Ella estaba frente al monitor
Un encuentro apasionado de dos personas que sin querer terminan desarrollando una historia de amor.
Ella estaba frente al monitor leyendo rápidamente casi con un dejo de obsesión, las palabras que brillaban en esa pantalla. Se colocó tras la oreja un mechón de su pelo negro como el pelaje de un bello caballo morisco. Se mordió levemente el labio inferior con esos dientes que de solo mostrarlos en una risa iluminarían el rostro de cualquier persona. Ella no creía lo que estaba haciendo, no lo creía de ninguna manera.
Hacia ya 7 meses que estaba escribiéndose con ese hombre al que nunca había conocido personalmente, pero ya dudaba de ese hecho, no sabia si después de tanto hablar realmente era cierto que no lo conociera de tantos años.
Las palabras durante esos meses habían pasado de charlas normales sobre su vida y gustos a una relación casi íntima de palabras; sí de palabras que la acariciaban y la hacían volar. No se acordaba cuando había empezado ese sutil juego de intrigas, preguntas y respuestas esquivas pero lo que sí sabia era que las conversaciones cada vez eran más ardientes, más pasionales y menos triviales.
Justo en ese momento después de tantos intentos y entrada la media noche ella miraba el monitor de la computadora muy compenetrada, inquieta, moviéndose descuidadamente en su cómodo sillón gris, apenas tecleaba palabras. Solo esperaba las oraciones que le aparecían en el programa de chat y a veces, se enfurecía por la extraña lentitud con que aparecían esos hermosos signos que la acariciaban mentalmente. Algunas veces, ellos se encontraban en una extraña sala de cómodos sillones, en otras, en el frió y duro escritorio de un negocio y otras tantas en lugares que ella misma recordaba para sí, con la exquisita precisión de un reloj, sin embargo, el destino casi cruel impedía que las conversaciones llegaran a puntos más personales, más pasionales, más.... La malicia de quien sabe que persona o entidad impedía la conclusión de tan bellos encuentros, su conexión espacial se cortaba de repente y con una gran frustración ellos se despedían en sueños esperando que la próxima vez fuera su primera vez.
Mientras que con los dedos cruzados, como rezándole a quien sabe quien, ella leía y leía con obsesión pensado cual sería la ultima oración, que palabra sería la despedida de su conexión de hoy, sin embargo, existen pequeños milagros, en estos momentos donde casi cualquier hecho es pensado y analizado, que esa noche se hicieron realidad.
Ella se dejo llevar por las palabras y como en un transe se transporto al mundo de fantasía que él le ofrecía, se vio sentada en un pequeño locutorio lleno de personajes desconocidos, de anónimos circunstanciales. Miraba a todos lados como si buscase a alguien cuando de pronto escucho unas palabras al oído,
Espero que hoy nuestra conexión no se corte.
Rápidamente como traicionándole su instinto de mujer se dio vuelta y lo vio (o lo imaginó ¿quien sabe?) se lo imagino como solo ella podría describirlo, como solo el lenguaje de una mujer lo sabe hacer.
Se paró y lo saludo con un cálido beso en la mejilla, él, le devolvió el beso y corriendo su mejilla apoyada en la de ella, rozó tímidamente la unión de sus labios, fue un segundo o quizás varias horas ese pequeño contacto pero enseguida un bello estremecimiento la invadió y rió alegremente.
Te parece que salgamos o querés que nos quedemos un rato?, le preguntó él.
No, vamos.
Salieron caminando a la calle de ensueño, cruzaron las puertas y tomados de la mano caminaron. Él la llevó a su coche, le abrió la puerta.
Se transportaron por largas calles y pequeñas avenidas sin nombres. Sin mirarse, sin hablarse, sus cuerpos se comunicaron por ellos, sus aromas enardecían sus sentidos.
Llegaron a una casa sin descripción, sin fachada, que importaba la imagen exterior si su pasión explotaría dentro?
Salieron del auto y entraron a la casa, inmediatamente él la abrazo y la beso profundamente, casi salvajemente, como un marino después de años en el mar. Ella buscó sus labios como una sedienta de mil días, sus lenguas se cruzaron y mezclaron, danzaron en sus bocas con la loca pasión de los desencontrados.
Él soltó sus cabellos y estos cayeron sobre sus hombros, ella besaba su cuello y tocaba su espalda.
Con los labios unidos caminaron y se desplomaron sobre un sillón el concierto de manos en esa escena supera las imaginaciones tocaron se gustaron se olieron, en definitiva se conocieron.
Desprendiendo despacio los botones de su blanca camisa, él la miraba, la degustaba con la vista e imaginaba mil formas de amarla en esa noche. Al fin, después de eliminar la resistencia de la ropa dejó a la vista sus bellos pechos enfundados en un sensual corpiño de encaje negro. El apoyo sus manos en sus muslos y la miró
Hace meses que deseaba desprender esta camisa y en estos momentos se me ocurren mil cosas para hacer, pero me harían falta mil años para cumplirlas.
Se acerco y beso el cuello largo y espigado de la dama, rozó su piel de bronce con los labios y haciendo todo el recorrido coloco su boca en su pecho aun defendido por el encaje.
Ella acariciaba sus castaños cabellos y jugaba y enredaba sus largos dedos mientras él seguía besando apasionadamente sus pechos.
Al fin, los liberó y aparecieron al mundo redondos y turgentes, él con el hambre de un goloso los beso, los lamió, los exaltó. A cada paso su lengua rozaba sus pezones y a cada segundo se iban erizando. Suavemente los mordió y con la punta de su lengua los acariciaba.
Ella excitada tomaba la cabeza de su amante y la presionaba contra su pecho, mientras quería sacarle la camisa. El se separó suavemente de ella y besó su estómago y lamiéndola bajó su cara hasta su entrepierna, levantó despacio la pollera y vio una hermosa revelación.
Unas largas piernas delgadas enfundadas en negras medias hasta los muslos coronaban la bella tanga negra que tenia puesta. Su cara se ocultó entre sus piernas y aspiró el aroma del calor de su cuerpo mientras ella se estremecía sintiendo el suave aliento de él al respirar su ardor.
Besó y lamió sus piernas y al final, depositó su boca en el altar de fuego de la princesa. Ya mojada y despidiendo su aroma a néctar, el se regodeó besando y lamiéndola.
Le abrió las piernas y con sus manos alejo la tanga de su cuerpo dejando una bella vagina coronada con unos pocos bellos negros tan suaves como la más exquisita seda oriental.
Acerco su boca con pasión, ahora si deseoso de beberla de saborearla y despacio separó los labios con la lengua en busca del mágico botón de pasión. Lamió su néctar frugalmente y besó su clítoris locamente, los gemidos de ella cada vez se hacían más rápidos y profundos, a lo que él le contestaba con más besos y lengüetazos. La nariz del amante chocaba locamente con su clítoris mientras que su lengua penetraba rápidamente en su vagina. Casi de forma instantánea ella tomó la cabeza de su amante y la presiono contra ella y dio un brutal gemido, profundo y candente, lacerante a cualquier oído, era su orgasmo más primitivo más placentero.
El se paró y la beso mientras ella le quitaba la ropa lo arrojo contra el sillón y le desprendió el cinturón de Jean y con una rapidez digna de una diosa saco al fin el pantalón de su querido. El pene de él ya despierto y excitado por el combate anterior se combatía en busca de la libertad, cuando ella como una princesa antigua liberando a una población, dejó en libertad a su deseado pene. Lo miró con cariño, con pasión, casi devoción y despacio se acercó a el. Muy lentamente posó sus labios en el glande y lo besó tiernamente, de pronto, lo hizo desaparecer en su boca, el suspiro de su príncipe fue la nota más excitante que había imaginado y escuchado. Con pasión besó el pene y lo recorrió con su boca, exploró cada centímetro de su piel pensando en el momento en que victorioso entraría en ella. Tocó sus testículos llenos del ardor que sentía por ella y él gimiendo se movía en el cómodo sillón negro. El se paró como para llevarla a la cama pero ella seguía con el pene en la boca sin querer alejarse de él. Separó su cabeza de la entrepierna de su querido y él la alzó y llevó a la cama.
Se recostaron y en ese momento él se posó sobre ella había llegado el momento que por meses habían deseado. Ella sintió el pene recorrer sus labios vaginales y entregándose abrios delicadamente sus piernas invitando a su amante a entrar en su cuerpo. El tomó sus piernas y las levanto llevándolas a sus hombros apoyando la cabeza del pene en la entrada de su húmeda vagina, despacio, como disfrutando cada momento él penetro en su cuerpo recorriendo cada milímetro el interior de la amada. El placer de ella aumentaba en cada segundo mientras él moviéndose lentamente metía y sacaba el pene de su vagina.
Con la boca su amante lamía sus piernas y con un dedo frotaba despacio el clítoris buscando el orgasmos definitivo.
Cuando de pronto las envestidas fueron más rápidas y más fuertes, la respiración se hizo más veloz y entrecortada, los gemidos de ellos se turnaban en el viento jugando a quien gritaba más fuerte hasta que un grito al unísono se desplegó en el aire de esa casa imaginaria, un temblor de cuerpos entrecruzó a la bella pareja. Él besándola fuertemente se estremecía al compás del cuerpo de ella y durante largos minutos quedaron recostados uno sobre el otro buscando el aire que los haría reaccionar.
En el momento en que unieron sus labios nuevamente un hilo se cortó un silencio rompió la conexión de esta pareja, la muda luz de la computadora decía que se había desconectado y bruscamente la había transportado a su casa nuevamente.
Ella cerro los ojos, respiró firmemente y apagó la PC, se levanto despacio con las piernas aun temblando. Con una sonrisa se dirigió a su cama, se desnudo y recostó, cerró los ojos y posó las manos en su estomago y muy despacio las bajo y dijo:
-- bésame otra vez príncipe mío.
Si el relato te gustó por favor escribime.
Fingolfin1973