Ella era así... capítulos 7 y 8

Siguen las aventuras_desdichas de Ana a manos de sus "amigos" y aparece un nuevo personaje...

CAPÍTULO 7

Sentí pena y asco…era demasiado…¿Había creado yo aquel animal que ahora parecía Pedro?...

Pedro estaba irreconocible…¡Debía de parar aquello!... Pero, claro está, sin mostrar debilidad

-Juan, estoy cansado, me dijo

-No me extraña, miré de reojo a Aniuska, te has esforzado en extremo. Descansa, vete a dormir, ya me encargo yo del animal

-Pues, te lo agradezco, estoy rendido y … ¡Las 3:00 de la madrugada!... ¡Perra!¿Dónde está el dormitorio principal?

-Mi Amo lo visitó antes conmigo. Está en la planta superior de la vivienda de su esclava. ¿Recuerda mi Amo?¿Quiere que su perra le guie?...Ana respondió, sin mirarle, postrada

-¡Déjala, Pedro!... Yo también quiero gozarla

-Lo entiendo, respondió…He sido un egoísta. Pero, ¡QUÉ MAMADA!... ¿Dónde aprendió?...

-Ya me lo dirá… Descansa, nos quedan cuatro largos días… y sentí estremecerse a Ana.

Pedro al fin se decidió. Subió las escaleras, le oí trastear… y luego… el silencio. Ana, en el suelo, lloraba, también en silencio

Quería dejarla… que descansara… que se tranquilizara… mañana será otro día, pensé

Me acerqué a ella y… otra vez ese maldito latigazo… era demasiado perfecta… estaba demasiado buena como para dejarla pasar… había que aprovecharla… sólo una vez más y… a dormir

-Ana, Aniuska, le dije, ¡levanta!, ¡vamos arriba!

-¿Mi Amo desea algo de su puta esclava?¿Quiere follársela?...

Se incorporó, sus tetas al aire, su falda, sólo una de sus medias (la otra amarraba sus manos a la espalda), zapatos de tacón, sin bragas,

-¡Acércate!, le dije, y ella obedeció… la acaricie la cintura, bajé a sus caderas, la olía… que buena estaba… ¿Qué te gustaría?

-Que mi Amo follara el coño de su puta esclava

-¿Dónde aprendiste a mamarla así?

-En mi trabajo… después de la facultad, no lo es todo… pero ayuda. A Pujalte le encanta…Con él la primera vez, con él practiqué y practico… a diario…con el hijo ahora, con el padre antes

-¿Se lo dirás a Pedro?... parecía muy interesado. Yo seguía acariciando, con suavidad, su cintura. Hacía resbalar mis manos por su costado, subiendo,… llegando al fin a sus pechos, tan perfectos, tan suaves,… Me gustaba enormemente aquella mujer… Sus manos, atadas a su espalda, la exponían más,… la hacían ofrecerse

-¿Mi Amo complacerá a su esclava?...

-¡Sí, lo haré!... Empezamos a subir, lentamente, caminamos por el pasillo… al fondo, la habitación de invitados, magnífica.

Entramos… Ana, ¿Por qué quieres que te folle? ¿No has acabado cansada?... Contéstame con sinceridad

-Quiero que mi Amo me posea como a una mujer… Hasta ahora, he sido la puta de mis Amos. Sólo mamadas y sodomía. Quiero un polvo normal, aunque sea sin cariño.

Yo seguía acariciando a esta bella mujer. Ella parecía agradecerlo… su piel se erizaba… sus ojos empezaban a brillar. La solté la falda que también cayó al suelo… Su sexo era precioso… completamente depilado, salvo una finísima línea, daban ganas de comerlo… La tumbé en la cama… Me desnudé despacio, tranquilo, saboreando el momento,… y me coloqué junto a ella en la cama. Mi pene aún no estaba a punto… ella se dio cuenta y decidió ponerlo a punto. Acercó su boca a mi miembro y, una vez más, inició una soberbia MAMADA… Aquello empezaba a dar sus frutos, ¡Dios mío!... La agarré por los hombros y me puse sobre ella. Abrí sus piernas… y deslicé mi polla en su vulva… cálida, húmeda,.. Oh, qué gozada. Empecé a bombear insistentemente, pero con suavidad, como acariciando su sexo, llenándola y embriagándome en ella, una y otra vez, más y más… Ella gemía, con suavidad, gozando también… sus piernas se posaron sobre mis hombros, para sentirme más, cuando yo ya embalaba mis envestidas buscando el clímax final, fundirme en ella,… ¡CORRERME!... Ella jadeaba más y más… disfrutando, feliz al fin

Me dejé llevar… en ella, sentí cariño, me dejé ir… y me vacié en sus entrañas, cálido, suave, pero intenso, buscando el fondo, ¡Ohhhhhhh!... y ella me acompañó, fundidos en un mismo orgasmo, mientras besaba sus labios,… Se sintió mujer, por una vez en la noche

-Mi Amo me ha follado como a una mujer, su esclava lo agradece,

La empecé a acariciar la entrepierna, su clítoris,… rozando la liga de su media, notando sus sobresaltos, sintiéndola húmeda, tibia, cálida,… quería que volviera a llegar a su clímax, que volviera a gozar,… sus manos atadas facilitaban mis caricias, ella cerraba los ojos, se dejaba hacer, gozando y disfrutando, por fin en esta noche horrible, del sexo que la daba,

-¡Ohhhh… mi Amo!¡Qué placer, qué gozo!¡Ohhhhhhh……..!, dijo Ana, más bella que nunca, así relajada, en pleno orgasmo,… corriéndose en mis manos… y, por fin, decidí dejarla dormir, desnuda, junto a mí

CONTINUARÁ

CAPÍTULO 8

Me despertó el insistente sonido del timbre que llegaba desde la planta de abajo. Era persistente, una y otra vez, como si se tratara de una situación de alarma.

Abrí los ojos y me encontré junto a Ana que dormía plácidamente, desnuda y relajada, junto a mí, que también estaba completamente desnudo. El timbre sonaba una y otra vez, sin pausa, sin dejar un solo respiro. Rápido me dirigí al baño, donde me cubrí someramente con un albornoz, y bajé, acuciado por los timbrazos que no cesaban, rápidamente las escaleras.

Abrí. Frente a mí una guardia jurado, uniformada como el personal que vimos a la entrada de la urbanización, no cesaba de pulsar el timbre.

-Señorita, dije, creo que sería mejor que dejara de importunarnos constantemente con esos horribles timbrazos. Ni siquiera se ha dado cuenta de que ya la hemos abierto.

-Oh, perdone, dijo algo aturdida, es que… Bueno, es que estoy francamente preocupada. Desde ayer la alarma de este chalé está desconectada. Es absolutamente inusual y nuestra obligación, en estos casos, es comprobar que no sucede nada anormal.

-Efectivamente, dije, no sucede en absoluto nada que sea preocupante. Simplemente mi amiga y yo ayer nos acostamos un poco tarde. Como es lógico pretendemos descansar todo lo que sea posible.

-Disculpe, dijo la guarda, pero la única persona autorizada para indicarnos que no sucede nada anormal es la propietaria de la vivienda y, obviamente, como queda a la vista, usted no lo es.

-La propietaria es mi amiga Ana Matas que, en estos momentos, duerme plácidamente en el piso superior. Como comprenderá, señorita, no estoy dispuesto a despertarla para que usted se quede más tranquila.

-En ese caso, caballero, no tendré más remedio que realizar una inspección ocular. Es así como lo marcan nuestros procedimientos operativos.

Se trataba de una chica joven, diecinueve o veinte años, más bien alta, espigada, pelirroja (natural o teñida era difícil de descifrar), uniformada con chaqueta y pantalón azules, camisa blanca y corbata azul. Calzaba los típicos zapatos de guarda jurado (en absoluto femeninos) y, en su cinturón, quedaban a la vista un revólver en su funda y un par de esposas. En su conjunto podía considerársela atractiva a pesar de la poco favorecedora indumentaria que, por razones de trabajo, estaba obligada a exhibir.

-Pase usted señorita y proceda a realizar su trabajo. Procure, no obstante, evitar molestias a la propietaria y sus invitados. Creo que ya se ha ensañado usted suficientemente con el timbre. Por otra parte, y espero que no le resulte molesto, procederé a acompañarla ya que no me consta, en absoluto, que sea ese el procedimiento autorizado por mi amiga.

La pelirroja entró al salón. En uno de los sillones la chaqueta de Ana y, por el suelo, desperdigadas, la camisa verde, su sujetador y sus bragas… No parecía el mejor de los comienzos.

-Vaya, parece que se trató de una fiesta animada, comentó de forma insolente la pelirroja.

Se la notaba algo tensa, nerviosa, observando por aquí y por allá, como preocupada. En mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la forma en que debía de sorprenderla. No había que olvidar que, en definitiva, y a pesar de su juventud, iba armada de revolver. Debía de aprovechar algún descuido. Para ello, era importante, sin duda, que fuera lo más próximo a ella. De esa forma, en cualquier momento, me abalanzaría sobre ella y la inutilizaría poniéndole sus propias esposas y evitando que empleara su revólver.

Después de revisar el salón, bastante a fondo, la pelirroja decidió seguir por el resto de la planta baja. Recorrió el largo pasillo que comunicaba con una pequeña salita y con el despacho de Ana. Se introdujo en la salita que revisó rápidamente y, al salir, casi tropieza conmigo.

-Perdona, le dije, mientras me apartaba ligeramente.

Ella masculló un “oh, no ha sido nada” y, rápidamente, pasó al despacho. Yo la seguí de cerca. Observó un poco por encima viendo que todo estaba o parecía en orden. Cuando vi que se disponía a salir, forcé deliberadamente el tropezón, esta vez con fuerza e intención. La chica trastabilló y perdió el equilibrio. Yo aproveché para lanzarme sobre ella y, dándole la vuelta, la sostuve las dos manos a la espalda. Saqué las esposas de su cinturón y se las puse. Después saqué el revólver de su funda y lo puse sobre la mesa del despacho.

Estaba completamente desorientada. Aún no sabía lo que le había pasado. Estaba tendida en el suelo con las manos esposadas a la espalda y sin revolver.

-Bueno, dije, levántate pelirroja. Quiero cachearte a fondo. No quiero tener sorpresas contigo.

-¿Pero, se ha vuelto loco? ¿A qué viene esto? ¿Acaso es usted un ladrón, un secuestrador, un delincuente?

-¡Levántate!... No quiero tener que repetirlo

Estaba excitado. Quería cachearla muy muy a fondo. Bajo el albornoz mi polla decía buenos días, alzada y festiva. Tenía ganas de fiesta y aquella jovencita me venía de perlas. Empezaría con un cacheo y registro intenso y… luego… bueno, ya veríamos

La agarré por un brazo y la hice levantar… ¿Cómo te llamas pelirroja?

-Me llamo Rosario… me contestó.

-Rosario, la dije, ponte contra la pared, de cara a la pared, voy a cachearte. ¿Sabrás como va esto, no?... Tranquilita y sin protestar, ¿de acuerdo? Ella asintió.

Empecé a subir mis manos por su pierna izquierda, lentamente, estaba muy bien hecha la cabrona. Me estaba poniendo… Nada, no tenía nada,… Ahora la derecha, también despacio, la notaba tensa.

-Creo, Rocío, que te bajaré el pantalón. No me fío un pelo de ti.

-Rosario, dijo la pelirroja, me llamo Rosario, no Rocío. Y, por favor, cachea pero no te pases un pelo, no es necesario

-Rosario, creo que no estás en posición de exigir lo más mínimo. Voy a cachear como considere oportuno y como me apetezca. Si quiero pasarme me pasaré y tú, mientras, calladita estás mucho más mona. Por cierto, ¿qué edad tienes segurata?

-Diecinueve, en dos meses cumpliré veinte

La solté el cinturón, la hice volverse, y solté el botón antes de bajar la cremallera. Bajé el pantalón… pero, los zapatos impedían su salida. Decidí quitárselos… cordones, y fuera uno… ahora el otro. Ahora la saqué los pantalones. Los faldones de su camisa blanca la cubrían a modo de minifalda… La quitaría los calcetines… afeaban sus piernas

-Rocío, la dije, contra la pared, mirando a ella y… calladita, ya sabes. No quiero oír absolutamente nada, ¿de acurdo?, ¿entendido?

Ahora repetí el cacheo anterior pero llegando hasta tocar con el dorso de mis manos su tanga… que ganas tenía de seguir tocando… La hice volverse, desabroche su chaqueta, la abrí completamente, desajusté su corbata, empecé a soltar los botones de su camisa, despacio, uno a uno,… Su cara era un poema, pero estaba callada, absolutamente callada,… Solté todos los botones y comprobé que no llevaba sujetador… sus tetas me saludaban por debajo de la camisa… Y esto, ¿es reglamentario Rocío? No, creo que debes ir completamente vestida.

-Es muy incómodo, demasiada ropa, además, con la chaqueta, no se nota nada… En verano, sólo con camisa, si lo llevo. ¿Te vas a quejar a mi jefe, CABRÓN? ¿Te quejarás después del magreo?... ¡Menuda cara! Además me llamo Rosario, no Rocío, te lo he dicho dos veces HIJO DE LA GRAN PUTA

Esto me encendió totalmente, mi polla se puso completamente dura, me la quería follar y me la iba a follar, hasta que me hartase. La iba a hacer de todo joder.

-Mira zorra, le dije, esto te va a costar una follada. Le bajé la chaqueta, le abrí la camisa, su tanga azul quedó al aire, y sus tetas también. La miré despacio, me gustó, era jovencita, tenía un tipazo,… su coño estaría estrechito… y lo demás… se lo enseñaría yo.

Empecé a sobar sus tetas, despacio, entreteniéndome en sus pezones,… primero acariciando… luego… pellizcando… se ponían duros, su mirada mostraba su excitación… Metí mis dedos en su boca, los ensalivó, seguí con sus pezones

-¿Te gusta zorra? ¿Gozas so puta?... la oía gemir… no necesitaba su contestación… La bajé el tanga… y vi su coño depilado de forma integral… ¡Qué ganas de metérsela!...

La puse de espaldas sobre la mesa… la hice abrir las piernas (ella las cerró rodeando mi cintura), abrí mi albornoz, mi polla estaba totalmente erecta, casi me dolía,… ella estaba a punto, lo notaba,… Se la hundí hasta dentro, estaba chorreando y entro dulce, suave,… Uffff… ¡Qué rica, deliciosa! ¡Qué estrechita!... Empecé a bombear una y otra vez, cada vez con más intensidad, cada vez más profundo… Seguía sobando sus tetas… Estaba en el quinto cielo… seguí durante cinco, diez, quince minutos,… aguantando la corrida, haciendo el momento más largo, alargando el placer… Ella se corrió, mientras, dos veces… la segunda coincidió con la mía… ¡Qué gozadaaaaaa!¡Qué barbaridad!

La había llenado con mi leche, como un animal, bombeándola dentro de ella diez o doce veces, hasta que rebosó… Ahora la dejé allí dentro, calmado, tranquilo… viendo su cara de puta saciada… hasta que la saqué provocando un brinco en ella

La dejé sobre la mesa. Pero, pensé que faltaba algo,… me volví… ¡Baja y límpiame!

-¿Cómo?, preguntó ella.

-Con la lengua, rápido… Bajó de la mesa, se arrodilló frente a mí e inició su trabajo. ¡Qué bien la maman todas ahora!... Se me volvió a poner dura… La agarré de la nuca y empecé a bombear con violencia en su boca… una y otra vez, no podía más,… me iba a correr de nuevo… Ella apenas podía respirar… Y yo seguía como un poseso… decidí correrme primero en su boca y, luego, después de los dos primeros latigazos, sobre sus tetas… ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

CONTINUARÁ