Ella era así... capítulos 9, 10 y 11

Ana y Rosario siguen en manos de Juan y Pedro, expuestas a todos sus lascivos caprichos...

CAPÍTULO 9

Ya descargado y relajado decidí juntar a Rosario y Ana.

Cogí a Rosario por un brazo y la hice seguirme. Subimos las escaleras hasta la habitación en la que habíamos dormido la noche anterior Ana y yo.

Al entrar vi a Ana, que parecía recién despierta, sobre la cama desnuda y relajada.

-¡Hola Ana! Te traigo una amiguita que dice que te conoce, le dije, mientras le mostraba a Rosario a la que acababa de hacer entrar.

-Sí, contestó, es una de las vigilantes de la empresa de seguridad. A menudo la veo por la urbanización. Creo que es una chica agradable y maja.

-He pensado, Ana, que podemos pasar un buen rato los tres. Creo que te gustará y, al mismo tiempo, podremos proseguir con tu entrenamiento.

Al oírme creí percibir cierto grado de intranquilidad y tensión en el rostro de Ana. Rocío, perdón, Rosario seguía con ese aspecto de zombi que había adquirido durante la sesión que habíamos tenido en el despacho.

-Bueno, Rosario, quiero que atiendas… Ahora soltaré tus esposas. No intentes ninguna tontería porque seguro que sufrirás un importante castigo por ello. ¿Queda claro?

Rosario asintió con un gesto. Me puse a su espalda y la solté las esposas. Baje su chaqueta sacándola por uno de los brazos y de repente, cuando iba a proceder a repetir la operación con el otro brazo, ella se revolvió intentando empujarme. Estuve listo y le esquivé, de forma que la que cayó al suelo de bruces fue ella. Esta acción provocó en mí un terrible enfado. Puse mi pierna sobre su espalda, saqué el otro brazo de su chaqueta, la volví a esposar y, dándole la vuelta de forma que quedará mirando hacia mí, le solté un sonoro bofetón y le dije: Te advertí claramente que no te comportaras de esta manera ¡zorra! Esto te costará bien caro.

Ana se había quedado sorprendida, como paralizada. No me había visto nunca así de enfadado… Me tranquilicé, procuré calmarme. Sería mejor para todos

Bien… allí las tenía a las dos… Habría que disfrutar un rato… No compensaba enfadarse, dejarse llevar por la ira, mejor relajarse…Pero, esa estúpida, Rosario, debía de pagar por lo que había hecho. Si se marcaban unas reglas… había que cumplirlas

Bueno, esta era la situación, Ana estaba desnuda, medio incorporada y con las manos atadas a la espalda, sobre la cama. La estúpida pelirroja estaba tumbada en el suelo, boca arriba, con una enorme bofetada marcada en la cara. Lloraba, absolutamente asustada, temiendo el castigo que, sin duda, muy pronto habría de soportar. Había sido una enorme estupidez, se repetía una y otra vez mentalmente,… que soberbia tontería

-Bueno, Ana, ¿me puedo fiar de ti?¿puedo soltar tus mano?

-Mi Amo puede confiar en su sumisa esclava. Puede hacer con ella lo que crea más conveniente.

Al escuchar estas palabras de doña Ana Matas, Rosario se quedó perpleja, casi boquiabierta. No entendía nada… aquella mujer siempre tan segura de sí misma, que tenía a raya a todos, absolutamente todos por veteranos, retorcidos o prepotentes que fueran, los miembros del servicio de vigilancia, tan altiva,… hablando de forma tan extremadamente sumisa… ¡Por Dios!¿Qué había pasado allí?¿Qué le habían hecho? Y… ¿Qué le harían a ella?¿En qué lío estaba metida?...

Me acerqué a Ana y liberé sus manos… ¡Aséate! Te sentirás mejor, venga, te dejaré a tu aire.

-Como mi Amo diga. ¿Quiere asear mi Amo a su animal?

-¡No! Te dejaré sola… deposito mi confianza en ti, espero, por tu bien, que no me defraudes

Ana se introdujo en el baño y, poco después, empezó a sonar el agua que llenaba la bañera. Algo de vapor que escapaba por la puerta un poco entreabierta confirmaba que Ana, seguramente, había optado por un baño reparador… y, al menos psicológicamente, purificador… La vendría bien, no era bueno que estuviera excesivamente tensa

Miré a Rosario… ¡Joder!... la niñata de mierda la había liado… tenía que pensar en su castigo

-¿Te han roto el culo ya?¿Sabes ya lo que es eso?¿Te gusta?... Espero que sí porque, tu enorme estupidez de antes, te va a proporcionar un curso de perfeccionamiento al respecto… ¿Me oyes?... Ella permanecía en silencio, ni siquiera me miraba… parecía aterrorizada.

CONTINUARÁ

CAPÍTULO 10

Rosario estaba realmente aterrorizada…respiraba con dificultad, fruto de la ansiedad, el pánico, que su inminente sometimiento a la más brutal sodomización le producía. ¡Me la meterá por el culo! ¡Dios mío!... ¡Qué horrible! ¡Qué dolor! ¡Qué…asco! Me va a tratar como a una puta, peor que a una puta…me va a violar…sin misericordia, con rabia… ¡Qué estúpida he sido! ¿En qué estaba pensando? ¿Qué he pretendido hacer?...

Tengo que actuar con serenidad e inteligencia, me decía yo. Al menos Pedro seguía durmiendo… Eran apenas las once y, después de la noche animada que había pasado, no creía que se despertara antes de la una. ¡Mejor!...pensé. Lo primero era saber si sus compañeros echarían de menos a Rosario…después…relajarse y disfrutar de este par de putas.

Me acerqué a ella, despacio…la miré…sólo la camisa, la corbata y las esposas. Estaba buena la jodida… la manosearía un poco, eso la debilitaría…La agarré del pelo y la hice incorporarse hasta ponerla de rodillas frente a mí, me saqué la polla soltando de nuevo el cinturón del albornoz…sin decir una sola palabra…La puta entendió rápido…empezó a comérmela… ¡Qué gusto!... Comía como una auténtica profesional, aún mejor, sin duda había comido muchas ya. Luego la preguntaría

-Comepollas, la dije, quiero que me atiendas, quiero contestaciones escuetas y exactas, recuerda que, por ahora, eres la comepollas de la casa, una putita más junto a Aniuska, pero también tengo tu pistola y, francamente, me tienes hasta los cojones. No quiero ni media tontería más. ¿Lo has entendido?-de un tirón de pelo saqué mi polla de su boca-babeaba y la caía sobre las tetas… ¿Te echarán de menos en seguridad? ¿Tienes que reportar? ¿Tienes que volver?... ¡Contesta!

Vi en sus ojos como sopesaba las consecuencias de su respuesta… para animarla a la sinceridad volví a meter mi polla, ya más erecta, en su boca…se sentiría como una puta absolutamente a mi merced. Se la hundí hasta el fondo… hasta la arcada… ¡Vete pensándolo! Pero de prisita puta comepollas… soy impaciente.

Casi no podía respirar y sentía profundas arcadas…Rosario se sentía morir…Será mejor que diga la verdad, pensó, este tío es un animal… hace conmigo lo que quiere, mierda de formación la que nos han dado en la puta empresa…. ¡Joder, como siga así, volverá a correrse en mi boca, joder! ¿Cuándo parará?...

-Volví a sacarla…la miré, los ojos llorosos, espero tu respuesta

-Cuando vine aquí había terminado mi turno. No he de volver al puesto de guardia…pero he de reportar sobre la incidencia. Si no lo hago…en media hora se presentará un compañero.

Le solté otra bofetada… ¿Cuándo pensabas contarlo hija de puta?...Di, zorra de mierda…. ¿Cuál es el procedimiento? ¿Cómo has de reportar?

-Lo habitual, si la incidencia es una falsa alarma, es que llame al puesto de control desde el teléfono de la casa y que, como confirmación, hable también el cliente o persona debidamente autorizada

-Es decir, llamas tú, indicas que se trataba de una falsa alarma, y lo confirma Anita… ¿es así?

-Sí, así es exactamente. Además ya no me esperan hasta el miércoles…pedí unos días

-Bien espero que hayas sido sincera… y volví a meter mi polla en su boca. Si vas a hablar…habrá que cuidar esa garganta…jejejjejje

Me emplee a fondo…bombeando su boca como si fuera un enorme coño húmedo….hasta dentro una y otra vez, con una mezcla de deseo e ira… estaba gozando en el castigo, joder que si gozaba

Arcada tras arcada-pensaba Rosario-casi no podía respirar, me sorprendí deseando que se corriera de una vez en mi boca,…lo tragaría todo, haría lo que fuese…pero, ¡por dios! Que fuera rápido…Y, al fin, noté sus espasmos, muy dentro de mí, abundantes, cálidos…dos, tres, cuatro…hasta cinco latigazos de su polla enorme me suministraron su leche que, a pesar de mis intentos, desbordó mi boca derramándose sobre mi cuello y mis tetas…Reprimí la mueca de asco y me sentí una vez más, humillada, violada,…esclavizada, completamente a merced de los deseos de aquel hombre que se comportaba como si fuera mi Amo.

CONTINUARÁ

CAPÍTULO 11

Ana salió del baño espléndida… parecía una mujer nueva, reinventada. Su desnudez, como siempre, provocó ese enorme latigazo en mi entrepierna… ardía de nuevo en deseos

-Ana, le dije, es necesaria una pequeña gestión con Rosario y el servicio de vigilancia y, luego, ya tranquilos, gozaremos de la mañana… ¿Dónde está el teléfono más próximo? Aquí veo que no lo tienes

Aniuska, sumisa, contestó:

-Espero que no disguste a mi Amo, pero, para evitar molestias, no existe instalación telefónica en los dormitorios… podemos ir al despacho. ¡Está aquí al lado!

Agarré a Rosario de la corbata y la hice levantarse (seguía de rodillas), me até el cinturón del albornoz e indiqué a Ana que nos guiara hacia el despacho.

Bajamos la escalera y llegamos al despacho. Sobre la mesa, efectivamente, el teléfono… por aquí y por allá, esparcidas por el suelo, las prendas del uniforme de Rosario que recordaban el reciente “cacheo” al que la había sometido.

-Bueno, según me ha comentado Rosario, el procedimiento, en caso de falsa alarma, es que ella lo comunique al puesto central desde tu teléfono y, a continuación, confirmes tú también la falsa alarma. ¿Es así Ana?

-Efectivamente es así mi Señor, contestó Ana.

-¡Puta!, dije dirigiéndome a Rosario, dile el número que hay que marcar a Anita. Date prisa, ya has agotado mi paciencia con tus tonterías

-91… 235… 37… 39, respondió de inmediato Rosario, ese es el número al que hay que llamar.

-Bien, atiende mamapollas, voy a marcar. Saludaras de la forma habitual, sin tonterías, ¿queda claro?, dirás que se trata de una falsa alarma, y que lo confirma Ana. Luego, Ana, procederás a confirmarlo.

Marque el número y, sin problema alguno, sin el menor contratiempo, ambas actuaron como les había indicado. El posible contratiempo se había solucionado y, en definitiva, como premio adicional teníamos a Rosario que parecía que daría juego. Mejor aún de lo esperado inicialmente. Pedro seguía sin dar señales de vida, el asunto de seguridad resuelto y yo me iba a dedicar, relajado, a jugar con las dos putitas… ¿podía pedir algo más?

CONTINUARÁ…???