Ella fué la primera...

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Hola, me llamo Inés, ahora tengo 30 años, y soy una chica de buen ver. Vivo en España y actualmente estoy trabajando en una empresa, aunque esto que les voy a contar me sucedió con 20 años.

Mi madre me tuvo con 15 años, por lo que siempre nos hemos entendido muy bien, sus amigas son de su edad, algunas unos añitos más, otras unos añitos menos pero rondan la misma edad.

Yo nunca pensé que me gustaran las mujeres, pasé mi adolescencia probando chicos mayores, y aunque no me llenaban, no físicamente, sino emocionalmente, le echaba las culpas a que eran unos inmaduros.

Fui muy revoltosa a mis 16, con esa edad perdí la virginidad con un hombre y me comencé a fijar en mujeres, aunque nunca pensé que fuera nada serio.

Cuando cumplí los 20, yo estaba estudiando, mi madre estaba separada, vivíamos juntas y los sábados normalmente se reunían en casa ella y sus amigas, a mi no me importaba, me ponía la música y estudiaba, cuando acababa me iba un rato a saludarlas y salían de marcha, y después yo con mis amigas.

Había una mujer que se llamaba Sara, a pesar de pensar que entre las mujeres y yo no había nada, ella siempre me había atraído, era una mujer con la que se podía hablar durante horas y horas, muchas veces no estando mi madre, venía ella y esperaba en casa, ayudándome con algo o hablando simplemente.

He de decir que era una mujer preciosa, esta era 2 años menor que mamá, tenía unos 32 por esos tiempos, tenía un buen tipo, pelo castaño, ojos oscuros, negros como la noche, alta, buenos senos y una sonrisa emprendedora.

Lo malo es que ella estaba casada con Joaquín, un buen hombre de la edad exacta de mi madre, tenían una buena relación aunque parecía más bien amistad. Mi madre y ella se conocieron por casualidad, bueno más bien por Joaquín.

Yo la conocí después, con apenas 10 años o así, el caso es que la simpatía que radiaba era como un aura atrayente al que no te podías resistir. Yo estaba estudiando lo mismo en lo que ella trabajaba, por lo que si de por sí podíamos hablar durante horas, eso aumentaba el tiempo.

Un día me vi muy apurada, era sábado, por lo que estaban todas reunidas, entró Sara y vio lo estresada que estaba en un día como es el sábado comenzó a darme un suave masaje, esto me dejó atónita, como pude articulé un par de palabras:

¿os vais ya Sara?

Que va, quizá hoy nos quedemos aquí, ¿tu vas a salir? Te convendría, estás muy estresada…- su masaje me estaba derritiendo.

Puffff, pues no sé, la verdad es que tengo ganas, pero tengo el tiempo muy justo

No te preocupes, mira mañana vienes a casa, que Joaquín tiene que irse a ver a un tío suyo y yo no tengo muchas ganas de ir, te ayudo y así puedes salir hoy, ¿te parece buena idea?- dijo acariciando mi pelo.

Buena idea- me levanté un poco inquieta, sin duda me encantaba, pero me acordé de que debía darle las gracias .- oye Sara, muchas gracias mujer.

No hay de que Inés, sabes que tú eres mi niña.- nos dimos un abrazo y me fui a buscar la ropa.

Ella se quedó conmigo en la habitación, hablándome mientras yo miraba que ponerme, me contaba todo, pero con un toque de gracia e ironía, me quitaba ese agobio, me daban ganas de invitarla a venirse conmigo, pero ella no querría venirse con ‘niñas’.

Ella se fue de nuevo con mi madre y sus amigas y yo al cuarto de baño a ducharme y demás, aun sentía sus manos en mis hombros, eran muy suaves y delicadas, además de calentarme como lo hicieron.

En cuanto acabe de ducharme salí, me despedí de todas, le volví a dar las gracias a Sara que me sonreía con dulzura, era como una amiga más. Cogí dinero y me fui a la discoteca, allí estaban ya todos bebiendo y bailando.

Vinieron hacia mí y comenzaron a preguntarme que qué me había pasado, que ya creían que no iba a salir pero les conté todo y yasta. Me pedí algo de beber y comencé a bailar, al cabo del rato fui al servicio.

Cuando salí reconocí al grupo de personas que entró en el local, eran el grupo de mi madre y sus amigas, la verdad es que ya estaba acostumbrada a ver a mi madre allí, era joven aun, además le gustaba mucho la fiesta.

Todas me saludaron de lejos y yo les contesté, seguí bailando, pero me sentía como observada, busqué los ojos que me miraban y me sorprendí al ver que era Sara, no me había fijado antes, pero iba vestida de una manera muy sensual.

Un vestido fino que dejaba ver su figura, un escote bien puesto, pero su sutilidad le dejaba mucho a la imaginación, terminé mi copa, me dirigí a la barra y pedí dos, me acerqué a ella y comenzamos a hablar:

toma Sara, invito yo.

Vaya niña, no debería dejarte beber, pero… jajaja era broma, bueno ¿te vas a quedar mucho por aquí?- su cuerpo estaba moviéndose, tenía ganas de bailar.

Pues la verdad no lo se jajaja ya me dirá el cuerpo que me vaya ¿no?

Tienes razón, oye voy a ir al servicio un momento, agárrame la copa.

Se fue al servicio, yo me fui de nuevo con mis amigos a bailar, me bebí el resto de mi cubata de golpe, el alcohol me subió bastante, estaba en mi punto, no iba a beber más, el ritmo se había metido en mi cuerpo.

Cuando sentí unas manos cogiendo mi cintura, reconocí ese aroma dulce, parece que ella también estaba un poco bebida, cogió su copa sensualmente de mis manos, me puse mirándola, admirando esa belleza.

Bebió primero y me dio a mi, me tenía totalmente fascinada, hipnotizada, su cuerpo no dejaba de moverse, su roce incitaba al mío, éramos solo dos chicas bailando, aunque para mi no era tan normal.

Cuando terminó su copa se marchó a la barra dándome un beso en la mejilla, no supe nada más de ella en toda la noche, pero tampoco le di mucha importancia, total al día siguiente la vería.

Me fui a casa, mi madre llegó unas horas más tarde, serian las 5 de la mañana, dormí tranquilamente pensando en lo sucedido, realmente no sabía de que iba esto pero ella parecía sentir por mi cierta atracción.

Desperté a la mañana siguiente con una leve resaca, me di una ducha, me vestí de manera cómoda, comí y le dejé algo de comer a mi madre, me fui a su cuarto y me tiré en su cama:

¡y la niña!- gritó tapándose la cara con la almohada.

¡vaya, parece que alguien tiene resaca!- dije gritando para molestarla.

Si hija, y alguien pegando voces, ¿Qué quieres de mí? Déjame morir tranquila

Jajaja nada que me voy con Sara que me va a ayudar con un examen ¿ok? Te he dejado comida y una aspirina, a ver lo que haces jajajaja.- dije despeinándola más si cabe.

Anda, si, vete jajaja pero ten cuidado, y dame un beso enana.- le di un beso y me marché.

La verdad es que esa ultima frase me desconcertó un poco ¿de qué debía tener cuidado?, no le hice caso, quizá era porque estaba aun un poco borracha. Sara me llamó, eran las 4 de la tarde, debía irme con ella, ya que cuanto antes acabara mejor, que había quedado con mis amigas, aunque no me importaría nada que se alargara la cosa.

Llegué a su casa y llamé, tardó un poco en abrir quizá tuviera resaca, aunque mi mente, que se trastocó la noche anterior por lo ocurrido, no dejaba de mandarme el pensamiento de que ella estaba desnuda, lo cual me excitaba.

Abrió la puerta, estaba perfecta, ni ojeras ni nada, con una sonrisa de anuncio me dijo:

bueno entra, que tenemos mucho que hacer…- eso me sonó un poco extraño.

Entré me senté en el sillón y vino con una botella de agua, no pude evitar no decirle nada:

veo que no a todas les sienta igual la resaca ¿no?

Jajaja ¿tanta resaca tiene tu madre hoy? Jaja- su ánimo no estaba nada afectado por el alcohol.

Bueno, creo que aun está un poco pedo, lo que significa que una buena fiesta montasteis anoche jajaja.

Pues la verdad es que si, te podrías haber quedado en vez de marcharte cuando todos.

Mujer, entiende que mi madre me ve todos los días, como para tenerme también de fiesta jajaja

Tienes razón, ya nos iremos tu y yo un día juntas entonces jajajaja

No lo dudes Sara jajaja.

Me acerqué a ella, su olor a fruta me embriagaba, comenzó a explicarme, la explicación era muy buena pero sus palabras me interesaban más, me quedaba mirándola hablar, era tan delicada, tan elegante

Pasaron unas dos horas, avance muchísimo, y a pesar de no integrarme en la explicación lo entendí todo, en poco tiempo tenía resuelto tres temas enteros, pero por mi hubiera seguido escuchándola más tiempo.

Fue a la cocina a por algo de beber, trajo un par de vasos de tinto de verano y unas pipas, la tele estaba encendida, había una de estas típicas películas cutres de domingo, por lo que comenzamos a hablar y surgió el tema de la noche del sábado:

Inés, si anoche hice algo que te molestara o que hiciera que te sintieras ridícula dímelo, lo siento mucho, iba un poco bebida de tu casa…- se puso un poco seria.

Sara, no hiciste nada que me avergonzara, no es eso lo que me hiciste sentir exactamente, de verdad yo lo paso muy bien contigo y lo sabes.- me sentía capaz de decirle que me calentó, supuestamente sería normal que en una noche, alcohol y baile sexy me calentaran, aunque el motivo de mi excitación fue ella solamente.

¿y qué sentiste? ¿te sentiste mal? ¿mareada? Quizá no debería haberte dejado beber

No era eso exactamente

¿entonces qué fue? Dímelo niña, que me estás asustando…- dijo cogiendo mi cara.

Si te lo digo te asustarás más

No te preocupes, tranquila, a mis 32 años he vivido muchas cosas y lo sabes…- bajó su mano a mi cuello, yo no pude aguantar más y se lo dije.

Mira Sara, no se si fue el alcohol, la juventud, el ambiente, pero me puse como una moto.- agaché mi mirada pero ella levantó mi cara.

¿pero por qué?

Pues no lo se, quizá tu, quizá el alcohol, tu vestido, llevo tiempo sin querer una relación con nadie… yo que se…- se quedó callada, sin decir nada pero me abrazó.

No te preocupes, no pasa nada, es normal, ¿nunca lo sentiste antes?

Que va, bueno si… pero me asusta más saber que las otras veces que me ha pasado también fue contigo…- ella se separó, se levantó, era otra, estaba seria, yo estaba totalmente asustada, la había cagado.