Ella, mas que perfecta (2)

Continuacion de la primera parte Gracias a todos los que me apoyais con vuestros comentarios, en especial ati :) tequiero.

Cerramos el bar, subimos a su coche y en ese momento por mi

cabeza pasaban un montón de pensamientos. Lo que había sucedido era increíble,

un momento lleno de sentimientos y emociones por un lado. Ella me había

regañado sobre mi forma de trabajar pero ese regaño en realidad era una muestra

de los celos que sentía ella al saber que yo saldría con un chico que había

conocido.

Estábamos en su coche dirigiéndonos a neos donde. Ella

mantenía un misterio que me desesperaba y en su mirada notaba una picardía que me

encendía mi interior. Llevábamos un trayecto largo de viaje, ella había tomado

el camino de siempre, el que nos debajo a unos pocos metros de mi casa. Yo no sabía

cuáles eran sus intenciones, en realidad no estaba segura de que estaba

pensando sobre lo que paso en la calle. En un momento ella rompió aquel

incomodo silencio.

-A donde quieres que vallamos?

-A las estrellas?

Ella me sonrió y me acaricio la cara diciendo.

-Allá vamos.

Fuimos a su casa, cuando llegamos bajamos del coche y entramos

en su casa. Su casa era perfecta, con un ambiente rustico, velas, todo de

madera. Decorada con símbolos mayas e incas. Ella saco un vino, lo descorchamos

a la vez. Me sonrió y me dio un beso al costado de mis labios, con esa ternura

que la caracterizaba, a su vez ella no beso mis labios completamente porque

quería jugar, dejar lo mejor para lo último.

Nos fuimos afuera, a una especie de galería donde tenias una

hamaca paraguaya. Nos sentamos las dos ahí, y disfrutamos de ese vino que era

realmente bueno. La noche estaba perfecta, un cielo estrellado, ni una gota de

viento. Las dos disfrutábamos del vino en silencio, por dentro moría por

decirle que la amaba, que desde el primer día que la vi soñaba con ella, pero

no me atrevía, no sabía si arriesgarme a decirle todo eso. No sabía si ella

sentía lo mismo o si solo quería jugar un poco conmigo. De repente ella comenzó

a hablar.

-Sabes? Neos que tienes, que me hiciste, pero la verdad es que

sentí unas ganas terribles de besarte. Al principio solo era eso, más que

deseo, pero con el tiempo descubrí en ti un persona espectacular, capaz de

alegrarme el día con una sonrisa, de sacarme un enfado con un chiste y de

tranquilizarme con un abrazo.

Después de decirme aquella, ella suspiro profundamente, y me

miro directamente a los ojos, en ese momento la hubiese tomado de la mano y le

hubiese dicho que la amo, y q quería irme a donde fuese con ella. Yo

simplemente contuve esas ganas y me concentre en su mirada. Sus ojos verdes

eran transparentes y pude ver que estabas siendo sincera. Mi corazón latía con

fuerza, como queriendo salirse, como si estuviese gritando, y le dije:

-Desde el primer día que te vi sueño contigo. Primero era

deseo de besarte y hacerte mía, pero ahora tengo la necesidad de verte , de

escucharte, te quiero más que demasiado.

Ella sonrió y se sonrojo un poco, quito de mi mano la copa de

vino y la dejo sobre la mesa, y me tomo la mano guiándome adentro de la

casa.  Se paro delante de una puerta, la

de su habitación, y la abrió despacio sonriendo y guiñándome un ojo. Al entrar

pude ver una cama de dos. En la habitación estaba su perfume. Era Lucia convertida

en cuatro paredes y un par de muebles. Me tomo de las manos y las llevo a su

cintura. Acaricio mi rostro y me susurro al oído:

-Yo también te deseo.

Me dio un beso increíble, quizás el mejor que me han dado

nunca. Besaba despacio, yo baje mis manos a sus caderas y la traje hacia mí , tomándola

por la espalda y acariciándola. Ella suspiro y comenzó a desabrochar mi camisa

mientras con su lengua exploraba mi cuello y mi oreja, yo comencé a besar sus

hombros. Ella levanto sus brazos y pude contemplar por un instante su bello y

esbelto cuerpo. Termino de quitarme la camisa y sin perder tiempo, pero con una

lentitud que me hacia agonizar, desprendió mi Yo desprendí el suyo y comencé a

jugar con sus pequeños senos, no pude resistirme. Nos fundimos en un beso,

acariciándonos simultáneamente y haciendo que la excitación creciera por

momentos.

Nos tiramos en la cama, Lucia debajo de mi, era mi sueño

tenerla para mí y hacerla mía. Casi

con incredulidad, deposité mi lengua sobre sus senos, se estremeció con un

suspiro y comenzó a moverse suavemente debajo de mi boca. Recorrí sus pechos y

jugué con sus pezones entre mis dientes. Lucia hundía sus manos en mis

cabellos, mientras balanceaba el cuerpo para disfrutar y hacer más intensas las

caricias de mi boca. Comencé a acariciar su sexo por encima del pantalón que

sin dudarlo comencé a desprender. No podía soltar sus pezones sonrosados,

duros, deliciosos, mientras ella, con su voz ronca y ahogada de éxtasis, me

pedía que la besara más en la boca.

Con timidez deslicé mi mano hasta su

sexo de escaso vello. Sus gemidos me hacían delirar, con delicadeza empecé a

introducir mis manos en su vagina húmeda deslice todo el pantalón por sus

piernas. Estaba tan mojada que los flujos se escurrían entre ellas. Levanté la

mirada y contemplé sus bellísimos ojos, besé palmo a palmo su cuello, su

barbilla, su ombligo, sus tetas divinas, que de excitadas me apuntaban erectas

de pasión. El olor a hembra en celo me enloquecía. Abrió sus piernas para mí

dejando libre el camino hacia ella.

Un gritito ahogado, su mano aferrando

mis cabellos y su sexo abierto al máximo, me indicaron que mi ladrona lengua

robaba su primer orgasmo con una mujer. No imaginan qué espectáculo era ver su

vagina contraerse y relajarse de placer, ver el crecimiento máximo de su

clítoris, rojo y resbaloso de embriagantes fluidos. Me incliné para seguir

bebiendo de esa fuente de placer hasta la última gota, hasta el último espasmo.

Subí a encontrarme con su boca.

Casi sin darme cuenta, ella comenzó a

excitarme. No hubo recodo que no explorara, nuestras lenguas se entrecruzaban y

se lamían mutuamente, mordisqueaba sus labios y ella los míos. Fue un beso

largo y profundo, apasionado, un beso de entrega. Yo muy pegadita a ella,

presionando mis senos contra los suyos; mientras Lucía con sus manos acariciaba

mis nalgas, con una caricia atrevida y retadora, mientras nos besábamos ella

con sus dedos me adelantaba el placer en pleno sexo.

Quise gritar de placer, sólo pude

sentir un latigazo electrizante, mi boca se abría para tomar aire y sentía un

torrente de placer que recorría nuevamente todo mi cuerpo, desde mi cabeza

hasta los pies. Lucía comenzó a descender por mi cuerpo besando mi cuello, mis

pechos, mi ombligo. Separo mis piernas y su lengua me excitaba casi de una

forma inexplicable. No podía más, el placer era irresistible, estaba a punto de

explotar y acabar en un orgasmo.