Ella era así... capítulos 14, 15 y 16
Reanudación y conclusión del relato de las desventuras de Ana y Rosario.
CAPÍTULO 14 REANUDACIÓN (TRAS MÁS DE UN AÑO PERO HACE SÓLO UN INSTANTE)
Comprobé las esposas de Rosario sin problemas. Aniuska seguía como ausente pero obediente y dócil en extremo (¿casi demasiado?)
Todo a pedir de boca pero necesitaba relajarme una ducha, refrescarme
Miré a las dos, despacio bellas, espléndidas ¡Joder!, era demasiado sólo pensar en las posibilidades me hacía casi correrme era como un niño en una pastelería y con su abuelo
Ellas, lógicamente, no eran la alegría de la huerta pero vejadas, violadas, a merced de un desconocido ¿Qué quería ?¿Una historia de amor ?
-Para arriba
Obedecieron de inmediato Rosario algo embarazada con las esposas
-¿Jode llevarlas, verdad, putilla?... No respondió
La agarré del pelo, la hice volver la cara y la solté una sonora ostia (A veces me doy asco )
-¿Jode?
Casi al punto de llorar respondió-¡Sí!¡Sí jode!-¡Así me gusta!
Subimos recorrimos el pasillo y volvimos al dormitorio de Ana
Rosario seguía con su camisa-abierta-y su corbata (dócil collar), sólo eso.
-Putas, dije, os dejaré solas, voy a ducharme portaos bien, seré implacable
Me introduje, relajado, en el baño, en la ducha un vapor amigo me cubrió me rodeó relax, tranquilidad
Ellas estaban tranquilas, ¿expectantes?... tal vez
-Doña Ana ¿Qué está pasando?¿Qué es esto?... No entiendo nada
Ana permanecía como ausente autista total
-Doña Ana, insistió Rosario, ¿quién es este extraño?¿por qué ha asaltado así su casa y a usted?¿cómo ha podido suceder?¿cómo podremos escapar?¿qué será de nosotras?... Doña Ana, es un salvaje y su amigo-supongo-será igual o peor ¡responda!¡dígame algo!¡Por Dios, reaccione!
-Calla estúpida ¿quieres empeorar las cosas?... ¿no has tenido bastante con tu tontería de antes?... Te aconsejo que seas dócil, obediente están locos, como poseídos hasta ahora su rabia, su furia, era sólo conmigo dicen conocerme del pasado, de la facultad ahora tú también has conseguido irritar a Juan no lo dudes, te castigará te hará lo que dijo, sin piedad, sin que le tiemble el pulso sólo cabe esperar dejar que su furia se agote, que poco a poco recuperen la cordura que no decidan hacer una barbaridad aún mayor
-¿Aún mayor?¿Se puede ser más bestia?¿Más salvaje?...
-Rosario, dijo Ana, no son dos desesperados que no tengan nada que perder uno es un juez, el otro hijoputa un abogado de Hacienda tienen sus familias, sus conocidos, sus carreras tienen bastante que perder y, nosotras, podemos ser unas víctimas-testigo muy embarazosas
Yo seguía tranquilo y relajado en mi baño alguna conversación, casi susurro, me pareció escuchar entre las dos mujeres ¿Debía preocuparme?¿tramarían algo?... Bahhh ¡Tonterías!... estaban francamente asustadas no había más que verlas
Pedro se sintió despertar un jodido rayo de sol le daba en toda la cara sintió la cabeza pesada, la boca pastosa, muy pastosa, muy mal sabor de boca y como una nausea aún lejana pero extremadamente desagradable
-¿Dónde estoy?¿Qué ha pasado?¿Cómo llegué aquí?...
Poco a poco fue recordando, más o menos, lo sucedido la noche anterior ¡Joder, que disparate!¡Menudo lío!... casi parecía una pesadilla-sueño-pesadilla ¡Qué fuerte!... No, no era un sueño era cierto, estaba pasando
De pronto sintió una especie de pánico aquello que habían hecho era grave, muy grave era un delito, ¡joder!... Juan, joder, Juan siempre me lió siempre lo hizo
Rosario se quedó callada, como ausente, las posibilidades que había esbozado Ana no las había contemplado-no había querido contemplarlas-previamente. ¡Coño!, tenía toda la razón no eran dos colgaos que dan el palo y salen corriendo para bien o para mal, no lo eran
Sintió un escalofrío desde lo más íntimo sintió miedo, mucho miedo, ¡pánico!... Ahora, que la rompieran el culo que la sodomizaran brutalmente, que la trataran como a la peor de las putas, como a una perra era lo de menos se sintió bloqueada, aterrorizada sólo quería saber obedecer no enfadar, bajo ningún concepto, a aquel animal y su amigo se sintió helada y notó como una lágrima, sólo una, pero espesa, pesada rodaba, despacio, muy despacio por su mejilla hasta llegar al mentón y allí, tras un equilibrio imposible, se desprendió y cayó sobre su muslo desnudo
CONTINUARÁ
CAPÍTULO 15
Salí del baño muy muy relajado ellas, como ausentes la una para la otra y hasta para ellas mismas, esperaban sentadas sobre el mármol. Aniuska miraba hacia la ventana, pero al infinito, sin fijar la mirada Rosario miraba hacia abajo, no miraba, y creí observar que había llorado.
Las contemplé despacio sabía que aquella falsa sumisión no era producto de la libre entrega si no del miedo, del pánico, del terror La natural respuesta al comportamiento brutal que Pedro y yo habíamos seguido
Decidí proseguir con lo previsto quería castigar a Rosario, encularla sin piedad, sodomizarla correrme en su culo nunca visitado sería un grato e inesperado placer adicional
-¡Ana!-dije con autoridad-¡tráeme algo para atar a esta puta a los pies de tu cama!¡rápido!
Ella fue diligente y, al instante, tenía entre mis manos cuatro cinturones de seda, posiblemente de varias de sus batas, que servirían perfectamente.
-¡Átala!, volví a ordenar
Rosario estaba paralizada, sus ojos en blanco, se debatía entre el horror a someterse y dejarse-sin duda-sodomizar o rebelarse y arriesgarse-también sin duda-a recibir un castigo aún mayor
-¿No me has oído Ana?¿O es que no quieres obedecer?...
-Cumpliré cuanto me mande, Señor-respondió Ana-. Y acto seguido se agachó para atar uno de los tobillos de Rosario a una de las patas de forja de su cama. Luego procedió con el otro Acabado esto, dudó no sabía muy bien cómo proceder con sus brazos esposados a la espalda.
-¡Mira!, has de hacerlo así-dije mientras amarraba uno de los brazos de Rosario con uno de los cinturones que le arrebaté-. Ella siguió mi ejemplo en el otro
Rosario estaba amarrada con firmeza a los pies de la cama de la habitación de invitados de Ana. El culo ligeramente en pompa, ofrecida
-Ahora te diré como será, Ana. Buscarás alguna crema para lubricar el culo de Rosario, sólo ligeramente, quiero que sienta y sufra el castigo La embadurnarás y meterás uno de tus dedos en su culo despacio, muy lentamente quiero que lo sienta y te sienta que empiece entregándose a ti, a otra tía, que sepa que es mi puta, igual que tú, que haré con vosotras lo que quiera
Ana fue diligentemente hacia el baño y volvió con lo que parecía un carísimo bote de algún tipo de crema hidratante-nutritiva-relajante Siguió al pié de la letra mis instrucciones. Rosario, sin poder evitarlo, gemía levemente
-¡Agáchate y cómele el coño, Ana!-ordené-. Ella obedeció al instante y los gemidos de Rosario se hicieron más profundos, más sonoros Ana estaba sentada, abierta de piernas, apoyada en los pies de la cama y chupando con delicadeza el sexo de Rosario. Simultáneamente introducía lentamente, pero con decisión, su dedo índice de la mano derecha en el, cada vez más abierto, culo de Rosario Parecía dos putas lesbianas regalándose placer
Me acerqué y volví a soltar el cinturón de mi albornoz Mi pene estaba ya erecto Acerqué mi capullo al culo de Rosario a la vez que apartaba el dedo de Aniuska
-¡Quédate ahí, puta!-dije-te necesitaré luego y sigue comiendo su coño
La penetré de golpe y el grito desgarrado de Rosario me excitó aún más. Quería romperla que no olvidara este día ni a mí Oí como sollozaba cuando, después de llegar al fondo de su culo, empecé a bombear en él con violencia creciente
Sus gritos, sus gemidos, sus súplicas no hacían sino excitarme más y más ¡Que placer!¡Qué gozada!... Mi corrida sería, sin duda, enorme, maravillosa, inolvidable
Ana, mientras, se afanaba en procurar placer-más bien consuelo-a aquella niña rota. Por sus mejillas corrieron dos lágrimas era todo tan cruel, tan innecesario tan horrible
Me corrí, me corrí como un animal en las entrañas de Rosario. De forma súbita la saqué y ella soltó un alarido final
A los alaridos siguieron sollozos, pausándose poco a poco, y el leve murmullo de las caricias de Ana en el sexo de Rosario también algunos jadeos-esos míos-y el silencio
La puerta se abrió de golpe. Era Pedro
Podía contar lo que pasó pero ¿para qué?
Es de suponer Las vio allí y decidió usarlas
Fue más cruel que yo el culo abierto de Rosario aún se abrió más y, como colofón, Ana limpió su polla
No fue la única vez Pedro es el monstruo que he engendrado y, a veces, como les suele suceder a los padres hasta a mí me sorprende
CONTINUARÁ
CAPÍTULO 16 DESENLACE Y-POR FIN-FINAL
Después pasaron una y mil cosas esos días. Las utilizamos como perras, como putas como escupideras-sus bocas siempre anhelantes-, como mesas, ceniceros reposapiés Cualquier humillación imaginable la sufrieron, la gozaron, la agradecieron Eran nuestras solo nuestras las follamos juntas, separadas las follamos los dos, las hicimos follarse sólo existían para obedecer, para darnos placer las emborrachamos, las drogamos las hicimos ir a cuatro patas por el jardín mear en él cagar en él
Bajaron todos los escalones se sentían más animales que personas a menudo sucias siempre vejadas
Fuimos, Pedro y yo, peores que bestias torturadores infinitos
No quiero aburríos ni aburrirme contando los detalles A veces, rememorando, me doy asco y otras, noto como va surgiendo una placentera y profunda erección, como siento ganas de repetirlo como quiero volver a poseerlas y humillarlas de esa forma casi infinita
Al fin llegamos, entre los más oscuros placeres, a la mañana del martes. Pedro y yo desayunábamos, como siempre, con nuestras dos perras a los pies nos la mamaban despacio entre sorbo y sorbo de café, mordisquito a la tostada-para ellas alguna miga-siempre a cuatro patas y completamente desnudas
-Hoy tendremos visita, putillas-dije-. Quiero que os aseéis, que os perfuméis que depiléis vuestros coños quiero que seáis las putas más cuidadas del lugar las perras más dispuestas
-¡Qué más queréis de nosotras!-respondió inopinadamente Aniuska-con un brillo de última rebeldía en sus ojos en lo más profundo
-¿Cómo?¿Qué has dicho?...
-Perdón Señor me equivoqué y mientras decía esto aproximó su lengua para ofrecer a mi sexo sus mejores caricias
La mañana transcurrió tranquila despacio, amodorrada las dejamos prepararse sin apenas utilizarlas (alguna felación tan sólo)
Llegó la hora del aperitivo Pedro y yo, como siempre, disponiendo a nuestras anchas de la casa y propiedades de Ana
Las dos sometidas a cuatro patas, desnudas, depiladas, hidratadas, cuidadosamente maquilladas ¡espléndidas! jugueteaban a nuestros pies, recibiendo-de vez en cuando-alguna chuchería restos, migajas, trocillos de lo que nosotros comíamos y bebíamos
-Ana-dije-levanta, llama a control y di que esperas la visita de una amiga ¡Ni se te ocurra jugármela!... (Ella miró y vio, sobre una mesa auxiliar, la pistola de Rosario)
Ana llamó, curiosamente segura al hablar con el servicio de vigilancia, cumpliendo al pié de la letra mis instrucciones
Seguimos el aperitivo entre juego y juego con nuestras perras
Se oyó un ligero chirriar de neumáticos y como un vehículo se paraba frente a la puerta d la vivienda
-¡Abre la puerta puta!... y Aniuska obedeció de inmediato, casi acelerada, (como habíamos conseguido doblegarla era impresionante).
El vehículo volvió a rodar y se escucharon algunas maniobras hasta que, finalmente, se detuvo y su conductor apagó el contacto. El ruido de una puerta que se abría y cerraba y unos pasos ¿Ruido de tacones sobre el pavimento?...
Me dirigí a la puerta y abrí Intercambié dos besos con el visitante y le introduje en el inmenso y bonito salón de la casa de Ana
La expectación era máxima, las dos perritas observaban con interés Miré a Ana disfrutando, paladeando el momento
Ana, por fin centrada, tenía los ojos como platos No podía ser, ¿qué pasaba?¡no encajaba nada!... ¿Qué significaba esto?...
Allí, junto a mí, estaba Bea. Con una minifalda negra, zapatos de tacón-también negros a juego con su bolso-y su blusa en tonos plateados. Espléndida, segura, con una sonrisa que sólo se apreciaba en el brillo de sus ojos Ana no entendía que podía hacer aquí su secretaria El trato que recibía de Pedro y Juan era respetuoso, casi podría decirse que cariñoso, no parecía correr peligro no era de esperar que la convirtieran en objeto de sus abusos, como habían hecho con la pobre Rosario y con ella.
-Hola chicos, ¿qué tal os fue con vuestras perrillas?¿cómo se portó Doña Ana?¿le gusta ser una putilla?...
-Aniuska tiene alma de perra, comentó Pedro, una auténtica guarrilla, Bea Lo habrías disfrutado de verdad y, aunque sea durante poco tiempo, espero que lo disfrutes con intensidad
-Siéntate cariño, dije a Bea, mientras le indicaba uno de los amplios sillones, cómodos como nunca había sentido. Ella lo hizo y se acomodó, relajada, satisfecha
Tras la primera sorpresa, Ana estaba atando cabos. Se notaba una evidente complicidad entre los dos monstruos y su secretaria Bea. ¿Qué era esto?¿Qué quería decir?¿Qué iba a pasar ahora?...
-Ana, acércate a Bea-indicó Pedro-.
Ana se acercó, erguida, casi orgullosa. A pesar de su desnudez se la veía sorprendentemente entera, recuperando su carácter y seguridad perdidas, a la vez que su rostro se mostraba enrojecido, lleno de ¿ira?...
-Arrodíllate frente a nuestra invitada, puta-dije en un tono autoritario-mientras ella, tras un momento de duda, decidió no obedecer. Pedro la ayudó a cumplir la orden con un ligero empujón. Al fin se vio prostrada frente a Bea.
-Atiéndeme bien Ana-dije-, quiero que empieces a besar y chupar, a lamer como la perra que eres los zapatos de Bea. Para ti, a partir de ahora, es un ser superior, una Ama a la que respetarás Esto es lo que hemos pretendido con este cursillo que has recibido durante este breve puente Necesitabas una lección de humildad, aprender a tratar adecuadamente a tus colaboradores Bea, lo habrás adivinado, es mi chica y la respetarás, a partir de ahora, como lo has hecho conmigo, con Pedro ¡Venga, putilla, chupa!
Ana dudó durante un instante podía desobedecer pero, sin duda, al final la forzarían a hacerlo y quién sabe qué más cosas Optó por obedecer lo hizo bien, despacio, casi parecía que disfrutaba
Luego y tras casi follar con la puntera de su primer zapato la boca de Ana, Bea introdujo el otro una, dos lágrimas, pesadas muy pesadas, de Ana rodaron por sus mejillas Ana se sentía más puta que en todo el fin de semana Bea se incorporó introdujo sus manos bajo su falda y sacó su tanga
-¡Cómeme el coño, puta!...
Ana de nuevo obedeció, entregándose a fondo Mientras, Bea se divertía jugando con las tetas de Ana, disfrutaba mirándole con descaros a los ojos, unos ojos que ya no desafiaban, se sometían vergonzosamente hundida, entregada
-Mete tu lengua en mi coño Ana, quiero correrme, que me saborees
Ya podéis imaginar se sucedieron humillación tras humillación, mientras Pedro y yo disfrutábamos, libidinosos como nunca
A Rosario no la tocó sufrir más ni disfrutar (jejjejjej)(sigo dándome asco a veces )
Casi anochecía y decidimos irnos
Ana en silencio (también Rosario) pensaba y se temía lo peor eran testigos incómodos y muy peligrosos
Pedro, que había deambulado por diversas habitaciones, arriba y abajo, desde hacía varios minutos, volvió al salón con varios CD o DVD en las manos Se acerco al equipo de televisión y comenzamos a ver lo que parecía una especie de película porno, tanto lésbica como hetero, de absoluto consentimiento las frases, escasas entre gemido y gemido, do dejaban lugar a dudas
¿Qué es esto?-se atrevió a decir Ana-.
Simplemente una buena razón para que no se os ocurra denunciadnos y para que sigas a disposición de Bea y de cualquiera de nosotros cuando te reclamemos. Eres abogada sabes lo que esto demuestra, además todos tus compañeros, los jueces y fiscales sabes que piensan que eres un poco rarita sin relación conocida, tan aislada no es normal que te montes algo con tu secretaria, a la que tienes absolutamente esclavizada, con una segurata jovencita y dos amigos de la facultad es bastante verosímil
Y tú Rosario, ganas dos duros, y desde el ordenador de Doña Ana has recibido una transferencia de tres mil euros ¿Prostitución eventual?...
-Bueno chicas, ha sido un placer, nos veremos
Despacio, sin prisa, nos fuimos muy muy tranquilos y satisfechos ¡Era como un sueño, la más oscura fantasía, por fin cumplida!
Ana y Rosario se miraron, las dos miraron el teléfono, las dos se miraron, las dos recordaron el video, los videos, las escenas, las frases las dos, por fin, notaron como dos espesas lágrimas rodaban por sus mejillas dando paso a muchas otras Las dos, sin saberlo, desearon a la vez que no volvieran a requerirlas y, que si lo hacían, fuera lo más tarde posible.
POR FIN, FINALIZÓ