Ella era así... capítulos 5 y 6
Comienza la pesadilla de Ana, absolutamente a merced de sus antiguos ¿"amigos"?
CAPÍTULO 5
-Mira Ana, comenzó Pedro, ahora inusitadamente parlanchín y seguro, es viernes por la noche-acaba de comenzar más bien, nos hemos informado y sabemos que el servicio no volverá hasta el miércoles a media mañana. No has concertado citas con nadie, ni previsto ningún viaje, nadie te espera y nadie te va a echar de menos contamos, para ser exactos con la noche de hoy, el sábado, el domingo, el lunes y el martes. La mañana del miércoles se nos antoja muy muy lejana ¿No te parece?
Ana estaba callada, inexpresiva, como bloqueada parecía que ¡por fin! Se daba cuenta de que estaba encerrada en su propia casa con dos absolutos desconocidos de intenciones, como poco, nada agradables por una vez en su vida ¡No sabía qué coño hacer! ¡Joder, que locura!...
-Pero vayamos a lo práctico y a lo concreto, Aniuska es una ejecutiva, una mujer de acción estará ansiosa por llenar su agenda para este finde, ¿verdad Ana?... En principio no pretendemos utilizar más violencia que la estrictamente necesaria, pero eso Ana, va a depender mucho de tu actitud.
-¡Vais a violarme! Es eso, ¿no?, ¡Guarros! ¡Maricones!...siempre es lo mismo y lo disfrazáis de sabe Dios qué violada por dos impotentes perdedores de mierda ¡Joder!... pues ya estáis perdiendo tiempo ¡empezad de una puta vez MIERDAS!...
-Mira Ana, esa es una buena idea, ya tenía ganas de que lo pidieras
Nos acercamos a ella, ya absolutamente excitados, la situación, estos últimos insultos, aún habían animado más nuestra lívido
-Será preciso algo de coordinación, Pedro, vayamos sin prisas eso las gusta más
Ya estábamos junto a ella, yo de frente y Pedro por su derecha y desde atrás
-Ana, quítate la chaqueta estarás más cómoda. Obedeció sin protestar y dejo la chaqueta, cuidadosamente doblada, en el brazo del sillón. Ahora su blusa verde luminoso traslucía sin lugar a dudas su hermosa silueta y su sujetador casi transparente, del mismo color, mostrando casi a las claras sus bonitas tetas el famoso latigazo se dejo sentir con inusitada violencia.
Pedro, algo más alto que yo y mucho más que Ana, resoplaba ansioso sobre su nuca a la vez que derramaba su mirada, con intensidad, por su escote.
-El primer polvo se lo echaremos vestida me pone más, dije a Pedro, ¿te parece?
-Sin problemas, hay tiempo para darnos todos los caprichos
Me acerqué a ella. Había adoptado una postura de pasividad extrema, imagino que pretendiendo evitar en la medida de lo posible cualquier sensación o grado de implicación, no quería ser una planta, sino una piedra y si era posible una roca Su expresión había desaparecido, parecía una zombi, una mueca, una máscara pero, esa actitud la iba a resultar muy difícil de mantener
Poco a poco empecé a soltar, ante su absoluta pasividad, uno a uno, despacio, los botones de su blusa que, una vez liberada deslizó desde sus hombros recorriendo su espalda y cayendo al suelo, hasta que se mostró espléndida ante mí la observé con descaro, con satisfacción ¡Qué buena estás¡-no pude reprimir la exclamación
Mientras, Pedro se afanaba en explorar bajo su falda recorriendo sus muslos ascendiendo por ellos con las dos manos, absolutamente coordinadas, centrándose ya en la cara interna de sus muslos Estas maniobras iban esbozando una cierta inquietud en Aniuska que parecía ya no tan monolítica en la postura adoptada inicialmente una de sus medias, sin duda debido a las intensas caricias de Pedro, ya resbalaba, arrugada, por su pierna y la falda estaba ligeramente subida
Yo decidí centrarme en sus pechos, quería tocarlos, acariciarlos, sobarlos, por fortuna su sujetador, última y transparente frontera, era de esos que permiten su apertura frontal ¡zas! Y, ante mí sus dos tetas se ofrecieron espléndidas, dulces y duras al tacto en su punto, sus pezones, rodeados de una aureola absolutamente rosa, prometían dar mucho juego. Empecé a acariciar sus copas desde abajo hacia arriba con mucha suavidad, muy despacio entreteniéndome a ratos en sus pezones. La hice abrir la boca (lo aceptó con una sumisión sorprendente) y humedecí en ella mis yemas. Con ellas acaricié ahora con mayor detenimiento e intensidad sus pezones, a ratos y a la vez, entreteniendo en esta maniobra mis dedos índice y pulgar. Podía sentir su piel erizada, el aroma de su perfume más profundo (activado por su incipiente sudoración), sus pezones cada vez más endurecidos
Pedro mientras se había centrado en su vulva, acariciando primero sus labios externos, luego su clítoris y ahora, sin dejar de prestar atención a aquel, jugueteaba descaradamente con sus dedos (dos o tres de ellos) en el interior de su vagina. Sus bragas-también verde vivo, de las de talle bajo y forma pantaloncito-asomaban ya por debajo de la falda.
Se notaba su transpiración, sus piernas algo entreabiertas, su piel erizada, sus pezones a punto de estallar, su inquietud, su ansiedad su cara era un cuadro entre el gesto de indiferencia contenido y el brillo lascivo del deseo debía de ser una auténtica tortura y ¡además! ¡Forzada! ¡Violada!...
-Pedro, dije, quiero que esta puta me la mame ya ¿Cómo lo hacemos?...
-Apoyémosla en aquella mesa del fondo tú te pondrás frente a ella y podrá mamártela a placer, yo, mientras la encularé como nunca se lo han hecho jajajjaaj
-¡No, eso NOOOOOOOOO!-gritó Aniuska-mi culo es virgen. Eso no, por favor
-Ana, zorra, creo que no te sitúas, no te centras, no estás aquí con tu novio o uno de tus admiradores estás con dos tíos que te han tomado como su esclava sexual y que te vamos a hacer lo que queramos te guste o no. ¿Has entendido ahora?... más vale que no te resistas, no me gusta ser violento
De un empellón Pedro colocó a la zorrita en la postura prevista las tetas quedaban al aire, lo que nos permitiría jugar con ellas alternativamente
-¡Bájate las bragas y sube la falda hasta la cintura! Quiero ver tus caderas libres y ese culo en pompa. Ana, con la cara absolutamente roja y a punto de llorar, obedeció una vez más con absoluta sumisión. A otra orden mía deslizó el sujetador, ya sin tanto cuidado, al suelo. Adoptó la postura indicada sobre la mesa.
Yo me puse frente a su cara y solté mi pantalón, bajándolo hasta media pierna junto a los calzoncillos. Mi pene mostraba una enorme erección me acerqué a ella y la ordené-¡Empieza puta! Ella empezó a afanarse en su tarea como una auténtica experta, casi profesional, subiendo y bajando por mi cipote con su lengua, ensalivándolo a conciencia y de vez en cuando lo acariciaba con unos toques justos que lo enardecían aún más. Yo mientras entretenía mis manos magreando sus tetas con intensidad creciente, pero aún sin crueldad. Ahora ya introducía la polla-enorme a este punto-en su boca, permitiéndome un paseo completo por ella mi pene estaba cada vez más y más duro
Pedro, agarrándola por las caderas, no se estuvo en probaturas y hundió su más que erecta tranca en el interior de Ana. Un enorme y desgarrador alarido indicó que se había producido la primera introducción. Para evitar sus gritos le dije-ahora zorra te follaré esa boca como si fuera un enorme coño-y agarrándola el pelo a la altura de la nuca empecé a bombear mi polla en su boca dentro y fuera hasta hacer chocar mi capullo en su garganta y mis huevos en sus morros. Casi no podía respirar y mezclaba sus resuellos con alguna que otra arcada.
Pedro volvió a penetrar de forma más profunda pero, esta vez el alarido fue silenciado por mi polla. Tan sólo unas lágrimas que rodaban gordas de sus ojos delataban su enorme sufrimiento. Por otra parte mi bombeo, agarrado con firmeza a sus tetas, era cada vez más intenso y rápido, más profundo y violento, quería CORRERRRRMEEEEE, pero me esforcé en retrasar el momento.
Pedro, en un tercer impulso, había tocado fondo-si es que lo hay-y sus huevos chocaban ya en el culo de Ana. Decidí dar rienda suelta a mi deseo y agarrando aún mas fuerte sus doloridas tetas, a modo de asidero, bombeé como un poseso su boca, rápido y profundo, cada vez más y más, casi ahogándola, hasta que sentí llegar mi leche que inundó su boca, hasta casi rebosar. La saqué despacio, propiciando que tragara toda o casi toda y me separé para observar la consumación final de Pedro.
Éste, una vez conseguido el alojamiento completo de su herramienta en las entrañas de Ana (unos hilillos de sangre salían de su forzado ano), comenzó a bombear dentro de ella, primero muy despacio, sacando y metiendo ligeramente su tranca, entre los cada vez mayores aullidos de la zorra que tampoco podía evitar los jadeos. El ritmo se fue acelerando por espacio de cinco minutos, mientras ella aullaba e intentaba inútilmente zafarse. Por fin entre un ritmo salvaje, frenético ella sólo pudo gemir y, mientras Pedro se corría gloriosa y estruendosamente, llenándola con su leche, creí intuir en ella un a modo de orgasmo. Una vez descargado, mantuvo su tranca dentro de ella uno o dos minutos en los que Ana pareció tranquilizarse. Luego la sacó de golpe provocándola un respingo Estaba medio tumbada sobre la mesa, visiblemente agotada, chorreando semen por boca y culo, en este último con algo de sangre. Pedro, algo cruel, la espetó, ¡Ahora arrodíllate frente a mí y límpiame con la boca esta mierda que has dejado en mi polla! Aniuska, sumisa, obedeció con diligencia, sin rechistar, y poniendo verdadero empeño, casi celo, en la labor encomendada.
CONTINUARÁ
CAPÍTULO 6
Ana estaba sentada en el suelo, sólo llevaba puesta la falda, una de las medias (la otra estaba arrugada en su tobillo) y los zapatos. Su cara era un poema: el rímel corrido, algo de semen reseco chorreaba de su boca, y la pintura de labios absolutamente esparcida. Se la notaba agotada, humillada, vencida ¡Qué diferente a la orgullosa Ana Matas que vimos esta tarde! ¡Cómo pueden cambiar las situaciones!...
Aún no era medianoche y esto no había hecho más que empezar Ahora quería ensañarme un poco con ella. Que fuera consciente de su derrota, de su precaria situación, del calvario que, sin duda, la esperaba durante este largo, larguísimo, fin de semana. Esto la haría más sumisa, más entregada, más obediente y, por supuesto, más miedosa y temerosa del posible castigo
-¿Cómo te sientes Ana?¿Lo estás pasando bien?-le dije con una sonrisa sarcástica iluminando mi cara-¿Imaginas las sorpresas que aún te aguardan? Me gusta que seas obediente y no haya sido preciso castigarte
Ella levantó la mirada, su collar y pendientes de perlas como única indumentaria que cubriera su torso, ¿Por qué os ensañáis así conmigo?¿Qué os hice?... Ni siquiera os recuerdo Tú, un juez, haciendo esto.
-¿Descontenta la señora?, dijo Pedro que volvía de la cocina con un par de copas. ¡Levántate y ven aquí!, espetó mientras me pasaba mi copa.
Ana se incorporó como empujada por un resorte. El miedo, el pánico diría yo, se reflejaba en sus ojos ante la sola presencia de Pedro en la sala. El trabajo que había propinado a su culo-forzada, violada brutalmente-había dejado sin duda una profunda huella, psicológica más que física, en ella. Se acerco caminando algo maltrecha pero absolutamente espléndida, ¡Qué cara!¡Qué ojos!¡Qué melena!¡Qué cuerpo!¡Qué forma de caminar, de moverse! Esta mujer, aún en esta situación, parecía una diosa una diosa caída, prisionera, sometida, pero una diosa.
-Atiende, dijo Pedro, vamos a proseguir con tu adiestramiento y doma como puta esclava sumisa. A partir de ahora te dirigirás a Juan y a mí como Amo. Dirás ¿Qué desea mi Amo?¿Le satisface a mi Amo?¿Qué puedo hacer por mi Amo?... en definitiva, considérate como una mera posesión, un objeto, a lo sumo un animal Tu cara, tus ojos, tu boca, tus tetas, tu coño, tu culo, tu pelo, todo tu cuerpo, toda tú-si eres algo más que cuerpo-eres nuestra. Olvida tus deseos, tu opinión, tus posesiones, todo eso se acabó esta tarde cuando nos adueñamos de ti Por supuesto harás lo que te digamos con nosotros o con las personas, animales o cosas que te digamos. Nada será demasiado doloroso, demasiado desagradable, demasiado obsceno o vicioso ¿Queda claro?¿Lo has entendido puta?¡Responde!
-Sí, entiendo lo que me dices pero no entiendo porque os empeñáis en tratarme así
Una sonora bofetada marcó la cara de Aniuska. Pedro la había golpeado sin ninguna consideración. Su cara estaba marcada de púrpura y, sin hablar, tres gruesos lagrimones caían de sus ojos
-Te dije claramente que te dirigieras a nosotros como Amo. ¿Qué parte no entendiste zorra?¿Es difícil para la segunda de la promo?¿Se necesita al primero para entender eso?
-Ahora zorra, volvió a hablar Pedro, quiero que me respondas correctamente ¿Queda claro?¿Lo has entendido de una vez puta?
-Sí Amo, lo he entendido perfectamente Amo, respondió Ana aún temblorosa. Lo que no entiendo Amo es porqué mis dos Amos se empeñan en ensañarse de esta forma con su sumisa esclava Soy la puta de mis Amos, me someto con gozo a sus deseos ¿Por qué mis Amos no están contentos con su zorra?¿Qué ha hecho mal la esclava?...
Casi me daba pena escucharla se notaba el miedo en su cuidadosa forma de hablar el miedo y que estaba dando vueltas a su pasado universitario desde hacía bastante tiempo. Estaba claro que no sabía ni porqué, ni por dónde le venía este golpe
-La esclava, zorra, está para esto. Eso es lo único que tienes que saber, dijo Pedro. ¡Ven! Me harás otra mamada, ¡acércate!... o mejor dicho me follaré esa boca tan dulce y cuidada.
Ana se acercó a Pedro que estaba de pie. La quitó la media que arrastraba por el tobillo y con ella le amarró fuertemente las muñecas a la espalda. Así aún parecía más frágil, la hizo arrodillarse frente a él y sacó su polla, mansa, colgante-aún no se sentía excitado-. ¡Empieza puta!, la dijo con autoridad Ella empezó a lamer cuidadosamente su aparato, entreteniéndose de forma eficaz en su glande. También lamía sus testículos y frotaba sus tetas, ofreciéndose entera a él. Seguía este proceso metódicamente, como era ella en todo, pero, lógicamente, sin pasión-absolutamente humillada, dolorosamente hundida (¡Tener que hacer aquello con aquel zafio, aquel guarro repugnante!, pero, ¿tenía alternativa?... era mejor consentir y esperar que todo esto cesara). Pedro empezaba a mostrar una erección considerable, más que considerable diría yo, y, de pronto agarro el pelo de Ana por la nuca, y, sin previo aviso, hundió su polla hasta el fondo Ella sintió una enorme arcada y él, sin la más mínima compasión, empezó a bombear en su boca, con intensidad, con fuerza, con rabia se notaba que disfrutaba enormemente humillándola así, utilizándola como un estercolero, masturbándose en su boca ¡Juan, mira!, mira como lo hace la muy puta. ¿Dónde habrá aprendido doña Ana a mamarla así?... jejejejje la voy a pelar las encías a la muy zorra esto es lo que les pasa a las niñatas engreídas jejejeje ¡Cómo me gusta joder! Ahora se lo traga todo, ya verás,
Llevaba ya más de diez minutos de mamada y Ana a duras penas conseguía respirar, jadeaba y en su cara no podía disimular una marcada mueca de asco deseaba con todas sus ganas que Pedro se corriera de una vez. Al fin sucedió, acompañado de varios y sonoros, demasiado sonoros para mi gusto y la situación, alaridos, se corrió como un animal, llenando la boca de Ana con su semen que chorreaba, cayendo algunas gotas sobre sus tetas ¡Trágatelo todo puta!¡Todo!... Ana se esforzaba, pero algunas gotas escapaban ¿Te ha gustado?¡Responde!... Síeee, Mammo (con la polla dentro no podía hablar correctamente). Ah, te la sacaré. ¡Di!... Sí mi Amo me ha gustado enormemente. ¡Vale! Ahora limpia mi polla con cuidado y lame las gotas derramadas en tus tetas Así, así, perfecto, zorra.
CONTINUARÁ