Ella dijo, él dijo
Un simple diálogo entre dos.
Ella dijo que el amor era injusto, irreal, una sensación tan pasajera como tener sed.
Él dijo que el amor era un hormigueo, una sensación que acapara todos los sentidos.
Ella dijo que por mucho que acaparara, el amor era injusto.
Él preguntó cuál era la injusticia del amor.
Ella contestó que la injusticia era no ser correspondida.
Él dijo que un amor no correspondido es también un sentimiento de felicidad.
Ella dijo que la felicidad no se alcanza no siendo correspondida, se alcanza la tristeza, la amargura y el dolor de ver a la otra persona haciendo su vida sin saber de ti.
Él dijo que para coger tunos hay que clavarse púas.
Ella dijo que ser un capullo era tan fácil como decir frases tontas.
Él dijo que se sentía ofendido y herido.
Ella dijo que la ofendida era ella.
Él preguntó el por qué.
Ella contestó que por ser la no correspondida.
Él preguntó si había intentado que le correspondiera su amor.
Ella contestó que no.
Él preguntó que por qué no lo intentaba.
Ella contestó que por miedo a oír un no.
Él dijo que primero se es capullo y después bonita flor, y que para coger tunos hay que clavarse púas.
Ella rió y dijo que lo intentaría aunque no le parecía justo dar el primer paso.
Él dijo que la injusticia es injusta cuando no es justa.
Ella dijo que una injusticia nunca puede ser justa.
Él dijo que el cielo es azul porque el mar es del mismo color.
Ella dijo que la mierda apesta porque es mierda.
Él dijo que no era justo que lo tratara así.
Ella dijo que tampoco era justo no ser correspondida.
Él dijo que si quería correspondencia que enviara cartas al corresponsal.
Ella dijo que era tonto del culo, injusto y el corresponsal.
Él no dijo nada.
Ella derramó lágrimas saladas.
Él también las derramó.
Ella dijo que se sentía humillada, que tantos años de amistad no merecían terminar así.
Él dijo que hacía tres lustros que la amaba en silencio, desde su primer novio al sexto.
Ella dijo que siempre odió a su única novia.
Él dijo que había dejado a su novia ayer, cuando supo que su verdadero amor se iba a casar.
Ella dijo que había quedado con él para intentar sucumbir a la tentación de su corazón.
Él dijo que la amaba con locura.
Ella sonrió con los ojos anegados de lágrimas.
Él la abrazó, la acarició, le susurró palabras tiernas.
Ella lo besó, le arremolinó el pelo.
Él saboreó su lengua, sus labios.
Ella dejó caer los tirantes de su vestido, se desnudó lentamente y se sentó sobre él.
Él besó su cuello, saboreó sus senos y empujó.
Ella lo sintió, erecto y caliente.
Él la sintió húmeda y ardiente.
Ella gozó, gimió y se agitó.
Él gimió, gozó y empujó.
Ella se derritió y su flujo abrasó el miembro candente.
Él explotó y su semen caliente inundó el sexo húmedo y ardiente.
Ella lo abrazó con fuerza y besó su frente.
Él le juro amor para siempre.
Ella le ofreció su vida felizmente.
Él la disfrutó eternamente.
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