Ella fué la primera... (Final)

...final...

No decía nada, me cogió de las manos, me levantó del sillón, yo no sabía de qué iba eso, de nuevo estaba atrapada por su sutilidad, no sabía si me iba a echar de su casa, si me iba a abrazar, no tenía ni idea, era tan misteriosa

Me guió hasta su habitación, seguía sin hablar, yo estaba inquietándome, estaba muy nerviosa, alo mejor no le había sentado mal y me iba a matar, mi cabeza estaba pensando en los casos extremos.

Me dejó allí parada, quieta, inmóvil, se alejó para cerrar la puerta, se acercaba a mi, la habitación estaba oscura, solo se veía un poco de luz a través de las ventanas, el olor de su habitación era tan fresco.

A cada paso que daba mi piernas flaqueaban más, llegó a estar justamente a pocos segundos de distancia hacia mí, aunque temía se me hacían eternos, ella con su mano soltó su pelo largo, liso, dándome una perfecta imagen de ella.

Acto seguido soltó el mío, me acercó a ella tomándome de la nuca con una mano, con la otra acercaba el resto de mi cuerpo de la cintura, yo era un muñeco en sus suaves manos.

Parecía que no se iba a atrever a besarme, lo estaba deseando pero era la primera vez que estaba así con una chica, lo que me asustaba mucho, quería escapar de su poder, pero sus manos me ataban, quería besarle pero la distancia y la timidez me lo impedía.

Entonces fue cuando nos juntamos totalmente en un beso perfecto, mágico, jamás había sentido otro igual que ese, unos labios tan suaves, tan sabrosos, me encantaba. Se separó de mí y me miró:

espero que sientas lo mismo que anoche, llevo un tiempo queriendo tenerte aquí, sin importar nada….- iba a volver a besarme cuando una imagen se vino a mi cabeza.

Espera Sara, por favor, es mi primera vez con una mujer y no se de que va esto

No tienes que tener vergüenza y yasta, es lo único, así que no te preocupes…- dijo acariciando mi pelo.

Me tenía totalmente a sus órdenes, su mirada tan oscura calaba en lo más profundo de mí, prendiendo los deseos que ya tuve en otras ocasiones, me volvió a besar, pero esta vez se lo contesté.

Sus labios cogían los míos, mi lengua buscó la suya y la encontró deseando juntarse, era perfecto, me sentía muy bien, me daba tanto placer besarla… sus manos comenzaban a colarse bajo mi ropa, las mías aun no sabían que hacer.

Sara vio que necesitaba un empujón para quitarme la vergüenza con sus manos guió las mías sobre su piel, estaba tan suave, me gustaba tanto ese tacto que solo necesitó poner mis manos en su piel para que me fuera a viajar por ella, se separó divertida:

vaya, parece que ya se te está quitando el miedo, quiero que disfrutes de esto igual que lo voy a hacer yo, te deseo.- yo me había convertido en una adicta a ella.

Esta vez tomé yo la iniciativa, la besé, recorrí su costillar, arrancando suspiros de su garganta, ella se dejaba hacer, sin duda estaba disfrutando lo mismo que yo disfrutaba al recorrerla.

Apartó mis manos, con una me las agarró por detrás de la espalda, ella sonreía mientras yo estaba muy excitada por lo que estaba viviendo, me dio un suave beso en los labios y comenzó a darme pequeños besos en la mejilla, cada vez descendían más.

Llegó a mi cuello, donde esos besos producían en mí una sensación de frío y placer, pero aumentaban más el calor de mi vagina. Yo jamás había sentido tanto placer, tanta delicadeza, su lengua quemaba cada milímetro de mi piel, sus pequeños mordiscos erizaban mi bello.

Soltó mis manos y yo la agarre de la espalda para que no se separara, sus manos de nuevo retomaron la tarea de colarse bajo mi camiseta, yo gemía, estaba totalmente llena de placer.

Quitó mi camiseta y se arrodilló frente a mi, me sorprendió un poco, pero al instante comenzó a besar mi vientre, subía por mi pecho al nacimiento de mis senos y yo me deshacía, bajaba casi hasta el monte de Venus y yo me derretía.

Se levantó y me empujó a la cama, me tiró en ella literalmente, ella se colocó sobre mi vagina, sentada abierta de piernas, dejándome contemplar de nuevo su belleza, entonces se quitó la camiseta, yo no me creía que por fin estuviera viendo esa imagen.

Se agachó sobre mi, se apoyaba en sus manos que hacían de jaula a cada lado de mis hombros y nos besamos, yo me agarré a su trasero, lo que le encantó, metí mis manos bajo sus pantaloncitos, lo masajeaba.

Se colocó de manera que una de sus piernas quedara entre las mías, produciendo un roce mutuo que me encantaba, la presión que ejercían esos movimientos, su boca de nuevo en mi cuello, sus manos en mi costillar, acariciando mi vientre, levantándome, acercándome a ella, tirando de mi cintura, el calor de su cuerpo, todo me tenía en tal situación que estaba apunto de correrme.

Era maravilloso, sentía tanto placer que los suspiros se hacían gemidos, echaba la cabeza hacia atrás porque no podía contener tanto placer, mi espalda se arqueaba ofreciéndole mi cuerpo a esa diosa.

En ese momento aprovechó para quitarme el sujetador, sus ojos brillaban en la oscuridad ambiental, su sonrisa me indicó lo mucho que iba a disfrutar de mí, me besó con ternura, aun tenía miedo de que me echara para atrás, pero eso era imposible.

Bajó a mis pechos y comenzó a comérselos, dejando el roce, llenado mi cuerpo de otro placer distinto, su boca cogía mis pezones y los sorbía, lamía la aureola de estos y yo estaba totalmente rendida, los mordía como gominolas.

Cuando daba a uno su tratamiento se iba al otro, mi respiración se agitaba aun más, el pulso estaba muy acelerado, su mano se coló bajo mi pantalón y bajo mis braguitas, subió a besarme, mientras se colocaba otra vez en esa postura masajeando mi clítoris.

Se apoyaba en la mano que le quedaba libre, estaba casi corriéndome, comenzó el movimiento de nuevo, pero ahora me daba más placer aun, su pulgar presionaba mi clítoris y tres de sus dedos me penetraban, mientras el meñique se escurría entre las nalgas de mi trasero.

Era tanto placer que no me pude contener y me corrí, mi cuerpo estaba totalmente tensión, mi vagina se contraía a un ritmo frenético, mi pulso se aceleraba tanto que creí que me iba a dar un infarto, estaba expulsando todo el placer de golpe y era una sensación increíble, alcancé el clímax entre gemidos, estando debajo de ella.

Me dio unos minutos de descanso en los que estuvo besando y acariciando todo mi cuerpo, cuando me vio más relajada me quitó los pantalones y las braguitas, y comencé a excitarme de nuevo.

Me besó mientras sus manos se metían debajo de mi, agarrando mi culo, apretándolo, de repente me volví a sentir caliente, del mismo modo que antes:

ese era el principio, te voy a enseñar otra parte, quiero que hoy sea un día especial para ambas.- dijo dándome pequeños besitos que bajaban de mi frente, por mi nariz y hasta mi boca ansiosa de volver a recibirla.

Ya lo es, es maravilloso que esté aquí contigo .- la verdad es que sentía algo en mi interior que no había sentido con nadie, me sentía tan bien y a gusto con ella… quizá eso fuera el amor.

Bajo besando suavemente mi cuerpo, besó mi monte de Venus y con cuidado separó mis piernas, y se acercó tanto a mi vagina que el aire de sus pulmones me llenaba de placer.

Pero fue entonces cuando se fue a la parte interna de mis muslos devorándola, sus mordiscos, sus lamidas me estaban llevando al punto de retorcerme, era increíble lo fácilmente que esa mujer me ponía al borde del orgasmo.

Poco a poco se iba acercando al punto en el que deseaba sentirla, mis pulmones se volvían a acelerar haciendo que suspirara, cuanto más se acercaba más despacio iba, haciendo que cada beso me llenara más que el anterior.

Entonces llegó y con pasó un dedo suavemente de arriba abajo, esto me transportó a otra dimensión, pero cuando sentí su lengua rozar de abajo a arriba me estremecí de tal manera que todo mi interior volvía a estar rebosando placer.

Una vez me tuvo donde quería comenzó a lamer cada zona, cada rincón de mi vagina haciendo que gimiera, que me retorciera, chupó mi clítoris y jugó con el, bajó de nuevo y me penetraba con su lengua, llegaba al punto g con ella y lo estimulaba con maestría, yo estaba casi corriéndome de nuevo.

Metió de nuevo sus dedos, empezando con un ritmo muy acelerado, mientras lamía y sorbía mi clítoris, yo comencé a correrme de nuevo, sentía tanto placer que cogí su cabeza para que no me dejara sin terminar, no quería que esa sensación se acabara nunca.

La convulsiones volvieron a ser brutales, mis gemidos se oirían hasta en mi casa seguro pero Sara no me dejaba tregua. Cuando terminé de correrme subió me besó muy tiernamente.

Se tumbó sobre mí, acariciando mi cuerpo, tranquilizando la tormenta que había desatado, cuando me dijo:

¿qué tal?

Me siento mejor que nunca, es el mejor sexo que jamás he tenido, de verdad Sara.

Me encanta que haya sido conmigo, hablando en serio, llevaba mucho tiempo esperando esto, me encantas.

Entonces me di cuenta de que ella aun tenía puestos sus pantalones, me puse sobre ella y comencé a besarla, ya no tenía miedo ni vergüenza, solo quería que supiera lo que me había hecho sentir.

Ella recorría mi espalda con sus manos, mientras yo comenzaba con el roce que me había enseñado, mordiendo el lóbulo de su oreja, lamiéndolo, bajando a su cuello, con este disfrute especialmente.

Me encantaba el olor de esa mujer, ese aroma tan dulce… me enloquecía, me dejé llevar por la intensidad de sus suspiros que se convirtieron en gemidos, notaba como cada vez que me acercaba más a sus pechos se aumentaba su respiración, mis manos bajaban por su barriga que me indicaba donde quería que llegara con ellas.

Quité su sujetador para admirar esos senos en los que tanto había pensado, sus pezones estaban totalmente erectos, comencé a morderlos con delicadeza, a masajear el que no podía disfrutar todavía.

Los lamía, los mordía, me encantaban, sus uñas se clavaban en mi, su voz decía entre gemido y gemido que no parase, que lo estaba haciendo muy bien, y así lo hice. Bajé por su vientre pero dejé mis manos masajeando esas delicias, me encantaba sentir como se retorcía su cuerpo bajo el mío.

Quité sus pantalones y sus braguitas, pero yo al contrario que ella no pude esperar, notaba que su excitación era tan grande que si la dejaba escapar sería una lástima, aun así no fui muy brusca.

Su olor era muy intenso, me gustaba tanto que sería otro motivo por el que me estaba haciendo adicta a ella. Di una tímida lamida y sentí como se estremecía soltando un leve gemido al igual que yo antes.

Admiraba aquello tan hermoso, aun a oscuras se notaba perfectamente depilado así que comencé a pasar mi lengua, la metí en su interior donde el sabor era más intenso, la penetraba como si fuera un pene.

Ella estaba muy acelerada, saqué mi lengua de dentro para lamer su clítoris, ella gemía cada vez más fuerte, sus caderas se movían solas, entonces creí que era el momento oportuno para meter mis dedos.

Al igual que ella le metí tres, para hacerlo más intenso se los metí a la misma vez, sentía como sus paredes vaginales se tensaban, su cuerpo estaba totalmente tenso y sus gemidos eran tan provocadores que me volvían a encender.

Aceleré el ritmo de mis dedos, quería que tuviera el orgasmo más intenso que le hubieran dado, no me daba miedo hacerle daño, era una velocidad vertiginosa, y comenzaron unas contracciones en las paredes, dejé los dedos dentro para sentirlas, ella retorcía su espalda gimiendo, lamí los líquidos que salieron.

Subí a ver su cara, estaba totalmente agotada, entre sudor y una respiración muy agitada pero era preciosa, cogió mi cara y me besó de manera apasionada, me tumbé a su lado y ahora era yo quien la acariciaba:

dime la verdad ¿es tu primera vez?

Si, ¿te he hecho daño?, lo siento

Que va, que me has dado el orgasmo más intenso y mejor que nadie me ha dado, me cuesta creer que sea tu primera vez.

Pues lo es, y ahora se que he buscado todo este tiempo lo que no quería, me encantas Sara, me fascinas.

Si quieres podríamos mantener algo

No se, sabes que no sería bueno que se enterara mi madre, tu eres su amiga.

No tiene por qué enterarse, puede ser algo tuyo y mío por ahora, si vemos que va bien pues ya veremos, pero aunque sea ten algo conmigo, aunque sea un tiempo solo, sabes que me gusta hablar contigo, estar a tu lado… te quiero Inés me gusta todo en ti.

Hay algo más, ¿qué pasa con Joaquín?

Bueno, vuelve el martes, además debo contarte algo

¿el qué?

Es algo que solo tu madre sabe, lo nuestro es un matrimonio de conveniencia, yo digo a los demás que el va a ver a su tío, pero no, el va a ver a su amante, tanto el como yo somos homosexuales…- la abracé.

¿entonces por qué os casasteis?

Porque sus padres no asumen que sea gay, así que nos hacemos ese favor, vivimos juntos pero no hay nada más que una simple amistad, el tiene su pareja, y yo estoy sola, y quizá esté encontrando a la mía

En ese momento entendí por qué mi madre me dijo que tuviera cuidado, porque ella sabía que Sara era les, pero lo que mi madre no se imaginó que desde ese día yo también descubrí que lo soy.

La relación duro dos años, al final lo dejamos, las cosas cambiaron bastante, ni ella ni yo tuvimos la culpa, mi madre se enteró al año, solo lo sabíamos Joaquín, mi madre y nosotras.

No sabemos como pero entre sus amigas se descubrió algo, y ella no quería que me avergonzase de estar con una mujer que tenía 13 años más que yo, nunca lo hice, siempre estuve orgullosa de lo que teníamos.

Yo la amaba con locura, pero esa diferencia de edad le provocaba celos de todas las chicas con las que hablaba, una noche estuvimos hablando tranquilamente y me lo reconoció:

Inés tienes razón, esto no puede seguir así, tu eres joven, y aunque se que me quieres no puedo dejar de pensar en que desperdicias tu tiempo conmigo…- dijo llorando .

Sara, si lo sabes no te comportes así, no quiero que esto se termine, te quiero tanto que soy capaz de todo por mantener esto.- dije abrazándola .

Lo siento, quizá yo deba estar con alguien más mayor y tu con alguien más de tu edad, por favor no me lo pongas más difícil…- se derrumbó sobre mi hombro.

No quiero dejarte, no quiero que salgas de mi vida, por favor no me hagas esto.

Sabes que es lo mejor, que tu debes disfrutar, por favor, piensa en que cuando tengas 30 años estarás con una abuela de 42.

Joder que no, que no quiero ni más jóvenes, ni más mayores, que solo te quiero a ti, yo no te voy a dejar, lo hemos hablado mil veces y te he dejado claro que la edad es lo de menos y lo sabes

Pues lo siento, sabes que me tengo que arrancar el corazón pero esto tiene que acabar, no quiero despertar y ver tu juventud gastándose con una persona mayor, me sentiré mejor si haces tu vida sin mí…- solamente dijo eso, se fue, llorando y me dejó destrozada.

Me moría cada mañana que despertaba sin ella, cada día que pasaba sin verla, no me llamaba, estaba apunto de morirme pero sentía que ella estaba en el mismo estado que yo, habían sido dos años y nos iba costar superarlo.

Con el paso del tiempo me acostumbré a la soledad, pero tardé mucho en volver a tener una relación, y las que tuve fueron de una noche, no me sentía preparada para estar con alguien que no fuera ella, sentía que le era infiel.

Ahora mantengo una relación, han pasado 8 años y es una relación estable, me consta que ella también tiene una, pero aun así seguimos en contacto, ella me ayuda, yo la ayudo, y la mayoría de recuerdos que guardo de ella son buenos, sin duda era una mujer impresionante y lo sigue siendo.