Ella, Claudia (7. El Negocio del Ama)
Federico tendrá que hacer un trabajo especial para su dueña...
Capítulo 7. El negocio del Ama
Un brusco sonido, que pronto identifiqué como golpes en la puerta de mi dormitorio, me arrancó de forma basta de los brazos de Morfeo. Me desperté, sintiéndome todavía bastante cansado y con el cuerpo algo entumecido. Apenas había comenzado a preguntar que hora sería cuando la voz de mi madre se oyó a través de la pared mientras se alejaba por el pasillo:
-¡Si no te levantas vas a llegar tarde a clase!
Inquieto por sus palabras y de forma instintiva miré el reloj. En efecto, eran las ocho y media y yo tenía mi primera clase a las diez. Más por reacción mecánica y por costumbre que porque me hubiese despejado, me levanté y procedí, como todas las mañanas, a hacer la cama y a prepararme la ropa. Recordé, no sin el típico fastidio, que era lunes. Otra semana comenzaba y por un momento quise recodar que asignaturas tendría ese día y la fecha de devolución de algunos de los libros que tenía sacados en préstamo de la biblioteca.
Pero no tuve mucho tiempo, ya que pronto acudieron a mi memoria, mientras me arreglaba en el baño, los hechos de anoche...Con Sabrina y mi Ama. Lo cierto es que lo primero que recordé y no sin cierto escalofrío, es que al terminar en la boca de mi dueña no había podido evitar dirigirme a ella como “mi Ama” y de repente me encontré preocupado, preguntándome si Sabrina lo habría oído y, en caso de que hubiera sido así, cómo lo había entendido. ¿Y mi Ama, qué habría pensando ella? Ninguna de las dos comentó nada después...
Ahora que lo veía en retrospectiva y con más sangre circulando y activando mis neuronas, lo cierto es que empecé a preguntarme como se había podido producir lo de ayer... ¿Por qué Sabrina había confiado y se había mostrado tan abierta con mi Ama, una desconocida para ella, desde el principio? Apenas las había presentado y ya casi se habían puesto de acuerdo para la especie de “trío” que habíamos formado. Si no fuera porque sabía que era imposible casi diría que estaba planeado... Bueno, ¿sabía que era imposible? Sabrina era una cita que me había concertado mi madre, no mi Ama...Era hija de una amiga del trabajo de mi madre...Pero claro, eso no descartaba que pudiera conocer a mi Ama por otras vías y que ella... ¿Mi Ama había orquestado todo aquello? ¿Era ella quien había hecho a mi madre mirar por mi vida sexual? ¿Por qué? No lo sé. Sólo sabía que lo de ayer no me parecía muy normal, aunque desde luego lo había disfrutado al máximo, y que tenía muchas preguntas que no sabía contestar con seguridad.
Y cuánto más pensaba en lo de ayer, dejando de lado lo estupenda que me había parecido Sabrina en todos los sentidos, más me fijaba en un detalle que, visto en retrospectiva, más llamativo me parecía: mi Ama me la había chupado y me había hecho acabar en su boca...Era algo que no hubiera esperado tras la constante de nuestros primeros encuentros en que ella había sido la que recibía el placer y yo el que se lo daba. Un “estilo” que no había tardado en agradarme y lo cierto es parecía sentirme más cómodo con mi papel de sumiso esclavo cada segundo que pasaba. Pero ayer, mi Ama, sin más, había dejado de lado esa premisa...Desde luego no es que pensara en quejarme, pero no podía dejar de pensar en que quizá la cosa no era tan simple como la había imaginado.
Estaba dándole vueltas a eso en la cabeza, tan distraído que no me di cuenta de que había andado hasta la cocina hasta que mi madre me sacó de mis ensoñaciones.
-Buenos días, cielo-me saludó, sentada en la mesa de la cocina, frente a su portátil y con una pila de documentos a un lado-Te he preparado el café-señaló con la cabeza una taza dispuesta al otro extremo, frente a la cual me senté.
-Gracias-dije, palpando la taza para comprobar que, en efecto, estaba hirviendo y que tendría que esperar. El reloj de la cocina, afortunadamente, señalaba todavía las nueve menos doce. Iba bien de tiempo. Estuvimos un momento en silencio, pero estaba claro que mi madre, que estaba tecleando algo en el ordenador, no iba a permanecer así mucho más tiempo.
-Bueno-rompió el hielo, finalmente-¿Qué tal lo pasaste anoche?
-Bien-me limité a decir, aunque añadí rápidamente, ya que tras decirlo me parecía una respuesta muy seca y casi maleducada. Al fin y al cabo había disfrutado verdaderamente aquella cita y era gracias a ella, al menos en teoría-Más que bien, en realidad.
-Me alegra oírlo-asintió-¿Qué te pareció Sabrina?
-Bueno...-busqué las palabras más adecuadas-Es bastante simpática-comencé diciendo-Mantuvimos una charla interesante durante la cena. Es muy agradable y graciosa.
-¿Y guapa también, no?-dijo, con ese tono de picarona al que ya, aunque no por gusto, me estaba acostumbrando.
-Bueno. Eso tú misma lo viste.
-Cierto. Pero tú lo sabrás mucho mejor, ¿o no?
-...-volver a indicar que el tema no me parecía apropiado para una charla entre madre e hijo no parecía apropiado, por lo que me limité a seguirle la corriente-Supongo que sí.
-¿Y qué tal fue?
-...Estuvo bien-me limité a decir, intentando no mostrar la incomodidad que estas últimas preguntas me había provocado. Puede que ya no le fuera a decir nada, pero me seguía causando reparo esa nueva tendencia de mi madre a querer hablar de sexo con tanta libertad.
-¿“Bien”?-repitió-Tu boca dice “Bien”, pero el rubor de tus mejillas me revela que la cosa fue bastante mejor-como no decía nada, finalmente me preguntó directamente:-¿Lo disfrutaste o no?
-Sí.
-¡Pues dilo, hombre! Que difícil es, hijo, mantener una conversación contigo.
-Es que...-empecé a decir algo en mi defensa, pero ella me interrumpió.
-¿Y cómo fue? ¿Algo clásico o más bien imaginativo?
De verdad, no sabía si era yo o si mi madre iba a más con sus indiscreciones. Aunque lo cierto es que, aparte de la ya conocida sensación de incomodidad por hablar de esas cosas con ella, también sentí un impulso de contestarle..., pero lo contuve. Pensé que sería “liberador”, pero por otra parte no estaba seguro y, además, de mi Ama por supuesto no podía decirle nada. En cualquier caso, ella desistió y me libró de tener que contestar:
-Bueno, parece que no estás listo todavía para hablar libremente del tema-dijo, aunque parecía más una reflexión en voz alta que otra cosa-En parte es culpa mía, pero ya se irá solucionando.
-Es que el tema...-intenté defenderme.
-Es un tema como cualquier otro, aunque la gente haya creado muchos tabúes alrededor.
-Ya...
-Pero lo importante es: ¿Le pediste a Sabrina su teléfono o su correo?
-Pues...-lo cierto es que no se me había ocurrido hasta ese momento-Lo cierto es que no.
-Muy mal hecho, pero bueno, intentaré conseguírtelo.
-Eh,..., gracias-dije, realmente agradecido.
-No hace falta que me las des, cariño. Soy tu madre. Es mi deber.
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Pero aquella charla con mi madre en el desayuno no sería la única de la mañana. Cuando salí casi corriendo de casa para no llegar tarde a mi primera clase del día, casi choque contra mi Ama, que se dirigía al ascensor. No sé si fue coincidencia o me esperaba, pero en cualquier caso no podía ignorarla. Antes de decir nada y como el pasillo estaba momentáneamente desierto, me inclina rápidamente y besé la superficie de las finas botas negras que llevaba.
-Buenos días, esclavito-me saludo, con voz susurrante y con una sonrisa en sus labios-Veo que vas con prisas.
-Para no llegar tarde a clase, mi Ama-le respondí, también en voz baja para que nadie más me pudiera oír.
-Pues vamos al ascensor, pequeño-me instó, poniéndose a andar hacia éste.
-Sí, Ama-asentí, siguiéndola.
-Y dime-me dijo cuando ya estábamos esperando que llegara el aparato-¿Qué tal te encuentras, esclavito? ¿Te pareció una buena noche?
-Muy buena, mi Ama.
-Esa chica, Sabrina, supe nada más verla que era una putita viciosa y que mi plan podía llevarse a cabo. Y a ti, ¿qué te pareció ella?
-Me gustó mucho, mi Ama-respondí mientras entrábamos en el ascensor, que entretanto había llegado y que, por suerte, estaba vacío.
-Bueno, pues esta noche tengo otro plan preparado-pulsó el botón de la planta baja-No hay mucho tiempo para dar instrucciones, así que escucha y calla.
-Sí, mi Ama.
-Toma-me alcanzó una llave que había sacado de un bolsillo de su pantalón-Es una copia de la de mi apartamento, para que puedas entrar esta tarde, ya que no estaré, para limpiar. Además, por la noche, tengo un trabajo que atender y tendrás que prestarme un servicio, por lo que te quiero en mi casa a las nueve y media y ni un minuto después. ¿Lo has entendido todo?
-Sí, mi Ama-respondí, y para que viera que era cierto, repetí:-Por la tarde a limpiar y a las nueve y media para un trabajo.
-Así es.
-Una última cosa. Sobre las tres, tres y media, va a llegar a mi casa una entrega de una tienda. No me importa si la esperas en tu apartamento o en el mío, pero tienes que recogerla.
-Claro, mi Ama-el ascensor estaba a punto de parar, por lo que me apresuré a preguntar-Pero, ¿hay que pagarle algo al mensajero?
-No te preocupes por eso-contestó ella a su vez, también rápidamente. No sé si iba a añadir algo más, pues entonces la puerta se abrió y vimos que otro vecino, el del 5º A, esperaba para entrar-¡Bueno, Fede, que te vaya bien!-dijo entonces mi Ama, supongo que para simular que no había habido nada más de lo que es común entre vecinos.
-¡Y a ti también!-le correspondí, saliendo, mientras el otro entraba y el ascensor se cerraba a su paso.
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A lo largo de aquella mañana, como ya iba siendo frecuente, me costó concentrarme en las clases. Parecía que desde que había entrado Claudia en mi vida todo tenía que rondar en torno a lo mismo...Es cierto que dicen que los adolescentes y los jóvenes se pasan la vida pensando en el sexo, pero me parecía que esto ya era demasiado. No era del todo culpa mía, pensé, sino que mi Ama siempre acababa sacándose planes y trabajos, sin darme datos, que luego me hacían estar dándole vueltas a la cabeza...
Lo de limpiar, aunque pesado, no era raro, eso sí. Y en cuanto a la entrega que esperaba,..., tampoco era anormal. Pero, ¿qué trabajo tendría en su casa a las nueve y media? ¿Qué me haría hacer esta vez? No valía la pena intentar especular y me distraje, al no poder concentrarme en otra cosa, pensando en Sabrina. ¿Qué estaría haciendo? ¿Habría pensando en mí al despertarse o a lo largo del día? Yo, desde luego, sí que la tenía presente. Había sido una experiencia muy agradable y no sólo por el sexo, aunque desde luego eso pesaba mucho. Me recree recordando sus bellos ojos, azules como dos tranquilas lagunas en medio del bosque, su nariz respingona y elegante, su melena que caía, de ébano reluciente, como una cascada, su tersa piel, la preciosidad de su cuerpo desnudo, con esas curvas dignas de Afrodita, sus pechos y esa carnosa almeja que había poseído...El primer olor, el de su perfume, luego, el de su piel, el de su sudor, el de su intimidad, a cada cual más excitante...El timbre de su voz...Extrovertida, cachonda, amistosa, agradable, inteligente...Lo tenía todo...
Aún seguía pensando en ella cuando, poco después de las dos y media, llegué a mi casa tras las clases. Lo cierto es que ardía en deseos de volver a verla. Había intentado encontrarme con ella por la universidad, pero no había encontrado ningún rastro de ella. Lamentaba más que nunca no haberle pedido su teléfono o su msn. Sólo rezaba con la esperanza de que mi madre se acordara y me los consiguiera, como me había dicho por la mañana...Me fastidió entonces el encargo de mi Ama...Pensando en que mi madre le pediría el número de Sabrina a su compañera Lucía, podría haberla llamado para quedar esa misma noche...Pero no iba a poder ser porque tenía el trabajo para mi Ama...Y mi Ama tenía prioridad.
Mi Ama...Cada vez bastaba más acordarme de ella para excitarme por completo. Me había acabado gustando ser sumiso ante ella, tener que arrodillarme para besar sus pies, aguantas sus bofetones sin protestas, tener que obedecer y complacerla hasta limpiando su casa...Todo eso había tenido su máxima expresión cuando, en su propio dormitorio, me había penetrado con aquel consolador...Y ya me moría de ganas de que me volviera a poseer otra vez de esa manera. Anhelaba más de hecho...Mientras vaciaba sobre mi escritorio la mochila me encontré excitándome no ya recordando los momentos eróticos con mi Ama, sino también cuando lamía la piel de su pie y chupaba su dedo, el tacto duro de su palma en mi mejilla cuando me golpeaba...Incluso el de sus azotes aquel día, en que uso aquella pala de madera...
Me hubiera gustado masturbarme tranquilamente, pues estaba muy excitado, pero no tenía tiempo. No quería arriesgarme a no estar en el apartamento de mi Ama cuando llegara el paquete del que me había hablado, por lo que comí rápidamente lo que mi madre me había dejado preparado y, tras coger las llaves, fui al piso de Claudia. Miré el reloj nada más entrar. Respiré un poco aliviado: tan sólo eran las tres menos cinco. Había llegado a tiempo de sobra. Decidí ponerme manos a la obra de inmediato, para terminar también lo más pronto posible y para intentar olvidar por un momento todos los calientes pensamientos que embargaban mi mente. Pero no tuve mucho tiempo, pues apenas había acabado de preparar las cosas para la limpieza y apenas había planificado en mi cabeza como lo haría, cuando llamaron a la puerta.
En un primer momento me sobresaltó. Pero, pensando que sería la entrega de la que mi Ama me había hablado, fui a abrir, mirando por la mirilla. Al otro lado de la puerta estaba una chica: Era rubia, con un pelo corto que caía en una corta melena ondeando en suaves bucles, ojos azules, pequeña nariz, suaves labios rosados, tez blanca como la leche y un cuerpo que estaba más que bien proporcionado. Llevaba un gran paqueta entre sus brazos. Tenía que ser, evidentemente, lo que mi Ama me había dicho. Pero no tuve tiempo de decir nada antes de que ella, directamente, me preguntara:
-¿Tú eres Federico?
-Eh...-en un primer momento me desconcertó, pero por un breve instante-Sí. ¿Y tú traes la entrega de la que me avisó...Claudia?
-Así es-asintió ella, sonriendo de una extraña forma-Vengo directa de la tienda de Clara-comentó, entrando.
-¿Y esa sonrisa?-no pude contener mi curiosidad mientras cerraba la puerta.
-No es nada, sólo me sorprende que llames a tu Ama por el nombre de pila-dijo.
-...Bueno-noté cierto sudor frío en la frente...ella tenía razón y seguramente mi Ama me castigaría, al menos con un bofetón, si lo supiera-Es que no sabía...
-Tampoco es importante-me cortó ella-Tranquilo. Guardaré el secreto-miró a su alrededor y vio las cosas de la limpieza en medio del salón-Vaya. ¿Te he interrumpido mientras limpiabas?
-Estaba a punto de empezar, sí-asentí y, dado que algo en ella me hacía sentir incómodo, le dije, por acelerar su marcha-¿Quieres ayuda con eso?-me refería al paquete, que todavía tenía entre sus brazos-Mi Ama sólo me ha dicho que lo debía recoger-le comenté, más que nada para que supiera que no tenía instrucciones de pagar nada.
-No hace falta. Es liviano-contestó-Debo dejarlo en el dormitorio.
-Al final de ese pasillo-se lo señalé, aunque tampoco hacía falta, estando la puerta del mismo frente a la de la cocina-La última puerta, no tiene pérdida.
-Bien-asintió, pero no hizo ningún movimiento en esa dirección, sino que, por el contrario, dejo el paquete en el sofá y se sentó-Espero que no te importe, pero estoy un poco cansada. Ha sido una larga caminata hasta aquí.
-Claro-me limite a decir.
-Tú puedes seguir a lo tuyo-dijo con un gesto de la mano-No te molestaré.
Lo cierto es que me daba un poco de cosa ponerme a limpiar con ella mirando, pero desde luego no iba a decírselo. Además, no sabía por qué, pero por alguna razón, ella me producía una extraña sensación, no distinguía si buena o si mala, pero prefería no descubrirlo. Quería que hiciera su trabajo y se fuera pero, por la actitud relajada con la que se acomodó en el sofá, no parecía muy dispuesta.
-Si quieres, puedo llevar el paquete al dormitorio yo mismo-sugerí.
-No hace falta.
-¿No tienes otros paquetes que llevar después de éste?
-No. Clara hace pocas entregas a domicilio. Sólo para las clientas más selectas. No es precisamente el trabajo de mis sueños pero al menos paga bastante bien para lo que supone y no deja de ser una tarea que, en ocasiones, me da la oportunidad de tener...”interesantes” experiencias.
-Parece bien-comenté, más por decir algo que por otra cosa.
-Sí-me miró con curiosidad-¿Y tú? ¿Qué tal ser esclavito de Claudia? ¿Te gusta?
-Bueno...Se le coge el gusto.
-¡Ja, ja!-rió-Seguro que sí... ¿Sabes? Tengo cierta curiosidad...He conocido varios esclavos de diversas Amas...A mí no me atraen mucho los tíos, aunque me declare bisexual a veces soy más lesbiana que otra cosa...Pero siempre me ha dado morbo lo de que una mujer sea la que sodomice al hombre...Pensar en esas mujeres, maduras todas las que conozco, como Claudia, penetrando y rompiéndole el culito a jovencitos...Eso me pone a cien...Y siempre me he preguntado si también a los esclavitos les excitaba...Así que, dime... ¿Te pone cachondo pensar en Claudia follándote? ¿O no ha pasado todavía?
Su repentino tono me sorprendió...y excitó, por lo que, aunque era una desconocida, no dude en contestar:
-Sí ha pasado...Una vez-contesté-La primera vez no me entusiasmó...Pero ahora sí, me excita imaginar que mi Ama me vuelve a coger.
-Es lo que imaginaba... ¿Cómo era el juguete que usó?
-Pues...-esa pregunta no me la esperaba-Largo y delgado.
-¿Y sabes qué hay en esta caja?-señaló el paquete que había a su lado.
-No.
-Ya lo verás-volvió a sonreír, pícara, girándose para coger la caja y ponerla sobre sus rodillas. Se disponía a abrirla.
-¿Vas a abrirla?
-Tranquilo. No pasará nada-me tranquilizó mientras rompía el celo y abría las laminas de cartón, a fin de dejar el interior visible-Mira lo que hay.
Vibradores. Eso es lo que había en la caja. Envueltos en cajas individuales de plástico que dejaban su interior bien visible. No pude contarlos. Todos eran grandes y gruesos, algunos más que otros, la mayoría de color carne e imitación más o menos real de una polla, otros negros...Vi uno de dos puntas que iba de un lado a otro de la caja, enorme...
-¿Qué te parece?
-Pues...
-Parece que Claudia quiere renovar o ampliar su colección... ¿Crees que usara alguno de estos para romperte el culito?
-No lo sé-respondí...Pero entre el tono de la conversación y lo que ahora veía, junto a mis anteriores ensoñaciones...Me estaba excitando...
-Desde luego, algunos no están nada mal-dijo ella, cogiendo uno negro, grande, marcado por gruesas marcas en apariencia de venas-Gozará mucho quien se meta esto...-se acercó el paquete a su cara, simulando ir a lamer el falso glande...-¿Qué? ¿Estás tan excitado como yo? Seguro que ahora desearías estar a cuatro patas ante tu Ama...
-Bueno...Lo cierto es que no me disgustaría.
-¿Y estás lo bastante cachondo como para ponerte a cuatro patas...para mí?
-... ¿Para ti?-me sorprendió su iniciativa, aunque luego pensé que no era nada extraño dado el rumbo de la conversación.
-Claro. ¿Por qué no?
-Bueno...Ni siquiera te conozco-lo cierto es que no me había dicho ni su nombre-Y además, no sé que pensaría mi Ama de eso.
-No creo que a Claudia le moleste, además de que no tiene que enterarse necesariamente. Y en cuanto a mí, me llamo Judith.
-Pensé que decías que eras lesbiana.
-Soy lesbiana para las lesbianas. En realidad, aunque prefiero con mucho las mujeres...Bueno, me gusta jugar un poco con chicos...Hace tiempo que quería penetrar a algún esclavito y sentir lo que esas Amas...Pero hasta ahora no he podido.
-¿Y por qué no buscas hacerte con tu propio esclavo?
-No tengo tanto interés como para tomarme esa molestia-respondió-Pero tú...Tú podrías ser mi esclavito durante un momento.
-Eso sí que me parece que no le gustaría a mi Ama.
-¿Y si a cambio de ese riesgo...hiciera yo algo por ti?
-¿Cómo qué?
-Tienes que limpiar la casa de tu Ama, ¿verdad?
-Sí.
-Puedo hacerlo yo y seguramente, mejor que yo.
-...
-¿Qué me dices? Tú me dejas cumplir mi fantasía y yo te libro de un día de limpieza. Me parece un buen trato.
-No estoy seguro. No creo que a mi Ama...
-No tiene porque enterarse...Yo no se lo diré, te lo aseguro. Y tú tampoco.
-Ya.
-¿Qué me dices?-repitió.
-Bueno...-lo cierto es que la oferta parecía muy buena...Un poco de sexo y además, un día menos de trabajo doméstico...Parecía demasiado bueno para ser verdad-Vale-accedí-Limpia y luego me dejare hacer lo que quieras.
-No, no-negó ella rápidamente-Tú tienes que poner primero tu parte.
-¿Por qué?
-Yo arriesgaría más... ¿Y si limpio y luego tú no cumples tu parte?
-¿Y si es al revés? ¿Y si me dejo hacer y luego tú no limpias?
-Yo salgo más perjudicada en caso de que seas tú el que no cumple su parte. No lo puedes negar.
-...-lo cierto es que me parecía que tenía razón, pero no quería dársela.
-Venga. Sométete a mí, sólo un momento, y luego podrás descansar mientras limpio.
Lo cierto es que, aunque mi instinto me decía que no, mi deseo me impulsó a aceptar.
-De acuerdo.
-¿De acuerdo qué?
-Mi Ama-aunque no sé por qué, me sentí algo mal, como remordimientos, al llamarla así...
-Así me gusta-dijo levantándose-Pero ambos tenemos prisa, ¿verdad, esclavito? Por lo que será mejor ir rápido.
-Sí, mi Ama-asentí, pensando que, realmente, desde que había entrado por esa puerta todo había ido muy rápido.
-Bien, ve quitándote la ropa, esclavo-me ordenó.
Yo, como me había dicho, me fui desnudando mientras ella sacaba precisamente aquel consolador negro, recorrido por venas, muy grueso y con un glande inmenso...Junto con el juguete había también una especie de cinturón, que ella uso para ajustarse el aparato por encima de su ropa. Verla con esa gran polla preparada para sodomizarme fue lo último que necesitaba para terminar de excitarme...Y es que la situación no dejaba de ser más que morbosa.
-La tienes parada, ¿eh?-se acercó a mí y, sin dudarlo, me agarró la verga, que palpitó, deseosa, en su mano-Estás deseando que te posea-afirmó, acariciándomela suavemente-Y no te voy a hacer esperar... ¿Dónde te cogió Claudia?
-En su dormitorio-respondí, añadiendo de inmediato, al ver su mirada-Mi Ama.
-Vamos allí.
-Sí, mi Ama.
Ella encabezó la marcha, llevándome cogido del pene como si tirara de una correa...Lo cierto es que me gustaba sentir la presión de sus dedos en torno a mí verga... ¡Um! Al llegar, le señalé el escritorio...Un escritorio que recordaba muy bien, del que había lamido en aquella ocasión mi propia leche...
-Estaba apoyado en ese escritorio, mi Ama-le señalé, pensando que quería cogerme igual que lo había hecho mi Ama.
-Ponte en la cama a cuatro patas-me ordenó, no obstante, ella.
-¿En la cama, mi Ama?
-¿Crees que puedes hacer preguntas?-me respondió, brusca, pasando de repente a darme un severo puñetazo en el estomago...Eso no me lo esperaba y me dolió bastante-Mira, he sido muy buena contigo. Pero basta de tonterías y obedece. Mi paciencia se ha acabado, perro.
Me sorprendió ese repentino cambio de actitud, pero pensé que no merecía la pena dar marcha atrás y que lo mejor era someterse. Si quería cogerme en la cama daba igual. Lo importante era que luego cumpliera su parte del trato...Y que mi Ama no se enterara de nada, claro.
Decidí que lo mejor era someterse sin más y, como me había ordenado, me subí a la cama de mi Ama y me coloqué a cuatro patas. Aguardando, suponiendo que en seguida me sodomizaría. Lo cierto es que en ese momento me preocupé de sus maneras... ¿Usaría algún tipo de lubricante o me la metería a las bravas? No me atreví a preguntar, pero algo me decía que sería la segunda y que iba a dolerme.
Ella, mientras tanto, se puso de rodillas detrás de mí y casi sentí la punta del juguete en mi espalda. Pero todavía no estaba conforme con la posición y, como enfadada, me golpeó duramente la espalda con toda la palma de la mano. Tuve que contener un gemido de dolor.
-¡Venga, perro! ¡La cabeza contra la almohada!
Me tuve que mover un poco hacía delante y me incline para quedar como me había dicho. Ella cogió de pronto mis brazos, pasando a sujetarme por las muñecas, que me cogía con una mano, haciéndome quedar todavía más dispuesto a su paso, en una posición más que sumisa e indefensa...
-Así me gusta verte-dijo-Y ahora, esclavo, voy a por tu culito.
Tal como lo dijo, lo hizo y sin demora. Apenas podía moverme y no hubiera podido resistir, aunque hubiera querido, cuando la punta de aquel gran consolador entro, abriendo y rozando mis nalgas, entre estas y empezó a presionar contra mi pequeño agujerito. Éste ya había sido inaugurado por mi Ama, pero todavía no había experimentado nada de la dimensión de lo que Judith pretendía meterme...Tenía ya perfectamente claro que iba a hacerlo de forma brutal y de que me iba a doler...Cerré los ojos y me preparé mentalmente.
En efecto. Ella apoyó aquel grueso glande de goma contra mi entrada, guiándolo con ayuda de la mano derecha y, cuando estuvo segura de estar en una buena posición, sin más, empujó...Un fuerte dolor me inundó, desde el ano hasta la cabeza, como si de repente me la hubiera metido entera y todos mis órganos hubieran quedado aplastados,..., una sensación calurosa, ardiente, como si me intentará penetrar con una ráfaga de fuego que me quemara las entrañas...El dolor era mucho mayor que el de la primera vez con mi Ama...Ella de alguna forma debió notarlo a pesar de que había logrado no quejarme del dolor, porque dijo:
-¡Venga, esclavo! No sufras tanto, que apenas ha entrado un poco de la punta. He sido buena y voy lentamente.
¿Apenas un poco de la punta?...Realmente iba a descubrir que era verdad, dado que decidió ser menos “buena” y aumentó la presión todavía más...Ahora sí notaba esa gruesa polla entrando, devastadora y claramente notable, en mi recto...Después de que la punta abriera la puerta el cuerpo parecía entrar fácil y devastadoramente, acoplándose a mis entrañas, llenándolas...Y a pesar de la creciente sensación de “estar lleno” y del agudo dolor, sabía que aún no la tenía todo dentro...Y no porque no la estuviera metiendo rápida, pero era tan larga que, a pesar de sus esfuerzo, empujando, tardó un rato en romper del todo mi resistencia y en tenerla completamente dentro.
-Ya está, perro-dijo, satisfecha, cuando lo consiguió-Ya la tienes toda dentro. ¿La notas, esclavo?
-Sí, mi Ama-asentí con un hijo de voz...Realmente en esa posición, casi postrado, con su mano izquierda sujetándome firme las mías y ese grueso consolador rompiéndome el culito...Me sentía más sumiso que nunca...Me gustaba...
Al tiempo, mi culito se fue adaptando rápidamente a tener esa gigantesca verga dentro, que pronto ella empezó a mover rítmicamente al compás de la penetración, adentro y afuera, adentro y afuera...Igual que el dolor había sido mayor que cuando mi Ama me penetró, también lo fue el placer cuando le sustituyó...Y no pude ni quise contener mis gemidos de placer cuando llegaron...Sólo hubiera querido que me soltase una mano para masturbarme al mismo tiempo, pero ella, nuevamente como si pudiera leerme la mente, uso su mano libre para cogérmela ella misma y agitármela al tiempo que me sodomizaba...
-¿Qué, estás disfrutando, eh, perro?-me dijo, acelerando en sus dos ataques, con su verga que se deslizaba ya con facilidad por mi culito, como si este hubiera sido diseñado para ella y mientras su mano me agitaba rápida y violentamente la polla, en una mezcla de placer y dolor.
-Sí, mi Ama.
-Gimes como una puta a la que le gusta que la follen duro...No eres más que un guarro pervertido. No me extraña que tu Ama te haya metido rápidamente en vereda. Sólo quieres que te den lo tuyo. ¡Perro traga-vergas! ¿O no tengo razón?
-La tienes, mi Ama-apenas pude articular las palabras entre mis crecientes jadeos... ¡Dios, que cogida!
-Es más excitante de lo que pensaba esto de tener a un putito a cuatro patas-siguió diciendo-Puede que algún día tenga mis propios esclavitos. Ahora tengo algo de prisa, así que voy a acelerar.
Dijo y pasó a penetrarme con una serie de lentas pero duras y tremendas embestidas en que parecía buscar metérmela tan rápida y fuertemente como para partirme en dos, mientras su mano aceleró y apretó cada vez más hasta que, finalmente, llegué al orgasmo:
-¡Mi Ama!-le avisé-¡Voy a terminar!
-Será mejor que pongas las manos-dijo soltándome-Si no quieres manchar la cama de tu Ama.
Yo, como ella dijo, busqué la punta de mi polla rápidamente, que ella no dejaba de masturbar...Apenas las había puesto en posición, palmas arriba bajo mi vientre y sobre la cama, una posición que me dejaba un poco incómodo, cuando finalmente me estremecí con el placer y el éxtasis del orgasmo y mi pene liberó mi corrida... ¡Ah! Un nuevo record en mis experiencias sexuales...Sentí todo el placer extenderse por mi cuerpo como una corriente, llenándome, alcanzando hasta la última célula de mi ser...Sentí caer la viscosa y caliente crema sobre mis manos en borbotones espesos... y sentí el agitado glande chocar varias veces en su vaivén contra mis dedos...
-¿No ha estado mal, verdad?-me dijo.
-No, mi Ama-asentí.
Ella se retiró lentamente, sacándome aquella verga y levantándose. Yo, lentamente para que no manchar la cama con lo que llevaba en las manos, hice lo mismo. Tenía el culo algo dolorido, estaba sudoroso, las palmas de las manos manchadas con mi propio semen, y la cama estaba con las sábanas arrugadas y movidas...Pero creía que había merecido la pena...
-A ver las manos-me dijo, yo se las mostré-¡Um! La rica leche-cogió una de mis manos-Es la única razón por la que no dejo definitivamente a los tíos-comentó antes de, lenta y sensualmente, ir lamiéndome las dos manos, tomándose mi corrida hasta que no dejo ni un rastro-Bueno-dijo al terminar-Nuestro pacto ya ha acabado, por lo que vuelves a ser de Claudia. Puedes ir vistiéndote mientras yo dejo el juguete en su sitio y terminó con lo de la entrega.
-Sí-me limité a asentir.
Lo cierto es que realmente el pacto había merecido la pena. Había disfrutado y ya me iba a librar de las tareas domésticas de ese día... Sonreí, satisfecho. No podía quejarme. Me vestí mientras ella hacía lo que había dicho, volviendo con la caja al dormitorio, que dejo junto a una de las estanterías.
-Bueno, pues ya he terminado la entrega-sentenció-En fin. Te dejo para que limpies tranquilo.
-¡Un momento!-le corté-¿Cómo que para que limpie tranquilo? ¿Y nuestro pacto?
-No tengo ganas, así que pasó de él, nene-contestó.
-Pero...Habíamos llegado a un acuerdo.
-¿Y qué? Era un juego, por ver si picabas, y lo has hecho. Pero no te sientas tan víctima, has gozado con nuestro juego, por lo que tampoco es que hayas perdido nada.
-¿Y si se lo digo a mi Ama?-arriesgué a amenazarla.
-¿Qué vas a decirle? ¿Qué te sometiste a otra para evitar cumplir con sus órdenes y que te engañó? Prueba. Pero creo que el que saldría peor de esa situación eres tú. Aunque de todas formas Claudia sabrá que ha pasado algo cuando vea la caja abierta y uno de los consoladores fuera...Tendrás que inventarte una buena historia...Eso te lo dejo a ti. Yo, como he dicho, he terminado y me marcho. ¡Adiós!
Así dijo, despidiéndose, tras lo cual se fue realmente como si nada. Aún estaba sentado en la cama, más frustrado e irritado conmigo mismo y con mi ingenuidad que con ella, fastidiado pensando en que tendría que limpiar al fin y al cabo y un poco preocupado por lo que pasaría con mi Ama por todo aquello...Pero no merecía la pena lamentarse a esas alturas...Así que tuve que levantarme y ponerme con las tareas de la casa...
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Estuve toda la tarde, primero mientras limpiaba y después al estudiar, pensando y temiendo lo que haría mi Ama si se enteraba de lo que había hecho...Dejarme coger por Judith en su misma cama y someterme a ella como si fuera mi dueña...Lo primero puede que no le pareciera mal...Pero lo segundo...Era probable que no se enterase, al fin y al cabo, si yo no se lo decía no había razones para que Judith lo hiciera...Pero me sentía algo...mal...Como si estuviera “traicionando” su confianza. Tanto que ni siquiera pensé en que consistiría el trabajo que tenía para mí aquella noche. En cualquier caso, sabría que no me podría quedar tranquilo hasta que volviera a hablar con mi Ama, para ver si sabía algo, pero las agujas del reloj parecieron avanzar muy lentamente. Mi conciencia me fue extrañamente atormentando más y más...En parte me arrepentía de lo hecho, pero por otra había disfrutado...Intuía que tarde o temprano, acabaría contándoselo a mi Ama y que lo mejor era hacerlo aquella misma noche.
Esa determinación no fue tanta cuando, casi llegada la hora, las nueve y veinte, me presenté ante la puerta del 3º B. Pero me recordé que debía someterme a mi Ama y afrontar el castigo que quisiera imponerme, por lo que terminé llamando a la puerta. Tenía, claro, todavía la copia que me había dado aquella mañana, pero pensé que era mejor llamar, por si le molestaba que entrara y saliera tan alegremente. Finalmente, unos minutos después, apareció, abriendo. Iba con una toalla alrededor de su cuerpo y otra enrollada en el pelo. Su cuerpo estaba húmedo. Debía haber salido de la ducha y, aunque su primera expresión dura se suavizo al verme, se notaba molesta. Se apartó para que entrara y lo hice, cerrando tras de mí e, inmediatamente, postrándome ante ella para besar sus pies.
-Levanta-me dijo, con voz seca, y cuando lo hice no tardó en cruzarme la cara con un severo bofetón-Te di una llave-explicó.
-Lo siento, mi Ama...No sabía...
Mis excusas fueron interrumpidas por otro golpe aún más duro y doloroso:
-¿Crees que quiero oír tus impertinentes justificaciones?
Yo permanecí callado, no sabiendo si debía hablar o no, pero un tercer golpe me hizo ver que había elegido la opción equivocada.
-Te he hecho una pregunta, esclavo.
-Lo siento, mi Ama. Perdón, mi Ama.
-Te perdono por esta vez porque pronto vendrá una clienta y no hay tiempo, pero la próxima vez, aunque sea una falta muy pequeña, será severamente castigada. ¿Entendido?
-Sí, mi Ama.
-Bien-asintió-Sígueme.
Yo, por supuesto, obedecí. El “impetuoso” recibimiento me había hecho olvidar por un momento lo que quería decirle y, la verdad, en ese momento no parecía muy oportuno. Además, había mencionado a una “clienta”... ¿En qué consistiría el trabajo? Si hubiera dicho un cliente habría pensado que era prostituta, lo que no me sorprendería, pero “una clienta”, eso no me parecía tan corriente.
En el dormitorio ella no dudo en desprenderse de las toallas, quedando desnuda ante mí, mientras miraba el armario, eligiendo lo que se iba a poner. Pude admirar su bien conservado cuerpo desde muy cerca, incluyendo esas tetas que había admirado por primera vez cuando mostró ese “show” para mí en su cocina...
-No lo has hecho del todo mal limpiando está tarde-comentó-Estoy mínimamente satisfecha.
-Gracias, mi Ama-asentí.
-Y recogiste el paquete.
-Sí, mi Ama.
-¿Lo abriste tú?
-No, mi Ama, fue la encargada de traerlo.
-Supongo que no fue Clara en persona.
-No, mi Ama. Vino una empleada llamada Judith.
-¡Ah! Sí, la conozco. ¿También abrió uno de las cajas que traía el paquete, eh?
-Sí, mi Ama.
-¿Y qué, te gustó? Porque supongo que si lo sacó fue para usarlo.
-Bueno, mi Ama...
-¿No sabes que decir? ¿Lo hicisteis o no?
-Sí, mi Ama. Ella me...convenció para que me dejara...Bueno, ya sabe.
-Vaya. Así que te convenció para cogerte el culito.
-Sí, mi Ama.
-Bueno, mejor para los dos.
-¿No está enfadada, verdad, mi Ama?-me atreví a preguntar.
-En absoluto. No hay ningún problema en ello. No te he prohibido que tengas líos por tu cuenta. ¿Estabas preocupado por ello?-me interrogó mientras, por lo visto, ya decidida, comenzaba a vestirse.
-Un poco sí, mi Ama.
-Eso está bien, bebito-asintió, y me alegré de que pareciera más contenta y que me volviera a llamar de esa forma-Es un indicio de que vas...aprendiendo.
-Gracias, mi Ama.
-Pero dejemos eso y hablemos del trabajo que te espera esta noche-cambió de tema-Verás, tengo una amiga, una clienta más bien en este caso, a la que quiero que atiendas.
-Haré lo que me ordene, mi Ama.
-Desde luego. Será una tarea, por lo demás, satisfactoria para ti. Verás, mi amiga tiene una fantasía y yo le he dicho que podría recrearla contigo. ¿Entiendes?
-¿Habla de una fantasía,…, erótica, mi Ama?
-Sí. Así es. Como puedes ver se trata de un trabajo sencillo. ¿No?
-Sí, mi Ama.
-No tienes mucha experiencia, pero eso incluso viene bien, dada la fantasía que quiere recrear. Por otro lado es algo,…, “conservadora”, no quiere intercambio de roles ni lluvia dorada ni nada “raro”. Sólo sexo común, por lo que más fácil, imposible.
-Sí, mi Ama.
-Lo importante es que tendrás que dirigirte a ella, una vez empecéis, como “mamá”.
-¿“Mamá”, mi Ama?
-Sí, su fantasía es imaginar que lo hace con su hijo, por lo que ella te llamara Juan, pero tú no preocupes por eso.
-De acuerdo, mi Ama.
-¿Tienes algún problema con eso?
-No, mi Ama. Aunque al principio me resultará un poco extraño lo del incesto, aunque no sea de verdad.
-Bueno. Es entendible... ¿Por qué tú nunca has fantaseado con tu madre, no?
-¡No!-respondí rápidamente sin ni siquiera querer pararme a pensarlo-Mi Ama.
-No hace falta reaccionar así, bebito, sería de lo más normal. Es una mujer más que atractiva y a la hora de la verdad el cuerpo no diferencia parientes de extraños.
-Nunca he mirado a mi madre con deseo, mi Ama. Y prefiero no hacerlo.
-Bueno. Tampoco te he dicho que lo hagas. Es mi amiga la que fantasea con su hijo. Puedes pensar lo que quieres, pero llámala mamá mientras estéis en ello. ¿Entendido?
-Sí, mi Ama.
-Aunque debo decir que tu madre también es una mujer y tiene sus necesidades, ¿sabes?
-Sí, mi Ama-asentí, sin ganas y sin propósito de debatir...Aunque sus palabras me recordaban a las de mi madre respecto a mis necesidades...
-Me ha comentado que hace mucho que no tiene relaciones, que apenas ha echado una cana al aire desde el divorcio y de eso hace mucho. ¿Sabías algo de eso?
-No, mi Ama.
-Y tampoco te has preocupado de saberlo.
-Nunca me he preguntado por la vida...“amorosa” de mi madre, mi Ama.
-Entiendo. Por los tabúes. Es muy liberal tu madre, por lo que la conozco, para que tú seas tan cortado con este tema.
-Sí, mi Ama-repliqué, casi mecánicamente, pensando sobre por qué me estaría diciendo todo aquello.
-Creo que tendré que hacer algo al respecto…-murmuró más que dijo.
Yo estaba a punto de atreverme a preguntarle a qué se refería, pese a que sabía que probablemente sólo obtendría un bofetón, cuando el timbre resonó en todo el piso. “La clienta”, pensé inmediatamente.
-Debe de ser ella-afirmó mi Ama, que ya había terminado de vestirse.
Cuando ella salió, supuse que a abrir la puerta, no supe muy bien si debía seguirla o no, dado que no me lo indicó, por lo que la acompañé al salón, quedando, eso sí, a una distancia prudencial cuando abrió la puerta. Entró una mujer madura que llevaba un vestido de chillones tonos naranjas y rosas. Aunque algo entrada en carne era alta y con un largo cabello castaño, a juego con sus ojos. No era la belleza encarnada pero era guapa, bien conservada para la edad que debía tener.
-Buenas noches, Claudia-saludó a mi Ama.
-¿Qué tal te va?-las dos se besaron respectivamente en las mejillas-Te veo muy bien, Leonor.
-Y yo a ti-fue entonces cuando, mirando por encima del hombre de mi Ama, clavó sus ojos en mí-¿Es él…?
-Sí-respondió mi Ama-¿Qué te parece?
-…-tras rodear a mi Ama se fue acercando lentamente a mí mientras parecía evaluarme, recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza con sus ojos, hasta que sentenció:-Es guapito. Me gusta.
-Entonces puedes poner en práctica lo que te he enseñado.
-Sí, Claudia-asintió ella y, observándome esta vez como con dudas, le preguntó-¿Él sabe…?
-Sabe lo que necesita, que debe dirigirse a ti como su madre.
-Bien.
-Empieza-le incitó mi Ama, aunque yo no sabía a qué exactamente ni porqué había tanta prisa…Bueno, no esperaba una cena y conversación de sobremesa, pero esto me había cogido desprevenido. Miré a mi Ama, pero la expresión dura que me dirigió me dejo claro que debía limitarme a hacer lo que me dijera Leonor. Ésta, por su parte, se acercó a mí y, tomándome de la mano, me llevó hasta el sofá, donde me hizo sentarme a su lado.
-Hola, cariño-empezó ya, supuse, a meterse en el papel, con un tono que debía pretender sonar maternal pero que dejaba entrever claramente lujuria…Y desde luego no podía dejar de sentirme algo halagado por despertar en ella ese deseo-¿Qué tal estás? ¿Qué tal el día?
-El día me ha ido bien, mamá-respondí siguiendo el juego. Lo cierto es que me sentía un poco incómodo al llamarla así. Por un momento me imagine que estaba con mi madre y sentí algo que no me gustó. Lo cierto es que prefería no imaginar ni pensar en nada que pusiera las ideas “mamá” y “sexo” tan cerca-¿Y a ti qué tal?-le pregunté no sin esfuerzo. Estaba algo nervioso.
-Nada novedoso-contestó-Un poco de agobio y mucho aburrimiento en el trabajo-añadió, inclinándose ligeramente hacia mí, recostada en el respaldo del sofá-Tenía muchas ganas de poder,…, relajarme en casita.
-Claro…-apenas pude decir…Lo cierto es que aunque ella estaba bastante de buen ver y aunque había mucho morbo en la situación, también me sentía, y no sabía exactamente porqué, algo turbado. Pero pensé que mi madre nunca habría dicho algo así: a ella le gustaba su trabajo.
-Oye,…, ¿no tendrás planes está noche, verdad? Como salir con una chica…
-No, mamá-respondí, tras suponer que era la respuesta que esperaba-Esta noche no tengo nada planeado.
-Vaya…La verdad es que es preocupante…-comentó al tiempo que se llevaba el pulgar izquierdo a la boca y comenzaba a mordisquearse la uña.
-¿Preocupante, el qué?
-Te estás quedando como yo, en casa, sin disfrutar de la vida…
-…-no supe que decir a eso, aunque la verdad es que era algo que, por las conversaciones que había tenido últimamente con mi madre, si podía imaginarla diciendo.
-Desde que tu padre se fue…He estado mucho tiempo sin sentir la vida recorriendo mi cuerpo…Y la verdad es que lo necesitaría…Y seguro que tú también. ¿Es qué no tienes amigos con quien salir o, mejor dicho, amigas?-movió las cejas en claro tono insinuante al decir la última palabra.
-Pues la verdad es que no.
-¡Solitos los dos!...Sólo nos tenemos el uno al otro…-se inclinó más y me rodeó con su brazo izquierdo, poniéndolo sobre mis hombres por detrás de mi cabeza.
-Eso parece, mamá-le di la razón…Lo cierto es que la cosa parecía haberse ralentizado mucho después de un comienzo tan rápido. Si no hubiera sabido qué es lo que quería en ese momento estaría perdido. Intenté aligerar un poco el ritmo diciendo-Pero yo siempre estaré disponible para ti, mami-termine con un tono que pretendía ser un poco infantil y muy insinuante.
-Sabía que contaba contigo mi niño-su otra mano fue directa a mi nariz, con la cual, como si fura un crío, jugo con sus dedos-Aunque ya no eres un niño, ¿eh?, eres el hombre de la casa, ¿verdad?
-Sí, mamá.
-Y la verdad es que hace mucho tiempo que, en mi interior, vengo pensando en esto…En que yo necesito un hombre y tú, mi vida, lo eres. Aunque hasta ahora nunca me había atrevido a decírtelo…
-¿El qué…?
-¿Cariño,.., tú quieres a mami?
-Claro que sí, mamá.
-Y…-se fue echando casi sobre mí, con su rostro no muy lejos del mío…Sentía su aliento sobre mis labios-¿Estarías dispuesto a demostrarme ese amor?
-Yo haría lo que tú me pidieras, mamá…-apenas pude responder antes de que nuestras bocas definitivamente se unieran y su lengua entrara, ansiosa, en mi boca.
Yo me deje hacer, como si me hubiera inmovilizado la sorpresa aunque desde luego no era así, y me limité a mantenerme firmemente apoyado mientras ella se inclinaba más sobre mí y, mientras enfocaba mi cara a la suya con su diestra en mi mejilla, se dedicaba a comerme la boca. Reconocí en los suyos mis torpes movimientos, por lo que parecía que no tenía mucha experiencia, pero me resultaba igualmente,…, gratificante. Entendí que aquella mujer no había tenido muchas experiencias en su vida…O que habían sido muy sosas y tradicionales. ¿Y qué relación tenía entonces con Claudia y qué era lo que ésta le había “enseñado”?
Pero no estuve pensando en eso ni en otras cuestiones mucho tiempo más. Sin apartar su boca de la mía bajó su mano, acariciando mi pecho en su descenso, hasta rodear, por encima de la tela, mi ya erecto miembro. Fue al sentir sus dedos buscando rodearlo cuando comencé a responderle y mi lengua se encontró rápidamente en su boca, con la suya en franca retirada, como si hubiera sido un cebo que había buscado que entrara yo en la suya. Era la primera vez que llevaba yo el timón y aunque era algo nuevo no me corte y exploré su boca a placer mientras ella se dejaba. Yo pensé en acariciar sus senos por encima del vestido, pero no estaba seguro de llevar la iniciativa de forma tan clara.
-Nunca me habían besado así, mi niño-dijo ella cuando finalmente nos separamos y quedaron nuestras bocas sólo unidas momentáneamente por un hilillo de saliva-No saben tus amigas lo que se pierden. Aunque lo que pierden ellas lo voy a ganar yo.
Por su tono y como volvió a inclinarse hacia mí, pensaba que nos besaríamos de nuevo, pero ella bajó a lamerme el cuello y, aun más rápida después, fue directa a colocarse entre mis piernas. Sus manos se situaron en mis muslos y ella besó el marcado bulto por encima de la tela y hasta “restregó” su cara contra él…
-Mamá…-suspiré. La cosa era realmente morbosa aunque no podía evitar pensar en mi madre…Lo cierto es que mi Ama tenía razón, era muy atractiva…Pero no, no creía que mi madre pudiese tener las mismas fantasías que Leonor.
-¡Oh, mi niño! Hace mucho que no me hacen sentir mujer…-dijo, casi susurrante, mientras sus dedos, ansiosos y algo torpes, lograban no sin un poco de tropiezo, desabrochar el botón del pantalón abrirme la bragueta. No tardó mucho más en bajarme el borde de la ropa interior y así ya pudo rodear mi miembro con sus dedos-Siempre supe que serías más hombre que tu padre.
No dijo más antes de, de un golpe, tragarse por completo mi miembro en su boca. Sentí repentinamente como si la hubiera metido en una cálida y húmeda cueva y al poco su lengua comenzó a juguetear alrededor del firme mástil. ¡Oh!...Nuevamente mostraba su inexperiencia y su forma de hacerlo era algo basta al lado de Sabrina y mi Ama, pero deseche esas tonterías comparativas y me centré en las corrientes de placer que provocaba su lengua al frotarse contra mi latente verga.
-¡Oh, mamá, sí!-le animé a seguir…Lo cierto es que no pude imaginar a mi madre chupándomela y por un momento temblé al excitarme por ello, pero por suerte, el sentir de repente el ligero tacto de los dientes de Leo a lo largo de mi mástil me hizo olvidar esas ideas, ¡uh!, había empezado a usar también los dientes en su juego y ahora se la metía y sacaba por completo de la boca mientras notaba el filo de su dentadura sobre mi piel aunque sin apretar.
-¿Te gusta, verdad, eh, bebito?-me preguntó en un momento entre tragada y tragada.
-¡Sí!-respondí mientras mis manos rodearon su cabecita y comenzaban a acariciar su cabello mientras me recostaba para estar más cómodo y que ella se situara mejor entre mis piernas. Sentía su lengua, con la que se había quedado jugando y girando sobre mi cabecita mientras el filo se sus dientes punzaba, posándose suavemente más que rozando, el borde de la misma. Alternaba estas concentraciones sobre el rosado glande con breves gargantas profundas en que buscaba casi comérmela por completo hasta hacerme sentir sus labios en mis huevos, que por otro lado acariciaba y amasaba con los dedos de una de sus manos.
-¡Y pensar que estaba pasando carencias teniendo esto en casa!-exclamó en un momento en que dejo de chupármela para pasar a masturbarme. Su mano apretaba firmemente mi miembro y, superada una inicial torpeza, pronto me la estuvo agitando rápidamente-Con un macho así en casa y yo solita en mi cama-insistió-Pero eso se va a acabar, ¿verdad, mi bebe? ¿Verdad que a partir de ahora estarás dispuesto a cubrir las necesidades de tu mamá?
-Siempre, mamá-asentí entre gemidos…
-Pues vamos a ello-dijo y, levantándose, me cogió de las piernas, levantándolas y haciéndome quedar tumbado en el sofá. Me deje hacer, apenas pudiendo colocar un cojín detrás de mi cabeza por la sorpresa de su movimiento y mientras me preguntaba a qué venía eso. Pero entonces vi como se subía el vestido y se lo quitaba, dejando a la vista su cuerpo…Tenía algunos quilos de más, pero los pechos seguían siendo firmes y tenía unas bien formadas caderas-Mira esto, cariño-me dijo mientras lentamente se fue bajando las braguitas-De aquí, hace ya tantos años, saliste… ¡Oh!-suspiró al llevarse los dedos a su monte de Venus…-Y creo que te hecha de menos…
-Y yo también-repliqué.
Ella sonrió ante mis palabras y, sin decir nada más, vino hacía mí y se subió al sofá, situándose sobre mi cabeza. Sentí sus muslos alrededor de mi cabeza y al poco prácticamente tuve sobre mis labios los suyos.
-Venga, bebe-me instó-Te estoy esperando.
-Voy, mamá.
Desde luego no la hice esperar. Su coñito estaba completamente húmedo y cuando pasé mi lengua por primera vez por su rajita note ya sus jugos cayendo a mi boca. Antes de comerle el conejito empecé a acariciárselo, primero lenta y superficialmente y luego introduciéndolos poco a poco en su conchita…Con una mano seguí recorriendo y conociendo su rajita mientras con la diestra me dirigí a la colina de Afrodita, que apenas la toque, ella empezó a gemir con intensidad…
-¡Sí, mi niño!
Deje los dedos para eso y, mientras buscaba introducir todos los dedos que podía en su rajita, uno, dos y hasta tres, atrapé su clítoris con mis labios y comencé a succionarlo, cogiéndolo suavemente con mis dientes como para que no se escapara. En este momento, mientras empezaba realmente a degustar su vágina, ella se tumbó boca abajo sobre mí y al tiempo que yo seguí con su entrepierna ella volvió a chupármela, quedando pues, los dos, en un excitante sesenta y nueve.
Y mientras no dejaba de saborear el sabroso coñito de Leonor de repente note a mi Ama a mi lado, observándome, con ojos viciosos, casi como si tuviera envidia, aunque no estaba seguro de qué posición ansiaba…En un primer momento no le hice caso y seguí a lo mío, profundizando con mis dedos en la exploración del coñito mientras chupaba y presionaba el monte de Venus con la lengua...Leonor exhalaba rápidamente sus jugos, más allá de lo que nunca había visto en mis experiencias, aunque lo cierto es que tenía muy pocas, que yo me aseguraba cayeran en mi boca, donde los iba saboreando antes de tragarlos.
-¿Has pensando en si el coñito de tu madre sabrá tan bien como ese?-me preguntó, susurrando-¿Eh, esclavito?
-No, mi Ama-musité rápidamente, aunque no era del todo exacto.
-¿Seguro? No es bueno mentir, ya sabes-insistió ella.
Yo tardé un poco en contestar y es que estaba realmente volcado en cumplir con el “trabajo” de satisfacer a Leonor…Y lo cierto es que su coñito me tenía loco. Mi Ama debió entenderlo, ya que no pareció enfadarse a pesar de que tarde en responder. Quizá porque mi respuesta fue a su gusto:
-No me he preguntado algo tan concreto, mi Ama.
-¡Ah! ¿Pero sí has pensando en las,…, “necesidades” de tu madre, eh?
-Sí, mi Ama.
-Ya lo sabía-concluyó, terminando aquella extraña conversación y alejándose nuevamente.
Pero no tenía tiempo de preocuparme de los movimientos de mi Ama, que en ese momento de repente Leonor dejó de chupármela.
-Bueno, cariño, es hora de que cumplas verdaderamente con tus deberes filiales.
Una forma curiosa de decirlo, pensé, suponiendo que se refería a lo que se refería. Yo no dije nada y ni siquiera tuvo que moverme, ya que fue ella la que se levantó para volver a situarse nuevamente sobre mí, pero esta vez con su coñito sobre la polla que ella me había dejado durita y muy húmeda. Con la diestra me la sujetó mientras se terminaba de acomodar y se sentaba sobre mí…Vi mi verga desaparecer dentro de su tierno coñito mientras la sensación de calor y humedad, mucho más que en su boca, embargaba mi mástil.
-¡Oh!...-gimió ella cuando se sintió completamente empalada-Mi pequeño me vuelve a hacer sentir una auténtica hembra,…, ¡sí!
Yo me quedé inmóvil, cerrando los ojos, disfrutando el placer que me daba estar penetrando su conchita calentita y suave. Aunque ya había experimentado esa sensación con Sabrina el día anterior, aún era lo bastante nueva como para bastarme para llevarme al máximo de placer que había conocido nunca. Tener a esa mujer madura encima, clavándose en mi polla, era más morboso que la mayoría de las fantasías con las que me había masturbado durante años.
Ella también parecía disfrutar sólo por sentirse llena y durante unos momentos no se movió, pero sería breve. En seguida, ansiando ir a más, empezó a moverse, balaceándose sobre mí, cabalgándome, mientras sus gemidos iban en aumento. Su coñito parecía apretar cada vez más mi verga mientras sentí aquella estrecha galería moverse en torno a mi mástil, al subir y al bajar, mientras nuestras carnes y nuestros jugos se frotaban entre sí en un placentero vaivén.
-Así, así-escuché la voz de mi Ama-Cabalga a tu niño. Es tu montura, tu semental, tu siervo. Así es como debes imponerte y someterlo. Fóllatelo bien y lo tendrás a tus pies.
Yo no tenía ni idea de a qué venía eso, pero ni quería pensarlo, limitándome a disfrutar de aquella estupenda cogida. Leonor, además, me cogió las manos y me las llevó a sus pechos. No eran muy grandes, pero si duritos y con unos pezones excitantes…Empecé masajeándolos por encima del sujetador, pero en seguida se quito este y pude tener su piel bajo mis dedos…En última instancia, después de estar un buen rato disfrutando de esa posición, tiró de mí para que quedara sentado y enfocó un pezón directo a mi boca mientras oprimía mi cabeza contra su pecho.
-Así-me dijo cuando obedecí sus deseos y rodeando su dura puntita con mi boca comencé a succionar-Mama, mama como cuando eres mi bebe y te daba la rica leche… ¡Sí! ¡Toma la leche! ¡Tómala toda!
Las últimas palabras apenas pude llegar a entenderlas, dado que se empezó a estremecer y casi a gritar mientras se convulsionaba de placer…Le había llegado el orgasmo y sentí casi como sus jugos pugnaban por salir, bañando mi polla en su camino…Ella me apretó contra su cuerpo, casi en actitud maternal, mientras comenzó frenéticamente a moverse arriba y abajo casi con dolorosa velocidad para mi verga…Parecía dispuesta a llevarme cuanto antes a terminar y lo cierto es que no aguante mucho más. Al poco le avise de que me venía:
-¡Mamá, mamá!... ¡Ya llego!
Ella finalmente se salió y, cogiendo mi verga con una mano mientras que con la otra me empujaba para quedar nuevamente tumbado, me volvió a masturbar rápidamente…Yo apenas podía intentar respirar mientras un terrible placer me embargaba y sólo podía notar, aparte de mis pulmones hincharse y dejar el aire bajo una piel bañada en sudor, una corriente como eléctrica que me iba llenando y que anunció la eyaculación.
La leche salió con fuerza, casi como en una erupción, y ella lo enfocó hacia mi pecho… Brotaron los borbotones de semen con fuerza, calientes, espesos y grandes, y fueron cayendo sobre mi pecho y luego sobre mi barriga…Ella no dejo de masturbarme con fuerza en ningún momento y siguió todavía un rato cuando ya había terminado de correrme…Finalmente, cuando dejó mi polla, ya flácida, se inclinó sobre mi y comenzó a lamer mi pecho, tomándose mi corrida directamente con la lengua. Yo, tras una gran descarga que me parecía me había dejado sin energía, sólo respiraba, sintiendo como recorría con su boca mi pecho y mi vientre…
-¡Ah, mamá!...
-Mi niño lo ha hecho muy bien-dijo, mirándome, mientras un hilillo de semen se deslizaba entre sus labios.
-Gracias, mamá.