me tendría que tranquilizar?  -dije mirándola a mi lado-.

Flor: No la asustes. -dijo a mi otro costado-. No pasa nada mi amor, tu solo respira y piensa en otras cosas que no sean aviones estrellándose, digo volando.

Yo: eso tampoco funcionó… definitivamente ustedes son muy malas tranquilizando a la gente. -dije exhalando el aire acumulado-.

Flor: mírame. -tomando mi cara-. Tranquila, todo estará bien.

No sé si fueron sus ojos, o sus palabras hipnotizadoras pero mi cuerpo se relajó, y me perdí en su mirada como casi siempre lo hacía cuando estábamos una en frente de la otra, bese sus labios para sellar el momento, lo hice de tal manera que pueda transmitir que estaba tranquila solo porque ella estaba a mi lado. Me perdí en el tiempo, hasta claro, paula fue quien nos hizo volver nuevamente a la realidad.

Paula: ubíquense que hay niños. -dijo como siempre burlándose-.

Yo: tú no tienes a quien más molestar ¿no es así? -dije haciéndome la seria-.

Paula: ¿me estás diciendo que soy una molestia?  -haciéndose la dolida-. Porque si es así le pido al capitán que dé la vuelta al avión y me bajo. -dijo intentando pararse-.

Flor: oh ustedes dos me van a dar dolor de cabeza. -pasando por encima de mí. - vamos te cambio de puesto.

Paula: te has salvado gracias a ella.

Flor: la cortan las dos o seré yo quien me baje del avión. -apuntándonos con el dedo a ambas-.

Un poco más de doce horas fue lo que duro el vuelo, tenía el trasero entablado, paula no paraba de molestar y flor solo caminaba agarrada de mi mano en silencio, esperamos un momento por nuestras maletas. íbamos entre risas cuando vemos a lo lejos a las dos razones de este viaje, doña Hilda y don óscar nos esperaban a unos metros de distancia con dos sonrisas enceguecedoras, lucían su felicidad, flor en todo momento mantuvo su mano agarrada de la mía, hasta que tuvimos que separarnos para saludarlos.

Claudia: ustedes se ven estupendos. -mirándolos-.

Doña Hilda: lo mismo puedo decir de usted señorita Claudia.

Claudia: ya por favor deje de llamarme así, para usted solo soy Claudia.

Paula: o nuera, suena más familiar. -burlándose nuevamente-.

Flor: oh estoy segura de que tú necesitas dormir, la falta de sueño como que te hace un poco mal. -mirándola feo-.

Paula: hermanita… solo son bromas. -abrazándola-. Y tu papa, ¿feliz de que te queden solo unas cuantas horas de hermosa soltería?

Don Óscar: pues que te puedo decir hija, creo que soy el hombre más feliz de este mundo. -con una inmensa sonrisa mirando a doña Hilda-.

Flor: ¡viva el amor!  – exclamo entusiasmada-.

Paula: uy si viva. -dijo irónicamente-.

Flor: aguafiestas. -replico-.

Don Óscar: quien diría que tendría a mis dos hijas aquí presente peleándose como dos niñas de 5 años. - mientras flor y Claudia se sacaban la lengua-.

Doña Hilda: pues vamos que nos queda mucho por hacer.

Nos fuimos todos a casa, donde había mucha gente haciendo decoraciones en el jardín, adornando la sala, flor y yo estábamos envueltas en aroma del amor, a nuestro alrededor lucia todo más bello de lo que lo recordaba, la miré a mi lado y recordé ese jardín y las flores, ella ahora tenía un aspecto muy diferente al de la primera vez, sus rasgos estaban más definidos, su cabello aun lo usaba recogido, tan precioso como lo recordaba, y sus ojos, con aquella mirada que me encantaba, esos ojos claros e inteligentes que podían desnudar mi alma de un solo vistazo, y ahora lo estaba haciendo, sus labios se fueron curvando en una sonrisa y se acurruco en mi hombro mientras caminábamos hacia dentro de la casa.

Como supuse, me toco de nuevo la misma habitación de antes, y claro, con paula.

Paula: no te preocupes, siempre podrás bajar las escaleras e ir a su habitación mientras doña Hilda te espera con un ulero.

Yo: -suspirando-. Es lo que me toca. -resignada-.

Paula: no son unas niñas Claudia, si quieres me cambio de habitación y que ella se venga para acá.

Yo: claro que no, ha sido doña Hilda quien ha asignado las habitaciones, por algo será, o talvez cree que yo no soy la indicada para su hija.

Paula: o talvez solo quieres guardar las apariencias, ya sabes lo tradicional que es, aparte solo será un día mujer.

Yo: lo sé, será un día, y no me estoy quejando. -dije triste-.

Paula: voy a darme una ducha. -dijo dudando-.

Yo: ¿qué pasa?

Paula: nada, solo recordé algo. -mirando fijamente a la nada y finalmente marchándose-.

Me quedé sola en aquella habitación, ya estaba oscureciendo, se hacía de noche y yo ya la extrañaba, me puse mis audífonos y me recosté boca abajo y al ritmo de Tiziano ferro y su canción tardes negras comencé a pensarla, me sentía como si estuviera lejos de ella cuando eran solo pasos lo que nos separaban, de pronto siento un peso sobre mí, es ella que muy delicadamente me da un beso en la mejilla, me quito los audífonos para escucharla decir que ella también me extrañaba.

Yo: ¿cómo te has escapado?  -pregunte sonriente-.

Flor: solo tuve que explicarle a mi madre que no puedo vivir sin ti. - regalándome un beso en los labios-.

Yo: ¿y que te dijo?

Flor: me dijo… que solo quería probar que tan paciente podrías ser antes de escabullirte a la habitación. -sonriendo-.

Yo: ¿ósea que solo me estaba probando?  -sorprendida-.

Flor: eso parece, pero creo que aquí la impaciente fui yo. -dijo avergonzada-.

Yo: ¿me extrañabas?  -pregunte-.

Flor: muchísimo. -con voz coqueta-.

Yo: ¿qué tanto me extrañabas?  -acercándome a ella-.

Flor: muchísimo más que tú. -contesto-.

Yo: uf eso es una enormidad, ¿sabes por qué?  – niega con la cabeza-. Porque me estaba muriendo sin tus besos. - besándola. - me estaba muriendo sin tus abrazos. -acurrucándome en su cuello. -sin tu olor-.

Flor: ¿te he dicho que te amo?  -sonriendo-.

Yo: no hace un par de horas. -haciendo puchero-.

Flor: pues lo hago, más que a cualquier cosa, de aquí hacia el infinito…

Yo: ¿y más allá? Como Buzz Lightyear ?

Flor: si mi amor, eso y mucho más. -regalándome una sonrisa traviesa-. ¿Y paula?

Yo: en la ducha, ¿por qué?

Flor: solo preguntaba. -dándome un beso-.

Yo: ¿si sabes que puede llegar en cualquier momento no?  - pregunte divertida-.

Flor: bueno ella ya me ha hecho ver sus espectáculos, como aquella vez en la piscina, ¿recuerdas?, bueno ahora le toca a ella. - riéndose-.

Yo: vámonos de aquí. -levantándome-.

Flor: ¿y a dónde? -. sorprendida-.

Yo: la casa es enorme, encontraremos algún lugar.

Flor: ¿un nido de amor?

Yo: ¿debe haber alguno por aquí no?

Flor: conozco un lugar. -dijo saliendo primera-.

Me guio hasta la salida, pasamos por el jardín que estaba alumbrado solo por las farolas, me llevo por un camino entre medio de árboles y llegamos a una especie de casa del árbol, subimos por una escalera, y entramos, era espaciosa, por dentro tenia dibujos pegados en las paredes, y unos cuantos carteles.

Yo: ¿qué es esto?  -pregunte mirando alrededor-.

Flor: me la hizo papá cuando era solo una niña, era mi refugio cuando todo estaba mal, pero deje de venir aquí cuando me hice mas grande, cuando ya mis tareas solo consistían en servirle él te al que ahora es mi padre, en ese entonces no lo sabía, pero siempre una parte de mi anhelo que así fuera, como si tuviéramos una conexión que no pasaba desapercibida.

Yo: ¿y el cómo se comportaba contigo? Quiero decir, estuvo ahí siempre a tu lado, ¿pero era igual que estar con un papa?

Flor: eso dependía, hubo momentos cuando era niña en los que quedábamos embarrados los dos de tanto jugar en el lodo, después apareció Mónica y de a poco se fue distanciando de mí, pero una que otra vez llegaba con un presente o algún pequeño regalo que traía escondido cada vez que se iba a de viaje… pero ya basta de conversaciones. -dijo volviendo a su tono coqueto-.

Yo: ¿y qué quieres hacer?  -haciéndome la desentendida-.

Flor: no sé, ¿tú qué quieres hacer?  -besándome el cuello-.

Yo: creo que me está dando algo de frio, ¿no podríamos ir a dentro?  -dije para hacerla enfadar-.

Flor: ¿estás de broma verdad?  -pregunto seria-.

Yo: jajá, ven aquí. -ella me mira de mala gana-.  Ven mi amor jajá.

Flor: -se sienta en mis piernas-. Te odio.

Yo: tú y yo sabemos que eso no es cierto. -besándola-.

Ahora era yo quien tomaba las riendas de la situación, ella se posiciono encima de mí, con sus piernas en cada lado de mis caderas, era tan sexi verla así, se saca lentamente la camiseta y hace que el corazón me palpite con más fuerza, la doy vuelta con delicadeza, y me posiciono encima de ella, beso sus labios de tal manera que me es imposible transmitirle todo lo que siento, beso su cuello y bajo un poco más a sus pechos, nos desnudamos poco a poco, las ropas caen a un lado y ahora la tengo toda para mí, mis manos rodean todo su cuerpo con caricias, caricias llenas de deseo, ella por su parte tiembla con cada rose, me besa desesperadamente.

Yo: eres lo más hermoso que mis ojos han visto. - le digo observándola detenidamente-.

Ella suspira de tal manera que el mundo se paraliza un instante, no puedo más y sé que ella tampoco, mis manos bajan a su parte más íntima.

Flor: no puedo más, por favor hazlo. -me suplica-.

Primero uno, y luego otro, mis dedos se embisten encolerizados, el calor que emanan nuestros cuerpos hacen que la temperatura se eleve, nuestros cuerpos como uno solo chocan contra la pasión, no puedo definir lo que siento en este momento pero va más allá de todo, beso todo su cuerpo mientras mis dedos cumplen su otra función, ella entra en cólera, su cuerpo se agita, lo siento, mis dedos siguen embistiéndose abriendo paso a la mayor excitación, una y otra vez, hasta que ella ya no puede soportarlo, se viene en mi mano, yo la quito poco a poco mientras beso cada parte de su rostro.

Yo: estas paredes serán nuestro pequeño secreto. -dijo sonriéndole-.

Flor: ahora te toca a ti. -dice subiéndose encima de mí-.

Yo: pero que energía. -riéndome-.

Flor: creo que la definición más exacta se llama deseosa de poder hacerte el amor- besándome-.

Y así pasamos la mayoría de la noche, intercambiando miradas, besos, entre caricias, sellando esa noche como nuestra.