Ella, él y yo (4)
Karla era una mujer de carácter, decidida, no de las personas que se andan con rodeos, pero mi corazón estaba tan necesitado de amor, que veía en ella una esperanza mínima, quizá no de una relación, quizá ni de algo físico con ella, pero en pocos días, quizá pocas horas, hay personas que simplement
Ella, él y yo (4)
Caminé en silencio a su lado, al llegar a la esquina de la cuadra dimos vuelta y alcancé a ver un pequeño café, sin decir palabra alguna, nos dirigimos ahí, era extraño lo que esa mujer me provocaba. Se sentó en una mesa alejada de la puerta y del resto de mesas, hice lo mismo junto a ella.
Una jovencita vino y preguntó si ya sabíamos que pedir o queríamos leer la carta, ni siquiera pude articular frase cuando Karla ya había pedido dos chocolates.
- Espero le agrade el chocolate, señorita Adamo.
- Si te soy sincera… No me gusta el chocolate -su expresión me aterró- pero tranquila, probaré.
Karla era una mujer de carácter, decidida, no de las personas que se andan con rodeos, pero mi corazón estaba tan necesitado de amor, que veía en ella una esperanza mínima, quizá no de una relación, quizá ni de algo físico con ella, pero en pocos días, quizá pocas horas, hay personas que simplemente te cautivan.
Los chocolates llegaron en manos de la joven mesera quien parecía interesarse en quedar bien con Karla, y ella, sin apenas mirarla sólo respondió acto seguido la mesera respondió así que me imagino eso era directo para Karla, lo que ocupara ella, no yo.
- ¿cómo entraste al mundo de la fotografía?- le pregunté luego de un largo bostezo, entre el chocolate y mi ropa primaveral, me estaba dando un poco de sueño.
- Mi abuelo era fotógrafo, mi abuela también. Mi padre publicista con cierta afición a la fotografía, y yo, sin duda la amo. ¿Y tú?- La forma de dirigirse de Karla es tranquila, seria y segura de lo que hace, lo que dice, cada paso que da y cómo lo da.
- Yo no tomo fotos…- dije distraída, pensando para mí, prestando la más mínima atención.
- ¿cómo llegaste a ser chef?- preguntó tranquila, luego dio un sorbo a su chocolate.
- En mi caso, no es heredado, tampoco influenciado, nada por el estilo. Simplemente me encanta lo eu hago, desde pequeña me gusta crear a travesee de la comida, crear sensaciones, sentimientos, alegrías, creo que eso es lo que hace que te muevas con amor, mi papá tiene una constructora que actualmente lideran mis hermanos, yo soy la oveja pastelera de la familia.
Seguimos conversando unos instantes más, luego la llamaron, un cliente ocupaba verla de urgencia por la entrega de unas fotos, se despidió de mi con un beso en la mejilla y se fue, quedó de reponerme el momento en otra ocasión, terminé mi chocolate y regresé al restaurant.