Ella era mi luz, Pte 1
Soy lesbiana y siempre lo he sido, soy la chica tímida que resalta en las clases y que todo mundo piensa que es inteligente y culta. Y aunque no lo sea, prefiero no contradecirles la idea.
Ésta es una historia de amor, desamor y amor.
Ésta es mi forma de interpretar los eventos que me marcaron el corazón, aquellos que nunca dejaré ir. Porque el amor existe aunque ya no exista, aunque ya no se toque.
Ella me dijo una vez, que todo el dolor que sentía únicamente podía apaciguarlo escribiendo. Me escribía a mí, se escribía a Ella misma, le escribía a su terapeuta, a su cuaderno de cuentas… solamente escribía. Y eso es lo que hago yo ahora que Ella no está. Quizás esta historia les parezca irrelevante ahora que saben que la anhelo, pero no se trata de ustedes, se trata de mí. Y de Ella.
Comenzaré por aclarar que soy lesbiana y siempre lo he sido, como la mayoría de las que visitamos estos sitios (por necesidad de desahogo o por vivir historias en nuestra mente, historias que nunca serán nuestras). Pues bien, yo caí aquí por una chica, pero de ella no hablaremos ahora. Soy la típica “gold star” y espero seguir siéndolo por mucho tiempo más mientras la vida no me juegue malas pasadas con respecto a los hombres y su “irremediable” sex appeal que las bisexuales me hacen cuestionar. Perdón, me estoy alejando del tema.
Soy lesbiana y siempre lo he sido, soy la chica tímida que resalta en las clases y que todo mundo piensa que es inteligente y culta. Y aunque no lo sea, prefiero no contradecirles la idea. No me enamoré nunca. Enamorados a mi derecha y a mi izquierda, regalos, propuestas, invitaciones, salidas, sonrisas… nunca me cautivaron. Los hombres siempre me han parecido planos y aburridos, incómodos, tontos, ya dije planos? Bien. Tuve un novio al que terminé luego de un mes. La mejor decisión que pude haber tomado, tenía doce años, ¡lo sabia que era!
Saben lo difícil que es para una adolescente lesbiana reconocerse en un entorno plagado de machismo, rutina, secretismo, cristianismo y tradicionalismo. Todos los -ismos- posibles me han moldeado y aún sigo sufriéndolo, todas las fobias de la sociedad siguen siendo mis fobias. A pesar de eso siempre supe lo que quería aunque no le prestara atención, siempre me gustó la vecina, o la prima de mi amiga, o la amiga del chico al que le gusto locamente, mi compañera de clase, mi maestra. Normal, he vivido mi vida vendada desde pequeña, queriendo hacerme la que no tiene nunca un interés amoroso, a la que se le dan muy bien las clases y ésto solamente con el propósito de pasar inadvertida en temas del corazón. Aún lo hago a menor escala. También aún pretendo no amar para no herirme. ¿A ustedes también les pasa?
Sensata. También solía ser sensata. No me negaba mi homosexualidad pero tampoco lo abrazaba. Todo a su tiempo, todo a paso lento. Si algo me caracterizaba era que iba a paso lento y seguro. Mi primer beso a los 11 con el que llamaba “novio” y al que afortunadamente dejé en un momento de arrebato cuando vi que le sonreía tontamente a una de mis mejores amigas (y no soy celosa, eh); mi primer toqueteo con un fulano desconocido a los 18 años durante un viaje a una ciudad desconocida con mi mejor amiga; mi primera relación sexual a los 21 con… bueno, les contaré más adelante.
En mi vida he tomado muchas decisiones buenas que me llevaron a Ella, y muchas decisiones malas que me tienen ahora aquí gastando mi tiempo en letras que posiblemente ya no me regresen a Ella nunca más.
Soy nueva escribiendo y quiero hacer partes cortas porque no tengo mucho tiempo libre, pero si veo movimiento en los comentarios, eso me motivará a continuar escribiendo cada vez más contenido, pues tengo mucho que contar, pero poco tiempo para hacerlo. Que tengan una linda noche.