Ella, Claudia (12. La Diosa)

El proyecto de Claudia llega a su culmen...

Capítulo 12. La Diosa

La tarde del sábado se presentó tan agotadora como la mañana. Después de la morbosa y excitante visita de las dos amigas de mi Ama tuve que volver a repasar por completo, por deseo expreso de mi dueña, la limpieza de toda la casa, además de prepararle la comida. Mientras arreglaba las camas, la de mi madre y la mía, en que imaginaba que Rocío y su sobrina habían pasado un buen rato, y fregaba, aún y hasta que me duche con el sabor del dorado néctar de aquellas tres mujeres en la boca, mi Ama permaneció tranquilamente leyendo un libro y supervisando por encima mi ir y venir por la casa.

El trabajo era duro, pero la verdad es que no sentía mucha molestia. Estaba llevando un día estupendo y tenía ganas de sonreír por lo bien que me encontraba…Por la mañana gozando del amor con Sabrina y después consumando mis deseos con mi Ama de una forma que nunca hubiera atrevido a imaginarme. Había disfrutado de los favores de dos de las tres mujeres que se habían repartido mi corazón, sólo restaba mi madre, objeto ya, sin resistencia mental ninguna, de mis fantasías eróticas más pervertidas.

Lo cierto es que, después de que mi Ama me hubiera llamado a su interior y de haber bañado su interior con mi leche, la idea de consumar esos deseos con mi madre no me parecían tan imposibles y los hechos que parecían avalar esa idea, desde las conversaciones sobre sexo con ella hasta su extraño comportamiento la noche del jueves, en que casi pareció querer llevar su mano hasta mi duro miembro...Me la imaginé entrando, de noche, en mi cama…Sus manos bajo mi pijama…Su boca sobre la mía…La veo desnudarme y como después nos dejamos llevar por la pasión y el deseo más prohibido.

Tenía en mi mente bien presente la fantasía de Leonor que yo le había ayudado a consumar, las imágenes que mi Ama me había puesto en la cabeza, incluso en el mismo momento en que estaba entrando en su acogedor interior, haciéndome visualizar a mi madre y a mí unidos en el amor…Y sobre todo cuando me convirtió en espectador de un polvo que mi madre, llevada por sus “necesidades”, no dudó en echar con el otro esclavo de mi dueña, al que ahora no podía evitar envidiar.

La verdad es que pasé gran parte de lo quedaba de tarde dándole vueltas al asunto. Mi Ama, que en algún momento me enviaría a la compra para que le preparara unos filetes de emperador para la cena, me siguió manteniendo todo el tiempo ocupado incluso después de mis tareas cotidianas…Y yo me moría de ganas de masturbarme, más que de comer o ir al servicio…Esperaba que la cena, que preparé lo más rápidamente que pude para los dos, fuera el último trabajo de aquel día…

-¿Cuándo estará la cena?-me preguntó mi Ama en un momento, entrando en la cocina y sentándose en la mesa.

-Estará pronto, mi Ama-le respondí, sin dejar de vigilar la sartén en que el pescado se seguía haciendo, poco a poco, y mientras terminaba de preparar en un bol la ensalada que iba a hacer de guarnición.

-Siendo tan joven, espero que no estarás muy cansado-comentó-¿O me equivoco?

-Un poco cansado si me siento, mi Ama-le respondí, con sinceridad, pero añadiendo rápidamente-Pero nada que otra ducha no pudiera quitar con facilidad.

-Bien-asintió ella-Algo así estaba pensando.

-Mi Ama-dije al poco, apagando el fuego-Ya está preparado el pescado. Voy a servirlo.

-Bien-asintió ella.

Sentí su mirada fija en mi espalda mientras colocaba los dos filetes de emperador en sendos platos y les añadía luego la ensalada, antes de servirle a ella una copa de vino blanco. Contempló su plato un momento antes de asentir, aprobadora, y coger después la copa para tomarse la mitad de un trago.

-He visto que no tenéis mucho pescado en la nevera-comentó mi Ama, empezando a comer.

-No solemos comer mucho, mi Ama-le comenté.

-Ya. Entiendo-respondió ella-Claro. Tu madre no tiene tiempo para comprar y menos para cocinar. Pero ahora que tú te vas a ocupar de todas estas cosas podrás preparar buenas cenas para los dos.

-Sí, mi Ama-me limité a asentir.

-A partir de mañana-se interrumpió para comer otro trozo-Quiero que seas para tu madre como para conmigo, sumiso, obediente y fiel. ¿Entendido?

-Entendido, mi Ama.

-Quiero que cuando se despierte le beses los pies y le lleves el desayuno a la cama. Obedécela en todo.

-Sí, mi Ama-lo cierto es que esto me recordaba a lo que Sabrina me había dicho…

-Recuerda siempre que ella te dio la vida-dijo, con tono de ir concluyendo-Deberías haberla tenido siempre en un altar por ello, adorándola, pero no has cumplido bien con tus deberes. Eso se ha acabado, ¿no es así?

-Sí, mi Ama.

-Bien-terminó, vaciando por completo la copa.

Durante un momento reinó el silencio mientras ambos terminábamos de cenar. Yo pensaba si todavía mencionaría, antes de que nos levantáramos de la mesa, las ya varias veces citadas “necesidades” de mi madre, que en esos momentos me sentía más que deseoso de poder satisfacer.

-Por cierto: una cosa-volvió a hablar mi Ama tras limpiarse los labios con la servilleta.

-¿Si, mi Ama?-le pregunté.

-Tu madre volverá un poco antes-dijo-Ha llamado cuando estabas fuera, comprando.

-…-no sabía que decir…Quería preguntarle sobre cuándo había dicho que volvería…Pero recordaba sus reglas.

-Me dijo que sobre las once de la noche, poco antes, estaría aquí.

-Entendido, mi Ama-asentí, por decir algo.

-Creo que llegará cansada, por lo que quiero que le prepares un baño caliente, un té cuando llegué y que hagas todo lo posible para que esté cómoda. Todo lo que ella te pida y quiera, se lo darás.

-Sí, mi Ama.

-No olvides nada de lo que te he dicho antes.

-No, mi Ama.

-Dime, bebito, ¿has pensando en ella hoy?

-Lo cierto es que sí, mi Ama.

-Está noche, cuando tu madre te vea servicial, puede que decida reclamar sus derechos para que atiendas sus necesidades. ¿Estarás dispuesto a cumplir con tu deber?

-Sí, mi Ama.

-Lo debo preguntar porque no hace mucho tenías dudas al respecto.

-Ahora no tendría ninguna, mi Ama-repetí.

-Me alegra oírlo, aunque ya veré mañana por la mañana cuánta verdad hay en esas palabras.

-No le defraudaré, mi Ama-me atreví a decir.

-Espero que tampoco defraudes a tu madre-fue su respuesta, levantándose-Ahora recoge todo esto y que no se te olvide ninguna de tus instrucciones-añadió, caminando hacia la puerta-Yo me marcho ya a casa.

-Adiós, mi Ama.

-Adiós, bebito.

.

.

Algo en mí me decía que era imposible, pero por alguna razón, tras la conversación con mi Ama durante la cena me sentía convencido de que aquella noche, en efecto, mi madre y yo lo haríamos. ¿Qué autoridad o intuición habían llevado a mi Ama a decirme lo que me había dicho? No lo sabía, pero su palabra me convencía por completo sin necesidad de nada más. Incluso su pregunta sobre mi cansancio, vista en retrospectiva, me hacia imaginar que me advertía de que necesitaría fuerzas para “atender” a mi madre…

No despegué casi en ningún momento los ojos del reloj mientras pasaban las primeras horas de la noche. Tras terminar mis tareas en la cocina me había dado una rápida ducha y me había puesto a preparar lo que mi Ama me había encargado para mi madre: llene la bañera, añadiéndole todos los productos que sabía que mi madre usaba cuando, de vez en cuando, se daba un baño relajante; dispuse la tetera; cambie las sábanas de la cama…Todo lo que se me ocurría que podía hacerla sentir mejor lo disponía. Todo mientras veía en mi mente la imagen de sus seductores pechos contra el cristal de la cocina…

Finalmente, mientras los nervios empezaban a carcomerme, escuché con alivio, ya a las once y cuarto, el sonido de las llaves introduciéndose en la cerradura y como la puerta se abría, dando paso a mi madre, que entró con aspecto cansado, bajo un pesado abrigo y llevando su maletín en la derecha y un paquete de apariencia pesada bajo el brazo izquierdo.

Yo, recordando las palabras de mi Ama y movido por mi propio ánimo, fui hacia ella y cogí rápidamente su carga, que deje un momento sobre el sofá mientras procedía después a cerrar la puerta y a ayudarla a quitarse su abrigo. Ella, quizá por la sorpresa, no dijo nada en un principio y me dejo hacer, mostrando alivio en su cara cuando le quité el peso de encima.

-Cariño-me dijo finalmente mientras volvía a coger sus cosas del sofá, tras haber dejado su abrigo en la percha-Gracias, pero, ¿por qué no estás ya acostado o mejor, de fiesta por ahí, con tu novia?-sonrió de una forma picara que ya conocía.

-Te esperaba porque intuía que vendrías cansada, mamá-le respondí-Tienes un baño caliente preparado y puedo hacerte un té si te apetece.

-¡Dios mío!-parecía sinceramente sorprendida-Admito que eso nunca me lo hubiera esperado-sonrió, contenta-Pero la verdad es que ahora mismo me encantaría meterme un buen rato en agua caliente y disfrutar un ratito antes de dormir.

-Pues tienes la bañera dispuesta-le dije y le repetí mi oferta-¿Quieres que te preparé un té?

-Eh…Sí, gracias, muchas gracias, mi bebe-me dijo-Tú  deja eso sobre el escritorio de mi cuarto, ¿vale?

-Claro, mamá.

Mientras ella, aún mostrando en su rostro la clara satisfacción que le había dado mi sorpresa, marchó directamente al baño, yo fui al dormitorio a dejar sus cosas y luego a la cocina, a prepararle una taza de té…Mientras estaba en ello pude oír ruidos desde el baño y, cuando escuché lo que parecía su cuerpo desnudo sumergiéndose en el agua…Pensar en eso me excitaba…Decidí preguntarle si quería algo con el té, por lo que salí al pasillo y me encontré al llegar al baño, que la puerta estaba abierta, lo que explicaba que el sonido me llegara tan claramente. Antes de volverme pude ver a mi madre, seca aún de cuello para arriba y con el cabello sujeto en un moño, sumergida en el agua, con el brazo derecho sobre la orilla de la bañera, cubierto hasta el codo de espuma. No parecía que se viera “nada”, pero decidí no acercarme, por si acaso.

-Mamá-la llamé.

-¿Qué, mi dulce bebito?-giró su cuello para encontrarse con mi espalda-¿Qué, por qué no me miras?

-Bueno, mamá…Estás en la bañera.

-No digas tonterías, bebito-rió-Ven a mi lado si tienes algo que decirme. Que soy tu madre y no tiene que haber vergüenza ninguna.

Yo, temiendo tener una erección si la veía, intentando controlarme, me di la vuelta y me acerque…Podía percibir la forma de sus pechos en el agua, pero por suerte para mis  propósitos, no veía realmente nada de su cuerpo…Me dije que a la hora de la verdad no estaba nada seguro de que los deseos de ella fueran los de cumplir mis fantasías y tampoco de que yo mismo pudiera llevarlas a cabo.

-Bueno, cariño, ¿qué me decías?

-Quería preguntarte si querías algo más con el té. Ya lo he preparado.

-Tráeme aquí la taza, por favor-respondió-Pero nada más. He cenado con mis compañeros y no tengo apetito para comer.

-Bien.

-Pero, oye.

-¿Si, mamá?

-De verdad que has sido un encanto con esto.

-Por ti, mamá, todo.

-Que ricura-me guiñó un ojo mientras se soltaba el cabello y no pude evitar quedarme mirando mientras su pelo caía de repente suelto en una revuelta melena y, después de sumergirse, se acoplaba a su cuello y sus hombros…Tuve que salir rumbo a la cocina antes de arriesgarme a que siguiera alzándose y no pudiera contener la forja de mi espada si llegaba a ver sus tetas.

En cualquier caso fui a la cocina y volví lo más pronto posible que pude. Ella estaba nuevamente recostada cómodamente a lo largo de la bañera, sobresaliendo sólo la cabeza…Tenía sus ojos cerrados y se notaba que se estaba relajando, sin duda tras un día estresante. Los abrió cuando me escuchó a su lado.

-De verdad que esto me ha venido de perlas-estiró los brazos y los reposó sobre los bordes de la bañera-Es milagroso…Llegaba toda cansada, sin ganas más que de tirarme en la cama así como estaba…Pero ahora me siento recuperada…Que hijo más atento tengo.

-Bueno, la verdad es que la idea me la sugirió Claudia-le dije, prefiriendo ser sincero.

-¿De verdad? También ha sido muy amable… ¡Ah, sí! Ella estaba aquí, ¿no? Recogió el teléfono cuando llamé.

-Sí, mamá. Vino a pedirme una cosilla, por eso estaba fuera cuando llamaste-le expliqué lo primero que se me ocurrió plausible.

-Ah. Claro-asintió ella.

-Te he traído el té-le recordé, tendiéndoselo.

-Ah, sí, bien-se alzó ligeramente y por un momento temí y deseé lo que pudiera verse, pero la espuma no dejo ver nada que no conociera ya-Um…Todavía está muy caliente-comentó al cogerlo con sus manos…-Así me gusta más…Bien caliente-¡uf! Por el tono de su voz casi pensé que se refería a otra cosa…Otra cosa que, en efecto, también se estaba poniendo bien caliente.

-Bueno-la verdad es que no sabía qué más hacer y decidí dejarla sola para que disfrutara tranquilamente del baño y la bebida-Si no puedo hacer nada más por ti ahora mismo…

-Espera, no te vayas-fue su rápida reacción-Quédate conmigo y hazme compañía…Si no te molesta.

-Claro que no me molesta, mamá-le respondí.

-Ya sé que preferirías estar con Sabrina…Una joven guapísima…Dime qué tal fue tu cita con ella.

-Bueno, mamá, la cita fue estupendamente bien, pero he de decir que si se trata de belleza contigo también estoy perfectamente.

-Adulador-rió ella-Ya estoy mayor para resultar atractiva como una jovencita.

-¡Qué va!-lo cierto es que, a pesar de su edad, seguía siendo una mujer muy atractiva…No respondía, quizá, a los cánones de belleza del día, pero tenía un cuerpo más que deseable…-Eres una mujer muy atractiva.

-¿Lo dices en serio?

-Claro, mamá.

-Pero no me distraigas…Extiéndete sobre la cita…Cuéntamelo todo y con detalles.

Ante su insistencia yo, por complacerla, empecé a contarle mi cita con Sabrina desde que llegué a su casa. Lo cierto es que tuve cuidado, al llegar a la parte del sexo, de suavizarlo y de ocultar la participación de Lucía, aunque ella pareció intuir que faltaba algo…En cualquier caso le encantó y se preocupó más de preguntarme por el amoroso acto de la mañana…Yo, al narrarle mis actos con Sabrina, no pude evitar sonrojarme, pero ella rió, divertida, al ver mi reacción.

-Todo eso es normal-me dijo-Y muy bonito-comentó, aunque no sabía si se refería sólo a la forma romántica en que Sabrina y yo lo habíamos hecho o al sexo en general.

-Sí…-dije, un poco nervioso…

-Sabrina puede estar contenta-comentó con un suspiro, más para sí que otra cosa, antes de dar otro sorbo a la taza-A mí hace mucho que no me dejan realmente satisfecha…

Trague suavemente saliva. Esta vez, me dije, sus palabras no podían ser confundidas.

-¿Sabes, cariño?-me miró-Yo también necesitaría un hombre…Pero desde el divorcio…No he tenido mucha suerte.

-La verdad es que me sorprende-le dije, con sinceridad y queriendo halagarla.

-¿Ah, sí?

-Creo que es porque trabajas mucho y no te…pones “a ello”, si no tendrías lo que quisieras.

-¿Lo que quisiera, eso crees?

-Sí, mamá.

-A los hombres de mi edad les suelen gustar más jóvenes…Y a mí tampoco me ilusiona irme con cualquiera…Sólo me gusta si hay algo…Como decirlo,…, “especial”.

-Ah…-no sabía que decir a eso, por  lo que al ver que se había terminado ya el té me incliné para coger la taza, que ella me entregó al ver mi ademán-Voy a llevar esto a la cocina…

-Sí-asintió ella-Mientras saldré de la bañera y empezaré a secarme…Estoy muy cómoda y el baño es una delicia, pero tengo ganas de irme a la cama.

Fui una vez más a la cocina lentamente mientras la escuchaba salir del agua…Estaba excitado, aunque del todo todavía y no estaba seguro de si la conversación con mi madre era una más en el hilo picante que hacía días habían tomado mis charlas con ella o si realmente me estaba insinuando lo que mis fantasías deseaban…Desde luego, me dije, no debía despegarme de ella…Si era la segunda opción, la cama, sin duda, sería el lugar en que todo se consumaría…

Mientras fregaba la taza escuché el fuerte sonido del secador del pelo. Me pregunté si se habría colocado ya la toalla o si estaría contemplándose en el espejo…En fin. No consideraba muy probable esto último, pero tenía ganas de ir a comprobarlo…Aunque tampoco quería mostrar que pensará que buscaba nada si es que ella tampoco lo hacía.

-¡Cariño!-oí al poco.

-¿Qué, mamá?-le pregunté, asomándome al pasillo desde la cocina.

-¿Puedes traerme las zapatillas?

-Claro, mamá.

Con paso rápido fui a su dormitorio y cogí sus zapatillas de debajo de su cama para volver al baño lo más pronto que me fue posible. Ella había seguido secándose el pelo y el ruido del aparato llenaba la casa. Cuando entré al baño estaba frente al espejo, de pie sobre su ropa, con una toalla envolviéndola por completo desde casi el cuello para abajo y con el cabello rubio cayendo, parcialmente seco y otro tanto mojado, sobre su espalda. Tuve que esperar a qué terminará con lo que estaba haciendo y dejara el secador en su sitio para que se percatara de mi presencia.

-¡Ah, cariño! ¿Me has traído…?-se cortó cuando le mostré el calzado-Bien-alzó ligeramente el píe derecho-¿Puedes ponérmela?

-Claro-contesté.

Me incline ante ella y le sujete suavemente por el tobillo derecho…La situación me recordaba morbosamente a cuando saludaba a mi Ama y, tras dudar un segundo, eleve un poco más su píe y lo besé delicadamente.

-¿Me besas los píes?-me preguntó con un tono alegre.

-Caigo rendido a sus píes, madeimoselle-dije, en tono pomposo, antes de besar sus dedos.

-Qué caballero-río mientras seguía acariciando su planta-Pero llámame mamá, no me gusta otra cosa.

-Claro, mamá-asentí, poniéndole finalmente la zapatilla.

-Ahora éste-elevó el otro pie, esta vez casi hasta mi rostro, de forma que apenas tuve que sostenerlo para besarlo…En esta ocasión fui a más y lamí y chupé como un caramelo sus dedos, introduciéndomelos en la boca...Lo cierto es que me sentía ya dispuesto a todo y que ella me dejara, aunque todavía no sentía confiado del todo, me hacía pensar que también lo estaba deseando.

-Tengo un hijo juguetón y travieso-comentó.

-Sí, mamá-asentí.

-Eso está bien. Pero ponme la zapatilla y vamos a mi dormitorio.

-Sí, mamá-repetí, sintiendo en mi corazón que el momento se acercaba…

Le coloqué la zapatilla y ella sin más, ya casi totalmente seca, se dirigió andando a su cuarto. Yo la seguí mientras sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza como el son de un tambor. Me habían sonado casi como si ya me hubiera llamado a hacerlo y la seguí sumiso como un perro a su dueña.

Llegamos al dormitorio y ella se encaminó directamente al armario, que abrió, buscando o eso supuse, ropa de cama para acostarse. Yo, mientras, abrí la cama y me seguí calentando al recordar lo que había pasado en ese mismo lugar hacía apenas unas cuantas horas.

-He puesto sábanas limpias-comenté.

-¿Sí?-se dio la vuelta, como para comprobarlo-Muy bien…Así dormiremos mejor.

-¿Dormiremos?-le pregunté por ese plural, contento y deseando que lo repitiera.

-Claro… ¿O no te apetece volver a dormir con mamá? Sería el mejor final para la agradable atención que me has dedicado esta noche.

-Yo, contigo, lo que me pidieras-le dije, sugiriendo con mi tono lo que no me atrevía a decir.

-Es bueno saberlo…-prácticamente estaba seguro de que iba a pasar pero sus insinuaciones no llegaban a ser lo bastante completas para darme seguridad y yo no me iba a atrever a más…Me sentía atormentado…Lo deseaba, pero no me atrevía a expresarlo más claramente por si, con todo, estaba imaginado lo que no era…

-Mientras te vistes-le dije-Iré a por mi pijama-lo cierto es que con todo seguía con la ropa de calle.

-La verdad es que no necesitas pijama-me dijo entonces, yo, que había ido hacia la puerta, me giré para mirarla, como sorprendido, pero esperando sus palabras-Puedes dormir en ropa interior, que no pasa nada.

-¿Seguro?

-Claro. Ya te he dicho que no hay porque tener vergüenza.

Yo, temiendo que mi erección fuera evidente antes de lo que me convencía, empecé quitándome la camisa, bajo su mirada aprobadora, que note recorrerme el cuerpo mientras me la quitaba y quedaba desnudo de cintura para arriba. Lo cierto es que me daba un poco de cosa…

-¿Qué pasa, bebito?-bromeó ella-¿Te pones rojo porque te miré?

-Un poquillo.

-Ay, que niño más tímido me ha salido-río.

Pero yo, con un esfuerzo de superación, me quité el pantalón. El haber perdido un poco de erección y que pudiera disimularla me ayudó a hacerlo. Al poco estaba sólo con la ropa interior y, para no pisar mucho más el frío suelo, me subí a la cama y me senté en la cabecera.

-Veo que estás un poco más decidido-sonrió, acercándoseme-¿Sabes?-me acarició una mejilla y se inclinó para darme un beso en la frente con dulzura maternal-Me gusta lo que veo-sentía su mano bajando, primero por mi cuello y luego por la espalda, hasta mi cintura-Un niño guapo es lo que tengo…

Yo, sintiendo mi corazón acelerarse y mi pene reaccionar no supe qué hacer ni qué decir.

-Mamá-pude finalmente murmurar…

-¿Qué, mi pequeño?

-Que…Bueno…

-Dilo sin miedo. Hay confianza, ¿no?

-Pues…-mantenía su mirada fija en mí-Mamá…Que no soy de piedra, perdona, y…

-¡Ah, tranquilo!-sonrió-Sé a qué te refieres…Tu mamá está siendo mala, despertando a tu amigo, ¿eh?

Su mano, que había estado dando vueltas acariciando mi espalda me rodeó para ir al vientre. Uno de sus dedos se introdujo lentamente en mi ombligo…Y mi calzoncillo señalaba ya claramente en su tela mi erección…El borde estaba levantado y lo cierto es que la punta de mi mástil era bien visible para los dos…Vi sus ojos contemplándolo durante unos segundos y, aunque estaba nervioso ante la perspectiva de que por fin iba a consumar los deseos que mi Ama había insuflado en mi mente, estuve ya seguro de que mi madre me deseaba como su amante…Y yo a ella.

-Creo que esto te está apretando-comentó, pasando a posar suavemente su mano sobre mi calzoncillo…Sentí sobre mis testículos la suave presión de su palma y sus dedos a través de la tela sobre mi mástil…

-La verdad es que un poco, mamá-contesté.

-Pues quítatelo-dijo con sencillez y casi como una orden.

-Sí, mamá-asentí, obediente.

Ella se apartó y quedó de pie al lado de la cama, mirándome mientras, con un serpentino movimiento de cadera y piernas, deslizaba mis calzoncillos por las piernas y hasta quitármelos con un gesto de los píes que los arrojó hacia el suelo. Mi polla quedó ya completamente liberada, apuntando hacia el techo y con mi rosado glande queriendo salir entre la piel que retrocedía…Lo cierto es que ni aún así me terminaba de creer lo que estaba pasando…Estaba desnudo en la cama de mi madre, con ella a mi lado apenas cubierta con una toalla…Y todo parecía llevar a una única conclusión sobre lo que iba a pasar.

-¿Estás cómodo, mi niño?

-Sí, mamá.

-Creo que yo también dormiré así, desnudita, como tú-y, con un gesto, se quitó por completo la toalla y la arrojó sobre un cercano arcón…Así pude contemplar ahora con plena libertad y plenitud su magnífico cuerpo…Desde sus pies, pasando por sus largas piernas, su depilado coñito, en cuya contemplación me detuve unos largos segundos, sus curvas, sus caderas…Sus pechos, no muy grandes quizá pero redonditos y bonitos…Y su rostro, con unos ojos que parecían rebosar belleza y  lujuria…Todo lo que en suma parecía rezumar su cuerpo-Vaya, vaya…Creo que a mi pequeño le gusta lo que ve-comentó, quizá al notar que mi verga había palpitado, gozosa, ante su visión-No iba con faroles al decir que le parecía bella.

-Claro que no iba de farol, mamá-le repliqué-Eres preciosa.

-Y tú muy guapo, mi niño-replicó, sonriendo y sentándose en la cama para luego acomodarse a mi lado-¿Te gusta mirarme, eh?

-Mucho, mamá…

-Estos pechos-se los acarició suavemente-Que te dieron el primer alimento…-sus manos descendieron y pasaron a su vientre-Aquí, donde te tuve durante nueve meses, haciéndote lenta y tiernamente…-su mano finalmente llegó a su entrepierna y uno de sus dedos se extendió a lo largo de su rajita-Y esta puerta por la que te naciste, por la que te di el don de la vida… ¡Um! Estoy alegre, mi niño

-Yo también, mamá.

-Ven, mi pequeño, dejémonos de mirar…-una de sus manos me rodeo y, rozándome suavemente la coronilla, me guió hacia su pecho-Creo que los dos hemos ya mirado demasiado…Hemos visto demasiado con nuestros ojos y con nuestras mentes…-mi cabeza ya estaba junto a su pecho derecho y yo, ya por mí, no dude en ir con mis labios a su pezón-Y es hora de que por fin apaguemos con el agua del amor el fuego del deseo que nos ha estado consumiendo.

Yo, dejándome me llevar, como acunado por sus palabras, comencé como si fuera de nuevo un bebe a succionar su pezón con mis labios. Sentí como se endurecía entre mis labios y saboreé con placer el sabor del pecho de mi madre. Ella me acariciaba suavemente la cabeza y casi creí que volvía a ser un auténtico lactante…Fui lentamente con mis movimientos, que empecé al poco a combinar con lamidas en que recorría todo su blanco y suave pecho.

-Así, mi niño-me susurró-Lo estás haciendo muy bien.

Y mientras continué disfrutando de su pecho con mi boca ella cogió suavemente mi mano derecha por la muñeca. Yo me dejé hacer, como si fuera un muñeco, y ella guió mi mano hasta que la acomodó sobre su vientre…Sentí su piel suave y la recorrí lentamente…Su mano estaba sobre la mía, guiándola, y uno de sus dedos hundió el mío en su ombligo…Se notaba caliente y suave. Su mano sujetó la mía y la hizo descender sobre su cuerpo…Estábamos ya casi sobre su…

-Muy bien, mi niño-volví a escuchar su voz susurrante, suave como el terciopelo-Ahora vas a volver a conocer el lugar que hace tanto tiempo abandonaste y que siempre ha guardado recuerdo de ti…

¡Uf! Cada una de sus palabras lograba, a pesar de que me parecía imposible, ponerme más y más caliente. Pero más efecto tuvo cuando noté bajo las yemas de los dedos el carnoso tacto de sus labios vaginales…Estaban calientes y húmedos…Ella guió mi mano y me hizo empezar recorriendo su conejito por encima. Yo puse la mano sobre su intimidad y sentí su chochito bajo mi mano…Estaba totalmente depilado, limpito y suave…

Por mi cuenta y ya libre de su mano comencé a recorrer su rajita con mis dedos, recorriendo los labios por sus dos lados, moviéndolos para acariciar cada centímetro de su piel…Ella gimió levemente y entonces fui directamente a por su monte de Venus, que sujete entre mis dedos, jugando con él…

En ese momento, pensando en complacerla y tomando algo de iniciativa, deje su pecho, donde había seguido mamando, y, entre besos y lamidas, me fui deslizando sobre su vientre hasta que me situé entre sus piernas, que ella abrió para que tuviera un acceso pleno…

-Mmm…Mi bebito quiere besar la pepita de su mamá…-la vi relamerse los labios-Deseo ver cómo te lo comes todo, cariño…No te dejes nada, amor.

-No, mamá-asentí-Me lo comeré todo como un niño bueno.

Dicho lo cual fui directamente a unir mis labios a los suyos y saboreé sin más espera los primeros jugos que brotaban, como agua de un manantial, de su delicioso conejito. Hundí sin más espera mi lengua en sus profundidades, apretando y entrando todo lo que pude mientras mis dedos abrían su coñito. Estar comiéndome y sumergiéndome en la vagina de la que hacía tantos años salí le daba un morbo que me embargaba de forma especial…Apoyándome, rodeándolos con mis brazos, en los muslos de mi madre, que empezaba a agitarse levemente por el placer, busqué meterse todo lo posible en sus entrañas, como si de verdad quisiera sumergirme de nuevo en su vientre…

-¡Oh, mi niño…!-gimió ya claramente mi madre-Veo que tienes más práctica de la que esperaba…

Saqué entonces la lengua y presté con ella atención a su colina de Afrodita que, como antes su pezón, rodeé con mis labios para succionarlo mientras los dedos de mi mano derecha tantearon entonces su rajita donde, suavemente, fui introduciéndolos…Uno, dos y tres fueron entrando y notando las palpitantes entrañas de mi madre en torno a ellos…Mientras empezaba con ellos un movimiento de penetración rodeé su clítoris con los dientes y lo apreté ligeramente…Lo que la hizo agitarse mientras a duras penas contenía un pequeño grito…

-¡Oh!... ¡Dios, sí! ¡Mi nenito me lo está comiendo…!

Yo iba a seguir con lo mío pero ella, alzándose de repente, me tomó de los hombros y me atrajo sobre sí, haciéndome quedar acostado sobre ella…A pesar del baño notaba su cuerpo cubierto por el sudor y su pecho se movía con agitación…Y en su rostro lucían el deseo y la satisfacción.

-Necesito, ¡ya!, mi niño, que consumes el gozo de esta noche…

-Estoy para servir tus deseos, mamá-fue mi respuesta.

-Lo sé-asintió ella.

Sus manos en mi nuca me atrajeron sobre sí y, mientras me acomodaba sobre su cuerpo, mis piernas entre las suyas, nuestras bocas se encontraron y mi lengua entró en su boquita, juntándose en un húmedo baile con la suya. Mientras nuestras bocas profundizaban en el beso francés y su lengua conocía mi boquita, sus manos acariciaban mi espalda y una de ellas, su diestra, rodeó nuevamente mi espada, esta vez directamente sobre el duro filo… ¡Oh! Sin dejar de besarme comenzó a acariciármela lentamente, pero algo me decía que sólo estábamos en el preludio del mejor momento.

-Estoy lista hace rato, mi niño-me dijo cuando nuestras lenguas lograron separarse-Vuelve a mamá, entra nuevamente en mí aunque sea sólo en parte, hazme sentir que eres mío, de mi propiedad otra vez...

-Mamá-le dije-Siempre he sido, soy y seré tuyo.

-Prométemelo.

-Te lo prometo.

-Otra vez.

-Te lo prometo.

-Una más.

-Te lo prometo, mamá.

-Y ahora, entra en mí y fóllame, mi bebito.

-Sí, mamá.

Me acoplé sin más espera sobre ella y su mano guió mi dura verga hacia su rajita...Nuestros ojos se miraron y no dejaron de contemplarse en ningún momento mientras mi polla primero se sintió acariciada por sus carnosos y dulces labios de abajo y luego según su carnoso interior fue abriéndose y acogiendo a mi miembro…Noté el calor de la fragua en que fui forjado según la espada se sumergió en sus calientes aguas, dura y firme.

-Así, mi pequeño…-me animó-Por mucho que haya pasado mi interior seguirá siendo como un hogar para ti, un lugar que siempre será seguro refugio para que te acojas y que siempre te recibirá…

Finalmente, tras un avance lento en el que había disfrutado de cada centímetro de su sedoso interior, alcancé el límite y percibí mis testículos chocar contra su rajita. Durante un momento nos quedamos los dos quietos, nuestros cuerpos calientes y sudorosos, sintiéndonos más unidos que nunca…Era morbosamente exquisito sentir y contemplar a mi madre bajo mí, su cuerpo, que me parecía sentir y disfrutar en cada milímetro de piel que se restregaba contra la suya, me parecía aspirar su aroma y gozar de toda su esencia…Cerré los ojos y un gemido suave escapó por mi garganta, como si el mismo placer me llenara y rebosante quisiera salir por mi boquita…

-Mamá-me atreví finalmente a decirle en ese momento de unión, que casi me parecía mística-Te amo.

-Yo también te amo, corazón-me respondió sonriendo con gran ternura-Venga, no dudes, llévanos hasta el culmen del placer.

No respondí con palabras sino iniciando finalmente el erótico baile de la penetración. Ella también, como yo antes, cerró los ojos para centrarse en sentir cada centímetro de verga en su interior. La saqué suavemente y sentí a mi salida como su túnel parecía cerrarse…Para luego abrirse bruscamente cuando, taladrándola con un brusco golpe, volví a entrar en ella hasta el fondo.

Según la fui penetrando comenzó a gemir y la habitación se llenó con su amoroso canto, que me dije debía ser como el de las sirenas…Me encantaba y fascinaba oírla y busqué ir todavía más rápido, hacerlo todavía más fuerte, obteniendo la recompensa de seguir escuchando con más fuerza sus expresiones de placer…

Sentía gozoso su carnosa cavidad acogiendo mi mástil y notaba el placer en cada centímetro de mi polla que se restregaba a su paso por las carnes de su interior, calientes y húmedas, impregnadas cada vez más por sus jugos…Al poco sentí como si su coñito estuviera estrujando mi masticando mi pollita… ¡Oh!...Era asombrosamente delicioso sentirlo y me relamí imaginándome ordeñado por mi mamita…

Mis jadeos se unieron a sus gemidos y la habitación, inundada por nuestro calor y nuestros sonidos, estaba totalmente impregnada de sexo. Ella me rodeó con sus piernas y en su rostro adiviné la cercanía del orgasmo…Sus gemidos eran ya casi gritos y sentí en mi polla las contracciones de su vagina…Lo cierto es que mi corrida se estaba anunciando y el orgasmo de mi madre lo terminó de provocar…Mientras ella llegaba a la cima del placer y rozaba el cielo con sus dedos, elevada por el orgasmo, yo también me corrí con fuerza, sintiendo el placer llenarme como una corriente eléctrica, como un calambre que se extendiera por todo mi cuerpo…

Mi polla, clavada hasta el fondo en su coñito y bajo las contracciones del mismo, se vino y vació, echando con fuerza desde el primer momento unos espesos y calientes borbotones de semen que fueron llenando el conejito de mi madre…Eyacular en el coñito de mamá, el mismo lugar en que otra corrida había dado origen a lo que sería yo, me volvió loco de un morboso placer. Ella me apretó con las piernas más contra su cuerpo, como si quisiera asegurarse de que no me despegaba ni un centímetro de su interior y seguía dándole toda mi leche en su carnoso cuenco… ¡Oh, dios…!

Perdí la noción del tiempo y no sé si fue mucho o poco el que estuve, quieto y rígido sobre ella mientras me venía y sembraba en sus entrañas…Pero al poco, tras aquella tormenta de placer, me encontré nuevamente acostado sobre ella…Caliente y sudoroso, pero relajado… ¡Ah! Suspiré…Ella se veía igual, aún con los ojos cerrados, con un rostro que reflejaba lo que parecía satisfacción y felicidad…Me alegré al verlo.

-Mamá-me atreví a hablar mientras mi pollita, ya ablandándose, seguía dentro de su coñito.

-Cariño…-su voz era muy leve-Ha sido estupendo.

-Sí, mamá-asentí.

-Te amo, mi niño…

-Yo también te amo, mamá.

Me fui a apartar de encima de ella, pero ella me sujeto y me dirigió para que quedara acostado, con nuestros cuerpos unidos, casi piel contra piel, y mi menguante mástil todavía dentro de sí…

-Durmamos así-me susurró, con los ojos cerrados, ya en actitud de descansar-Quiero dormirme sintiéndote a mi lado, dentro de mí, gozándote hasta el último segundo…

-Sí, mamá-asentí, dispuesto a complacerla…

.

.

A la mañana siguiente nos encontró todavía juntos el sol, que se colaba a través de las ventanas, con nuestros cuerpos desnudos uno al lado del otro. Ver y sentir a mi madre justo frente a mí, tan cerca que podía aspirar su aliento e impregnarme del calor de su cuerpo, fue el recordatorio más claro que podía haber pedido para saber que lo de anoche no había sido ni una ilusión ni un sueño. Había pasado de verdad, había consumado mis más prohibidas fantasías, me había acostado con mi madre…

Rememoré el encuentro de anoche, perfecto canto de cisne de un erótico día, mientras me deleitaba contemplando una vez más su cuerpo…Quizá no tan perfectamente bello como me parecía el de Sabrina, pero me excitaba y cada centímetro de su piel despertaba en mí morbosos pensamientos. Aunque estaba todavía durmiendo, o eso parecía, y pesé a temer despertarla, me acerqué cuidadosamente hacia ella y posé suavemente mis labios sobre su entreabierta boca y por un momento mi lengua entró en ella.

Cuando, al notar que se movía, me aparté, y a los pocos segundos sus ojos se abrieron y me contemplaron. Por un momento temí su reacción pero, al verme ante ella, sonrió calurosamente. Perezosa, apenas se movió todavía, disfrutando de la comodidad de la cama, pero me llamó de nuevo a su lado:

-Ven, cariño-su voz apenas era un susurro-Dale otro beso a mamá.

-Sí, mamá-asentí, acomodándome está vez mejor para ir sobre ella.

Nuestras bocas se volvieron a juntar y está vez nuestras dos lenguas jugaron un momento entre nuestras bocas antes de que la suya entrara en la mía y se impusiera con su maestría...Ambos nos dejamos llevar un momento en aquel temprano beso, pero yo recordaba las obligaciones que mi Ama me había encargado y quería ponerme a ellas, por lo que al poco me separé de ella. Un hilillo de saliva quedó un momento como un puente tendido entre nuestras bocas, pero ella pronto lo reclamó para sí, tomándolo con un seductor movimiento de labios.

-Mamá-le dije-¿Me visto y voy a prepararte el desayuno? No hace falta que te mueves de la cama-añadí-Yo te lo traeré.

-Estaría muy bien, cariño-asintió ella, acomodándose y desesperándose sobre la almohada-Pero, ¿sabes una cosa?-dijo con un tono picante mientras me contemplaba sin ninguna cortapisa-Creo que no hace falta que te vistas…Ponte sólo…Mis zapatillas…Así tampoco tendrás que llevar calcetines…Hace mucho calor esta mañana como para ir con demasiada ropa.

-De acuerdo, mamá-asentí, pasando sobre su lado de la cama para alcanzar sus zapatillas, que me puse, quedando sentado a su lado-¿Qué te apetece, mamá, para desayunar?-le pregunté.

-Um…Quiero un café-empezó diciendo…-Y… ¡Ah!-mientras hablaba me había vuelto hacia sus píes y había comenzado a besarle el izquierdo-¿Otra vez vas a los píes de tu mami, eh? No sabía que tenía un niño fetichista.

-Caigo rendido a tus píes, mamá-respondí antes de lamer sus dedos…

-Ya veo-rió, con una voz cristalina, por las cosquillas-Quiero un café-retomó el hilo mientras yo seguía a lo mío, succionando entre mis labios el dedo gordo-Y un par de tostadas con mermelada de fresa…Y un croissant, si queda alguno…Hoy tengo mucho apetito.

-Bien, mamá-me puse en pie-Voy por ello-me dirigí a la puerta-¿Algo más?

-No, cariño…Sólo quiero eso…Bueno, y…-me miró-A ti, de vuelta, pronto.

-Al segundo.

Fui a la cocina, un poco incómodo al principio con las zapatillas de mi madre, y me puse a prepararle lo que me había pedido poniendo la cafetera, la tostadora y preparando una bandeja y platos…Me sentía perfectamente bien…Lo cierto es que me sentía casi flotar, como si me hubiera librado de repente de una serie de pesadas cargas y ahora no tuviera nada de qué preocuparme. Me pregunté qué futuro tendría ahora con mi madre… ¿Sería diferente nuestra relación por lo hecho anoche, se repetiría? Desde luego, me dije, era una ventaja que no fuera a ocasionarme problemas con mi novia. A Sabrina, me recordé, sonriendo, le hubiera parecido más extraño que no me hubiera acostado con mi madre a lo contrario. Al fin y al cabo, ella hacía otro tanto.

Claro que a Sabrina y a mi madre tendría que explicarles, tarde o temprano, el tema de mi Ama. Lo cierto es que Sabrina parecía muy liberal y me dije que posiblemente lo entendería pero, ¿mi madre? ¿Cómo contarle a mi madre que la vecina, su querida amiga Claudia, se había adueñado de su hijo convirtiéndole en un dócil esclavo? Aunque desde luego, sin el permiso de mi Ama yo no iba a contar nada…Lo cierto es que no pude dejar de preguntarme sobre los planes de mi Ama de aquí en adelante…Si parte de sus deseos habían sido llevarme a consumar el incesto, como parecía por la manera en que había sembrado en mí, con insistencia, esa idea, ¿qué pasaría ahora que ya lo había consumado? Agité la cabeza, como para hacer que todas esas dudas se desvanecieran o volaran fuera de mi cabeza. Esa mañana no tenía ganas de preguntarme nada.

Una vez hube terminado de preparar el desayuno de mi madre, cargué la bandeja y puse rumbo de nuevo a su cuarto. Ella seguía en la cama y salvo el acomodarse mejor, sentada y apoyada en la cabecera mientras ojeaba una revista, no se había movido. No reaccionó cuando entré y me dirigí a su lado.

-Mamá-la llamé-El desayuno.

-¡Ah! Muy bien-asintió ella, dejando de nuevo su lectura sobre la mesilla de noche y cogiendo la bandeja que le tendía para colocarla, con cuidado, sobre piernas. Los platos y la taza tintinearon, pero se mantuvieron en su puesto-Tiene todo un buen aspecto.

-Gracias, mamá-respondí automáticamente, como habría hecho a mi Ama, pensé, por su elogio.

-¿Y tú qué?-me preguntó, dando un primer sorbo al café-¿No te has preparado nada?

-No-admití, lo cierto es que no había pensado en ello, aunque tampoco sentía hambre-No me apetece comer, la verdad.

-Cariño, no digas tonterías-me replicó-Aunque sea un café tienes que tomarte. No puedes estar sin desayunar. ¿Es que no recuerdas qué es la comida más esencial del día?

-Sí, mamá.

-Pues no me hagas enfadar y ve a ello. Yo mientras acabaré con esto.

-Sí, mamá-volví a repetir.

Un poco extrañado por ese repentino todo, aunque pensando que tenía razón, volví a la cocina mientras ella seguía tomando el desayuno, para prepararme un café, que me tomé rápidamente. Lo cierto es que en mi cabeza rondaba la idea de la posibilidad de que mi madre y yo repitiéramos lo de anoche, haciéndolo nuevamente en su cama y eso era todo lo que me apetecía, más que cualquier otra cosa. Cuando, tras tomarme el café, volví a su cuarto, ella estaba también terminando el suyo, comiéndose el croissant. Lo cierto es que, pesé a que lo deseaba fuertemente, supe ya entonces que no me atrevería ni a sacar el tema y que realmente ni siquiera hubiera sabido cómo hacerlo.

-¿Tienes cosas qué hacer hoy, mamá?-logré preguntarle.

-La verdad es que sí-fue la respuesta-Entre otras cosas tengo hacer una pasada de limpieza a la casa, algunas cosas de la oficina…-pareció agobiada de sólo pensarlas.

-Mamá…No puedo ayudarte con lo de tu trabajo, pero podría ocuparme de la casa.

-¿De verdad? Sería genial que colaborases en casa.

-Cuenta con ello-le dije, alegré de que sonriera-A partir de hoy yo me encargaré.

-¿Tendré un hijo responsable al fin?-preguntó, en apariencia retóricamente, pero no supe si lo decía en broma o en serio.

-Sé que he sido…Irresponsable, mamá-admití-Pero a partir de hoy cambiaré.

-Algo me dice que sí, mi niño, y que cumplirás para conmigo como te corresponde.

-Sí, mamá-asentí, aunque percibía algo extraño en sus palabras. Sonaba demasiado como mi Ama…Aunque eso no era precisamente un problema no dejaba de parecerme raro en mi madre.

-Puedes retirar esto-dijo, haciendo referencia a la bandeja, tras terminar de comer-Estaba todo muy bueno.

-¿Hay algo más que pueda hacer?-le pregunté, servicial.

-No, mi bebe-respondió-Encárgate de fregar eso y, si quieres, empieza a limpiar ya, pero para el baño tendrás que esperar, ¿de acuerdo?

-Sí, mamá-en ese momento iba a decir algo cuando llamaron con fuerza a la puerta.

-Vaya-fue su reacción-¿Quién podrá ser? Ve a ver quien llama, cielo, pero no abras la puerta todavía.

-¿Me visto, mamá?-le pregunté, un poco nervioso…

-Todavía no-respondió, para mi asombro-¡Anda, ve!-me dio prisa.

Yo, sintiendo como un extraño presentimiento de que algo estaba pasando, algo que no sabía pero que podía percibir, fui, pasando un segundo para dejar las cosas en el fregadero, a la puerta del piso. Al otro lado de la mirilla estaba mi Ama… ¿Qué hacer? Sentía que debía abrirle, pero… ¿Qué diría mi madre? Opté por gritar desde la puerta, para avisar a mi madre de quién era y a mi Ama de que no estaba sólo, si me escuchaba, para que entendiera que no le abriera:

-¡Mamá! ¡Es la vecina!-grité.

-¿Qué vecina?-fue su respuesta.

-¡Claudia!

-¡Abre!

Por un momento su respuesta, deseada pero no esperada, me dejó desconcertado. ¿Qué le abriera la puerta? ¿No recordaba mi madre que iba en cueros? ¿Cómo me decía que le abriera la puerta? Fui, tras unos segundos en blanco, corriendo a la habitación de mi madre…La puerta estaba cerrada y, pensando que querría intimidad para algo y que por eso habría cerrado, le hablé desde fuera:

-Mamá-la llamé.

-¿Qué haces?-me preguntó-¿Has abierto?

-Es que estoy…-no me atrevía a decirlo en voz alta-Estoy sin ropa.

-¿Has dicho qué es Claudia, no?

-Sí, pero…

-Tranquilo. Puedes abrirle. Ella es de confianza.

-Mamá…

-¿Es que no te fías de lo que te dice tu madre?

-Sí, mamá-respondí.

-Haz lo que te digo y nunca más me discutas-sentenció, en un tono tan claro que me llegó a pesar de la puerta.

Un poco extrañado por lo que de repente estaba pasando y muy nervioso por sentirme como si quisieran partirme en dos entre mi madre y mi Ama, volví al salón y abrí la puerta a mi Ama, con cuidado de que nadie del pasillo, si lo había, pudiera verme. Al entrar y cerrar tras de sí, mi Ama no pareció sorprenderse al encontrarme desnudo y, todo lo que hizo fue, entendí que por haberla hecho esperar, cruzarme la cara con un bofetón:

-¿Crees que puedes dejarme en el pasillo esperando, esclavito?

-Lo lamento mucho, mi Ama-me incliné para besar sus píes-No tengo excusa.

-Hoy es un día importante para ti, esclavito, por eso seré indulgente en este momento.

-Gracias, mi Ama-le agradecí mientras ella, con un gesto del píe, me hizo levantarme.

-Bien, eslavito, espero que no olvidaras nada de lo que te dije ayer.

-No, mi Ama.

-¿Has cumplido todo lo que te dije?

-Sí mi Ama-le respondí-El baño, el té, todo lo que me pidió por la noche, y está mañana le he servido el desayuno y la he tratado como a mi Ama.

-¿Y por la noche te pidió algo…especial? O, por ir directos al grano: ¿Follasteis?

-Sí, mi Ama.

-Um…Eso me satisface. ¿Te gustó?

-Sí, mi Ama.

-Espero que lo hayas entendido. La de ayer era el comienzo de tu última lección. A partir de hoy, como te dije, deberás ser sumiso, obediente y fiel a tu madre. Para ti, a partir de ahora, el decir “mamá”, será como cuando te diriges a mí como “mi Ama”. ¿Entendido?

-Sí, mi Ama.

-Es su título de propietaria y a partir de ahora saldrá de tus labios con el respeto que siempre debió tener. Te he estado educando para convertirte en un buen hijo, tal y como debes ser.

Desde luego lo que me estaba contando me recordaba claramente a lo que me había contado Sabrina…Sabrina y su madre, aprender a ser un buen hijo…La fantasía de Leonor…

-Lo cierto es, esclavito-se acercó hasta quedar junto a mí, cogiéndome por la barbilla para hacerme mirarla a la cara-Que ante todo soy una adiestradora y tú has sido un trabajo agradable…Eso me ha gustado. Yo me dedicó-siguió hablando tras un segundo de silencio-A atrapar hijos rebeldes y a volverles dóciles y buenos, y a enseñar poco a poco a las madres a asumir su debido rol de dueñas, que casi todas no saben ejercer…Tu madre me pidió que me encargase de ti y lo cierto es que he hecho un buen trabajo…-lo cierto es que, aunque lo que me estaba diciendo me había ido dirigiendo hacia esa idea, la de que mi madre estaba detrás en última instancia de mi esclavitud, no dejo de sorprenderme y estremecerme la idea…Aunque por otro lado, me gustaba y excitaba… ¿Mi madre había querido convertirme en un sumiso esclavo, en su amante?-Ahora sólo me falta comprobar si también he enseñado bien a tu madre…-añadió, acercándose a mi lado y lamiendo ligera y dulcemente el lóbulo de mi oreja derecha-Yo me reservo derechos sobre ti como parte del pago, pero a partir de ahora tu dueña principal, la señora de la casa, la mujer a la que por todo debes contemplar como tu Ama y Diosa…Esa es tu madre.

-Sí, mi Ama.

-Tu madre, que por fin está aquí para reclamarte.

Ante esas palabras me volví y contemplé a mi madre, que había hecho acto de presencia al fondo de mi habitación. Y estaba como nunca la habría imaginado…Su antifaz negro, acabado en dos sobresalientes puntas que iban más allá de su ovalado rostro y que cubrían la franja de los ojos, dejando a estos brillar como dos zafiros, fue lo primero que me llamó la atención. Fui contemplando el resto de su atuendo…Un corté de cuero negro que marcaba su figura desde sus pechos hasta sus caderas…Unos finos guantes de seda que llegaban hasta el codo, un liguero que sujetaba unas largas medias que se extendían visibles hasta el arranque de unos altos zapatos de aguja de tacón, todo de un negro oscuro y brillante a la vez. No pude evitar preguntarme de dónde podría haber sacado mi madre un atuendo semejante…Pero lo cierto es que le quedaba más que bien…Parecía una auténtica “domina”. Y el toque final lo llevaba en las manos aunque en un principio ni lo vi…Al principio no supe lo que era, pero cuando depositó el otro extremo en su mano izquierda, reconocí que lo tenía en sus manos era una fusta de cuero.

-Veo que te has arreglado con lo que te di-comentó mi Ama-Te ves muy bien, Susana.

-Gracias, Claudia-asintió mi madre, acercándosenos y permitiéndome así contemplarla mejor.

-¿Estás preparada para este pequeño ritual?

-Cuando quieras, amiga.

-Bien-asintió mi Ama-Esclavito, ponte de rodillas.

Obedecí, claro, sin más y ahí mismo, al lado de mi Ama y a un par de pasos de donde estaba mi madre, me arrodillé. Noté como mi Ama sacaba algo del bolso que llevaba, pero no pude ver que era en ese momento…Hasta que sus manos rodearon mi cuello y noté como me lo colocaba…Era una especie…No, era lo parecía: un collar para perros. Sentí el tirón de la cuerda cuando mi Ama comprobó si estaba bien sujeta.

-Estupendo-comentó-Todos estamos preparados-añadió acercándose a mi madre.

Quedaron las dos de frente, mirándose, y yo me preguntaba en qué consistiría ese “pequeño ritual” que mi Ama había mencionado. Finalmente, tras un segundo, ésta habló:

-Yo, Claudia-pareció recitar una especie de protocolario juramento-He adiestrado y amaestrado al joven Federico, hijo de Susana, para que ésta pueda ejercer sus derechos de madre y propietaria, y ahora mismo hago entrega de los privilegios que como Ama y primera dueña tuve sobre éste.

Tras esas palabras dio un fuerte tirón, que me hizo algo de daño, y pasó la cuerda de mi correa a mi madre, que tras recogerla, dio otro y, con un gesto de su cabeza, me hizo colocarme tras ella.

-Yo, Susana-dijo mi madre a continuación-Confirmó que he recibido al joven Federico, mi hijo, adiestrado y amaestrado por Claudia, sobre quien ahora ejerceré sin dudar mis derechos de madre y propietaria, como primera dueña de éste. Por otro lado, en pago a Claudia por su labor, además de lo ya recibido, le reconozco derechos como segunda dueña para que, sin menoscabo de mi derecho, goce de mi hijo tal y como le convenga y a su capricho.

-Sellemos el pacto-dijo mi Ama y, acercándose a mi madre, la besó en los labios y por un momento las dos se unieron, jugando con sus lenguas…Yo me encontraba para ese momento fuera de sí…Todo estaba resultando muy extraño y por un momento me convencí de que debía estar en un sueño…Pero era real, muy real.

-Bueno-finalmente mi madre se volvió hacia mí-¿Y qué será lo primero que haré con este esclavito? Está caliente el perrito-comentó al ver mi ya notable erección.

-Si quieres seguir mis enseñanzas y sugerencias-intervino mi Ama-Deberías empezar cuanto antes, y ahora es un buen momento para ello, a dar a este hijo parte del largo castigo del que se ha hecho merecedor por sus años de desidia.

-¿Tú crees, Claudia?

-Claro…Tú sabes hacerlo-le animó-Recuerda lo que te enseñé, lo que has practicado…

¿Practicado? No pude evitar imaginando a mi madre con otros jovencitos sumisos de Claudia…Quizá mi Ama también estaba “enseñando” a Leonor cuando me hizo acostarme con ella…

-Tienes razón-afirmó mi madre-¡Esclavito!-me llamó.

-¿Si, mamá?-respondí, sumiso.

-Ayer y hoy te has comportado como debías y has sido un buen hijo, me has satisfecho, pero no creas que voy a olvidar-dijo con un tono que mezclaba amenaza y lujuria-Ni que van a compensar tus años de anarquía y desobediencia…Pero a partir de hoy podrás empezar a pagar y tienes una gran deuda conmigo.

-Estoy dispuesto, mamá-le dije, pero no pude añadir nada más, puesto que me cruzó la cara con un severo bofetón.

-No te he dado permiso para hablar, esclavo-me dijo, sin elevar ni un ápice la voz-Eres un perrito, mi perrito, y no hablarás a menos que yo te lo ordene expresamente-tuve que contener a duras penas un “sí, mamá”, mientras el morbo y el gusto de ser sometido hacia palpitar mi miembro…-Y ahora, andando a tu perrera, rápido.

Suponiendo que se refería a mi cuarto me arrodillé y, a cuatro patas, aunque era un poco molesto y tenía que procurar que sus zapatillas no se me saliesen, me puse en camino, seguido de ella, que mantenía la cuerda en tensión, como para que no olvidara que la llevaba.

-Bien, perrito-asintió-Así me gusta-y, sin más, sentí el golpe de la fusta en mi culito-Pero ve más rápido, más rápido-repitió el golpe.

Yo aligeré, aunque me costaba mucho y me dolían las rodillas…Por suerte la distancia a recorrer no era mucha y enseguida me encontré ante la puerta de mi cuarto, que ella abrió, empujándome dentro.

-Súbete a la cama, perro-me ordenó-A cuatro patas-me indicó mientras cumplía sus órdenes y me posicionaba. Lo cierto es que estaba emocionado por lo que esperaba que pasara…-Dime, bebito… ¿Estás dispuesto a ser para siempre sumiso a tu mamita?

-Sí, mamá-respondí.

-¿Sí, qué?

-Seré sumiso para ti mamá, estaré siempre a tus pies.

-¿Qué soy para ti?

-Mi mamá, mi querida madre, la diosa que me otorgó la vida y ante la que me debó postrar para adorarla-le respondí, recordando las palabras de mi Ama.

-Ha sido una buena respuesta, esclavo…Pero es un aprendizaje tardío, ¿eh? Hace tiempo no pensabas así. ¿Por qué?

-Porque era un irresponsable y no conocía mis deberes para con mi madre.

-¿Y ahora los conoces?

-Sí, mamá.

-¿Y estás dispuesto a cumplirlos?

-Sí, mamá.

-¿Y crees que debo olvidar tu anterior indisciplina?

-No, mamá.

-¿Qué te mereces?

-Un duro castigo.

-¿Lo deseas?

-Deseo lo que deseé mi madre.

-Deseo oírte pedir lo que es justo.

-Por favor, mamá, te suplico que me castigues como merezco por mis años de irresponsabilidad.

-¿Aceptas pues, tu responsabilidad?-me preguntó mientras una de sus manos acarició suavemente mi culito…

-Sí, mamá, toda.

-Entonces hoy será la primera sesión de castigo…Te los has ganado…Aunque pienso que, pesé a los consejos de Claudia, debería tener misericordia contigo…Al fin y al cabo yo misma no me hice respetar…-pareció dudar-¿Te gustaría que te disculpara, esclavito?

Lo cierto es que la escena me recordaba a lo que me había hecho mi Ama unos pocos días antes…E igual que en esa otra ocasión, deseaba el castigo…

-Mamá, eres libre para decidir qué quieres para mí y yo me someteré-le respondí, buscando las palabras que me parecían más oportunas-Pero yo deseo ser castigado. De verdad.

-Claudia dijo que responderías así si te tanteaba-casi pude sentir su sonrisa-Y me alegra ver lo bien que te ha educado…-su mano volvió a acariciar mi culito y por un momento sentí un dedo en mi entradita…-Allá vamos…

Sin más espera descargo el primer golpe y la fusta me golpeó con dureza en las nalgas. ¡Oh! No lo había esperado, pero me en esa ocasión me dolió mucho más que la vara de mi Ama…Apreté los dientes y me preparé para la sesión de castigo que mi madre iba a propinarme…No pude evitar buscar con la mirada a mi Ama, pero no la vi…

-¡Dos!-exclamó mi madre cuando por segunda vez la fusta aterrizó con fuerza en mi culito…-¡Tres!-contó nuevamente otro golpe…Se movió a lo largo de la cama, quedando a mi izquierda mientras descargaba otro golpe con su mano derecha-¡Cuatro!

¡Oh! Verla así vestida mientras me azotaba con la fusta…Realmente ninguna chica, ninguna mujer, me había puesto nunca tan cachondo sólo con mirarla…Y entonces ella, tras el quinto golpe, elevó su pierna derecha y apoyándose contra un armario, dejó la suela del zapato frente a mi cara…

-¡Seis!...Ahora, perrito-acercó su píe más a mi cara-Abre la boca.

Yo, aunque me costó al hacerlo contener un quejido por su séptimo golpe, le obedecí y ella introdujo entonces el largo tacón entre mis labios…Yo me deje hacer y, pensando en complacerla, comencé a lamer y a chupar ese largo y duro talón de aguja casi como si fuera una polla.

-Muy bien, esclavito-añadió-Sigue así… ¡Ocho, nueve, diez!-añadió, aligerando el ritmo con que me azotaba-Te voy a dar más fuerte porque veo que te gusta-añadió y lo cierto es que me moría de gusto.

Ella siguió azotándome un buen rato mientras yo continué lamiendo su zapato, primero su tacón y luego haciéndome recorrerlo por completo con mi lengua, para dejarlo, como ella me dijo, “lustroso”. Los golpes de fusta dolían y casi sentí como me dejaba colorado el culito, pero el placer morboso que recibía lo superaba grandemente.

Finalmente, tras el centésimo golpe, mi madre decidió “consumar” su dominio sobre mí.

-Prepárate, mi bebito-me dijo, bajando el píe y dirigiéndose hacia los pies de la cama-¡Claudia!-la llamó-Ahora-volvía a dirigirse a mí-La cabeza sobre la almohada y los cojines bajo la barriga…Quiero que tu culito colorado sobresalga para mí… ¿Entendido?

-Sí, mamá.

-Ahora vas a notar como mami reclama el culito de su pequeño, te voy a coger como si fueras una auténtica putita. ¿Te gustaría eso?

-Sí, mamá, me gustaría.

-¿Quieres ser la putita de mamá? Dilo si es así.

-Sí, mamá…-oh, decir esas cosas me calentaba-Quiero ser tu putita. Quiero que me folles como a una putita…

-Sí, eso es lo que haré…

-Veo que vas con buen ritmo-escuché de repente la voz de Claudia.

-¿Me has traído…?-le preguntó mi madre.

-Aquí está-le dio algo, que no pude ver pero que no me costaba imaginar…-Así, póntelo…Te queda muy bien…-estuve tentado de girarme para mirar, pero me contuve-Ahora, ve a por él.

-Voy-asintió mi madre.

Noté por el peso de la cama como mi madre se subía encima y al poco sus manos acariciaron mis piernas y subieron hasta mis nalguitas, que acariciaron suavemente…Uno de sus dedos, que sentí húmedo, hurgó en mi entradita y lo noté entrar en mi culito con un fuerte y rápido movimiento…

-¡Um! Se nota estrechito…-comentó mi madre, más para sí que para mí-Pues ya verás, lo que tengo aquí es sin duda lo más gordo que te ha entrado nunca-me anunció con tono satisfecho.

Otro dedo acompañó al otro y los dos empezaron a moverse, girando dentro de mi culito…Y pronto un tercero se les unió y, como una especie de gato, se expandieron, como queriendo abrir mi entradita… ¡Oh!... No sé como lo hacía pero me dolía bastante… A duras penas me contuve…Pensé que si lo hacía así ya con los dedos, con el consolador me iba a hacer ver las estrellas. En cualquier caso no tuve que imaginarlo mucho tiempo…Lo cierto es que, si por un lado, me asustaba, por otro, lo deseaba. Mi madre iba a mostrar su dominio sodomizándome…La idea me embriagaba por el especial morbo que había en ella…

Ella pasó a colocarse: sus piernas entre las mías, sus manos en mi cadera, para apoyarse mientras avanzaba hacia mí… Y al poco sentí aquella gran cosa…Me rozó un muslo y al poco noté una gruesa cabeza entre mis nalgas…No podía verla ni quise intentarlo, pero la sentí enorme…No pude evitarlo y, deseoso, me relamí los labios esperando que me la metiera mientras, satisfecho, me decía a mí mismo lo puta que resultaba…Y que me gustaba serlo.

-Allá voy, bebito-me dijo.

Y sí, por fin, lo que debía ser el falso glande de su consolador se colocó en mi entrada y fue, sin más espera y sin delicadeza, apretando. Aunque en un principio pareció que mi ano opondría resistencia, la contundencia del empujón de mi madre logró que aquel gran y grueso mástil me abriera y lo noté claramente, como una abrasadora espada de fuego, entrando en mi interior…Noté como abría a su paso mis entrañas, taladrándolas, penetrándome hasta lo más profundo de mi ser…

-¡Oh, mamá!-no me contuve está vez, dejando escapar después un jadeo, medio de dolor, medio de placer.

-¿Qué? Ahora es mi turno, ¿eh? Soy yo la que te someterá a partir de ahora-me volvió a azotar con la fusta-¡Puta!-otro golpe-¡Perra!

Se estuvo un momento quieta una vez que me la hubo clavado por entero, haciéndome sentir totalmente lleno, a rebosar, con esa gruesa polla empalándome…Casi pensé que iba a atravesarme…Y para más noté como de repente comenzaba aquel falo a vibrar dentro de mí y ya entonces sí que comencé a gemir de forma continuada…Me gustaba ser follado y gemir mientras me madre me cogía…

-¿Te gusta, eh?

-Sí, mamá…

-Pues pídelo, perro.

-Por favor, mamá, fóllame, ¡fóllame!

Ella no me respondió, pero empezó a sacarla lentamente y a volverla a clavar con duras y rápidas embestidas.

-¡Venga, gime!-me ordenó ante mi silencio-Me gusta oírte gemir como una putita.

-¡Sí, mami!-accedí…

Volví, una vez más y llevado por su deliciosa penetración, a gemir… ¡Oh!...El dolor de sentir a aquel monstruo entrar en mí, rompiéndome, que había sido intenso y que aún resistía, aunque apagado, había sido desplazado por una morbosa sensación de plenitud y por un placer que parecía tender a infinito…Notaba en mi recto cada centímetro de dura polla que entraba y salía, rozándose en un devastador contacto con mi cuerpo, vibrando y agitándome por dentro.

-Um...-escuché a mi Ama, a la que vi de repente a mi derecha, contemplando como mi madre me cogía…-Me encanta la música de esta habitación…Pero falta algo…

No sabía a qué podía referirse pero la vi acercarse a mi madre y, de repente, noté la mano de mi ésta, guiada por la de mi Ama, rodear con sus dedos mi duro miembro y empezar, al compás de su movimiento de mete y saca, a masturbarme… ¡Oh! Sentía sus dedos primero suaves, como dudosos, y luego firmes en torno a mi verga…Se movió primero lentamente, mientras se acomodaba, pero la poco aligeró y su mano su falsa polla en mi culo se movieron al compás, dándome una doble dosis de placer… ¡Ah!

-¿Qué?-mi Ama se colocó a mi lado, sentándose en la cabecera de la cama-¿Te gusta qué tu madre de ponga en tu sitio?

-¡Oh…! Sí, mi Ama… ¡Sí!

Entonces ella me sujetó de las mejillas y me hundió la lengua en la boca, saboreándola por completo… ¡Um!... Me deje hacer, disfrutando de la delicia de su beso, mientras mi madre aceleraba aún más su cogida… ¡Oh, sí!... Pensé que pronto terminaría, pero mi Ama tenía otros planes.

-¡Hora de salir, Susana!-le dijo a mi madre-Por ahora ya es bastante.

Mi madre, haciéndole caso y pesé a mi decepción, se detuvo y al poco sentí un gran vacío en mi culito cuando lenta pero irreversiblemente, me la saco… Yo hubiera querido que siguiera más y más.

-Venga, esclavito…-me dijo mi Ama-Siéntate en la almohada, bien recto.

Yo hice lo que me ordenó y quedé apoyado contra la cabecera de la cama…Mi Ama, mientras fue a la espalda de mi madre y volvió a besarla mientras le retiraba lentamente su grueso consolador, que ahora veía en todo su magnífico esplendor, aún vibrando…

-Te toca, Susana-le susurraba mi Ama a mi madre-Ser buena con tu esclavito: se lo ha ganado esta vez.

-Tienes razón, Claudia-le respondió ella.

Entonces mi madre se colocó a cuatro patas sobre la cama, seguida de mi Ama, que se estaba ajustando el vibrador en su cintura…Mi madre llegó hasta donde yo estaba y tomó nuevamente mi verga con su mano…La frotó suavemente…

-¡Um!...Me gusta mucho la pollita de mi niño-susurró, casi como si se lo dijera en confesión a mi propia verga.

Entonces, mientras mi Ama apartaba el traje de mi madre y se preparaba para metérsela, ésta se acercó a mi mástil y sopló sobre él delicadamente… ¡Uf! Y al poco, tras una aproximación lenta, rodeo mi glande con su lengua y empezó a dar vueltas alrededor de él… ¡Oh!...

Y justo cuando vi que mi Ama le hundía hasta el fondo su vibrante mástil en el coñito a mi madre, ésta abrió la boca y se tragó mi verga hasta que noté que mi punta rozaba su garganta…Sentía mi polla rodeada por su cálida y húmeda boca, con su lengua juguetona en torno a ella…Eran como calambres de placer que recorrían todo mi cuerpo…

-¡Sí!, chúpasela bien a tu hijo-le decía a mi Ama-Ordéñale y sácale la leche como si fuera una vaca, úsale para satisfacerte del todo…

Ella, haciéndole caso, empezó a succionar con fuerza mientras volvía a lamer y relamer mi glande…Parecía querer hacerme correr a fuerza de sorberla, mientras una de sus manos pasó a masajearme y apretarme los testículos…

-Vaya, vaya-saltó nuevamente mi Ama-Te estás callada por la polla de tu hijo, pero notó que estás a punto-sin más le cogió del cabello y tiró para levantarle la cabeza a mi madre, que nada más dejar de chupármela comenzó a gemir, casi a gritar…

-¡Oh, Claudia, sí,…, sí!... ¡Dios!

Y al poco, mientras me masturbaba, mi madre llegó al orgasmo, poseída por mi Ama...Y yo, contemplando excitado la escena, tampoco iba a aguantar mucho más…

-Oh, mamá…Creo que ya-le avise.

-Venga, mi niño-me animó, jadeante todavía, y volviéndose a meter mi polla en su boca…Su lengua volvió a jugar en mi glande y, con un tremendo placer y con la mano de mi Ama apretando la cabeza de mi madre contra mi entrepierna, terminé… ¡Dios, que corrida! Noté como le llenaba la boca a mamá y como su lengua se movía como un pez sobre mi glande, impregnándose de mi espeso y caliente semen, que brotó en gruesos borbotones… Ella siguió lamiendo y chupando, dirigida por mi Ama, hasta que me dejó la pollita deshinchada y limpia…

Quedé un momento recostado contra el respaldo, respirando pausadamente, con mi verga caída y flácida y mi culito aún dolorido…Pero tremendamente satisfecho…Mi madre se había alzado de rodillas y se besaba con mi Ama por encima de sus hombros…Las manos de mi Ama acariciaban el cuerpo de mi madre…Me estaba volviendo a calentar…

-Bueno…-dijo finalmente Claudia-Creo, Susana, que de momento puedes seguir ya sola-siguió, levantándose.

-Sí, Claudia…Todo el día voy a estar ocupada-le respondió, levantándose también-Pero antes de irte…

-Sí, vamos.

No sabía a qué se referían, pero de repente vinieron las dos hacia mí y, cogiéndose, me movieron como un muñeco. Yo, claro, me deje hacer, y me volvieron a colocar de rodillas, boca abajo, con el culo en pompa…Y esta vez, además, con dos esposas que no sé de dónde sacaron, me ataron a la cabecera de la cama…

-Muy bien. Toma esto de nuevo-le decía mi Ama a mi madre, dándole algo que no podía ver pero, como en la anterior vez, nuevamente imaginaba...Sobre todo porque ahora si lo conocía.

-Claudia-le susurró mi madre a mi Ama-De verdad que lo has hecho mejor de lo que podía haber soñado…

-No hay de qué, Susana-fue su respuesta-Ahora, ponte gozar de tu esclavito…

-Sí-asintió ella, volviéndose a poner rápidamente sobre mí y descargando un nuevo golpe con la fusta-Espero que tengas ganas todavía, bebito-me dijo.

-¡Federico!-me llamó mi Ama y, a duras penas, logré girarme lo suficiente para mirarla…Ella nos contemplaba y en sus ojos brillaba la lujuria…Y en ese momento mi madre volvió a introducirme aquel largo y grueso vibrador…Entonces la vi sonreír de una forma un tanto misteriosa-Hasta pronto-se despidió, mandándome un beso…

Mi madre volvió a la carga, aún más duramente que en la anterior, mientras escuché claramente los pasos de mi Ama y, al poco, el sonido de la puerta al cerrarse…Y en todo ese momento la imaginé, viéndola en mi mente, sonriendo, satisfecha de haberme visto cogido por mi madre…Por eso, con su nombre en mis mente, no dudé en dedicarle el segundo orgasmo al que pronto mi madre logró abocarme…

Ese día mi madre me mostró lo insaciable que era…Y desde entonces seguí con tres exigentes mujeres en mi vida…Mi madre, mi Ama y mi novia…Ante las que me postró de gratitud por lo que me han dado.